lunes, 19 de noviembre de 2012

El Fútbol y sus aledaños (35) - La Yihad y La Cruzada


La Yihad y La Cruzada
Artículo editado también en el blog: El Minuto 7

Se acumulan los temas. Menos mal que hay ganas de escribir. Si por mi fuera no haría otra cosa a lo largo del día. Quizás comer, como mucho, y algunas necesidades básicas más que complementan o desdicen aquella otra. Escribo como terapia y ahora tengo una dolencia dolorosa. Mal de ausencias se llama. Y no solo duele sino que provoca ganas de ser leido, no se por qué. Por eso hablo de Fútbol seguramente. Pero dejo estas disquisiciones que a nadie importan porque se me escapa el hilo de lo que quería decir esta vez.

Reconozco que nunca he prestado mucha atención a la prensa deportiva, a la letra pequeña del contrato tácito que tienen suscrito con nosotros, sus lectores. Lo soy, y progresivamente cada vez más, a raíz de que empecé a participar hace unos cuatro años en los foros de debate de fútbol, en los que el pan nuestro de cada día supongo que sigue siendo enzarzarse con la tropa del equipo rival como consecuencia de lo que dicen o dejan de decir las portadas de los periódicos deportivos. Ahora, sumido en este contubernio de oscuros intereses que constituye Twitter, ando metido hasta las rodillas en el fango del periodismo, lleve puestas o no las botas de caña alta. Por lo que no siempre logro salir del pantano con los calcetines puestos. Algunas propuestas de la prensa son bien difíciles de vadear. Y aun así uno se adentra en ellas aunque a lo que acudía al entrar en Twitter era a la discusión sobre noticia política o cultural del día. Quizá a mandar mensajes cifrados a la niña Ruth, o a hablar a tontas y a locas con personas virtuales, que siempre es más sano que hacerlo con la televisión.

Nunca he sido lector fiel de periódicos deportivos. En todo caso por temporadas, ciertos días de la semana. De niño me gustaba leer las crónicas del día después aunque, por una cuestión meramente económica no era posible, no siempre era posible. Los escolares de entonces no manejábamos capital ni generábamos más gastos que los necesarios. Las pipas del recreo surgían del ahorro logrado por comprar un billete de autobús de ida y vuelta en vez de dos sencillos. Pero siempre había alguna triquiñuela que permitía leer las narraciones de las grandes gestas madridistas. Fuí coleccionista en su día del As a Color, una revista semanal en realidad, que resumía lo mejor de la jornada de Liga con un despliegue de medios que entonces nos parecía milagroso. Era lujo en papel. Que llegaba con un día de retraso a los quioscos porque la calidad costaba más tiempo gestarla. Pero nunca fuí lector avezado. Nunca acertaba al completo ni las alineaciones del Real Madrid ni las de la Selección Española, que si a clavaban mis compañeros de colegio.

En eso de la radio si que he estado quizá un poco más atento. Aunque ya más mayorcito. Fui uno de tantos de los que encumbró a José María García a los altares, uno de los muchos culpables de sus actuales delirios de grandeza. García es como el loco ese del manicomio que se cree Napoleón y representa constantemente su caricatura. Solo que él quien cree ser es El Butano, el capo de tuti capi del mundo del deporte español, y se imita a si mismo exagerando sus maneras de entonces. Reconozcámoslo, era emocionante ser del Real Madrid durante la emisión de sus programas. Ramón Mendoza y la Quinta del Buitre tenían casi camerino propio en Antena 3. Todas las noches eran entrevistado alguno de ellos. El presidente, gran amigo del periodista, todos los eran hasta que se convertían en encarnizados enemigos, y los cuchillos solo los portaba él, tenía casi sección propia. Era muy divertida su crónica diaria a través del Puente Aéreo. El "Esquinero Mayor de las Ramblas" que, sinceramente, ahora mismo no recuerdo si era el apodo jocoso para Montal o Núñez, tenía sus minutos para ser recordado y ridiculizado cada madrugada, como también durante su mandato el sarasa de Pablo Porta. Que uno fuera putero y el otro maricón le parecían datos muy relevantes al justiciero de las ondas. Quizá cuando me quejo ahora de que la prensa deportiva maltrata al Real Madrid como penitencia deba acordarme de aquellos tiempos.

