miércoles, 31 de agosto de 2011

Cine y TV (38) / La Misión - The Mission - Roland Joffé - 1986


La Misión - The Mission - Roland Joffé - 1986

Ya lo he dicho alguna vez y siento reiterarme: El cine es un arte colectivo. Un film tiene muchos autores, con diferente jerarquía, por supuesto, y con aportaciones cuyo modo de engarce con el resto dependen de terceros. Del director y el productor principalmente. Aunque, a su vez, la labor de estos se ve mediatizada por la de otros. Una buena o mala dirección puede verse malograda o tamizada por el quehacer del montador. Es todo muy complejo y el éxito depende de muchos factores a menudo difíciles de controlar. Por otro lado, una autoría múltiple aumenta las posibilidades de encontrar aciertos en una película, aspectos a los que "agarrarse" para disfrutarla.

Con La Misión estaríamos en uno de esos casos, con grandes talentos desempeñando labores secundarias, como es el caso de Robert Bolt y Ennio Morricone, y otros no tan excelsos, pero también dignos de reseñar, en labores principales, como es el caso del tándem Roland Joffé-David Puttnam, director y productor de la película, respectivamente. La emocionante banda sonora, las maravillosas localizaciones, la labor de los actores, la historia que se nos narra, son muchos los componentes que por si solos hacen de La Misión una experiencia única para el espectador, que lo llevan en determinados momentos a grados de implicación emocional con la narración casi completos. Y, sin embargo, nos asalta la duda de por qué no se trata de una obra maestra, por qué el paso del tiempo no la ha terminado de revalorizar, no ha incrementado esta obra hasta convertirla en un referente. El cine es un misterio, es un arte y no una ciencia, por mucho que se nos diga y se nos repita que también es una industria. La Misión se queda a pocos milímetros del acierto pleno. Pero sin espacio para la desilusión. Más bien para la esperanza de que siempre habrá algo de interés en que centrar la atención cuando en el film intervienen primeros espadas, de que basta con leer los títulos de crédito para saber si una película merece la pena el tiempo que se ha de invertir en verla. En realidad escoger en la cartelera es un asunto mucho más fácil de lo que parece, que ofrece pocas sorpresas si se parte de un conocimiento adecuado sobre quienes trabajan en esa industria, de nuestros propios gustos.

La Misión no se entiende sin la aportación del guionista Robert Bolt, que confieso que es una de mis debilidades cinematrográficas. Tras rodar David Lean "El puente sobre el río Khwai", basada en una novela de Pierre Boule, el autor de "El planeta de los simios", se convirtió en su guionista de cabecera, rindiéndole sucesivas obras maestras. Tres en total. Obras del calibre de  "Lawrence de Arabia", "Doctor Zhivago" y "La hija de Ryan". La segunda puede que sea la mejor adaptación cinematográfica de una novela de verdadero fuste en la Historia de la Literatura Universal. La tercera una de las historias de amor más conmovedoras que jamás se hayan filmado, con secuencias producto del guión realmente sublimes. Alguien dijo que el éxito de un guión adaptado reside en acertar con lo que es superfluo y puede suprimirse sin que la historia se resienta. Si esto es cierto, Robert Bolt realizó una labor de maestro y supo resumir en el metraje de "Doctor Zhivago" todo lo sustancial que hay en la novela de Boris Pasternak, en especial la prolija ensalada de personajes, tantos que es bien fácil perderse en la lectura.

