domingo, 9 de diciembre de 2012

El Fútbol y sus aledaños (51) - Mal día para dejar el señorío



Mal día para dejar el señorío
(Real Valladolid 2 - Real Madrid 3 - Campeonato Nacional de Liga - 8/12/2012)

Ancha es Castilla, también si se mide a la altura de Valladolid, y por eso Djukic, el entrenador del equipo local, decidió reducir las dimensiones del campo del estadio José Zorrilla. Incluso en el link que me permitía seguir la retransmisión podía apreciarse claramente las bandas de césped hurtadas al terreno de juego a uno y otro lado del césped. Menos espacio para que trotaran CR7 y Di María, menor recorrido para llegar al área pequeña de Casillas en los saques a balón parado. El encuentro empezaba a adquirir el aspecto de una encerrona incluso antes de iniciarse. Se que está mal decirlo aquí, que no es elegante, en especial tras una victoria, pero es que estoy tratando de dejar el señorío. Y no es fácil, es un vicio muy feo adquirido tras muchos años de alegrías y sinsabores. Mientras escribía el artículo que edité en el blog ayer, me enteré que ya en 1960 el madridismo tenía monodependencia del Señorío. Y mientras redacto, me viene a la memoria ese chiste recurrente de la película "Aterriza como puedas". "He elegido un mal día para dejar de fumar", dice el jefe de la torre de control del aeropuerto de los Ángeles, LAX para los amigos, en una de las primeras escenas tras declararse el estado de emergencia. "Mal día para dejar de beber", dice más adelante, borracho como una cuba, mientras intenta dar instrucciones por radio al improvisado piloto del jumbo que está en el aire. "Mal día para dejar de esnifar pegamento". Y poco a poco nos vamos enterando de todos y cada uno de los vicios del personaje que interpreta Lloyd Bridges, el papá de "Los increíbles Baker Boys" en la vida real, algunos realmente rocambolescos. Pues bien, el nuestro, el del madridismo, es el señorío, que sirve de coartada a algunos madridistas disfrazado,s emboscados en la prensa para poder cargar toda la culpa sobre los jugadores, equipo técnico o directiva cuando somos víctimas de una celada. Y he de reconocer, antes que nada, que la de ayer no fue de las peores que he visto. Aunque tres como esta evitaron que el Real Madrid pudiera luchar hasta el final por la Liga en el año uno de la Era Mou. Me estoy imaginando a nuestro amigo diciendo: "Mal día para dejar el señorío", mientras mira un partido del Madrid en un monitor de la estación. "Hoy no tengo voluntad para lograrlo. Oye, es que a los Lakers si que los respetan. Pregúntale sino por radio a Kareem que va de copiloto en el avión. ¿Qué mariconada de deporte es éste en que los resultados dependen más de los árbitros y los directivos que de los jugadores?".

