viernes, 13 de diciembre de 2019

La noche en la piel

Tiene la noche tatuada en la piel, el frescor de una madrugada  de verano en el vergel ajardinado de su tacto, fronda perenne de magnolios en flor, y manzanos cuajados como nieve de pétalos.  Tiene los labios timbrados en rubor de amanecer. El horizonte curvado de su sonrisa, una promesa de felicidad que tremola en la brisa de su mirada como enseñas desplegadas en plazas que aún no han sido conquistadas. Si la transito con las manos adivinó el día en el momento justo después de mi llegada.  Soles morenos en la redondez de sus mejillas. Cometas estrellados sus cejas en el firmamento de su cara, coloreada con carboncillo de dibujante de sueños

jueves, 20 de junio de 2019

Rescates de Instagram (1)




No sé como funciona Instagram, cuales son sus claves. Sę que va de :"poner" fotos, en especial de uno mismo. No se me ocurre nada que quiera compartir menos que mi propia imagen. Asi que es posible que esta vaya a set la única foto mia que vaya a haber en mi onstagram, y lo mismo no sobrevive mucho. A mi lo que me mola es escribir. Tenia un blog donde editaba fotos y les añadía un comentario. Si de eso va esto pues lo mismo habrá una segunda entrega. La foto es la de mi DNI. En los ultimos 30 anos solo me he hecho fotos oara carnets y cuando ne han pillado desprevenidio. Cuando no habia más remedio o sin contar con mi consentimiento. Cuando la vi se me cayo el alma a los pies. No me habia visto la cara, siquiera en el espejo (esquivar mi mirada es un arte que domino), desde el ictus. Me dicen que no, pero yo me veo el rostro torcido, algo picassiano, con un ojo más alto que otro y una ceja disparada comicamente hacia el infinito y más allá. Aprendiz de Carlos Sobera, pero sin ningún control sobre la herramienta expresiva. Eso no soy yo, exclamé. Y no es que meechara de menos, pero habia aprendido a convivir conmigo y soportarme. Ahora soy otro desde el uctus y el proceso de adaptación a retornado a la casilla cero.

lunes, 3 de junio de 2019

Rescates de Twitter (66) - Chocolate negro y cucarachas

Chocolate negro

1.- A mi chica le cuesta verbalizar los cariños. No vive en Madrid, así que la relación es más que nada telefónica y epistolar, esto es wathsappeada.

2.- Cada vez que le digo que la quiero, lo que sucede con bastante frecuencia porque me divierte sentir su turbación, la demora en las contestaciones aumenta significativamente, como si estuviera comunicándome con Saturno

3.- En realidad salgo ganando con mucho, porque para compensar su torpeza verbal me demuestra el cariño con hechos. Es un amor que más que escucharlo lo tacto, lo percibo con el resto de los sentidos.

4.- Con precisión casi astronómica en la periodicidad de los envíos llega a mi buzón un paquete postal repleto de chuches. No es metáfora. Mi chica me envía chupa-chups y ositos Haribo por correo certificado

5.- En los últimos envíos está tratando de educarme en el gusto por el chocolate negro. Empezamos por el de pureza al 72% y, tras adaptarme a su sabor y aprender a apreciarlo, hemos pasado en el último envío al de pureza al 74%.

5.- Va a ser un noviazgo largo. Casi que lo deseo, porque así podré tener suministro de chuches a perpetuidad. Para cuando lleguemos al 98% espero que Correos ya haya generalizado el uso de drones en su servicio de paquetería

Cucarachas

1.- Dice mi chica, que ha estado este finde en la playa, que ayer vio una cucaracha en un bar y enseguida se acordó de mí. Dicho así suena demoledor. Dan ganas de ponerse a llorar y no parar nunca. Pero todo tiene una explicación.

2.- Esta última es la frase más espeluznante pronunciada nunca. La pronunciaron las nazis cuando se liberó Auschwitz. Lorena Bobbit después de castrar a su pareja. Truman cuando ordenó a la tripulación del Enola gay sobrevolar Hiroshima una mañana de agosto.

3.- Lo hago yo ahora tras escribir tan poco glamouroso tuit, con la esperanza de que tras presentar el pliego de descargo y las oportunas alegaciones no me atropellen mis propias palabras y la fiscalía anti sordidez desestime presentar cargos contra mí

4-. Mi chica me conoció mientras me formaba como controlador de plagas urbanas y luego su apoyo fue acicate para no cejar mientras trataba de meter la cabeza en un gremio tan poco sexi. Del paro a la inmundicia sin pasar por la casilla de salida, que diría la tarjeta del Monopoly.

5.- El caso es que me pregunto si el que la ternura sobreviva a un modo de ser recordado tan poco halagador no será un indicio de amor verdadero. El amor es lo que queda, si es que algo resta de las lucecitas de los comienzos, cuando se ha perdido el apresto de las primeras citas.

6.- Pero es que hay más. Tamaña declaración podría significar muchas cosas insospechadas. Por ejemplo, su intento de pisar al insecto podría ser un reflejo involuntario de la tensión sexual aun no resuelta. Qué pena no haber leído a Freud con mayor detenimiento y aprovechamiento.

7.- Más incluso. ¿Ese modo de acudir a su presente desde el semisótano de su subconsciente no podría significar que me considera su único héroe creíble y factible en momentos de apuro? ¿A quién quieres de verdad? Está claro, a quien pides auxilio cuando se acercan los monstruos.

8.- Qué pena no haber estado ahí para poder evitar que tan lindo y celestial pie tuviera que inmiscuirse en sórdidos asuntos terrenales. Su pie aplasta toda la fealdad de este mundo mientras camina por la única trocha que se adentra en el edén.

9.- Sí, mi vida, las cucarachas también son criaturas del Señor. Pero les daremos matarile para que tú no sufras, Y luego fingiremos estar en el bando de los buenos en la cruenta guerra contra el medio ambiente, que principalmente se libra en las ciudades.

jueves, 16 de mayo de 2019

Rescates de Twitter (65) - Retorno al Prado (22) - Un cuadro para una nación


Un cuadro para una nación


1.- Hace un frío helador en Madrid desde hace tres días. Camino de la parada del 27 he pasado por Moda Shopping, en la esquina contraria a la del Bernie en la Plaza de Cuzco, para aprovechar la calefacción del centro comercial. Azca es como la estepa siberiana cuando sopla viento


2.- Té y simpatía. Durante la travesía, al pasar junto a los innumerables locales de restauración, se me ha antojado un café en compañía. Calor al cubo: Aire acondicionado, bebida estimulante en taza humeante y charla derivativa.

3.- Miro a ver si al fin le han dado uso al local donde antes estaba la librería El Tranvía, en tiempos uno de mis territorios de caza predilectos. Aún no. Los escaparates empapelados, para que no se pueda espiar el interior, son como una herida abierta en mi memoria emocional.


4.- El local solo es apto para instalar una librería y nadie quiere tomar el revelo. Lo intentaron con una fórmula híbrida entre librería y juguetería, un espacio donde aparcar los niños mientras la gente se iba de compras, y fue un rotundo fracaso

5.- ¿Qué si el mundo va a peor? Decididamente sí si las librerías se extinguen, si Zizou hace tiempo que colgó las botas y si el presidente del gobierno solo replica a las tontunas de Guardiola y sus correligionarios cuando hay campaña electoral.

6.- Menos mal que siempre nos quedará el Prado. Desde que en París recaló Neymar y tras desbancar la Gioconda de Madrid a la del Louvre en visos de verosimilitud, aquella ciudad ya no es una opción, por más que Rick nos sirva champagne en los zapatos de Ilsa.

7.- Voy pertrechado con todo: la hoja del paro para entrar de gratis en el museo; libreta y boli para anotar lo que se me ocurra o se me escurra de las meninges y un anorak con bolsillos amplios donde poder refugiar las manos.

8.- También un libro para amenizar los trayectos en bus. Pero me he puesto enseguida a escribir con mi letra habitada solo por mayúsculas en cuando he subido al convoy. Hace poco alguien me dijo que era fea. Una de esas personas por las que te cortarías la mano con la que redactas.

9.- Y eso que le mostré la caligrafía de gala, la que usaba cuando estaba en la universidad y escribía sonetos amorosos, que transcribía desde el corazón al papel en libretas de espiral de hoja cuadriculada. Nunca fui capaz de trazar renglones rectos. El síndrome de todo dios creador.

10.- En el 27 me asedian las conversaciones por móvil. Una chica asegura a quien le escucha al otro lado de la línea que B es gilipollas. Todo el pasaje ha quedado enterado. Esperemos que no haya algún conocido común entre ellos.

