martes, 26 de febrero de 2013

El Fútbol y sus aledaños (108) - El centinela en el muro


Kaká mantiene sus estadísticas
Diego Torres
El País - Madrid - 25/02/2013

El gol de Kaká en Riazor el sábado pasado recordó que el mediapunta brasileño no solo no ha perdido fuelle: conserva intacta su habilidad para llegar, su golpeo, su tacto de superclase. A pesar del año y medio doliente que se pasó en Madrid tras su fichaje, aquejado de una pubalgia y una lesión de rodilla que debió operarse. A pesar del segundo plano al que le relega periódicamente su mánager, José Mourinho. Su frecuencia goleadora en cuatro temporadas en la Liga española es de un tanto cada 266 minutos y da un pase de gol cada 213 minutos. Muy similar, o incluso mejor, que sus estadísticas en el Milan, en donde Kaká marcó un promedio de un gol cada 247 minutos y dio una asistencia cada 349 minutos. El problema de Kaká nunca fue su rendimiento tanto como la poca confianza que le tiene su entrenador.

Si el malestar se mide por la desilusión, el peor momento de Kaká desde que fichó por el Madrid, en 2009, fueron las pasadas Navidades. Entre enero y febrero sus compañeros le vieron tocar fondo. Estaba triste. Le faltaba energía para entrenarse. El día que lo expulsaron en Pamplona, el 12 de enero, había participado en siete encuentros de Liga de un total de 19. Sin completar nunca los 90 minutos y solo una vez jugando como titular.

Preocupados ante la situación del compañero, los capitanes madridistas, Iker Casillas y Sergio Ramos, le trasladaron su inquietud al presidente, Florentino Pérez, durante la comida en la que acordaron las primas, a mediados de enero. En el vestuario trascendió que los capitanes refirieron a Pérez lo sucedido desde agosto. Le dijeron que Kaká había empezado muy bien y que la prueba de su excelente estado de forma fue el partidazo que hizo en Amsterdam contra el Ajax, en la segunda jornada de Champions. Pero que José Mourinho, el mánager, le había “cortado las alas” para proteger el estatus de Di María. Como todo el mundo sabe en el club, Di María comparte con Mourinho la representación y la amistad del agente Jorge Mendes.

La prensa no puede ver los entrenamientos desde hace años pero los jugadores lo atestiguan: el abatimiento de Kaká en enero contrastaba con su magnífica pretemporada. Aunque Mourinho le había comunicado que no contaba con él, y que lo mejor que podía hacer para relanzar su carrera era marcharse a otro club, el jugador había puesto todo su empeño en comenzar la Liga a pleno. Le estimuló Mano Menezes, el entonces seleccionador de Brasil, diciéndole que contaba con él para el Mundial de 2014, y convirtiéndole en la figura de referencia en los amistosos que disputó contra Irak y Japón.




Mourinho no concedió ni un minuto a Kaká hasta la sexta jornada de Liga, ante el Depor el 30 de septiembre. Lo hizo nada más enterarse de que el brasileño había sido convocado por Menezes. Durante tres jornadas consecutivas del campeonato, frente al Deportivo, el Barça y el Celta, el mediapunta gozó de un total de 99 minutos. El 3 de octubre, además, pudo lucirse frente al Ajax como titular. El 20 de octubre jugó la primera mitad contra el Celta y fue sustituido en el descanso: señalado por el mánager por presuntos errores tácticos. Ahí volvió a perderse el rastro de Kaká, relegado la mayor parte de las veces a la grada, o a mirar los partidos desde el banquillo.

El escaso valor que concede Mourinho a Kaká se refleja en la cantidad de partidos que le permitió disputar por completo: tres en la temporada 2010-2011, cuatro en la 2011-2012, y uno solo (el último) en este curso. Manuel Pellegrini, el técnico madridista en la temporada 2009- 2010, concedió a Kaká la posibilidad de jugar los 90 minutos en siete encuentros de Liga, a pesar de que sufría una pubalgia que le mantuvo inactivo durante varias semanas.

Desde marzo de 2011, cuando recuperó su ritmo de prácticas una vez superada la operación de rodilla, Kaká no ha dejado de mantenerse a buen nivel. Sus compañeros aseguran que, a pesar de los altibajos anímicos, lleva dos años entrenándose como los mejores. Cuidándose con celo. Listo, a sus 30 años, para desmontar los mitos que día a día fabrican a su alrededor.

