viernes, 7 de septiembre de 2018

Rescates de twitter (31) - La ternura de Anibal Lecter

La ternura de Anibal Lecter

1.- Dedicatoria: Pongo a Sade en el discman. A veces creo que en “Love is stronger than pride” está codificado absolutamente todo. “Things comes and goes”. Estas son palabras para cuando no estés. Las escribo ahora que aun no has acabado de llegar a mi vida.

2.- Prólogo a modo de explicación, casi de disculpa: El hilo se llama “La ternura de Anibal Lecter”, pero el eminente psiquiatra apenas si hará un fugaz cameo cuando ya esté bastante avanzado el metraje. Paciencia, yo creo que tiene sentido.

3.- El libro de Artur Ramón “Nada es bello sin el azar” es una recopilación de artículos publicados por su autor en el suplemento “Culturas” de La Vanguardia. Esto va de uno de ellos, de lo que me ha sugerido.

4.- El lugar de los periódicos es el último rincón civilizado de una sociedad. Hasta el enemigo ideológico tiene algo que decir que merece ser escuchado. Aquello que hará que te emociones a menudo vendrá de quién antes ha logrado indignarte.

5.- Lo digo a menudo: Recuerdo aquellas madrugadas de sábado esperando en el VIPS la primera edición del El País. Mi amigo Juan y yo éramos/somos lectores de ABC, pero el domingo nos gustaba desayunar doble ración de civilización.

6.- Recordad esto que os digo. Un día veréis evaporarse a vuestro alrededor el mundo que conocisteis, veréis como retrocede la línea del agua mientras el charco se seca. Hoy día los VIPS ya no tienen quiosco ni librería. El fin del mundo se aproxima. El mío al menos.

7.- Uno de los capítulos del libro de Ramón está dedicado a un cuadro de Masaccio. Reconozcámoslo, este artista está lejos de la frontera de mi área de confort. Soy un vástago del Prado y en él casi diríamos que el Quatrocento italiano brilla por su ausencia.

8.- No sé si conocéis la anécdota. El Prado tenía un Giorgione. Era uno de sus mayores orgullos: “La Virgen con el Niño entre san Antonio de Padua y san Roque”. Un título abigarrado porque son muchos los personajes y lo que narra.


9.- Recordad el manto rojo de la Virgen porque quizás luego sea un dato relevante. “Es un Giorgione de madurez, pintado en el esplendor de su arte”, decían los críticos. Felicidad completa para los rectores del museo.

10,- Había un solo cuadro del maestro en la colección permanente, pero magnífico. El Prado o no tiene nada o lo tiene todo. Penuria o opulencia. Se le aprecia el carácter español hasta en eso

10.- Pero hete aquí que la verdad vino a asestar una puñalada trapera. Alguien dijo: “Es un Tiziano de primera hora” y todo adquirió sentido. Tiziano no fue discípulo de Giorgione porque cuando se conocieron ya no tenía nada que enseñarle. Aquel joven sabía más que nadie.

11.- Pero su influjo en la obra de juventud, en la etapa después de abandonar el taller de Giovanni Bellini, es claro. Tiziano pintaba cuadros a lo Giorgione y lo hacía incluso mejor que él.

12.-¿Qué es preferible, un cuadro de primera hora de un primerísimo maestro o una obra de plenitud de un maestro de segunda fila? La respuesta parece fácil.

13.- Entonces, ¿por qué la tristeza del Prado? Porque ya tenía otros 40 Tizianos, más del doble que el Louvre (chúpate esa), por ejemplo, y el Quatrocento italiano es sus salas es como un diminuto archipiélago que se estira y se descoyunta en el mapa sobre un océano inabarcable.

14.- El día que el museo dio su brazo a torcer y cambio la redacción en la cartela para corregir la atribución fue casi tan triste como cuando España cedió Cuba a los EE.UU.

15.- Pero volvamos a Masaccio. Ramón habla de una tabla muy pequeñita. Esta vez la Virgen y El Niño (sí, en mayúsculas, pedazo de descreídos) están solos. Su descubridor, Roberto Longhi fue quien le puso el nombre: “La Madona del solletico”.


16.- ¿Qué significa solletico? Ella ya lo sabe porque es muy lista y muy culta, pero dejadme que con vosotros mantenga un poquito más el suspense. Dos o tres tuits más a lo sumo. Palabrita.

17.- El cuadro es casi primitivo en su dibujo. Si se compara con el Tiziano de advierte enseguida la falta de pericia del pintor (Dios me pille confesado si hay entre el público followers de Masaccio o haters del veneciano).

18.- Esa mano en el aire de la Vírgen. ¿Cómo se sostiene el Niño sin caerse? Tal vez levite. Pero eso no es importante. La madre le está haciéndole cosquillas a su bebé, cuando te das cuenta es imposible que no te sonrías. Ah, la ternura, poderosa arma contra todo lo que se le oponga.

19.- El Niño ríe por el solletico al que le someten, pero en su expresión también hay una pizca de tormento. Todos lo sabéis porque también habéis sido niños: Las cosquillas son el tormento y el éxtasis. Las queremos con ansía, pero también queremos que acaben

20.- El Niño trata de agarrar el brazo de su madre, detener su avance hacia su cuello, pero la batalla está perdida, no tiene fuerza para dirimir en el pulso. No obstante, la rendición es dulce.

21.- Pero fijaros en la expresión de Ella. Está sería, abstraída, su mirada está fija en otra parte. ¿Qué madre adquiere esa expresión cuando juega con su bebé? Los críticos hablan de premoniciones. Lo que ha de venir no invita a la alegría.