11.- El tipo que tengo a mi lado habla con su amante. Lo hace en susurros pero lo tengo demasiado cerca como para no enterarme del plan para esta noche. Como me impide concentrarme desisto de anotar algo enjundioso y entretengo el trayecto con estas minucias eróticas.

12.- Bajo en Cánovas del Castillo. No envidio a Neptuno al que no le queda más remedio que mojarse los pies con la que está cayendo. Uno los surtidores es arrastrado por el viento y la cola del cometa acuático empapa su torso olímpico.


13.- Me encantan los cartelones que han colocado en las fachadas del Ritz para disimular las obras de remodelación. Son un ejemplo de manual de lo que es un trampantojo. Una lección que viene muy a mano en el entorno del Prado.

14.- Cuando me integro en ella, la cola para la entrada en el museo alcanza hasta la Puerta de Velázquez, bajo el gigantesco cedro que flanquea la estatua del pintor. Hasta 5 árboles singulares montan guardia en el entorno de la pinacoteca


15.- Tras doblar la esquina y mientras recorro el tramo final hasta las taquillas situadas en los bajos de la Puerta de Goya, me recreo en la visión de las pantallas visuales del hotel. El efecto es casi perfecto, velazqueño.

16.- Casi esperas ver asomarse a algún cliente en algún balcón dibujado, tras salir de la ducha o aun en pijama. Achacas el que no ocurra a lo gélido de la mañana, no a que se trate de arquitecturas dibujadas. Hasta las banderas dan el pego y crees verlas tremolar en el frío viento.


17.- Lo primero que hago nada más entrar en el museo es presentar mis respetos a Fra Angélico y van der Weyden. Mientras escribo en un banco de la sala 49 oigo como una celadora amonesta a una visitante: “¡Señora, no toque!”. ¿Habrá sido el “Noli me tangere”?

18.- Me ha recordado aquella vez en que a Victoria la riñeron en el Thyssen por tratar de tocar uno de los Canalettos. Hasta le dieron una palmadita cariñosa pero reprobatoria en el dorso de la mano pecadora antes de que mojara las yemas de los dedos en el agua del Gran Canal.


19.- La pared principal de la sala, la primera en la que uno repara nada más se accede, es un prodigio expositivo. En el centro geométrico está “La Virgen de la Granada” del beato. Inmediatamente a su derecha está el “Cristo muerto sostenido por un ángel” de Antonello de Messina.

20.- A la izquierda se sitúan los dos Corregios: La virgencita con un pie descalzo y el “Noli me tangere” que alguien ha querido profanar. Y aún faltan dos pesos pesados: “La Anunciación” de Fra Angélico y “El tránsito de la Virgen” de Mantegna, ambas obras actualmente en préstamo.


21.- Me leo todas las cartelas por si cae un dato que aun desconozco. En todo caso tengo mala memoria. Rememorar me procura casi el mismo nivel de sorpresa que descubrir por primera vez. Ventajas de las memorias poco capaces.

22.- La suya dice que se trata de un paisaje de inspiración veneciana, aunque la escena recree la isla donde nació el pintor e narrativamente se sitúe en Judea. Al acercarme al óleo siento deseos de aplicarle una máscara de oxígeno al Cristo que se desmorona como un castillo de naipes


23.- Las alas irisadas del niño, sus lágrimas espesas como agua azucarada o gotas de mar, la boca del Cristo como la entrada a una gruta sombría, la sangre discurriendo por el tobogán de su anatomía. Hay tiempo para recrearse en los detalles.

24.- Se me antoja echar un vistazo somero a la verdadera Gioconda, pero un grupo organizado copa por completo el entorno inmediato. El guía parece hacer énfasis en cada una de sus palabras, como si estuviera disertando sobre una obra capital. Quizá tenga razón.

25.- Lo mismo pasa en la sala 58 cuando intento contemplar “El descendimiento” de Rogier de la Pasture. No me amargo. La aglomeración del museo obedece sin duda a que empieza a saberse al fin que este santuario es el lugar más hermoso del mundo.

26.- Me dirijo a la primera planta a ver “Las Meninas”. Me han prometido que la próxima vez que venga al Prado ya no lo haré solo. No me fío en absoluto. Se trata de una soledad muy terca. Por si acaso, quiero ensayar el tutorial para novatas de la obra.

27.- En las escaleras me cruzo con un grupo de niños alborotados. Lo menos llevo vistas en lo que va de mañana media docena de vivitas escolares. Tanta algarabía descontrolada casi me hace perderme una novedad curiosa: “Ticio” de Gregorio Martínez.


28.- Ticio fue comisionado por su madre, la diosa Hera, con el encargo de violar a Leto, la amante de su esposo Zeus y madre de los gemelos temibles, Apolo y Artemis, los arqueros más certeros de los que jamás se tuvo noticia.

29.- De nada le sirvió a Ticio su fuerza descomunal ante armas capaces de herir a distancia. Tras ser abatido por sus hermanastros fue arrojado al Tártaro, dónde lo sitúa el pintor vallisoletano, en medio de un paisaje que arde en llamas por los cuatro costados.

30.- El calzonazos de Zeus, en vez de castigar a la instigadora del delito decidió dar una lección a su hijo. Una de esas que ponen los pelos de punta: Un águila se desayunaba todas las mañanas su hígado, que, tras servir de alimento a la rapaz, volvía a regenerarse por completo.

31.- Yo creo que en las escaleras habría quedado más propio un cuadro sobre Sísifo. Espero que no haga falta explicar por qué. Además haberlo haylo en las colecciones del Prado, obra sobre el asunto, quiero decir, y nada más y nada menos que de Tiziano.

32.- Traté de ver el cuadrito de marras pero ninguna perspectiva era adecuada. O lo veía desde muy abajo, pegado a la pared, casi de canto, para poder evitar los reflejos de las luminarias, o desde muy lejos, ya tras la baranda del descansillo del primer piso.

33.- Al malestar que me causaba tamaña absurdez vino a sumarse el recuerdo de que la nueva obra detectada venía a sustituir, y en aquel mismo sitio, a otra de tema homólogo, también de mano de Tiziano, con menos llamas y más pajarraco.


34.- ¿Te imaginas? Los Tizianos por los pasillos, en el cuarto de las escobas, en el vestíbulo de los ascensores, junto a los retretes. Como para decirle al Louvre: “¿Qué tú tienes una docena? Venga, monín. Pues yo tengo el triple y ya no sé donde colgarlos”.

35.- La planta primera ha sido invadida por las esculturas de Giacometti. Al Prado le sienta de maravilla el arte contemporánea. Tiene una percha increíble con la que poder lucir con cualquier cosa con la que le vistas. No sé para qué el Reina Sofía.

36.- Figuras en las que predomina el eje vertical sobre el de las equis y las zetas. Como en los cuadros de El Greco. Todo lo que arde tiende a elevarse: Las almas en éxtasis que retrataba el toledano, CR7 cuando remata de cabeza.

37.- Tengo la intuición de que si tocase las esculturas del artista suizo, si los celadores me dejasen hacerlo, claro está, quemarían las yemas de mis dedos y dejarían en la galería principal de la planta primera un inconfundible olor a torreznos.


38.- Y eso que son de metal, bronce y amalgama de hierro parece, y que estamos en plena prórroga del invierno. Las criaturas de Giacometti parecen personajes sacados de un “Pentecostés” de El Greco. Almas aguardando la llegada del Espíritu Santo.

39.- Me encanta el diseño del folleto divulgativo de la muestra. Han usado un formato visiblemente más alargado que el que el museo suele usar para sus comunicaciones en papel. Un guiño más que evidente a las formas mientras se desvelan los fondos de las cosas.

40.- Encuentro mi hueco junto al cuadro entre el gentío de carne y hueso y el de bronce que abarrota la de la sala 12 con paciencia. Entre un japonés ensimismado y un francés que diserta encuentro mi lugar en el mundo velazqueño.

41.- Durante un rato largo cavilo. Sé que se esconde tras el ventanal del que procede la fuente de luz principal, el que hay a la espalda de Nicolasillo Pertusato, tras el mastín cuyo sueño interrumpe el enano azuzándole con un pie.

42.- En una imagen que es una instantánea, un intento de capturar lo fugaz, no hay cabida para nadie con los ojos cerrados. Dormir es convertir lo transitorio en permanente, deambular por el espacio inmune a los estragos del tiempo.

43.- Lo descubrí con emoción hace unos años: “La Lección de equitación del Príncipe Baltasar Carlos”. Un lugar contiguo en el espacio pero distante en el tiempo. Algo solo posible porque “Las Meninas” es un teseracto, un artefacto multidimensional.


44.- Lo que trato de averiguar mientras miro a Nieto Velázquez escabulléndose por el fondo del dibujo es hacia que cuadro del maestro sevillano se dirige el aposentador de la reina mientras precede a sus majestades.


