La fea infidencia de Sánchez Arminio
Alfredo Relaño
AS - Madrid - 12/01/2013
Cinco partidos a Sergio Ramos. Normal. Insultar al árbitro no debe salir gratis. Sergio Ramos perdió los nervios. Ayza no había estado bien. Con un buen arbitraje, el Madrid hubiera llegado al descanso con todo resuelto. Pero ese gol increíblemente anulado a Cristiano, más el penalti por empujón a dos manos en el área, más la no expulsión de Túñez en la jugada de la frontal cargaron mucho a Sergio Ramos, que perdió los nervios. Es una explicación, no una justificación, conste. Lo que hizo no lo debió hacer y seguro que él es el primero en reconocerlo. Cuestión del ambiente interior del club.
Porque hay mucho nerviosismo interior, hay un ambiente gratuitamente alborotado por el manager-entrenador, que se deja llevar él mismo por raros impulsos. Ese balonazo al túnel fue grotesco. Y ese mismo nerviosismo de todos, por cierto, impidió que alguien se acordara de sugerirle a Ramos un arrepentimiento 'espontáneo', de esos que rebajan sanciones si se pide perdón enseguida. Alguien le podía haber llevado nada más acabar el partido al vestuario arbitral para pedir perdón, pero a nadie se le ocurrió. ¿Es que no hay nadie ahora mismo en el club que tenga la cabeza en su sitio?
Así que pasó la noche. Y luego, sí. Luego Sergio Ramos llamó a Sánchez Arminio. Demasiado tarde. Aunque al menos sirvió para retratar a Sánchez Arminio, que hizo algo horrible: ir a la radio a contarlo. Una deslealtad que desacredita a alguien que está en un cargo así. Una infidencia que viene a confirmar la vieja impresión del Madrid de que de este hombre no puede esperar el club nada bueno. Por cierto, Roncero se queja del trato de que gozó ("¿Quieres que te pegue? ¿Eh? ¿Quieres que te pegue....?") hace poco el meta del Barça B. Vean el video en As.com. Es chocante de verdad.
Sergio Ramos en Garellano
(Escrito contando con la colaboración con @DiosaMaracana)
Artículo editado originalmente en el blog: Madridismo Subversivo
García de Paredes muy probablemente sea el personaje histórico preferido por las gentes de la ciudad de Trujillo, su hijo predilecto y más querido. Y eso que tienen bastantes héroes entre los que elegir. Sin ir más lejos, el que preside desde su pedestal, en estatua ecuestre, su plaza mayor, Francisco Pizarro, el conquistador del Perú y primer rebelde a la Corona, junto a sus hermanos, de aquellas tierras de América. O aquel que remontara el Amazonas en una expedición suicida, en aquella fantástica locura que fue la conquista de la Nueva España, Francisco de Orellana. Pero de quien más me hablaron las tías de mi amigo Juan, las dos solteras en plena senectud, durante aquella Semana Santa en la que fui invitado a su casa, fue de don Diego, especie de Sansón de los tiempos en que se empezó a forjar el imperio español, en que se comenzaron a crear Los Tercios españoles que lo hicieron posible, a partir de las hermandades de arqueros creadas por los Reyes Católicos, tropa irregular de vecinos pensada para hacer seguros los caminos de Castilla. De él se cuentan decenas de anécdotas que prueban su poco juicio o su excesiva despreocupación, que solía ponerle en aprietos, de su extrema fuerza, que le hacía capaz de proezas dignas de los actuales héroes de cómic, y también de su extrema bondad y caballerosidad. Siempre es un gesto de nobleza el germen de estas historias, muchas probablemente inventadas y otras deformadas o infladas con el correr de los siglos. Cuentan, que tras forzar las rejas de la ventana de su amada para darle un beso, la que daba al callejón desde el que la cortejaba y, con objeto de evitarle a la muchacha una mala reputación entre sus vecinos, decidió retorcer y doblar las de toda la calle, para que nadie pudiera saber en qué casa vivía aquella con la que andaba en tratos, digamos, poco virtuosos. También cuentan que, siendo aun niño, sacó de la iglesia de Santa María la Mayor la enorme mole de su pila bautismal, arrancándola de cuajo del suelo y portándola a pulso, para llevarla a su casa, sólo para que su madre, entonces enferma, pudiera persignarse con agua bendita. Las tías de Juan me enseñaron la pila en la iglesia, uno de los puntos culminantes de cualquier visita turística a la ciudad extremeña, aprovechando el tener llaves del templo al ser cuidadoras del paso de Semana Santa que de ahí tendría que salir el Viernes de Soledad.