El centinela en el muro
(Artículo escrito con la ayuda de @DiosaMaracana)
(Artículo editado en el Blog: El Minuto 7)

Me pregunta @raphalvg ahora mismo en Twitter, no tiene ni un minuto de antigüedad su tweet, cómo somos capaces @DiosaMaracana y yo de leer cierta prensa, refiriéndose a Diego Torres, que sólo demuestra su cobardía en sus artículos. Y le contesto que soy el centinela en el muro, que me toca hacerlo por el bien del madridismo. Y se libra de que le recite el monólogo del Coronel Nathan Jessup, un incontenible Jack Nicholson en "Algunos hombres buenos", porque 140 caracteres no dan para lucirse recitando un discurso. El madridismo nos quiere en el muro. En alguna parte de su interior en la que reflexiona sobre cosas de las que no charla con los "amiguetes", en especial los del Barça, el madridismo nos quiere en el muro, nos necesita en el muro. Y Diego Torres es nuestro centinela espejo. Ha efectuado un disparo sobre el blocao, el pequeño fortín de madera noble del vestuario merengue, que debería ser inexpugnable para el enemigo, y eso requiere una respuesta. Pero hoy casi le agradezco al periodista su acto hostil, porque la que empieza, amenazaba con ser una guardia muy aburrida, estéril por la falta de inspiración, y me ha dado razones para escribir, un tema, quizá el más importante ahora de cuantos acucian al club, al margen de ese acertijo que supone saber si tras acabar la temporada habrá continuidad de las dos cabezas visibles de la Casa Blanca. @DiosaMaracana, que comanda la guardia desde el lejano cuartel, me avisa por radio que las cámaras de seguridad dejan ver claro que hay un francotirador efectuando disparos sobre territorio blanco a mis doce, y me dispongo a neutralizarlo.

Ayer fue aparentemente un día de gran actividad para Diego Torres. O quizá no tanto. Hay en la página web del diario El País dos artículos con fecha de ayer lunes, día 25 de febrero. El primero es un delicioso comentario a propósito de Kaká, muy en su línea, la que empezó siendo una terrible herida en el irritado cutis del madridismo -por tanto ataque de la prensa, una ya no sabe si en tromba o coordinado entre todos los jefes de las tribus guerreras-, y que con el correr de los años, tras endurecérsenos la piel, casi nos hace disfrutar por lo que de autoparodia del anti-mourinhismo tienen los escritos del periodista argentino. Ni el madridismo tiene ya cutis, más bien un tejido epitelial que ya quisieran para sí los rinocerontes, ni es el león tan fiero como lo pintan, sobre todo tras aprender la parroquia blanca a utilizar el cuerno que adorna nuestra testuz. El dedo de Mou no sólo nos señala el camino, sino también los obstáculos a abatir a cornadas. Pero el segundo artículo, ese sí que requiere atención, mi intervención consciente y a pleno rendimiento, porque trata de Xabi Alonso y está emparentado con el que hace pocas fechas escribiera Paco González para ABC y que suscitara mi contestación en "Todos estamos invitados". Aquella llamada de atención, porque también a nuestros enemigos se les señala los objetivos a derribar, ha tenido su primera respuesta seria. Y nada menos que del francotirador con más experiencia en este particular campo de batalla, que es desde hace meses mi centinela espejo. Me siento como Vasili Záitsev buscando a mi enemigo, el comandante König, entre las ruinas de Stalingrado. Hay días que el mourinhismo parece una ciudad devastada, y otras una posición que la propia labor destructiva de la prensa ha vuelto inexpugnable. En 1944 los altos de Monte Casino estaban ocupados por los paracaidistas alemanes del General Student. Un simple asalto hubiera bastado para desalojarlos. Pero el alto mando aliado decidió borrar de la faz de la tierra el monasterio benedictino del siglo VI que coronaba la montaña, fundado por quien instauró la orden, San Benito, con el pretexto de que estaba ocupado por los alemanes, y tras una intensa lluvia de bombas de 240 kilos cada una, que duró varias horas. Las ruinas resultantes de uno de los más importantes monumentos de Italia le dio a aquella tropa de élite un puesto casi inexpugnable que defender.


