martes, 19 de febrero de 2013

El Fútbol y sus aledaños (103) - Gatillazo



Gatillazo
(Real Madrid 2 - Rayo Vallecano 2 - Campeonato Nacional de Liga - 17/02/2013)

Empiezo a pensar que la principal labor asignada a los equipos arbitrales que han de dirigir los encuentros del Real Madrid es la de evitar la concepción de fútbol. Y cada vez les cuesta más con un Madrid aumenta su fertilidad cada jornada. Ya no basta con escamotear un penalti o cohibir a un central mostrándole una amarilla que no se merece, empiezan a ser necesarias las expulsiones. No hace mucho nos dejaba Relaño esta perla en uno de sus editoriales, como título además, para que nadie se le escurriera entre los dedos y pudiera engarzarla para siempre en la memoria: "El Rayito es el Barça de los humildes". Perla que, para empezar, es casi redundancia. Porque la humildad está incorporada al escudo blaugrana, tiene traducción visual en heráldica: Messi en campo de sinople, junto a la raya, escupiendo sobre campo adyacente de plata. Perla a la que seguía poco después otra cuenta para el collar: "El Barça ha hecho mucho mal al fútbol, porque ahora todos quieren jugar lo mejor posible, y muchos no pueden". Y comenzó el partido con el Rayo jugando a lo Barça, y con el Madrid jugando a robar y salir huyendo, por no abandonar la terminología de mi admirado Relaño, y la cosa iba por el mismo camino que en los últimos clásicos -con el Barça real, me refiero, el de los pijos que se disfrazan de humildes-, es decir, camino de un ser un repaso de los que visten de plata y tantas flemas le provocan al perenne Balón de Oro, cuando el árbitro, Paradas Romero, decidió tomar cartas en el asunto y hacer un calco preciso del original. El Real Madrid estaba pariendo demasiado fútbol y el árbitro se creyó por un momento condón azulado, y le quiso evitar el chorreo, que amenazaba con ser imagen bizarra, a los favoritos de Relaño y Matallanas. Y a por el más viril que se fue, Sergio Ramos, para poner freno y marcha atrás. Freno en el 16 mostrándole una amarilla por una falta que ni siquiera lo fue. Marcha atrás, con una segunda tarjeta amarilla en el minuto 17 por una mano, que le devolvió a los vestuarios, que últimamente tanto visita en mitad de los partidos. Y se acabó lo que se daba, un partido que tenía pinta de que iba a ser hermoso, fue abortado tras el segundo gol, que ya estaba en avanzado estado de gestión el juego madridista, y le acabaron sobrando 75 minutos -si le sumamos los descuentos-, que se dice pronto. Lo más relevante del mini-clásico acabó siendo la aportación del árbitro, que tras caparnos por donde más bravos somos, ya no pude dejar de ver el resto del encuentro como un preservativo color celeste con patas. Un Rayo que es el Barça de los humildes y, como el de los pijos, salva el árbitro a toque de silbato cuando le vienen mal dadas.

La polémica acerca de la alineación elegida por Mou fue esta vez parte del epílogo del partido, no del prólogo. Parecía haber consenso en cuanto a la titularidad de Morata. Tres años desperdiciados en el estéril debate entre higuainistas y benzemistas tras el gesto casi desplicente de Mou, que mando al que tiene sobrepeso a la grada y al indolente al banquillo. No parece estar muy contento con ninguno de los dos, pero con esa distribución de piezas dejó claro su orden de preferencias, por si aun queda un futuro. La suplencia de Jesús en detrimento de Adán, que también quedó excluido de la convocatoria fue explotada tras el encuentro, en artículos de fondo y aquelarres de madrugada, en una polémica artificial que me ha recordado mucho a la de Carromero, con el que se organizó una caza del hombre sin que a los que la organizaron les importara lo más mínimo el líder de la oposición cubana muerto en el accidente. La misma falta de respeto al hermano de Oswaldo Payá se ha tenido cuando visitó España, que con Adán, al que Diego Torres describe como un pelota y buena parte de la prensa minusvalora como profesional. Han visto a Adán un buen taburete en el que subir a Casillas para que parezca más alto. Y les habría salido bien la jugada sino la dirección técnica del Real Madrid, esto es, Mourinho, no hubiera decidido repescar del olvido a Diego López. Ahora la situación anímica de Adán es hasta alarmante, y es tan fácil culpar de todo a Mou... La prensa nació bautizada de todo pecado, le basta con desdecirse, con opinar lo contrario que la víspera, sin siquiera reconocer los errores, para auto-exculparse. Porque, ¿quién vigila a los guardianes? Debemos ser nosotros, tratando de no caer en sus trampas y manteniendo nuestro propio criterio, lo que nos dicte el sentido común. Es muy importante porque la mayoría de lo que se nos cuenta desde los medios es absurdo, se pega de bofetadas con la lógica, carece de base, son meras conjeturas interesadas, y suele fluctuar en su línea argumental.

