Las salas del Prado
1.- He tocado la sartén mientras freía un poco de chorizo para la fuente de macarrones. Nada grave. Un minucia. Pero es que no sé en que se supone que estaría yo pensando. Ah, sí
2.- El otro día me preguntaron por mi sala preferida del Prado. Ya sabéis, lo típico en una cita: ¿Qué coche conduces? (si la vas a buscar esa que te ahorras); ¿A qué te dedicas?; ¿Tienes hijos?; ¿Cuál es tu rincón preferido del Prado?
3.- Como sabía que me la jugaba, que era la pregunta clave, carraspeé para que no me traicionará la voz y darme importancia, intenté adquirir tono de barítono y dupliqué la respuesta. Primero lo políticamente correcto como colchón. Después lo estrictamente personal
4.- Jonathan Brown escribió en una tercera e ABC que las dos habitaciones ovaladas de las que existen en el mundo donde más poder se acumula son el despacho Oval de la Casa Blanca y la sala 12 del Prado, donde duermes todas las noches "Las Meninas".
5.- Con esta respuesta no te la juegas, ella siempre quedará satisfecha, aunque quizá no suficientemente motivada. El museo tiene a gala haber expuesto el cuadro en el mismo lugar que ahora ocupa desde que fue inaugurado, a pesar de las obras y demás catástrofes.
6.- Bien es cierto que Velázquez pinto la obra para otro lugar: El despacho de Felipe IV en el Alcázar de Madrid. Estaba concebido para que lo contemplara a solas. Se especula que un espejo estratégicamente colocado posibilitaba que el monarca se viera dentro de la escena pintada.
7.- Pero el alcázar ardió hace siglos, y "Las Meninas" y otros náufragos del universo velazqueño, incluido el Hermafrodito (en primer término en la imagen), estatua que adquiriera para el rey en su segundo viaje a Italia, tienen hace mucho su hogar en esta sala.
8.- Pero mi corazón ha estado siempre en la sala 58, donde reina "El descendimiento de van der Wyden", la obra que me enseñó a quedarme firme ante un cuadro, como si fuera un recluta haciendo instrucción en la mili, para poder contemplar las cosas, no solo verlas de forma fugaz.
9.- Antes entrabas y en la pared de enfrente estaba "El descendimiento" de van der Weyden. En la de la izquierda, varias obras del campin, su maestro. Y en la de la derecha, "La adoración de los magos" de Memling, su discípulo. Un siglo de arte flamenco en un plumazo. Una virguería.
10.- Esa magia se ha perdido al desterrar a Memling a la sala contigua. Es verdad que a cambio ha entrado en el corro la otra obra maestra de van der Weyden: "La Madona de rojo" o "Madona Durán". Pero algo se ha roto en mi interior, muñeca.
11.- Si la pregunta me la hiciera hoy no lo tendría tan claro. Una nueva sala emerge con poder tras barajar la colección permanente. Digan lo que digan, los cuadros del Prado se mueven más que los precios. A cámara lenta, pero de forma constante y perceptible con el correr de los años.
12.- ¿Que sala es? ¿La 56 con una letra b adicional, como los DNIs? ¿Qué es exactamente lo que alberga? Aún no lo tengo memorizado. Habría titubeado al contestar y habría quedado fatal. Adiós a la segunda cita.
13.- ¿Que tal esta respuesta que estoy ensayando? (estoy por hacer encuesta): "En esta sala han acumulado casi todo lo dulce que hay en el Prado: la otra Gioconda, Luini, Messina, Fra angelico, Correggio ("Noli me tangere"). Estarías en tu elemento".
14.- "Esa virgencita adolescente de Correggio que calza sandalias, acaso eres tú". Vale, vale, tampoco soy un suicida. Pero, de verdad, es que se le parece. Es casi tan dulce como un gif de gatitos
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