miércoles, 10 de noviembre de 2010

Intervenciones en PuntaPelotaForo (6)

Un futuro (Mourinho) y su excepción (Guardiola)
Martes, 9 noviembre 2010, 19:40
http://www.marca.com/blogs/el-apunte/

Joaquín Caparrós se refirió hace poco en Radio Marca a lo que considera el fútbol del futuro. En su opinión, se parecerá mucho al que practica el Real Madrid: veloz, directo, físico, sin tregua. La opinión de Caparros reabre un viejo debate que no terminará jamás. Hace 20 años se dio por descontado que el juego desembocaría en la fórmula del célebre Milán de Sacchi. Aquel equipo significaba la exaltación táctica, atlética y técnica. Baresi dirigía la orquesta defensiva como si fuera Von Karajan con botas, los holandeses imponían una exuberancia que les permitía ganar en todos los terrenos y los inteligentes italianos –Ancelotti, Donadoni y Evani- cumplían con la necesaria cuota de astucia. Fue un equipo inolvidable que para algunos estaba destinado a cerrar el círculo perfecto del fútbol.

El Milán fue en su día heredero de otros equipos –algunos de ellos en las antípodas del pensamiento sacchiano- que también representaron el futuro con mayor o menor brevedad. El catenaccio, interpretado fundamentalmente por otro Milán, el de Nereo Rocco en los años 60, y perfeccionado mejor que nadie por Helenio Herrera en el Inter, significó la solución pragmática a la grandeur del Honved, la selección húngara, el Madrid de Di Stéfano y las grandes selecciones brasileñas a caballo de la década de las 50 y 60. Con el catenaccio, que coincidió en Argentina con la irrupción del cínico Estudiantes de Osvaldo Zubeldia, se declaró el final de una época romántica y el inicio de un periodo prosaico, pero práctico. Aquel momento inauguró uno de los muchos futuros a los que estaba destinado el fútbol.

El catenaccio, y lo que significaba, se convirtió más en una corriente que en el canon que muchos analistas habían previsto. ¿La razón? Lo arrolló un equipo de un país sin tradición en fútbol: el Ajax. Venían del norte, no tenían prejuicios ni ataduras, no pretendían parecerse a nadie. Aquellos holandeses locos eran jóvenes, inconformistas y arrogantes. No estaban dispuestos a jugar como especuladores defendiendo sus ahorros. Para ellos el catenaccio era un estilo pacato y represor. Sin embargo, el Ajax significaba todo lo contrario de un equipo callejero. Si algo le caracterizaba, era el método. Jugaban como locos cartesianos, siempre atentos a las posiciones y al gobierno absoluto del balón, al contrario del catenaccio, que renegaba de la pelota como si fuera el anticristo.

Aquella época del Ajax se bautizó como el reinado del fútbol total. También se dijo que representaba el futuro. No sólo se trataba de una excepcional generación de jugadores creativos, sino que impresionaba su poderío atlético, la velocidad de sus acciones, la sensación aplastante que transmitían. Su ciclo también se desvaneció: tras el fichaje de Cruyff por el Barça, el Ajax tardó 21 años en conquistar nuevamente la Copa de Europa. Sin embargo, su influencia se ha prolongado hasta ahora en tres o cuatro equipos inolvidables: la selección holandesa que ganó la Eurocopa 88, el Ajax de Van Gaal a mediados de los años 90 y las sucesivas reencarnaciones del Barça después de Cruyff, un Barça de decidido origen holandés aunque siempre caracterizado por un toque mediterráneo, el delicado toque de gente como Guardiola, Xavi o Iniesta.

Nunca habrá un estilo hegemónico, aunque siempre prevalecerán las tendencias de los equipos de éxito. El catenaccio se adivina en muchos lugares, hasta el punto de asumirse como parte sustancial del fútbol italiano, curiosamente el que más rechazó el formato de Sacchi, a quien se le tenía por poco italiano, una especie de traidor a la esencia del calcio. Era el entrenador de la zona, de la línea defensiva adelantada, de un equipo protagonista, no taimado, de una máquina casi deshumanizada. De ahí que Sacchi no fuera amado en su país y que los grandes creadores de opinión –Gianni Brera en La Repubblica y Candido Cannavo en la Gazzetta dello Sport- siempre le observaran con recelo.

