lunes, 17 de diciembre de 2012

El Fútbol y sus aledaños (57) - Cuatro discursos y un funeral

Discurso de Florentino Pérez en la entrega de insignias a socios 15/12/2012

Rueda de prensa de Mou en Valdebebas 15/12/2012

Testigo directo
Un entrenador 'top' y un periodista de mierda
Antón Meana
Marca - Madrid - 16/12/12

"En el mundo del fútbol yo y mi gente somos top y en el mundo del periodismo tú eres una mierda". Esta frase la pronunció ayer José Mourinho mirándome a los ojos. El escenario, improvisado o no, una habitación contigua a la sala de prensa del Estadio Santiago Bernabéu. Justo después de finalizar la rueda de prensa previa al partido contra el Espanyol, un miembro del departamento de comunicación del club, Juan Camilo Andrade, requirió mi presencia para reunirme con Silvino Louro, preparador de porteros del primer equipo. Con incertidumbre por la imprevista reunión, abrí la puerta y allí estaba el señor Louro, acompañado por José Mourinho, Luis Campos y dos trabajadores del club: Carlos Carbajosa y Fernando Porrero. Le tendí la mano y me negó el saludo. Muy nervioso, se dirigió a mí a voz en grito y en un portugués cerrado, por lo que no le entendí con exactitud.

Le pedí que me hablara más despacio y me contó que no soy nadie para poner en duda su honorabilidad. Me detalló punto por punto su currículum, donde incluyó, orgulloso, ser el principal valedor de Petr Cech. Defendí mi información, ciñéndome a mis fuentes. A pesar de la insistencia de los allí presentes para revelar su identidad, no cedí a sus presiones. No obstante, les comuniqué que volvería a preguntarles, por si no estuviera en lo cierto, pero sigo confiando en lo que me han dicho.

El pasado jueves, tras la derrota del Real Madrid en Vigo, analizamos en Radio MARCA la situación del vestuario blanco tras las críticas del técnico luso a algunos de sus futbolistas. Tras consultar a varias fuentes, informé a los oyentes de la sensación que tienen varios futbolistas del primer equipo, que ven a Louro casi como un espía del señor Mourinho.

"A mí me han dicho que eres un hijo de puta y una muy mala persona, y yo en vez de creérmelo, pienso otra cosa". Así irrumpió José Mourinho. Hasta entonces en un segundo plano, el entrenador decidió llevar el peso de la conversación. "Eres antimadrista, antimourinhista y tus preguntas siempre van con intención negativa". Me recordó su palmarés, el de su equipo técnico y, usando el marco de la puerta como si fuera un metro para medir la altura de un niño, situó por encima de la cabeza su capacidad profesional, dejando la mía por debajo de la rodilla.

El técnico continuó su intervención cara a cara: "Mientras sea entrenador del Real Madrid te respetaré siempre, cuando deje de serlo, serás una persona más de la calle y entonces veremos…".

Con Mourinho mirándome fijamente y Louro queriendo finalizar la conversación porque estaba llegando la hora del entrenamiento, le dije al señor Louro que "mi información no es un dato rebatible, es una impresión personal de un sector del vestuario y está contrastada desde el mismo momento en que me la cuentan".

Mourinho me recomendó que fuera más prudente con la credibilidad de las fuentes a las que consulto: "¿A ti qué beneficio te produce contar eso en antena? Aunque fuera cierto, que para mí no lo es, ¿realmente lo ves noticioso? Tienes que controlar bien si tus fuentes te están diciendo la verdad. Hay 21 jugadores en este vestuario que se llevan genial con Silvino y, como pasa en todos lados, hay tres ovejas negras que joden al grupo. Y en vez de intentar sacar a esa gente que perjudica a sus compañeros, tú lo das como noticia. Esto es así. Tú tienes una fuente, te da una información y por ella tienes que pagarle. No digo con dinero, hablo de favores, de taparle cuando falla, de ayudarle cuando te necesite y si es un niño prometiéndole cosas. A mí me pasa, me llama un periodista, me cuenta cosas de su periódico y yo tengo que pagarle con una alineación o con una entrevista. Pero yo, cuando eso sucede, pienso que si esta persona traiciona a sus compañeros no es una persona de fiar. Y filtro lo que me cuenta, busco lo que es cierto y lo que no. Eso es lo que tú tenías que haber hecho".

