lunes, 28 de enero de 2013

El Fútbol y sus aledaños (88) - Un puente sobre el Rin



'Comida de los Cuatro', puenteo a Mou
Alfredo Relaño
Diario AS - Madrid - 27/01/2013

No estuve en la 'Comida de los Cuatro', de modo que no puedo certificar lo que se habló allí. Pero fue una comida de los jefes con los indios sin el jefe de los indios presente. Un puenteo, en fin. Ayer sacamos en AS los precedentes de este tipo de comidas, que Florentino siempre ha hecho. Siempre con el 'manager', fuera Valdano o algún otro (marchado él, Sacchi y Pardeza han hecho esas funciones). En ausencia del entrenador, claro, lo que daba lugar a pensar que el futuro de éste estaba en el aire, como bien ha pasado cada vez. Ahora ha sido sin el manager-entrenador. Porque Mou es manager.

Imposible pensar que no se hablara de él, ¿no? Estas comidas siempre me hicieron compadecer al puenteado, desde Del Bosque en la primera de todas, hasta Mourinho ahora. ¿Qué tienen que hablar Florentino y José Ángel Sánchez con los dos capitanes-represaliados sin el 'entrenador-manager' delante? Esas cosas sólo pueden salir mal, y mal salieron. Luego vino el fuerte desmentido, que me sonó al 'never, never, never' con que nos obsequió a nosotros Florentino cuando anunciamos conversaciones por Beckham. Y ya vimos. Y veremos si en septiembre siguen juntos Mou y los dos capitanes o no.

El problema es llevar el club con componendas. Mourinho tiene todo el poder, pero hasta cierto punto. Puede quitar a Casillas, pero no consigue que el club tenga un personaje en la UEFA que funcione. Puede abandonar un entrenamiento (o no viajar a Zúrich) porque prefiere ver jugar a su hijo pero no se siente con influencia sobre el entrenador del Castilla. Puede elegir cuándo habla y cuándo no, pero no consigue determinar la política de comunicación del club. Es pero no es, está pero no está, le temen pero se juntan a hablar de él en un puenteo de manual. Así no se lleva un club, ni con ni sin Mourinho.

Un puente sobre el Rin

El puente es la más bella de las metáforas, siempre que puedo la uso, a poco que esté justificada. El puente une lo que está separado para siempre, convierte en nula la distancia infinita, hace transitable el imposible, convierte en arquitectura el sueño de alcanzar la otra orilla, la del país donde se encuentra la meta deseada, lo que hogar y anhelo, porque patria es únicamente el lugar donde deseamos estar, aunque jamás deje ser un sueño. Sin puentes, sin besos, yo soy apátrida del olor de su cuerpo, del calor de su piel y el sabor de sus labios. El río es otra gran metáfora, su complemento a veces. Observarlo desde un puente es conocer la ruta que jamás será alternativa. La corriente pasa bajo sus arcos de piedra, o entre las columnas de hormigón armado que lo sostienen, y es al mismo tiempo metáfora del tiempo que pasa y no se detiene, de la permanencia de las cosas cuando todo cambia constantemente y del empuje del destino, que es solo desnivel cuando siempre creímos que era voluntad de un determinado desenlace.

