lunes, 21 de enero de 2013

El Fútbol y sus aledaños (83) - El bidón de Mike

El chimpancé Mike

El bidón de Mike
(Valencia 0 - Real Madrid 5 - Jornada 20ª de la Liga - 20/01/2013)

Voy a ser sincero, ayer no pude ver el partido. Estuve inmerso en el run-rún de la "cosa", ya saben mis amigos internautas, buscando infructuosamente un link en el que poder ver el encuentro de forma decente, pero atento a lo que se decía en Twitter. Ay, dura vida la del surfero del océano virtual, que preferiría la realidad del 1.0, pero que no tiene posibles para costearse el fútbol de pago o compañeros de casa que toleren este bendito deporte. Todos los intentos habidos acabaron en fracaso, en imágenes que se congelaban constantemente, que me birlaban burlonamente las jugadas de los goles. Para cuando hallé una solución de compromiso, un link que me ofrecía imágenes casi abstractas, por lo excesivamente pixeladas, fútbol a lo Juan Gris, que se yo, ya era la segunda parte y no es secreto que ninguno de los dos equipos salió de los vestuarios tras la reanudación del encuentro. Fútbol a manchones, pero que me permitía estar al tanto. Aún así, ya digo que estuve en el cotarro, pude ver el encuentro como los ciegos leen los rostros de la gente tanteando con las manos, leyendo los tuits de internet, oyendo los comentarios de los locutores de los canales sudamericanos y de Canal +. En el caso de Robin, escuchar más que entender. Así que puedo cubrir el expediente y marcarme una crónica, que caray.

Gran fin de semana para el madridismo, aunque venía complicado, casi huracanado. El Castilla retomó la senda de las victorias, y también ganó con manita, aunque en casa, en Valdebebas. Más complicado lo tuvieron los de Laso y Mourinho. Visitaban canchas complicadas, de equipos muy importantes, que nos tienen ganas, pero un tanto desorientados este año. El Málaga venía de ser derrotado por el propio Real Madrid en la Euroliga, también en el Martín Carpena, así que había ánimo de revancha. El Valencia de perder en el Bernabéu, con decisiones arbitrales discutibles, que les habían servido como banderín de enganche para reclutar de nuevo al aficionado. Venían mal dadas, sobre todo en el fútbol, en el que habíamos escuchado tambores de guerra, a Soldado reclamar compromiso a sus bravos para cortarnos la cabellera, con el apoyo de la tamborrada de la prensa valenciana y de la madrileña para hacer bloque y catársis. Pero, todo fue en balde, ambos partidos acabaron en inexorable con victoria merengue, como si Mourinho y Laso se hubieran llevado en sus viajes el sonoro bidón del chimpancé Mike. Amedrentados quedaron malaguistas y valencianistas tras los respectivos encuentros. Los primeros tras ver la exhibición de Mirotic, Carroll, el barbas Rodríguez y compañía, que no variaron su ritmo anotador en todo el encuentro y acabaron desfondando a los locales. Los segundos asistieron a la exhibición del renacido Di María, la noticia feliz de esta jornada, al tifón vikingo asolando las costas de Levante. El Real Madrid fue este domingo como la hiedra que cubre y ahoga por completo el tronco del árbol. Ni se le vió al equipo che de tan tupida que era la planta trepadora. Ni siquiera hizo falta la segunda parte. Fueron 45 minutos de fútbol que habría firmado ese Madrid de la temporada pasada que ahora parece un poco menos lejano. Hasta se permitieron fallar ocasiones clamorosas. Solo faltó como guinda el gol de Khedira. Y bien cerca estuvo. Y no por nada, sino para que de una vez se fijen en las prendas del alemán esos expertos de boquilla que escriben en la prensa.

