Tres horas en el Museo del Prado
1.- Mañana en el Prado. Tres horas exactas, como marcan los cánones, es decir, Eugenio d’Ors. Y me ha salido natural. Debe ser cosa de mis biorritmos, que se habrán acompasado a los del edificio Villanueva. Fresquito en la cola para las taquillas. El otoño se cuela por las rendijas.
2.- A la ida, en el 27, voy leyendo acerca de las veces que Eneas fue salvado de una muerte segura por Afrodita durante la Guerra de Troya. Hasta cuatro, dice Alexander. Hay mucho cuadro en el museo de asunto mitológico y hay que ir ambientándose.
3.- Una vez dentro la primera parada es ante “Niña con paloma” de Vouet. Me cautiva el buen humor del personaje. Sonríe por tener un ser vivo entre las manos y sus ojos achinados por la risa y su propensión a la alegría hacen que me acuerde de alguien.
4.- Con esta el Prado inaugura una nueva estrategia para la adquisición de obras: El micromecenazgo, que consiste básicamente en que si eres pobre o rácano también puedas permitirte donar sin que se te ría en la cara al gente bien.
5.- 70 mil dólares llevan recaudados en menos de una semana, leo en un periódico. Parecía una tontería y lo mismo es una idea que ni las mejores de Thomas Alba Edison o Pdr Snchz. Sí, se la hemos plagiado a otros grandes museos.
6.- Un ratito ante el “Autorretrato con guantes” de Durero. Es una de las razones que me convocan al Prado. En el lago que se divisa en el paisaje que enmarca la ventana, hay un frente de ola partido en dos que bate las aguas. Anoto el dato.
7.- La primera línea de árboles del bosque más allá de la orilla es como un eco, una reverberación de la propia onda, pero sin discontinuidades. Pero yo sé que la perturbación que agita las aguas antes ha perturbado toda la tierra.
8.- El tercer momento es en la exposición recién inaugurada “Doce fotógrafos en el Museo del Prado”, la segunda razón de mi visita. La primera sorpresa grata es el espacio expositivo: un pasillo angosto que antes era la consigna en el acceso por la puerta de Velázquez.
9.- Poco a poco se va colmando el museo de arte. Cualquier sitio es bueno por angosto o a trasmano que quede. En el caso que nos ocupa es complicado dar con él. El metro cuadrado de pared expositiva vale su superficie en oro.
10.- No sé una palabra sobre fotografía, me encuentro completamente indefenso ante lo que veo, sin otras armas que las propias cartelas explicativas. Pero mi impresión general de la muestra no puede ser mejor.
11.- Quitando a algunos autores, pocos, que parecen no haber invertido mucho tiempo en pensar sus obras, todo lo demás es solomillo. El reclamo elegido, y creo que es un acierto, es una pieza sin título de Alberto García-Alix, un superviviente de la Movida.
12.- La obra que la inspira, “El descendimiento” de van der Weyden, es una de mis favoritas. No sólo del Prado sino de todo el orbe. Bueno, a lo mejor estoy siendo redundante, ya que vienen a ser una misma cosa.
13.- No sé si García-Alix es conocedor de que los elementos que ha elegido para su montaje son notas de un Stabat Mater Dolorosa si se superpusiesen las líneas de un pentagrama sobre la imagen del cuadro. Imagino que sí.
14.- Mi foto preferida es de Bleda & Rosa, “Colina de Albuch”. Ya el título me apasiona. Es un topónimo que todo español debería conocer, como todo americano Normandía, todo francés Poitiers o todo inglés Trafalgar y Waterloo.
15.- La imagen capta muy bien lo que es el museo, donde a veces una obra maestra se nos cuela y encuadra perfectamente en nuestro campo de visión en un auténtico juego de malabares con los espacios expositivos y los obstáculos visuales que los separan.