Me insistió que desvelara la identidad de mi fuente, de la persona que me facilitó la información. Mi respuesta fue que él, precisamente él, no me podía pedir eso porque es "el rey de dar sin dar". Que siempre critica sin dar nombres, como acababa de hacer, sin ir más lejos, con Benzema. Los seis miembros del Real Madrid presentes en la charla se sorprendieron de que hubiera interpretado así una respuesta del entrenador en rueda de prensa, y les dije que era un sentimiento general, que casi todos los medios interpretamos lo mismo.

"No hace falta que interpretes", respondió Mourinho. "Tienes una ventaja, trabajas en radio. Sólo tienes que ir a la emisora, tirar mi frase y que la gente haga sus valoraciones". Tras media hora aproximada de reunión la cita llegó a su fin porque era hora de ir a entrenar. Me disculpé ante Louro diciéndole que no era mi intención ofenderle personalmente al haber utilizado la palabra "espía", y le pedí "perdón con la mano en el corazón si usted o los que le quieren se sintieron molestos". No obstante, le insistí en que seguía pensando lo mismo, que mi fuente tenía más credibilidad que lo que él me dijera.

Ya con el entrenamiento echándoseles encima, Louro me tendió la mano, se la acepté, la estreché y nos despedimos. Mourinho hizo lo propio y le respondí de la misma manera, al tiempo que le agradecí a Carlos Carbajosa su presencia en la reunión.

Así pasó, y así vuelvo a contarlo para los lectores de MARCA. Como seguiré haciendo cada día con mis oyentes de Radio MARCA.


Cuatro discursos y un funeral

En la película "Cuatro bodas y un funeral", el dubitativo Charles y su hermana Scarlett llegan tarde a todas las bodas a las que son invitados. Su vida social se desarrolla de banquete nupcial en banquete nupcial, y su circulo social se reduce a los asistentes de esas bodas, no llegamos a tener claro si por que las amistades surgen exclusivamente en estas celebraciones o porque sus posobilidades de ocio son tas escasas que merec la pena arrimarse a la alegría de otros para pasar el rato. La vida del aficionado al fútbol tiene algo de esto. Uno vive a expensas de las victorias del equipo para poder olvidar la mediocridad que ha debido cruzar entre semana. Al igual que en la película, algo de fiesta permanente a expensas de los demás tiene el desempeño periodismo en estas fechas cercanas a la navidad, con tantos actos públicos, comilonas pantagruélicas, agasajos mutuos y entrega de premios cada pocos días. Si en algún otro momento del año algún ingenuo puede cuestionar que las estrellas del "asunto", del mundo del deporte, son los propios periodistas, en el ámbito de las Navidades deja de caber cualquier duda, por espaciosa que sea nuestra candidez. Los testigos de la celebración, como Charles en el film, se convierten en el hilo argumental, y lo mismo vemos a los periodistas departiendo con Radamel ante la mesa de un banquete, como el otro fin de semana a Relaño, que luciéndose en rueda de prensa con alguna pregunta picante, como a Antón Meana tras la rueda de prensa del partido de copa en Balaidos, o haciendo jocosos comentarios sobre la entrega de insignias del Real Madrid, a los socios, como a Los Manolos.

