viernes, 7 de diciembre de 2012

El Fútbol y sus aledaños (49) - Entrenador a la fuga



Entrenador a la fuga (divertimento)

¿Quién no recuerda la película Pretty Woman? Difícil olvidarla porque cada pocos meses alguna cadena de televisión la repone y creo que sucumbimos casi todos a la tentación de volver a verla. Ah, la escena en que él le enseña el collar que ha pedido prestado en Tiffanys para que lo luzca ella en una cena de gala. Abre el estuche poco a poco,  demorando el momento con dramático suspense. Ella introduce la mano muy despacio, llena de asombro y curiosidad, casi se diría que con una pizca de miedo porque desconoce que esconde el cofrecito del tesoro y, cuando tiene los dedos parcialmente introducidos, casi acariciando las cuentas de lo que parece ser un collar, él súbitamente imita con el estuche el mordisco de un cocodrilo para tratar de dejarla tan manca como al Capitán Garfio. -¿Acaso no hizo de Campanilla en la secuela de Peter Pan que emocionó a Speilberg? Pues eso-. La cara de espanto de Julia, su risa de puro gozo tras recuperarse del tremendo susto es otra de esas exquisiteces que de muy tanto en tanto regala el Cine. La escena es tan natural que se diría espontánea, producto de un jugueteo entre los actores en una toma ya dada por fallida e incorporada al metraje definitivo de la película por la magia que desprende.

El film de Garry Marshall tiene muchos años después de ser rodada un intento de secuela, dirigida por este propio realizador, en la que trata de prolongar el éxito monetario del fenómeno fílmico a expensas de la química existente entre la pareja cinematográfica. Se llama "Novia a la fuga", "Runaway Bride", en versión original, por si alguien la quiere buscar las webs piratas.  El argumento gira en torno a una hermosa muchacha, recordemos que hablamos de Julia Roberts, a la que le es fácil encontrar siempre un buen mozo casadero al que enamorar y convencer para que la acompañe al altar. Pero cada vez que llega el día de la boda deja al novio de turno plantado antes de hacer el paseíllo del brazo del padrino. Creo recordar que en alguno de los carteles publicitarios del film se ve a Julia galopar sobre un alazán vestida de novia. El planteamiento les debió parecer divertidísimo a sus guionistas, mucho más elaborado además que el del precedente, que podría resumirse en: Millonario "saca" de las calles a puta bellísima pero de buen corazón. Pero he de reconocer que a mi me angustia. Ese no quererse dar la felicidad a uno mismo, ese constante provocar dolor en los demás. No recuerdo como acaba el film. Ni siquiera estoy seguro de saberlo, porque creo que he desertado siempre que la han programado en televisión. Por lo que pueda ocurrir casi me alegro de mi desconocimiento. Ya lo explicaré más adelante. Al menos eso es lo que voy a tratar de hacer.

Argumentos parecidos y con similares resultados han escrito los guionistas de la prensa deportiva para la pareja formada por Mourinho y el Real Madrid. Antes incluso de su llegada, sabedores de sus malos pasos por las calles del fútbol, nos quisieron hacer creer que sólo el Real Madrid podría redimir al entrenador portugués. Sus gusto por el obsceno Fútbol defensivo, que es como sexo sin amor, como sexo de pago con trofeos. Su falta de clase a la hora de conducirse junto al césped -Cómo resbala el jodido mamón de rodillas por la hierba cuando los suyos marcan un gol importante-. Sus ademanes tan estridentes y llamativos cuando pasea por la acera de los banquillos. Por como se pavenea cuando camina se le ve enseguida que es un amarrategui. Ese darse al primer club que pasa por su lado y le propone un mejor contrato. Florentino habría aparcado su apabullante descapotable de carreras, su Real Madrid de gama alta, y ante la imposibilidad de lograr arrancarlo, su falta de pericia como conductor de plantillas y equipos técnicos, habría encontrado la improvisada ayuda de Mourinho. No, no hubo  negocio carnal en aquel encuentro fortuito, solo el asombro ante la seguridad del portugués al afirmar de que era capaz de manejar con soltura y aparcar el Ferrari -recordemos que Raúl aun estaba a bordo todavía-, justo frente a la Décima. El argumento nos cautivó a todos: La discreción de Florentino frente al desparpajo de Xosé Mourinho. Y vestimos todos de gala en la flamante presentación del nuevo proyecto. Todos menos sus propios autores. "En realidad no es mi tío", nos confesó Mou nada más llegar, cuando aun no había confianza en la pareja, y porque Patinhas es tío en todo caso del madridismo. "Nunca lo son, querida", le contestó alguien de la redacción de El País en una de sus crónicas, entre trago y trago de Red Bull sabor frutas del bosque, para tratar de romper el hechizo.