Diego García de Paredes. ¿Cómo no enamorarse de un personaje así? ¿Cómo es posible que nadie haya novelado sus aventuras y la obra no se haya convertido en best-seller? ¿Cómo puede ser que el personaje de Wyatt Earp haya sido objeto de atención en tantas películas de cine, y permanezca inédito para el séptimo arte el Sansón Extremeño? Echando un vistazo a su curriculum se comprende aun menos. Estuvo en todas partes. Su pasaporte vital lo envidiarían muchos grandes viajeros de hoy en día, hasta las tripulaciones de los aviones comerciales. Fue soldado de fortuna y soldado de Los Tercios. Estuvo en América donde, por ejemplo, comandó la partida que apresó al rebelde Lope de Aguirre. También en Italia enrolado en el ejército del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. Está en Ceriñola, en la batalla que lo cambia todo, que devuelve la supremacía en el campo de batalla a la infantería y que decide el futuro del sur de Italia en los dos próximos siglos. Don Gonzalo decide presentar batalla con su ejército, que cuenta con menos efectivos, al comandado por Louis de Armangac, Duque de Nemours. Manda cavar una larga trinchera y parapetarla con defensas contra la caballería. Cuando empieza a atardecer, reta a la caballería pesada francesa, compuesta por unos dos mil hombres, con la española, mucho más ligera. ésta última simula una carga, retrocede enseguida y es perseguida por los jinetes acorazados de Nemours, que creen que están a punto de alcanzar una victoria fácil y rápida. Cuando alcanza las defensas ideadas por el Gran Capitán, la caballería francesa es destrozada literalmente por los mil diestros arcabuceros españoles. No importa el blindaje de jinetes o caballos, unos y otros dan por tierra, mientras intentan encontrar una fisura inexistente en el frente de batalla español. Una sangrienta carnicería, que también se cobra al caudillo de los franceses y que vuelve obsoletos en tan solo un rato los tratados estrategia militar. Tampoco los mercenarios suizos, los piqueros que tiene como tropa de a pie el ejército francés, logran arañar siquiera el entramado defensivo español antes de ser diezmados. La acción se culmina con la carga de la infantería española que, como un rodillo elimina del terreno los vestigios del ejército de Armangac. Al caer el sol, aproximadamente una hora después de verse por primera vez entre sí los rivales, los libros de Historia han de poner de nuevo el contador a cero.
En Garellano, tan solo 9 meses después, en diciembre de aquel mismo año de 1503, llega el invierno de las aspiraciones francesas en el Reino de Nápoles. Para entonces ya han aprendido la lección, y saben que debe evitarse la ventaja táctica que supone para los españoles el contar con más y mejores tiradores con arma de fuego. El Gran Capitán decide replegar sus tropas más allá del cauce del Garellano ante el avance de un nuevo contingente francés, comandado por Ludovico II, Marqués de Saluzzo. La batalla es una sucesión de escaramuzas sobre el frío barro que provocan las lluvias invernales. García de Paredes, presente también en Ceriñola, tiene en Garellano una actuación destacada. El contingente comandado por él, en calidad de Capitán, logra retener la vanguardia francesa en uno de los pocos puentes aun operativos, dando tiempo a que tras él se organice el ejército español. La gesta se convirtió en leyenda, casi en lance de libros de caballería, pudiéndose leer en algunas semblanzas del soldado extremeño cómo todo se derivó de una chanza del propio Gran Capitán, que se habría mofado del poco coraje del trujillense el día anterior. Éste decide retar a todo el ejército francés, al que logra detener solo sobre el tablero del puente. Acción temeraria, innecesaria en la versión de la leyenda, aunque brava. Más razonable en cuanto a su credibilidad, vital para la victoria final española en la batalla, en la versión de los libros de Historia. Hasta 500 enemigos dicen las primeras que llegó a matar don Diego. Aunque lo que importa aquí es entender el carácter excesivo, disparatado, pleno de confianza en sí mismo, del personaje.