Déjenme que describa los goles. Me busco un clip en Youtube y lo hago en un periquete. Así me voy ejercitando, que cuando sea mayor quiero ser cronista del equipo madridista, como Juanma Trueba, para darle cera a todo Cristo que sepa hacer lo que a mi me resulta imposible. Y, si acaso, mamársela con recato y sin que se sepa, que para eso está el disimulo, a quien el jefe me diga. Que lo mismo hay suerte y es quien en realidad me gusta. Aunque el sueldo ahorra el tener que estar con el alma en vilo a expensas de que se produzca la carambola. Tras fallar uno cantado, casi a renglón seguido, Higuain abrió el marcador para su equipo. A punto estaba de meterme en el "fregao" entre benzemistas e higuainista, para sumarme a los que más atizaban, claro, que en ese preciso momento eran lógicamente los primeros. Entrar en peleas que no estás seguro de ganar no es inteligente. Lo dijo Sun Tzu, que era un solete y sabía de esas cosas de la guerra, así que punto redondo. Todo parte de un barullo en el área de Iker, en el minuto 9, con un rechace que llega a los pies de Özil que, como alma que lleva el Diablo, inicia el contraataque desde muy atrás y por la banda izquierda. Apenas se le ve medio cuerpo al correr por el borde de la imagen del clip. Tampoco se le ve el dorsal al no ponerse en ningún momento de espaldas a la cámara que filma. Pero la delgadez del rostro le delata. Ya en la mitad del campo del Valencia, como si de una carrera de relevos se tratase, atiende al desmarque de Di María, que prolonga su escapada por el mismo carril. El argentino entra en el área de Diego Alves por la izquierda y solo le resta dar el pase de la muerte a Higuain, que fusila a placer al portero, colocando el balón, no incrustándolo en las mallas. Es el Madrid que habíamos avistado en el primer choque con los chés, veloz, decidido, sencillo como el mecanismo de un juguete, pero estético y prolijo como el diagrama del Ciclo de Krebs. El Pipita se abraza alborozado a quienes le acaban de hacer padre, que lucen, todo hay que decirlo, unos flequillos en un tris de convertirse en tupés. Algún peluquero está haciendo de las suyas en Valdebebas, ya nos lo avisó Benzema con su corte al estilo de los indios hurones. Khedira llega a felicitar al goleador cuando el abrazo entre tres se ha disuleto. Luce esa media melena desordenada, que quizá sea lo que tanto disgusta a Trueba de su persona. No le quitaría la razón si se tratara de eso, de estética e imagen y de vender periódicos con chicas en bikini en la contraportada. Luego hay una orgía de repeticiones para sembrar la duda entre los televidentes acerca de la legalidad de la jugada. En concreto, acerca de si parte en posición correcta Di María cuando Özil centra y no es fuera de juego del Ángel madridista. Ni por asomo, pero por pedir confusión en los aficionados que no quede. Ni un solo futbolista español en la jugada, ni un solo gramo de tiqui-taca en el rato que dura. Florentino tendrá que españolizar la plantilla de forma inmediata. Lo digo por ponerle un pero, ya digo que me estoy ejercitando como periodista.
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Para ver al segundo gol hay que esperar hasta el minuto 34. Cristiano, situado en la banda derecha, pegado a la banda, cerca de la línea de medio campo, otea en el horizonte y divisa a Özil en el horizonte, cerca del círculo central. La jugada comienza con ambos jugadores parados. CR7 centra en horizontal al alemán y le propone un desmarque por su banda. Cuando recibe el balón ha ganado casi la zona izquierda del área de Diego Alves. Dos defensas le enciman y le impiden el progreso hacia la porteria. Al menos eso parece en un principio. Realizaba varios amagues y caracoleos para dar tiempo a que llegué Di María. Cuando está cerca acelera la jugada y le asiste con un balón paralelo a la línea de gol y que el argentino solo tiene que empujar a puerta vacía, mientras se chupa el dedo anticipando la celebración del gol. El centro pilla desprevenidos a los dos defensas que cubren al portugués, al portero y a un tercer defensa al que Di María ha ganado la espalda. El gol es un prodigio de técnica, pillería y dominio del juego. Ha tenido los mismos protagonistas que el primero, pero sustituyendo a un delantero por otro, con Ronaldo en vez de Higuain. Nuevamente sin la participación de mundialistas españoles. El tercero parece una variante del segundo. Khedira lucha por un balón en el medio campo. Cuando logra la posesión se lo pasa a Ronaldo, que repite el mismo desmarque para plantarse tras la pared con Sami en la zona izquierda del área rival. Esta vez no espera a nadie, remata con la izquierda muy fuerte, pegado al palo, y el balón se cuela en la portería por el minúsculo espacio existente entre el pie de Diego Alves y el poste. Parece más minogolf que fútbol. Tampoco hay españoles esta vez, y empieza a ser preocupante. Veamos si hubo suerte en el cuarto. Esta vez el gol se produce en un ataque estático, no en un contraataque. Higuain se interna en el área del Valencia, cuya defensa está perfectamente organizada. Lo hace por el pico izquierdo. Cede a Özil, que se sitúa escorado a la izquierda. El alemán decide cambiar la orientación del ataque totalmente y, con un fuerte y preciso patadón, centra a Di María, que está en el extremo opuesto del área. El argentino domina el balón, lo controla sin detenerlo siquiera, lo domestica sin restarle viveza, y se lo cede ya masticado a Ronaldo, quien con la derecha fusila a Alves de nuevo. No hacemos más que barajar los mismos nombres sin poder echarnos un solo mundialista al coleto.

