viernes, 25 de enero de 2013

El Fútbol y sus aledaños (86) - Un sainete como los de Alfonso Paso



Casillas conduciendo a una sola mano
Alfredo Relaño
Diario AS - Madrid - 25/01/2013

Entre la polvareda de cuánto aguantan o no aguantan los capitanes del Madrid a su entrenador (yo creo que le aguantan muy poco) emerge el verdadero problema del Madrid para los próximos dos meses: Casillas no va a estar ni en la semifinal de Copa ni en octavos de la Champions. Es un problema mayor que va a colocar a Mourinho ante la tesitura de apostar de verdad o no por Adán, ahora ya sin faroles. O eso, o salir al mercado a por un buen guardameta con posibilidades de aguantar esa portería en condiciones particularmente difíciles: con la temporada en juego y con todas las miradas encima.

Curioso lo que le ha pasado a Mourinho. Será verdad eso de que Dios castiga sin piedra ni palo. Nadie se imaginaba un Madrid sin Casillas desde hace mucho tiempo. Ni siquiera Florentino, que tanto acarició la tentación de fichar a Buffon o a algún otro pero no se atrevió a hacerlo. Tan poco concebible es un Madrid sin Casillas que nada más producirse su lesión corrió el macutazo de que no era para tanto. Nadie quería imaginar eso grave. A tanto llegó esa confianza (¿o era algo malicioso?) que a la vuelta de Valencia fue él solo, conduciendo su coche a una mano, al hospital, a pasar la primera revisión.

He ahí algo asombroso. Esa foto de Casillas, el mejor portero del mundo, abandonado por su club, conduciendo a una mano en la madrugada para ir al médico me parece la expresión gráfica más extrema del despelote de una institución que cada día se desmerece más a sí misma. ¿Qué más tenían que hacer tantos auxiliares como pululan en torno a la expedición, directivos, delegados, personal médico, cuadrilla mourinhana, etcétera, etcétera, que acompañar a Casillas a esa revisión? ¿Se imaginan algo así con un Kobe Bryant o un Federer? ¿En qué clase de cosa han convertido al Real Madrid?

Un sainete como los de Alfonso Paso
(Artículo editado originalmente en la web: Soy Madridista

Ay, aquellos tiempos gloriosos de mi infancia. No teníamos ni siquiera un canal completo de televisión, siguiendo los patrones actuales, ya que el canal principal de TVE emitía sólo desde la mañana temprano hasta algo después de la hora de irse a dormir, y el segundo canal sólo un rato durante la tarde. Pero que bien surtidos estábamos. El teatro, y de nivel, en cuanto a obras y elenco de actores, nos salía por las orejas.  Así hemos salido de pedantes aquellos niños, con tanto Shakespeare y Calderón de la Barca. Entre las obras que hacían bulto estaban las de Alfonso Paso, un elemento tardío de la que se ha dado en llamar edad de oro del humorismo español. Porque si por algo se caracteriza el teatro español del siglo XX, Buero Vallejo aparte, es por la gran cantidad y calidad de los autores de teatro de humor: Miguel Miura, Pedro Muñoz Seca, Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville. Alfonso Paso habría bebido en la fuente inagotable de inspiración que constituyó la maravillosa generación anterior a la suya, hasta llegar a atreverse incluso a pedir la mano de su hija a uno de sus maestros, a Jardiel en concreto. Pero el teatro de humor de Alfonso Paso carecía de la sutileza de sus antecesores. Muchas de sus obras seguían un patrón bien definido, hasta el punto de que se podían intercambiar actos entre ellas sin que se alterasen apenas las tramas. Fue el creador de la obra de teatro "con cadáver". Alguien moría, o así se hacía creer al público, y los culpables, o quienes creían serlo, se pasaban el resto de la obra tratando de esconder el cadáver para no verse delatados como asesinos. Y el muerto iba de un lado a otro de la escena, acompasado su baile de lugares para ocultarlo con las risas procedentes de las butacas. Era teatro desenfadado. Daba pereza sentarse ante el televisor a ver otra vez el mismo argumento, pero lo cierto es que si lo hacías acababas atrapado por la trama, entretenido y desternillándote de risa. Alfonso Paso era un tiro seguro, aunque poco arriesgado. No era Camus con su Calígula, ni Ibsen con su enemigo del pueblo, que, si les pillabas el tranquillo, ver sus obras era como hacer un máster de postgrado en la Complutense, pero Alfonso Paso te aseguraba una velada entretenida.