Al regreso del héroe vencedor en Lepanto, don Juan de Austria, dicen que un puente de barcos cerraba la entrada al Puerto de Messina. Por el cabalgó, ese era su fin, el almirante de la flota cristiana, sobre un pura sangre blanco, entre los vítores de los habitantes de la ciudad portuaria. Unas semanas antes sólo era un sueño, conjurar el peligro de los piratas turcos al oeste del Mediterráneo. Aquel día, en que sonaban todas las campanas de las iglesias, era un don de Dios traído por el mesías rubio, por el bastardo del emperador. Aquel puente de madera, que se mecía con el ritmo de las olas y la marea, representaba la distancia infinita cubierta en una sola jornada, frente a las costas del Peloponeso, igual que era burlada una distancia imposible por ser sobre la superficie con una sola cabalgada. Al paso recorrió el jinete la distancia de un extremo a otro de la entrada a la dársena, recreándose en el momento, demorando el final de su homenaje. Quería un reino, con castillo y costas. Creyó encontrarlo en Granada tras sofocar la revuelta de los últimos abencerrajes. También en Túnez, donde, tras conquistarlo, dejó ocho mil soldados para custodiarlo, contra la opinión del rey, su hermano, que le había ordenado saquear la plaza y la vuelta de toda la expedición. Pero el quería un reino, como hizo del emperador que era. Ocho mil soldados murieron como solo sabían hacerlo los españoles, sin rendirse y vendiendo cara la victoria al contrario. Planeó encontrarlo en Escocia, cuya reina María se había revelado ante su hermana Isabel I. La decapitación de su dama, a quien cortejaba por cartas para ganarse su corazón y su reino, acabó con su último sueño. Después, en el final de su peregrinar incesante en busca de una corona, hayó la muerte en Flandes por unas fiebres, su último intento de conseguir ser un igual entre reyes. Pero aquella tarde en Messina el sol declinaba para saludarlo, el mar oscuro se abría a su paso como ante Moises, y un puente madera le conducía a la gloria.

Un puente también, pero de acero, convertido en la flota más grande jamás vista, permitió a los aliados desembarcar en las playas de Normandia, procedentes de la lejana Britania. Tantas veces codiciada la isla, ahora era el origen de la invasión. Los alemanes fueron sorprendidos, no se esperaban el ataque por ese punto. Apenas defendidas las playas, fueron sin embargo la tumba de miles de hombres. Dicen que la verdad pareció mentira, que los alemanes se tragaron el anzuelo, porque Patton, el único general aliado a las altura de los suyos, se paseaba con su bulldog entre un ejército simulado, que parecía presto para ser embarcado, a la altura del estrecho de Calais, el lugar lógico desde donde lanzar el dardo de la victoria, aquel por donde Alejandro Farnesio quiso invadir Inglaterra con sus tercios para dar escarmiento a la cuna de ilustres piratas. Así que la invasión fue un éxito, pero también un fracaso, porque no logró capturar un solo puerto apto para el atraque de grandes barcos de transporte. Sin apenas resistencia del enemigo, durante semanas el avance se hacía al mismo ritmo en que podían ser desembarcar los suministro, que era tan lento que los vehículos se quedaban sin gasolina tras recorrer unos pocos kilómetros. Patton y Montgomery se disputaban, como dos perros ante un solo plato de comida, el escaso combustible disponible con el que alimentar a sus respectivas divisiones blindadas. Hartos de verlos reñir, a sus dos doberman preferidos, Eisenhower les pidió a cada uno un plan de acción audaz para poder acabar la guerra en el frente oeste y plantarse en Barlín antes de las siguientes Navidades, para poder oír las campanadas de fin de año cada uno en su patria y su hogar, para restar a aquella locura de la guerra un año entero de sufrimiento. Pattón eligió la ruta de Bélgica, Montgomery la de Holanda. En realidad la disputa estaba amañada y el general americano nunca dio opciones reales a su compatriota, el más capacitado de sus guerreros. Eisenhower quería estar a bien con su aliado británico. Cualquier desavenencia con Patton la podía solventar facilmente, sin discusiones, sin explicaciones, por el hecho de contar con una estrella más en sus hombreras.