45.- Hacia un retrato de los reyes y su propio séquito. Esa sería la respuesta más lógica. ¿Y hacia donde conduce el lienzo que pinta Velázquez y nos oculta la perspectiva? Yo creo que hacia la “Venus del espejo”, hacia su único hogar, en Roma.

46.- ¿Un retrato perdido o que no llegó a pintar nunca, demasiado lejos en el futuro? Tal vez un día lo averigüe si persevero en buscar acertijos donde parece que no los hay. O tal vez no. Ars longa, vita brevis.

47.- Deambulo por el museo al buen tuntún, demorando enfrentarme a lo que en realidad me ha traído aquí esta mañana. Mejor posponer los placeres para prolongar su disfrute. En la sala 62A descubro una pequeña joyita que hasta ahora me había pasado desapercibida.

48.- “Los pequeños naturalistas” de José Jiménez Aranda. Ni siquiera me suena el autor y eso me hace sentir un ignorante. Algo que ha llamado la atención de los niños los convoca a un rincón de lo que parece un huerto privado.


49.- Parece algo demasiado pequeño para ser un pájaro y demasiado grande para ser un insecto. Desoyendo este argumento creo intuir un escarabajo que patalea desesperanzado panza arriba. ¿Quizá una ranita difunta? Los niños examinan su agonía con espíritu científico.

50.- Es todo un estudio de posturas: El niño tumbado, mero espectador; El que está sentado como un Buda y parece ejercer de líder; La niña en cuclillas, que quizá asesora; El que está de pie y se inclina buscando un resquicio en un círculo que parece reacio a admitir intrusos.

51.- Es un cuadro que sugiere mucha narrativa, al que se le puede poner todo el texto que se quiera, lleno de detalles que no se agotan con una mirada. Un cuadro al que doblegar en muchos asaltos, prolongados y con ojos alertas. La soledad del corredor de fondo en las salas del Prado.

52.- Como propina encuentro en la misma sala un retrato de María Guerrero siendo niña repleto de auténtica ternura y premonición impostada. Estoy en territorio desconocido. Ni siquiera hago pie en el diecinueve español, que Dios castigue mi indolencia


53.- En la sala 51A me entretengo buscando reminiscencia en un cuadro del Maestro de don Álvaro de Luna, una “Virgen de la leche”. Y en el primer vistazo encuentro dos muy evidentes, ambas de la escuela flamenca. Tampoco es una sorpresa.


54.- La propia cartela me confirma una de ellas: La Virgen parece claramente inspirada en el modelo consagrado por van der Weyden en su “Madonna Durán”. La misma Señora pero que en este caso se saca un pecho para amamantar a su hijo en vez de aproximarle a la lectura.


55.- En cuanto al diseño de producción, el atrezzo parece sacado del mismo almacén que abastecía a Robert Campin. La misma redoma sobre la repisa de una chimenea parecida que en su “Santa Bárbara”. Idéntico ventanal y perspectiva que en su “San Juan Bautista”.



56.- La explicación es casi prosaica y también está en la cartela: Se sabe que el pintor de identidad desconocida trabajó para la familia Mendoza, propietaria de una riquísima colección de primitivos flamencos, que incluía alguna de las obras mencionadas.

57.- Camino de la sala 61A, en la estancia donde están las estatuas de las nueve musas de la colección de Cristina de Suecia, me cruzo con una chica mulata que viste un top amarillo. Me recuerda lo que he dejado fuera de los muros del museo.

58.- Es una forma de hablar. En la calle la temperatura invita a no mostrar mayor superficie de piel que la mínima imprescindible. Pero ella también la tiene morena y le gusta lucir la mancha que orla su ombligo como un tattoo dibujado con tinta de melanina por la aguja genética.

59.- Me pregunto a qué musa se parece más. Tal vez a Urania, porque a veces dirías que está loca, porque se viste con el azul del cielo como si el firmamento fuese uno de sus atributos y cuando camina de su pelo se derraman estrellas cobrizas como esquirlas de fuego.


60.- “Una pintura para una nación” es el título de la exposición hacia la que me dirijo, organizada alrededor de uno de los iconos del Prado: “El fusilamiento de Torrijos en las playas de Málaga”, obra cumbre del género historicista decimonónico.


61.- Gisbert, su autor, fue director del Prado en un momento clave: la firma del decreto para la nacionalización de las colecciones reales. Inevitable acordarse de Príncipe Pío y el 2 de mayo, aunque aquí los verdugos no son protagonistas.

62.- La muestra incluye la obra más conocida del pintor: “Los comuneros en el patíbulo”, que habitualmente expone su propietario, el Congreso de los Diputados. Imagen de la primera guerra civil ocurrida en la que ya se podía considerar como España.


63.- Padilla desatiende lo que dicen. Un fraile señala el cielo, el premio si se arrepiente. El otro al infierno, su destino en caso contrario. Ni sobornos ni amenazas, el tipo era uno de esos castellanos que un siglo antes culminaron la Reconquista y uno después conquistaron el mundo

64.- El gesto del caudillo rebelde es como el de quien oye llover y no le presta oídos al goteo de caudal celestial por tener más sed de otras cosas. La falta de libertad deja la garganta reseca. Le falta saliva para hablar. Dentro de poco dejará también su sangre sobre su el tajo.

65.- Lo más conmovedor de la exposición es la carta original que el general redactara para su inminente viuda, escrita en la madrugada previa a la ejecución. Trato de leer la transcripción de la cartela correspondiente, pero una guía me lo impide.


66.- La está leyendo en voz alta, declamándola con fervor, pausas dramáticas incluidas, para un grupo de señoras bien de mediana edad, que se conoce que carecen de la autonomía y voluntad suficientes como para enfrentarse a un texto que no esté en las páginas del “Hola!”.

67.- El militar fecha la carta el 11 de diciembre de 1831, que advierte que es el “último de mi existencia”, y cita a su mujer en el más allá, en la mansión de los justos, donde se verán sin duda, y en mejores términos, porque esta vida es “mísera y pasajera”.


68.- El documento recuerda a la carta que el capitán Scott escribiese también a su viuda en plena tormenta antártica, al abrigo de su tienda, instalada sobre el suelo helado a tan solo un tiro de piedra del polo sur geográfico

69.- Escribía mientras sus tres compañeros agonizaban junto a él y un cuarto vagaba perdido fuera, entre la ventisca, por voluntad propia, por tratar de conceder una última oportunidad de supervivencia al grupo.


70.- “Amadísima Luisa mía: Voy a morir, pero voy a morir como mueren los valientes”. Así arranca la carta de Torrijos. ¡Vaya exceso! Hay que recordar que el suceso ocurre en pleno Romanticismo. Quizá Torrijos aspirase a ser el Lord Byron español.

71.- Málaga decididamente no es Grecia, pero tiene un aire. Convalidan cuant a exotismo. Son países ambos antiguos, cargados de literatura, donde la aridez de la tierra contrasta con la bondad del mar. Suelos regados con agua salada de mar y de lágrimas.

72.- En algunas de sus líneas la carta de Scott adquiere la gelidez de la prosa de un ingeniero, dando prioridad a datos y cifras sobre adjetivos y verbos: "Querida, no es fácil escribir por el frío, 70 grados bajo cero y nada más que nuestra tienda de campaña para cobijarnos".

73.- Pero toda ella rezuma la tensión que trata de reprimir su corazón para poder ofrecer al mundo una imagen de entereza. Las pocas líneas que le permiten escribir sus ateridos dedos se las dirige a su viuda, con ese macabro encabezado.

74.- Gestos grandilocuentes, si se quiere, pero sinceros. Tanto Torrijos como Scott estaban convencidos de que iban a morir pronto, y los hechos luego no los desmintieron. Quizá pensar que la propia muerte porta algún significado sea un consuelo cuando escuchas sus pasos al acercarse.

75.- Le conmina a que anime a su hijo Peter, que en ese momento cuanta con tres años, a que estudie historia natural. “Es más útil que los juegos infantiles”, le asevera. El chiquillo acabará siendo uno de los naturalistas británicos más importantes del siglo, cofundador de la WWF.

76.- ¿Se podría considerar la democracia española como un huérfano del general Torrijos? Su muerte en vez de ocurrir bajo una lona tuvo lugar a cielo abierto, en una playa con horizontes distantes, pero gozó de la misma intimidad con sus compañeros cuando llegó el desenlace.

77.- “La rendición de Breda” de Velázquez es al siglo XVII lo que “La montaña de Príncipe Pío el dos de mayo” de Goya es al XVIII y el “Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros” al XIX. Un rastro de sangre de reses sacrificadas que recorre la historia de España.