Dos Goliaths cuenta la selección española, aunque de caracteres muy diferentes: Puyol y Ramos. El primero es la discreción personificada, la contención en las formas, aunque sobre el terreno de juego haga valer su poderío ante los rivales, la mesura al hablar. El segundo es todo lo contrario, un cabeza de chorlito, noble pero dado a los excesos, a los prontos, a las acciones poco meditadas o erróneas. Bien puede decirse que entre ambos sostuvieron a la España del Mundial de Sudáfrica, junto a Xabi Alonso y algún otro, cuando venían mal dadas. Se erigió allí Ramos en un baluarte inexpugnable, en el mejor lateral del mundo, título honorífico que no se le ha discutido desde entonces hasta convertirse en central. Seguramente fue la figura de aquel campeonato, aunque las imágenes que han quedado en nuestras memorias han sido el gol de Iniesta y el momento en que Iker alza la Copa ante la alegría exultante de todo un país, colgado del televisor. Las vuvuzelas de todo el estadio sonaban aquella noche para saludar a los nuevos campeones. Cualquiera de los dos podría ser nuestro García de Paredes particular del fútbol español. Pero sólo Ramos se le parece realmente. Esa pericia para meterse en problemas, ese corazón grande tan proclive a medir mal el cariño por los demás, ese arrojo desmesurado, las más de las veces innesario, ese elegir siempre lo más complicado, esa capacidad para el mito y la leyenda. Sergio es como Diego, soldado de Los Tercios, que llevaban una prenda roja para distinguirse de aliados y enemigos. Veo perfectamente en la anécdota de la pila bautismal a Ramos como protagonista, al que veo capaz de arrancar el estadio de La Castellana para llevárselo a pulso hasta su casa, con público incluido, para que los suyos puedan disfrutar del fútbol de su equipo. Veo perfectamente en el affaire de la camiseta con el nombre de Özil a García de Paredes, capaz de sentirse afrentado por la suplencia del compañero y llevar el malentendido hasta el exceso. Son personajes equiparables en sus comportamientos, en las anécdotas que generan, en los sentimientos que provocan.
¿Pero cuál es, me pregunto, el pecado de este chico, de Ramos, que tantos palos recibe de todos? Nuestros también. Futbolista superdotado, capaz de ser uno de los mejores del mundo en dos puestos distintos, parece decidido a conducir siempre su coche por el arcén de la carretera en vez de la calzada. Siempre hay peros a lo que hace, reproches justos que poder hacerle que desmerecen sus muchos logros. Yo no recuerdo un caso como el suyo, me refiero a ese tener que renunciar a un puesto en el que se te ha llegado a considerar como el mejor, para ser posicionado en otro en el que también acabas convenciendo a todo el mundo. También es verdad que antes no había esta actual macedonia de trofeos. Todas las semanas concede uno algún organismo. Seguramente haya habido otros jugadores de su polivalencia que nos han pasado desapercibidos. Llegó al Real Madrid envuelto en la polémica, entre acusaciones -explícitas las de Del Nido hacia él, veladas las suyas hacia su ex presidente-, y la bronca generalizada de la afición sevillista. Ahora es el ojito izquierdo de la prensa madrileña -el derecho es sin duda Casillas-, pero llegó a ser muy criticado por ella. Su escapada del Bernabéu durante el transcurso de un encuentro de liga contra el Valladolid en 2009 fue aireada por la prensa, que nos lo quiso vender como un traidor a la causa madridista en tiempos de dictadura futbolística del Barça. No había podido ser alineado para el partido por estar sancionado y su única obligación era estar presente en el estadio al inicio del partido. Tampoco fue aquella una jornada trágica para el club desde el punto de vista deportivo. Lo venía siendo la temporada, pero no aquella jornada en concreto. El caso es que, cuando se marchó del Bernabéu, el Real Madrid ya ganaba por un tanto a cero, y el partido acabó con victoria con un segundo gol de los blancos. Así que tampoco había ocurrido nada grave, no había ninguna herida que limpiar, pero asistimos a su linchamiento moral e incluso se especuló acerca de su marcha del club. Fue el tema principal de todas las tertulias, y sabemos que son bastantes. ¿Hizo bien Ramos en ir a Las Ventas a ver torear a su amigo Alejandro Talavante? Se alaba de los españoles su capacidad para tener una opinión sobre cualquier tema o asunto, por muy alejados que estén de su conocimiento, y su voluntad para hacérsela saber al mundo, aunque éste no quiera escucharlas. Así que, sobre este asunto se habló largo y tenido, hasta opinaron los hombres del tiempo de los telediarios.