Se me cayó la venda de los ojos con Supergarcía aquel verano en que Perico Delgado ganó el Tour. Para quien no estuviera con nosotros entonces aclararé que se le detectó en un control antidoping trazas de una sustancia relevante, ingerida a través de una medicina, de las que usted y yo tomaríamos para tratar un catarro. El problema para la dirección de la carrera, y para el Butano, era que dicha sustancia aun no había sido prohibida. No estaba incluida en el códex de sustancias satánicas, aunque se pensaba incorporarla en breve. Así qué, desde el punto de vista legal, debían tragar con la supuesta trampa. El Butano, adivinen, gran amigo del ciclista, le pidió apelando a la ética del avulense, que renunciase al maillot amarillo. Ante su renuencia insistió apelando también a la amistad. Y de resultas de que la negativa continuara, como en la película de Elia Kazán, el Zapata de la madrugada deportiva marcó una cruz junto al nombre de su ex-amigo Perico en la lista de protagonistas del deporte. Desde entonces fue a degüello contra él, y ciertamente consiguió arrinconarlo, engorrinar, por ejemplo, la consecución de una Vuelta a España lograda con posterioridad. Para mí, y es algo que borraré si a alguien ofende, el Ciclismo le debía a Perico Delgado un Tour, perpetuamente en la lista de aspirantes, relegado por otros corredores que si que ingerían lo que no estaba permitido. Casi toda la épica de una década de ciclismo es propiedad particular del corredor avulense. Quizá a sabiendas, aquel año usó una sustancia que mejoró posiblemente su rendimiento para hacerle incluso mejorar en las contrareloj, su talón de Aquiles. Para mí no hubo gran pecado. En todo caso, la penitencia de soportar en sus carnes la caza de brujas de la todopoderosa entonces Antena 3 superaba con creces lo razonable, la proporcionalidad en el castigo.

Y si aun mantuve la fe en el Butano, no intacta pero sí la suficiente como para seguir escuchándole por las noches, aunque defenestrara a uno de mis ídolos, cuando sus razzias se extendieron primero a Butragueño, después a Mendoza y luego al Real Madrid en su conjunto, me dije que hasta ahí habíamos llegado en ese matrimonio mal avenido para entonces. Más bien concubinato, porque no había suscrito compromiso alguno y ocurría sobre todo en la cama y en la oscuridad de la noche. Le fui infiel a Josemari con Joserra, primero de forma esporádica, comparando modos y procederes, luego de forma continuada y sin vuelta atrás. Le puse las maletas frente a la puerta de la calle y me fui a vivir bajo el Larguero, como Casillas, tan amigo ahora de esa casa. Y es De la Morena nos prometía humildad y decencia, algo que había perdido en Antena 3 y echaba de menos. En nuestras primeras noches me hizo feliz leyendo una cuartilla en la que tenía escritos los ingresos detallados del Butano por hacer su programa. Era una canallada, pero que a mis ojos le hizo parecer un chico malote, y me dejó completamente satisfecho. El Butano see había hecho multimillonario abriendo en canal uno por uno, sin más objetivo que vender su decencia al peso, a todos mis ídolos del deporte. Pues sí, lo mismo que haría su sucesor en mis fidelidades, sin ningún rubor. Cuando lo averigüe me di de baja como radioescucha. Y hasta ahora, más o menos, en que mi contacto se limita a los magistrales podcast de @RichardDees reunidos bajo de título de "El radio", que recomiendo por fervor en la esperanza de que al hacerlo no le reste potenciales clientes. Sí, los temas que trata se sitúan también al otro lado de la raya. Son en realidad los que trata la prensa, aunque mi comentarista anónimo no se de por enterado. Quienes han sacado el debate, la propia información, fuera del terreno de juego, han sido los periodistas.

Todos lo sabemos más o menos. Siempre han existido dos facciones principales en la prensa, adscritas cada una a un gran grupo mediático. Cada grupo mediático está compuesto por una constelación de medios y de huestes mercenarias, que a veces, muy excepcionalmente, cambian de enjambre. Deportes Cuatro, como toda la cadena televisiva en sí, dejo de pertenecer a PRISA. Las huestes de Paco González emigraron de La Ser hasta la COPE. De Lo Progre a la Conferencia Episcopal, lo que constituye un extraordinario periplo, una involución para quienes imponen los rumbos a seguir. Lo habitual hasta ahora ha sido que si una de las facciones era afín a los métodos y logros del Real Madrid en un momento determinado la otra fuera muy crítica. Ello obedecía simplemente a que solía haber un trato preferente hacia una de ellas, a la que se filtraban más y mejores noticias. ¿Cómo pago a apoyos recibidos? Pues indudablemente. Tú me rascas la espalda y yo hago contigo lo propio. Son cosas de la anatomía, de la versatilidad del codo humano. Hay zonas a las que uno no puede acceder y dominios exclusivos de cada uno. El intercambio se impone.