78.- Las intenciones no coinciden. Mientras Velázquez hace un sincero intento de encontrar un espacio de concordia en mitad de la batalla, en Goya solo hay denuncia de la barbarie que supone la guerra, sin protagonistas ni lecturas políticas. El pelotón de franceses es un ente anónimo

79.- Gisbert prefiere estilizar el momento dramático, hablar de conceptos abstractos: honor, sacrificio, lealtad. Los condenados se diría que posan ante un público que ha de juzgar su arte teatral, son la línea de actores que saludan en el escenario al final de la función.

80.- Tres siglos de lecciones que en todo caso caen en saco roto, como atestigua el “Gernika” de Picasso en el siglo siguiente. Obra que continuó esta particular galería de los horrores, en una secuencia que esperemos se interrumpa en el XXI. La ingenuidad al poder.

81.-En la sala 16A se exhibe una micro exposición, con una sola obra, un ejemplo de ese periodo artístico, casi clandestino en los museos, y que según John Elliot está por redescubrir y reivindicar: El arte colonial español. Y si nosotros no lo hacemos…


82.- Se trata de un anónimo cuzqueño, fechado en 1718, con un cierto toque naïf. Demuestra que la américa Española fue un mundo mestizo desde el minuto uno. Y por la vía de sacralizar la unión entre hombres y mujeres.

83.- Nada de importar féminas desde la metrópoli, o de violar indígenas si apretaban demasiado las ganas, como hacían otras civilizaciones que luego han dado larguísimos sermones de ética desde el púlpito de los libros de historia.

84.- En la obra hay tres bodas, y unos cuantos funerales en lontananza, puesto que, tal como explica el folleto divulgativo, algunos de los caciques representados se sublevarían contra el imperio tras apagarse los ecos de los esponsales.

85.- Desde España llegaron instrucciones al nuevo mundo de que a las indias ni se las tomaba a las bravas ni se las amancebaba. Para que hubiera coyunda había que hacer paso previo por la vicaría para que la santificase el cura.

86.- Igualico que ingleses, holandeses y franceses, que fueron incapaces de crear países mestizos. En el caso español, a la falta de rechazo hacia las mujeres de otras razas se sumó el genuino interés de la corona por respetar y proteger a sus nuevos súbditos.

87.- Tras leerme el quien es quien en el bodorrio, se me hace tarde para visitar el retrete de Fernando VII, que ciertamente estaba en el orden del día. Quizá otro día que no venga tan apretado de tiempo. Perdón por el juego de palabras de mal gusto.

88.- Al salir por la puerta alta de Goya me recibe un aire más templado del que vestía a primera hora la mañana, más propicio para ombligos intrépidos. Lo pienso tal cual y me entran enseguida ganas de hacer una llamada de teléfono o poner un WhatsApp.





lunes, 13 de mayo de 2019

Rescate de Twitter (64) - Lista de propuestas


Minihilo del 3 de mayo de 2019

1.- Los cinéfilos conocerán la escena. Es una especie de variante de la canción "Singin in the rain" pero para días soleados. Gene Kelly es "Un americano en París", y esa mañana está especialmente feliz. Le rodean los chicos del barrio que quieren que les enseñe inglés a toda costa.

2.- Esa ingenuidad tan adorable de los americanos, que se trasluce en sus películas, de pensar que todos queremos ser sus compatriotas. Los niños le ven feliz y coligen que es porque es americano. "Enséñanos inglés, que sabemos que ese idioma lo inventasteis a ese lado del charco".

3.- Entonces, Gene Kelly les explica cantando por qué está tan contento: Tiene el ritmo, tiene música, tiene chica, ¿se puede pedir más? Momento mágico en la historia del cine. Acabo de protagonizar esta escena mientras venía a la biblio de 4 Caminos.



Tuit poema (11 de mayo de 2019)

1.- Soy feliz. Es una sensación novedosa para mí. Necesito analizarla, sopesarla y calibrarla para intentar hablar luego de ella desde el conocimiento. Propuesta núm. 1: El Amor es un rumor de alas de ángel que crece y se aproxima celéricamente al umbral sonoro.

2.- ¡Dios, tengo quien me quiera! ¡Voy a empezar a ser solvente en nueve días! Que alguien me desvele dónde está el truco, que soy incapaz de detectarlo. Propuesta núm. 2: La Felicidad es magia de cerca para ojos no adiestrados en el secreto. Estoy expectante por asistir al prestigio.

3.- Ella se ha ido a trabajar. ¡Bendita sea! Pero ha dejado un desorden de pasos en la cama que podría leer cualquier sin necesidad de ser explorador indio. Prop. núm. 3: Belleza es la capacidad de convertir en festivo cualquier fecha que el calendario insiste en datar como laborable.

4.- Se despereza la mañana. Es un día de primavera. Pronóstico para hoy: Cielos despejados y temperatura en aumento. Propuesta núm. 4: La Plenitud es el lugar geométrico de los puntos que equidistan del cumulonimbo donde fuimos capaces de ser aguacero tormentoso.

5.- No se disipa la imagen de tus cejas borrascosas mientras reúno el ímpetu suficiente para incorporarme del lecho. Propuesta núm. 5: La Verdad es un boceto de tu rostro al carboncillo en el cuaderno de dibujo de mi memoria. Toda la jornada para usar el difumino.

lunes, 29 de abril de 2019

El Futbol y sus aledaños (209) - Como ranitas en la nata


Como ranitas en la nata

No hace mucho me han prestado un libro. Había oído mencionar al autor, pero desconocía su obra. Argentino. Terapeuta. Si hubiera que forzar las cosas para ponerle etiqueta, actividad para la que nunca nos faltan las ganas, porque si hay algo que le aterrorice al cerebro humano son los vacíos de opinión, la pobreza de adjetivos, tener la sensación de que no es capaz de atrapar a algo o a alguien dentro de una categoría, tópico, estereotipo o juicio de valor, diría que es un libro de autoayuda. Y es arriesgado, porque en caso de acertar con mi proposición sería el primer título que habría leído del género.

"Déjame que te cuente" está lleno de micro relatos, cada uno de ellos con una enseñanza, una moraleja o el planteamiento de un tema para la reflexión. El caso es que uno de esos cuentos me viene al pelo para explicar lo que creo que Zidane significa para el Real Madrid. Se titula "Ranitas en la nata". En diminutivo, porque por una de esas cualidades mágicas del lenguaje, más bien ilusionismo que magia, las ranas dejan de causar aversión a quienes sienten rechazo por ellas si el diminutivo acompaña al sustantivo que alude al nombre común de la especie. Quien haya visto una ranita de san Antonio, en las albercas de Extremadura hay muchas, a buen seguro que no habrá podido evitar esbozar una sonrisa cargada de ternura. Son diminutas, de una aparente fragilidad que asusta y preocupa, livianas como sámaras o vilanos, y cuando saltan son capaces de trazar arabescos en el aire con su cuerpo. Me conviene, porque en mi particular versión del cuento las ranitas simbolizan el madridismo.

Erase que se era dos ranitas atrapadas en un tazón de nata. No sabemos cómo llegaron allí, el relato no lo explica. Si se extendiese en los antecedentes y multiplicase y recargase las explicaciones se correría el peligro de que el relato de micro pasase a convertirse en macro. El caso es que la nata, esto lo pongo yo de mi cosecha, es un líquido demasiado espeso y, por ello, las ranitas en vez de flotar y nadar se hundían hacia el fondo del recipiente, como si se tratase de arenas movedizas. Y no había nadie que desde fuera del tazón les pudiera arrojar una liana, como en las películas de Tarzån, o les pudiera facilitar una vía de escape con, qué sé yo, un cubierto, un colador para los posos del té o cualquier otro elemento del menaje de la cocina con las dimensiones adecuadas, a la misma escala que los animalitos atrapados. ¡Ay, si hubiera sido agua. Ni siquiera habría sudo necesario un rescate o que las ranitas hubieran sabido nadar a crowl para poder salir airosas del trance, ya que son seres anfibios capaces de respirar mientras bucean. Las dos ranitas pataleaban en el espeso caldo buscando en balde un asidero en el abismo blanco, como el coyote cuando persigue al correcaminos más allá del borde del precipicio, una rugosidad en el fluido, lácteo sobre el que poder ejercer palanca e impulsarse más allá de la superficie de la mini piscina. "Es inútil", dijo de repente una de ellas, "no quiero pasar mis últimos instantes de vida angustiado y sufriendo, luchando en balde contra un destino inexorable, prolongando una agonía con final conocido. No hacen falta spoilers". Bueno, a lo mejor fue menos pomposa en su parlamento, pero a estas alturas ya sabemos todos que soy ciertamente rococó y si he dr adaptar un relato va a ser para dejarle mi impronta, para complicarlo, recargarlo y espesarlo, lo cual no va a venir del todo mal, como veremos enseguida. El caso es que la ranita que se dio por vencida en cuanto dejó de patalear se hundió hacía el fondo del recipiente. Entonces su compañera dijo: "Siempre hay hueco para la esperanza por pequeña que sea mochila que portemos a la espalda y por muy abarrotada de problemas previos que ya la tengamos". ¿A quién se lo decía si se había quedado sola? Pues supongo que a nosotros, pues tras quedarse sin compañera para el dúo de natación sincronizada, allí no había nadie más. Así que pataleo y pataleo, y cuando creyó que ya no quedaban más fuerzas, siguió porfiando y porfiando, moviendo las patitas frenética, hasta lograr convertir la nata en mantequilla, tras lo cual pudo alcanzar el borde del tazón patinando con sus piececitos de dedos palmeados. Si a alguien se le ocurre un cuento con una moraleja más mourinhista y espartana, que me lo diga. Hasta el final, vamos Real, que el fútbol es mantequilla batida con el sudor de la frente y no margarina barata.

