¿Mou versus Bielsa y Pellegrini?
Toda nación incipiente que intenta reafirmarse para emerger hacia la existencia necesita enemigos, generalmente vecinos agresores que le ayuden a trazar fronteras, está en el manual ginecológico de países, lo sabemos. No hay mejor abono para que nazcan sanas las naciones que un tirano enemigo de sus libertades. La Nación Antimadista tiene desde hace tres años a Mou como su casus belli, como su fuente de agravios, como el agresor que trata de invadir sus tierras para esquilmarlas de decencia. Todos los artículos de la declaración de independencia de esta nación soberana han sido vulnerados por el ogro de Setubal: Cantera, posesión, horizontalidad en el juego, la llamada de la raza hispana, que no de la lusitana, que son muy lerdos y no saben Historia, buenismo en sala de prensa, humildad con piloto automático, que da igual que se note impostada. Todos y cada uno, y ya es mala pata. Mou es su excusa para ir a la guerra.
Pero todo villano necesita su antítesis, contraponerle un modelo que al ser comparado con él justifique de forma clara e incontestable el rechazo a lo que se critica, al tiempo que simule que se tiene una doctrina que proponer a cambio, siendo las virtudes del modelo su ejemplo y su referendo. Con Guardiola en un su otoño prematuro en Nueva York los modelos propuestos, que son dos, la Nación Antimadridista hay que reconocer que vive en una opulencia permanente, han pasado a ser Bielsa y Pellegrini. El primero, aunque ya ronde la sesentena, se intenta hacer pasar por discípulo retroactivo de Guardiola. Por lo visto habría aprendido el oficio cuando Pep aun era medio centro y aun insultaba a la cara, por lo que era frecuentemente expulsado de los terrenos de juego. El otro, víctima relativamente sencilla del guardiolismo en su momento, fue reclutado para la causa de forma temprana tras su salida de la Casa Blanca.
Hay que aclarar rápidamente que si bien Pellegrini si ha mostrado cierta animadversión hacia Mou, evidenciada en algún rifirrafe dialéctico que otro, casi siempre en las vísperas de los enfrentamientos de los equipos que ha dirigido con el Real Madrid, Bielsa siempre ha esquivado cualquier polémica con el entrenador portugués, aunque muchas veces le hayan puesto los dedos en la boca para forzar sus declaraciones. Sus manifestaciones acerca del Real Madrid en general y de Mou en particular han oscilado entre lo correcto y lo exquisito. Al menos que yo recuerde. Se ha querido vender desde los medios una imagen de Mou como persona imposible de tratar, enfrentado a todo el mundo, incluido el bueno de Bielsa, cuando lo cierto es que es una de las personas mejor relacionadas en el mundo del Fútbol. Como queda claro si se dan por buenas las informaciones que los mismos periodistas difunden acerca de su relación privilegiada con entrenadores y managers generales de todo el mundo, como el de la Selección Crota en el primer caso o del Paris Saint Germain en el segundo. Bielsa nunca ha escatimado elogios a su supuesto maestro, Guardiola, pero nunca lo ha hecho a costa de criticar a Mourinho. Que hubiera sido lo más sencillo, porque en este juego de sombras chinescas que es el periodismo deportivo, Mou vendría a ser como la sombra que arroja la luz de Guardiola al incidir sobre nosotros, pobres mortales.