El plan de Monty era simple y al miso descabellado, fiado a un equilibrio imposible, conquistar una sola línea de terreno, un autopista desde Francia a la frontera entre Holanda y Alemania. La ruta 69, que llegaría a ser conocida como la Carretera del Infierno durante los 9 días que duró la batalla. Para salvar los tres obstáculos naturales en la ruta: el río Mosa en el torno a la ciudad de Eindhoven, la corriente del Waal cerca de Nimega y la ancha brecha de agua del río Rin en la meta, en Arnhem, cuya orilla norte era ya territorio alemán, Monty lanzó tres divisiones completas de paracaidistas para que capturarán al menos un puente en cada uno de ellos. Una división por cada río, dos americanas y una británica, lanzadas en territorio hostil, que debían conquistar el terreno y hacerse fuerte en el entorno de los puentes, defenderlos y mantenerlos operativos hasta la llegada del grueso del ejército británico. Pronto, sobre el terreno, el plan demostró ser un disparate. Las divisiones mecanizadas que debían capturar la Ruta 69 empezaron su avance rápidopero,  a medida que se adentraron por detrás de las líneas enemigas, su progreso se ralentizó, cada vez más al verse atacados por ambas márgenes de la carretera. Los mandos alemanes, con Rundstet a la cabeza de todos ellos, sustrayeron tropas de donde no las tenían para desplazarlas a los flancos de la Ruta 69, y poder hostigar incesantemente, cada vez con mayor intensidad, el avance del ejército británico. Rundstat parecía un ajedrecista al inclinarse sobre la maqueta que simulaba el teatro de operaciones. Movía las piezas tan rápido como un gran maestro para poder parar el reloj cuyas manecillas avanzaban hacia la hora del colapso total de su patria. Los vehículos se convertían rápidamente en teas ardientes, fáciles dianas como eran en un tiro al blanco mortal practicado por las baterías antitanque alemanas. Aquellos que eran destrozados por los obuses debían ser evacuados de la línea para no impedir en avance de la columna completa. Aquello era una pesadilla logística y táctica. Un caracol avanzando por el infierno de Dante, al que su concha era incapaz de protegerle. Un caracol con una cita ineludable a cientos de kilómetros y a la que empezaba a llegar tarde.

Por delante, en Eindhoven, la 101ª División Aerotransportada del general Maxwell D. Taylor capturó un puente sobre el Mosa casi el primer día y pudo mantenerlo hasta la llegada de la columna. Parecía buena señal, un gran comienzo. Pero tanto la 42ª División Aerotranportada, del general James M. Gavin, que había sido lanzada en Nimega, como la 1ª División Aerotransportada Británica, del general Roy Urquhart, en Arnhem, pronto encontraron obstáculos para lograr llevar a cabo las misiones asignadas. El reagrupamiento de las tropas tras el salto fue largo y tortuoso, caótico. El día D en Normandía era un precedente claro, con unidades que tomaron contacto con el suelo muy dispersadas y lejos de sus objetivos. Ahora, volvió a perderse un tiempo precioso en el inicio de la operación, que tal vez fue una de las razones de su fracasoo. Descubrieron también, tras los primeros encontronazos serios con el enemigo que no iban bien equipados para aquella lucha, que les faltaba armamento pesado con el que repeler los contraataques alemanes. Solo el heroísmo de los hombres de Gavin permitió capturar un puente intacto y protegerlo hasta la llegada de los blindados. pero, para entonces, un  nuevo elemento, una pieza no esperada estaba en manos de Rundstet para moverla a capricho. Dos divisiones blindadas alemanas que estaban en la reserva en Holanda, para rearmarse y recobrar fuerzas tras varios meses de dura contienda en el frente ruso. Era toda una sorpresa, un dato que no habían sido capaces de facilitar los servicios de inteligencia. Al alto mando alemán le dió tiempo a moverla hasta Nimega para poder obstaculizar el final de la misión de Gavin y hacer que pagara caro la victoria parcial de obtener un puente intacto. Pero, lo que es más importante, para dar el jaque mate a los británicos al extremo de la línea del frente filiforme. La gente de Urquhart jamás llegaron a capturar un puente completo, solo el lado sur, en Holanda del puente principal de la localidad de Arnhem. Tras 9 días de asedio hasta eso perdieron, lo vieron volar por los aires, la piedra junto a los cadáveres de tantos paracaidistas que habían tratado de asaltar en otro extremo en Alemania.


