jueves, 31 de enero de 2013
El Fútbol y sus aledaños (91) - ¡Qué hermoso el fútbol a veces!
¡Qué hermoso el fútbol a veces!
(Con otro ánimo, más claro pero menos satisfactorio, habría sido la crónica del partido que, con empate final a uno nos regalaron el Real Madrid y el Barcelona un 31 de enero de 2013)
(Este exceso en el sentir se lo dedico a ese otro gran exceso sentimental que es La Yihad)
¡Qué hermoso el fútbol a veces! O quizá siempre, no se, pero ahora mismo me he puesto a escribir porque me acabo de emocionar y necesitaba descargar la emotividad acumulada de alguna manera. Escribir es mi terapia para todo cuando el dolor se deslocaliza. Hoy ha sido un partido especial, grande, -déjenme que no ponga freno a las palabras y quizá me exceda, pero diré incluso que glorioso-, para dos jugadores del Real Madrid, uno de apenas 19 años y otro que pasa de los 30. Y lo ha sido por idénticas razones. Y en este momento la pareja del segundo, con una simpatía y paciencia infinitas, devuelve todos los saludos y agradece los elogios a su marido de la interminable tribu madridista de Twitter. La que Brotons califica como tropa de violentos terroristas, y no sólo la insulta en su ausencia, lo que asegura va en contra de sus principios, sino que encumbra a costa de querer ningunearla. Ojalá estuviera presente en este auténtico besamanos de la que esta noche es, indiscutiblemente, la primera dama del madridismo. Al menos para La Yihad en armas, que por un momento descarga el fusil, incluso del tuit de la recamara, para presentarse desarmado ante ella. Aunque quizá sea mejor que no lo sepa, que no se le de aviso del rito. No quiero ganarlo para la causa y compartir con él mi sentimiento madridista, el vuestro, que seguro que colmaría muchos vacíos y silencios interiores. Tuiteo sobre lo que acabo de decir: "Que hermoso el fútbol a veces", y alguien, @ZonaRealmadrid, me replica: "¡Qué hermoso el fútbol siempre". Y no puedo sino darle la razón: "Amen. Pero a veces a uno se lo olvida y es útil que la belleza sea evidente, que casi te asalte la mirada, para recordártelo". Y mientras tuiteo, escribo aquí. Y mientras redacto, contesto a quien me habla en Twitter. Y me siento, tras mucho tiempo desde la última vez, plenamente en comunión con el madridismo, con la Primavera Blanca, con esta mujer que no quiere dejar sin atender un solo saludo. Y espero mi turno para ser contestado como quien espera un regalo, de quien le acaba de robar el protagonismo a los héroes del césped.
Si el fútbol es emoción, el Real Madrid es el equipo. No es una cuestión de estilo ni de maneras. El corazón no puede ser domesticado por la costumbre o la rutina. A veces se acelera y otras se detiene para contemplar de cerca un detalle que, aunque mínimo, le desborda. La cara de felicidad de Diego López cuando hacía sus primeras declaraciones como madridista... Ahora lo entiendo. No era solo por su regreso. Su mujer es hermosa, los madridistas hoy somos hermosos. Una vez más hemos sobrevivido al desastre, y no han sido por lo acertado de planes solo, que a lo mejor también -ese Mou callado que nos aturde con su silencio mediático-, pero sobre todo por corazón, por el señorío, tal como lo entiende el coronel portugués, medido por la capacidad de entrega. De entrega de lo que somos, de todo ello, sin reservar nada para el camino de vuelta, como el protagonista de la película Gatacca. Sólo así se puede alcanzar el objetivo. Es un arcano que corre de boca en boca en el vestuario madridista desde los primeros tiempos de don Santiago Bernabéu, cuando su cometido principal era pintar con cal los límites del campo. Corazón que no es calidad sino más bien impulso, que no se le puede asignar un valor, una cantidad, porque siempre es incalculable, un lugar y un instante porque no se detiene. Porque si lo hace está muerto. Y ayer siguió avanzando, avecinando el desastre hasta que el chico, que debe ser buen estudiante, uso la cabeza para desentrañar el acertijo de un corner.