16.- Pilar Pequeño ha compuesto un pequeño bodegón, “Copa de agua y un clavel” en el que hay reminiscencias del “Aguador de Sevilla” de Velázquez. El vaso lo ha tomado prestado del ajuar de mesa del sevillano de su casa en el Alcázar.
17.- La obra no está en el museo pero debería. Es carne de cañón para mi serie “El Prado en el exilio”. En realidad todo lo que de Velázquez no está en el Prado. No concibo otro sitio más acorde con la obra del maestro de maestros.
18.- El título de la obra de Isabel Muñoz, “San Hermenegildo”, es un spoiler, por si alguien quería jugar al juego de los parecidos. Está tomada dentro del agua, en pleno buceo y capta la levitación de los personajes de los cuadros del barroco madrileño.
19.- La importancia de la obra de Francisco Herrero el Mozo, “El triunfo de san Hermenegildo” nos lo indica el que una vez estuvo frente a frente con “Las Meninas”, en la galería central de la planta primera, un lugar de privilegio en el santuario madrileño.
20.- Para que nos entendamos, ese lugar lo ocupa actualmente “Carlos V a caballo en Mühlberg”, uno de los retratos ecuestres más famosos del mundo, precisamente la otra obra que evocan Bleda & Rosa. ¿Casualidad o premonición?
21.- El apelativo el Mozo se debe a que hay un Francisco Herrera el Viejo, su padre, que también fue su primer maestro, y el de Velázquez. Un tipo iracundo propenso al maltrato físico de sus semejantes. Aquel calvario común unió a ambos pintores de por vida.
22.- Aprovecho para recabar datos de mi nueva sala preferida. Es la 56 B y, a pesar de que le han birlado el Mantegna y un Fra Angélico, para sendas exposiciones temporales, sigue impactando y brillando a todo poder.
23.- En el eje de simetría de la estancia está la última gran obra maestra en incorporarse al Prado, “La Virgen de la Granada”, también del fraile angelical, comprada a la Casa de Alba, la joya del Palacio de Liria hasta hace muy pocos meses.
24.- Buen momento para jugar al síndrome de Anibal Lecter. Elementos iconográficos que preconizan el calvario en el cuadro: El rojo en los vestidos de madre e hijo; el fruto que la primera ofrece al segundo; ¿el lazo en forma de cruz?
25.- Aquí una digresión (lo siento @EmmaFogg7): La Granada simboliza la muerte y resurrección de Cristo. Evoca lo funerario desde tiempos de griegos y romanos. Símbolo que se incorporó a la iconografía cristiana en la Florencia renacentista.
26.- La raíz del símbolo se encuentra en la historia de Hades y Perséfone. El dios del inframundo, un tipo solitario, porque a la fuerza ahorcan, se encaprichó de su sobrina, la hija de sus hermanos Zeus y Deméter. ¿No queríamos incesto? Pues dos tazas.
27.- Un día que la muchacha recogía flores en un prado se le acercó de improviso, la agarró y arrambló con ella hasta los infiernos. Allá la convirtió en la reina del inframundo para que calentara su cama, le diera descendencia y hasta palique en las horas muertas
28.- Deméter, la atribulada madre, además de diosa de la tierra, dejó de dar cosecha por el disgusto y la hambruna sobrevino sobre los hombres. Intentando paliar el desastre, Zeus envió a Hermes, su chico de los recados, a negociar un rescate.
29.- La condición que puso Hades para liberar a la moza es que no probase bocado en todo el trayecto de vuelta a la superficie. Pero le oculto entre los pliegues de la túnica una granada. No pudo resistirse a un tentempié y se comió cuatro granos.
30.- Por el desliz Perséfone se vio obligada a vivir cuatro meses al año con su marido. El mismo número de meses en los que la tierra se apaga y no da fruto. Los meses de invierno en que Démeter llora y se vuelve infértil.
31.- El ciclo de las estaciones, de la muerte de los campos en otoño y de su resurrección en primavera se explicaba para los clásicos con esta historia de idilios, tretas de enamorados y suegros ariscos de los que quieren ver a su yerno ni en pintura.