La ruta de Bélgica es la deberían haber elegido AS y Marca. El avance de la verdad por un territorio sin obstáculos geográficos es tan incontenible como lo era el de las divisiones blindadas de Patton. "Dadme gasolina para mis tanques, que mis hombres pueden alimentarse del cuero de sus cinturones", decía el general de West Point, tenido por loco por muchos de sus subalternos. Y quizá amado por ellos por eso, como César por sus legiones. Pero los aliados de la prensa optaron por un plan más complicado: Conquistar tres puentes estratégicos y mantenerlos en su poder para poder manipular la información que discurre a lo largo de sus tableros: El puente entre Florentino y Morinho, y el que une a este último, su relación personal con los jugadores de la plantilla y los aficionados. No tenerlos en su poder todos equivale a no tener nada. El entrenador portugués no se irá si su relación es buena con el presidente y el madridismo, por muchos altercados que haya en los vestuarios. Tampoco tiene visos de triunfo un escenario de desentendimiento entre la directiva y el cuerpo técnico si hay resultados y comunión entre las gradas y Mourinho. De ahí que lleven operando en tantos frentes a la vez, que las mentiras se alternen según las épocas. Atacar por todos los sitios a la vez les supone un enorme desgaste. Perdieron el pulso para lograr el primer puente cuando Florentino ratificó al técnico del equipo en la gala de entrega de las insignias. También el pulso del plebiscito improvisado, contabilizando pitos como votos. Ni imponiendo ellos las reglas, traduciendo la reacción del público del Bernabéu como buenamente les ha dado la gana, han podido demostrar que el madridismo de la espalda a Mourinho. Durante el partido de ayer por la mañana en Getafe realizaron el enésimo conteo de votos, para ver que han perdido de nuevo. les queda, eso es lo que creen ellos, el puente que une la voluntad del entrenador con las de la plantilla. Pero esta vez no han querido capturarlo sino dinamitarlo, aislar el enemigo en orillas diferentes, atentar contra el club, contra su futuro, en pos de sus objetivos empresariales. Si no pueden ganar la partida les basta con matar el madridismo para poder recoger sus pedazos y resucitarlo a su imagen y semejanza. Que hasta por dioses omnipotentes se tienen.

Un soplo, desmentido por los cuatro únicos posibles testigos de lo ocurrido. Una amenaza de revelar las fuentes, como añagaza para esquivar la estocada del contraataque. Y, tras comprender su error mayúsculo, dos días de portadas neutras, para poder tomar aire, respirar después de perder el resuello en su loca carrera contra la evidencia, que siempre corre más que uno por mucho que uno apriete el paso. La primera de las portadas hasta con un cierto sabor a admisión de la derrota, por conciliadora, por pusilánime, por ser un desmentido de sus propias teorías estos años. Lo curioso es que hasta cuando tratan de ser conciliadores, obsequiosos -dígámoslo en plata: pelotas consumados-, les asoman las orejitas de la mentira entre el melenón de las buenas palabras. No importa como las digan o como las peinen, las orejas del lobo están ahí siempre ahí, bien visibles, punteagudas, estiradas sobre el pelaje áspero de la bestia ávida de poder y mentirosa. Nos hablaban en ella del nuevo Di Estefano del Siglo XXI, de Ronaldo, de la prioridad que es para Florentino Pérez renovarle. Para convertirle en el líder indiscutible de su nuevo proyecto, del Madrid que se asoma al futuro del nuevo milenio. Y nada que habría que objetar, salvo que, vamos a ver si hacemos memoria, no fuera en contra de todo lo que llevan predicando desde la llegada de Florentino y, sobre todo, del que hace dos días cumplió años. ¿Acaso no llevan tres años diciendo que Cristiano es estrellita sin lustre, que está a años luz de Messi en cuanto a humanidad y valores, que no tiene el carácter que se precisa para ser líder, ni siquiera modales y maneras para ser ejemplo de buen deportista? ¿Acaso no nos dijeron que el jugador estaba harto del club y que quería irse al París Saint Germaín, al Manchester y al Chelsea incluso, que era cuestión de dinero primero, y después de sentirse falto de cariño? ¿Acaso no nos aseguraron que Florentino Pérez estaba cansado de sus caprichos, como también de los de Mou, que le espetó, cuando fue a decirle que estaba triste, que buscara el dinero para que pudiera ficharse al astro argentino? ¿A que viene esta portada entonces, ya se les ha olvidado todo lo que llevan diciendo años? ¿Tan poco vale su discurso que puede cambiarse en un días, hacer que gire 180 grados en su rumbo? ¿Tan poco vale su palabra que afirmaciones de años se desdicen en una única portada? Flaca memoria tiene la conveniencia. Mentir para adular quizá les parezca buena estrategia ahora. Quieren patrimonializar a CR7, como AS desde hace unas semanas. Quizás para salvarse de la quema, porque ven que el aficionado por fin acepta al portugués, tras años de reticencias fomentadas por ellos. Quizás porque tratan de captar su imagen para asociarla a una posible candidatura en las futuras elecciones. ¿Que si los creo maquivélicos? Pues no, tras la chapuza de la portada del ultimátum y la de los mensajes de WhatsApp no me cabe ninguna duda de que no están dotados para las intrigas palaciegas. Pero que ellos lo creen de sí mismos estoy seguro. Tras fracasar en la intentona de asaltar tierra madridista, se baten en retirada entre cortinas de humo de buenas palabras, que creen erróneamente que los oculta de su enemigo.

