domingo, 30 de diciembre de 2012

El Fútbol y sus aledaños (65) - Señor natural



La misteriosa madre que parió a Mourinho
Virginia López
El Mundo - Madrid - 30/12/2012

Hija ilegítima, criada por un tío abuelo millonario, es la mujer que más marcó su personalidad. En plena crisis del Madrid, «Mou» pasó la Nochebuena con ella. La localizamos en Setúbal

Camina con paso tranquilo y elegante. Luce zapatos de tacón y pantalones negros de vestir. Lleva el pelo rubio y arreglado. El maquillaje, aunque discreto, denota una mujer coqueta y cuidadosa. Detrás de sus gafas, típicas de profesora, se esconden unos ojos observadores. Son igualitos a los del hijo que parió hace casi medio siglo: el admirado y detestado José Mourinho. Nadie ha marcado tanto el carácter del entrenador del Real Madrid como la misteriosa Maria Júlia, a quien Mourinho tiene prohibido conceder entrevistas. «Yo no hablo con periodistas», corrobora ella cuando Crónica la aborda el jueves en su casa de Setúbal, 50 kilómetros al sureste de Lisboa. Su biografía está tan llena de intrigas como sus silencios: pocos saben que es una hija ilegítima que se crió en la mansión de su tío abuelo, un rico empresario.

Sin la disciplina y rigor de Maria Júlia, jamás se habría convertido en The Special One. De chaval, ella le dejaba jugar al fútbol con su padre, siempre que no descuidara sus estudios. «Las ganas de ganar títulos y dinero le vienen de su madre», ha sentenciado Joel Neto, autor de una exitosa biografía sobre Mou.

Esta semana, el portugués volvió a casa por Navidad. Su madre le aguardaba en el peor momento de su carrera: a 16 puntos del Barça en la Liga y con el vestuario incendiado por su decisión de sentar en el banquillo al capitanísimo, Iker Casillas. Quizás aprovechara la cena de Nochebuena para contar sus penas a la mujer que tanto le inspiró. Seguro que ella le tenía preparada una bandeja de coscoroes de boniato, el dulce favorito del entrenador, que nunca falta en casa de los Mourinho por Navidad. Maria Júlia sigue viviendo con su marido, Félix Mourinho, en su casa de toda la vida. Se trata de un segundo piso en una callejuela apretada de modestos edificios en Setúbal. Desde las traseras del bloque se divisa el Estadio del Bonfim, la cuna del Vitória de Setúbal, el equipo de la ciudad. Allí fue donde José Mourinho aprendió todo lo que sabe de fútbol.

Al tocar el timbre de casa, Maria Júlia, profesora jubilada de 73 años, abre la puerta. Pregunta «¿quién es?» con semblante severo. Aunque, acostumbrada a la fama de su hijo, ya intuya que se encuentra ante una reportera. Tan educada como reservada, de su boca sólo salen las cinco palabras con las que rechaza las solicitudes de entrevistas: «Yo no hablo con periodistas».

No habla más por dos razones. La primera, porque siempre ha sido discreta y comedida, como confirman sus amigos. Y, la segunda, por la estricta omertà que ha dictado el propio Mou a toda su familia.

Dicen que en 2003, cuando el Oporto ganó la Copa de la Uefa, el pujante entrenador quitó todas las fotografías íntimas de las paredes de casa de sus padres para evitar que salieran publicadas en la prensa. Cuanto menos se supiera de sus orígenes familiares, mejor. Así, Mourinho ha logrado que la apasionante historia de su madre haya pasado desapercibida.

Nacida fuera del matrimonio en 1939, la pequeña Maria Júlia fue una niña ilegítima para el régimen de António Salazar. Así, creció bajo la custodia de su tío paterno, Mario Ledo. Se trataba de un rico industrial que hizo fortuna con una empresa de conservas de sardinas durante la dictadura.

Maria Júlia se crió en una mansión, rodeada de sirvientes e intrigas políticas. Además de presidir la patronal de conserveros, su tío Mario construyó el estadio del Vitoria de Setúbal, donde décadas después corretearía Mou. Tras la caída de Salazar, en 1974, la familia perdió gran parte de sus posesiones, aunque mantuvo su mansión. Mourinho suele negarse a hablar de este periodo de su historia familiar. Tampoco aborda la influencia de su madre en su sed de éxitos. «Creo que siempre he sido competitivo...», ha dicho en alguna ocasión. «No se lo atribuyo a ninguna rama de mi familia».