Tras publicar Marca la portada en la que informaba del motín en el Caine, con Ramos e Iker en el camarote del almirante de la flota para quejarse ante él de Mourinho, ofreciéndole la disyuntiva de tener que elegir entre capitán de navío y marinería, como si de una deserción en plena campaña militar estuviese admitida en el código militar, a Florentino no le cupo más remedio que realizar una comparecencia ante la prensa. Le vimos bastante nervioso, equivocándose varias veces en la lectura del breve discurso que tenía preparado, tratando de ser preciso en sus palabras, contundente si uno atiende a la redacción. Se deslizaron en sus palabras muchas ideas. La primera y más importante es que el suceso relatado por Marca, en su portada y en el artículo de Carlos Carpio y Látigo Serrano que la desarrollaba, es mentira de cabo a rabo. Lo dijo clarito, para que quedara constancia en el acta, despacito, para que la taquígrafa de la sala del tribunal le diera tiempo a escribir hasta la última letra. También manifestó su creencia de que toda esta trama obedece a un intento descarado de Marca, o sus patronos, de manipular el club. Asimismo, y esto es capital, aseguró que nadie se había puesto en contacto con ninguna de las cuatro personas presentes en la comida donde se supone que ocurrieron los hechos, para contrastar la noticia, siquiera para saber sus opiniones. Más claro: La filtración, si la hubo, procede de otra fuente, es alguien que no estaba presente cuando supuestamente Florentino Pérez oyó el ultimátum de los dos capitanes del equipo. Más aun, el presidente acusaba a los periodistas de Marca de no hacer bien su trabajo, de incumplir las normas básicas del periodismo y de traspasar la raya de lo que es ético con el único fin de perjudicar al Real Madrid. Por lo visto el señor Pérez es de mi misma opinión, tal como la exprese ayer en este mismo blog, que la maniobra de Marca tiene como único objetivo dañar al club, a cualquier coste, en un momento delicado y con el horizonte de las elecciones detrás, en el fondo del encuadre.