32.- Como me veo con tiempo me dirijo a ver una exposición que lleva meses en marcha, pero a la que nunca hago caso: “Pinturas religiosas” de Antonio María Esquivel. Esta junto a la tienda de libros, un lugar de paso obligado para mí.
33.- Viendo “La caída de Luzbel” caigo, yo también, en la cuenta de algo que siempre había pasado por alto: ¿Por qué la figura del diablo es masculina? ¿No habíamos quedado en que es esta sociedad ha sido machista desde sus albores?
34.- ¿Por qué no una diabla, una Belcebuza, una demonia? Si era el ángel más hermoso de todos con más razón todavía. Yo he conocido unas cuantas que aportarían el prototipo sin excesivos problemas y podrían posar para Esquivel.
35.- En la obra que nos ocupa, el arcángel san Miguel, el general de los ejércitos celestiales, adquiere rasgos andróginos pero con una clara tendencia hacia lo femenino. Sin la panoplia militar (arma, escudo, armadura) es más fácil verlo.
36.- Su rostro ofrece dudas razonables, pero sus caderas anchas yo creo que las resuelven. Sin embargo Luzbel, que también es un ángel, y debería ser por tanto andrógino, es inequívocamente masculino.
37.- La lucha entre el bien y el mal tiene perfectamente delimitada la cuestión de los sexos para Antonio María Esquivel. Puedo razonar con tranquilidad, y hasta desbarrar, porque nadie más hay en la sala. Y eso que es un día con mucho tráfico humano en el museo.
38.- ”La Virgen, el niño Jesús, el Espíritu Santo con ángeles en el fondo” ofrece una nueva oportunidad para jugar al síndrome de Aníbal Lécter. Es fácil: el vestido rojo de la madre y la crucecita de madera que blande con orgullo el niño.
39.- La cartela del tercer cuadro de la mini exposición propone un juego a los visitantes. “El Salvador” es el cuadro que pinta Esquivel, en la ficción claro, en su obra más famosa: “Lectura de poema en el estudio del artista”, que está en una sala próxima.
40.- No sé yo. He debido entenderlo mal. Esta obra es un auténtico Who is Who del mundo del arte y la literatura en tiempos de Esquivel. No falta nadie, pero al Salvador no lo veo por ninguna parte. Juego a dónde está Wally hasta que me canso.
41.- Cuando enfilo la puerta de salida me acuerdo a tiempo de la principal razón que me trajo al Prado: un itinerario organizado por el museo por algunas de sus principales obras. Cuando acaba la exposición he cubierto el cupo fijado por d’Ors.
42.- En el viaje de vuelta en el 27 leo acerca del momento de la súplica de Andrómaca a Héctor con el hijo de ambos en brazos: deja la guerra a otros. Momento supremo de la “Iliada” y de la película “Troya”, la de Wolfgang Petersen, Brad Pitt y Eric Bana.
43.- Para los que han tenido la santa paciencia de leer el hilo hasta el final, un dato con el que poder lucirse con los amigos o la novia si un día caéis por el museo. Nunca es tarde si no ha ocurrido nunca. Volvamos al “Retrato con guantes” de Durero.
44.- Lo que se ve en el paisaje de la ventana es un lago de los Alpes. Dentro de él hay una ola. ¿Se produce oleaje en los lagos? No. Ese es el tema. Se cree que Durero refleja en ese detalle los efectos de un temblor de tierra del que fue testigo.
45.- Debió de ver el fenómeno cuando visitó Italia y quiso reflejarlo en su obra. Era una especie de Plinio El Viejo, un cronista de viajes con vocación científica y sociocultural, pero en versión gráfica en vez de literaria.
46.- Un aporte final, que siempre me callo porque aquí sois casi todos ricos y famosos, gente de nivel. Al Prado se puede acceder gratis acreditando que estás en el paro. Los muy canallas se lo callan pero sí. A cualquier exposición de titularidad estatal.
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