lunes, 7 de enero de 2013

El Fútbol y sus aledaños (72) - Apocalypse Mou



Apocalypse Mou
Real Madrid 4 - Real Sociedad 3 - Jornada 18 de la Liga - 6/1/2013

La prensa deportiva española quería una misión, y por sus pecados le dieron una. Una misión que cuando la acabe ya no querrá otra. Tal vez no esté en disposición de que se la ofrezcan. El fútbol español es un mundo de locos, directivos, técnicos, futbolistas y periodistas compiten por cometer los mayores excesos, verbales y en sus actos, pero solo estorba uno. Un genio, el único capaz de armar y dirigir a un equipo capaz de ganarle la liga al imbatible Barça. El Barcelona no tiene altillo, sólo sótano, aquel que logra situarse por encima de él es rápidamente desalojado de su situación de privilegio. Muchos perdieron el rumbo hace tiempo pero solo él es objetivo. Y urge eliminarle porque, a pesar de sus locuras, está ganando la guerra. La victoria ha pasado a ser objetivo secundario para la prensa, a la madrileña me refiero, a la local con vocación de periférica, la que trata de ponerse en la piel de todos menos en la nuestra. A la Central Lechera le obsesiona el problema. Quieren mandos en los ejércitos que obedezcan sus órdenes y sus leyes. Y para restaurar el orden en la profundidad de la selva, donde opera el coronel y sus gente, a menudo remontan el río partidas de caza. La última lo hizo hasta el mismo embarcadero de Setúbal en busca de su madre bastarda. Helicópteros con base en Unión Editorial atacaron el poblado mientras el Coronel Predo Jota tuiteaba sobre su tabla frente a la isla de Troia las olas creadas por la corriente del Atlántico. Cualquier táctica es buena si se consigue eliminarle o desalojarle de la jungla. El problema se agrava, se enquista en las mediciones de audiencia y por eso los métodos contra él también están enloqueciendo. Y en medio de esta locura solo el mantiene la coherencia, la calma, el rumbo. Les habla de sus planes y ellos solo escuchan la cháchara de sus propias cabezas, sobre caracoles que caminan al filo de la navaja.

Lo dije hace poco, los partidos del Real Madrid cada vez duran más tiempos, cada vez tienen más preámbulo, prólogo y epílogo. Pero ni un solo minuto para las conclusiones. Me refiero a las coherentes. Para el capítulo de bibliografía, para saber en qué se basan las afirmaciones que se hacen tampoco. El de ayer puede que haya sido uno de los más largos. Su origen, digámoslo cuanto antes, porque es importante, está en Twitter. @adrianayujuju nos advertía que alguien estaba ofreciendo en su TL una explicación coherente de la suplencia de Iker en el encuentro contra el Málaga. Y ya lo creo que lo era. Una explicación simple, limpia, al tiempo que novedosa, tan acertada que una vez sabida parecía evidente, que uno se extrañaba de no haberla considerado. Esa persona era un entrenador. Ni aficionado ni periodista, y eso es significativo. Quien piensa como el supuesto loco, quien ha sufrido como él la causa que lo desquicia, tal vez puede tener acceso a su parte cuerda, quizá sebe interpretar las intenciones de sus actos. @Futbeltran se dedica a lo mismo que el loco peligroso que habita en el tramo de cabecera del río, es entrenador en categorías inferiores. Ha escrito un libro, nos informa su bio. Bueno, si queréis datos sobre él los buscáis en Google o le hacéis follow, lo que consideraría un acierto. Aquí lo que importa es estar atentos a la explicación que ha dado sobre el gran escándalo nacional. Porque ni la secesión de Cataluña, ni la Prima de Riesgo, ni siquiera la tragedia del Madrid Arena, y mira que tiene a los AZNAR de por medio, son objeto de tanta atención por la opinión pública. No, el gran debate nacional es la suplencia de Iker.