Maria Júlia conoció muy joven a Félix, su futuro marido. Fue en la fábrica de sardinas de su potentado tío abuelo. «Ella era una señora, era de los ricos, no tenía que trabajar», recuerda un viejo amigo, Vítor. «Pero se enamoró de Félix y no me extraña, porque era muy elegante y atractivo, mucho más que su hijo... Ella también lo era, más atractiva que guapa, y muy cautivadora».

Fue casi un amor a primera vista. Daba igual que ella fuera la sobrina privilegiada y él uno de los empleados de su tío. Félix, que llegó a Setúbal procedente del Algarve, al sur de Portugal, trabajaba como conserje. Se conocieron, surgió el amor y se casaron un 21 de diciembre en la iglesia de San Juliao, en el centro de Setúbal. Poco tiempo después, en 1962, Maria Júlia ya estaba embarazada de Zé Mário, como conocen en la familia a Mou.

Todavía quedaba mucho para que aquel bebé se convirtiera en una estrella global. Pero ya desde el parto, según su madre, José Mourinho dio señales de ser «un chico muy voluntarioso». Aquella madrugada llovía a raudales, pero eso no impidió el nacimiento del futuro entrenador. Y eso que los médicos habían asegurado a su madre que su bebé no nacería hasta el día siguiente.

Tras una noche entera de parto, José Mário, como le bautizaron, venía al mundo el 26 de enero de 1963, a las siete de la mañana. Nació en casa de sus padres, prácticamente sin ayuda: sólo tuvo que intervenir una matrona porque traía el brazo mal colocado. Ese día, su padre, futbolista profesional, tenía partido. Quizá en ese momento ya naciera en Mou la pasión que, medio siglo después, le ha convertido en uno de los mejores -y más polémicos- entrenadores del mundo.

Y eso que su madre siempre prefería que José -o Mário como le llama ella siempre- se dedicase más a los estudios que al fútbol. Aunque al chaval siempre le tirara más el deporte que los libros de texto. No pasaba un año sin que Papa Noel le trajera una pelota. Para él, un regalo sólo era un regalo si se trataba de un balón de fútbol. También tenía perros, a los que bautizaba con el nombre de futbolistas extranjeros. Uno de ellos, al parecer, se llamaba Gullit.

A los 23 años, ya estaba claro que la carrera futbolística de Zé Mário estaba destinada al fracaso. Así que, según su biógrafo, la madre le apuntó a una escuela de negocios. Pero el joven Mou sólo acudió a clase un día: poco después, se apuntó al Instituto Superior de Educación Física de Lisboa. «Creo que ese fue el momento más significativo de su vida», ha dicho Joel Neto. «Ese fue el día que se dijo a sí mismo: "Voy a demostrar a mi madre que puedo ganarme la vida con el fútbol"». Hasta la fecha, se ha cumplido este propósito con creces. Aunque, estas Navidades, atraviese el momento más amargo de su carrera de entrenador. Con la Liga casi perdida, se da por descontada su salida del Real Madrid este verano, tras su enfrentamiento con Casillas. Pero, a su llegada a Portugal, Mou se mostró sereno: «Hago lo mejor para el equipo o al menos lo intento... Viene bien perder para saber lo que otros sienten».

En Setúbal, su tierra natal, le aguardaba, como cada Navidad, su madre, la mujer de la que ha heredado su disciplina y su carácter. Desde que se jubiló, Maria Júlia Mourinho se dedica a tiempo completo a cuidar a su familia. Estas fechas son sagradas para el clan, que hace lo posible por reunirse por Navidad. No celebran las fiestas en la casa en la que vivió de niño el entrenador merengue, sino en una vivienda, mucho más lujosa, a las afueras de Setúbal.

Cada año, la madre lo recibe con los brazos abiertos y la mesa puesta. Aunque lo suyo nunca ha sido la cocina. «Desde que me jubilé dejé de hacer lo que me gusta [dar clase] para pasar a hacer lo que no me gusta», confesó una vez Maria Júlia, que aún así sigue haciendo de anfitriona para su hijo, nuera y nietos. [Su hija Teresa, hermana de Mou, falleció de septicemia en 1997, a los 37 años].

Como buena familia portuguesa, el bacalao no puede faltar en la casa de los Mourinho. La receta tradicional en Nochebuena es cocido con verduras. No es el plato favorito de Maria Júlia, pero lo prepara porque sabe que a su marido le gusta mantener la tradición. Con la carne, la matriarca ya se permite más licencias y no tiene problemas a la hora de sustituir el tradicional pavo por pato, porque le resulta menos seco.