Esta historia tiene un prólogo que al final de la narración alcanza todo su significado, la pregunta de Antón Meana a Mourinho en Balaídos, en la sala de prensa, y que este último no quiso contestar. Ha pasado desapercibida porque el audio en los directos de todas las emisoras de radio era pésimo y solo se podían escuchar las respuestas. La pregunta, que pude reconstruir pegando la oreja al altavoz del PC con el volumen al límite del dial sería más o menos esta: "Usted ha hecho muchos cambios en el descanso. ¿Se debe a un mal planteamiento del partido o a que los jugadores no han entendido lo que se les pedía?". Hay una evidente mala intención en la pregunta formulada, no creo que nadie se atreviera a discutirlo. Ganas de hacer chanza, buscar el asentimiento de aquel a quien se cuestiona, en el doble sentido de la palabra, en cuyo caso éste quedaría en muy mal lugar, o su protesta, en cuyo caso el rédito para el periodista sería haber logrado molestar al entrevistado y hacer de su reacción tema de debate. La pregunta muestra ese vicio tan común en la prensa española de incluir la respuesta, la que más convence o más satisface, esto segundo en este caso concreto, al periodista que la formula. La entrevista, la rueda de prensa, deja de ser tal y se convierte en artículo de opinión de quienes hacen las preguntas. Así, para Antón Meana, o bien Mou se equivocó en su planteamiento, es mal entrenador, o no supo transmitir sus instrucciones a sus jugadores, con lo que se daría una prueba más del divorcio existente entre cuerpo técnico y plantilla, una de las teorías del periodista, compartida por la legión de plumillas que desean a toda costa ver marchar de España a José Mourinho. Otro, con más cintura quizá, habría sorteado la pregunta, la habría obviado con una sonrisa y unos cuantos lugares comunes. Pero ya sabemos que el portugués es persona que no se arredra, menos en una sala de prensa, y dejó bien claro el malestar que sentía y al que tenía derecho, pero sin insultos, como hace bien poco hizo Caparrós en situación análoga, sin que se haya escuchado ninguna censura en ningún medio.

Este episodio que, por otra parte, es habitual en las ruedas de prensa de Mou, siempre hay mozos que saltan a la arena de la plaza del pueblo e intentan burlarse del toro embolado para demostrar ante sus iguales su valor, tuvo su coda en Radio Marca esa misma madrugada, medio para el que trabaja el periodista gijonés. Cuestionado por García Caridad sobre la situación de Mou en Real Madrid, aseguraba Antón Meana que en todos los rincones de la casa Blanca la gente estaba "hasta el gorro de él", que carecía de amigos o aliados, ni entre la directiva, ni entre los trabajadores, ni siquiera en la plantilla. Caridad fingió asombro, definió la situación con un "Mourinho está harto del Madrid y el Madrid está harto de Mourinho" e insistió. No le cabía en la cabeza que Mou viviera en la más estricta soledad dentro del club. Bueno, "algunos si que siguen siendo incondicionales del entrenador", confesaría el periodista: "Mourinho solo tiene relación con jugadores como Pepe, que siempre se han mostrado muy cercanos al entrenador. Y con los trabajadores que él trajo al Real Madrid: Silvino Louro, un entrenador de porteros, al que muchos jugadores ven casi como un espía del entrenador, que no se puede decir nada delante de él para que no nos traicione; y Rui Faría, un preparador físico que tiene más lesiones musculares que nadie en su plantilla". Estas palabras, sin ser ni mucho menos las peores dedicadas a Mou en los años que lleva en el Real Madrid, si que son significativas del discurso de la prensa acerca de su persona. Se elucubra con una supuesta mala relación del entrenador con todos los estamentos del Real Madrid. Se afirma y se alude a supuestas fuentes de información. Se hacen juicios de valor muy despreciativos, no ya de su persona, sino de sus colaboradores y sus allegados. Pueden ser victimas de las puyas y chanzas de la prensa tanto su hijo como sus ayudantes. Karanka es personaje habitualmente objeto de menosprecios y mofas en las emisoras de radio y la prensa. Monchito es su apodo, que usan habitualmente los más chisposos de la radio, como Edu García, un periodista que ha confundido la narración del deporte con el espectáculo de variedades. Imagino que no debía irse de borracheras con Roberto Morales o Javier Matallanas, ni con ningún otro periodista de los que podríamos calificar como de alta graduación. Y digo alta porque bebiendo solo claras de cerveza uno se sale con esos caretos en las fotos de grupo con amiguetes futbolistas que hemos visto por Twitter. Las dos descripciones que Meana da de los colaboradores de Mou exhiben una enorme mala baba proberbial y rozan la injuria. Justo la cualidad y la actitud que se precisan para ser redactor de deportes en España en estos tiempos. Louro sería un chivato, vaya a usted a saber de qué, que cosas confesaría un estúpido al ayudante de su jefe. Me imagino perfectamente a Ramos mordiéndose la lengua para no confesar en la proximidad de Louro que el día de descanso lo aprovecho para ver la primera entrega de la trilogía "El Hobit". "Xosé, el torito andaluz ha ido a ver un partido de Messi. Se lo he escuchado cuando se lo cantaba a Cantadillas". "Tiene razón Piqué, este es tonto. Pues este miércoles que juegue la copa". Y Faría sería un inútil en su trabajo. El más inútil de todos. Solo falta estirar un poco la afirmación para que sea la misma que Diego Torres incluyera en uno de sus artículos para El País, según la cual Mou propiciaba las lesiones de los jugadores que eran menos de su gusto para incrementar las posibilidades de que jugaran de sus favoritos. Cosas así se dicen todos los días en los medios de comunicación sin que a nadie le extrañe, ofenda o le merezca siquiera un comentario. Según la prensa es lícito cuestionar la competencia y la honorabilidad de los profesionales. Pues tomo nota, porque ahora las estrellas son ellos y, por tanto, están sujetos a la valoración del público.

