lunes, 21 de enero de 2013

El fútbol y sus aledaños (82) - Plumillas in the mist

José Mourinho celebra un gol. | Gonzalo Arroyo

Mou, el macho alfa narcisista
Pablo Herreros
Diario El Mundo - Sección de Ciencia - Madrid - 19/01/2013

"El que llegue tarde al bus se queda en tierra, aunque tengamos que jugar con uno menos". Estas fueron las palabras del entrenador José Mourinho en los primeros días de entrenamiento con el Real Madrid, cuando plantilla y entrenador aún estaban conociéndose. En los últimos años, la personalidad del técnico portugués a la hora de conducir el equipo ha sido uno de los debates más recurrentes en los bares y oficinas del todo el país. La antropología y la investigación de la conducta de los primates nos aportan información interesante sobre la naturaleza de este tipo de personajes.

Las estrategias de tipo autoritario para alcanzar el poder y ser respetado han sido observadas en varias comunidades de chimpancés. En Gombe (Tanzania), donde Jane Goodall estudió a los chimpancés durante años, en una ocasión observó el ascenso al poder de un individuo llamado Mike. A este macho le gustaba jugar con los bidones de hojalata vacíos. Un día descubrió que el sonido estridente que producían al golpearlos asustaba a los compañeros. Gracias a esta estrategia, consiguió llegar a lo más alto de la jerarquía sin ser el más fuerte del grupo. Este tipo de tácticas también son muy comunes en los humanos.

El puñetazo sobre la mesa del directivo, los gritos y lanzamientos de objetos del entrenador o los empujones del adolescente son patrones de comportamiento con un objetivo similar al de Mike y que Mourinho maneja a la perfección. Las más de doscientas tarjetas amarillas que atesora el portugués son una buena prueba de ello.

Este tipo de personas con estilo dominante desean ser el centro de atención de manera continua y no soportan el liderazgo natural de otros miembros. Esto podría explicar la decisión de Mourinho de dejar a Iker Casillas en el banquillo. También tratan de dejar claro en todo momento que controlan a su antojo todo lo que sucede y son muy inflexibles. El problema que este tipo de acciones tiene son las graves consecuencias sobre el equipo.

El neurobiólogo Robert Sapolsky, ha estudiado el estrés que producen las jerarquías en las que viven varios grupos de papiones en África, unos primates que son muy agresivos a la hora de defender su estatus. Sus estudios concluyen que este tipo de organización social tan estricta genera mucho estrés, lo cual empeora la salud de los que viven en ellas.

Mourinho, poco a poco, ha ido perdiendo las alianzas que mantenía con varios miembros del equipo, lo que le coloca en una situación muy complicada. La última pérdida en este sentido parece ser la buena relación con Cristiano Ronaldo, con quien hace pocos días se enzarzó en una fuerte discusión, en la que varios compañeros tuvieron que intervenir para separarles.

En varias especies de primates, el líder que más tiempo conserva su posición es aquel que más alianzas posee, ya que su estatus depende directamente del apoyo de otros miembros. Pero también resuelve más conflictos de los que crea, algo que Mou no entiende.

Para este tipo de contextos, como es un equipo de fútbol, los cuales se componen de pocos miembros, tenemos mucho que aprender de las bandas de cazadores/recolectores y tribus. En estas, los jefes ejercen un liderazgo situacional que depende del objetivo. Por ejemplo, si la meta es migrar, el mando lo tomará el que mejor se oriente. Si por el contrario, se trata de cazar, entonces el mas hábil rastreador tomará el relevo.

En los casos en los que los jefes son estables, su opinión es decisiva pero carecen de poder coercitivo, es decir, no pueden obligar a los demás a hacer algo que no quieren. Este es el caso de los kung, unos bosquimanos que habitan en el desierto del Kalahari.

Solo cuando los grupos aumentan mucho de tamaño, los líderes necesitan legitimarse mediante otras estrategias, como por ejemplo la asociación con una divinidad. En una ocasión, Mourinho declaró: "Tampoco Jesucristo era simpático para todos, imagínate yo". Estas palabras ponen de manifiesto una personalidad narcisista. Pero tampoco la prensa y aficionados hemos ayudado con apodos como "the special one". Estos alimentan su ego y le acercan a una percepción de sí mismo semi-divina.