El casi adolescente y el veterano. El vértigo de la primera gran oportunidad y el del debut con casi una década de retraso. Que hermoso el fútbol a veces. ¿Lo había dicho ya? Pero también el crecimiento de Özil a lo largo de la temporada, que hoy se ha hecho evidencia, que amenaza con hacer que el jugador se venga como un alud cualquier momento, que rompa del todo definitivamente y empiece a asentar su imperio. El temple y el saber estar de Cristiano, haciendo honor al brazalete que portaba. El gesto y el liderazgo, y ese tirarse en la hierba para tratar de alcanzar con un testarazo un centro desde la derecha que olía victoria y a napalm. El público enardecido, sin desfallecer cuando el equipo lo hizo, cuando dudó tras encajar el gol, recio y también bronco con el contrario. Si tu caes estoy perdido, grito la grada, y el púgil se levantó con las rodillas temblorosas para escribir esa historia que dentro de un rato será carne de periódico. El quite de Puyol, evitando que Piqué sacara ventaja por un feo detalle nuestro. Un gesto que retrata a uno y dejó retratado al otro. Detenerse, demorarse para poder reflexionar sobre todo esto, para contemplar cada fragmento de la realidad por separado, de forma aislada, y también toda ella en su conjunto de un solo vistazo. El Real Madrid ha vuelto y lo ha hecho en la hora y la fecha justas. No han importado los que no estaban sino los que había arrimados al espíritu colectivo de las grandes ocasiones. Desdeñar la alegría por el empate, burlarse, aunque la frialdad de los números pueda no darnos razones, es no entender el fútbol, que es posible reconocer la valía del rival. El Real Madrid no se empequeñece nunca, la estatura del contrario es en todo caso un acicate, nunca una excusa para evitar el choque, ese que mide las propias fuerzas y las de quien se te enfrenta.
Esta misma semana Sara Carbonero nos recordaba lo más feo del fútbol. Es justicia poética que en su ausencia del espíritu madridista y en la de su pareja del equipo, solo como meros espectadores, hayan asistido a la reivindicación de este juego. Que odiosas las comparaciones, pero hay quien entiende el trabajo de su pareja desde la felicidad, desde la alegría, desde la gratitud hacia los suyos, hacia el clan, y quien lo interpreta como mercancía con la que poder negociar otro contrato mejor, como materia de discusión, como estrategia de un determinado discurso que anuncia y propicia el enfrentamiento, que reniega del grupo. Somos un pueblo en armas que se mueve, y Sara Carbonero ha quedado atrás porque se ha parado, su corazón lo ha hecho. Quizá nunca estuvo en movimiento. El primer mandamiento del soldado es no soltar nunca su fusil. Guardar el puesto. Disparar ese tuit, a veces al enemigo, hoy a esa mujer que resume y amplia con su sonrisa nuestra alegría. Es el minuto 7 en Twitter, cuando la madrugada empieza a cerrarme los ojos. Y escribo con la mirada turbia por los sueños, por los que he visto y los que anticipo. En el fútbol, como reflejo que es de la vida, un buen día, sin precio aviso, lo que parece rabioso presente se convierte en pasado. Bye, Iker. Hola, Iria. Con Dios, Sara. Con nosotros Diego. ¡Que hermoso el Fútbol a veces! Y el Bernabéu en llamas. Y la Yihad arrojándose a ese precipicio de al palabra que es Twitter. Y Iria extrayendo calma de nosotros cuando antes solo éramos furia y tristeza, euforia y frustración, temor y esperanza. Como un insecto multicolor que liba de flor en flor de la Primavera Blanca.
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Sí, señor. Me emocionan casi tanto tus escritos como el espectáculo que relata. Espero que dure mucho tiempo tu necesidad de escribir por lo que disfrutamos los que te leemos.
ResponderEliminarSpring is coming.
Hermosa y emotiva entrada, vellos como escarpias oiga!!! <333
ResponderEliminarQue gran articulo, pelos de punta, leyendo esto me imagine toda una película en mi cabeza, que lindo que es ser madridista! Y me alegra mucho ver que la gente ya se esta dando cuenta que el RM no es solo una vaca sagrada, agradezco a Iker por su tiempo en el equipo, pero la deslealtad no se perdona, el RM no es uno, somos todos. Hoy y siempre, HALA MADRID!
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