Tampoco faltan en la mesa de los Mourinho los dulces navideños caseros, que Maria Júlia prepara con ayuda de una empleada. Siempre hay azevias, un postre hecho a base de harina que la madre de Mou cocina siguiendo la receta de su abuela. Tampoco el tradicional bolo rei, una especie de roscón de reyes que en Portugal se come en Navidad y que ella compra cada año en la misma pastelería. Y, por supuesto, los coscoroes de boniato, que tanto gustan al rey de la casa.

De hecho, los padres de Mou son personas de hábitos fijos. Félix, antiguo portero del Vitória de Setúbal, sigue yendo al Estadio do Bonfim a menudo, para beber un café y convivir con antiguos amigos y compañeros de equipo. Es de los pocos sitios a los que no le acompaña Maria Júlia, que nunca ha sentido la pasión que su marido y su hijo sienten por el fútbol. El resto del tiempo, marido y mujer lo pasan juntos y muchas veces se les ve por el Mercado do Livramento, a donde van a comprar los fines de semana.

Estos días, su plácida rutina de jubilados se ha visto interrumpida por la fugaz visita de su hijo, quien dos días después de Nochebuena ya estaba rumbo a Dubai. Quizá Papa Noel no le haya regalado un esférico, como en sus años de infancia. Pero sí la tranquilidad de unos días en su casa materna que, últimamente, no disfruta en el banquillo merengue.

Señor natural
Artículo también editado en el blog: El Minuto 7

Me lo advertía hoy en Twitter el maestro Ruiz Quintano, "El País señaló el camino del Señorío sacando [¿en procesión?] el padre muerto de Cristiano". Habla don Ignacio del Señorío periodístico de quienes exigen pulcritud y sacralidad de Virgen María en las formas al club de Concha Espina, pero que luego proponen que le sean filtradas noticias desde la propia zona noble del Bernabéu a cambio de exabruptos. Que si fuera otro el trueque propuesto lo mismo elegíamos trato en vez de truco y se acababa esta guerra con los medios. Exabruptos para todos, jugadores, técnicos y presidentes. Salvo para Casillas y Ramos, que ya no va a los toros y tiene más tiempo para dedicar a sus amigos plumillas. Mundialistas a los que ponen siempre cuatro ases en las crónicas y ochos en las encuestas a aficionados en recuerdo de tantas madrugadas de ronda por mesones y tascas y algún gol que otro de Iniesta. Senda del Señorío. abierta por El País, y que ahora parece que empieza a recorrer El Mundo, con más de año y medio de retraso respecto a La Cruzada. Pero nunca es tarde si la dicha del anti, el pseudo o del disfrazado es buena. Nunca es demasiado veterano un medio para peregrinar a los Santos Lugares si es con empeño de conquista. Para recuperar a los infieles que antes regalaban primicias Valdebebas, así como Chamartín, la fortaleza de Acre recuerdo para los blaugranas enrolados en la causa del Papa Villar, del gran Maestre del Temple, -o más bien sopor por la digestión de las comilonas con copa y puro en el Ritz-, maese Platini, del caudillo Laporta, que tuvo de cofrades a los dos anteriores en la hermandad de la tarjeta visa oro del Barça. Esta noche la libertad, y mientras tanto a seguir hundiendo reputaciones con los periódicos comprados con capital de La Caixa o que han desertado al enemigo.

"Pocos saben que es hija ilegítima", y por eso lo cuentan antes que nada, añado yo, que tratar de ofender es lo suyo. Y por si el artículo cae ante los ojos de algún lector de columnas surfero, de esos que leen pasajes al azar o solo los titulares, lo destacan lo primero de todo en la entradilla resumen que hay bajo el título. Hija ilegítima y viviendo de chica en casa de hombre con fortuna, para tocar todos los palos del odio al prójimo. Maricona no, que sería harto enrevesado desarrollar como argumento esta propuesta. Pero no lo descartemos como dato insinuado si también toca mañana hablar de un tío que lo conociera de chico y nos pudiera facilitar un cuadro de su educación con evocaciones a la cultura clásica griega. Quizá pudiéramos argumentar, con un poco de imaginación e ingeniería literaria, que la semilla de la fortaleza defensiva de los equipos que entrena, de su pasión por el juego construido sobre una retaguardia sólida y una portería bien guarnecida, pudiera tener la misma raíz que la impenetrabilidad de la falange tebana, en el amor apasionado de los novios del mismo sexo. Le ofrezco la idea a los redactores de El Mundo con sumo gusto, como regalo, que se que el señor Ramírez es harto exigente como patrón. Tiene buen paladar y sabe lo que quiere cuando confecciona una portada.

