"Te prometí que la siguiente vez que nos viéramos tu también podrías hablar y preguntar". "¿Quien es usted?". "Créeme, eso no es excesivamente relevante, aunque entiendo que sientas curiosidad. Yo cambié tu vida. Aunque he descubierto cuando he llegado aquí que no ha sido para mejor". Suspiró, estiró sus largas piernas y adoptó una postura más cómoda. "Sí, lo has captado bien, siento culpabilidad. Creí haberte rescatado de un infierno y te he llevado a otro peor. Y no vale que el empedrado de esté hecho de buenas intenciones". Echó mano a un bolsillo y extrajo una caja pequeña, y de ella una especie de cilindro de papel. "Sí, soy eso que llamas un fénix, aunque en realidad no sepas realmente que significa. Pero es lógico, nunca habías visto uno, sólo habías oído extrañas habladurías. Además, yo lo soy y sigo en fase de aprender lo que significa". "¿Son ustedes inmortales?". "Bueno, nadie ha tocado con los dedos de su vida la eternidad para saberlo. En el confín de los tiempos lo sabremos, supongo. En todo caso, muchos de nosotros murieron y ninguno de los primeros que lo fueron están ya con nosotros. Así que usaría un no como respuesta a tu pregunta". "¿Dirigen ustedes el mundo?". "Algún día sabrás que ningún hombre gobierna realmente, por mucho poder que tenga, que lo hacen las circunstancias, que le obligan a tomar decisiones, muchas veces erróneas, o acertadas y excesivas, o correctas pero sencillamente inoperantes". "¿Por qué dice que algún día lo sabré?". "Porque te voy a sacar de aquí para que seas uno de los nuestros". "¿Cómo se llama?". "Philip, mi tiempo es limitado, tengo muchas otros asuntos que atender, no perdamos el poco del que disponemos con minucias. He cambiado mi nombre muchas veces. Poca gente lo usa, el que tengo ahora, y al oirlo tan poco muchas veces me cuesta recordarlo". "¿Y es?". "Gabriel. Es un chiste. Hay quien nos llama arcángeles. me lo puso hace medio siglo alguien que llegué a apreciar mucho". "¿Esta ella con usted ahora?". "No, no era un fénix".
Soltó humo blanco por su boca y sus fosas nasales. "El tabaco es un hábito antiguo. Lo mantengo. De vez en cuando me permito fumar un cigarrillo porque no me perjudica. Bueno, corrijo, sí lo hace, pero el mal que me causa tiene remedio". Volvió a adoptar la postura rígida de antes. Hasta su tono cambio. "¿Es usted telépata?". "Sí, desde luego. Y te diré que es una característica que se agudiza con los años. Por eso no puedes leerme bien, sólo intuir lo que pienso. Y apenas notas cuando yo te leo a tí". "¿Por qué ha venido?". "Ya te lo he dicho. Para llevarte de aquí. Me contaron este proyecto de otra forma. O tal vez yo no presté la debida atención cuando me lo explicaron. Según he leído en el informe, aunque para mí ha pasado un año desde la última vez que te ví, para tí ha transcurrido una década. Vale que el tiempo para un fénix es algo muy relativo, pero se apreciar la diferencia. En las minas de Júpiter hay otros que te pueden suplir aquí, has marcado la pauta a seguir, pero eres insustituible para hacer el que te toca a partir de ahora". "¿Dominar el mundo?". "Digamos que sí, pero ya comprobarás que el mundo se deja domar muy a regañadientes". "¿Y qué es lo que he hecho aquí? Nunca lo he sabido realmente".