Y creo que la enseñanza de esta parábola va más allá de vaticinar la existencia siempre de algún resquicio, alguna grieta en la pared de lo inexorable si se persevera. Lo que puede haber tras la espera es en cambio de paradigma, una evolución en las leyes que rigen las circunstancias. Algún día la segunda ley de la Termodinámica dejará de ser una sentencia de muerte para el universo. Lo inexorable dejará de serlo sin previo aviso. Por lo que parecerá al principio un guiño del destino, un inmiscuirse los dioses en los asuntos de los aqueos y troyanos, pero que luego, analizando de cerca, con lupa, se evidenciará como elemental. ¿Cómo es que no nos había ocurrido todavía? La nata volviéndose mantequilla, y ya nada volverá a ser lo mismo, a significar lo de antes. Del postre con fresas habrá que retrotraerse al desayuno con tostadas. El mundo de reseteará y hasta existirá la posibilidad de repetir el día en Punxsutawney desde el canturreo del gallo en adelante. Si las ranitas del cuento somos los madridistas, tanto los que siguen pataleando en las gradas, como los que lo hacen en las redes sociales o empijamados ante el televisor, creer en Zidane es lo que hace factible salir patinando de esta encerrona hasta otro trébol de Champions. Ya lo hizo antes, ya convirtió la nata en mantequilla, ya consiguió una vez alterar la mecánica de fluidos, hacer malabares con los números hidráulicos, hacernos cabalgar sobre la cresta del torbellino, que practicáramos un fútbol leonardesco, sorteando los resaltos, evitando las pérdidas de carga en el fluir de la plantilla, los golpes de ariete de la prensa cada vez que se abre con prisa un periódico deportivo corriendo el riesgo de reventar las cañerías, sin que amainase el caudal de los logros.

Haber fichado a Zidane, que más que el hijo pródigo es como el padre que se fue al estanco a comprar tabaco y vuelve a casa nueve meses después como si nada hubiera pasado, y aunque no reconozca al nuevo retoño, la última temporada, no obstante le dará su protección. Su vuelta permite voltear la tostada para untarla con mantequilla por el lado de la rebabada que sabemos que no se estrellará contra el césped tras la caída, contraviniendo la ley de Murphy y todos los corolarios de los que nos infirma puntualmente la prensa a diario. Apenas ha llegado y ya se ha producido un vuelco en la situación. Lo que parecía inamovible ahora gira como loco alrededor de su eje, sin momento de inercia, como un patinador cuando recoge los brazos. Isco vuelve a meter goles. Marcelo y Bale vuelven al once titular sin que parezca descabellado. Brahim se convierte en alternativa creíble. Los pitos de desesperación del Bernie se convierten en aplausos esperanzados de un futuro a muy largo plazo -hablar de la temporada que viene es como hablar de la generación de Spock, Kirk y Obi Wan-. Alba Carrillo anochece como tema de cotilleo. Hasta Navas vuelve de entre los muertos después de que hayan arreglado el fax, para llevarnos en volandas hacia nuevas victorias cómodamente ubicados sobre las palmas de sus manoplas. Seguro que M'Bappé está ahora más cerca de los predios de Concha Espina.

Somos como ranitas chapoteando en la nata, pugnando por variar la textura del presente para que en vez de bucear en un fracaso albo sean posible caminar sobre el mar blanco y podamos hacer progresos hacia la orilla de la gloria. Vale que es el color correcto y que el amarillo dorado en que podemos trocarlo se parece al de la segunda equitación del Barça, pero, a fin de cuentas, ¿qué se puede improvisar que lleve nata, aparte de unos fetuccinis o una salsa carbonara? La mantequilla marca la senda de la cocina francesa. Adiós de nuevo al aceite de oliva que proponía Benítez, primero, y más tardea Lopetegui. Ya llevamos cuatro en los últimos tiempos y se presenta la oportunidad de lograr la quinta estrella Michelín. Bon apetite, señores. Pero dejen sitio para el postre, que las 13 primeras solo han sido los entremeses.

Postscriptum: Esta chorrada se me quedó traspapelada hace unos días en el proceso de acceder al blog. En realidad se me perdió con un pendrive que extravié en la biblioteca y he tenido que volver a redactarlo. Quiero pensar que en el primer intento había mayor calidad literaria y bastante más coherencia. Seamos benévolos y pensémoslo todos. El caso es que han pasado, ¿cuánto?, ¿un par de semanas quizá?, y la nata aún no se ha espesado ni una pizca. Nos acaba de noquear el Rayo y solo el hecho de que lo haya hecho en una tarde-noche en que todo el país estaba con la cabeza en otra cosa nos libra del escarnio público. ¿Se ha disipado el efecto Zidane tan pronto, apenas con el primer trago? ¿Nos ha servido Floper una cocacola sin gas porque la botella que ya estaba abierta? Lo tengo dicho, las bebidas con burbujas no hay que comprarlas en botellas de dos litros. Da igual, a estas alturas creer es lo único que nos queda. Por si acaso yo voy a seguir pataleando. Aunque solo sea porque se nos echa encima el momento de la operación bikini.



miércoles, 3 de abril de 2019

Rescates de Twitter (63) - Almazán

Almazán


1.- Una vez estuve en Almazán. De aquel viaje recuerdo los bosques de hayas que luego conocí en la Sierra de la Cebollera y, en mi deambular por la villa soriana, un ganso que me persiguió hasta la orilla del río y la estatua de una monja.


2.- Me hacía retroceder furioso, lanzando picotazos al aire justo en el lugar que acaba de abandonar un instante antes. El aliento de su pico justo en el ápice del mío. Lo reconozco, tenía muchas más narices que yo, a pesar de que las suyas eras solo dos agujeros.

3.- Y mientras me ganaba terreno casi tan rápido como los alemanes a los franceses durante la Blitzkrieg, sus hembras corrían tras de él hinchadas como sopranos, las plumas de la situada a su derecha, esponjadas como las del tocado de la Castafiore.

4.- “¡Ese es mi hombre!”, parecía graznar la de la izquierda mientras se pavoneaba pisando por el terreno que yo iba cediendo en mi deshonrosa y cómica huida.

5,. Curioso cortejo en el que yo era el único que avanzaba de espaldas, celérico cómo alma que persigue un diablo alado. Jamás hagáis enfadar a un ganso. Primera regla: no accedáis a su serrallo sin su permiso, aunque esté en la ruta más corta hasta la ribera.

6.- Mientras veía pasar toda mi vida ante mis ojos en el reflejo del pico bruñido de un ánade, pude recordar aquellas lecturas infantiles y maldecir a Konrad Lorenz y a todo su parentela, empezando por su ahijada la gansa Martina.

7.- Cuando pude al fin calmarme tras burlar al demonio emplumado, agua bendita debieron parecerle mis lágrimas de miedo, no se me ocurre otra razón para que de repente desistiese de su presa, pude recorrer aquel villorrio sin prisas.

8.- Empecé por el río, que era lo que me había convocado a aquel lugar. El Duero en toda su mansedumbre. Esa quietud que parecían desdecir los moradores de sus riberas. Aguas sonámbulas y alamedas silenciosas. Las mismas que inspiraron a Machado sus poemas más introspectivos.


9.- Luego el casco urbano. Piedras que también parecían mansas y dadas a guardar secretos. Más todavía tras sufrir la furia de un aspirante a cisne fracasado.

10.- En una plaza junto a un convento había una estatua de una monja a la que acudían los pájaros como quien acude a escuchar un sermón bajo la carpa del cielo azul infinito. ¿Quién tiene como grey a gorriones y los jilgueros? Sentí curiosidad y me acerqué.