Ya sólo nos queda una bala en la recámara. En el quinto gol es Özil quien asiste a Di María con un pase al hueco, quien, en el mano a mano con Alves, decide colocar el balón en la zona izquierda de la portería. Se consolida el festival foráneo. Hay otro fútbol posible en la liga, sin españoles y sin especular con la posesión. Vertical, vertiginoso, con instinto homicida, el real Madrid completa una primera parte para enmarcar. En la segunda poco más sucede. Sólo cabe reseña dos posibles penaltis a favor del Real Madrid no pitados, uno de ellos clamoroso sobre Ronaldo, cuando se quedaba sólo ante Diago Alves y que, de señalarse, bien hubiera podido significar que el Valencia se quedara con uno menos. Si el equipo blanco hubiera tenido la pegada que se le achaca habría finalizado el partido con el doble de goles, con un marcador de escándalo y también de récord. El Real Madrid paseo por el césped de Mestalla el bidón de Mike y quizá haya hecho el suficiente ruido como para amedrentar al contrario y para que no se presente en el partido de vuelta de cuartos de final de Copa. Es lo que tiene tener un fútbol un tanto broncas, que no creará simpatías entre el público rival y los críticos, que prefiere las siestas blaugranas, pero a veces amedrenta contrarios y facilita el trabajo futuro. Aunque eso habrá que verlo.

Y ahora me entero, tras finalizar la crónica, curioseando en Google, que el chimpancé Mike es una celebridad, que hasta ha salido a colación en una entrevista de Eduardo Punset a Jane Goodall. Puede que hasta el ex-ministro lo conozco en persona, igual que conoció a Messi en una anuncio de pan Bimbo. Aunque no creo, las andanzas de la primatóloga son muy antiguas, las leía mi hermano de niño. Era fan absoluto de la etóloga autodidacta. No tenía ninguna preparación previa, Goodall, no mi hermano, y acabó siendo la primatóloga más famosa hasta el advenimiento cinematográfico de Dian Fossey. Leakey se limitó a asignarle una tarea y ella improvisó sobre la marcha. Igual que con la experta en gorilas de montaña. Le podría haber preguntado a él, a mi hermano me refiero esta vez, haber averiguado cosas jugosas del mono Mike y así haberlas contado por aquí para que todos supiéramos más de Mourinho, ya que dice Pablo Herreros que este primate se le parece mucho. También a Cristiano, supongo, que ayer dejo la Ciudad de Valencia amedrentadita. Son cosas de los caracteres fuertes. No hay maldad, se lo aseguro.

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