Mourinho se encuentra, al finalizar el primer tercio de la temporada, con el siguiente panorama. Su equipo no acaba de carburar. Inició la Liga en un alarmante bajo estado de forma y le está costando mucho recuperarla. Ganó la Supercopa, con una segunda parte en el Bernabéu que solo la supremacía psicológica lograda la temporada anterior explica que no acabara en desastre. En la Liga ha perdido todas las opciones, al menos las razonables, y afronta las otras dos competiciones con más dudas que certezas. Con ser importantes los quebraderos de cabeza que le causa su defensa, siempre en cuadro desde el inicio, incluso los de la delantera, mucho menos efectiva que en ejercicios anteriores, es la portería el puesto en el que más claras quedan las miserias actuales del equipo. Un ilustre veterano, encumbrado por prensa y parte de la afición, en muchos casos por intereses poco aconsejables, es el titular del puesto. Dicen que Iker enarbola el estandarte de la disidencia a Mou en el vestuario y eso eleva hasta el infinito el caché futbolístico, también para los que le quieren de suplente en La Roja. Son cariños coyunturales, de conveniencia, evidentes además, porque a estas alturas ya nos conocemos todos al dedillo. Pero Casillas lleva año y medio en la cuesta abajo de su carrera. Probablemente sea el peor portero de la Liga en estos momentos, dato que se aceptaría sin reservas si hubiera algo más de sinceridad en los medios de información. Se escucha a menudo en boca de quienes los reciben: los homenajes llegan en el ocaso, cuando muchos quieren eliminarte del panorama por creerte ya acabado. A estas alturas ya sabemos si se debe a un mal estado de forma, a que está descentrado, más preocupado por su labor en la Selección Española y en salvaguardar la armonía con sus rivales, que se convierten en compañeros media docena de veces al año, pero que Iker ha bajado drásticamente su rendimiento es una evidencia al alcance de cualquiera que no sea un fanático. Su suplente no es de garantías. No conocemos su techo. Ha sido internacional con las categorías inferiores de la selección muchas veces, pero a la sombra de Iker su crecimiento ha sido raquítico en el tramo más importante de su desarrollo como futbolista. No es el primer portero cuya carrera se malogra a la sombra del árbol gigante. ¿Quien se acuerda a estas alturas de Diego López? En el Real Madrid me refiero. Para mí era el sucesor natural de Casillas, mejor que él en algunos aspectos. Tuve la suerte de verle jugar casi todos los partidos en su última temporada del Castilla, la anterior a su salida del nido, y me dejó impresionado. Unos reflejos similares a los del mostoleño y una colocación y saber estar que éste desgraciadamente no tiene. El portero total, que refrendó lo que prometía el primer año que estuvo en el Villareal, pero que parece haber entrado en declive, quizá por falta de objetivos, adecuación a un presente menos glorioso de lo esperado. Tuvo la mala suerte de coincidir en su eclosión con el más grande en su mejor momento. Un grande que ha encanijado su puesto en el club. Adán sigue siendo una incógnita. Solo parece quedar claro que el puesto le viene grande, no por aptitudes sino por actitud. Tampoco la prensa y la afición le estamos ayudando. En Copa parecía estar adquiriendo el equilibrio que le faltaba, pero ya le va a ser imposible sacarle frutos a ese logro. Porque Mou quiere a su mejor portero en ese torneo. También en la Champions. Pero quiere apretarle las tuercas, hacer que espabile, buscarle competencia, que se tenga que ganar el puesto. Y ha elegido la Liga, el torneo que ya casi se da por perdido, como campo de entrenamiento para Casillas. Lo que ocurra en este torneo tendrá poca trascendencia a medio plazo. En Copa y en Champions cualquier traspiés puede no tener enmienda. En realidad con las dos suplencias de Iker quien ha salido perjudicado es Adán, solo la ceguera del fanatismo impediría advertirlo. En canterano se ha quedado sin el único torneo en que podría ser titular hasta una hipotética final, cuya obtención podría considerar suya. Pero son los locos en este clima de locos los que se consideran más cualificados para dictar sentencia sobre la salud mental del hombre cuerdo que estorba.