Nada más comenzar el partido, con la gente aun en proceso de ocupar sus asientos en las gradas -que el público del Bernabéu es como el de los cines: silencioso, respetuoso, impuntual y con auténtica obsesión enfermiza por marcharse cuanto antes-, Kaká se apodera de un balón que ha quedado suelto tras un saque de banda del Rayo Vallecano. Inicia el contraataque, primero con un trotecillo alegre, con zancada corta, a lo Platero, y luego al galope, con zancada amplia. Se apoya en Özil para ganar la frontal del área de Rubén, con una pared que le permite salvar los obstáculos iniciales y proyectarse libre de marca. Le siguen hasta cuatro jugadores, CR7 y Khedira por el centro, Morata por la izquierda y el propio Özil, que traza una diagonal para poder abrirse hacia la banda derecha. Es hacia este último hacia quien va el balón de Kaká, que ya se ha adentrado en el área rival. Los defensores y atacantes parecen una ola golpeando en la orilla de la playa. El azul intenso, oscuro -como el día en lo meteorológico-, de los jugadores del Rayo, es el agua del mar. El blanco de los jugadores merengues la espuma arrebatada al mar por la violencia de la carrera. Hay hasta 10 jugadores casi en línea, con Özil en el extremo más cercano en el plano de la pantalla de la TV y Morata en el más distante. Khedira se ha quedado descolgado en torno al punto de penalti, para aprovechar algún posible rechace, y reequilibrar al equipo, esta vez en ataque, y el resto se agolpan en el área chica. Özil, al recibir el balón, lo centra de inmediato en paralelo y por detrás de la ola. El balón pasa junto a 8 jugadores, defensas y delanteros, pero por detrás de ellos. Sólo Morata tiene tiempo de frenar e ir hacia el balón para marcar el primer gol. Es un tanto que nos dice muchas cosas: 1) Que el Real Madrid, como ya venía apuntando, vuelve a sentirse maestro en la suerte de los ataques fulgurantes; 2) Que Kaká no solo se ha recuperado físicamente, sino que empieza a verse sobrado de fuerzas. Luego le veríamos, para confirmarlo, superando a adversarios en carreras tanto cortas y prolongadas; 3) Que la principal virtud de Khedira es saber posicionarse, advertir las zonas de campo en que su equipo es deficitario. Una virtud muy poco lucida porque suele estar donde no ocurre lo más sustancial. Su acción de frenarse para cubrir la posibilidad de que haya un rechace es una genialidad que no tiene premio alguno; 4) Que CR7 mantiene su hambre y la jerarquía, le pongan al lado los 9 que sean, en cuanto a nombres o cantidad. Es quién ocupa el carril central mientras los 5 jugadores que atacan se redistribuyen sobre la marcha mientras corren hacia la portería de Rubén. Sólo Kaká le discute ese carril; 5) Que Özil está pletórico en lo físico y en cuanto a ideas. Su último pase es la mejor solución para una situación que empezaba a complicarse, y la idea la tiene al final de la carrera, cuando dicen que el flujo sanguíneo empieza a escasear y es más fácil tomar decisiones erróneas. La celebración de Morata, lanzándose al suelo de rodillas y deslizándose por el césped gracias al impulso que traía, recuerda mucho la imagen de Mourinho celebrando el segundo gol de CR7 al Manchester City, en la Champions, en el mismo escenario. Seguramente se haya quedado grabado en el subconsciente de muchos periodistas como imagen subliminal y se gane sus antipatías.

