miércoles, 28 de noviembre de 2012
El Fútbol y sus aledaños (42) - Pitos y aplausos
Pitos y aplausos
Real Madrid 3 - Alcoyano 0
Vuelta de los Dieciseisavos de Final de la Copa - 27/11/2012
¿A quien se recuerda del Real Madrid que haya triunfado y no haya sido pitado nunca? De este amargo trago ni siquiera se libró Zidane, por mucho que se brindara a su salud en la segunda primavera de Glasgow. Haría falta ser una enciclopedia para recordar la respuesta correcta a esta pregunta clásica de Quiz futbolístico. Pero yo se la doy enseguida, porque ando con prisa de entrar en materia: don Emilio Butragueño, alias El Buitre, cuyo ocaso futbolístico fue seguido desde la grada con un sobrecogedor silencio, como del funeral de estado que era. Preguntó Greta Garbo a Rouben Mamoulian que expresión debía poner en su escena más difícil de la película "La Reina Cristina de Suecia", esa en que se despide de su pueblo y su país para siempre tras renunciar a la corona para poder abrazar su nueva fe, proscrita en su tierra, el catolicismo. Le abrumaba a la actriz solo pensar que sentiría alguien en esa tesitura. De sacar a flote su intuición de actriz temía caer en el exceso. Y el director georgiano le dijo: "Pon cara de nada". Y la Garbo puso cara de nada porque su personaje se estaba mirando en ella, como en un espejo, y era imposible decidir si su alma era original o réplica. A las últimas jugadas con renta futbolística del Buitre se enfrentó el Bernabeu con cara de nada, viendo secarse el manantial sin una lágrima ni un reproche, porque a la nada parecía retornar el juego del equipo tras extinguirse su llama. Brillo poco, pero más que nadie, como una supernova visible aun de noche. La que ya acogía al Real Madrid en su último regate en un partido contra el Partizán de Belgrado.
El Bernabeu solo pita a aquellos de quienes espera mucho. A Guti no dejo de hacerlo nunca, alternando los reproches con vítores solo al alcance de los dioses cuando se descalzan para jugar al Fútbol sobre la hierba, porque de nadie espero más el madridismo y de nadie obtuvo más sin dejar por ello de sentirse defraudado. A Silva tal vez se le aplauda por justamente lo contrario, porque de él nada se espera, y se puede festejar lo que nunca llegará porque ni duele ni importa. Partiendo de estas premisas no se si José Rodríguez inicia su andadura en el Real Madrid con dirección contraria a la que debiera, con unánime reconocimiento desde la grada. En este público un gesto de cariño, una carantoña, puede ser hasta peligroso, porque su memoria es poca y su impaciencia mucha. Pero José Rodríguez tiene de su parte ser enemigo de la prensa. Ahí tiene su tabla de salvación, en ser causa de disputa entre el cadí y el canterano Toril. Algún pito escuchará desde los altavoces que el periodismo tiene instalados en la grada. Más se espera a día de hoy de Morata, por su edad, su calidad y su físico, tan parecido al del deseado Llorente, y por eso con él anda el público dividido, en guerra civil. En la nación blanca solo se discrepa en los temas que importan. Serán cosas del señorío.
Es la del Madrid una afición arisca, que no sabe expresar su cariño más que con bronca, siempre atenta más a lo que se le hurta que a lo que se le entrega, a lo que al jugador le falta para equipararse al ideal que se ha construido de él que a lo que le separa y eleva por encima de la media, de la mediocridad del resto. Si te aplauden en este estadio sin que creas merecerlo mucho vete pensando en un traspaso, porque el madridismo solo tiene misericordia con quienes considera inofensivos para el enemigo. Había mucha capacidad de daño en las botas de Benzemá y el público solo se avino a razones con el francés cuando le vió desenvainar su cimitarra, aunque solo fuera para esculpir figuritas de madera en tardes atarugadas. Como ayer justamente, en que un mínimo gesto de Karim Mustafá nos rescató de la mediocridad en la que hasta entonces transcurría todo. Cara de nada pone a veces el francés cuando festeja los goles, como si le abrumara la alegría y tuviera que interiorizarla para no sentir en exceso ante sus compatriotas futbolísticos. Ya anochecía el partido, como las tardes de invierno, con un sol que declinaba rápido y traía el frío consigo, cuando Callejón condujo un balón rodeado de contrarios hasta la frontal del área del Alcoyano. La recorrió de izquierda a derecha sin adentrarse en ella y cedió el balón a Benzemá justo en la esquina. Amagó el francés el disparo, pero a mitad de gesto prefiríó alargar aun más la jugada en sentido horizontal y centró casi sin mirar a Di María, que le doblaba por el extremo derecho del frente de ataque. Todo lo demás lo puso el Pájaro Loco que, cuando actúa con cordura, es la sensatez personificada. Encaró al portero casi sin ángulo y se sirvió del palo contrario, el izquierdo, para firmar un gol que pareció más carambola de billar que Fútbol. "La blanca en la tronera de la esquina", le oyeron anunciar a Relámpago DiMa, y tras la carámbola el Gordo de Minnesota aplaudió caballerosamente como le exigían sus valores. Los más críticos dirán que se atracó de balón y tuvo suerte. Creo más bien que se preñó de pelota y al fin la tarde noche parió algo de Fútbol. Y creo que el argentino coincidió con mi análisis porque festejó el tanto escondiendo el balón bajo su camiseta. Fútbol en estado de buena esperanza siempre tras el orgasmo.