Caparrós se refirió al juego del actual Madrid como el signo de los tiempos que vendrán. Habló del Barça con admiración, pero como algo demasiado peculiar, opinión muy parecida a la que suele manifestar Capello en sus conversaciones: “¡Ah! El Barça es otra cosa. Es raro”. El técnico del Athletic señaló algo obvio: la voluntad no es suficiente para imitar el juego del equipo azulgrana. Hablaba de unos jugadores perfectos para ese estilo –los Xavi, Iniesta, Busquets, Messi y compañía- y dejó entrever que estos jugadores tendrán una difícil sucesión.

Tienen razón Caparrós y Capello cuando se refieren al Barça como un equipo singular. Si el éxito siempre genera imitadores, sorprende que ningún equipo quiera parecerse al Barça, excepto la selección española –ganadora de la Eurocopa y del Mundial- y el Arsenal, a pesar de algunas diferencias conceptuales entre las ideas de Wenger y las de Guardiola. La sospecha, si no el rechazo, procede quizá de la fricción entre las urgencias de los equipos y el desarrollo de un método tan minucioso como el del Barça, sostenido durante los últimos 20 años sin apenas interrupciones. Pero también es cierto que el fútbol siempre ha observado con mucha reserva un modelo que rechaza el pronóstico de Caparrós.

La tesis del técnico del Athletic no es novedosa, pero sí mayoritaria. Desde el principio de los tiempos se ha dicho que el juego será cada vez más atlético, más intenso, más veloz y directo, menos dependiente de la posesión que de la rapidez en la ejecución. El Madrid de Mourinho representa esta versión mejor que casi ningún otro equipo en los últimos años, aunque bajo el paraguas del fútbol físico, rápido, táctico y concreto también se han ocultado verdaderas basuras, equipos que han reducido el juego a una simpleza insufrible y con poco éxito además.

El Madrid actual representa en numerosos aspectos un modelo opuesto al del Barça. Y lo representa muy bien, mejor que nadie en los últimos años. Tiene el vigor del Chelsea, pero un punto mayor de finura. Es concreto como el Inter, pero bastante menos especulador. Privilegia la velocidad, pero valora la precisión. Es eficaz y vibrante. Se ajusta a un criterio que no está peleado con la estética. Simplemente es otra que la del Barça, lo que sirve para enriquecer el paisaje del fútbol. Es el estilo que vislumbra Caparrós y una amplia mayoría de analistas para el futuro. Digamos que a los ojos de este sector el Madrid aparece como la próxima medida de referencia. Quizá, aunque por eso mismo resulta tan extraordinaria la resistencia del Barça a aceptar ahora las mismas predicciones que se hicieron a finales de los años 80. Han pasado 20 años y su singular idea no sólo no ha capitulado, sino que ha forjado la edad de oro del club y, por extensión, de la selección española. Y por lo que se anticipa en sus categorías juveniles, no tiene ninguna intención de decaer. Lo más asombroso es que cuando más se resiste el Barça al previsible futuro, mejor le va.

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Buen artículo, pero me sorprende una cosa, y es que ya se hable del estilo de un Madrid, comparándolo con equipos que lo han ganado todo, o casi todo, obviando u olvidando que este madrid aún no ha ganado nada y ya es un modelo a seguir.

Pues no, a mi no me vale, y ahora no me digais que esa es la grandeza del madrid, o cosas parecidas. De momento, está contra las cuerdas en la clasificación para octavos de final de copa contra un equipo, muy inferior a él.
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Creo, lo mismo me equivoco, que los elogios van más dirigidos al Barcelona que a este Madrid en ciernes, del que no se dice en ninguna parte que sea el modelo a seguir, solo que algunos entrenadores, léase Caparros, consideran que tiene el estilo que encaja con lo que se vislumbra que será el fútbol del futuro. Noto además un cierto tono nostálgico en el artículo de Santiago Segurola al advertir un posible declive en el estilo del Barcelona, ya sea por la ausencia de jugadores jóvenes que puedan dar un relevo a las estrellas actuales o por una pérdida de efectividad ante estilos emergentes más prácticos o exitosos. Creo que Segurola reivindica el estilo del Barcelona no solo por su efectividad y vistosidad sino por su rareza, su singularidad. No pasa nada, Patu, por que alguna vez alguien elogie al Madrid, aunque sea de forma tímida como en este artículo. No todos los analistas tienen que ser rapaces a la caza de madridistas como Petón, Lobo Carrasco y D'Alessandro, más pendientes de lo que les emana del corazón que de lo que ven sus ojos. Ya se que hay falta de costumbre, y tal vez extrañe, pero cabe la posibilidad de que se hable bien del Madrid, incluso en un artículo que más que nada ensalza al Barcelona de los últimos 20 años. Vayámonos acostumbrando por si acaso, que lo mismo es necesario.