Ahora es Relaño, desde AS, quien se suma a la contienda. Le han informado mal sus servicios secretos, cree firmemente, o lo finge para mantener las hostilidades contra Florentino, que el puente que estorbaba ha sido derruido por la soldadesca de Marca. Como si un Látigo pudiera cercenar la piedra como lo hace con la carne. Este periodista deportivo está dotado para abrir heridas en la dignidad de las personas, para hacerles blanco de sus mofas y hacer risas en las retransmisiones, pero no para derruir puentes bien cimentados. Nos dice Relaño que Mou no estuvo en la comida de marras en la sede de ACS. Lo dice en la primera linea, como a quemarropa, como quien abre una ventana en una habitación a oscuras para que entre la luz del sol. Pero tiene mala suerte don Alfredo, es plena noche en su mente. Aceptándole su símil como animal de compañía, que la suya, PRISA, es muy partidaria de las animaladas periodísticas, el jefe de los indios no estaba en la comida de los cuatro porque no procedía. Lo mismo que no está en las reuniones privadas de Ramos con Pilar Rubio ni de Iker con Sara Carbonero, sin que nadie le puentee. Aunque, quizás, hay que reconocer que no sería mala idea que estuviera en las de la segunda pareja para que todos nos fuéramos conociendo. A las reuniones para fijar primas nunca han asistido los entrenadores ya que no es tema que le competa. Luego nos dice que estas comidas sin técnico sin precedieron a destituciones, y nos da bastantes ejemplos para apoyar su propuesta con datos. Y sin querer ni poder rebatírselos, le digo que afirmar lo que afirma es como decir que todo hecho importante de la historia le precedió un lunes, como mucho 7 días antes. Las reuniones para discutir las primas precedieron a todos los finales temporada, donde suelen agolparse los hechos significativos de todas las campañas.