José Rodríguez lo reconoció tras el partido. Mou había exigido a sus jugadores una victoria. No le valía con pasar la eliminatoria. La prensa desdeña lo que no entiende, y por eso cuando habla de las cualidades como psicólogo del entrenador portugués es para criticarlo o directamente para mofarse de él. A los periodistas solo les valen los entrenadores que dan buenas ruedas de prensa, calmadas, repletas de humildad enlatada y con frases canjeables por titulares. Todo lo demás lo analiza a través de las estadísticas y, como son perezosos, las más de las veces a partir del dato supremo: El resultado. Tres a cero, pues entonces el Alcoyano fue escaso rival para un Madrid insuficiente. Pero es que el Real Madrid salió voluntarioso a por la victoria exigida por su entrenador. Y si hubo desacierto fue por exceso. Modric ponía calidad en el arranque de la jugada. José Rodríguez, sin miedo escénico alguno, al menos que se notará, en poco tiempo se hizo al manejo de los mandos de la play station. Algo más arriba un Özil frustrado erraba una y otra vez cuando le tocaba dar el último pase. Tampoco andaban afortunados ni Callejón, con demasiada hambre de gol, ni Cheryishev, más trotón que otra cosa. Iba el cántaro mucho a la fuente pero para romperse en cada viaje, casi siempre a los pies del alemán. Toda la primera parte fue un despropósito, que solo la gelidez de la atmósfera evitaba que pasara a mayores. Despropósito al que se sumó el árbitro, que dio patente de corso a los defensas del Alcoyano para saquear todas las jugadas de Morata. Dos penaltis y bastantes faltas sin sancionar, así como alguna tarjeta no mostrada fue el botín que se llevaron al descanso. Los críticos con el 9 del Castilla ya le reprochan al canterano que finge demasiado en las faltas. Le diría al chaval que no desespere, que mucho se le exige porque de él mucho se espera. Yo por lo menos. Son pítos tímidos que algún día se convertirán en eufóricos aplausos y, si tiene fortuna y acierto en su carrera, acabarán siendo ese pulcro silencio con el que el madridismo entierra a sus grandes.
Tras la reanudación llegaron los cambios. Aunque no enseguida. Quizá quería Mourinho que esa victoria se fraguara con mayoría de canteranos sobre el césped. Es este un debate que a mi me aburre, en el que me sorprende que caiga el portugués. Pero entiendo que ante tanta presión, ejercida incluso desde tu bando, se acabe cediendo, se acabe tratando de tener gestos conciliadores. Es tan difícil la comunicación entre el público madridista y su equipo cuando se usa de intermediario a la prensa que a menudo parece diálogo de sordomudos. Los periodistas son malos mensajeros. Siempre abren las cartas para alterarlas y para que sean así mal interpretadas por sus destinatarios. En el minuto 61 Di María sustituyó a Cheryshev para agitar la coctelera con más energía, ya que empezaba a quedar un precipitado de insatisfacción en el fondo del vaso. Las galopadas del ruso no daban con el punto exacto para la mezcla. Completamente desligado de Callejón, Özil y Modric fueran las suyas jugadas casi todas en solitario. En el 70 Benzemá sustituyó a Morata. Guerra de guerrillas, de astutos golpes de mano, en vez que la guerra de trincheras, a la que siempre se ve abocado el canterano con el beneplácito de los árbitros con sus marcadores. Los cronistas nos advirtieron en la previa que Denis iba a ser el primer ruso en debutar con el primer equipo del Real Madrid. Franceses ya ha habido unos cuantos. Tantos que incluso alguno ha habido galo, como Kopa, aunque la mayoría hayan sido negros centroafricanos o mauritanos. A los primeros se les supone desde la prensa la fuerza bruta suficiente y las pocas luces para poder ofrecer lo que se supone que agrada al paladar de Morinho. Llevan el Mau-mau en los genes, así que yo no me recrearía mucho en las burlas ni me apoyaría tanto en las burdas simplificaciones. Los segundos, a pesar de que están a tiro de piedra del juego de palabras, les cuesta entrar en la onda portuguesa. Según dicen los escribas suelen golpear más que gratificar ese cielo de paladar, tan en consonancia con el nuestro, para rabia de La Cruzada. Recordemos que fue el entrenador portugués quien hizo despertar a Benzemá de su siesta para que hiciera la mili, porque Pellegrini sabrá ser general pero desde luego no sargento. Y tras completar la instrucción el chaval de Lyon corre exactamente lo mismo pero con mucho más tino y sentido. De Zizuo ya sabemos que su cabeza clavada al extremo de una pica adorna la entrada de Valdebebas por orden expresa del cadí de la Yihad armada.