El liderazgo es un fenómeno social compartido con muchas especies de animales que emerge de la necesidad de coordinar los grupos, cuando éstos deciden permanecer juntos para cooperar. Desafortunadamente, en las sociedades de primates humanos y no-humanos, en ocasiones es impuesto y no surge de manera natural.

El liderazgo artificial o impuesto por terceras partes puede funcionar durante un tiempo cuando los grupos se cuentan por miles o millones o si el personaje tiene el carisma suficiente para ilusionar ante un proyecto que se percibe por el pueblo como común. También debe ser capaz de generar vínculos de calidad con otros personajes clave.

Pero actuar como lo hace Mourinho, en grupos en que los miembros comparten todos los días espacio físico y existe una comunicación cara a cara es un error, ya que las conductas déspotas invitan al resto a cooperar en su contra. En estos casos, se ha de prestar especial atención al cuidado de la relaciones, algo sobre lo que Mourinho demuestra saber muy poco.



Plumillas in the mist
Artículo editado también en el blog: El Minuto 7

Lo primero que me pregunté, porque este artículo me ofrece más interrogantes, me sugiere más preguntas que respuestas, es qué necesidad había de tratar de explicar la conducta de Mourinho, su psique, a partir de los rudimentarios conocimientos que tenemos de los primates superiores. Sólo caben dos respuestas. La primera, que probablemente sea la acertada, esa es mi apuesta, es que el artículo sólo sea un chascarrillo. Y le podríamos reír la ocurrencia a don Pedro Jota, porque nunca debe perderse el buen humor, pero, de tanto repetir la broma de bajarle la dignidad a Murinho hasta los tobillos, quizá haya perdido su impacto inicial, en especial tras las dos variantes últimas en las que los periodistas usaban como gancho de la situación al hijo futbolista de Mou y a su bastarda madre. Porque la intención de hacer objeto de mofa al entrenador portugués en el artículo es evidente desde la misma elección de la fotografía que ilustra el escrito y lo encabeza, en la que se le ve en actitud exultante, un tanto agresivo en su euforia, engorilado, digámoslo ya sin más rodeos. Quizá al autor del escrito la postura del entrenador en la foto le haya recordado a las que a menudo ve en su labor como primatólogo en especímenes animales, y tal vez haya pensado que si le proponía esta semejanza como asunto para un escrito al señor Pedro Jota las risas y el éxito estaban asegurados. Que, total, con este personaje hay carta blanca, barra libre, se le puede atacar desde todos los frentes y en todos los tonos. Y podría haber quedado niquelado el asunto en el apartado gráfico si le hubiéramos visto,  a Mou me refiero, alborotando por el césped del Bernabeu con un bidón de gasolina´en la mano, al modo en que el despótico chimpancé Mike, dejándose caer en su algarada por los territorios de Iker, esto es, por donde el larguero alarga su sombra. Del mono Mike se adjunta en la versión digital del diario un clip de medio minuto en que se le puede ver arrastrando por el suelo de la jungla, colina arriba, colina abajo, lo que parece ser un recipiente vacío de sonora hojalata, que se nos dice que hace sonar como si fuera una carraca para amedrentar a los compañeros de la manada, que tan acojonados deben estar que ni los vemos en el documento. Sugiero, ya que la página web puede modificarse para mejorarse siempre que se quiera, que el autor busque el vídeo de aquella vez en que, llevado por su enojo por lo que veía en el terreno de juego, le vimos al portugués estrellar un botella de agua de plástico contra la mampara del banquillo, que al rebotar casi golpea a Rui Faría. Son sólo 50 centilitros la capacidad, es verdad, cuando el recipiente de Mike sextuplica sin problemas este volumen. Pero somos lectores inteligentes y sabremos realizar la asociación de ideas por nosotros mismos o, todo lo más, con algunas someras indicaciones de don Pedro Jota en unos oportunos mensajes de Twitter.