La manía de despreciar a los bastardos para mi que es una costumbre importada, como lo fue el tener esclavos u otras casi tan nefandas. Bastardo era el linaje de los Trastámara, que culminó en Isabel la Católica, que además heredó la corona de Castilla de un medio hermano. Casi se podría contar la historia de España a través de sus bastardos, o hijos de bastardos, más ilustres. Los Borbones engendraron muchos, pero siempre trataron de apartarlos de la vida pública, cuando no había Tombolas y Slavames de Luxe, siquiera teles. Su ascendencia francesa así s elo dictaba. País, Francia, que siempre se nos vende como el paradigma de la liberalidad en la moral y en las formas, y que tan pacato resulta cuando se lee su Historia más de cerca. Los Austrias, en cambio, jamás se avergonzaron de los suyos. Bastardo era don Juan de Austria, uno de los dos grandes héroes que ha engendrado la cultura española, junto al ingenioso hidalgo de La Mancha. Y aquel completamente histórico, no literario. Hijo de una mujer alemana de vida licenciosa, más boba que guapa, fuente de vergüenza para quienes la rodeaban. Tanto es así que se la pagaba generosamente para que mantuviera la boca cerrada. Pero al final no hubo más remedio que quitarle su hijo, fruto de una noche de lujuria de Carlos I de camino a alguna de sus numerosas campañas militares. Su educación y reputación peligraban con semejante madre. Fue educado en un pueblo del extrarradio de Madrid, en Leganés, por tutores catalanes. Y, llegado el momento, reconocido por su hermano, el emperador, concediéndosele todos los honores posibles, menos poder heredar la corona. Mucho tuvo que aguantarle Felipe II a su medio hermano, y siempre con suma paciencia, una de sus mejores virtudes, porque una vez supo su auténtico linaje, la vida del bastardo se convirtió en la búsqueda incesante de una corona propia. Intrigó hasta el último día para conseguirla, cuando murió en Flandes, víctima de la peste, cuando se disponía a tomar el mando de los tercios de veteranos para sofocar la enésima revuelta en los Países Bajos. Hay quien dice que tras este deceso tan inoportuno se esconde la mano de su hermano, que no en balde la guerra bacteriológica lleva muchos siglos inventada. Pero es muy improbable. Felipe II quería a su hermano a pesar de todo, de su origen y de lo pelma que era, y lo convirtió en señor natural de sus propios súbditos, de sus huestes militares, parafraseando el hermoso título de la biografía novelada del héroe de Lepanto que escribiera el húngaro Laszlo Pasuth.

Hijo de bastarda, como Mourinho, mire usted, era Alejandro Farnesio, el más grande de los generales españoles habidos. Italiano de origen, pero cuando prácticamente la bota entera que patea Sicilia, así como la propia isla, eran posesiones españolas, en cuerpo y también en espíritu, aunque no en cultura. Alejandro y don Juan se criaron juntos en El escorial, con el propio hijo de Felipe II, legítimo pero mucho peor dotado. Ningún reparo tuvo el rey en juntar a su hijo con un bastardo de su padre y el hijo de otra bastarda, su media hermana. Todo lo contrario, siempre tuvo esperanza de que las virtudes evidentes de su hermano y su sobrino enderezaran el carácter de don Carlos, que era un saco de vicios en un cuerpo deforme. Bastardo fue también la última oportunidad de los Austrias de sobrevivir en la historia, el hijo de Felipe IV y La Calderona, la reina de los escenarios de la capital mundial del teatro, Madrid, en tiempos de Lope, Tirso de Molina, Calderón y Shakespeare. Si en vez de Carlos II hubiera reinado don Juan José de Austria quizá nos habríamos ahorrado los Borbones, la leyenda negra y un sinfín de sinsabores y humillaciones, más literarias que históricas, que ya sabemos que nuestra historia la escribieron nuestros enemigos. Bastardos por doquier en la historia de aquestos reinos, de los que ahora nos avergonzamos influidos por modos de pensar foráneos. Linaje bastardo también en Mourinho, y escandalice quien quiera, a mi me parece dato marginal de difusión innecesaria, pero la mala baba del diario El Mundo queda bien probada.

