miércoles, 2 de enero de 2013

El Fútbol y sus aledaños (68) - Las amistades peligrosas



Las amistades peligrosas

Se que mi estilo ¿literario? exigiría destinar el primer párrafo a discutir cual de las adaptaciones cinematográficas de la novela epistolar de Pierre Choderlos de Laclos, la de Milos Forman o la de Stephen Frears, me parece superior, cual destila más belleza o verdad que poder utilizar en mi mentira, en la intención de este escrito. Y sería complicado, porque creo que ambas versiones son pertinentes, aun siendo prácticamente coetáneas. Y si Michelle Pffeiffer, aquella Michelle Pffeiffer plena de dulzura e inocencia en su boca frutescente, sería argumento de peso para preferir la del director checo, los actores que encarnaban los malvados de la función en la primera de la versiones, la del inglés, podrían decantar la balanza en su favor. Glenn Close, que, si nos pusiéramos campanudos, podríamos afirmar que nació para interpretar esa escena final de desolación y locura tras su derrota total preñada de triunfo absoluto. John Malkovich, magistral en su rol de hombre depravado redimido por el amor, al más puro estilo del arquetipo de Don Juan, pero un burlador que no lucha contra sus espectros y se deja vencer por ellos. Un John Malkovich, aquel John Malkovich, aun no devorado del todo por ese registro interpretativo que sólo el sabe dar a sus personajes. Y con el casi debut de Umma Thurman, esa Venus intemporal de Hollywood, salada por ser reciente su salida del mar, la mujer que habría querido pintar Sandro Boticelli en su Consagración de la primavera, o dibujar Millo Manara en cualquiera de sus comics. A lo mejor ya me estoy decantando. Pero, a lo que iba, seguro que esa sería una forma poderosa y muy visual de iniciar el escrito ligar el tema al de la historia en su versión para el cine, cualquiera de ellas, evocando la escena en que Malkovich utiliza como escritorio para escribir una carta el cuerpo de la Thurman, o, en el otro extremo de la intención y en la otra película, las lágrimas de la Pffeiffer, capaces de turbarnos profundamente y lavar, de arrancar de nuestra alma y arrastrar consigo, todos nuestros pecados, hasta los más oscuros. Milos Forman y Jean-Claude Carrière, en su guión conjunto, en el que predominaba lo lírico, nos dieron momentos sublimes para deleitar nuestros ojos. Pero también Christopher Hampton en su versión alternativa, en la que la depravación se adueñaba por completo del Jardín del edén. Pero se me ocurre otra imagen mucho más potente, más evocadora para el madridismo. Una imagen cargada de simbolismo, de energía primigenia, que es parte del sistema radical que nutre el presente, raíz de tantos momentos de triunfo como de desengaño. Aquella entrevista a un Iker adolescente, que ese día había sido citado por el cuerpo técnico para viajar con el primer equipo del Real Madrid. Su primera convocatoria, que supo en mitad de una clase en el instituto. Aquel niño era la nueva cosecha, la que cada Primavera Blanca palía el hambre de victoria que nos deja el invierno.

