domingo, 3 de febrero de 2013
El Fútbol y sus aledaños (92) - La prensa el día del match (1) - El fuego amigo sobre Casillas
Fuego amigo para Casillas
Rubén Uría
Eurosport - Madrid - 30/01/2013
Desde aquellas noches en las que todas las señoras de este país se iban a la cama con su marido y también con José María García, el vestuario del Madrid siempre ha tenido más misterio que las cuentas secretas de los bancos suizos. Ahora bien, algunos de esos jugadores, durante años, entendieron que el vestuario era una parcela sagrada, un reducto de privacidad, un lugar de reunión donde exponer y solucionar sus problemas, un santuario que debía estar aislado de publicidad, opiniones e injerencias externas. Ahí, en el vestuario, es donde se cuece la materia prima de un equipo. Donde los compañeros, tengan la filias y fobias que tengan, deben respetar un código universal, una ley no escrita: preservar su intimidad. Se trata no sólo de la salud del equipo, sino de la supervivencia del grupo, de su futuro como colectivo. El vestuario debe ser la lavandería doméstica de suplentes y titulares, de indiscutibles y discutidos, de canteranos y extranjeros. Un equipo sin un vestuario fuerte está condenado a la nada. Y uno que airea sus secretos, se está suicidando.
Este Madrid, atropellado por los gases verbales y envuelto en el ruido, se ha levantado la tapa de los sesos jugando a la ruleta rusa. La lavandería del vestuario se ha hecho pública y ya no funciona como un equipo de fútbol, sino como parte de una industria de intrigas. Como una telenovela de largo recorrido, de personajes grotescos, que va por entregas y que mantiene el interés a pesar de que los espectadores ya saben cuál será el final. Porque en este Madrid todo acabará como el rosario de la aurora, con un cadáver de por medio y un portavoz anunciando, a 30 de junio, que el homicidio fue cosa del ama de llaves en la cocina, de madrugada, y con el candelabro. En este Madrid lo menos importante es el fútbol, todos sospechan de todos y existe sobredosis de casquería. El Madrid ya no ocupa el centro de artículos deliciosos y tertulias reposadas, ahora se ha instalado en esas peleas de barro, tan entretenidas como viscosas, donde uno aguanta con los ojos como platos viendo cómo despellejan hasta al apuntador. Muy tétrico.
En esas, habló Sara Carbonero, que no es la mejor periodista del mundo pero sí la novia del mejor portero del mundo. Dijo que el vestuario del Real Madrid está dividido y que los jugadores no comulgan con su entrenador. Nada que no se comente en cualquier fosa séptica hecha tertulia, pero sorprendente viniendo de alguien que, dicen, vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Carbonero, beneficiaria y víctima del machismo, adrede o sin querer, pone en evidencia el discurso que varios jugadores (entre ellos, Casillas), han repetido como un mantra en público: que están a muerte con el míster. No deja de ser curioso que la aseveración de Carbonero haya tenido más recorrido social e incluso más credibilidad que una explosiva portada del Marca (¿para reír o para llorar?), pero el hecho es que el vestuario que debía preservar su intimidad, si ya tenía más agujeros que el Prestige, ahora es un circo de tres pistas. La teoría difundida por Carbonero en Televisa no deja bien parado al capitán del Madrid, ni al vestuario, ni al entrenador, ni al club. Ni en la hipótesis más hiriente, ni en la más inocente. Es una crónica rosa de sucesos.