"Es muy grave. Entiendo que alguien tenga como objetivo la salida de alguien del club, sea el entrenador o el presidente, pero recurrir a la mentira no me parece ético". Este breve extracto del discurso de Florentino es verdaderamente esclarecedor, pone boca arriba las cartas de los contendientes en la mesa. Y cuando dice "alguien" no lo hace para ser menos claro, al revés, eleva sus sospechas a algún elemento más arriba en el escalafón que los redactores y director del diario Marca. ¿Le apetece a Pedro Jota Ramírez ser directivo, gerifalte en la sombra del Real Madrid, el equipo del que es aficionado, y lograrlo dando su apoyo a un candidato alternativo a Florentino Pérez? Lo digo a boleo, a modo de ejemplo, no se me alarmen. O sí, alármense, que se yo. El caso es que el presidente del Real Madrid hace acuse de recibo del órdago que se le ha enviado, no del procedente de sus jugadores sino de la prensa. Del estilo declamatorio, muy matizado en sus mensajes para no herir susceptibilidades, del discurso en la entrega de insignias, del estilo netamente conciliador en sus palabras a la prensa en la comida con los medios informativos, hemos pasado a este otro Florentino, que dice lo que piensa sin ambages, que es claro hasta resultar descarnado, si uno se fija en los mensajes y no en la colocación de las comas y la elección de los vocablos, y que acepta el guante y reta a quien le acaba de abofetear con él a que elija armas. "La verdad, si tienes agallas", le dice con la mirada. Porque lo cierto es que al diario Marca le han pillado en el farol. No es cierto lo que afirma. Puede tener un poso de verdad, que apenas quedaría en el descontento del capitán del equipo con su entrenador. Y poco más. No está mal del todo, pero está en las antípodas geográficas y éticas de lo que se afirmaba ayer en el periódico. Ha querido adornar la información, le ha puesto unas "domingas" de silicona tan grandes para hacerla atractiva y demoledora en su aspecto, que el paso por el quirófano de la verdad ha rendido una mentira de proporciones descomunales, que necesita un bunker como sostén. Bunker en el que habrán de meterse para sobrevivir a lo que se les viene encima. Vivir en un escote, amamantarse a los pechos de sus propias bravatas, sus bulos y sus falacias es lo que le queda al diario deportivo hasta que no le sirvan las cabezas de sus máximos responsables en bandeja de plata a don Florentino. -Con ese tratamiento al presidente durante la transacción. No el desafortunado que le dan hoy en la portada, como si fuera un chisgarabís con el que acaban de cruzarse por la calle y han tenido unas palabras fuera de tono tras un encontronazo fortuito-. A los que ahora no le queda otra que subir permanentemente la apuesta, porque si la igualan estarán perdidos.

En la portada del diario Marca de hoy, que se reproduce al principio del artículo, se dice: "Marca ratifica la información aportada y atacada por Florentino Pérez en una insólita comparecencia. Por respeto a los lectores publicamos extractos de sólo dos de personas personas del club que demuestran la verdad de las revelaciones, contrastadas con varias fuentes" y, añade, abajo, al pie de la sábana, como si fuera el eslogan de un grupo revolucionario y la propia portada un pasquín que acaban de imprimir: "Informar no es desestabilizar". Cuando los responsables de Marca dicen que la comparecencia pública del presidente del Real Madrid es "insólita", me pregunto a que se refieren. ¿Salió caracterizado como un personaje de dibujos animados quizá? ¿Habló sobre algún tema que no le competa o en el que no se le suponga interés por aclarar las cosas? ¿Es la propia comparecencia en sí lo que les parece sorprendente? Me barrunto que es esto último. A los periodistas de Marca les parece insólito que el señor Florentino Pérez tenga una opinión, incluso sobre temas que le afectan directamente, y que la exprese. Es el mismo comportamiento que habitualmente exhiben en Twitter, donde censuran agriamente a quienes discrepan con ellos, cuando no los insultan o acusan de ser terroristas informativos. Nos apodan la Yihad por eso mismo. Cuidado con que Florentino no sea visto a partir de ahora como yihadista por atreverse a abrir la boca. Me gustaría que el señor Juanma Trueba lo comparara con algún terrorista islámico, como hizo el otro día con un tuitero que estaba en contra de sus tesis en una discusión en la que yo participaba. Me encantaría que lo hiciera para ver qué pasaba. Muero de ganas. Hágalo, señor Trueba, en su próxima crónica del Real Madrid. ¿Pero es que acaso pensaban que Florentino Pérez se iba a quedar callado después de espetarle en la cara que el Real Madrid es la casa de tócame Roque, un hotel en el que ellos pernoctan cuando quieren sin pagar, donde los botones quieren ser directores, los gerentes camareras, en el que la lavandería devuelve las sábanas sin lavar, con restos aun de sus poluciones nocturnas, donde el comedor está perpetuamente abierto y sirve a quien lo pide chuletones de oso y comidas de navidad con menú de cuatro tenedores? ¿Con quién se creen estos señores que tratan? A lo mejor se pensaban que el Real Madrid debería ser una organización con visas a disposición de los periodistas, donde las secretarias se dejen pellizcar por el jefe, como ocurría en aquel chiringuito que dirigía un señor que le gustaba ducharse vestido con champagne.