Era aquel un momento convulso para el puesto de portero, sin dueño claro. Hoy también lo es, pero la prensa ha apuntalado a Iker entre los palos con clavos de nueve pulgada, y por eso no se mueve de la sombra filiforme del larguero. Es la frontera de su universo, a partir de donde se expande, aunque ahora amenace colapso, un big crunch de proporciones cosmológicas. Si Fred Hoyle levantara la cabeza utilizaría la polémica de Casillas como argumento para su teoría del estado estacionario, más elegante que la del Big-bang, y que no necesita ser balanceada con un universo inflacionario para que cuadren las cuentas. Si dicen que en la exitosa carrera de Iker un factor decisivo ha sido la suerte, buen ejemplo de ello sería la primera imagen que ofreció al Planeta Fútbol, la de un chaval zangolotino, como diría una tía mía, de apenas 16 años, que ni siquiera tenía que improvisar la ilusión porque a esas edades aun las segrega el cuerpo de forma natural. Nos ganó a todos en su entrevista en Tele Madrid, en la que se mostraba natural, con un discurso vacilante pero el apropiado a sus años. Discurso que luego se ha ido matizando y oscureciendo para intentar expresar lo menos posible y evitar los callejones sin salida con la prensa. La baja de Illgner, siempre en trance de salir del equipo, gran portero, pero con una representante inconveniente para ganarte la amistad de los periodistas, así como la de Contreras, también canterano, llevaron a aquel chaval mostoleño hasta Noruega en la primera llamada del técnico del primer equipo, entonces Jupp Heynckes, para ser el suplente de Cañizares. En el Lerkendal Stadion del Rosenborg no hizo otra cosa que calentar banquillo, tan necesario aquella tarde noche de invierno nórdico, con el césped asediado por la nieve, completamente rodeado por ella. Vikingos somos, pero los fríos de aquellas tierras nunca nos fueron propicios. Perdió el Real Madrid 2-0, pero la imagen de Iker, inmaculada como la de las primeras nieves, siempre por encima de todo, brillando en la cúspide en los buenos momentos, alzando copas en el colofón de los torneos, pero desapareciendo siempre de las listas de posibles culpables en los malos, sacó un enorme rédito a esta derrota. Era el año de la Séptima, y poco faltó para que el portero pudiera incluirla en su curriculum incluso, a dos años vista aun de su mayoría de edad.

Mucho tuvo que ver Bodo Illgner con la consecución de aquella Copa de Europa tras 32 años de sequía. La travesía del desierto se culminó con un feo partido en el que predominaron las defensas sobre las delanteras y el campo de batalla fue claramente el medio campo. El Real Madrid tenía interiorizada su inferioridad ante aquella Juventus de Zidane y Del Piero y planteo el encuentro, ya fuera su opción inicial o por imponerla las circunstancias, desde la brega, la lucha en cada parcela del campo, el empuje constante. Caballería de húsares, la de Raúl, Mijatovic, Suker y Morientes, convertida en regimiento de transporte. Pura sangres transformados en reata de carromato de caballos. Cuando el equipo italiano entendió al fin el carácter del encuentro, tiempo después de aquellos maravillosos pasos de ballet del Montenegrino junto a la raya de gol de la portería de Peruzzi, que siempre que los recuerdo me traen a la cabeza el Vals de las Muñecas, que Delibes compusiera para su obra Coppelia, emergieron las figuras de sus dos todo terreno, Descamps y Davids. Cerca del final, el pequeño holandés de las gafas con cinta atada a las patillas, horadó la defensa blanca como un topo y se plantó solo cerca del punto de penalti. El brazo estirado del portero alemán, en otro alarde ballet, este más atlético que el de Mijatovic y completamente a ras de suelo, evitó el empate y empezó a hacernos creer que era posible la victoria. Momento sublime de la historia del madridismo en el que Iker era mero espectador, aunque privilegiado, y Bodo protagonista principal. Pero el espigado cancerbero, tan del gusto de Capello por su envergadura y su destreza en el juego aéreo, no era amigo de la prensa. Se decía que su mujer, Bianca, que además era su representante, lo ataba en corto y apenas le dejaba salir de casa. Menos aun a conocer la famosa noche madrileña. Las entonces escasas mujeres periodistas se quejaban de que eran vetadas por ella si solicitaban entrevistar a su marido. Ningún modo más rápido para ganarte el descrédito de la crítica que hacerte antipático a la prensa o entorpeciendo su trabajo.