Bolt también trabajó para otro grande del cine, Fred Zinnemann, que rodó "Un hombre para la eternidad", su narración dobre el calvario de santo Thomas Moro a manos de Enrique VIII de Inglaterra por causa de una cuestión de honor, y de conciencia también, llevada hasta sus últimas consecuencias. Para Roger Donaldson redactó una nueva versión de "Rebelión a bordo", la última hasta ahora, y que seguramente es la mejor. El drama del motín en La Bounty es explicado mejor que en versiones anteriores, con algo menos de maniqueismo, con un capitán Bligh menos monolítico, lleno de matices, algunos decididamente positivos. Un personaje en algunos momentos incluso heroico, al saber mantener con vida a los pocos que no han secundado el motín y que han sido dejados en su compañía a la deriva en un exiguo bote de remos. está nueva visión de uno de los villanos del cine por excelencia nos hace dudar a veces de quien es el verdadero protagonista de la historia. Es importante resaltar y retener este detalle porque es pertinente a la hora de hablar de La Misión. Una de las críticas que suelen realizarse a este guionista es su tendencia a centrarse en los protagonista, dejando en un plano muy secundario al resto del dramatis personae. Podría aludirse a "Doctor Zhivago" para rebatir esta propuesta al tratarse de un film repleto de personajes poderosos, con cosas que decir y mostrar al espectador. Pero es que quizás sea cierta en sus obras originales. No olvidemos que este guión es una adaptación. En "El motín de La Bounty" se nos narra desde ambos puntos de vista posibles, desde el de Christian Fletcher, el segundo de a bordo, y también desde el de el capitán Bligh, siendo la dialéctica entre ambos personajes el motor de la película. "Lawrence de Arabia" trata de adentrarse en la extraña psicología de D. H. Lawrence, el libertador de Arabia. La principal preocupación es darnos a conocer los detalles psicológicos del personaje, hurtando el tiempo disponible para otros personajes, que son a veces esbozados con acierto y otras de forma algo esquemática quizás. También "La Misión" tiene su eje narrativo en la dialéctica entre sus dos protagonistas, el padre Gabriel (Jeremy Irons) y el mercenario Rodrigo Mendoza (Robert de Niro), en sus visiones del mundo completamente antagónicas, que les llevarán a intentar resolver el mismo problema sin solución tomando derroteros que se bifurcan y se dan la espalda. Lo que importa es mostrarnos que es lo que motiva y como sienten y piensan ambos personajes. El resto están apenas esbozados, forman parte apenas del maravilloso decorado en que se desarrolla la trama, de su tramolla argumental. Incluso el personaje del cardenal Altamarino (Ray McAnally) adolece a veces de los detalles suficientes para que lo lleguemos a entender del todo, a pesar de ser el narrador de la historia con voz en off, con momentos incluso brillantes en sus parlamentos. Y es que no llegamos a captar del todo las motivaciones y sentimientos de su eminencia, decidido defensor de lo que ha venido a desmantelar, las misiones de Los Jesuitas situadas en el delta del Río Iguazú, pero que a veces deja escapar una vertiente opresora y tiránica que no acaba de encajar con sus propias palabras. ¿Si tan claro tiene la necesidad de que esa obra misionera continúe por qué es tan eficiente a la hora de suprimirla? Es una decisión tomada de antemano por quien realmente deciden, parece ser su excusa. En ese caso poco habría importado que hubiera expresado su verdadera opinión. Además, su supuesto punto de vista parece ser desmentido por ciertas actitudes despectivas que tiene en momentos puntuales con los indios Guaraníes. El cardenal Altamirano me parece un personaje, al tiempo que fascinante, muy ambivalente, a veces muy cercano a nuestra sensibilidad y a ratos demasiado distante. Cuando le es presentado el cacique de las gentes guaraníes que pueblan la misión del Padre Gabriel, comunidad que el mismo ha querido visitar porque ha oído hablar de las maravillas que allí tienen lugar, su actitud con el jefe indio es autoritaria y despectiva. Le exige que se marche con sus gentes por mandato de los reyes en cuyo nombre habla, a lo que el guaraní responde, cargado de dignidad y razones, que el también en un rey, el único presente en aquella reunión.