Bielsa ha sido utilizado como ejemplo de calidad de que las enseñanzas de Guardiola, sus maneras y su estilo, estaban siendo adoptados masivamente por sus compañeros de profesión. El trato de balón de sus jugador, la posesión y el resto de axiomas de la teoría del Tiqui-taca, así como los modales en la mesa, ante los periodistas en las ruedas de prensa. Sobre lo primero ni entro a valorar, que cada cual juzgue si el estilo de los equipos de Bielsa es fiel reflejo del estilo de los de Guardiola, si es mejor que el de los de Mou, si lo moderno, efectivo o estético es el uno o el otro. Pero sobre los modales si me gustaría señalar que si bien es verdad que en rueda de prensa Bielsa parece un manso corderito, capaz incluso de entonar el mea culpa tras agredir a un capataz de obra, una docilidad que a veces pareciera autismo, porque esa sensación da a veces al contestar con susurros y no siempre en concordancia con lo que se le pregunta, en el vestuario parece ser que es otra persona, el Mr. Hyde del Doctor Jekyll que atiende a la prensa. Como se tardó todo un año en preparar la comparación con Mourinho, en que prendiera el esqueje de bielsismo injertado en el tronco del guardiolismo. Como parecía estar dando al fin frutos esta apuesta de futuro, por los éxitos cosechados a final de temporada por el Athletic. Que siempre se dice que ganar es lo de menos, una ordinariez propia de portugueses, pero si viene el viento de cara se usa como prueba fehaciente de que algo está bien hecho. Como todo ese esfuerzo parecía estar rindiendo, ha sido necesario en este inicio de temporada silenciar los escándalos de Lezama. Mou persigue a sus jugadores franquicia para cargárselos, pero ahí siguen todos. Bielsa es una madraza, pero los suyos, sus estrellas, o se han ido o rezan por poder hacerlo. Bielsa está exento de toda crítica, por guardiolista y antítesis del Mourinhismo. Eso es tener las espaldas cubiertas, sí señor, un doble blindaje de seguridad a prueba de proyectiles de bazooka. Tanto es así que hasta le vale para enfrentarse a un jugador de La Roja, la española, no la danesa. Y nada menos que al delantero centro del siglo XXI. ¿Será por eso que los periodistas aplauden con las orejas cada vez que Del Bosque se decanta por el usar un falso nueve, ya sea Silva, el que no fichó el Real Madrid, o el falso crack Chester, que le dijo no a los directivos de Concha Espina?
¿Y que decir de Pellegrini? Lo que nos hemos reído de él. Perdón, con él... del Real Madrid. Alcorconazos, lanzamiento de cuchillos entre Guti y el ingeniero, su cabezonería al insistir con Marcelo, quizás su mejor aportación al Real Madrid, es justo reconocerlo. Tantas tardes de gloria para la Nación Antimadridista cuando el dirigía nuestras huestes. ¿Le faltaba carácter para dirigir al Real Madrid? Esa fue la cuestión recurrente en las encuestas de los diarios deportivos, en las tertulias asilvestradas, en las columnas de opinión. Se le faltó al respeto una y otra vez, se le humilló. ¿Por que se le trató de arrancar su dignidad? Pues, como decían los británicos de nuestros bienes, porque se podía. Y porque la dignidad de Real Madrid y la de su entrenador son vasos comunicantes. Ver como arreciaba la lluvia en su cara en sala de prensa daba casi tanto dolor y espanto como el que causaba ver a la prensa atacar en jauría a Capello. Los que se defienden, como Shuster y Mou, dan menos pena y son agredidos con más saña.
Nada más obsceno para quienes mienten o manipulan que la exhibición de datos en su contra. Y sin son cifras peor aun, pura impudicia. Cada vez que Mou saca un papelito con datos el monte arde por los cuatro costados, a los árboles les crecen melenas de fuego que impiden a los periodistas ver el bosque. Sin embargo, aquellas estadísticas de Pellegrini cuando se enfrentó en diferido a Mou fueron aplaudidas. Él había logrado con el Real Madrid más puntos en Liga que nadie. Daga igual que hubiera sido para ser subcampeón. A los madridistas nos abochorno el dato en si y la insistencia en repetirlo de Pellegrini. Mou dió la réplica con los hechos. Logró el año pasado más puntos que ningún entrenador de cualquier equipo en la Historia, y para ganar, que es lo que cuenta. Pero este año se sueña con la revancha. Un Málaga que se exhibe cada domingo ha ilusionado a la Nación Antimadridista, que es fan de cualquier equipo o profesional que pueda dañarnos. Da igual que haya impagos en el club malacitano. ¿No hemos encubierto las broncas de Bielsa? ¿Nos va arredrar que no cobren unos cuantos jugadores de Fútbol? La doble vara de medir. Con escala métrica para unos y logarítmica para otros.
Quien fuera aseteado como un acerico durante su estancia en el Real Madrid es elogiado ahora por su labor en otros equipos. Quizá encontró su hábitat, su nivel de tolerancia a la presión. Se ha convertido incluso en paradigma de lo que se debería hacer en el banquillo blanco, como si nos hubiera olvidado que tuvo su oportunidad para hacerlo. No, no soy ingenuo. Se que es munición que se guarda para cuando se pueda tirotear a quien en realidad se le tienen ganas: A Florentino Pérez. Alguna salva se disparó en su momento, aunque al aire. El Ingeniero no pudo desplegar su trabajo, demostrar su valía, sencillamente porque no le dejaron. ¿A que se trata de eso? Apuesto a que sí. Si conoceré ya a estas alturas a estos pollos.
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