Tan solo dos años después llegó la oportunidad de Casillas para debutar en el primer equipo. Cañizares desaparecido del horizonte al forzar su traspaso. Diego López, para mi el mejor portero que ha salido de La Fábrica en las dos últimas décadas, aun un mero proyecto. Illgner en declive deportivo y, sobre todo, mediático. Un suplente fichado, Bizarri, que no dada la talla y había evidenciado no saber aguantar la presión del estadio. Todos esos factores se confabularon y precipitaron el inicio de la exitosa carrera de Iker. Meteórica en escalar la cima, al tiempo que de largo recorrido, jalonada de éxitos en sus dos equipos. Ya en esa primera campaña se pudo ganar el puesto de titular y pudo enfrentarse al que había sido el otro aspirante a suceder al alemán. En la mismísima final de la Copa de Europa, la que enfrentó en París al Real Madrid y al Valencia. Un contundente 3-0 sirvió para reforzar la candidatura del mostoleño a la Selección Española. Cuya titularidad obtuvo ayudado otra vez por la suerte, gracias a una inoportuna lesión del portero valencianista tras un accidente doméstico. Tantos percances en el baño de la familia Cañizares. Desde entonces, mientras que en la selección ha tenido, por lógica, fuerte competencia, apenas la ha soportado en su club, y eso quizá explica porque divergen tanto las curvas de su rendimiento. En constante crecimiento la de la selección. Estancada hace unos años la del club y actualmente, desde hace año y medio, en evidente retroceso. Nunca se ha explicado bien que motivó la decisión de Del Bosque de sentarlo en el banquillo para darle la titularidad a César, incluso en la final europea de Glasgow, si hubo factores extra deportivos. Se le reprochó al entrenador salmantino en su momento, más tras la increíble actuación de Casillas tras ponerse los guantes al caer lesionado César. Todas las críticas se olvidaron, todos los pecados se le perdonaron a Del Bosque una vez salió del club y, sobre todo, cuando empezó a cuchichear reproches a su ex-equipo durante su labor como comentarista en TVE. Algo nos quiso contar César sobre este asunto  hace un par de años, en Punto Pelota, pero para entonces los amigos de Casillas eran muchos y poderosos, tantos que alguno había en el plato del programa de Intereconomía, entonces programa algo marginal, repudiado por el gremio. No como ahora, en que parece haber bofetadas por ser uno de sus tertulianos y se ensayan en las cadenas de TV rivales idéntico formato. César fue muy censurado por apenas unas pocas medias palabras, por unas cuantas insinuaciones, por algunas omisiones en las debidas loas a los ídolos oficiales. Sus respuestas empañaban la imagen inmaculada que teníamos del mostoleño, iban contra el dogma. No tenían ningún calado en realidad, pero eran blasfemas. Además, cuestionaban la postura de la prensa, sus modos, cuando hubo debate sobre quien debía ocupar el puesto. Dos años después la presencia de incondicionales de Casillas en Punto Pelota se había incrementadode forma exponencial y una visita de Miguel Queipo de Llano se convirtió casi en un linchamiento por cuestionar la figura de Casillas.