Y no, como ya he dicho, la de ayer no fue con mucho de las peores. Recapitulemos: 1) El partido se jugó en sábado, tras jornada europea entre semana. El Barça jugará mañana, por lo que dispondrá de un día más de descanso. Esta situación de trato preferente no es novedad, más bien un clásico, así que habrá que concluir que hay animadversión hacia el Real Madrid en la RFEF y la Liga profesional. O quien quiera que sea quien confeccione el calendario de la temporada, que son cosas que no deberían preocupar a ningún aficionado por notarse tanto los desajustes. Ruores "manda" mucho, y como lo hace a favor de quien se debe, pues miel sobre hojuelas; 2) El arbitraje, sin ser de los peores de los últimos tiempos, insistimos, obvió un penalti a CR7 y anuló un gol legal a Ramos, además de pasar por alto una ristra larga de faltas de los vallisoletanos  que rozaban algunas la categoría de agresión. Y no es que los del equipo de Pucela sean especialmente violentos. No es eso, no. Es que, a ver, ¿quién no se anima a meter la pierna cuando el balón rueda por el suelo o el antebrazo en la disputa de un balón aéreo, si se sabe que está permitido permitirle la cara al jugador franquicia del equipo contrario? Los errores arbitrales contra el Real Madrid son el pan nuestro de cada día. "Dánosle hoy", rezan para sus adentros a Sánchez Arminio los aficionados de todos los campos mientras gritan en voz alta: "Así, así, gana el Madrí". Que la prensa ya les dará la absolución si hay descalabro del equipo blanco con aquello tan socorrido de "Pero los errores del trencilla no pueden ser excusa...". Ni siquiera los que cometen algunos desahogados en Tenerife, lo tenemos claro; 3) La prensa rara vez ayuda al Real Madrid cuando es atropellado "por las circunstancias". Este año la prensa se tapó un poquito tras la polvareda levantada por Pedro Pablo San Martín con su desliz en el programa Punto Pelota, ese en el que confesaba que había boicot al Real Madrid en las portadas por la falta de "colaboración" del club con el periódico. Hubo pantomima de supuesta indignación por el arbitraje de Rocchi cuando el Real Madrid jugó contra el Manchester City. Pero, aun así, la cabra siempre tira al monte, poco a poco se fue vendiendo como culpa de la propia directiva del Real Madrid al no saber tratarse con la UEFA. Que hay que tener amigos hasta en el hampa, oiga, y deje ya de quejarse. Hoy, tanto AS como Marca, prefieren poner la queja en boca de Pepe, que queda más elegante y es menos comprometido: "Son muchas cosas en contra nuestra, pero lucharemos", confiesa el defensa portugués. Y es que la Central Lechera si que está claro que no es capaz de dejar el Señorío. Tampoco la desvergüenza. El día que el Real Madrid sufra un percance grave y quede tirado en una cuneta de una carretera "a tomar por culo" de cualquier lugar civilizado, digamos, por poner un ejemplo, en alguna curva en el entorno de Villar y su vicepresidente Joan Gaspart, que no se le ocurra llamar con el móvil a la prensa para pedir socorro. Mejor que gaste la batería que quede llamando a otra persona. Porque me apuesto los bigotes del gato Benzemá a que ese número estará comunicando.

Mal día pues, el de ayer, para dejar el Señorío. Pero hay que reconocer que el resto de factores no confabularon con los que se apuntan a todas las encerronas. Los jugadores del Valladolid estaban extramotivados, pero no al nivel de como lo estaban los jugadores del Levante o Betis, pongo por caso. Tampoco el público fue especialmente hostil. Valladolid, le duela a quien le duela, es feudo blanco, de los Trastámara y no de los Aragón. El aficionado suele tener el corazón dividido entre merengues y blanquiazules y, quizá, se vuelca con los locales algo más el día de derbi fraticida, pero sin cargar tintas. Estadio sólo un poco más cálido con los suyos que el Bernabeu, no en balde el José Zorrila tiene el sobrenombre de Estadio de la Pulmonía. Sí, ya sé que es por otra causa, por la corriente aire, casi un vendaval, que la estructura del campo propiciaba tras ser reformado. Pero el apodo me viene de camino para mi argumento. Que el campo se hubiera achicado y la hierba tuviera un tanto baja y con un grado de humedad que propiciaba los resbalones de los jugadores blancos, todas esas son triquiñuelas que quedan dentro del territorio de lo lícito. Para todos menos para Xavi Hernández, claro, pero es que él tiene alma de horticultor, como ya sabemos. Pero es que el Real Madrid tampoco se dejó degollar, no quiso ser cerdo en matanza, para deleite de todos. Porfió con denuedo y, dentro de la paulatina mejoría que lleva experimentando desde hace unas semanas, supo sacar el partido adelante cuando más feo estaba todo. En realidad, aunque Pepe diga que pudo ser un encuentro más tranquilo si se hubiera dado validez al tanto de Ramos, lo cierto es que fue la propia defensa blanca la que impidió esa tranquilidad que tan bien nos hubiera venido para sosegar ánimos. Dos goles a balón parado encajados, como calcos el uno del otro, y aquello de que las comparaciones son odiosas, y me refiero al portero de Móstoles y al de la Vinotinto, Dani Hernández. Como reconocí ayer noche en Twitter, acabé el partido con envidia de portero. Algo que me ocurre cada vez más a menudo cuando veo partidos de mi equipo. Se me llevaban los demonios al ver uno de los guardametas bajo el larguero, como quien espera que le aplaste una viga para darle matiz cómico al asunto -que lo del fútbol se está poniendo de un trascendente que no veas y hasta un morreo con la propia lo acaban comentando en las cabeceras de los telediarios-, como si fuera un episodio del Correcaminos y El Coyote, y al otro enseñoreándose en su área, incluso la grande, acudiendo a recibir como se merece todo lo que trataba de aterrizar como podía en sus dominios. Lo que es Iker, hace tiempo que no visita la media luna del área y algunos otros rincones pintorescos de la ruta turística obligada por los suyos. Los dos remates que acabaron en gol de Manucho, el gigante Watusi enrolado en el equipo de Pucela, se realizaron dentro del área chica, uno incluso con el pie, para escarnio de Casillas y su comando ¿operativo? de centrales y laterales. Si hay que luchar también contra tu propio portero, se hace verdad ese adagio de que no hay enemigo pequeño.