11.- ¿Cuántas estatuas conocéis de monjas? De religiosos hay muchas, porque los hábitos nunca les han impedido a ellos correrse aventuras, incluso galantes. Que se lo digan sino a Lope de Vega.

12.- En Madrid, sin ir más lejos, tienes la dedicada a Tirso de Molina en su plaza, vestido de fraile aunque todos sabemos que fue el inventor de los culebrones subidos de tono, vete tú a saber si con un toque autobiográfico.


13.- Uno escribe de lo que conoce, y si digo que una vez estuve en Almazán, incluso en Medinacelli y algunas otras ciudades igual de espectrales, es que es cierto. Yo no invento nunca. Esfuerzo inútil. La vida tiene mucha más imaginación que yo.

14.- En aquella plazuela desierta había la estatua de una monja. Algo insólito en el mundo de antes. En el de ahora quizá ya no tanto desde que Madonna saliese en un clip musical disfrazada con hábitos y con crucifijo al cuello para rimar sobre el deseo.


15.- Cuando leí le leyenda que había a sus pies prometo que no tenía ni idea de que aquella era su tierra. Porque yo ya había oído hablar de aquella religiosa:

16.- Sor María de Jesús, madre abadesa del convento de las madres concepcionistas de Ágreda (también en Soria), gloria del Barroco español y pasmo del mundo.

17.- Tras caer en desgracia el conde Duque-Duque de Olivares, don Gaspar de Guzmán y Pimentel, heredó su poder y sus títulos su sobrino don Luis de Haro y Guzmán, duque de Montoro y marqués del Carpio. Aunque no su ascendente sobre el rey.

18.- Tras dejar de escuchar a la hora de tomar decisiones al que había sido su ayo siendo niño, su mentor mientras fue joven imberbe y su valido ya como rey, su majestad Felipe IV ya apenas tuvo oídos para nadie que no fuera sor María de Jesús.

19.- Solo se vieron en persona una vez, en 1643, cuando el rey viajaba con todo su séquito hacia la frontera de Francia para sofocar la rebelión catalana y la subsiguiente invasión francesa.

20.- Hay que decir que acudía también en socorro de los propios catalanes, quiénes, como siempre, la habían liado parda y no sabían cómo salir ellos solos del atolladero.

21.- Y lo hacía con todo su séquito. Ahí estaba Velázquez, quien completo en aquel periplo, cuando acamparon en Fraga, un prodigioso retrato en plata y rojo Burdeos que ahora cuelga en Nueva York, en la Frick Collection.


22.- ¿Son imaginaciones mías o Velázquez pinta realmente al monarca con los hombros algo encorvados, como a alguien que soporta en el efímero instante que capta el retrato un peso al que no está acostumbrado y busca desesperadamente con quién compartirlo?

23.- Solo se vieron una vez, digo, pero a partir de entonces no dejaron de hablarse. Durante años, décadas, en una comunicación epistolar intensa e ininterrumpida que se asemeja a las que ahora nos permite establecer internet con personas distantes geográfica y/o circunstancialmente

24.- Hay que aclarar que Sor María de Jesús ya era famosa antes de acceder a ser visitada por el rey en su convento de clausura -¿Charlarían a través de una reja aquella única vez?-. Lo que vino después es por lo que la recuerda la historia, digamos, convencional.

25.- Porque ella ya se había hecho hueco en el imaginario colectivo, nunca mejor dicho. Por eso precisamente quiso conocerla Felipe IV, tal como hoy día hay quien anhela conocer a Adam Levine, Kip Thorne o Vargas Llosa.

26.- Digámoslo sin más rodeos, sin el consuelo de la anestesia: Sor María de Jesús tenía el don de la bilocación. Certificado por la santa Madre Iglesia. De haberlo sabido, Stan Lee Lee la habría reclutado para los Fantastic Four o The Avangers.

27.- Aunque quizá ella habría estado más en su salsa con los X-Men. Porque sin duda era una mutante más del barroco español. En aquellos tiempos si lo eras, y además eras mujer, o te colgabas los hábitos, como hizo Santa Teresa, o te dejabas quemar en la hoguera.

28.- El caso es que había pruebas incontrovertibles de que sor María de Jesús había predicado a los indios de Nuevo Méjico sin haber pisado jamás el continente americano. Al menos en carne mortal. Que en sustancia espiritual parece ser que sí.

29.- Las pruebas fueron examinadas con lupa y ratificadas por el Santo Oficio, que con según en que asuntos no tenía ni pizca de sentido del humor ni hacia manga ancha. Fanáticos eran, pero también amantes de la verdad. De la suya al menos.

30.- Javier Sierra arma una novela mediocre, “La dama azul”, a partir de esta curiosa anécdota. Parece increíble, pero gente dispuesta a no creer en nada acabó convencida de la autenticidad del fenómeno.

31.- Sor María de Jesús no era conciliadora. Le reprochaba al rey su indolencia, su falta de temple para tomar las riendas del estado. Algo que la propia propaganda aseguraba que ocurría sin asomo de duda.

32.- Le reprochaba también su incontinencia, su apetito desmedido por la carne femenina, haber trocado la gula y la gota de su bisabuelo Carlos V, el eterno viudo fiel, o casi, por la líbido desmedida y las enfermedades venéreas.

33.- A ver, era monja, tampoco pidamos peras al olmo desde nuestro hoy saturado de sexo. Pero es que, además, a Felipe IV se le conocen unos setenta y tantos bastardos reconocidos. Con nombres y apellidos.

34.- Vi en algún lugar la lista completa y era apabullante. Aquello era mucho follar sin caer en la monotonía. Abundaban en ella los eclesiásticos de alto rango, los títulos nobiliarios y los funcionarios del estado. Dejó a todos colocados.

35.- También las monjas abadesas y las damas de alcurnia casadas con nobles de la cohorte clientelar. Y hablamos solo de los reconocidos. Da vértigo pensar en la lista sumando los hijos inconvenientes o de los que no se tuvo noticia.

36.- Don Juan José de Austria, el hijo de la Calderona (el gran amor del Capitán Alatriste, por si alguien ha visto la peli o ha leído las novelas) y el hombre que pudo reinar, como el personaje de Kipling, fue solo uno de tantos. El más notorio.

37.- En el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, la estancia en la que se recibía a los dignatarios extranjeros para apabullarlos, un retrato ecuestre de Felipe IV con la montura en corbeta, recibía a los visitantes.


38.- El jinete domina el caballo, como quien domina un país, sosteniendo las riendas con una sola mano, en una muestra de liderazgo absoluto, sin siquiera alterar la expresión de la cara. Es una metáfora del buen gobierno.

39.- Pero la monja no estaba para dejarse engañar por los spots publicitarios. Le aseguraba a su interlocutor epistolar que la principal razón de la mala situación del reino era el haber delegado las decisiones en terceros.

40.- Aquel mismo año de 1643 cayó en desgracia el todopoderoso Olivares. Pero ya era tarde para recomponer España. También para que el rey pudiese curarse de su propensión a la indolencia y la melancolía.

41.- Luis de Haro, sobrino del defenestrado, asumió parte del gobierno, pero ahora bajo la estricta supervisión del monarca. La felicidad del ocio perpetuo dio paso a la amargura de tener que decidir y asumir los errores.

42.- En los últimos años de su reinado, Felipe IV era reacio de ser retratado por Velázquez. Hay una laguna de toda una década en la serie histórica en aquellas fechas. Por las cartas a sor María de Jesús sabemos el porqué.

43.- Don Diego lo llevaba mal. Se sentía impedido a ejercer la que consideraba su principal función en palacio, casi su razón de ser en la vida. Fernando Marías asegura que Las Meninas es un grito a su patrón para cambiar la situación



44.- En un retrato grupal del séquito de la infanta, cada integrante cumpliendo con la función que le ha sido asignada, Velázquez se pinta como lo que considera que es la esencia de su ser, como retratista de los monarcas.

45.- Y da igual si los reyes están presentes físicamente, y por eso reaccionan los personajes del cuadro o si el reflejo del espejo del fondo nos está delatando lo que el pintor está plasmando en el lienzo que se nos oculta.

46.- El sevillano le daba la matraca constantemente al rey con este asunto. “Dejadme retrataros para que mi fantasmal existencia en el alcázar cobre sentido”, y el susodicho le daba largas con diplomacia.

47.- A sor María Jesús se confesaba solo a medias: “Es que don diego tiene demasiada flema, me somete a sesiones de posado aterradoramente largas. Es un suplicio. Un calvario que me deja como un Ecce Homo”.

48.- Pero la verdadera razón era otra: Velázquez amaba apasionadamente la verdad, tanto como la monja. Y si esta le decía al rey lo que no quería oír, aquel le mostraba de sí mismo lo que no quería ver. Su decadencia como hombre.