El artículo que ayer abría boca a los lectores del diario El País en su versión digital, que era el aperitivo de lo que vendría después, trata sobre Kaká, y no puede más que considerarse como un divertimento, a pesar de que el periodista trata en el artículo de mostrar su cara más formal, aportando incluso datos numéricos, como si la fantasía pudiera reducirse a números, expresarse mediante cifras y hacerla de este modo realidad. Ojalá algunos de mis sueños pudieran materializarse garabateando un 23, pongo por caso -número primo, cómo no; hay que serlo para pensar que la estrategia pudiera tener éxito-, en una cuartilla. Si fuera así, habría llenado el papel con doses y treses, y hace tiempo que no se me vería por aquí, por el blog, porque el motivo de mi escritura compulsiva, su desdén, hace tiempo que habría sido superado. Nos dice Diego Torres, y hay que agradecerle su humor, que el culpable de que Kaká no haya triunfado en el Real Madrid hasta ahora es, -agárrense a algo que sea sólido que la sorpresa va a ser grande-, su entrenador José Mourinho. Y la afirmación es desenfadada porque no median más motivos para el fracaso que el recelo del entrenador hacia el jugador, enemigo acérrimo del jogo bonito. Es decir, sin necesidad de agravar su lesión con entrenamientos feroces en la pista americana, como supuestamente habría ocurrido con Sahin, según el señor Torres, o ordenando una recuperación "negligente" a sus preparados, como habría sido el caso con Marcelo, todo ello a mayor gloria de la titularidad de Coentrao. No, habría sido simplemente porque el juego de Kaká no es del gusto de un paladar tan poco refinado para el fútbol como el de Mou. Los números que presenta Kaká, "un tanto cada 266 minutos y da un pase de gol cada 213 minutos", nos dice Torres, son muy similares a los de su rendimiento en el Milan, sino mejores: "un gol cada 247 minutos y una asistencia cada 349 minutos", y esta comparación se me antoja como querer equiparar obras de El Greco con las de su hijo, Jorge Manuel Theotocópuli, que se limitaba a copiar sus modelos, por el tamaño de su marco. El Kaká del Real Madrid es, indiscutiblemente, hijo del que asombró en el club italiano, pero no ha heredado todo su talento, por más que su mano, es decir, su pie, recuerde a la del gran maestro veneciano. Decir que aún es pronto para comparar sería ridículo tras 4 años de espera, cuando tanto la paciencia del madridismo como la vida del profesional están prontas a extinguirse.

Kaká toca fondo en su estado anímico, según Torres, las pasadas Navidades. Nos lo explica con su habitual mulatilla: "sus compañeros le vieron", en este caso tocar fondo. Su expulsión en Pamplona, como la de otros compañeros, Ramos, Di María, habría sido así culpa también de Mourinho, que enloquece esas cabezas juveniles con ese capricho suyo de que rindan mejor sobre el terreno de juego; con su ascendencia sobre los árbitros, que hoy denuncia la prensa catalana, para hacer más fácil de lograr la doble tarjeta amarilla. Este desafortunado estado de cosas, y aquí viene otro detalle delicioso del escrito, habría herido la sensibilidad de los dos capitanes españoles del equipo que, hondamente preocupados, habría transmitido a Florentino Pérez sus inquietudes respecto a Kaká en la famosa comida para discutir las primas. Nada se dijo en las portadas de Marca, no hubo fotografías con mensajes de whatsapp aludiendo a Kaká, porque con una sola cubierta habrían considerado los responsables del periódico probada su afirmación acerca del ultimátum, que si no es seguro que el señor Torres tendría un precedente en prensa al que aludir. Los jugadores le habrían advertido a Florentino del gran rendimiento de Kaká, que habría tocado techo en la segunda jornada de La Champions, en el Ámsterdam Arena del Ajax, pero que, viendo peligrar el estatus de titular de Di María, Mourinho le habría "cortado las alas" al brasileño. "Y, desde entonces", le habrían dicho al presidente, "... el genio de Kaká no se nota en el terreno de juego, no se mueve en los entrenamientos, no traspasa su carisma hasta la grada". Ese pico de oro de Ramos, por el que toma la voz cantante cuanto se trata de traducir las impresiones de la cúpula de poder del vestuario a palabras. Gracias a Dios que Casillas tiene portavoz propio en casa para lo suyo personal, que sino andaría perdido. Y yo me pregunto a todo esto, ¿que huelen las nubes en las que vuela el pensamiento del señor Torres?