El silencio duró bastante. Hace mucho tiempo dejé de ser una persona impaciente. Cuando la muerte es lo más probable es lógico que no tengas especial predilección porque los hechos ocurran con más rapidez que lo que su naturaleza demanda. "Hace unos años este centro hizo un hallazgo sorprendente. Sí, más aun incluso que la falsedad en ciertas circunstancias, energéticas realmente, del principio de Pauli". Leyó mi curiosidad, aunque mi mirada estaba muerta. Ante aquel ser todas mis técnicas defensivas, de camuflaje, se volvían inútiles. "Lo llaman engarce. Es un bonito disparate que se le ocurrió a alguien hace 10 años y que tus viajes a universos paralelos han rescatado del olvido". Hizo una pausa para apagar el cilindro de papel ardiente. El olor del humo que desprendía no me pareció desagradable. Me recordó el de las cabinas de las jaulas mineras, que fueron mi hogar tanto tiempo. El funcionamiento forzado de la maquinaria extraía calor de la atmósfera encerrada. "Yo supervisé la creación de este complejo. Fue un verdadero dolor de cabeza en sus comienzos. Planearlo y ejecutarlo supuso un esfuerzo ingente. Cuando el tiempo está de tu parte, no es tu enemigo, las cosas se ejecutan sacando el máximo provecho a la posibilidad de aplicar los plazos más largos posibles. Por eso el complejo solo lo podía dirigir un fénix. Puede que la teoría del engarce sea el primer logro trascendente. Me ha hecho ganar muchos puntos, ascender en el escalafón. Tanto que ni siquiera tengo que pedir permiso a nadie para sacarte de esta pesadilla. Y es una suerte, para tí sobre todo. Porque lo indicado, el proceder lógico sería dejarte aquí y aprovechar hasta tu última migaja de vida en ahondar en el logro". "No entiendo". "Verás, lo que ha probado que la teoría es cierta, y despertado la la curiosidad en quienes deciden de algunas de sus posibles implicaciones, es lo que te ha sucedido a tí". "¿Se refiere a mis viajes?". "Me refiero al relicto de alma de otro mundo que comparte tu existencia es este". "Se refiere a ella". Me volví a mirarla. El podía hacerlo a través de un monitor que tenía sobre la mesa. Una terminal del cerebro central del laboratorio. "La información que te voy a dar no la saben ni quienes te han dirigido aquí. Deberás guardar secreto sobre ella".
"Verás, hace 10 años me dieron una versión resumida del asunto. Ocupaba 12 mil páginas. Equivocaron la estrategia, pensaron que proporcionándome el máximo caudal de información captarían mi atención, aunque también creyeron que enterrándome literalmente en él no captaría los posibles fallos. Lógicamente, pedí una versión más resumida. Sólo atiendo a los asuntos que estimo importantes. Una vez lo hago es cuando pido información detallada. Es lo que los antiguos llamaban burocracia. Quienes decidimos somos esclavos de ella". Me extendió una carpeta que había sobre la mesa. "Esa que estás ojeando es la versión, la cuarta, que captó por fin plenamente mi atención. Déjame que te haga una pregunta: ¿Sabes algo de cosmología?". "No creo saber nada especialmente relevante". "Bueno, basta con que sepas que cada universo tiene unas determinadas características. Algunas las adquiere en su evolución y otras las tiene desde que existe. Son lo que se llama condiciones iniciales. Valores de una serie de variables, que son los que son sin explicación alguna. Algunas personas la buscan en la voluntad de un ser superior, responsable de la existencia de todo. ¿Me sigues hasta ahora?". Me dio tiempo para responder. Era evidente que buscaba con sumo cuidado sus palabras. Le imagino desentrenado en el sutil arte de dar explicaciones. Seguramente era algo inusual para él. "Esas condiciones iniciales son las que son de forma aleatoria cuando un universo es creado y comienza a evolucionar. Su evolución, su alcance, por así decir, dependen completamente de ellas. Lo cierto, y aquí viene lo bueno, es que las de nuestro universo son imperfectas. Pero, no te aflijas, no se sabe de ningún universo que tenga las ideales". "¿Qué se supone que debo entender por ideal?". "Es una gran pregunta. Para quienes me mandan. Sí, no pongas esa cara -yo también recibo órdenes, aunque no muy a menudo, eso te lo concedo-, un universo ideal sería aquel que fuera eterno, estable y manejable. Todos los que conocemos tienen una esperanza de vida finita, aunque disparatadamente larga". "¿Y que tiene que ver ella con todo esto que me está contando?". "Me aseguran en el informe que los universos pueden compartir valores en las variables. Cuando lo hacen alcanzan algún tipo de resonancia. A medida que se unen más universos a este estado la vibración se acentúa, hasta que llega un momento que el proceso progresa de forma espontánea e implica cada vez a más universos. Llegados a un cierto estado las variables son manipulables". "No le entiendo". "Pues que si engarzas las suficientes cuentas en el collar de universos te conviertes en dios, puedes decidir unas condiciones iniciales después de desacople y conseguir tu mundo perfecto". Su boca esbozo una sonrisa. "Vale, a tí esto no te dice mucho, pero a mi gente les hicieron chiribitas los ojos cuando lo oyeron. Que compartas tu alma con ella es algún tipo de resonancia residual entre universos, prueba que es posible el acople y, por tanto, el engarce". "Viajarás otra vez a su mundo y harás aquello para lo que te han entrenado y entonces te librarás de la sombre de esa mujer y rendirás al grupo un enorme servicio".
Querían que dejaras de existir, eso es la única conclusión que saque de todas sus palabras, y querían que fuese yo quien te eliminara. Cuando se despidió me hizo saber que volveríamos a vernos pronto. Para él quizá, pero mi misión me iba a llevar varios años desde mi particular punto de vista.
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