Por lo que respecta al ataque, este Madrid se parece visualmente bastante al de la Quinta del Buitre. Carece ahora mismo de un 9 puro y rematador de cabeza, pero por que ese tipo de jugador está en vías de extición. También anda cojo de extremos puros al no ser pedro león titular habitual, aun que si que juega mucho por las bandas aprovechando la calidad de los laterales. Aquel Madrid tenía laterales con mucho físico, como Chendo, Camacho, Solana, pero justitos de calidad, aumque sabían poner centros con rosca. Los de ahora la tienen a raudales, y cuentan además con la posibilidad de combinar con extremos puros, como Di Maria, o de circunstancias, como CR7. Es decir, las bandas de ahora puede que sean incluso mejores que las de entonces, a pesar de que en aquellos tiempos se contaba con Gordillo y Míchel. Pero es que entonces los centras a la olla si que eran rematados por helicópteros apaches, como Hugo Sánchez o el penúltimo Santillana. El fútbol es tan rápido que algunas jugadas que no lo son se consideran contraataques, cuando simplemente se trata de transiciones rápidas que tratan de encarar a la defensa contraria antes de que esté ordenada y con todos sus efectivos.

También tiene muchas diferencias. Aquel Madrid tenía muchas lagunas en defensa, a pesar de tener buenos jugadores para la zaga. Había un portero especialista en los manos a mano, Buyo, por que era habitual ver a los delanteros contrarios plantarse al menos un par de veces solos ante la portería. No había el rigor táctico que empieza a tener el Madrid de hoy. Esta debilidad defensiva, que era más un problema estructural que de falta de calidad, obligaba a aquellas famosas remontadas después de rozar el ridículo, o caminarlo por completo, en los partidos fuera de casa. El Madrid de ahora, en cambio, es muy sólido, y no solo encaja pocos goles sino que se deja hacer pocas ocasiones. y no es por casualidad. Como conté en el resumen del partido de san Siro, en cierto contrataque del Milan cuando el balón llegó a la frontal del área de Iker solo había 4 atacantes, mientras que les esperaban 9 defensas más el portero después de una carrera alocada de todos.

También el centro del campo es diferente, más denso ahora que entonces, donde primaban los jugadores muy creativos, como Michel o Martín Vázquez, sobre los de contención. De hecho la maravillosa media de la Selección que jugó el Mundial de Méjico estaba formada fifty-fifty por la calidad de dos madridistas, los ya citados, y dos pulmones barcelonistas, como eran Victor y Calderé. Creo que es una de las mejores medias que han habido en La Roja. Sin embargo, el resultado en el tercio final es muy parecido, con mucha velocidad, poca especulación, a pesar de que se tenían entonces y ahora jugadores téncnicos capaces de dar pausa a la jugada. El balón entonces como ahora puede llegar a la portería contraria siguiendo cualquiera de los carriles posibles, cualquiera de las dos bandas o por el centro. Ahora mismo no hay un conductor claro. Situación que en principio era una carencia, en la eterna espera de Kaká, pero que para mi se ha convertido en una virtud, por que no hay patrones claros, todos permutan sus posiciones en ataque, y las defensas andan siempre desprevenidas y están obligadas a estirarse a lo ancho. Curioso que este año se produzcan tantas paredes exitosas entrando por el centro. Los dos goles al Milan se producen como consecuancia de jugadas por el centro, cuando el año pasado intentarlo era una pesadilla.

Creo que este Madrid tiene la mentalidad atacante de aquel Madrid, tiene el rigor táctico atrás del Milán de Sacchi y quizás practica hasta cierto punto aquel fútbol total de la Naranja Mecánica, con todos los jugadores atacando y defendiendo, con laterales que a menudo parecen extremos y extremos que a menudo parecen laterales, por que no hay más que ver lo que corre Di María detrás del balón, casi más que cuando lo lleva en los pies. ¿Que esto es mucho decir? Pues lo mismo. Pero me considero tan habilitado para tirarme el pisto como Caparrós. Lo que creo que es difícil, y lo está consiguiendo Mourinho, es compaginar el orden en defensa con el esfuerzo constante. Todas esas carreras alocadas para encimar a los contrarios no impiden ver una línea de cuatro atrás que se mueve casi al unísono. Rigor táctico de un Milan en sus mejores tiempos y una generosidad en el esfuerzo de un recién ascendido que tiene que suplir una plantilla peor que la mayoría con una solidaridad entre todos a prueba de balas.

A mi este Madrid me gusta mucho, que le vamos a hacer. Tampoco creo que sea pecado que lo diga.

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