Nos desayunábamos esta mañana con el insulto de Relaño a Mou el día de autos. Dos días antes le había llamado animal, pero de forma indirecta. Ayer de madrugada el término utilizado fue "mezquino", de forma implícita, que este es un juego de acercamientos paulatinos, como el de El Escondite Inglés, de moverte, en este caso insultar, cuando no te ven, cuando no te lo pueden reprochar. Y vale que "mezquino" no es munición dialéctica de grueso calibre, que mayor boquete hace en el ánimo una bala hueca dirigida a tu madre para tildarla de bastarda, pero en el periodismo serio deberían sobrar los insultos y las descalificaciones personales, sobre todo en los escritos de los mariscales de campo, los que garantizan que se respete la línea editorial, aunque no la decidan. Diego Torres, el Doberman que guarda la finca de PRISA de la invasión de los partidarios del Florentinato, trataba de convencernos de que Mou es un cobarde. Su gallardía al ir contracorriente es locura, intento de forzar que se le eche, cafrerío, modos lusos de afrontar la vida, pero de ninguna de las maneras valentía. Y nos hablaba en su artículo de la orden dada al speaker del Bernabéu para que no pronunciara su nombre. También nos aseguraba que no iba a ser capaz de mantener la suplencia de Iker ante La Real, por gallina, por temer a la afición merengue. Sería locura no temerla tras la exhibición que dio ayer por la grada. Un recital de despropósitos dignos de los más antis. Pero Mou es el más cuerdo de nosotros y también el más atrevido. La suplencia de Casillas no es una cuestión de huevos, aunque hay que reconocer que hay que tenerlos, y bien plantados en la anatomía, para atreverse a poner en práctica su plan para tratar de resucitar al capitán del equipo. Tampoco es un intento de forzar una situación adversa que obliga a Florentino a tener que destituirle. Es sencillamente un intento de ganar la Champions, de presentar credenciales con una plantilla que cuente con el puesto de portero cubierto. Pedro Jota Ramírez preguntaba en Twitter, tras saber la alineación, si tal vez Mou se creía el más listo de todos. Es el último en sumarse a la caza emprendida por la prensa, el que más desánimo me provoca con su cambio, porque el fue presa en su día para su compañeros y debería haber aprendido que las cazas del hombre mediáticas son repugnantes. Nadie escarmienta en cabeza ajena. Algunos ni siquiera en la propia. Poli Rincón, aseguraba un tuitero, enloquecía tras saber de la suplencia de Casillas y arremetía contra el primero que pasaba por su mente, Álvaro Arbeloa. En ese ambiente de histeria colectiva, bien trabajado por los periodistas de todas las facciones, comenzaba el partido. Encuentro que causó desde su inicio en el yihadismo, al menos en mí, el mismo sobresalto que causa en el personaje la película de Coppola el tigre que de improviso aparece de entre la fronda. Como un fantasma convocado por el subconsciente, delante de Frederic Forrest, el chef de la lancha que remonta el río, el tigre se le acerca para rugirle en la cara. Espanto, euforia, cólera asesina, sopor tras dejar atrás el incidente. De igual manera que no sparecen creíbles los tigres en las selvas vietnamitas, no son tampoco los partidos como el de ayer en el Bernabeu. No lo son pero suceden, aunque luego la prensa los altere a su conveniencia en la sala de montaje de la película. "Un 8 a Iker en las notas de @marca ya ni se tapan, mienten y manipulan confundiendo a la gente", tuitea alguien mientras escribo esto, y no puedo dejar de sonreírme por la desfachatez de la propaganda de los "charlies". Ojalá nuestra prensa tuviera las mismas agallas para imponer sus tesis, que además son verdaderas. Si, ya lo se, tenéis razón, soy un ingenuo, nosotros no tenemos prensa propia. La que había se la han alquilado al Barcelona, a cuyas excelencias se le han quedado estrechas como solución habitacional la prensa barcelonesa y la de ámbito nacional zapaterista. Son muchas portadas al más puro estilo "Pulseras rojas" las que se acumulan en los cajones, no hay espacio suficiente con las cabeceras disponibles.