Dice el periodista que Mou es "admirado y detestado", y bien claro queda con eso que su escrito es para los envidiosos que no lo conocen, porque no tenemos noticia de nadie que haya estado en su círculo más cercano o le haya conocido y tratado en persona durante largo tiempo, por ejemplo, sus propios jugadores, que tenga malas palabras al hablar sobre él. Ni siquiera Gaspart, para quien tan fácil es convertir sus labios en pelotón de fusilamiento cuando se trata de hablar de madridistas, se atrevió a ofrecer una descripción negativa de Mourinho cuando se le acercó un micrófono con esta vana esperanza. El ex-mandatario culé se acordó del amigo, no del personaje inventado, en parte por Mourinho, pero sobre todo por sus detractores, y ahí se acabó la fiesta periodística que con tanto esmero se había preparado. Sus ex-jugadores lo adoran, y cualquier comparación que se les proponga a aquellos que también han estado a las órdenes de su antítesis, el pensador renacentista de Santpedor, puede destilar puro veneno, palabras blasfemas para la doctrina que instaurara en tierras costeras el profeta Lluis Mascaró, en la víspera de la madre de todas las batallas, pero que ya han creado doctrina en la meseta. El bien y el mal, el cielo y el infierno, tienen ya sus sitios fijados en el cosmos futbolístico, que, bien lo sabemos todos, se creó desde la nada anterior al cruyffismo tras una violenta explosión de juego del tiqui-taca, y que desde entonces crece de forma exponencial, sobre todo en las mentes adoctrinas de las redacciones de los periódicos. Separó Guardiola lo que era Pelé de lo que era Maradona y con ello creó a Messi, y se sintió satisfecho porque vio que era bueno. Creó el fútbol en seis finales, y destinó la séptima para descansar en Nueva York, porque se le vino encima el mourinhismo y aquel golazo de Ronaldo de cabeza en la ciudad de Valencia. me refiero a la city, a la capital del reino moro de levante, no al circo romano erigido para que el populacho asista a luchas sangrientas de gladiadores a codazos.

Parece ser, esa impresión tiene la autora del artículo, cuyo nombre se omite de Orbyt, pero me informan que se llama Virginia, que la ambición de Mou, así como el tesón y la fuerza de carácter para darle satisfacción, le vienen de doña María Julia, de la disciplina que aplicara en la crianza de su hijo. Y no se por qué creo entender que insinúa no se que amargura en la señora madre de Mourinho por su condición de bastarda, que su cochina riqueza de potentada, exenta de trabajar, no habría logrado sofocar del todo. Riqueza basada en la fabricación de sardinas, que suena a exótica industria en mis oídos. Serán cosas mías que leo con malicia donde solo hay donosura y ternura hacia el personaje. Porque estoy bien seguro que Virginia López sabe que el secreto de toda obra grande es la ternura del autor por sus hijos de ficción. Regla que explica desde la grandeza de El Quijote, por citar un ejemplo dentro de lo indiscutible, como la de "El bosque animado", de Fernández Flórez, pongamos por caso dentro de lo que se sitúa al otro extremo de la lista de la fama. Visitaba el hijo a la madre "en el peor momento de su carrera: a 16 puntos del Barça en la Liga y con el vestuario incendiado por su decisión de sentar en el banquillo al capitanísimo, Iker Casillas". Me hace sonreir esta creencia tan extendida entre la prensa de que las desventajas en el caso de Guardiola le hacen acreedor a la palma del martirio, que ya ha de ser parte de su representación iconográfica, además de la teta cercenada de Santa Águeda, ya que a sus pechos sólo mamara íntegra la cantera, y que en Mourinho sólo le llevan al descrédito profesional. También la alusión al incendio en el banquillo. Yo, si hay que llevar cubos de agua, entiéndase en sentido literal o en la forma de finiquitos de contratos, me presento voluntario el primero, como bombero o como mensajero, de lo que haya menos efectivos.