La segunda posibilidad, que me seduce y me convence bastante menos, es que el señor Pablo Herreros se haya querido marcar un artículo sobre fútbol, quizá seducido por la idea de lograr la fama que están adquiriendo los plumillas del deporte. Y siendo las posibilidades sobre elegir tema casi infinitas, quizá haya sopesado la idea de analizar la predilección de Mou por el uso trivote en el centro del campo, seguramente el único reproche de carácter futbolístico que se le haya hecho desde que está en España, predilección que podría comparar, es un decir, con las ganas que probablemente tiene Mike de exhibir su cipote ante las hembras de su manada. Son cosas de monos, no hay que tenérselas en cuenta, no tienen el mismo sentido del decoro que nosotros. Tampoco los periodistas. Al final no ha ido tan lejos, que tampoco se trataba de cargar tintas, sólo de sacar una sonrisa al lector con lo rocambolesco del planteamiento inicial, describir a Mou en el Planeta de los Simios y, ya sólo para aquellos que sobrepasasen en su lectura el titular y los primeros párrafos, exponer alguna anécdota entretenida. El caso es que el artículo ha acabado en la sección de Ciencias del periódico, no se si para darle un aura de credibilidad, de reflexión hecha desde los sesudos procedimientos que suele el científico, que intenta siempre demostrar cuanto afirma, sobre todo cuando se trata de una propuesta arriesgada. Pero veo que todo el argumentario del artículo se reduce a una burda mezcla de los chismorreos con los que nos regala a diario la prensa deportiva, con algunas chispeantes anécdotas del fascinante mundo de los primatólogos. El caso es que no nos consta que Mourinho haya perdido apoyos en el vestuario. Asimismo, sentar a Casillas en el banquillo no tuvo por objeto amedrentarlo. Más bien lo contrario, espabilarlo, y además ha dado resultado. Tampoco hubo ninguna pelea a los puños en la que tuvieran que separar a Mou de Cristiano, en la que quisieron involucrar hasta a Florentino, que ya no está para esos trotes, para intentar separar a dos tipos que se pasan las horas muertas en el gimnasio. Todo el entramado futbolístico con el que se articula esta greguería se desmonta en cuatro líneas, porque son meras patrañas que al señor Herreros ha debido oír a los periodistas deportivos de la redacción de El Mundo. Y si se trataba de establecer símiles, por una mera cuestión de educación al menos, tal vez el señor Pedro Jota debería de haber optado por dar el encargo a un psicólogo. Pero no, mejor el burdo símil de comparar al personaje con un mono de feria, que está en el tono de la controversia que la prensa mantiene con Mourinho.

A lo mejor el señor Herreros le parece más de personas, menos de primates, el trato que recibían los jugadores del Real Madrid por parte de su entrenador en tiempos de Del Bosque. Lo cierto es que cuando Camacho vio el resultado de trato tan exquisito, tan paternal, puso el grito en el cielo y se encaramó al árbol que tenía más cerca, para no volverse a descolgarse en el Bernabéu ya para los restos. Pero es verdad que Camacho tiene algo simiesco en sus formas, algo de orangután enfurecido cuando le buscan las vueltas, y lo mismo nos cuadrase todo. El trato a lo Sargento de Hierro, que gente como Mourinho o Capello dispensa a los jugadores a su cargo, jóvenes multimillonarios con excesivo tiempo libre, ingentes cantidades de dinero para gastar en cualquier capricho y un ego a prueba incluso de los mismísimos bidones de Mike, tiene por objeto imponer un orden mínimo en el vestuario que, cuando se pierde, se tarda años en recuperar. Básicamente hasta que se encuentra a otro sargento de instrucción que sepa mantener la tropa a raya y motivada. La anécdota del autobús, muy del gusto del topo de Valdebebas, tiene la trascendencia que quiera dársele, aun siendo monos los protagonistas. Seguro que con Luis Aragonés como protagonista las hay a cientos, y el si tiene cara de mono, creo recordar que hasta se le ha caricaturizado como tal alguna vez en las tiras gráficas de los periódicos. ¿Gallego y Rey tal vez?

Por otro lado, siento decepcionar al señor Herreros, pero Mourinho no tiene necesidad alguna de escalar por ningún entramado social para obtener la máxima jerarquía en el grupo. La tiene de facto desde que se le nombró entrenador del primer equipo del Real Madrid. Ser respetado es una aspiración que tenemos todos y que debería cumplirse siempre, aunque, por lo visto a lo largo de su estancia en España, sea un imposible para el señor Mourinho cuando de la prensa se trata. Y a las pruebas me remito. Sin ir más lejos las patochadas vertidas en este escrito. Así que, Mou no necesita coger ningún bidón, como el indómito Mike en Tanzania, para encaramarse a lo más alto, ya cayó sobre la cúspide de la pirámide cuando se arrojo en paracaídas sobre el Bernabéu, que al final su cometido aquí está resultando más labor de "paraca" que de entrenador. Todo lo más le reconozco al señor Herreros que el discípulo de Jane Goodall, nuestro simpático amigo Mike, es seguramente mourinhista. Y hasta puede que yihadista de Twitter, que a gente mucho menos despierta hemos visto tuiteando últimamente en la trinchera contraria.