Para mí el principal problema de Casillas son sus amistades peligrosas, que le han ocasionado el descrédito en una parte de la afición. Que podrá ningunear o despreciar la prensa, pero que es significativa, representativa de cierto sentir del madridismo, y merece al menos el mismo respeto que otros sectores de la masa social merengue. Hemos discutido mucho sobre la deficiente forma en que Casillas ejerce la capitanía, sobre todo desde los incidentes con el Barça, sobre la merma significativa en su rendimiento. Pero incluso eso podría soslayarse a la hora de su valoración como madridista, como jugador comprometido con el actual proyecto, si no fuera por el papel distorsionador que ejercen sus innumerables compinches periodistas. Estos, su modo de entender el periodismo, nos obligan, en primer lugar, a tomar una determinación en una ficticia disyuntiva entre Mourinho e Iker. Hay que elegir, según ellos, y cuando la opción no es la apetecida llegan los problemas, los insultos en Twitter a La Yihad, los acorralamientos a los compañeros de profesión en los platós, las diatribas en los periódicos para sofocar los discursos alternativos. Después, en segundo lugar, nos obligan a comulgar con ruedas de molino, a aceptar, por ejemplo, que un gol que se encaja tras rematar un jugador rival un balón llovido del cielo en el área chica es culpa del defensa más cercano, sin responsabilidad alguna del portero. Y, para rematar, en tercer lugar, narrándonos sucesos ocurridos en el vestuario, cuya prueba de veracidad sería la existencia de topos dentro de la plantilla. Cuando hay amor de por medio no es posible el reproche. Uno ama a quien ama y por ese simple hecho ha de perdonarlo todo. No es tanto Iker el culpable de tener una pareja sentimental con escasa afinidad personal con algunos de sus compañeros de plantilla, que le gusta criticar los modos de unos y de otros, a veces entrando en la valoración personal. Quizá debería ser ella, tras ver en la difícil situación en que sitúa a su pareja, quien debería suavizar el tono de sus críticas. Hablar de prepotencia en la actitud de Ronaldo, alinearse con las tesis apocalípticas en torno al madridismo, con La Cruzada en marcha para recuperar los Santos Lugares, me parece un enorme egoísmo por su parte. A todos nos gustó el papel de Sara Carbonero como intrépida aventurera en busca del penalti perdido de Iniesta, el beso con el héroe al final de la película de la Eurocopa. Sus ojos de gata, no se si verdes, grises o color magenta, -solo se los he visto en fotografía, para mi desgracia, y tienen todos los tonos y cromas del arco-iris según sea el trato que le dan la luz y el fotógrafo-, son su mejor pasaporte para el perdón. ¿Quien podría poner reparos a una mujer de carácter con ese rostro? La miro en la fotografía que incluyo abajo y ya me cuesta censurarla. Pero creo que obra de forma egoísta con Iker. Su progreso en su carrera como periodista no creo que exija dar pienso a los buitres que llevan años sobrevolando los cielos por donde camina el madridismo. Con buen periodismo tal vez se llegue más tarde pero sin duda más lejos. O eso me gustaría pensar. A ella si la veo redimiendo el alma descarriada de un conde de Valmont. Hay pureza en sus ojos, un brillo perlado que adormece la mirada, que calma y hace que el pensamiento se convierta en precipitado químico, que solidifique en la mezcla y caiga hacia el fondo del vaso, hacia la calma. Hay en ese gesto de apoyar el rostro en la palma de la mano tanta tranquilidad, tanta capacidad para procurarla en quien la contempla, como en la luna más grande en una noche de verano. Luz cuya fuente podría ser un rumbo, que podría hacer pensar a Valmont que el que llevaban sus pasos antes de conocerla es totalmente erróneo. Con más de Meg Tilly que de La Pffeiffer, porque le falta inocencia, aunque vaya sobrada de pureza y supuesta fragilidad, veo a la señorita Carbonero amistad peligrosa para Casillas, pero más por excesivamente adecuada que por creerla interesada. Si ajena a los intereses del otro. ¿Si a mi me cuesta dejar de mirarla como puedo reprochar a su novio que no quiera dejar su orilla?