Se le cuelan al francotirador argentino dos errores y un subrayado innecesario que me delatan su posición entre el paisaje lunar de la ciudad devastada. Tres movimientos en falso son demasiada ventaja para un tirador tan avezado como yo, modestia aparte. Fui entrenado en el cuerpo de Marines, el más antiguo y prestigioso de todos, el que tiene su sede en el puerto de Cartagena. Nos menciona a Mendes, sin venir a cuento, sólo por refrescar nuestra memoria acerca de quiénes son nuestros enemigos. Y la mención queda en el aire, absurda por incompleta, como si la representación como relación profesional entre dos personas, o la amistad como hilo vital entre las mismas, pudieran ser cosas reprochables, como parece insinuar al recordar que jugador y entrenador comparten "la representación y la amistad" del agente portugués. El primero de los fallos es afirmar que la marginación de Kaká se debe a la intención de potenciar a Di María, de salvaguardar su puesto en el once titular, cuando se habría convertido en uno de los represaliados del entrenador según la prensa. Hay que entender el lapsus a su aislamiento respecto de sus propias líneas, al operar aislado. En medio del tiroteo, de este acecharse el uno al otro en plena zona de nadie entre ambas trincheras enemigas, cualquier comunicación con su alto mando podría informarme de su posición. El segundo fallo sería el querer justificar el que la progresión de Kaká haya pasado inadvertida a todos con el hecho de que los entrenamientos del Madrid se hagan a puerta cerrada, sin presencia de prensa. ¿No habíamos quedado en que "Entre enero y febrero sus compañeros le vieron tocar fondo. Estaba triste. Le faltaba energía para entrenarse"?. Tres movimientos en falso que me permiten triangular la posición de Torres, del comandante König, en mitad del laberinto de cascotes y capturarlo con la mira de mi carabina.

Hay que reconocer que el trabajo de Torres es minucioso, paciente, como el de cualquier francotirador de valía. No quiere dejar ningún cabo suelto antes de efectuar el disparo: ubicación del objetivo, momento en que estará en reposo, perfectamente perfilado para el tiro, posibles vías de escape tanto para la presa como el propio tirador. Así, para disipar cualquier duda acerca del responsable último de la mejoría de Kaká -que ni eso pueda achacarse a Mou, aunque sea por un perverso funcionamiento de su ley del terror que supuestamente impone Mourinho a sus pupilos-, hace responsable de la misma, de las ganas de trabajar del jugador, antes de la llegada de la triste Navidad y el fantasma dickensiano del futuro sin expectativas. Por supuesto, no advierte que habría sido "Mano Menezes, el entonces seleccionador de Brasil", quien le habría indicado "que contaba con él para el Mundial de 2014", prueba de lo cual habría sido el convertirle en "la figura de referencia en los amistosos que disputó contra Irak y Japón". Luego compara el escepticismo de Mou ante el posible rendimiento de Kaká, a pesar de estar en buena forma, a decir de la totalidad de sus compañeros -que ya se sabe que Torres tiene como fuente de información el pleno de la plantilla, cuando no es uno es otro, acuciado por la necesidad de acabar con la tiranía y romper las cadenas que les sujeta el centinela del Stalag 11 de Auschwitz, ahora en Valdebebas-, con la confianza otorgada por Pellegrini al brasileño, al que le habría hecho titular muchas veces y dejar jugar la totalidad de los minutos de un encuentro hasta en 7 ocasiones. Son muchos números los que ofrece el periodista en este escrito, lo que demuestra su intento de racionalizar sus propuestas, de darles mayor credibilidad. Pero nuevamente choca con la lógica, que es otro tipo de matemáticas, aunque sin cifras. Comparar los logros del entrenador chileno con los del portugués es tan absurdo como hacernos creer que ha habido un incremento en las prestaciones de CR7 hace unas semanas, después de tantos títulos que se le deben en temporadas pasadas, justo ahora cuando más en peligro está el club de no alcanzar objetivos importantes en una campaña.