Pero, querido lector, que no te engañe nadie. Menos aún Manolo Lama. El partido iba por buenos cauces, hasta que "Manucho con el cucurucho, catapum chimpúm en el área pequeña", según las sabias palabras del periodista extremeño que, tan solo unos instantes antes, aseguraba que por algo trabaja en la COPE. Pues no va a ser por su oratoria que, más que titular periodístico, su frase parece villancico de pastores. Tampoco había dado tiempo para mucho, y no es que con ese gol la divina providencia usara el serrucho para separarnos de la cabeza de la tabla -dicho lo cual, más que nada, para dejar claro que haciendo ripios yo también soy ducho, "cucha", Cucho-. Era tan solo el minuto siete y lo apuntado ya hasta entonces, la mejoría en la maquinaria blanca, sería suficiente a la larga para sortear el embolado. Un saque de esquina en que nadie coge la marca del gigantón del Valladolid, acaba con el balón paseando como Perico por su casa en el área chica, hasta que mansamente llega a los pies del africano, que fusila a un Iker, más mármol sobre pedestal que carne. Y demos la razón en eso a Lama, la defensa se desentendió de las marcas a los jugadores más peligrosos del rival. Que si trabaja en COPE es para poner siempre el dedo en la llaga del madrismo. Tarea que a veces es útil porque nadie escarmienta en cabeza ajena, y, al menos, en su segundo gol, que se produjo en el minuto 21, Manucho contó con la oposición de Ramos en su salto. Aunque no fuese suficiente para impedirle rematar limpiamente de cabeza y batir a Iker también a quemarropa. Esta vez el cucurucho lo llevaban en la cabeza como castigo tanto central como portero, como escarnio ante toda la clase por el error en el gol anterior.