En el Sevilla había sido tratado con mimo. Joven talento, integrado en un equipo grande en momento de máximo esplendor, capaz entonces de discutirle la hegemonía al Barça y al Real Madrid, con un futuro esplendoroso en la Selección Española, hubo de pagar el peaje de su llegada al Real Madrid, la novatada de los periodistas, que rara es la vez que reciben con cariño a alguien, aunque sea una petición expresa al cuerpo técnico del Real Madrid. A pesar de los tropezones constantes, logró ascender hasta la cima. Junto a Alonso, fue probablemente el mejor jugador del Mundial de Sudáfrica, y jugando de lateral derecho. Puesto que creo le limita, por hacérsele el campo pequeño a su fútbol, tan dado al exceso. Probablemente por esa razón tendía a desplazarse hacia el centro, a permutar posiciones con compañeros. Ahora muchos se anotan el tanto, pero fue Mourinho quien decidió cambiar su rol en el terreno de juego. La pareja formada con Pepe es una de las razones de la consecución de la liga de los récords. Tiene como principales virtudes el sevillano su tesón, su potencia y arrojo, la valentía y el atrevimiento para intentar lo que se propone, y la capacidad para lograrlo casi siempre. Su problema reside en la toma de decisiones. Tiene tendencia a optar por las más complicadas, quizá precisamente por un exceso de confianza, lo mismo que le convierte en un jugador grande. Aunque no está falto de técnica, eso es lo que le salva. Su gol de penalti a lo Panenka, con la selección, en la semifinal contra Portugal de la última Eurocopa, probablemente sea uno de los momentos de fútbol más emocionantes y hermosos que haya vivido, por lo inesperado, por la carga reivindicativa que traía el lance, hermoso en su transcurso y en su significado, cargado además de trascendencia, puesto que se dirimía el acceso a la final de un torneo de selecciones nacionales. Su precedente era el que el jugador había lanzado en otra semifinal, la de la Champions ante el Bayern de Münich. El balón, muy desviado, demasiado potente, salió fuera del encuadre de la cámara y provocó la mofa de todo el país, también del portero que defendía la portería, Manuel Neuer: "No sabía que a Ramos le gusta tirar los penaltis por encima de la portería". Durante los sucesivos días los tuiteros dijeron haber visto el balón lanzado por Ramos en los sitios más inopinados, en el espacio exterior, adelantando a las naves Voyager, en su periplo ya fuera del sistema solar, hasta en la Patagonia, botando sobre el suelo helado del extremo del continente americano y a punto de caer en la Antártida en el siguiente bote o, todo, lo más en el de después de éste, pasando por la cara oculta de la Luna, junto a la ciudad de Los Transformers hasta en la azotea de Las Torres Gemelas, porque debido al impulso el balón había retrocedido en el tiempo. Ya solo el hecho de atreverse a formar parte del grupo de lanzadores en una tanda de penaltis igual de trascendente era una temeridad, un reto personal innecesario, pero además lanzarlo cogiendo bastante carrerilla y tratando de engañar al portero en el golpeo, por el centro, a lo Panenka, rozaba el disparate. Pero de eso es capaz la mente granítica de Ramos. Y sólo el que se atreve opta al premio grande.