Ahora imaginen por un momento a Casillas. Pareciera que ha perdido el ángel y que ya no podría gritar al viento aquello de ‘me siento seguro’. Ha intentado mantener la calma en una situación embarazosa para él y se ha embutido en su brazalete de capitán, pero cuanto más institucional ha sido su discurso, más amargura ha recibido. Ha recibido lecciones gratis de madridismo tras una vida ligada al club, ha sido tachado de seudo y de chivato, ha sido relegado a la suplencia porque Adán estaba mejor que él según su entrenador y ha tenido que pasar por el quirófano para estar ocho semanas de baja mientras algún badulaque negaba la gravedad de su lesión. Lo ha hecho después de una noche donde llegó a la clínica sólo, con la mano fracturada, conduciendo a una mano y sin la compañía de ni uno sólo de esa legión de empleados que, dicen, trabajan para el Madrid. Ahora Casillas, un experto en salir airoso de las llamas, es víctima del fuego amigo. Y está ardiendo como una tea. Esta noche se juega un Madrid-Barça. No juega Casillas, pero es el partido más trascendente de la temporada para él. Estará más presente que nunca. A la intemperie.
La prensa el día del match (1) - El fuego amigo sobre Casillas
(Editado originalmente en el blog: Soy Madridista
(Escrito con la ayuda de @DiosaMaracana)
Le parecía curioso a Rubén Uría, en su artículo para Euroesport del día del partido entre el Real Madrid y Barcelona, que la aseveración de que el vestuario del Real Madrid estuviera dividido, dicha por boca de Sara Carbonero, hubiera "tenido más recorrido social e incluso más credibilidad que una explosiva portada del Marca", y se preguntaba, entre paréntesis, quizá para darnos a los lectores todo el tiempo del mundo para reflexionar sobre ello, si tal estado de cosas era "¿para reír o para llorar?". Entiendo que ambas alternativas son negativas, que causaría risa en caso de ser algo ridículo, y llanto en caso de ser penoso. Salvo que se tratasen de lágrimas provocadas por las propias carcajadas, en cuyo caso estaríamos de nuevo en el primer supuesto. El caso es que el planteamiento del periodista, suponiendo que fuera cierto, la afirmación es suya, lejos de parecerme anómalo me parece predecible. La credibilidad del diario deportivo que menciona es la que es, idénticamente nula, como decían los profesores de matemáticas cuando se referían al cero. Credibilidad en cuanto a la veracidad de lo que afirma, y también en lo que se refiere a las intenciones. Es decir, hay una sospecha, más que razonable, de que el diario miente a veces a sabiendas y con una intención clara de sacar provecho al hacerlo, de conformidad a unos intereses corporativos y de gremio. Y lo relevante en este caso, y ya anticipo que es para llorar, no es si es cierta la segunda parte de mi afirmación, que existe dolo en el proceder de Marca y otros periódicos, que podría tratarse de mera ineptitud profesional de quienes dirigen los respectivos medios informativos, o de sus trabajadores, sino que la primera es cierta, que el escepticismo entre los aficionados madridistas respecto a su prensa es elevado y que tiende a crecer rápidamente.
Pero equivoca Rubén Uría la pregunta. Si por recorrido social se refiere al impacto en la sociedad, no creo que haya tenido más recorrido la versión del bulo en boca de Sara Carbonero que en las páginas de Marca. Probablemente menor, ya que de la segunda se hizo eco incluso en la cúpula del poder blanco, viéndose forzado el presidente a convocar una rueda de prensa que, a su vez, hizo de caja de resonancia de la famosa portada. No, no es una cuestión ni de credibilidad ni de recorrido social, si es que hablamos de la masa social madridista, ya que sabemos que la señorita Carbonero también es objeto de atención por parte de la prensa rosa, de ámbitos sociales ajenos al fútbol o tangentes a él, sino de daño infringido, de sentimiento frustrado. Si a Marca se le tenía por un diario afín al madridismo, ya vamos sabiendo que su adscripción es asunto algo más complicado que señalar su afinidad a un determinado equipo. A Marca le gustan los triunfos del Real Madrid, mejor dicho, le gustaban, porque eran buenos para su negocio, potenciaban las ventas en sus principales lectores, aunque ahora no tengan reparo en decir que su lector objetivo ya no es necesariamente madridista. Sin embargo, hay variables más importantes para Marca que mejorar las ventas a corto plazo, lo estamos viendo estos últimos meses, en los que viene luchando más por mejorar la influencia sobre el Real Madrid, aunque sea a costa de implicarle daño, que por favorecerlo y, de rebote, lograr con ello mejorar la capacidad de penetración social, tomando prestada la expresión de Rubén Uría, del diario y el grupo mediático.