Parece ser que se lo estaban barruntando. O quizá tenían noticia de lo que iba a ocurrir. Ya lo había anticipado Josep Predrerol cuando más tronaba sobre Mourinho: "Habrá unas declaraciones de Florentino apoyando a su entrenador". Parece que el periodista catalán tiene hilo directo con el presidente del Real Madrid o un intermediario cercano. Su programa a veces se convierte en un  gallinero con lo peor de La Cruzada, pero cuando manda callar en el plato y cesan el piar de las gallinitas, lo que dice suele tener mucho sentido. No suele fallar estos vaticinios, aunque aun sigamos esperando después de dos años la llegada segura del Kun. El caso es que hace dos días ya se lamentaba José Ramón de la Morena de algunos de los párrafos que al final hemos escuchado en el discurso de Florentino Pérez. Concretamente, Juanra se dolía de la afirmación de don Florentino acerca de que el Real Madrid es de sus socios y que serán ellos los que tomarán las decisiones que marquen su futuro. En el fondo lo entiendo, duele mucho escuchar cosas así cuando llevas años ayudando a los patronos a que "metan mano" en la institución. "La prensa ni quiere ni pueda mangonear en el Real Madrid", afirmaba quejoso Joserra, y me imagino a sus colaboradores sentados a su lado tapándose la boca para que la risa floja no se escuchara en antena.