En el minuto 7 ya estaba escrito el guión del partido. Y ya tenía de todo: tragedia, épica, romance. Los locutores del Plus, Manu Sarabia y no se quien más, nos informaban de que al escuchar en megafonía los aficionados el nombre de Mourinho el público se había manifestado con división de opinión. Al contrario que en los Toros, la vuelta al ruedo en el fútbol, si procede, es antes del lance. Y ayer, según los que allí estaban para informar -y muy afines a la causa merengue sabemos que no son en esa cadena-, había casi tantos pitos como apláusos. Porque la intención última, al menos es lo que a mi me pareció, era matizar los segundos. Al final del partido la prensa que pululaba por Twitter, bastante más radical que la Yihad, a ver cuando aprenderemos de como se las gastan ellos, ya no los matizaba sino que simplemente se dedicaba a eliminarnos con esa goma de borrar tan efectiva que es tener el monopolio de la información. "Pitada monumental en el Bernabeu", según La Cruzada. Una forma muy mezquina, gracias por el adjetivo, señor Relaño, se lo tomo prestado, para describir la pasión que cierto sector del madridismo, cada vez más amplio, siente por el entrenador de su equipo. Esta mañana, mientras van saliendo los links de enlace a los diferentes artículos de los periodistas, la pitada se ha convertido en petición de la salida de los sobreros, quien sabe si Benitez, Lippi o Zape, o el mísmisimo don Pantuflo, Jorge D'Alessandro. Y la retirada del ruedo con el tiro de mulillas del toro, de ese al que no sabe lidiar la prensa, menos aun cuando toca arrimarse con la muleta en la sala de prensa, el portugués Mourinho, bragado y cárdeno. Un toro que muchos vemos muy vivo, pero al que quieren sacar del banquillo del Bernabéu a rastras los del Tendido del 7, de la Monumental de Barcelona, fingiendo que lo ven muerto y desangrado.

Un minuto y treinta segundos después de iniciarse el partido, una internada por la banda izquierda de Ronaldo, que cada vez es más extremo sin dejar de ser delantero centro, acaba con el balón en los pies de Khedira, que atiende al desmarque en ruptura de Benzemá por el centro de la frontal del área. El francés controla el pase con la izquierda y, con el mismo toque, la economía y la precisión a la vez sólo está al alcance de los genios, se la acomoda para su diestra. Pierna con la que remata, más sutil que contundente, cruzando el balón al palo izquierdo ante la salida de Bravo. Pero solo necesito el Real Madrid 5 minutos para complicarse el encuentro. Varene trata de sortear la presión a la que se ve sometido cerca del banderín de córner cediendo a Adán. El canterano trata de jugar el balón con el pie con criterio en vez de valerse del socorrido patadón, pero su centro a Carvalho, que está junto a la media luna, pilla al portugués a contrapié. Se hace con el balón Carlos Vela, que se interna en el área y es derribado por Adán en su alocada salida. Trata de enmendar su error jugándosela, algo que ya no vemos hacer a Casillas, tan apoltronado en el éxito. Mejor no exponerse y dejar que la prensa afín reparta culpas entre su defensa. El lance se salda de la peor manera posible: con penalti y expulsión del portero madridista. Y, lo que es peor aun, con casi la totalidad del encuentro a jugar con uno menos que el rival. Pero los daños son aun peores. El público reacciona de forma histérica, pitando primero al portero y después aplaudiendo su expulsión al intuir la salida de Casillas. Reacción muy parecida a la de la prensa. Había quien rezaba por la parada de Casillas tras salir al terreno de juego. Ojalá, aunque se hubiera utilizado de forma artera en el postpartido y en el día de hoy. Pero Casillas hace años que no para penaltis en el Real Madrid. Sí, y muchos, con la selección, que es donde encuentra motivación plena y donde ha de esforzarse por ganarse el puesto. Tras el orgasmo colectivo de los disfrazados y los antis, el Bernabéu se sumió en la calma absoluta. Durante al menos un cuarto de hora se pudo escuchar claramente cantar a las chicharras, y eso que estamos en enero. Al equipo sólo le quedaba una opción: apelar a la épica, pero el público acudió al partido ahíto de roscón de Reyes, con la somnolencia de la siesta, a la que invitaba la hora fijada para el encuentro, con la preocupación de si habría apagado el horno y metido las sobras del pavo en la nevera. Triste, muy triste el silencio de las gradas. Otros públicos madridistas, y no muy lejanos, habrían reaccionado de otra manera. Recuerdo aquella Supercopa que se gano al Valencia con sólo 8 jugadores sobre el terreno de juego. Donde de verdad se necesitan canteranos es en las gradas no en el terreno de juego. En la alineación inicial casi sobran en vista del trato que se le ha dado a Adán.