Es una pena que sean gente de letras y no sepan el significado del término "demostrar". Para demostrar una afirmación ha de partirse de premisas que se saben ciertas y aplicar métodos deductivos o inductivos. Esta portada no demuestra nada. Muestra, en todo caso, la fotografía del teléfono móvil de la sobrina de alguien, con un mensaje dirigido por un desconocido a la susodicha. Y lo relevante es que ese señor desconocido no es ninguno de los únicos cuatro testigos que podrían confirmar lo que ayer afirmaban. Los mensajes son solo habladurías, inventadas o intuidas por quien los envía. Para demostrar el Watergate, señor Campillo y señor Segurola, hicieron falta pruebas bastante más sólidas. No son ustedes los directores del Washington Post, ni Carpio y Serrano Bob son Woodward y Bernstein. Tampoco se pretende, aunque a ustedes les seduzca la idea. Nos basta con que no mientan de forma tan descarada. A lo mejor, señor Segurola, si le molesta que alguien cite a la prensa para rebatirle, debería dejar de ser periodista, como ya dejó de ser tuitero por ese motivo. La charla de taberna es la que ustedes tratan de mantener con sus lectores, con nosotros, que, desde luego, no sentimos para nada que se nos tenga respeto, aunque ustedes alardean de ello en su portada. Afirman no mentir y lo llevan haciendo descaradamente dos días seguidos. Ahora lo que ustedes calificaron como ultimátum en la versión digital del diario, como órdago en el periódico en soporte papel, sería sólo una charla distendida entre cuatro personas. Sigan ustedes reculando que acabarán en la playa en su Dunkerque particular. No, no tenemos miedo a la verdad, estamos deseando que nos informen, que prueben sus acusaciones como es preceptivo, con datos y nombres. Veremos qué credibilidad les queda si lo hacen entre los protagonistas del deporte, o entre sus lectores si rehúsan hacerlo. Han realizado ustedes una apuesta muy fuerte sin tener respaldo económico para hacerla. Eso es de tahúres, de tramposos, de pésimos faroleros. Veremos como termina todo esto y donde acaban ustedes cuando el temporal amaine. Lo mismo en la corresponsalía de Kigali, informándonos de los ecos de sociedad hutus y tutsis, o en la cola del INEM.

Y todo esto tendría mucha gracia, de hecho, reconozco estar empezando a pasármelo bien, si el cadáver que los periodistas pasean por el escenario, tratando de esconderlo para que no lo vean los servicios jurídicos del club merengue, no fuera el propio Real Madrid. La madrugada del miércoles al jueves el club parecía un muerto con rigor mortis, en muchos de nosotros cundió el desánimo, y eso a pesar de habernos clasificado para las semifinales de Copa y haber visto al difunto sanísimo durante el fin de semana. Tras las palabras del presidente, algunas informaciones recientes y cambios de rumbo en algunos medios, no lo tengo tan claro. Lo mismo el último acto de este sainete, al estilo de los de Alfonso Paso, gire en torno a la resurrección del finado para echarnos unas cuantas risas a costa de los que ya se veían como felices enterradores. Y en esta conjura, a la parte contratante de la segunda parte, que el periodismo vuelve a parecer el camarote de los Hermanos Marx, le ha tocado el papel desairado de quien no asestó el golpe de gracia al tirano. Relaño es como ese conjurado contra César al que sus camaradas le obligan a apuñarle también, aunque ya esté muerto, para que sea cómplice necesario en su magnicidio, para compartir la responsabilidad del mismo. Y aunque busca una víscera vital que golpear, sabiendo que no habrá de sangrar y que su acto ya sólo es simbólico, el nerviosismo le hace fallar y acuchillar el empedrado de la escalinata del Senado. Hace hoy don Alfredo en su editorial una acusación que es de chiste, que encaja perfectamente en el tono del sainete que está representando la prensa ante nosotros. Es a propósito de esa imagen insólita, es cierto, comparto la apreciación del periodista, de Iker conduciendo con una sola mano, sólo en el vehículo, a su llegada a la clínica de Sanitas, donde se le iban a hacer las pruebas para determinar el alcance de su lesión.