A esta situación, mil veces explicada, y que si repito es porque ya digo que mi principal interés al hablar sobre todo esto es llenar líneas en la entrada del blog, por mera terapia, se sumó el gusto cada vez mayor del periodista medio por practicar la caza del entrenador madridista. Que yo recuerde, al primero al que se le empezó a faltar sistemáticamente al respeto fue a Benito Floro. Es que quizás olía demasiado a español. Venía del Albacete, donde había creado el "Quesito mecánico", émulo manchego de la "Naranja Mecánica" holandesa de Cruyff, Neeskeens y compañía. No había glamour en lo estepario después de tantos años con Boskov, Miljanic y Molowny. El último en realidad canario, pero con apellido que sonaba a extranjero. Floro tuvo la ocurrencia de querer integrar la labor psicológica en la rutina diaria de un equipo de fútbol. Eran otros tiempos y lo que ayer era pecado hoy es virtud, o viceversa. Todos tenemos reciente las loas a Guardiola por sus arengas a las tropas en las previas de las grandes ocasiones. Si a Guardiola le alzaron estatuas por glosar sobre la inmortalidad ante sus jugadores, todos ellos en la cresta de su popularidad, a Benito Floro lo macharon por querer dar un apoyo psicológico a unos deportistas que lo necesitaban como el comer, heridos en su autoestima tras el robo de tenerife, que se repetiría esa campaña también. Recientemente se ha destacado el caso de Patricia Ramírez, psicóloga del Betis. La noticia era fotogénica y nadie rechistó lo más mínimo. Al revés, se celebró la existencia de un psicólogo en el equipo hispalense, y que fuera tan guapetona. Después de Floro la afición cinegética no hizo sino aumentar entre los periodistas, y muchas piezas cobradas por los malos resultados hay que atribuírselas directamente a ellos. Schuster y Capello sin duda. Luxemburgo, Queiroz, Del Bosque y Pellegrini también en parte.

Si lo que ayer era deporte, todo lo sangriento que se quiera pero deporte, ha derivado en guerra es porque Mou tiene la osadía de ser un conejo que porta fusil, de saber manejarlo con más pericia que ellos. Y porque ya no hay tratos preferentes. Todo lo más en asuntos muy concretos y a personas muy concretas cuyo criterio e imparcialidad, al menos no beligerancia, se valora. Tres años llevamos con esta cruzada contra el portugués y sus reducidas mesnadas. La prensa trata de recuperar los santos lugares, Chamartín y Valdebebas, ahora en poder del cadí Mourinho. Y su lucha es enconada, sin cuartel, sin intención de hacer prisioneros. Aquel que cae se le remata, como a Altintop, con quien no producía ningún rebozo tratar de ridiculizarlo, viniera a cuenta o no. Curiosa fue aquella retransmisión de Radio Marca en la que la risa sustituyó a los comentarios técnicos y se escuchó a uno de los presentes en el plató decir que si bien se lo estaban pasando en grande a costa del turco lo cierto es que estaba cuajando un excelente partido. Y era ni más ni menos que un clásico contra el Barça. En aquel que flaquea se concentra toda la potencia de la artillería, como le ocurrió años atrás a Marcelo y el año pasado a Coentrao, otro blanco predilecto de los periodistas con micrófono o pluma para sus chistes. Otras salidas en descubierta, como las que sufre frecuentemente Arbeloa, obedecen a otras razones, a un intento de debilitar el mourinhismo, con buen criterio o no, atacando los que se suponen que son sus pilares básicos. Pero esta guerra tiene reglas nuevas por culpa de Twitter.