Pero si Marca pertenece al entorno madridista, Sara Carbonero se inscribe en su mismo núcleo, es la pareja sentimental del capitán del equipo, y no de uno cualquiera, siquiera visto en perspectiva y atendiendo a la historial del Real Madrid. Iker Casillas no sólo es un jugador importante ahora, en la foto fija del presente, sino en el conjunto de su historia. La intervención de Sara Carbonero es una traición desde dentro y por alguien muy significativo. No, no se trata de creerla o no, ni siquiera importa qué es lo que dijo. Es una cuestión de confianza quebrada, de sentimiento traicionado. No hay vuelta atrás me temo. Nunca se volverá a ver a Iker como uno de los nuestros, al menos si no media una explicación extensa e intensa, en la que sí será vital la credibilidad, ahora en entredicho, por ser suaves. La alarma causada por Sara Carbonero con sus palabras no sólo alcanza al núcleo más crítico del madridismo, eso que la prensa llama Yihad para enmascarar su desconocimiento de lo que habla, sino a sectores que hasta ayer ni se ocupaban de las cuestiones del día a día del club. No se trata tanto de lo que dijo sino de que se erigió en corresponsal desde dentro del club, y para ofrecer una tétrica imagen del mismo. La señorita Carbonero desertó de la causa ante las cámaras, y eso difícilmente tiene enmienda, siquiera para su novio.
Al señor Uría, y estoy con él, la inviolabilidad de la privacidad del vestuario le parece asunto de capital importancia: "Un equipo sin un vestuario fuerte está condenado a la nada. Y uno que airea sus secretos, se está suicidando". Su primer párrafo lo encuentro impecable redactado. También el segundo, pero la imagen que quiere ofrecernos es tan apocalíptica, tan de postrimerías, de fin del mundo merengue, que el exceso, el brusco derrape, le hace salirse de la senda de la coherencia. Nos viene a decir que el Real Madrid es el culpable único de la situación. Esos códigos de los que habla, de considerar ciertos temas prohibidos, no sólo competen a la plantilla y cuadro técnico, sino a los periodistas. Daré un ejemplo para que se me entienda. Hasta hace pocos años la Casa Real era asunto tabú en la prensa, habían unas normas muy estrictas acerca de qué se podía informar sobre ella y en que tono. Y lo curioso es que era un acuerdo tácito. Ese respeto, casi reverencial, a la institución se perdió en los últimos tiempos, comenzaron a tratarse asuntos menores, pero capaces de provocar el escándalo, y todo ha derivado en un profundo deterioro de la visión que de la Corona tienen los ciudadanos. Situación que, para más inri, parecería verse confirmada con los últimos acontecimientos, al verse salpicada y muy manchada por la corrupción política. Pero cuando el señor Uría dice que "El Madrid ya no ocupa el centro de artículos deliciosos y tertulias reposadas, ahora se ha instalado en esas peleas de barro" se debe referir a una época en la que él aun era estudiante de periodismo, o incluso de instituto. Si la situación ha cambiado, ya sabemos por qué es, la misma prensa se ha encargado de informarnos. Pedro Pablo San Martín nos decía una madrugada en un programa de Punto Pelota que si las portadas de AS, su negociado, ya no eran favorables al club era porque éste había dejado de hacer "negocios" con el diario, porque "ya no da nada". José Ramón de la Morena, por su parte, nos advertía que el Real Madrid ya no permitía a los periodistas acceder a los vuelos del equipo en sus desplazamientos a otros campos. "¿Como van los encargados de informar sobre el equipo a escribir cosas buenas tras ese feo?", nos decía, quizá pensando ingenuamente que nos iba a gustar saber que el de la prensa es como el país de los pícaros que describían nuestros escritores del Siglo de Oro. Esas tertulias de las que nos habla Rubén Uría, si es que existieron, acabaron hace mucho, y no fue tanto porque gente desde dentro del club quisiera airear trapos sucios, como que los periodistas han pasado