Se completó el partido con el doblete de Callejón, que al fin pudo saciar su hambre. Dos desmarques en ruptura que fueron acompañados de sendos pases magistrales. El primero de Özil, que fue lo único bueno que hizo en todo el partido, al menos hasta ese minuto. Justamente acababa de dejar de criticarlo en mis tuits tras fallar un pase a José Rodríguez, más producto de la falta de entendimiento que de la imprecisión. Pero es que vi su cara en un primer plano y tenía una expresión de frustración y abatimiento, no la de desentendimiento del encuentro que todos le estábamos suponiendo. Está el alemán en horas bajas y aun así nos ofrece sino se le sustituye una o dos perlas blancas por encuentro. Creo que habrá que arroparle más porque su actitud es la correcta y no tengo mucha esperanza de que sepa asimilar los pitos y nutrirse con ellos tan bien como CR7. Tuvo Callejón un gesto de rabia hacia los espectadores tras la portería en la celebración de su primer gol que entiendo como un guiño a quienes son los únicos que reparten aplausos y vítores desde la grada. Al menos quienes ponen la chispa para que el ruido se propague por las tribunas, aunque bien sabe Dios que en lo que de fuego se trata el temperamento del madridista ejerce más de retardante que acelerante. El segundo pase fue de Di Maria, que con él completo una media hora primorosa. La ruptura de Callejón también se inicio cerca de la media luna, pero en vez de ser en vertical trazó el ex-españolista una ligera diagonal hacia la izquierda. Ambos goles se solventaron con remates rasos a la salida del portero Adrián Murcia, que en un cuarto de hora vió desvanecerse su sueño de completar un partido en el Bernabeu sin ser batido.
Acabado el encuentro el debate se situó no en el tema sobre el que la prensa tanto predica y hubiera sido el más pertinente, en en de la cantera, sino en el grado de afinidad entre la grada y Morunho tras el descalabro de Sevilla. Había curiosidad, por no decir morbo, por saber la respuesta del respetable, que en el Bernabeu lo suele ser por exceso. Muchos yihadistas presentes en el estadio, alguno incluso ilustre, como don Ignacio Ruiz Quintano, que seremos tropa de infantería pero también albergamos excelencia, nos advirtieron de la manipulación en ciernes. Los ultras interpretaron sus cánticos de apoyo al entrenador, segundados por muchos, existiendo una tímida protesta en algún sector de las gradas. Muchos más vítores que pitos, pero los suficientes para dar cuerpo a otro editorial de Relaño en el que se vaticina divorcio, y para que algún periodista llegara a la cama sin ganas de cumplir con la parienta. Eso si que es causa de ruptura en la pareja. El macho futbolístico hispano cuando solo disfruta con los males ajenos le cuesta llegar al segundo y rara vez corona faena con un tercero. Pocos pitos pero muy disfrutados en homilías radiofónicas y tertulias. Desde sus púlpitos los popes de la Cruzada llaman a la revuelta, y encuentran edecanes en donde menos se espera. Por ejemplo, en Poli Rincón, que en Valdano ya nos lo barruntábamos. Y poco más que decir. A Nacho ni lo he mencionado, porque su labor me pareció poco pollo para tanto arroz. Me causa sorpresa que este jugador tan romo haya dado tanto juego en el debate. Sobre la ausencia de Kaká, indicar que ayer mi amiga @blanquibg, kakista irreductible, me envió ayer un tuit en el que apuntaba una teoría que no me parece descabellada. No la respondí, y desde aquí me disculpo con ella por mi descortesía, porque andaba con el ánimo más bien distraido. Según Blanca, nombre que no se si es de guerra o de pila, pero en todo caso es una bellísima y conveniente coincidencia, Mou no habría convocado al brasileño por considerarlo importante en el derbi que se avecina. Y hasta podría serlo entrando desde el banquillo. En todo caso lo veremos. Lo veremos y lo oiremos, porque seguramente será el próximo debate en esta agria guerra, que Relaño quiere creer que es civil y, bendita ignorancia la suya, pero que yo sospecho que es más bien con la prensa.
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