El primero de los empates del Real Madrid fue obra de Benzemá, a pase de Callejón. El granadino se aprovecha del resbalón de un defensa, roba el balón en la frontal del área, muy escorado a la derecha. Se interna en ella con tranquilidad. Tanta, que hasta le da tiempo a levantar la cabeza y ver al francés que irrumpe por el centro. Le pasa el balón y Karim dispara según le llega, con el interior del pie para poder precisar el golpeo, tenso pero sin violencia, ajustado al palo izquierdo para hacer inútil la estirada del portero venezolano. Detalle de maestro, pequeño, casi minúsculo, como todos los suyos. Pura marquetería, como me gusta repetir tanto cuando hablo del francés. Hace tan solo dos días AS se hacía eco de los pocos goles que marca el delantero de Marsella. Y me pregunto si la gente que elabora este periódico sabrá de lo que trata cuando habla de Fútbol. Karim Benzemá es un delantero quizá de pocos goles, aunque todo es relativo, pero que participa de forma decisiva en una gran mayoría de los que marca el Real Madrid. Repasen los vídeos y lo comprobarán. Su aportación anotadora, tirando a moderada, sirve para que sus detractores que, pásmense ustedes, también los hay, tengan una posición firme al proponer que sea Higuaín el 9 titular del equipo. Pero en todos los demás aspectos no hay discusión posible, por muy higuainista que uno sea y, ojo, yo también lo soy. En cuanto a Callejón, decir que desde el inicio de esta temporada ha dejado de ser un recurso, un revulsivo para ciertos partidos que se enquistan, un especialista que aporta cosas diferentes cuando las armas habituales tienen la pólvora mojada. Callejón ha adquirido empaque, se engrana perfectamente con sus compañeros, y es argumento de peso suficiente en ataque por sí solo, sin tener que considerar circunstancias especiales, incluso para ser incorporado en la alineación desde el principio. Más adelante tendría una clara oportunidad de marcar gol, solo ante el portero, pero que marró al errar sin querer con la superficie de golpeo al balón, con el tobillo en vez del interior del pie, cuando trataba de hacer una vaselina.

Tras el segundo gol de Manucho, que Lama calificó como "Gol de la palanca negra, qué coño digo palanca, gol de la manivela, del pomo, gol de la puerta entera", en un titular ya en prosa, que pega más con la radio, llegaron los dos de Özil; el primero para devolver las tablas al marcador nuevamente; y el segundo, para conseguir un pequeño delirio entre la parroquia madridista. Un poco de épica siempre nos sienta bien, le sienta fenomenal a nuestra circulación, que fluye desde luego más rápido, aunque no sé si de forma eficiente, porque por lo que escribimos en Twitter, yo incluido, a veces se diría que no nos llega el riego sanguíneo al cerebro. El primero es de jugada personal del alemán, con un pequeño e importante aporte de Benzemá. Más marquetería. Parte de la banda derecha, donde estaba realizando encaje de bolillos con su compañero francés, un tuya-mía entre cuatro defensas blanquiazules. Se interna en el área con el balón controlado, sorteando hasta a seis defensas mientras, sigilosamente, Karim se va acercando al punto de penalti aprovechando la atención prestada por toda la defensa al slalom de Özil. Metsut llega a la altura de Benzemá, que captura el balón y se lo devuelve al alemán con la suela, como quien se limpia el zapato tras pisar algo que no debe en la acera. Y al alemán ya sólo le resta batir al portero Dani antes de que inicie siquiera la salida. Gol también muy celebrado por Lama porque, como ya sabemos, al medio de la selección germana se lo quiere cargar Mou, con saña, además, con tortura inquisitorial incluida, aunque ya le hayan dejado claro los rebeldes del vestuario, a decir de Duro, donde está la raya que el portugués no puede, so pena de que "se la lleve". Esa línea la trazo Ramos sobre la panza de Özil. Me estoy barruntando últimamente por lo mucho que ha crecido el aprecio de la prensa al alemán. Lo cierto es que no veo a Özil muy pendenciero como para darle a Mou lo suyo, para que "se lo lleve" sin envolver. Quizá sí a Ramos, que este año además no mide sus fuerzas en muchos lances y tiende a llevarse por delante todo lo que pilla, rivales incluidos. Algún penalti nos ha costado ya este descontrol. Que sigue, por más que sea Pepe, su compañero de trinchera, el que tenga fama de duro. Haría falta que se serenase el sevillano, aunque lo veo difícil con tanto elogio desmedido que le llega desde la prensa, sobre todo referido a su quehacer como capitán Tan chipiritifláutico.