Pero, como ya he dicho antes, el señor Torres, el comandante König, hace rato que me ha delatado su posición. En un día que podría ser grande para el madridismo, en que podríamos asistir incluso al triunfo de a Kaká sobre la adversidad, trata de amargarnos la jornada de antemano, no dejando vía de escape alguna para la alegría tenga rienda suelta. Si por azares del día, o por la propia voluntad de Mourinho no llegase a jugar Kaká, o lo hiciese pocos minutos sin hacer un papel destacado, habría dejado probado, a su entender, que no el nuestro, que ello se debería, nuevamente, a los caprichos perversos de su entrenador. Si, por el contrario, jugara de inicio, o el tiempo suficiente para evaluar su labor con objetividad, pero sin decisivo en el encuentro, siempre quedaría la duda de que habría pasado si el brasileño hubiera contado con la confianza de Mou desde el inicio de la temporada. Y si, finalmente, se diera el mejor escenario de todos, el peor para nuestros oponentes, que hubiera victoria merengue y en ella fuera de peso la aportación de Kaká, quedaría demostrada la perversidad del trato de Mou con el astro carioca. Y todo esto se lo diría König a los piperos progres del diario El País, los más irrecuperables de todos los madridistas extraviados, porque se duchan todos los días en valores blaugranas, de los que el periódico del Grupo PRISA es una excelente red distribuidora de cañerías. Pero le he visto moverse y con este escrito le asesto el tiro de gracia en lo que a sus intenciones respecto a Kaká se refiere. Y acto seguido comunicó las novedades a mi cuartel general: "Aquí Cuervo para Diosa, ¿me recibe?". "Roger, Cuervo". "Enemigo abatido. Espero instrucciones". "Entendido, Cuervo, manténgase a la escucha".

Que fuera real, que ocurriera de verdad el enfrentamiento entre Záitsev y König es algo que ya no se podrá saber. Este duelo debe inscribirse más bien en el terreno de lo alegórico, que de la Historia. En la película del excéntrico y siempre sorprendente cineasta francés Jean-Jacques Annaud, hay una escena pavorosa que refleja bien lo que debió la Rusia de Stalin en el peor momento de la contienda para el Ejército Rojo. Miles de hombres, incluido Jude Law, el Záitsev cinematográfico, son conducidos durante horas en camiones, sin que sepa ninguno su destino. Una vez allí son obligados a descender de los vehículos y se les enfrenta a la siguiente disyuntiva: O bien cargar desarmados y mal abrigados contra una trinchera alemana al otro lado de un campo cubierto de nieve, o ser fusilados allí mismo, donde están, si no quieren afrontar una muerta casi segura, por un pelotón de soldados bolcheviques. En aquellos tiempo lo único que le sobraba a la URSS era población a la que poder convertir en víctima, en carne de cañón en este caso. Záitsev, un pastor de los Urales, contra todo pronóstico, habría logrado sobrevivir a ésta y otras situaciones casi mortales de necesidad y convertirse en héroe del pueblo, en un referente para todos los campesinos y desharrapados que formaban el ejército aliado en las ruinas de Stalingrado. En la lucha, todo centinela se convierte en un referente, cualquier tirador apostado en la línea del frente puede ser decisivo. En todo caso, también mi escrito queda dentro de lo simbólico. Que el alto mando alemán decidiera enviar a Rusia a su mejor tirador sólo se puede entender de esta manera si se arroja el dato, este sí decisivo, no como los que nos suministra el señor Torres- de que Vasili Záitsev abatía una media de dos alemanes a la semana, cuando la media de bajas en la batalla en los momentos en que los combates eran de la máxima crudeza era aproximadamente de un hombre cada 7 segundos, es decir, medio millar de soldados cada hora. Ni el duelo en Stalingrado probablemente sucedió nunca por los indicios que se tienen de él, ni Diego Torres es mi oponente al otro lado del vallado. Pero conviene creer esta fantasía, mantener la simbología aquí planteada para hacer más fácil la victoria sobre quienes convertir el proyecto actual del Real Madrid en un montón de ruinas, en mitad del páramo nevado, aterradoramente frío y vacío de vida, de la falta de títulos.



Francotiradores en la Segunda Guerra Muncial - Vasili Zaitsev versus König

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