de desestimar su exhibición a considerarlos como oro en paño, armas de gran calibre en su guerra con el presidente y el mánager general. El ejemplo que cita al inicio del artículo, creo que con más afán literario que informativo, y con acierto si ese era el objetivo, es bien pertinente. José María García decía tener informadores dentro del club, y daba la sensación de ser sincero. Y no tenía reparo en usar la información que le daban. Entonces los jugadores no eran tan importantes como ahora y esas gargantas profundas estaban en la junta directiva, que ahora parecen ser meros figurones, parte del decorado, tras el cambio en el status quo de los clubs. Hace tiempo que mandan los jugadores. Acabamos de pasar una etapa que es buen ejemplo, la de Hierro, Raúl y algunos otros. Pero en la etapa dorada de José María García donde había que pescar era en las oficinas. Y a veces en la presidencial. Ramón Mendoza, cuando era su amigo, o aliado sólo quizá, se convirtió en casi un colaborador más de su programa radiofónico, con su espacio diario incluso. Y mientras lo fue, las noticias eran todas positivas. Cuando se produjo la ruptura entre ambos personajes, presidente y periodista, todo lo que se nos contaba era negativo, y se nos informaba para hacer daño al club. ¿Y esa ruptura a que se debió? ¿Quizá a la misma causa a la que se refieren San Martín y de la Morena? Apuesten todo su resto a que sí.
A los aficionados, téngalo claro Rubén Uría, nos interesa mucho más que los periodistas se fijen de una vez en la valía de Khedira, pongo por ejemplo, que en si Casillas le pone buena o mala cara a su entrenador cuando éste toma una decisión. La política informativa adoptada por los medios a quien menos interesa es al madridismo, basta con mirar las cifras de ventas de los periódicos para saberlo. ¿Y si no interesa al aficionado, al club le perjudica y el señor Rubén Uría, los profesionales del periodismo, reniegan de esta política, por qué se sigue practicando? Esta es la pregunta a la que nos interesa responder, a la que me gustaría que el periodista diera una respuesta, si la sabe y la quiere decir. Claro que sí, es una pregunta retórica. Sí que creo saber la respuesta. La sabemos todos. El club se ha insolentado con la prensa rompiendo unos hábitos de décadas y ésta, al ver su influencia mermada, ha contraatacado con los medios a su alcance. En especial con la táctica de "cuanto peor mejor" para forzar el descrédito de quienes actualmente rigen el club. Señor Uría, no nacimos ayer, aunque ustedes a veces crean dirigirse a un público menor de edad. Y, mire, le diré más, ojalá siguiera viviendo en la mayor de las ignorancias, creyéndome sus soplos de próximos fichajes, de alineaciones seguras en el próximo encuentro y sus panegíricos a los jugadores que "más largan". Haberle visto el cartón-piedra a ese gran decorado de fondo que es la prensa -que el actual formato de exhibición de la película, mucho más chico, haga que "canten" las maquetas-, produce más desasosiego, más frustración que satisfacción. Algunos hemos alcanzado no ya la mayoría de edad, sino incluso la madurez como lectores y oyentes, sabemos leer sus periódicos, escuchar sus alocuciones radiofónicas, leer entre líneas, no tanto la información que se nos sugiere como las intenciones últimas de lo que se nos dice de forma explícita, y de lo que nos enteramos nos gusta bien poco. ¡Bendita inocencia la de otros tiempos! Pero es lo que hay, y tratamos, algunos, de aprovechar esa información en bien del club. De la única forma que podemos: Tratando de transmitirla a otros aficionados, para despertarlos de su letargo, sí, para desenchufarlos del Matrix en que nos tiene sumidos la prensa hace años. Optar por la pastilla azul tampoco les va a hacer más felices. Por ahora. Porque la idea es lograr un club libre de servidumbres. Es lo que se nos ha metido entre ceja y ceja. Y lo mismo lo logramos. Por falta de empeño no va a ser, señor Uría.