22.- Es una constante en la Historia del Arte. El tema de La Virgen y el Niño se llena casi siempre de funestos presagios. Si Leonardo es quien marca el canon de la pintura, vayamos primero con él.

23.- En la “La Virgen de la rueca” el Niño sostiene esa pieza de ese mecanismo de costura en la que se sitúa la madeja de hilo que se va formando y que tiene forma de cruz. La elección no es casual. Si no es porque nos advierte el título pensaríamos que está pasando otra cosa.


24.- El Niño parece querer escaparse del regazo de su madre, impaciente por ser adulto y cumplir su destino. Su madre trata de retenerle. Aunque la serenidad es una constante en los rostros que pinta Leonardo, sabemos que está alarmada.

25.- En “Santa Ana, La Virgen y El Niño” el mensaje es mucho más claro. Jesús quiere escaparse de la vigilancia materna para ir a jugar con el cordero del sacrificio. Aquí la pugna es más dura. “No te me escapes, diablillo”, parece querer decirle.


26.- ¿Cómo es posible tanta ternura en un asunto tan feo? ¿Quién quiere hablar de algo tan truculento como la muerte de un Niño? Digámoslo sin tapujos, se trata de una constante en la Historia del Arte.

27.- Siempre que un crítico se enfrenta a este tema lo primero que hace es tratar de identificar y descifrar en la obra los mensajes iconográficos que indican cual será el final del relato a treinta y tantos años vista.

28.- Es como intentar apreciar la ternura de Anibal Lecter cuando le habla ae Clarice. ¿Se la quiere comer? No, aunque quizá también. La ternura está ahí y no hay cristal blindado capaz de defendernos de ella.

29.- “La Madona Durán” llamada así por la identidad de quien la donó al Prado, también recibe el nombre de “La Madona de rojo”. Es el color de la sangre, porque hablamos no solo de muerte sino también de tortura.


30.- El bebé, un querubín de rizos rubios (van der Weyden era flamenco), juega con un ejemplar de la Biblia. Trata de pasar sus primeras páginas rápido, impaciente porque llegue enseguida el Nuevo testamento, mientras su madre trata de impedírselo.

31.- ¿Y qué se puede decir de Luis Morales? En su “Virgen con Niño y san Juanito”, más que poner pañales la madre parece que amortaja a su hijo.


32.- La mosca es un alarde técnico, una broma entre pintores que se remonta al tiempo de Apeles, el retratista de Alejandro Magno. Pero también es la señal de un cadáver. Da pavor y sonrojo decirlo.

33.- ¿Quién negará que Fra Angélico es el summum de la ternura? No, yo tampoco. Por eso lo he dejado para el final de este cuentecillo. Su anunciación es indiscutiblemente una de las glorias del Prado.


34.- Antes lo era del convento de Las Descalzas Reales. Dicen que Federico Madrazo convenció a las monjas para que se lo vendieran, pero que tuvo que prometerles que les pintaría una copia.

35.- Llevo años buscando una imagen en Google de esa copia fantasma. No sé si existe, si el pintor al final cumplió el trato. Y, de ser así, dónde está. ¡Madrazo versionando a Fra Angélico! Casi nada. Yo eso tengo que verlo.

36.- ¿Pero, dónde hay que mirar? “No seas impaciente”. Se lo digo a ella que es como un rabo de lagartija, nunca se pera quieta. Habla por los codos e interrumpe a los demás en mitad de sus frases.

37.- Ea, mira arriba, al tirante que el pintor trazó sobre la Virgen. ¿Ves que hay una golondrina? Calla, que enseguida te explico que significa.

38.- La obra es un resumen de la historia del hombre. A la izquierda el alfa: la expulsión del Jardín del Edén. En medio el momento cumbre: La anunciación. Y arriba el omega: una diminuta golondrina.

39.- Adolfo Sarabia expone una fascinante teoría en su libro “Cinco anunciaciones en el Museo del Prado” que, con tu permiso, voy consultar para no errar en los datos.

40.- Transcribo: “En Tierra de Campos, podemos encontrar ancianas que, con la llegada de las primeras golondrinas, repiten los ingenuos versillos aprendidos cuando niñas:

41.- Avecilla peregrina / vengo de tierra africana. / Soy la que quito la espina / que la ingratitud humana / puso en la frente divina.

42.- Asegura una leyenda recogida en algún evangelio apócrifo que una golondrina que sobrevolaba el Gólgota se apiadó de Jesús en su tormento. Para aliviar un poco su agonía le arranco con el revolotear de sus alas tres espinas clavadas en la frente por culpa de la corona que lucía.

43.- La golondrina está ahí, posada sobre el tirante, vestida de luto, porque sabe. Y el Niño ni siquiera ha nacido. Qué digo, ni siquiera ha sido concebido. Es justo lo que narra Fra Angelico (la paloma en el haz de luz)

44.- Está ahí porque será testigo, para dar testimonio del futuro. En pago a su bondad Jesús la dijo: “Álgún día nos veremos en el cielo”. Cuando se apago el eco de estas palabras se convirtió en ángel.

45.- Algo de cierto debe haber en este historia porque yo conocí hace mucho a la golondrina. Y, efectivamente, es un ser celestial. Pero esa es una historia. Que tal vez te cuente otro día. A solas, no delante de todos estos señores.

46.- Posdata: Ah, se me olvidaba. “La madona del solletico” está en los Uffizi de Florencia. Sí, yo también sonreí cuando lo supe. Ojalá pudiera verte mientras lees este tuit.

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