Se compadece el señor Relaño de Mourinho, con la boca chica, por haber sido puenteado y decirnos que por ello peligra en su puesto. Destronar al entrenador de la liga de los récords es una tarea en la que están embarcados federaciones, comités deportivos, prensa y rivales. Tanto tirar de su silla desde todos los lados hace difícil pensar que pueda mantenerse en ella por mucho tiempo. Ya se le ve encorvado, con la espalda mal apoyada en el respaldo, eso nos dicen al menos desde muchas portadas, editoriales y columnas de opinión de los periódicos. ¿De qué tienen que tratar presidente y capitanes a solas? De lo que ellos decidan, señor Relaño, no necesariamente de lo que a usted le gustaría. Y, aunque la realidad le diera capricho, nunca llegaríamos a saber en que términos y en que tono transcurrió una hipotética conversación sobre Mourinho. Por la sencilla razón de que una reunión privada es, como su nombre indica, tan privada como lo permiten los participantes en ella. Y los cuatro han asegurado a quien les ha querido oir, entre los que, por supuesto, no se encuentran ustedes, que nada ha podido trascender de lo dicho en la comida porque sencillamente ellos no lo han contado a nadie. Y menos de una forma tan rocambolesca y ridícula como a través de mensajes de WhatsApp. Y si tiene una opinión en contra confeccione su portada, que los precedentes, aunque sean de la competencia, ayudan mucho, que aun está a tiempo de ser demandado por los servicios jurídicos del Real Madrid. "Never, never, never" es aproximadamente la media de sus aciertos, la de As y la de Marca, cuando dan alguna noticia de buena tinta, sobre fichajes, alineaciones o el día a día en el vestuario del equipo. "Never, never, never", son los aciertos que tuvieron las muchas veces que anticiparon la marcha de Mourinho, la marcha del ahora indiscutible Ronaldo este mismo año. Lo veremos, tiene razón, si siguen juntos el año que viene Mou, Casillas y Sergio Ramos. Basta con esperar al verano, es tan fácil como eso, y con ver quien falta, si es que falta alguno. Yo no apostaría por ninguno de los tres, sobre todo si lo quiere hacer a caballo perdedor, "Never, never, never", se lo digo como amigo.

Es difícil dirigir un club, llevar una plantilla, cuando la prensa se dedica a propagar rumores, a enfrentarlos unos con otros, a encizañar a quien aun creen en ellos. Es difícil que Adán tenga suerte en su debut cuando es cuestionado y ridiculizado por quienes piensa que son los suyos. Todo es difícil cuando las instituciones están en contra y quienes viven del club como parásitos ni siquiera propician un clima de calma y entendimiento. Son ustedes parte del problema, señor Relaño, lo han sido siempre, nunca de la solución. Siempre un pasivo que lastra las cuentas, nunca un activo con el que contar cuando la realidad aprieta y es necesario un desembolso de ilusión o de ánimo. Es a ustedes, a la prensa, a quienes se debería puentear. Y no sólo Mourinho, que ya no les concede siquiera ruedas de prensa. También el presidente, que les perdona todo como niños malcriados cuando se sabe que son incorregibles, a pesar de que quieran romper el Real Madrid porque creen que es su juguete. Y los jugadores, para quienes ustedes no son más que amistades peligrosas. Es el problema de ennoviarse con el periodismo, que se ha de vivir a merced de sus caprichos. Que se lo pregunten sino a Casillas, a cuya carrera se le escapa la vida a borbotones de tanto que le quieren todos ustedes. "Never say never again", es un dicho inglés al que le recomiendo que atienda. Nunca diga nunca más cuando se refiera a Mourinho, que ser contumaz en el error no es una prueba de carácter sino de estupidez. Llevar un club, al menos el Real Madrid, con o sin Mourinho, es algo sobre lo que tendrá que seguir filosofando. Expiró su oportunidad, la del grupo PRISA, de hacerse con un patrimonio que es solo nuestro, de quienes queremos al Real Madrid y lo defendemos.