Ay, créame, lo comprendo. Usted quiere creer -igual que cuando coleccionaba cromos de jugadores en el colegio-, que ellos son los héroes inmaculados, que el resto, aficionados y directivos, somos pura escoria. Y ni menciono la prensa porque, según usted, es capaz de caminar sobre la superficie de la corriente de la cloaca de la que usted habla, sin mancharse, como Jesucristo sobre las olas del Mar de Galilea. Que nuestra bajas pasiones, que hacemos posible que nuestros campeones sean víctimas del fuego amigo. Los oscuros intereses de las directivas de los clubes. Y luego los héroes inmaculados, a los que los cronistas que les escriben odas con versos alejandrinos. Y le aseguro que no sé si usted pertenece a esa camarilla de periodistas que forman parte del séquito de Casillas, que alardean de su amistad, como Iñaki Cano, Roberto Morales, Fernando Burgos, Carmen Colino, etc., pero en sus dos últimos párrafos da esa impresión. Me parece adivinar en el penúltimo una intención de echar las culpas de la desafortunada intervención de Sara Carbonero en Televisa, desopilante si no fuera por el daño que ha causado, única y exclusivamente en ella, a su novio. Si es así, le recuerdo que la señorita pertenece a su gremio, que es periodista, o al menos eso pretende ella y quienes la contratan. No, no es reportera de crónica rosa sino de deportes, los temas no los elige ella sino los directores de los medios. También le refresco la memoria sobre un dato que parece que se le escapa: Casillas no es la única víctima del mal causado, si es que lo es, que está por ver. Mire, precisamente hoy, en la mañana en que escribo estas líneas, Alfredo Relaño, en su editorial de AS, se nos cae del guindo y acusa, con todas las palabras, a Iker Casillas de ser el chivato del que se lleva especulando desde hace dos años, de ser el famoso topo del vestuario. Pero es que, incluso si fuera sólo víctima, como usted pretende, hay otra además de él, el Real Madrid, mucho más importante que todos los jugadores que han pasado por el club, incluso juntos, porque el club es el todo y ellos sólo una parte, aunque convengamos incluso que la más importante. A los aficionados les importa mucho más el daño causado a la entidad que al jugador, si es que éste fuera mano inocente en las líneas que Sara Carbonero declamaba nerviosa ante la cámara, no se bien si porque era consciente de su importancia o preocupada por si salía guapa en imagen. -Que son muchos los patrocinadores a los que hay que contentar y convencer-. Ah, sí, duras palabras, pensar que estaba pendiente de sus contratos de publicidad. Quizás soy duro y deba retirar lo dicho, pero lo que está claro es que tampoco pensaba en el bien de su pareja cuando hablaba.