Convertido en el principal medio de comunicación y de contacto entre personas, Twitter no ha podido ser soslayado por los periodistas. Pero estos se han encontrado con una desagradable sorpresa: Ya no son los dueños absolutos de la información y la opinión. Peor aun, no son la única voz que se escucha. La suya está sujeta a réplica por cualquiera en cualquier momento, sea de la profesión o no. Esa actitud endémica de tratarse solo entre ellos no sirve para nada cuando cualquiera puede interpelarlos simplemente mencionándolos en un tuit. Bloquear a unas docenas de molestos tuiteros no sirve para nada cuando descubren que los que se les enfrentan son tan numerosos como los bichos de un videojuego. Hay quien ha renunciado cobardemente a participar en Twitter por esta razón, como Segurola, o ha puesto candado a su TL para limitar la afluencia de disconformes, como es el caso de Roberto Morales, lo cual parece un contradiós si tenemos en cuenta que se trata de periodistas. Han llegado a ser tan molestos estos contestones, casi todos del Madrid, casi todos mouninhistas, que han terminado por identificarlos con un nombre: La "Yihad Mourinhista". A mi no me acaba de convencer la definición. Soy mourinhista, lo reconozco, pero ante todo madridista, y cuando me enfrento a la prensa defiendo no solo al portugués. Trato de hacerlo con el madridismo en su conjunto. Los agravios no solo se circunscriben al entrenador. Ni mucho menos. Vienen produciéndose mucho antes de su llegada y afectan a mucha más gente. Por eso prefiero el término "Yihad Madridista" o Yihad a secas.

Digamos sin falta que la palabra yihad no es en absoluto inocente. Se nos tiene por terroristas de la información, por agentes peligrosos en la transacción de noticias. Nos dedicamos a sabotear las líneas de suministro de mentiras hacia los oyentes y lectores de la prensa deportiva. Para ellos no hay decencia en nuestro proceder. Siquiera madridismo, aunque fuera primitivo y erróneamente entendido o aplicado. Se nos machaca con el tema de los valores para hacer ver que, al igual de Mou, nosotros no los cumplimos y no somos dignos de ser calificados como madridistas. Somos personas abducidas. A mi me van a perdonar, pero ante esta acusación tan infantil, propia de mentes tan simples como las que abundan en las redacciones de periódicos y emisoras, debo decir que ya estoy vacunado de todos los males causados por lo carismático después de haber padecido unos cuantos Butanitos y Joserras en mi vida como aficionado al Fútbol. Mou me convence. Diría que también me seduce. Pero renegué del matrimonio de ideas después de probarlo con algún periodista, mire usted por donde. Mou tiene sus verdades, que coinciden a groso modo con las mías. Pero ya no va a misa lo que diga nadie sin haber sido analizado por el menda que suscribe. Somos terroristas, dicen ellos, y nuestros modos tuiteros lo confirman. Somos zafios y faltones, según la doctrina que imparte La Cruzada. Pero lo cierto es que los insultos suelen proceder de su lado del campo de batalla. Habrá que recordar a quien lo ponga en duda las palabras de Lama, para quien los mourinhistas son como moscas que acuden a la mierda porque les gusta consumirla. Palabras que son anteriores al reconocimiento de la existencia de una Yihad como tal. En realidad dicho reconocimiento es muy reciente. Surge de la simplificación y generalización: "Todo el que no está de acuerdo con lo que digo, con alguno de mis tuits, es un indeseable terrorista. A mi se me trata de usted o se me hace la pelota en su defecto".

No sigo a ningún periodista de deportes en Twitter, de los significados al menos, pero me llegan sus palabras a través de los retuits. Casi siempre autenticas melonadas en mi parecer. Así que algunas veces he replicado, no en el mejor tono a veces, pero nunca favoreciendo la escalada bélica. Con el director de deportes de ABC tuve una enganchada porque cuando bromeaba con otro periodista llamándonos terroristas le hice saber que si nosotros éramos yihadistas ellos eran unos talibanes. Primero me recomendó que si no me gustaba su opinión me suicidará. Tres tuits después me deseo directamente la muerte. Este señor no se ahorra los insultos, es pródigo en ellos, cuando desarrolla su labor periodística, pero tiene la piel muy fina cuando se trata de su persona. Con Roberto Morales cometí el pecado de transcribir lo que acababa de decir en antena en un programa de radio, creo que en la COPE, que es la amisora que suelo escuchar por costumbre de muchos años. El conductor del programa preguntaba a varias personas cual pensaban que era el inconveniente principal para que el real Madrid ganara la Liga. Esto lógicamente fue la temporada pasada. Cuando le tocó el turno de responder a don Roberto sus palabras exactas fueron: "Mourinho". Le parecía que el Real Madrid tenía opciones de acabar campeón siempre y cuando su entrenador no se significara con alguna de sus habituales meteduras de pata. Tal cual lo dijo lo transcribí entrecomillado en Twitter. Y al leerlo el periodista se conoce que fue consciente de su metedura de pata. Pero la prensa española está por defender el error antes de enmendarlo. Antes muertos que humanos y falibles. El señor Morales me llamó hipócrita, manipulador, ventajista, lo que dice el manual que has de replicar cuando te pillan con el carrito de los helados. Lo cierto es que me dio hasta cargo de conciencia. Así que me bajé el podcast del programa para verificar mi post al detalle y resultó que me había quedado corto. Había omitido los matices de desprecio de un profesional, en este caso del periodismo, hacia otro que trabaja en un club de fútbol. Para insultos los suyos, los de La Cruzada, que suelen ser más zafios y tienen el altavoz de sus medios periodísticos respectivos. El alcance de nuestra munición es muy limitado.

