sábado, 2 de abril de 2011

Cine y TV (26) - Community

Community

Si hay dos temas muy del gusto del cine y la televisión de los EE.UU. son la obtención del éxito, generalmente en el terreno de portivo, a través de la superación individual o colectiva, mejor cuanto mayor sea el handicap con el que se parta, y la conformación de familias alternativas a las naturales cuando estás no existen o están desactivadas. No se exactamente la razón, pero quizá pueda deberse al espíritu emprendedor y competitivo que dicen que caracteriza a esa sociedad, y al hecho de que la familia este a menudo desestructurada por aquellos pagos, con hijos que viven frecuentemente a cientos de kilómetros de sus padres. Los argumentos de Community podría encuadrarse tranquilamente en cualquiera de ambos ámbitos, pero tratados en clave de humor, sin cargar las tintas en el afán didáctico o de denuncia (bueno, en realidad ni lo uno ni lo otro asoman por ningún lado), con episodios cortos, de apenas 20-25 minutos, donde priman los dialogos ágiles y a menudo surrealistas, las situaciones rocambolescas, los encontronazos entre personajes, la acidez en el trato de los mismos. Casi siempre retratados en sus peores momentos, aunque todo ello mezclado con toneladas de dulzura camufladas en una supuesta “mala leche”.

El título de la serie, Community, alude a un grupo de estudios formado en una universidad de medio pelo. Digámoslo sin ambages: para fracasados. Se trata de Greendale, en Colorado, cuyas características, contradicciones académicas y carencias económicas se convierten en una fuente inagotable de gags, donde podemos reirnos del patetismo que exhibe en su cuerpo docente, decanato, instalaciones y logros colectivos. Baste como ejemplo de lo que digo con explicar cual es la mascota de los equipos deportivos de la universidad: Un ser humano. El decano, un tipo que parece salido de una comuna hippie y recién insertado en la sociedad productiva, es un decir, piensa que el prinipal valor de Greendale es la mezcla de razas. Además, quiere original, alejarse del tópico del animal fiero y luchador de la fauna local que galvanice las voluntades de los seguidores de los equipos. Más vale una persona, por que fieros no parecen. No darían miedo ni a un niño de 3 años. Para mayor desasosiego con el resultado obtenido, encarga el diseño de la mascota al personaje con la mente más descarriada de todos ellos. Y mira que es difícil ser el líder entre tanto sujeto estrafalario. Lo que al fin queda más que a un ser humando se asemeja a uno de esos maniquíes que se usan en los simulacros de accidentes para testar el comportamiento de los automóviles, sus prestaciones en siniestros totrales. Estoy pensando que quizás no sea un error después de todo, porque aquellos que pueblan el campus han ido a parar allí debido a circunstancias que más que nada parecen accidentes vitales. El caso es que solo ver la mascota de pasada en alguna escena provoca de forma automática la risa. Por que se acaba convirtiendo en un personaje más. Alguien parece vivir dentro del disfraz.

¿Estamos ante una variante de la venganza de los novatos? Algo así. Pero con mucha mejor factura y mejores recultados. En todo caso, aquí no hay revancha que valga, todos los personajes son perdedores, lo saben e intentan seguir adelante haciendose los distraidos respecto a tal circunstancia. Tratan de tormarse muy en serio a si mismos, y ello aumenta la comicidad de las tramas. Jeff Winger (Joel McHale) es un abogado de éxito que siempre ha logrado alcanzar sus objetivos con el mínimo esfuerzo. Su magnetismo personal y su labia le han procurado una posición de privilegio en su profesión y una vida disipada en la que no es necesario retener el nombre de las chicas con las que se sale de cita. Pero el colegio de abogados ha descubierto una de sus muchas trampas: nunca cursó la carrera de Derecho. Así que le han desposeido de su licencia para ejercer la profesión. Decide acudir a Greendale para obtenerlo, una universidad para fracasados donde supone que todo le será más rápido y más fácil. Un atajo para volver a la que considera que es la clase de existencia regalada que se merece. Nada más aterrizar en el campus conoce a Bryta (Jilliam Jacobs), y en su torpe e infructuoso cortejo amoroso, porque ella lo cala a la primera, acaba enredado en sus propias redes y convirtiéndose en líder de un grupo de estudios, cuyos integrantes son a cada cual más sorpendente. Aunque trata de escurrir el bulto al principio comprende que aquel es un modo de estar cerca de la bryta y ganarse su respeto. Lograr ser correspondido en la atracción que siente por ella se convertirá en el motor de avance de la serie en sus primeros capítulos.

Annie es una chica inteligente pero ingenua que parece desarmada ante las exigencias de la vida. Shirley es una mujer de mediana edad que acaba de verse abandonada por su marido y debe por primera vez ganarse el sustento por si misma. Abed es un muchacho de origen iraquí que a ratos parece autista y ratos hiperactivo. A veces las dos cosas al mismo tiempo. Troy es un quaterback que perdió su beca por no saber aguantar la presión en la lucha por el éxito. Sus miedos le dominan y le convierten en su marioneta. Finalmente, Pierce es un magnate del negocio de las toallitas húmedas. Ahí es nada. Casado siete veces, parece como si sus múltiples matrimonios hubieran puesto su cerebro en órbita y nunca hubiera regresado, situándolo a medio centímetro de la locura. Locura inofensiva, que sirve en la mayoría de los capítulos como catalizador de los argumentos. Se diría que Pierce pone casi siempre el combustible y Jeff enciende la mecha y elige rumbo del cohete que supone cada episodio.

Todos ellos son personajes que no van más allá del estereotipo, pero que funcionan, interactáan con facilidad entre ellos y que al meclarse dan unos resultados más que creibles, por más que los componentes no los sean ni por asomo. Funcionan como conjunto aunque sean por separado juguetes rotos. Su fuerza es la fuerza del grupo, que al aunar talentos, llamemoslo así por mera misericordia, se vuelve imparable ante los retos que se les plantean. O no, por que abundan tanto los éxitos como los coscorrones. Aunque el verdadero éxito reside en que poco a poco se establece entre ellos lazos de camaradería, solidaridad y afecto. Se forma una familia académica que incide de forma beneficiosa en la vida personal de sus miembros.

Únicamente me resta decir que el buen resultado de la serie se debe a que sus creadores no olvidado la regla principal de toda buena narración: la ternura de por los personajes. Ridículos casi siempre, no dejan de merecerse nuestro afecto y respeto. Sus peripecias no dejan de ser caricaturas de las cosas que nos courren a nosotros mismos, de nuestros errores y la forma en que nos ganamos el perdón. Una penitencia continua que se acaba disfrutando. Un consejo, no os perdais los epílogos de los capítulos. A menudo son lo mejor.

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