49.- Poco después de “Las Meninas” Felipe IV se dejó retratar una última vez y el resultado es uno de los cuadros más asombrosos de la historia del arte. El ser avejentado y derrotado que observamos es el dueño del mundo.


50.- Señor de dos continentes. Ambos los camino a la vez sor María Jesús de Ágreda, un personaje silenciado antaño por ser mujer. Hoy día supongo por ser religiosa. Las discriminaciones no se superan. Se sustituyen por otras nuevas.

51.- Mística, erudita, literata de mucho fuste, aunque quemó casi todo lo que escribió, no se sabe muy bien la razón. Mujer de temple y carácter, capaz de gobernar un imperio desde la celda de un convento de clausura.


52.- De ejercer de ministro y principal asesor de su majestad, al menos. Con todo esto no se explica cómo no tiene aún una biografía como Dios manda, una novela fetén, una película de Amenábar. No hacía falta irse a Alejandría para ejercer de feminista.

53.- Cuando los conquistadores llegaron a Nuevo Méjico se encontraron con que aquellas tierras ya habían sido evangelizadas. Los misioneros de avanzada bautizaban a indios por cientos todos los días. Los curas precedían a los soldados.

54.- Algo increíble debió de ocurrir en aquellas tierras que visitara la dama de azul mientras también permanecía en Ágreda. Con dotes paranormales además de lo ya referido. Espero al menos que “Quinto Milenio” le dedicara alguna vez un monográfico.

55.- Siglos después esos mismos indios, sus descendientes, se declaran súbditos del rey de España y reclaman los derechos que les concediera la corona. Emociona en estos tiempos republicanos y tan anti españoles y propicios para deserciones.

jueves, 28 de marzo de 2019

El Fútbol y sus aledaños (208) - Zizou en Farsalia


Zizou en Farsalia

Lo cuenta Julio César en sus memorias de la guerra civil. Al acabar su arenga a las tropas, con el ejército de Pompeyo desplegado y aguardado en lontananza, un centurión de la Décima, veterano de Hispania y Las Galias, le repicó, casi insolente al silenciar con sus gritos el último eco de sus palabras y malograr el clímax logrado a base de retórica castrense: “César, al caer el día, ya estemos vivos o muertos te sentirás orgulloso de nosotros”. Y se cumplió el vaticinio. Cristino, que así se llamaba el lenguaraz, fue uno de los primeros en caer al formar parte de la vanguardia, del grupo escogido de legionarios que primero percutió contra las avanzadas pompeyanas y logró abrir brecha en las filas enemigas. Siempre he fantaseado con la idea de que algo parecido le hubiera contestado Ramos a Zizou desde el interior de aquel círculo de personas que dibujaba el contorno de un corazón, tras su charla motivacional en el césped de un silencioso San Siro, la víspera de la batalla.

Algo de salvador de la república tiene Zidane en su retorno a los predios de Concha Espina, aunque tampoco nos vaya a importar en exceso que en vez de democracia nos trae un imperio. “Y va a seguir, y va a seguir, la dictadura del Madrid”, cantaba un Raúl cuasi adolescente en el banquete de celebración de su primera liga. Ya lo hizo una vez Zidane, traernos un imperio, digo, y como Lucio Cornelio Sila, al que le gustaba que el apodaran Félix, Feliz, porque cifraba en la buena suerte todos sus logros, decidió abandonar la escena política en la cúspide de su poder. En la colina Capitolina de Valdebebas vuelven a verse sus ademanes elegantes. Árbitro de la moda, como César, de quien se decía que vestía la toga con mayor distinción que nadie, verle entrenar con la plantilla nos hace dudar de la racionalidad de su retirada como jugador. En sus paredes, para ayudar a sus jugadores a practicar el remate, hay más clase futbolística que en un centenar de videos de Youtube sobre Pelé, Laudrup o Maradona. Nadie ha vestido como él una bota de fútbol con toque de balón con tata elegancia como él.

Clases medias contar élites, équites contra senadores. Es difícil siempre alcanzar el equilibrio de fuerzas en una plantilla, conciliar tantas ambiciones, a menudo contrapuestas y que a veces pugnan y reman en sentidos contrarios. Lo personal contra lo colectivo, es el vicio en el que fácilmente cae todo grupo y contra el que ha de luchar primero todo gestor de plantillas si quiere lograr objetivos. Baste que llegue César, sumo pontífice, para que Marcelo e Isco se pongan a entrenar como mandan los dioses. Júpiter y su rayo certero, Apolo y su elocuente lira. Volverán a tronar y a declamar las divinidades del fútbol. Cómo César, Zizou hizo de las clases populares, de la segunda unidad, su principal argumento para alcanzar el poder, para conquistar la esquiva liga, más elusiva y difícil de apresar que el rey Yugurta.

A todo esto, las tropas habrán de estar acantonadas en sus cuarteles de invierno hasta septiembre. El ocio y la falta de objetivos en cada jornada son los principales enemigos del militar, lo que antes acaba con la cohesión de un ejército. Fue precisamente la Décima, ya te vale Crastino, la legión que se amotinó mientras aguardaba para embarcar en los muelles de Brindisi, para acudir a la cita en Farsalia, para partir rumbo a Tesalia, el reino de Aquiles y los Mirmidones. Estaban hartos de tanta contienda, de tantas campañas lejos de casa. Ya solo querían un pedazo de tierra que poder considerar como propio, en el que poder usar la espada como arado y no como arma. César los reunió en el muelle y les dijo: “Así que es eso, qué queréis licenciaros. Pues sea, en mi mano está concedéroslo. Con efecto inmediato ya no sois soldados de la Décima sino ciudadanos”. Cuando aquellos hombres, curtidos y endurecidos hasta la firmeza del diamante tras una década de luchas atroces en Las Galias (dicen que en Alesia perecieron más de un millón de almas), se dieron cuenta de su error de cálculo, que se les había ido la mano con su farol, algunos hasta lloraban a lágrima viva, como niños a los que se les retira la teta. No hay un después tras haber servido en las legiones de César. Enseñadle a Varane como labra su terruño Özil en su nueva patria. Por cierto, ¿en qué equipo lo hace? Creo recordar que se fue al Arsenal, pero al poco se lo tragó el anonimato. Más que tierras de labranza resultaron ser arenas movedizas. Su fútbol parece haberse silenciado desde que partió de Brindisi. Enseñadle a Rafael como destripa terrones por su banda Di Maria en el PSG, otro veterano de la Décima que se avino a convertirse en ciudadano. Tanto esfuerzo para acabar cada año eliminado de la Champions. Al menos aquí se partía trabajaba como un poseso con un desenlace que merecía la pena. Hacedle escuchar al central los lamentos de James para que deje de joder la marrana vía AS y Marca. Ya, de paso, invitad a la audición al agente de Bale, también admirador de la novia de Porky. ¿Qué les diría Zidane a su plantilla en la charla sobre el césped la noche de la víspera de la final? ¿Qué podían perder la tarde del día siguiente y sentirse orgulloso de ser jugadores profesionales o ganar y convertirse en legionarios madridistas? Ay, Stielike, que poco que te faltó para lograr los galones de centurión cuando te enfrentaste a las tribus britanas.

El norte de Italia, lo que entonces se conocía como La Galia Cisalpina, fue el feudo de César, el inagotable vivero donde reclutar hombres para sus legiones y donde recabar los apoyos políticos más leales. Por eso rima que el primer gran éxito de Zidane tuviera lugar en Milán. Luego, al año siguiente, no le pesaría su pasado turinés en Cardiff lo más mínimo ante la Juventus. El fútbol es la continuación de la política con otros medios y vistiendo con ropa del Decathlon, aunque a Zizou nunca le veamos que se quite el traje. Allí, en San Siro, fue su primera arenga en vísperas de la gloria, recibida por toda la plantilla con el corazón desplegado como una antena, como delataron las cámaras cenitales. Después vendrían País de Gales y la lejanía Ucrania. Ni el propio César llevó tan lejos los estandartes del senado del pueblo de Roma. Puntos sobre un mapa de campaña trufado de banderitas verdes que indicen victorias (En Real Madrid TV “Madridistas por el mundo” va por su segunda temporada). La primera vez vino, vio y venció, y no debe ser casualidad que su primera víctima en la fase de eliminatorias fuese la Roma. Apenas si tuvo que alzar la voz para que su juego se hiciera oír en toda la Cristiandad, y aun en las tierras del Sultán de Quatar. Hubo más sonrisas que palabras, tanto en el vestuario como en la sala de prensa. Éstas últimas quedaron para que las malgastaran sus enemigos, que siempre los hay para todo lo que sea madridista, y que, aunque porfiaron con denuedo en los argumentos, se quedaron paulatinamente sin discurso, a medida que las Champions caían inexorablemente tras cada equinoccio de primavera. No estaban los astros por dar la razón a los vaticinios de los más agoreros. Esta vez al venir, atendiendo a las súplicas del pueblo romano, esto es, las de Floper, fiel portavoz del sentir madridista, o eso creen él y sus infiltrados en Twitter, ha de traer una mirada menos complaciente, menos amistosa con propios y extraños, con aliados y adversarios. Lo primero que habrá de discernir es cuánto hay de sinceridad o no en la fidelidad que le proclaman sin ningún empacho algunos en estos días de advenimiento. Zidane es al Real Madrid lo que el Pentecostés al Culto Católico.