A partir de la mitad del artículo si que se empiezan a introducir ideas más serias. Al menos parece haber una intención de trascender el estrambote del que se partió para sugerir cuestiones de mayor calado. Dice Pablo Herreros que los liderazgos ejercidos por personas de carácter -bueno, en realidad habla de papiones africanos, y cita una autoridad en la materia, pero vamos a hacer el esfuerzo de entrar en su juego-, hacen que el grupo se resienta y que incluso merme la salud de sus miembros. Lo cierto es que ese estrés, esa exigencia en el caso del fútbol de élite, procede no sólo de quienes dirigen el grupo, sino del entorno, de la prensa y la afición. Y suele ser muy fuerte, hasta el punto que es en este deporte donde más influencia tiene la carga psicológica en el desarrollo y el desenlace del juego. Tan legítimo es tratar de compensar esa situación de tensión ejerciendo un liderazgo sin excesivas exigencias, al modo del marqués, como lo contrario. Pero hay algo que se le escapa al autor del artículo, o que trata de ocultar sibilinamente con la esperanza de que no caigamos en la cuenta: En un equipo de fútbol el liderazgo del entrenador no está en cuestión o, mejor dicho, no debería estarlo, porque si lo está la descomposición del grupo es casi inevitable. Así que, la agresividad ejercida por el líder no es para mantener su status preponderante, sino para movilizar al colectivo hacia la consecución de las metas fijadas. Las exhibiciones de poder de Mourinho buscan el éxito del colectivo, nunca el personal. Muchos de los jugadores que ha tenido a su cargo así lo reconocen, y le alaban su capacidad para sacar de ellos su mejor versión, para enseñarles a mejorar aun estando ya en la élite de su profesión. Porque esa es otra, un primate tan agresivo como Mourinho ya es curioso que no tenga algún damnificado quejándose en los periódicos de sus métodos. Y ya ha estado en unos cuantos clubs, ha tenido a muchos jugadores a su cargo. Son más bien otros entrenadores con otro tipo de perfiles, más bondadosos o calmados en apariencia, de puertas para afuera, los que son criticados a menudo por sus ex-jugadores.

Si Mourinho ha ido perdiendo poco a poco sus alianzas para mí está más en el debe de los jugadores que del entrenador. Los hizo campeones el año pasado. Más aun, les redimió, tras un año de duro trabajo, de una situación de postración ante el Barça en la Liga y ante equipos de segunda fila en los torneos que se dirimen por eliminatorias. Tal vez no estén capacitados para dar lo que el triunfo exige en estos momentos, con rivales tan cualificados, sin momentos en la temporada en que se pueda aflojar el rendimiento. Algo debe saber Mourinho, aunque el señor Herreros no lo crea, sobre alianzas personales cuando ha dejado tantos amigos en tantas partes. Y es curioso que si hace poco tiempo se le achacaba el tener excesivas preferencias, enchufados, ojitos derechos, alianzas personales no basadas en el mérito futbolístico, utilizando la terminología del artículo, ahora se diga que no se junta con nadie. Parece como si la tan traída guardia pretoriana ya no fuera un recurso dialéctico del gusto de los detractores del entrenador portugués. Ahora el discurso es otro, de estar arropado por los suyos, un atajo de abducidos fanáticos a su persona, ha pasado a estar desabrigado de todo cariño humano. La mudanza en los argumentos, virar de forma brusca en mitad del debate, sobre todo si se ejerce sin autocrítica alguna, sin reconocer el error en lo que se dijo, siempre me ha resultado sospechoso y creo que delata escasa convicción en las propias ideas que se exponen y se defienden.