Nada más iniciar el artículo, Relaño se suma a la tesis fundamental de la conjura: Iker y Ramos no aguantan ni un minuto más a su entrenador. Y entra en materia, la necesidad de suplir al primero con un portero de garantías, o quizá apostar decididamente por Adán. Habla después, en el segundo párrafo, de la justicia divina, de cómo ha sido castigado Mou por sus desmanes. Ya parece olvidar que dicho castigo, de serlo, se ha materializado en un dedo roto en la persona que tanto dice querer y admirar. Concretamente el dedo gordo, es decir, "el índice", según el propio lesionado. Pero no recriminemos a Casillas su lapsus, que los jugadores de fútbol a veces parecen personajes de dibujos animados, por su poca cabeza, y ya se sabe que los animadores dibujan manos de sólo cuatro dedos para que no parezcan demasiado anchas las palmas. Seguramente ni sabe cuántos dedos tiene, como para memorizar sus nombres. Como AS y PRISA han decretado hace unas semanas en DEFCON 2, las maldades de Relaño se extienden también a Florentino Pérez, a quien recrimina con ironías su escaso aprecio hacia Casillas, al que habría querido vender hace tiempo. Como si don Florentino no pudiese tener sus preferencias secretas. Lo que cuenta es lo que hizo, no lo que tuvo intención de hacer, que en realidad no lo sabemos. Se trata de periodismo, señor Relaño, de contar hechos no establecer futuribles o reinventarse el pasado.

Es en el tercer párrafo cuando llega la acusación, en el último tercio, donde le gusta lucirse a Relaño, porque no suele tener en su cuadrilla ni buenos picadores ni banderilleros, y ya no tiene cintura para retar al toro en su jeta. Y es grave. La imagen de Casillas conduciendo con una mano a Relaño le "parece la expresión gráfica más extrema del despelote de una institución que cada día se desmerece más a sí misma". Es un Real Madrid, ya cadáver, que a Relaño, a sus años, ya no le apetece pasear por el escenario y andar escondiéndolo. Son como 110 diez años en canal, además peso muerto. Un verdadero engorro. Prefiere mostrarlo a todo el mundo, descubrir el pastel. "¿En qué clase de cosa han convertido al Real Madrid?", se pregunta perplejo, tal vez indignado. Su Madrid, el que él mangoneaba antes sin importar quien lo dirigiera. Pero, ay, el ejemplo que escoge, es el más pueril de todos. Querría el señor Relaño, que hubiera más auxiliares en el Real Madrid que poder despertar una madrugada de miércoles para que hicieran de chófer al bueno de Iker Casillas, como ya sabemos que desearía que hubiera más secretarias pellizcables que tuvieran al presidente entretenido en cosas ajenas al club. Ya se insinuó en su día según qué cosas, que los despropósitos vienen de largo. Y olvida que la imagen que denuncia es responsabilidad exclusiva de su protegido, de Casillas, quien no ha querido dejar su coche en Barajas y ha conducido con una sola mano. ¿A qué edad se empieza a utilizar el sentido común? El portero del Real Madrid ya tiene 32 años, lo mismo ya es momento. ¿No existen taxis en la noche madrileña? Parece ser que en aeropuerto hay más de los que sería aconsejable y a veces hay altercados porque faltan clientes o sobran vehículos. Lo intenta Relaño, hay que reconocérselo, pero la punta de su cuchillo hace saltar chispas a la piedra tras fallar de objetivo y golpear donde no duele. Si oímos quejarse a Casillas en los próximos días ya sabremos quienes son los culpables. Sus amiguísimos de la prensa, sus amistades peligrosas.