El artículo de Relaño es, una vez más, buen ejemplo del punto de vista de la prensa. Trae paños calientes para el gran tema de la semana, la sanción a Ramos, a la que buena parte del mourinhismo hemos dejado solo en su calvario particular, en una actitud quizá algo revanchista al ser un supuesto enemigo, incrustado en el interior del vestuario, donde más daño se puede hacer, de Mou. Estamos cansados de sus excesos, yo también, y somos excesivamente duros con él por su artificial cercanía a la prensa, por ser un aliado de circunstancias de la misma en su pulso contra el presidente y el mánager general del equipo. Entiende Relaño que Ramos perdiera los nervios ante el mal arbitraje de Ayza, y hasta exagera la importancia de las dos caídas polémicas de Ronaldo, un dudoso penalti y la otra o bien piscinazo o bien tropiezo sin que mediara la culpa del defensa del Celta. Y hasta le agradecemos el detalle, muy inesperado en estos tiempos que corren, aunque, no somos tontos, sabemos que no se debe al altruismo sino resultado lógico de la línea editorial del periódico, en la que don Alfredo imagino que tendrá bastante que ver. Pero miente Relaño al culpar a Mou del nerviosismo de Ramos, detonante de su agresión verbal sobre el árbitro. Y miente con premeditación, nocturnidad y alevosía. Con premeditación, porque la mentira responde escrupulosamente a la defensa de las tesis mantenidas por el periodista y el diario que dirige: Mou es el culpable de todo, hasta del conflicto religioso en El Sudán. Con nocturnidad, por apuntarse a la tesis de Julio Pulido, a la teoría parida, en los dos sentidos del vocablo, de y en la madrugada de Punto Pelota. Con alevosía, porque se protege en la manada de lobos para lanzar su ataque al portugués. Y miente el señor Relaño porque sabe que la carrera de Ramos está jalonada por muchos desplantes, salidas de tono, excesos, producto de su especial carácter, de verse en situaciones que no son de su agrado, reaccionando muchas veces de forma excesiva y causando el claro rechazo de la afición, a veces la propia o la que lo ha sido en el pasado, de los rivales, de los árbitros y, por supuesto, de la prensa. Los ejemplos son muchos y tampoco es cosa de escribir el libro negro del central madridista. Dejo esa labor para la Central Lechera cuando crean que el personaje está amortizado o se les ha puesto en contra. Pero, por citar alguno, cito dos casos de muy distinta naturaleza: 1) La terrorífica entrada a Messi en el primer partido entre el Barça y el Real Madrid de la era Mourinho, consecuencia del nerviosismo causado por la humillación deportiva, también moral, porque hubo gestos muy feos en la hinchada y el equipo culé, como el desplante de Guardiola a Cristiano, vacilándole con la pelota, en ningún caso motivada por su entrenador. 2) La recriminación a Piqué en aquella rueda de prensa conjunta en la que el jugador del Barça se expreso en Catalán. Tuviera razón o no, y vamos a dársela sin problemas, que es de los nuestros, causo bastante indignación en quienes les gusta de indignarse porque viven alimentándose de las supuestas afrentas de los demás. No es personaje muy popular en Twitter, Sergio Ramos. Sus tuits a menudo incendian la red social y obligan a los madridistas a movilizarse para defenderle. En las veces que ha ocurrido nunca ha contado con la comprensión de la prensa. En realidad ha sido personaje muy criticado hasta que fue designado como paladín en la lucha contra Mourinho, y se quiso que ambos mantuvieran un duelo singular hasta la muerte profesional de uno de los dos. En el segundo caso ejemplo citado ni siquiera está involucrado Mourinho ni forma parte del paisaje o paisanaje del suceso
Después, creo que cegado por la ambición de cerrar la faena con una estocada hasta el puño, comete el error de reprocharle a Mourinho, en realidad a Ramos, aunque el odio es tanto que su cara ya la ve todos los rostros, el no hacer aquello que le viene recriminando al portugués toda esta última semana, mediante procedimientos sucios y arteros. Me estoy refiriendo, claro, al espionaje de opereta en el colegio de Canillas. Después de estar durante días organizando una caza de brujas, en realidad de una sola, al más puro estilo del senador McArthy, porque el portugués no fue del todo sincero en la excusa para no asistir a la Gala del Balón de Oro en Zürich, tiene el cuajo de recriminar al cuerpo técnico del Real Madrid, especialmente a Mourinho, por no indicarle a Ramos que fuese al vestuario del árbitro a pedirle perdón para que se pudiera rebajar su sanción. Arrepentimiento fingido es lo que propone el señor Relaño, falso, además de interesado. Porque el botarate de Sergio seguía estos días rezongando en los periódicos, los de sus amigos periodistas, recriminando la actuación del árbitro y exigiendo veladamente que se le sancionara por sus errores. Habría quedado genial que con todo eso se le hubiera rebajado uno o dos partidos la sanción por arrepentimiento espontáneo. Olé con el adalid de la sinceridad. Aquí Relaño se corona como principal caballero de la Tabla Redonda, como máximo exponente del cinismo periodístico, empleado en la muy noble causa de desalojar a Florentino Pérez de su cargo para poner a alguien que se deje mangonear por las amistades peligrosas del club merengue. Me dejó loco ayer de madrugada su propuesta. Porque, no obstante, reconozco que espero con expectación la edición en la página web de As de los editoriales del señor Relaño.