El primer año de Mou en el Real Madrid bien podría servir de modelo argumental para la auténtica secuela de Pretty Woman. Porque, a pesar de lo que diga el loco en la última escena de la película, los sueños no se hacen nunca realidad, ni siquiera en Hollywood. Imagino el primer año de Vivian y Edward en Nueva York muy parecido al primero de la era merengue de Mourinho. Ni siquiera el collar de cuentas portuguesas habría sido comprado para lucirlo él, sino para el soso Pellegrini. A la llegada de Mou ya había contratos con algunos de los mejores futbalistas del mundo de habla portuguesa en la caja fuerte del club. La mejor pareja de centrales de esa temporada hablaba ese idioma: Carvahlo y Pepe. Además de CR7, Kaká y Marcelo. No, el collar no fue un capricho del entrenador. El caserón del magnate en la Gran Manzana resultaría ser un hogar lleno de corrientes de aire, con sus topos "largándolo" todo a la prensa. Topos murcianos más que nada, que en la huerta se alimentan mejor que en ningún sitio y por eso proliferan bajo los campos de zanahorias y lechugas. No quisieron los propios autores del argumento de ficción reponer la película y a las primeras de cambio nos narraron la ruptura del idilio. De Florentino con Mourinho, de Mourinho con la plantilla, de la plantilla con Tío Patinhas. De la afición con todos. Ahora el que tratan de contarnos a cambio desde hace dos años, porque hay que seguir vendiendo periódicos, es el de un entrenador perpétuamente a la fuga, a punto de marcharse corriendo, siempre con las deportivas Adidas y el chándal puestos, con rumbo a la Premier o al Scudetto. Y, así, nos dijeron enseguida que el Portugués era un desertor de mil causas, que lo habían echado de todos sitios, que era un tirano que no soportaba que no se le diese capricho en todo, que el Real Madrid era solo un sitio de paso en su camino de regreso al Chelsea. Todo eso ya el primer año. Temporada realmente dura que sobrevivimos a duras penas y que nos trajo el primer trofeo tras un trienio y la primera Copa tras muchos años.

En el segundo año la capacidad de fabulación de la prensa mejoró incluso. Ya no se trataría de opiniones sino de información fidedigna y contrastada, que sino la ha confirmado el futuro es solo por mala suerte. Mou habría filtrado a su entorno para que aflorara a la opinión pública, a la prensa, se entiende, su descontento ante la situación reinante. Se quería dar a la fuga. Un fin de semana en Londres con su mujer nos fue narrado casi como una canita al aire del crápula de los banquillos. Y eso que iba acompañado en el viaje por su santa. Eso fue cuando ya barruntábamos la primavera a pesar del frío. Y a partir vivimos en la permanente incertidumbre de si habría continuidad o no en el ilusionante proyecto. Claro, a nosotros sí nos ilusiona porque somos madridistas, a los antis ya entendemos que no. Y es una incómoda situación que aun no ha cesado, como confirman las palabras de Karanka en rueda de prensa: "Si Mourinho hiciese caso a todos los rumores sería un sin vivir". Vaya "zasca" del segundo de abordo. Portugués tenía que ser.

Ya lo he dicho en algún otro momento, creo que fue al final de la segunda temporada cuando llegó el compromiso auténtico, la auténtica fiesta de pedida. Del roce, y sabemos que ha habido mucho, sobre todo con la Central Lechera, habría surgido el fin el cariño, el amor auténtico, un sentimiento madridista en Mourinho. Se cerró su segundo ejercicio con aquel emocionante partido en el Bernabéu en que fuimos eliminados de la Champions por un ex, Robben, y un eterno pretendiente, Ribéry. "Os debo una copa de Europa", nos dijo tras la derrota, y aquel de la Yihad que no lloró de emoción al ver esta escena es porque carece de sentimientos y se escuda en el anonimato de la masa, como tantas veces se nos acusa desde COPE, La Ser y Radio Marca. Mourinho posponía su fuga hasta más avanzada la ceremonia de boda. No se a quien se le ocurrió decir aquello de "Quien tenga alguna objeción que hable ahora o calle para siempre", porque este tercer año está resultando un sin vivir, en el sentido en que lo expresa Aitor, de continuas quejas, protestas e impugnaciones que no permiten al pater seguir con el enlace. Que ya no sabemos si decir amén a Mou o ir ensillandole el caballo para que se de a la fuga. Porque hasta lo entendemos. Si toda vida de casado tiene sus objeciones, su lista de contras, el matrimonio con el Real Madrid puede llegar a ser un infierno. Por nosotros puedes calzarte las bambas por si en un momento dado te da la "venada" y das la espantada. Mismamente en cualquier rueda de prensa, en las que haces de lo insufrible, las preguntas de los plumillas, algo sublime con tus zascas. Lo entendemos Mou. Pero, si sirve de algo, manda a Karanka, que queremos que cumplas tu promesa. Y si es en el 2020 pues mala suerte. O buena, según se mire. Que te queremos, ladrón.

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