En esa crónica de un encuentro a través de los gestos son significativos los ánimos que recibe de Arbeloa, dos palmadas en el trasero, un cabizbajo Casillas cuando se dirige a la portería a tratar de pararle la pena máxima a Xabi Prieto. Pero, tras pitar el árbitro, Iker se deja vencer hacia su derecha, cae como un peso muerto sobre el césped bastante antes de que lance el donostierra. Más de uno habría pedido las mulillas entonces, pero quizá somos más madridistas que los que reprenden a Mourinho. Sólo un minuto después, para reactivar nuestras ganas, comete exactamente el mismo error que ha llevado a Adán a los vestuarios. Un fallo que apenas se ha comentado. Tiene más suerte que su suplente, ya que el balón es rematado de forma inocente por el jugador de La Real que recibe el regalo. Arbeloa, ya lo he dicho muchas veces, es el gran capitán en la sombra. Este gesto que narro es uno de tantos que le he visto. Lástima que su mala temporada que le quita ascendente, y le de argumentos a sus muchos detractores. No tanto de su juego como de su forma de entender el Real Madrid. Cuando empieza a acercarse el descanso, el Real Madrid sale de su letargo. A pesar de su ventaja evidente, La Real Sociedad prefiere esperar acontecimientos, dejar que madure el encuentro, que el contrario vaya perdiendo facultades físicas. Eso permite al Real Madrid recomponerse, apelar a la táctica suicida de quemar sus naves. En el minuto 32, un saque de esquina de Özil, dirigido a la frontal del área chica de Bravo, es despejado por la zaga donostierra. El balón cae a los pies de Carvalho, omnipresente ayer en el encuentro. El central portugués dispara desde la esquina izquierda de la frontal del área, en semifallo, con poco impulso, y en su trayectoria hacia la portería la pelota encuentra la ayuda de Khedira que, de espaldas al marco, le da nuevo impulso con la suela de la bota, sin cambiar mucho su trayectoria, lo suficiente para desarbolar la reacción de Bravo. Gol de ingenio del alemán que premia el empuje colectivo. En el treinta y nueve vuelven las tablas al marcador. Xabi Prieto se aprovecha de un balón que llega rebotado hasta el área chica de Iker. Llega antes que él y Essien, así que ya saben en quien se cargará la culpa. Tampoco tenía una respuesta fácil, pero está claro que el Casillas milagrero de otros tiempos ya solo es reliquia que acumula polvo en esa sacristía que es la memoria de momentos que nos han parecido grandes. Más fatalidad que mal juego en el césped, más silencio que pitos en las localidades. El Real Madrid se encamina hacia el vestuario soñando con un futuro con tenga menos urgencias, reales y prefabricadas por la prensa.

La segunda parte está a la altura de su mito. El Real Madrid arrincona con uno menos al contrario. Cristiano aprieta los dientes. Özil se multiplica en el campo, en esfuerzo y en acierto. Carvahlo nos regala su canto del cisne. Benzemá se viste con la toga de los juez para dictar sentencia. Prende la poca leña que habita en la grada. Media parte para recordar, que la fatalidad antes mencionada convierte en gesta. Es Ronaldo quien exhorciza nuestros demonios, quien se encara con el tigre y le arranca un bocado en plenas fauces. En el sesenta y seis Carvahlo roba un balón en el medio campo, por empuje, probablemente también por madridismo. El esfuerzo por anticiparse al contrario le hace casi caer, pero rápidamente se yergue para centrar a Benzemá. En los pies del francés la épica se convierte en arte. También está a punto de tropezar al disputar el balón a su marcador. Cuando lo controla centra a Ronaldo que, nuevamente en lo que va de temporada, trata de batir el récord mundial de los 60 metros lisos. Balón y jugador coinciden en sus trayectorias en el lugar propicio dentro del área de Bravo gracias al fútbol matemático del marsellés. Ronaldo solo tiene que cruzar el balón y expresar toda la rabia acumulada. Es Carvahlo quien primero llega hasta él para felicitarlo, haciendo chocar su pecho con el del delantero de forma casi violenta. la guardia pretoriana de Mou, en la que con gusto habría servido Alfredo Di Stefano. Apenas cuatro minutos después vuelve a marcar CR7. De falta. Uno de sus misiles teledirigidos. El balón cambia de trayectoria dos veces en pleno vuelo. De forma brusca, violenta, con muy poco tiempo entre un arabesco y otro. La trayectoria final se parece mucho a la inicial, pero no es la misma y hace inútil la mano estirada de Bravo, que ha dejado de ver el balón justo después de ser chutado y se ha quedado anclado en su primera respuesta. El Bernabéu enloquece, esta vez para bien. CR7 corre hacia el banquillo para abrazarse a Mourinho, ese al que dicen que no quiere en su equipo, según un soplo de alguien del PSG, su supuesto destino cuando acabe la temporada. La reacción del entrenador está sujeta a interpretaciones. Relaño hoy elegía la más dañina, para el real Madrid y para la verdad. Pero de eso ya hablaremos en otro momento.