Creo que el haber aceptado la existencia de la Yihad es un inmenso error estratégico en su cruzada contra lo portugués. Nos han convertido en agente presente en el conflicto y hay que agradecérselo. Imagino que habrá quien ha querido informarse más de ese ejército hasta entonces silencioso para ellos. Quien nos escuche podrá discrepar con parte de lo que decimos, y seguramente con los modos, en los que solo somos superados para mal por la propia Cruzada. Pero es más que probable que concuerden con nosotros en lo sustancial. La Yihad ha sido la que ha desmontado el ya famoso bulo en torno al esparadrado en el chándal de Ronaldo. Lo triste es que por más que fuera ridículo lo que se contó mucha gente se lo ha creído a pies juntillas. Tanto As como Punto Pelota, quienes hicieron que la bola de nieve empezara a rodar por la ladera, han dejado de hablar del asunto como si nunca hubiera ocurrido, sin más, sin añadir una rectificación, mucho menos una disculpa por su torpeza o malicia. Y aquí paz y después gloria, que la mala fé está en nosotros, en la Yihad, y quien nos abduce y nos recluta. Pero lo cierto es que aun se seguiría hablando probablemente de esa memez si no hubiera sido por el poder de convocatoria de las personas más significadas de la Yihad. Poder de convocatoria que se ha visto incrementado por un segundo error estratégico de la Cruzada: Mencionar el nombre de tuiteros y de blogs. Que Jose Ramón de la Morena comentara lo vertido en un blog por un tuitero en su momento me pareció bien surrealista. Más aun el motivo: Desacreditar a uno de los supuestos lectores del blog.

Ese grupo reducido de yihadistas significados ya no puede ser obviado sin más. Al resto, a la tropa, se nos puede abatir con un simple bloqueo, sin malgastar apenas munición. Pero a quienes se han convertido casi en interlocutores en esta guerra ya no, si se quiere prosperar como francotirador de la opinión cualificada. Tienen mucho arrastre en Twitter algunos yihadistas. Y así es habitual ahora ver discutir a los principales periodistas de La Cruzada, que dirigen periódicos o programas radiofónicos, con alguno de ellos. La Yihad es un elemento más a derribar, a desacreditar, otra muesca que algún día podrá ponerse en el revolver. Es una lucha desigual, pero para ellos, aunque no lo parezca. No les envidio lo más mínimo aunque parezca que están ganando. No solo no están del lado de la razón, lo cual es ciertamente grave. No solo les mueve la intención de dañar, a quienes custodian hoy día los santos lugares que ellos codician, algunos incluso al madridismo. Es que además esta guerra la libran contra sus propios clientes. Según nos vayan abatiendo los irán perdiendo. Cada bloqueo es un periódico menos que se vende cada día, una emisora de radio que no es escuchada. Y quizá algún día no muy lejano, tras algún maldito ERE, se encuentren en la mismo situación que nosotros, opinando en Twitter por simple amor al arte, sin contraprestaciones económicas, siquiera indirectas, como opinadores amateurs, sin posibilidad de acceder al machito de los que se siguen solo entre ellos.

1 comentario:

  1. Enorme artículo, que refleja la, desgraciadamente cierta, situación de la prensa deportiva (y no sólo deportiva) de este país. Internet ha servido, entre otras cosas, para que usuarios sin relevancia pública, puedan exigir veracidad en la información, y denunciar cuanto ésta no exista.
    Y es una lucha que, como bien dices, están perdiendo ellos. ¿El ERE de EL País? Bien, gracias.

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