Y si la madre es una bastarda, el padre era un conserje con ínfulas, más elegante que el hijo, no se si trepa al lograrse casar con la heredera del dueño de la fábrica de peces. Pero seguro que me vuelvo a dejar llevar por el tono de culebrón o de libelo tremendista del escrito de las narices. "Maria Júlia se crió en una mansión, rodeada de sirvientes e intrigas políticas [...] Tras la caída de Salazar, en 1974, la familia perdió gran parte de sus posesiones". Va a ser que tienen razón los que tachan a Mou de fascista, que su familia prosperó al calor de la versión portuguesa y atenuada de este movimiento político. Y si no fuera por las fechas, que hasta he hecho las cuentas entre la boda  de Félix y Julia y el nacimiento de Mou para poder descartar que fuera de penalti, atribuiría la paternidad a esta bastarda no solo de este monstruo futbolístico del siglo XX, sino la de otros igual de abyectos, como Hitler y Mussolini. Eso explicaría el parentesco, la semejanza en los rasgos de carácter con ambos dirigentes políticos, que tantas veces se le atribuyen desde las páginas de los periódicos. Que lloviera aquella madrugada de 1963 no impidió que naciera Mourinho. Y me alegro al saber que la pequeña bastarda no tuviera que parir en descampado, quizá tras ser echada de casa por su intrigante abuelo por dejarse catar por el conserje de la fábrica. La lluvia no es óbice para que nazca aquel que muestra voluntad férrea desde el primer momento. Nació con un codo mal posicionado, sino se habría deslizado fuera el sólito, sin comadrona ni nada, porque es muy posible que ya estuviera anticipando en el vientre de su madre el brazo estirado para meterle el dedo en el ojo de Tito o la venganza por la agresión de Ballesteros. Una noche entera de parto porque a este tío no hay quien lo aguante ni quien le para sino hay voluntad férrea de bastarda en quien empuja.

En fín, no sigo con la broma. Artículo que hiede en todos sus párrafos. En el que su autora parece pedir perdón cada vez que se le cuela sin querer un elogio: "uno de los mejores -y más polémicos-". -Porque las abubillas son pájaros y con la cola listada, y ni una cosa implica la otra, ni dar un dato obliga a ofrecer el otro-. Que no se indigne el lector si le parece que la semblanza es favorable, que nada más lejos de la intención de la redactora. Escrito en el que se vulnera la voluntad de madre e hijo, que no quieren conceder entrevistas, menos aun al enemigo, por discreción y en virtud de la omertá impuesta a su madre por el entrenador, dice nuestra amiga Virginia. Más bien impuesta por el sentido común, siendo buen ejemplo de lo que pasa cuando siquiera se atiende a la puerta cuando hay un reportero español toca el timbre este mismo artículo. Clan, Omertá, intriga política. Los Mourinho nos son descritos como los Corleone de Setúbal, celosos de su intimidad por la necesidad de esconder muchos secretos -se nos prometen muchos de la madre en la entradilla y como que me he quedado con hambre. O quizá es que ya me escandalizo por muy pocas cosas-, mermada su riqueza tras la caída del dictador, lo mismo que Michael tenía que renunciar a muchos negocios cuando Castro y los suyos completaban el camino desde Sierra Maestra hasta La Habana, en aquella memorable escena del beso de Judas a su hermano Vito en el Padrino II. La rutina de los dos jubilados que son sus progenitores, se vio interrumpida por la llegada de Mou a Setubal. Que se marchó solo dos días después rumbo a Dubai. Molesto y encima mal hijo, por poco cariñoso. Y no se te ocurra, querida Virginia, mencionar que el viaje tenía como principal motivo recoger un premio como mejor entrenador del año, no sea que tengas que volver a pedir perdón a tus lectores, a ese segmento al que te diriges.

Muy mal el señor Ramírez, que es el responsable de este atentado a las buenas formas, a la decencia periodística. Nos preguntó hace pocos días en Twitter si había que apretarle las tuercas a Mourinho o aflojárselas. Si este artículo tan indecente responde a las conclusiones de la encuesta improvisada ya nos podemos ir preparando. ¿Para cuando la vida y milagros, domésticos, de la madre de Exuperanta? Parece mentira que usted participe, siquiera a pequeña escala, en una caza del hombre. Me decepciona, se lo digo en serio. Hasta hace bien poco era un gran admirador suyo. Ojalá me de motivos para rectificar estas palabras. En esa esperanza quedo a la espera de nuevos acontecimientos.

3 comentarios:

  1. Voy a estar un rato aplaudiendo de pie.

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  2. Es un gustazo seguir leyendo articulos como este. Desgraciadamente debe su origen a las mentiras, ruindades y basuras varias en que se ha convertido la prensa de este pais y no solo la deportiva. A mi si FP no para esto me terminaran alejando del futbol.
    Hasta entonces espero poder seguir leyendo.
    Feliz 2013.
    Disculpas por las ausencias de tildes, pero la tablet no me permite usarlas.

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