No voy a rebatir la confianza que Mourinho muestra en sí mismo. Que sea el entrenador de la liga actualmente que más tiempo lleva en un mismo club, además con logros importantes respaldando su labor, además de darle motivos para tener ese sentimiento, muestra una mentalidad poderosa, robusta, porque la presión ejercida sobre él ha sido la máxima. No se conoce en la historia del deporte español una campaña tan dura contra una persona, en cuanto a métodos, intensidad y prolongación en el tiempo. No se le da tregua a Mourinho desde hace tres años. Una persona con mentalidad débil, incluso fuerte pero no tanto como la suya, como son las de Messina, Schuster o Capello, no habría aguantado tanto. Los tres entrenadores que cito aguantaron mucho menos y se fueron tras finalizar el primer año. Dos de ellos incluso antes, porque Fabio anunció de forma anticipada su marcha al final de temporada para tratar de obtener una tregua en los ataques personales que sufría. El caso es que puede haber una excesiva confianza en Mourinho, hasta un nivel que nos lo haga antipático. Pero narcisismo no, ya que se trata de una patología, como debería saber el señor Herreros. Trato de documentarme sobre esta enfermedad del carácter y compruebo que Mourinho está lejos de cumplir los síntomas que permiten su diagnostico. En realidad no cumple ninguno. Son estos:

1.- Grandiosidad:  El narcisista se cree enormemente importante, considerándose por encima de cualquier persona, incluida su pareja o amistades.

Vamos a considerar que este síntoma se cumple, por ser fieles al mito de The Special One y por no avergonzar al señor Herrero con un cero patatero en cuanto a aciertos.

2.- Necesidad de aprobación:  Los narcisistas tienen una gran necesidad de sentirse aprobados y admirados por los demás, quienes, sin duda, tienen que saber lo maravillosos que son. Sienten que merecen una gran admiración y respeto por parte de los demás, de quienes esperan que deseen de buena gana satisfacer todos sus deseos y darles un trato especial (como perdonar sus deudas). Les gusta ser el centro de atención y conversación.

El discurso de la prensa sobre Mourinho suele incluir algunas de los elementos de la descripción, convertidos en acusaciones. Algunas de estas características son también propias simplemente de los caracteres fuertes. Pero, por ejemplo, ser el centro de atención y conversación no parece ser una de las aspiraciones máximas de Mourinho, al que se le ve a disgusto en los actos sociales a cuya asistencia le obliga su trabajo, que suele esquivar la sala de prensa, cosa que se le reprocha agriamente, y que rara vez concede entrevistas

 3.- Falta de empatía:  El narcisista no es capaz de ponerse en el lugar del otro y compartir sus sentimientos. Puede sentirse ofendido si un amigo le dice que no puede ir a su fiesta porque acaban de ingresar a su madre en un hospital. Se muestran insensibles y desconfían de los motivos de los demás.

Por no extenderme, que mi escrito ya excede en longitud lo que artículo del señor Herreros merece, simplemente recordaré aquella escena tan emotiva en que Materazzi y Mou se abrazaron mientras lloraban desconsolados, después de haber ganado una Copa de Europa, sabiendo que sus vidas se separaban a partir de ese instante. Quien no tiene empatía es incapaz de hacer amigos y Mourinho sabemos que tiene muchos, y muchos más que desearían serlo.

4.- Muestran desdén hacia sus parejas:  Los narcisistas piensan que deben sentirse queridos por ellas sin necesidad de corresponderles. Muchos ven a los demás de forma negativa y pesimista. Quiere ser el centro de la vida de su pareja, quien debe estar deseosa de satisfacer todas sus necesidades o, de lo contrario, le retirará su amor.

Sabemos, por boca de él tambien, que su mujer es el pilar fundamental de su vida. Podremos acusarle de muchas cosas pero no de no ser un hombre de familia, un buen padre y un buen marido. Es posible que sea precisamente lo que decida su marcha, ya que lo que están padeciendo sus familiares no es de recibo.

Nos habla en los últimos párrafos del artículo el señor Herreros del liderazgo en tribus humanas. Nos dice que cuando se trata de grupos pequeños es eficaz el liderazgo compartido, según la tarea emprendida. Viene a ser lo que nos sucede habitualmente, el jefe lo es en la oficina, y en otros ámbitos no detenta poder ningún. Tampoco Mourinho tiene capacidad de mando en las casas de los futbolístas. También nos habla del liderazgo sin poder coercitivo de los bosquimanos del desierto del Kalahari, y entiendo que de lo que nos quiere hablar es del liderazgo adquirido a través del respeto ganado ante los subordinados. Tampoco dramaticemos, en los equipos de fútbol los entrenadores no gozan de poder coercitivos, ya nos gustaría, para poder meter en vereda a talentos desperdicados como los de Robinho, Drenthe o Lassana Diarrá. Ojalá alguien hubiera tenido la potestad darles en su momento un par de collejas bien dadas para que se les acabara la tontería. No digo un mordisco en la yugular, que yo si se distinguir entre humanos y primates. Por muy autoritario que pueda parecer Mourinho no podrá extraer de sus jugadores aquello que no quieran darle, aquellos sacrificios a que no estén dispuestos si no sienten por él respeto debido a su eficaz liderazgo.