Es sobre el resto sobre quienes cargó con todo, como el Undécimo de Húsares de Harry Flashman sobre la artillería rusa en el valle de Balaclava. No me encaja Carmen Colino, siquiera Eva Turégano, en el papel de Madame de Tourvel, aptitud que podría redimirlas a través de su potencial redentor. Son amistades peligrosas, como Roberto Morales, Javier Gómez Matallanas, Iñaki Cano, Juan Carlos Rivero y tantos otros. Este último firmaba hace tan solo dos días en Deportes Terra, en su columna de opinión "El banquillo de Rivero", un artículo en el que nuevamente volvía a proponernos la salvación de uno sólo de los dos personajes supuestamente enfrentados, Iker y Mou, Cristo y Barrabás. Y debería entender el señor Rivero que aun en caso de que la comparación fuera atinada, aunque el portero fuera un santo, el más grande que hubiera habido, y el entrenador el más peligroso criminal, por venir de él la propuesta, un Pilatos que se lava las manos respecto a lo que pueda suceder después, la elección de algunos, de los que no están a gusto con la colonización del imperio romano, del Real Madrid por la prensa, sería siempre la de rechazar a su preferido. Pero es que encima alardean siempre de su amistad, de ser compañeros de borracheras, de hablar con él constantemente, de estar al tanto de lo que piensa en cada momento y respecto a cualquier tema, de tener línea directa y siempre operativa con Iker Casillas. Y, lo que es peor por situarle en el disparadero, alardean también de conocer al dedillo sus visicitudes personales en el club, sus broncas sin testigos con unos y otros. Ya sea de forma directa o con la chica de los ojos bellos como intermediaria, le señalan claramente como el ya celebérrimo confidente. Le señalan tan de cerca que casi le meten el dedo en el ojo. Y cuando aceptamos su juego de capturar al topo, su dedo nos señala el camino. Mezcla Rivero en su cuita personal con Mourinho a Iker Casillas, lo hacen muchos periodistas. Y ha de entender que el entrenador del Madrid también tiene sus seguidores. Flaco favor le hace al que dice que es su amigo y que tanto dice que defiende. En ese pulso personal que la prensa tiene con Mou, y en el que dicen contar con el apoyo de Casillas, una posible derrota, no tan descabellada como suponen, supondría también un quebranto para su amigo. Lo utilizan de forma torticera en sus asuntos personales y lo vuelven evidente culpable aunque fuera inocente.

Sigo sin tener certeza de la verdadera opinión de Casillas, sobre Mou y sobre ningún tema. De tan melindroso que se ha vuelto su discurso ya carece casi de contenido, o si se quiere de alma, de intención. Oírle aceptar su baja forma, que es merecida su suplencia, que ha de trabajar duro para recuperar la titularidad, apenas obra ningún efecto sobre el madridismo, porque los propios periodistas encargados de hacernos llegar la crónica de su rueda de prensa, la de hoy, se encargan de vaciarla de contenido, de tono, de sustancia. Jaime Rodríguez, hoy en El Mundo, titula su reseña acerca de las palabras del portero en Valdebebas: "Casillas se gana el puesto", torciendo la intención de sus palabras, suplantándolas por su deseo, equivocando deliberadamente el tiempo verbal en la frase. El puesto aun no se lo ha ganado, y quien ha de decidirlo es Mourinho, no el reportero, ni siquiera Casillas. Este recurso es recurrente, rebatir el contenido de lo que se dice en el escrito con un titular o una entrada resumen. Y si en este caso de lo que trata el artículo es de las declaraciones de Iker, lo convierten en su marioneta. No sabemos quien será el topo en el vestuario, al menos yo no, aunque muchos yihadista lo tienen claro al haber deletreado su nombre las amistades peligrosas, pero el muñeco Monchito no es ni mucho menos Karanka sino Casillas. Debería poner tierra de por medio con sus titiriteros. Si fuera inteligente. Todos hemos errado al elegir pareja. Pero los amigos no se eligen, te los proporciona la vida. Y estos que dicen serlo de Iker no se comportan como tales, no se los ha ofrecido sus experiencias vitales sino la conveniencia. La de ellos, no la de Iker, al que tanto perjudican.



Reseña en realmadrid.com de la primera convocatoria de Casillas con el Real Madrid en el décimo tercer aniversario

Reseña en realmadrid.com del debut oficial de Casillas con el Real Madrid en el décimo tercer aniversario

Intervención de César en Punto Pelota y enfrentamiento con Tomás Roncero

Intervención de Miguel Queipo de Llano en Punto Pelota en octubre de 2012

Artículo de Juan Carlos Rivero en Terra Deportes: El grito de Iker

Artículo de Jaime Rodríguez en El Mundo: Iker se gana el puesto

No hay comentarios:

Publicar un comentario