Te presiento (marzo de 1986)
Te presiento
y el corazón burbujea
ávido de alcanzar su tamaño,
borbotea más allá de sí
líquidos significados pretéritos.
Sensaciones granudas hormiguean
como húmedos enjambres de lajas,
repiten insistentes los vientos
negros cardúmenes de pájaros.
Te presiento
y es como si la luz escarbara en mis ojos
por que hay claridades que no recuerdo
y es como si mis pies hollaran
inacabables praderas conchíferas.
Promesas posibles arañan mi cara
como torrenteras de llamas,
palabras de arcilla que llenan las cosas
de rojas arenas insectívoras.
Te presiento
y el mundo se pliega en sí mismo
como una pajarita de cartulina,
que todos nuestros pasados te acusan
de mi misma felicidad tiránica.
Y llegas y es un sol sin oleaje
quien primero te saluda,
por que he amanecido sin voz
por tí mi obsesión única.
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Poema inacabado
(De la misma fecha, por que está escrito en el reverso de la misma hoja de un dietario
en la que tanteé las posibilidades del anterior. Escritos en un tiempo que el bolígrafo era la única herramienta y la tecnología punta la máquina de escribir eléctrica)
Urge tu cuerpo,
tu trágica coleta,
el istmo de tu boca
que saja el tiempo en dos bahías.
Urge tu mimbre, tu acero,
dolerme en la espesura de tu carne,
ese amarlo todo
que en tu contra testifica,
y los páramos y las cumbres,
y el iris de tu ojo
y el lumen de tu iris.
Urgen tus manos,
saberlas cerca
abrigarse con tu presencia,
tu labio rubirescente
de sonidos de bronce.
Urge tu piel,
la materia maleable
de la que están hechas todas las cosas,
y los astros y las simas,
y el labio de tu boca
y el dardo de tu labio.
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