En el minuto 13 Özil es el encargado de sacar una falta, situada a la derecha del área del Rayo. La posición es cercana a la que ocupaba en el primer gol al centrar. El jugador alemán parece hacer una señal antes de lanzara la falta al frotarse una pierna con la otra. Su centro va al primer palo, donde irrumpe Ramos como un toro, sin que la oposición del defensa, que hasta llega agarrarlo haciendo un clarísimo penalti, pueda impedir que marque de cabeza. Aun no se ha completado el primer cuarto de hora y el Real Madrid parece haber finiquitado el partido, no ya por que cobre ventaja de dos goles, sino porque su juego es esplendoroso, vibrante, hasta excesivo. El equipo blanco se está ensañando con el Barça de los humildes y poca gente tiene dudas de que está asistiendo a un gran espectáculo. Pero dos minutos después llega el gran censor, Paradas Romero, que con dos amarillas seguidas al jugador que acaba de sentenciar el partido, nos hurta la alegría, la promesa de fútbol que empezaba a ser certeza. Como si ver jugar al Real Madrid, como si su estilo de juego, les pareciera igual de impúdico a los árbitros que a los periodistas, empieza a ser tradición que el estamento arbitral castre a nuestro equipo cuando más viril de muestra. Supongo que es en ese momento, cuando el Madrid trempa, cuando más fácil es asestar el tajo con el hacha, con el silbato de carnicero. Esta liga da para abastecer una casquería en el mercado central de abastos solo como los entresijos y criadillas, extraídos y cercenadas, al cuerpo del Madrid por los árbitros. No, no es un gatillazo, como digo en el título, siquiera usar al cuarteto arbitral a modo de condón, sino una castración en toda regla. Una más. Habrá que tener paciencia. O no, Yo opto por lo segundo.

En el epílogo del partido es cuando surgió la polémica. Y, mire usted que curioso, no fue por lo evidente, por las injusticias arbitrales, por habérsenos hurtado, en nuestra propia cara, en nuestra propia casa, un gran partido de fútbol. Nada menos que un clásico para humildes. La panacea de los defensores del tiqui-taca y los valores. No, la polémica se construyó tras hacer redada y llevar a los sospechosos habituales a comisaría: 1) A Mou por excluir a Adán del banquillo. Eso dio para bastantes ataques de ira en la radio, rasgarse de vestiduras en los columnistas, beatería futbolística con la depresión de Adán como pretexto: 2) Ramos, pero como testigo de cargo. Sus palabras, su recadito a su entrenador, sirvió a algunos para un segundo ataque de ira, para rasgarse la muda a otros, y para entrar en el seminario al resto; 3) Mou, nuevamente, por cambiar a Morata por Albiol tras ser expulsado Sergio Ramos; 4) Pepe, que lo acabamos de recuperar y está nuevecito. Un lance de juego en el que está implicado se lleva repitiendo en la TV desde hace 48 horas. Eso no hay reputación que lo resista. La explicación es la siguiente:

1.- Pepe recula hacia atrás, donde sabe que está el Chori caído en el suelo.

2.- Vuelve la cabeza para saber dónde está el jugador del Rayo, mientras está en movimiento. Mira otra vez al frente y seguramente extravía la referencia.

3.- Trata de pisar con el pie, el paso que le va a detener, donde cree que no está el Chori. Como cree que su pie contactará con el suelo 30 centímetros más abajo, cuando toca al jugador contrario lo hace con la punta. Aun no ha girado del todo el tobillo para apoyar en la superficie en la que se habrá de frenar con la planta.

4.- Al sentir el contacto del jugador, y como quiera que el peso de su cuerpo se está acumulando en el pie con el que habrá de frenar, ve peligrar su tobillo, y hace un extraño escorzo para evitar pisar. Si lo hubiera hecho del todo seguramente se habría producido un esguince.

El fácil concluir lo que digo, sobre todo cuando te ofrecen tropecientas repeticiones del lance. Pero con pepe todo es mucho más fácil: Intento de agresión y, por tanto, petición de linchamiento. Habrá que tener paciencia. O no. Yo opto por lo segundo.

"El Rayito es el Barça de los humildes" - Alfredo Relaño - Diario AS - 11/01/2013

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