Hubo en la ceremonia de entrega de insignias de oro a los socios veteranos del Real Madrid dos momentos muy significativos. Uno fue el aplauso tributado a Alfredo Di Stefano, orgullo y patrimonio vivo del Real Madrid. Fue un momento emotivo y de exaltación, un darle las gracias por ser uno de los máximos responsables de la gloria del club, al tiempo que un gesto de cariño ante el mal momento personal que atraviesa por la muerte reciente de su hija. El aplauso desbordó con creces lo protocolario, subió la temperatura de la sala y dejó, como quien dice, el toro en suerte para que don Florentino se luciera con sus palabras. Y quizá por ese momento inicial cargado de calor humano, todo lo que dijo pareció tener especial significado, llegar directo al corazón de los socios allí reunidos y quienes no lo éramos pero oíamos la retransmisión por RMTV y la comentábamos en Twitter. No tiene el señor Pérez en don de la oratoria, por más que estén pulcramente escritos sus discursos. Menos aun un poder de convocatoria producto de una declamación acertada. A la prensa siempre le pareció un tipo soso, y como el respeto no se exige para los personajes en las redacciones de deportes, son muchas las veces que se lo han dicho. Supongo que no en la comida que el club organiza para los medios cada Navidad. Pero esta vez estaba a favor de las palabras del presidente, que tenían viento de popa y navegaban por la sala en avante toda, resolutivas y hasta belicosas, como el acorazado Bismarck. El orgullo del madridismo, su andadura centenaria y exitosa, exigen su total independencia de aquellos que pretenden adueñarse de su destino. Así lo hizo saber don Florentino, para espanto de fariseos y zelotas."Hemos vivido dificultades muy serias, pero siempre hemos sido capaces de sortear los riesgos que ponían en peligro la identidad de nuestra institución. Hemos tenido experiencias tristes, que nos han obligado a hacer frente a quienes consideraban que podían manipular la vida de este club. Y les hemos demostrado que aquí las decisiones las toman los socios, que son los únicos dueños del Real Madrid". Tras estas palabras, García Caridad preguntaba a algunos tuiteros por qué daban por hecho que Florentino se estaba refiriendo a la prensa. Se tiene el director de Radio Marca por tipo ingenioso y gran capacidad dialéctica, cuando lo normal es que se convierta en que sea vapuleado por la lógica cuando hace alguna de sus escabrosas afirmaciones. Como aquella vez en que tuiteara que Mou era un indeseable. Esta vez no fue excepción y hubo risas, las justas y necesarias, a costa del bueno de don Francisco. No se gusta la prensa en el papel de tirano, el que viene ejerciendo, cada vez con mayor intensidad, desde hace unos cuantos años. Probablemente desde que don Santiago Bernabeu dejó de ser un recuerdo reciente. Y ese no gustarse le obliga a cargar las tintas en las criticas, a aumentar la virulencia de sus ataques. La prensa propicia el clima de crispación y abatimiento que generan las crisis y abortan uno tras otro los proyectos que se plantean desde la directiva del Real Madrid. Se puede ganar a pesar de ello, las dos últimas temporadas, en las que el clima ha sido en más insano que se recuerda, son buena prueba. Pero no sin que queden sin conseguirse honores a los que somos acreedores por ese clima hostil propiciado, como el haber podido disputar dos finales que se nos hurtaron, la de Copa del Rey el año pasado y la de la Champions League hace dos. La prensa exige cambios, siempre lo hace, y cuando el aire se vuelve irrespirable y llegan las destituciones, critica la falta de temple y de continuidad en los proyectos. Esta táctica la hemos visto poner en práctica una y otra vez. Con Capello se ejecutó dos veces, con éxito pleno. Costaron un fuerte desgaste a los dos presidentes que habían confiado en el entrenador italiano.

A renglón seguido del tramo de discurso ya estractado, don Florentino Pérez añadía: "[Don] Santiago Bernabeu, la gran referencia del madridismo, comentaba: Dicen que el Madrid es el equipo de los ricos, cuando la verdad es que la base está entre aquellos que construyeron el estadio. El Real Madrid es un club completamente popular, decía. El Real Madrid es el equipo del pueblo. Son los títulos los que lo han hecho señor, porque somos el club de referencia, efectivamente, a lo largo de la Historia del Fútbol". Me gustan estas palabras porque, por boca de don Santiago Bernabeu, dejan claro cual es la opinión del actual presidente del Real Madrid acerca del tan traído y llevado Señorío. Son unas palabras cuyo espíritu hacen evocar a tipos con pelucas empolvadas redactando y firmando manifiestos de independiencia. Independencia es lo que quiere el madridismo y dice el don Florentino que quiere para el Madrid. El poder dimana del pueblo, y el pueblo madridista es numeroso. Por eso ha logrado grandes logros, a veces en contra de las circunstancias y otras a favor de ellas. Y eso es lo que le convierte en un club señor, ciudadano y no esclavo, ni más ni menos. Y para que ese poder se manifieste en toda su capacidad de alcanzar logros es necesaria la unidad, a la que apelaba don Florentino en su discurso. Es difícil en tiempos en los que se habla de fuentes de noticias en el interior del club, de topos dentro de la plantilla. Esta es una baza habitual en la prensa. La usaba Antón Meana para poder insultar impunemente a los colaboradores de Mou. Su disculpa es trasladar la responsabilidad del juicio, artero y falaz, en terceros, aprovechando la existencia de estas fuentes, inventadas o no, para favorecer la desunión y debilitar al madridismo, en especial a sus actuales dirigentes.