Cierto es que a quien se le amotinó la Décima fue a Marco Antonio y no a César, que quienes se han dejado ir en la voluntad del esfuerzo lo han hecho mientras estaban Julen o Solari, pero tal vez Zizou deba llevar la añagaza hasta sus últimos consecuencias y convertir en ciudadanos a unos cuantos legionarios blancos pasados de rosca. Es momento de traspasos y cesiones. Tal vez a Bale le vendría bien labrar algún campo en la Apulia o la Campania. En Britania si prefiere, pero en ese clima infernal la fruta madura más trabajosamente. Tal vez Kroos deba cruzar de nuevo el Ring, ahora en sentido contrario, una vez que en esta orilla no parecen quedar campiñas por saquear. Tal vez Varane deba darse él mismo ese homenaje que dice la prensa que le encabrona no haber recibido de la Casa Blanca por su mundial (como para esperar que Flopper haga gestos desde el ala oeste), tomarse un año sabático sin finales ni títulos. Hay que ver lo que cansa alzar copas cuando no te puedes acodar en la barra del bar, que se lo digan sino a James o a Sneijder. A Zizou le queda mucha labor ingrata por hacer, pero sabemos que la hará sin que se le despegue la sonrisa de los labios.

Para incitar a Pompeyo a luchar, algo a lo que rehusaba con tozudez al pensar que el paso del tiempo sin acontecimientos obraba a su favor, César se alejó voluntariamente tierra adentro de sus ya escasas bases de avituallamiento. Quería hacer creer a los senatoriales que su ejército estaba maduro para la derrota final, que era fruta en sazón presta para ser recolectada del árbol. A pesar de contar con menos de la mitad de efectivos que su ilustre adversario, fue capaz de sustraer cohortes de aquí y de allá de entre sus legiones para formar una reserva con la que evitar verse superado por los flancos por el enemigo. A la hora de la verdad fue el sacrificio de Cristino y sus compañeros, quien sabe si en el minuto noventa y tres de la batalla, lo que decantó la balanza en aquella jornada, lo que abrió una herida en la piel del ejército pompeyano, que pronto devino en una hemorragia de bajas. Tampoco parece que sea este el mejor momento para el madridismo. Hasta en la sección de basket a veces se diría inminente que vayamos a ser flanqueados por los rivales. El actual panorama sería preocupante si no hubiéramos visto renacer de sus cenizas una y otra vez a la grey blanca. Esto de resucitar de entre los muertos ya casi se ha convertido en un trámite burocrático que solventar con estricta periodicidad. Hasta hemos tenido más de un perito en lunas y en solventar este tipo de escenarios catastróficos. Estoy pensando en Molowny o Boskov. Bien pudiera ser que Zidane se convirtiese en el nuevo Molowny. Aunque la toga sea una prenda sin mangas tampoco me parece mal plan.

Por favor, Zidane, ten sumo cuidado en tu nueva etapa en el vaso de la licuadora de entrenadores que es el banquillo blanco, elige con sumo cuidado tus aliados. César en Farsalia perdonó la vida a los supervivientes del ejército pompeyano y, ya ves, entre quienes se le enfrentaron y vivieron para contarlo estaba el vástago de su ex amante Servilia, su hijo adoptivo Marco Junio Bruto. Más tarde diría en letales circunstancias. “¿Tú también, hijo mío?”, y no alcanzamos a entender que le extrañaba tanto si siempre se encontraba aquel mozalbete engolado y pretencioso entre quienes querían hacerle daño a su mentor. No te fíes de James si te lo traen de vuelta, ni de los que alaban tus bondades personales en los periódicos del enemigo, como si en vez de su entrenador fueras el padre Mundina y en vez de fútbol estuvieran hablando de quien les enseñó a cultivar geranios y podar setos de rododendro. Que no te impresionen las jaculatorias y los responsos de Navas cuando alude al trato que le dispensas en comparación con el que le dispensaban otros. Duro es decirlo, pero Courtois es mejor portero que Keylor, aunque sea tonto y lleve a Alba Carrillo y a alguna otra colgada de su longilínea chepa. A su regreso a Roma, César hizo del perdón su estrategia preferida en el debate político. Buscó la reconciliación como cura para las heridas de la guerra civil y un día un grupo de condonados a la pena capital le cosieron a puñaladas en las escalinatas del Senado. Caer ensangrentado a los pies de la estatua de la estatua de Pompeyo pareció una broma de mal gusto premeditada para vestir de burla el magnicidio. No te fíes ni siquiera de Papá Nöel Floper. A Rodrygo lo iba a traer de todas formas, aunque no hubieras regresado. Y Hazard debió de haber venido hace tres copas de Europa, para que se hubieran podido convertir en la media docena y haber batido el record de orejonas consecutivas, para que la sala de trofeos se nos hubiera quedado pequeña, incluso tras ser ampliada con la excusa de ponerle una techumbre al Bernie con tejas para la lluvia. Peores chaparrones ha aguantado el vetusto edificio.

Zidane, fíate de mí y no et fíes de nadie. Cuando al equipo le van regular las cosas el entrenador de convierte en un náufrago del Indianápolis, con tiburones blancos nadando bajo el agua y rozándole los pies mientras los mueve para no hundirse. Es lo que pasa por transportar en secreto un arma de destrucción masiva, pensada nada menos que para perpetuar la hegemonía del Madrid. Menuda bomba atómica es esa con la que poder arrasar Hiroshima y Nagasaki. Te deja a expensas de que cualquier submarino japonés que navegue en silencio de sónar, pueda partirte el casco de la nave por la mitad y que todo se convierta en vías de agua imposibles de atajar. Un “Torpedorrr”, como diría Chiquito de la Calzada, es lo que era James con su perpetuo descontento.

lunes, 11 de marzo de 2019

Rescates de Twitter (61 y 62) - Cejas y Molletes

Cejas

1.- Hoy, en Mega-construcciones, las cejas de mi chica. Son como un mural de Diego Rivera, como el friso del Partenón, toda la galería central del Museo del Prado, planta primera. Va a hacer falta un súper pantallón gigante para que quepan en el encuadre.

2.- ¿Y qué decir de los ojazos oscuros que enmarcan? Pues que tienen también dimensiones ciclópeas. Son arqueología de ciudades perdidas en un documental de la National Geographic. Machu-Pichi, Petra, Palmira, Corinto

3.- Iris con la tonalidad de la madrugada, rasgada con luz refleja de la luna llena de su rostro. Rasgos que son astronomía pretecnológica, contemplación sin telescopio, mientras espero a que amanezca la noche de los tiempos leyendo un libro de von Daniken.

4.- Su cuerpo megalítico, yace desnudo junto al mío en algún lugar dotado con poderosas fuerzas telúricas. Es vacacionar en Stonehenge cada vez que ponemos a prueba la resistencia del cochón viscolástico.

5.- Recordarme sin ella es remontarme a la prehistoria de mí mismo. No había en aquel entonces registros escritos de mi existencia. No hasta que peregriné hacia el pórtico de la gloria de sus cejas románicas.

6.- Talladas en granito bajo la catedral de su frente. Domo de piedra con la redondez del mundo. Entrelazar nuestros dedos como arcos de crucería. Rezar para que no cedan ante los nuevos credos nuestros dioses ancestrales.

Molletes

1.- Mi palabra preferida del mes: Mollete. Según el diccionario es un tipo de bollo de pan. Según quien me la descubrió también ese moflete tierno y carnoso que hay junto al pulgar.

2.- Es ese montículo con forma de cojín mullido que separa el dedo del resto de la mano. Al verlo dan ganas de hundir el indice en el para testar su grado de ternura.

3.- ¿Es factible, creíble, enamorarse de una mujer por el esplendor de sus molletes? Estoy tentado de decir que sí, porque siento que es lo que me ha ocurrido. Aunque supongo que ya venia enamorado de casa.

4.- Palabras de mi madre mientras tecleo estas reflexiones: "Estás sonriendo. Algo bueno te pasa". La lucidez cegadora que, de tanto en tanto, asoma tras el Alzeimer.