La prensa camina sobre un puente de mentiras que se derrumba a su paso. El bastardo real cabalga sobre el Mar Tirreno tras hacer reales dos imposibles. Y yo la contemplo a ella desde mi orilla, sin puente que me lleve hasta donde me aguarda. Bella metáfora la de las dos orillas, la de sus labios, ácidos para decir adiós, curvos como meandros donde el río se empereza con el silencio del valle. Conversaban Montgomery y los generales aliados que participaron en la batalla ante la vista del Rin. Alemania estaba ante su vista, pero una brecha de agua hacía imposible sus sueños. "Quizá enviamos a nuestros hombres a un puente demasiado lejano", dijo uno de ellos. Cayó Holanda, que fue liberada, pero no fue posible acortar el sueño de acortar la guerra un año. Aquellas Navidades toda atención estaría centrada en los sucesos de las Ardenas. Para primavera quedaría el encontrar un puente sobre el río, en Remagen, invadir tierras germanas como han hecho todas las generaciones de europeos desde que Tiberio instaurara la tradición en el siglo I de nuestra era. El puente de plata que desde hace ya casi tres años quiere la prensa que utilice Mou para huir de la patria vikinga, más que lejano parece se desvanece en cada fin de temporada. El fracaso no es para siempre ni la victoria es nunca definitiva. Algún día se marchara y creerá entonces la prensa que estuvieron justificadas todas sus mentiras. Mentiras dichas al unísono, esto, aquello otro y las tesis contrarias, por un rebaño entero de periodistas y columnistas, que no se averguenzan luego de apacentarse en los predios del Bernabéu. Morder la mano que te da de comer se justifica cuando te crees el dueño. Tampoco espero que la derrota sea para mí permanente. Empecé esta serie de artículos sobre fútbol para no hacer necesarios los puentes, para olvidarme de cual es su cometido, para no pensar en ella desde mi otra orilla. Tres meses y sesenta escritos después me siento como al principio, al inicio de la Ruta 69, hostigado por el recuerdo por ambos flancos. He de admitir el fracaso o fiarme por segunda vez de la magia de la primavera. Escribir no se si tiene ya sentido. El tiempo se va como la corriente y la vida es como ese río que parece que nunca cambia. Pero se que no es cierto. Porque solo perdura lo que percola en la piel y arraiga en el hueso. La parte del sentimiento que se hizo materia. Todo lo demás luego es olvido.

Caught A Ghost - Time Go

Nota: Supongo que una a una irán desfilando mis obsesiones, mis temas recurrentes. por alguno de los dos blogs. Lo es la batalla de Market-Garden que mezclo con todo lo demás en este escrito. Años después de hacerse mundialmente famoso con su reportaje escrito sobre el desembarco de Normandía ("El día más largo", 1954), allá por los setenta, intentó reverdecer laureles y buscó tema para un nuevo ensayo. Lo encontró en una Batalla de la que se guardaba, aun después de 30 años de acabar la guerra, un mutismo absoluto. Fue una de las batallas más importantes y más heroicas, por ambos bandos, de las segunda guerra mundial. En ella se enfrentaron los paracaidista aliados contra los alemanes. Seguramente nunca se concentraron en un solo frente tantos soldados de élite, ni antes ni después de aquellos 9 días. Los paracaidistas alemanes habían sido reconvertidos en infantería tras haber conquistado Chipre al principio de la guerra, pero a un alto coste de bajas. El Holanda lucharon contra la 101ª y 42ª como infantería, y se las hicieron pasar "canutas" a los aguluchos y los diablos. Lo que sucedió en Market-garden fue un refrendo de que el cuerpo de paracaidista solo podía utilizarse para objetivos concretos, no para grandes operaciones. Jamás volvieron a ser utilizados. El ensayo acabó titulándose "Un puente demasiado lejano", y fue una lectura que gocé, porque siempre fue germanófilo, no por nada, sino porque los alemanes acabaron perdiendo la guerra, y los perdedores siempre han gozado de mis simpatías.

Contestación al comentario de CHJ del día 28/01/2013

Tal vez lloré por tus palabras. Gracias a Dios nunca sabrás si lo digo en broma o no, si esta observación es ironía o confesión. A veces escribir es lo único que te separa de la nada absoluta, la última defensa en pie antes de la derrota. Hablar de ello porque vivirlo no merece la pena. Y crees hacerlo sólo, y entonces el pudor de hablarles a los demás de tí con la excusa de hacerlo de otra cosa es sustituido por una sensación de desamparo, de inutilidad en el esfuerzo de tratar de arrancar algunas palabras a ese desorden interior que provoca enfrentarte a lo que te emociona. En ausencia de ella, como lectora de este blog me refiero, bien puedes considerarte como principal caballero de esta hermandad que tiene en este blog su sede, su tabla redonda

1 comentario:

  1. Siempre dices que escribes como terapia, porque te sienta bien. Pues no dejes de hacerlo que es un gusto leerte.
    Saludos

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