En el último párrafo, magníficamente redactado, no dude que lo valoro, nos propone el ejercicio mental de ponernos en la piel de Casillas, que vistamos su actual quejumbre, su pena de madridista traicionado por las circunstancias que le está tocando vivir en el tramo final de su carrera. Cálcese usted nuestros zapatos por una vez e intente comprendernos. ¿Qué puede ser lo que motiva el fuego amigo? ¿Lo es realmente? En mi caso no. Me temo que tiro con bala sobre el jugador desde hace dos años. Incluso antes de perder el mucho cariño que le tenía, que aun le tengo. Porque no dude usted que lo hay. Una década de sentimiento nunca se disipa en la nada, ni aun con la pareja con la que se rompe de la peor manera. Hace dos años Iker hizo una elección, antepuso los intereses de la Selección Española, que le ha dado fama y reconocimiento, incluso galardones individuales, a los de su club, que se lo ha dado todo y más. Y olé por él, y enhorabuena a los que prefieren La Roja, incluso citándola con este eufemismo, al Real Madrid. Pero la escala de prioridades de muchos madridistas es otra. Yo no sólo antepongo el Real Madrid a La Roja -y aquí sé que quiero usar el eufemismo yo también, porque hablo de la selección descafeinada de sentimientos, secuestrada por la prensa y el Barça, gracias al "bien queda" con todos, menos precisamente con el Real Madrid, de su actual entrenador-, sino muchas otras cosas: La familia, los amigos, la verde primavera, las series House y Boardwalk Empire, mi biblioteca personal, el cubata de Cointreau de mis años mozos. Pero aun tras esta elección complicada se le siguió apoyando, hasta que el Real Madrid necesitó un capitán ante los ataques que recibió, en especial de su camarilla de periodistas, y no lo tuvo. Que la función no sabe ejercerla es una evidencia, ni en lo importante ni en lo menudo o accesorio. Ni a su propio entrenador supo defender cuando se le interrogó sobre posibles desavenencias con él. Y el problema se fue agudizando a medida que mejoraba sus relaciones con el vestuario blaugrana y empeoraban en el de su club, sin que el resto de madridistas de la selección mejoraran las propias ante los compañeros blaugranas en La Roja. Arbeloa, Ramos y Alonso siguen siendo gente non grata en territorio culé, y si esto no les hace sospechar a ustedes; o han perdido el olfato periodístico o supeditan la verdad a otros intereses.
Casillas nunca ha sido un buen capitán. Es justo reconocer que el de jefe de clan, líder de grupo, responsable último de un colectivo, es oficio en el que uno puede estar inmerso sin tener que ejercerlo nunca realmente. Pero a Iker le ha tocado vivir una época en que era muy necesario, y si al principio no lo ejercía, lo ha acabado haciendo el contra de los intereses del club, aprovechando en cargo honorífico para los suyos personales. Si es que es cierta la portada de Marca. Y, bueno, vale que no deja de ser cuestión de criterios, de opiniones, que mucha información útil, incluso necesaria para evaluarle, puede permanecer oculta a nuestros ojos. Es información privilegiada que sólo obra en poder de la prensa. Pero es que nos han querido vender ustedes también que la campaña de Casillas este año era magnífica. Le han buscado cabezas de turco para todos sus fallos. Lo han sido que yo recuerde Coentrao, Essien, Khedira, Pepe y Xabi Alonso. Curiosamente no Sergio Ramos, el que la prensa creía aliado estratégico en su caprichosa guerra con el técnico. Ya somos mayorcitos, señor Uría, se lo he dicho antes, hay cosas que son obvias y se caen por su propio peso. No nos pida que tratemos de ponernos en el lugar de Iker, cálcese usted nuestros zapatos y dese una vuelta por la actualidad de nuestro equipo, en la que la prensa cada vez es más protagonista. Las lecciones gratis de madridismo quienes las escuchamos a diario desde hace tres años somos nosotros y de boca de ustedes, lo sean o no, aficionados al Real Madrid. Si tuviéramos que atender al consejo del enemigo aviados íbamos. "Bebiendo un perro en el Nilo, al mismo tiempo corría. Bebe quieto, le decía, un taimado cocodrilo...". Este poema me lo enseñaron de chico, y la moraleja es que del predador la presa jamás ha de seguir el consejo. Sabemos lo que es madridismo, desde hace mucho, nadie nos tiene que explicar lo que es, conocemos el concepto y lo hemos interiorizado, convertido en sentimiento. El fuego amigo no es más que reproche justo. La conducción temeraria de Casillas es sólo responsabilidad suya, ¿o es que piensa usted alegar a una pareja de la Guardia Civil, si le detienen en carretera por infringir el Reglamento de Circulación, que su empresa no le facilitó un chófer? ¿Es que no hay suficientes taxis en Barajas? Fue el propio Iker quien desestimó ser acompañado por alguien y, desde luego, había personal del Real Madrid esperando en la clínica su llegada. Esta información ha sido confirmada por compañeros suyos. La propia Sara Carbonero le estaba aguardando también. Para desmentir su afirmación de que estuvo en la clínica “sin la compañía de ni uno sólo de esa legión de empleados que, dicen, trabajan para el Madrid”, y otras similares de sus compañeros de profesión, sí que nos habría venido bien quizá que la novia de nuestro capitán fuese periodista. Pero ni a ella le conviene decirlo, para acrecentar la duda del trato que recibe Casillas del club, ni a ustedes darse por enterados para no perder la visión que tanto les inspira de un san Iker bueno y mártir. La imagen de su llegada a la clínica con una mano escayolada es llamativa, pero no es más que eso, una instantánea. Y si le quieren ustedes añadir un texto como pie de foto utilicen la verdad, no la tergiversen, que lo mismo es incluso más sorprendente en estos tiempos que corren de intento constante de potenciar el descrédito del Real Madrid: Iker estuvo perfectamente atendido cuando acudió a la clínica.