El segundo gol de Özil parece el remake del que marcara al City en el Bernabéu. Hacia el final del encuentro, aunque con algún margen de tiempo esta vez para enmendar el posible fallo en el lanzamiento. También de golpe franco, que todo el mundo dió por sentado que lanzaría CR7. Cederle a Özil el disparo quizá fuera lo mejor que hiciera Ronaldo en la tarde-noche de ayer, en la que se le vió más bien apagado y poco participativo. Hay días en que no te apetece que te patee y te haga penaltis todo el mundo. Yo hasta lo entiendo. El punto de lanzamiento de la falta se sitúa justo en la frontal del área, en la vertical del palo derecho, hacia donde se dirige el balón tras sortear la barrera en tiro parabólico. Como en el día ante el Manchester, la pelota le roba un beso a un palo, esta vez el más largo, antes de colarse en la portería. Más que fútbol es poesía romántica, pero sin apoyarse en ripios, como los versos de Lama. No, lírica de buen poeta romántico del XIX. Porque el beso esta vez es violento, casi mordisco, en vez de trémulo y tímido, como el de aquel otro día, que fue casi un solo tocar con los labios. Le quedará la señal del muerde con  chupetón al larguero seguramente.

Después de esta maravilla el Real Madrid pudo más o menos serenarse. Hasta Mou, que llevaba toda la segunda parte practicando la física cuántica en los cambios. Callejón, que estuvo jugando un buen rato de lateral apoyando a Di María, que había entrado en sustitución de Nacho, pudo volver a su ser como delantero al ser sustituido Benzema por Varene, y ser reconstruida la defensa de forma lógica. El equipo blanco se dedicó los últimos diez minutos a mover el balón de un lado a otro, a acercarlo a los banderines de corner para perder tiempo cuando podía. Alguna contra fulminante y algún apuro en la propia meta. En uno de ellos Iker atrapó un disparo flojo y fue obsequiado por Pepe con una carantoña mientras agarraba el balón tirado en el suelo. Para mí es la imagen del partido. Fue una escena que lo explicó todo: La desesperación con que Iker ataba en corto la pelota, la felicitación de su central, que parecía más consuelo que otra cosa. Luchar contra todo y contra tu propio portero. Si no somos titanes no sé lo que somos tras ganar la liga pasada.

Pues eso, que el caso es que nos íbamos a Valladolid a pasar frío. Khedira con su gorrito de lana beige metido en el lateral de su bolsa de mano para tenerlo rápidamente a mano, ese que luce hasta en las fotos de grupo de las comidas de la plantilla, porque es muy friolero. Íbamos a tratar de no congelarnos en Pucela, que para algo está en la gélida Meseta Norte, al otro lado de las nieves del Guadarrama. Y acabamos sudando la gota gorda en un safari, no se si al pie del Kilimanjaro, con un rey Watusi infiltrado en nuestras propias filas, en plena retaguardia. Menos mal que Özil ejerció de Allan Quatermain y con un tiro certero nos salvó de la carga enloquecida del gran elefante herido. Me refiero a la prensa, que si hubiéramos tropezado estaría a estas mismas horas en las que escribo arrasando con todo, como elefante en cacharrería. Aunque, descuiden ustedes, que no se privará de todas maneras de traficar con el marfil en el mercado negro, y seguirá presionado otro poco a don Florentino para que se avenga a razones. Feo panorama del que nos hemos librado por los pelos. Pienso hacerme una pulsera para celebrarlo y recordarlo con uno que arrancaré al paquidermo abatido. Habrá envites peores aun, emboscadas más peligrosas en el camino que queda, eso ni dudarlo. Aunque yo sigo preocupado tratando de averiguar donde diablos está Deborah Kerr, que tocada con su salacot sería reina allá donde fuera. Mal día para dejar el Señorío sin duda, si se presenta esta dama.

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