Es en el último párrafo, en la última propuesta, en la que estoy de acuerdo con Relaño. El gesto de Sánchez Armiño, su indiscreción, su infidencia la denomina Relaño, y probablemente está más acertado que yo al calificar su actuación, aunque él sea mucho más duro. El caso es que no sé si Sánchez Armiño traicionó la confianza de Ramos al poner en conocimiento de todos la llamada del central sevillano. Aunque reconozco que la idea de que a Sánchez Armiño le llamen jugadores de la liga me parece, como poco, fea, inelegante, sospechosa incluso. Me espanta la idea de que quien llame la próxima vez sea Xavi Hernández que, si es el que más mano tiene con Del Bosque, lo mismo también con el jefe de los árbitros, lo cual explicaría tantas cosas... En todo caso, a Ramos le ha salido el tiro por la culata, ha quedado en pelotas ante la opinión pública, porque la petición de perdón la hizo tarde y a la persona equivocada. A Sánchez Armiño le puede pedir árnica a la hora de la imposición del castigo pero no disculpas, porque a él no le ha insultado nunca, al menos que sepamos. Pero tal vez sea esta práctica habitual, pedir un enchufe ante el comité por ser uno persona principal, campeón del mundo y de Europa, y lo inhabitual sea que Sánchez Armiño lo cuente. para darse pisto quizá, que ser enemigo o testigo de los desmanes del Real Madrid da mucha notoriedad, como se la ha dado a @Forjanes el ver a Mou ejercer de padrazo, que es cosa muy fea, sobre todo en portugueses. Relaño se ensaña con Sánchez Armiño y nos recuerda a su mejor versión como creador del Villarato. Nos quiere vender a un Ramos mártir de la causa mourinhista, como ya lo ha sido Casillas, y eso nos solivianta, provoca lógicamente nuestro rechazo hacia el jugador, creo que en buena parte injusto. A pesar de su inmensa torpeza, de sus muchas equivocaciones, de su forma de conducirse últimamente tan atropellada, tan perjudicial para el equipo, también le debemos mucho. No hace mucho le considerábamos uno de los más destacados en todos los encuentros. Está en la lista de la FIFA del mejor once, donde sobra Piqué y falta el mejor central de la temporada pasada, Pepe. Por muy cansado que estemos de sus actitudes tengo que reconocer que si viera avanzar hacia mí la vanguardia del ejército francés hacia el puente donde estoy y me han ordenado defender, quisiera como compañero de misión a don Diego García de Paredes o a don Sergio Ramos, ambos soldados de Los Tercios, fáciles de identificar por sus distintivos rojos.
El Confidencial.com - Indignación en el Bernabéu: Sergio Ramos se fue a los toros sin permiso
Marca.com - Sergio Ramos evita entrar en polémicas
La increíble vida del Sansón de Extremadura - Antonio Villegas González
Nota: Buscando información para refrescar en mi memoria las anécdotas de García de Paredes, me topé con el emocionante blog de Antonio Villegas González, con precioso nombre además: "El Orán cien lanzas". Si alguien tiene curiosidad por el Sansón de Extremadura y quiere saber más, o leer más sobre la Historia de España, su página web es un magnífico lugar para hacerlo. Sería genial general tráfico hacia su publicación digital desde aquí.
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