Cuando José María García inició su campaña contra Emilio Butragueño, para desprestigiarle, después de su divorcio con Ramón Mendoza, con separación de bienes y renuncia por tanto a sus simpatías madridistas, éramos todos mucho más inocentes respecto a la prensa, a sus interesas, a sus maniobras orquestadas, abusando en los arreglos de la música de fondo de los sintetizadores... de verdades. Butragueño tuvo un declive muy triste en su carrera, falto de acierto en el campo y con el principal periodista de la prensa madrileña burlándose de su figura. Aquellos silencios del Bernabéu ante las intervenciones del Buitre, como si de un panteón se tratase. El Panteón de Reyes de los héroes madridistas. El público no se atrevía a silbar tras años de cariño reverencial hacia el jugador, entristecido por lo que veía, una nova que había agotado su tiempo de esplendor en el firmamento. ¿Qué habría pasado si Casillas hubiera jugado, o sido suplente, si hubiera tenido que presentarse ante su público en definitiva, en el partido del día en que editó su artículo? Es una pregunta interesante. Tal vez su afición le habría enterrado solemnemente con su silencio. Tal vez le habría silbado por su traición indirecta a través de su pareja sentimental. ¿O le hubiese aplaudido? ¿Usted qué cree? Contésteme, si aun calza los zapatos de madridista. Dice usted que durante el partido estuvo presente, en espíritu, se entiende, claramente visible en las mentes de todos los madridistas, pero a la intemperie, que por una vez no pudo salvarse de la quema. ¿De verdad que cree usted eso? Yo más bien que asistió, se lo concedo, pero bien resguardado bajo la techumbre de una desafortunada lesión, que también fue el preludio, la víspera de la noche más vergonzosa para el madridismo en los últimos tiempos. No es fuego amigo, señor Uría, sino fuego del oponente. Iker Casillas ya no está en nuestro bando, se abrasa en la hoguera de los desertores sin motivo. Él, que lo tenía todo, quiso tener aun más, y malvendió lo ya alcanzado para comprar lo que anhelaba: La gloria en el fútbol de selecciones a costa del fútbol de clubes, el cariño de todos a costa del crédito entre los suyos. Si arrecia sobre su cabeza la lluvia -que será de fuego, siguiendo su simil- es tan sólo por su culpa.
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A Casillas le dijeron un día, ahi tienes la luna, te la has ganado. Nunca la podrás agarrar, pero desde la distancia sabrás que es tuya, porque te la han dado los aficionados blancos. El muy necio sólo quiso agarrar el dedo que se la mostraba, porque el dedo lo tenía a mano y podia alzarlo como trofeo.
ResponderEliminarAhora, ademàs de haber perdido la luna, perdió el dedo porque perdió la mano con que alzarlo.
PD: Es realmente llamativo como muchos periodistas, aficionados de cualquier equipo excepto del RM, pretenden dar lecciones de madridismo. Coherencia profesional creo que lo llaman.