El madridismo vive cinco minutos de comunión, incluso con su presente. Xavi Prieto vuelve a colocarnos en la triste realidad. En el 75 cruza un balón a las mallas ante la tímida salida de Casillas, quien le enseña la patita por debajo del umbral de la puerta de su portería para que el delantero donostierra vea que no es el lobo feroz de antaño y no se asuste cuando remate. Nuevamente el portero se queda con el molde de la jugada y da su mejor perfila a los reporteros gráficos, manteniendo la postura para que quien lo necesite le de tiempo a cambiar el carrete y tirar la fotografía. Este es el que me dicen los que saben que recibe un trato injusto por parte de su entrenador, cuando su actitud calma y desentendida del juego ofende hasta al más calmado. Mucho trabajo tiene Mourinho se quiere mejorar su rendimiento. Y tuvimos nuestro cuarto de hora de suplicio hasta oir el pitido final, para darle más sabor a la victoria, para restarles argumentos a los defensores a ultranza de Casillas, para agrandar la leyenda convulsa del madridismo, para que los tuiteros ejercitaran su ingenio, muy superior al de los cronistas de la prensa. Murió el partido dulcemente. Cerro los ojos y pareció por un momento que se hubiera dormído. Muchos nos desmoronamos en ese momento. Apenas tuvimos tiempo para sumergirnos en las aguas del río antes de la llegada de los bombarderos. Ni rastro quedo de la dignidad de Mourinho cuando cesó el ataque con bombas de napalm, que aun esta mañana continuaba. Sumergidos, con los ojos abiertos en mitad de la corriente, los mourinhistas vimos bailar el fuego del infierno al otro lado de la superficie del río. Sólo sobrevivimos nosotros, que estábamos a este lado de la raya de la cordura. Una misión que se ha convertido en pesadilla, la de defender la lógica. Tan sólo habrá que esperar a mañana para asistir a un nuevo capítulo de esta guerra que empieza a ser fraticida.

El Coronel Kurtz, un Marlón Brando con voz vacilante, contaba en la película al capitán Willard, un Martín Sheen abrumado por su presencia, el día que lo cambió todo. Había ido a visitar un poblado de la selva en que los médicos de su regimiento habían vacunado a todos los niños. Una montaña de pequeños brazos acudió a su encuentro y al de sus hombres cuando se acercaban. Brazos minúsculos, apilados en un solo montón en una imagen bien elocuente, como advertencia de que iba a ser rechazada cualquier ayuda no solicitada. Aquel enemigo irreductible prefería el dolor y la muerte, incluso la de sus hijos, antes de tener que agradecer cualquier cosa, el más mínimo favor a los invasores. La negación del otro, necesaria para justificar su erradicación, su extirpación del mundo y la realidad, incluye necesariamente la negación tajante de su humanidad. Del mismo modo ha actuado la prensa con los logros de Mourinho, más que evidentes en los dos años que lleva en el club. Los han cercenado de su contexto y los han apilado unos sobre otros para que se pudran al sol. De nada han servido los títulos, los logrados y los merecidos, el cambio de la actitud en el equipo, la llegada de jugadores que han multiplicado la calidad de la plantilla, la recuperación de los que parecían extraviados para la causa, los muchos momentos de gloria vividos, la final de Valencia, la liga que se sentenció en el Nou Camp. Todos estos logros se pudren en el pasado, son pasto de los insectos, forman parte de lo que se niega, lo que nos llega de fuera, lo que nos es foráneo y por tanto ajeno, lo que mejora lo que ya había y lo convierte en opción para recuperar el sendero de la victoria. Estorba y se silencia, se apila y se deja que se pudra en la memoria. Es esta una guerra que ha enloquecido, que amenaza con no acabarse nunca. Mañana mismo remontará el río otra lancha en busca del mismo objetivo. Eliminar a un cuerdo entre tantos locos. Pero uno que no obedece las órdenes y que hace tiempo que no acepta las que le son transmitidas. Por quienes creen ser superiores: La prensa.

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