Y, hablando de cadáveres, uno que tal vez culebree en la orilla, como los peces recién pescados, es Mourinho. El periodismo debería ser pesca sin muerte, devolver las capturas al río. Ayer noche, en Punto Pelota, aquellos que parecen tener hilo directo con gente significativa del club dieron algunas informaciones interesantes. José Antonio Luque nos hizo saber que Mourinho, al conocer la portada de Marca, decidió poner a disposición del club su cargo, aquel mismo día, es decir, la mañana del jueves. Una conversación con Ramos, en la que éste le aseguró que lo publicado era completamente falso, así como que estaba completamente "a muerte" con él, le hizo recapacitar. Parece ser, eso afirma Luque, que tras las desavenencias del pasado, tras haber discutido sobre ellas acaloradamente, la relación entre entrenador y jugador es excelente. Inmejorable es el término que usó el periodista. Sobre Casillas no se nos dijo nada, y me parece significativo. Cada vez estoy más convencido de que el origen de todo el embrollo son las quejas que el portero ha transmitido a los periodistas de su séquito, que lo que se esconde detrás de todo es la intención de Marca de convertir en un activo su conocimiento de las profundas desavenencias del portero con Mourinho. Pero lo han hecho de la peor manera. Suerte tiene el jugador de estar lesionado y salirse de escena una temporada. Porque para mí, lo repito una vez más, no concurre la maldad en su proceder sino un escaso juicio, el de alguien que ha tenido otras virtudes con las que poderse ganar la vida. Y muy bien, por cierto. Haría bien Casillas, si quiere seguir en el club, en devolver deslealtad con deslealtad y manifestar su adhesión incondicional al entrenador. Urge que sea capitán de una vez, no solo del equipo, sino de su propia carrera profesional.

Y cierro este escrito con una grata sorpresa que me he llevado esta mañana. Lo venía sospechando hace días y parece confirmarse. Habían vuelto a situar la columna de mi idolatrado Ruiz Quintano en la sección de deportes, levantándole el castigo de tener que convivir con la sección de esquelas. Se veía menos activo y participativo en lo mollar del día al Pato Mareado. Pero hoy el cambio de rumbo me parece más que evidente. ABC se desmarca claramente de las tesis de Marca y demás personajes del sainete. Publica en su edición de papel un artículo sobre la comparecencia de Florentino ante la prensa, con título más que sugerente y significativo: "Unidad madridista ante el ataque". Parece ser que el diario, el mío de toda la vida, si que piensa que, según qué veces, informar si puede ser sinónimo desestabilizar, en contra de la opinión de Marca, expresada hoy en su portada. En su edición digital publica otro sobre las medidas que piensa adoptar el club ante los ataques degradantes. Ambos están firmados por Tomás González-Martin, en ambos se califica la portada de Marca como bulo. Ojalá la prensa en su conjunto recapacite. Son tres años paseando un cadáver. La broma, si es que alguna vez la tuvo, ya perdió hace tiempo la gracia. Tiene que haber periodistas sensatos. No a todos tiene porque interesar el cambio de presidente. La marioneta cuya llegada al sillón presidencial se pudiera propiciar tendría un sólo titiritero. Es de locos, y además de necios, ayudar en la conjura, que además no se justifica. El César ha sido el mejor dirigente que hemos tenido en décadas. Tal vez no guste su talante, que parece poco combativo, acobardado incluso en según qué lances. Pero de puertas adentro es todo lo fiero que se necesita para el cargo. Sobre el particular, ayer mismo, Siro López contó una anécdota. La vez que Fernando Hierro se le insolentó porque no atendía a sus exigencias y lo puso de patitas en la calle, aunque era, y sigue siendo, casi como una parte del escudo que luce la zamarra madridista. Quien no sepa encontrar el paralelismo con la situación actual que se prepare, que le llegan curvas.

El Madrid acudirá a la Justicia ante los ataques degradantes

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