El segundo momento significativo del discurso llegó con las palabras dedicadas a Mourinho: "Tenemos al mejor entrenador del mundo, con una trayectoria impresionante y con la exigencia como norma de comportamiento. Ha tenido que soportar ataques y descalificaciones desproporcionadas e injustas, y algunas de ellas que afectan a la dignidad de la persona. Desde aquí, José Mourinho, mi reconocimiento, mi confianza en tu trabajo y mi cariño". En este momento fue interrumpido por un aplauso espontáneo que duró exactamente 23 segundos. Y aun hubiera durado más si el propio Florentino no hubiera optado por proseguir con sus palabras. Si a alguien le parece poco que intente aguantar sin respirar ese tiempo. Si alguien pensaba que Mourinho estaba en el disparadero, vería en este momento su gozo en un pozo, y ojalá vaya tras de él de cabeza. Porque ya no se trata de que Mou cuente con el respaldo del presidente, que no es poco, más si se considera que se habla desde hace bastantes fechas de "divorcio", usando este mismo término, entre presidente y entrenador, sino que además ese respaldo se extiende al aficionado. Y no a un grupo de jóvenes radicales ultras que han cambiado las esvásticas por las cuentas de Twitter, sino precísamente del sector más decano, el de los socios con más de medio siglo de vida de pertenencia al club. La Yihad de Twitter parece tener una batallón constituido íntegramente por eméritos del madridismo. Algunos ya lo sabíamos, los que nos interesamos por el Real Madrid, no como la prensa que cubre la información sobre el equipo, que anda en el más absoluto de los desconocimientos. Como Carmen Colino que, cuando Petón comentara la irrupción a la vida pública del movimiento Primavera Blanca, se sonreía, pícara ella, asegurando que se trataba de "los mismos de siempre", ese grupito de revoltosos que pululan por internet. Carmencita, no te queda mili ni nada, vete preparando ese físico con footing o aerobic, que peligran tus rotundas posaderas. El morlaco, que según tú lo componen los de siempre, te va a hacer correr más que a un mozo en sanfermines. Cuidado con esas astas color hueso que luce el bicho, que contigo hay blanco de sobra y te puede dejar ambas cachas convertidas en un acerico.

En esos momentos del día, primera hora de la tarde, el madridismo vivía un momento de plena felicidad, el primero desde el verano, seguramente. Ha habido otros buenos momentos, como el partido de la remontada ante el City, pero que no tenían esa componente de perdurabilidad en su efecto benigno. El efecto benigno de una victoria, por emotiva o importante que sea, puede ser nautralizado fácilmente con una derrota en fechas posteriores. Nada desea más el madridismo que se prosiga con el proyecto que está llevando a cabo José Mourinho. Nada le angustia más que las continuas noticias sobre su marcha del club. La prensa sabe golpear donde duele, donde hay más capacidad de daño a la institución. Vive en la esperanza que la marcha del entrenador, un bien en si mismo para ella, propiciará también el descrédito del actual presidente y, tal vez, la llegaba de otro más maleable, más receptivo a los negocios que demandan Pedro Pablo San Martín y otros madridistas disfrazados. Y en esta atmósfera de felicidad, ya sosegada, y de alivio tras los negros vaticinios en casi toda la prensa, se inició a las cinco la rueda de prensa de Mou con motivo del partido de liga ante el Español.

La rueda de prensa en sí tuvo poco noticiable. Quizá que hubo más preguntas de tema futbolístico de lo habitual. Bueno, no son raras las ruedas de prensa de Mou en que no se le hace ninguna pregunta de Fútbol. ¿Y sobre que suelen versar? Pues, decir al respecto, que la imaginación de los periodistas quizá sea limitada, pero no su capacidad de fabulación y ganas de herir e insultar a quien tienen enfrente. Eludió hablar del discurso institucional de Florentino Pérez y de la polémica con Paco Herrera. "Con Paco hablo cuando tengo que hablar, cuando estoy cara a cara con él". Significativas palabras de Mou por lo que viene después. El caso es que al rato de finalizada la rueda de prensa Twitter entró en ebullición. Periodistas de diversos medios empezaron a hablar de un altercado entre Mou y Antón Meana. Se habló de agresiones. Después de amenazas. Especialmente divertido fue el rato que los periodistas dedicaron a borrar tuits en los que acusaban a Mourinho de cosas que luego resultaron no ser ciertas. Ni siquiera podemos hablar aquí de aquello de difama que algo queda. Fue simplemente la excitación grupal. Unos periodistas ejercieron de mamporreros de otros, se vinieron arriba leyéndose entre sí, que ya sabemos lo endogámica que es la forma que tienen los periodistas de participar en Twitter. Nadie se ocupó de contratar, siquiera con la supuesta víctima. Dispararon hasta el pianista y por eso se les acabó la música pronto.