Al final llega la trampa. Después de habernos hecho creer que Mou ha obtenido su liderazgo, entiendo que en el Real Madrid y el resto de equipos, en base a ser el primate más agresivo, el que más ruido hace y más amedrenta a los individuos de su entorno, nos insinúa que quizá lo tiene de forma artificial, por haber ilusionado al grupo con unas capacidades ficticias. Y, además de ir en sentido contrario al que iba su artículo en cuanto a línea argumental hasta ese momento, se trata de un planteamiento equivocado. La ilusión surgida en el madridismo, en Florentino, quien le contrato, incluso en sus jugadores, aunque ahora juguemos a que no lo soportan por déspota, es bien lógica, con la llegada de un entrenador que había triunfado en tres países diferentes, con un curriculum inmejorable. Ilusión que se habría visto refrendada con títulos desde el primer año. Y, ya caídos en la trampa dialéctica completamente, se nos afirma que es incapaz de crear lazos humanos con sus semejantes, como si fuera autista. Supongo que el modelo a seguir, le estoy viendo el plumero al señor Herreros, debe ser Guardiola, del que raja todo bicho viviente una vez se ha librado de ser su subordinado. Pep, el que estuvo seis meses sin hablar con un Ibrahimovic en plena depresión, porque no entraba en su despacho de motu proprio, que fue incapaz de cruzar ni una palabra con Eto'o durante todo un verano, para despedirse de él al menos tras haber exigido a la directiva su venta y haber entablado conversaciones secretas con Villa para convencerle de que fichase por el Barcelona, que marginó a cuantos delanteros tuvo a su disposición para que Messi se sintiera la estrella indiscutida del equipo. Estrella que ni siquiera fue capaz de acudir a la rueda de prensa que dio en día de su despedida del club blaugrana. Eso si que es establecer lazos humanos, y que sino venga Dios y lo vea.

En resumen y como conclusión, sean cuales sean los errores de Mourinho, suponiendo que los haya, aunque todos los cometemos, no los vamos a detectar viendo documentales de chimpancés o de tribus aborígenes africanos. Pero, ya puestos, echo a faltar la opinión de Dian Fossey, que seguro nos habría ilustrado con más ejemplos, interesantes y divertidos de sus gorilas de montaña. El artículo de Herreros no dejan de ser fuegos artificiales, estruendo y colorido sin consecuencias, un chiste cuya gracia no se prolonga mucho en el tiempo y le acaba obligando a tratar el tema de forma más o menos seria. Se basan las propuestas del autor en informaciones falsas sobre Mourinho, más bien chismorreos, muchos de ellos mentiras tan evidentes que basta con aplicar algo de lógica o recordar el pasado reciente para desmentirlas. Y la comparación con ejemplos de monos y tribus salvajes, chistes de los que cuentan los primatólogos y antropólogos  cuando van con dos copas de más, las más de las veces es excesivamente forzada. Nada sacamos en claro en última instancia porque las conclusiones las más de las veces contradicen las premisas, bueno, las que trata de ocultar para que tenga un mínimo recorrido el escrito. Lo que si está claro es que Mou se ha convertido en un género literario, que cada vez abarca más espacio a lo ancho en los periódicos, que su influencia en las mentes de los periodistas crece sin cesar de forma alarmante. Los plumillas de la prensa pierden el rumbo de sus palabras como si estuvieran envueltos en la niebla cuando tratan de abarcarlo, como persona y como fenómeno. Un fenómeno atmosférico en su caso que los desorienta y se les cala en los huesos. Será un duro invierno el próximo para los periodistas como definitivamente no emigre a la Premier.

1 comentario:

  1. Yo he dejado de leer el artículo cuando ha dicho que chocaba con la personalidad de otros líderes del vestuario como...¡¡¡Casillas!!!. Conocido precisamente por su carácter, su personalidad, su resistencia a ser maleado por fuentes externas y su capacidad para dirigir un grupo. Mátame camión.

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