Lo que supuestamente ocurrió lo cuenta el propio Antón Meana en un artículo publicado en Marca al poco tiempo de los sucesos. Nos falta alguna otra versión. Nadie se la pidió a Mou en la rueda de prensa posterior al partido con el Español, algo que nos extrañó a todos. Pero la que conocemos es muy significativa. Decir, para empezar, que es uno de los escritos más abyectos que haya leído jamás. Pienso que poca gente, en especial entre la prenda, lo leyó realmente, que se opinó sin saber, porque a quien deja en peor lugar este escrito es a su propio autor, a pesar de que trata de retratarse como santo varón temeroso de Dios. El peloteo, cuando es hacia uno mismo, cae en lo ridículo. ¿Debió Mourinho citar para una reunión privada a Antón Meana? Posiblemente no. El contaba con que el periodista era un hombre de honor, como luego se demostró que no era. La frase que abre el artículo de Meana, que le sirve de título, que tanto se ha comentado en Twitter: "En el mundo del fútbol yo y mi gente somos top y en el mundo del periodismo tú eres una mierda", no es elegante. Son la respuesta de Mourinho a un ataque hacia su gente. Este tipo de comportamiento airado suele producirse en el entrenador cuando se produce un ataque de este tipo. El famoso dedo en el ojo a Tito Vilanova responde en última instancia a comentarios despectivos del actual entrenador del Barça proferidos durante un partido al banquillo madridista: "Sois una puta banda". Palabras que parecía secundar Messi desde el terreno de juego en el momento en que era sustituido. Mou parece soportar peor los ataques a sus allegados, a la gente de su grupo, que a los que tiene que soportar en su persona. Quizá lo agrio de la frase se explique de esta manera. Que en realidad no se produce al principio de la reunión. Pero Meana abre su escrito con ella, y toda la parafernalia adjunta, que si le miró a los ojos cuando la dijo, que si se produjo en un escenario improvisado. Pero es que a Meana le interesa más dar una carga dramática a su escrito que esclarecer los hechos. Utiliza la expresión "escenario improvisado", y no es casual. Tiene la sensación de haber asistido a un drama teatral y hubiera querido otro escenario más público. Probablemente el este tipo de cosas, la que le dice Mou a él, las diga bajando la vista. Las descalificaciones a Louro y Faria ni siquiera eso: Durante un programa de radio, sin tenerlos presentes.

Es curiosa también la expresión que utiliza para describir las palabras que Louro de grita nada más entrar: "en un portugués cerrado". Porque tienen ese tufillo racista con el que la prensa se desenvuelve habitualmente, sobre todo con la gente de Portugal. El Portugués no es ni abierto ni cerrado. Es amistoso con quien no le agrede por diversión o requerimiento del patrono. El enfado de Louro a mi me parece más que lógico. La tensión también. Sentirse indefenso ante las injurias proferidas por un periodista durante la emisión de un programa de radio. Totalmente gratuitas, que no tienen más objetivo que hacer daño. Esa rabia acumulada durante dos días se desató en la cabeza de Louro probablemente cuando tuvo delante al rufián que le había insultado sin conocerlo de nada, sólo de vista.

"A mí me han dicho que eres un hijo de puta y una muy mala persona, y yo en vez de creérmelo, pienso otra cosa". Esta si que es la primera intervención de Mou en la reunión, según Meana. Y será contundente y todo lo que se quiera, pero le muestra al periodista la forma en que ha de conducirse un hombre. Si alguien de la plantilla le ha dicho a Meana que Louro es un chivato, podrá darle crédito, pero para actuar con justicia tendría que haberlo comprobado de primera mano. Eso en lo que se refiere a su labor como periodista. Como persona aun es peor, porque las personas con honor dan una oportunidad a aquellos a quienes no conocen, tratan de formarse de ellos una opinión propia, no se contentan con la prestada. Pero, seguramente, el señor Meana no sea receptivo a estos conceptos, ética y honor, y sea perder el tiempo tratar de explicárselos. De réplica diálogo bufo puede calificarse la disculpa que ofrece a Louro sobre su insulto. Le pide perdón desde lo más profundo de su corazón, al preparador portugués y a aquellos de sus allegados que pudieran haberse sentido heridos, y añade: "... le insistí en que seguía pensando lo mismo, que mi fuente tenía más credibilidad que lo que él me dijera". No se si se puede tener más desfachatez, más cara dura que este señor. Tras disculparse de llamarse chivato, se reafirma, y basa su descalificación en unas con más credibilidad que el propio insultado. De chiste es el argumento. De chiste diría que es la prensa que tenemos en España, si su influencia no fuera bien seria y dañina.

Pero lo peor de todo es el final. Meana habla de apretones de manos, de disculpas mutuas. Asegura que por su parte son sinceras. Lo gracioso es que de la sinceridad de los demás no tenemos certeza, ni a favor ni en contra. Pero en el caso de Meana no nos cabe ninguna duda de su hipocresía, por su actos posteriores, que por sus palabras ya hemos visto que es un santo varón. Pensemos, es una reunión en la que se intenta llegar a un entente. Mou y Louro quieren saber en que se basa Meana para insultar al segundo. El periodista nos vende una historias, muy teatrera, sobre protección heroica de fuentes. Cuando a alguien otra persona le dice: "Me han dicho que eres un chivato", la respuesta lógica es contestar: "¿Quien?". En todo caso, parece ser que el periodista logra sobrevivir al potro de tortura que supone que Mou te mire directamente a los ojos y te interpele con su voz varonil. Todo acaba en apretón de manos y felicitaciones de Navidad. Y nada más salir por la puerta Meana encuentra mejor escenario para su afán de protagonismo y lo larga todo a sus compañeros de profesión y, luego, durante toda esa tarde, se dedica a lo que en el argot de los programas del corazón se denomina como: "Hacer platós". Creo que solo el Canal Disney se quedó sin la posibilidad de entrevistarlo. El caso es que la palabra de Meana no tiene siquiera el alcance de unos pocos metros. Tras dar su mano a unas personas con las que acaba de tener un conversación privada, supuestamente sincera, los traiciona nada más salir de la habitación. Dice Mourinho que le han asegurado que Meana es un hijo de puta. No le da crédito porque el no lee prensa. El caso es que yo sí y tengo que decirle que sus fuentes me resultan más fiables que las del franquicia Marca.

Este artículo pretendía tener un tono jocoso, como habitualmente intento que sea, y acabar con la crónica del partido de ayer. Al irse acumulando las noticias, las cosas que quería comentar, el artículo se me ha desmadrado en su tamaño. La idea inicial era hacer un símil entre lo ocurrido estos días y la película protagonizada por Hugh Grant, y que en el juego de palabras el cuarto discurso fuera los argumentos que el Real Madrid iba a exhibir en el Bernabeu ayer. El funeral se suponía que iba a ser el sepelio de la prensa tras el apoyo de Florentino a Mou. Más tarde jugué con la idea de bromear acerca de un supuesto funeral del periodista Meana, que en algunos momentos pareció haber sido víctima de un asesinato, por lo que se leía en Twitter. Pero el auténtico funeral se produjo en el terreno de juego, durante el partido contra el Español. También el respetuoso silencio en las gradas, con el que el público asistió a la pérdida de la Liga, cuadra con esta idea. No tengo muchas ganas de redondear este escrito con la crónica del partido. Siquiera se si la voy a hacer. Tal vez luego. Tal vez nunca. Pocas ganas tengo de seguir escribiendo de fútbol en estos momentos. Las he perdido por completo tras la derrota. Me refiero a la del proyecto de Mourinho que, hace solo dos días, parecía tener su continuidad asegurada.


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