El primero de los protagonistas que conocemos es el padre Gabriel, un personaje que nos abre los poros del alma, cercano  la santidad, que sabe ver el mundo desde el punto de vista de la bondad, siempre desde la esperanza en la capacidad de los demás para obrar con rectitud. Bondadoso y confiado, sin embargo es capaz de tomar decisiones razonables y productivas, algunas de ellas muy arriesgadas, como la de llevar hasta su misión, arriba de las cataratas del Iguazú, al esclavista Rodrigo Mendoza. La forma en que el jesuita se gana el favor de los guaraníes es uno de esos momentos sublime de la historia del cine. Tras el fracaso de su antecesor en la empresa, que ha sido arrojado por los indios a la corriente del río, clavado a una cruz aun con vida, entendemos como una forma de burlarse los indios de las enseñanzas que tratan de predicar los cristianos, cruz que hemos visto despeñarse por el torrente vertical de agua en la secuencia inicial, decide acometer esa misión imposible sin que veamos en su rostro el menor atisbo de duda. A Gabriel le mueve la fe, la certeza de que lo que hace es lo correcto. La confianza en la rectitud de uno mismo y en la propia labor, más si es elegida por voluntad propia, es el más poderoso de los incentivos. Una vez llega a la jungla tras escalar las cataratas es rodeado por los que pretende que sean sus nuevos feligreses. se sienta en un roca y comienza a interpretar con un oboe que trae en su zurrón una melodía. una pieza breve compuesta por Ennio Morricone, no diré que de las mejores porque todo lo que este hombre creaba era Música para el corazón. los indios quedan fascinados. sabemos que tiene miedo por que vacila en algunas de las notas. Uno de los líderes de la tribu exterioriza su enfado. Entendemos que debe ser el curandero, la persona que va a verse desplazado con la llegada del religioso. En un acto de furia, aunque cargado de desdén, el chamán parte el instrumento haciéndolo chocar con su rodilla levantada y acto seguido se marcha vociferando indignado. El resto de indígenas quedan consternados. Uno de ellos recoge del suelo los dos trozos del oboe y se los tiende al padre Gabriel. Hay súplica en sus ojos. Quiere volver a escuchar esa melodía. El jesuita intenta recomponer el oboe, pero es inútil. Se encoje de hombros. El indio, un guerrero que ahora solo quiere recuperar ese momento de inspiración que le ha supuesto escuchar ese sonido que hasta entonces desconocía, tiende los dos palos inútiles al jefe de la tribu, que enseguida traza un plan para reparar aquella herramienta para el bien. Ni siquiera hemos necesitado entender los parlamentos. Gabriel no despega los labios en toda la secuencia y los indios hablan solo en su idioma sin que se nos traduzca lo que se dicen entre sí. Pero todo ha quedado diáfano. Los guaraníes han sido vencidos por la música, ese sentimiento hecho sonido para el que luego veremos que están especialmente dotados. Gabriel es como un flautista de Hamelin, haciendo que le sigan las almas que habitan la selva al dictado de su dulce melodía.


La Misión - Banda sonora - Gabriel's Oboe - Ennio Morricone

¿Que mueve a Gabriel? El amor y el respeto por sus semejantes, sin duda. ¿Y a Rodrigo? El honor. Algo tan español. En otros tiempos, por supuesto. Y ahora tan denostado. El honor, la honra, es la capacidad para mirarse a uno mismo sin sentirse avergonzado. Hablamos de hechos no de circunstancias. Hasta el hombre más pobre, de condición más miserable, puede tener su honra intacta si ha obrado conforme a sus convicciones, a lo que entiende que el momento demandaba conforme a la propia escala de valores. No hay empresa pequeña para la honra, puede perderse o ganarse tanto tratando de conquistar un reino como ahuecando el ala del sombrero. Porque lo que vemos al mirarnos a nosotros mismos es en buena parte el reflejo de nuestra imagen en los ojos de los demás. Hay en la honra un componente totalmente autónomo, que solo depende de nuestro propio juicio, al tiempo que es totalmente dependiente de la opinión ajena. La honra solo tiene un dueño, nosotros mismos. Calderón de la Barca y el resto autores del Siglo XVII se encargaron de subrayarlo repetidas veces. Pero su pérdida nos relega de la comunidad, nos hace indignos de vivir en ella, expuestos a las miradas de los otros.

Rodrigo hace tiempo que perdió su honra. Su trabajo como cazador de indios lo vuelve indigno ante sus propios ojos. Pero su cólera contra el mundo, quizás causada por su abominable forma de ganarse la vida, le impide verlo. Será la muerte en parte accidental de su hermano, víctima de uno de sus accesos de cólera, lo que le abrirá definitivamente los ojos. Y ante el sentimiento de vergüenza y de culpa querrá dejarse morir. Sumido en la desesperación será cuando conozca a Gabriel. Que le retará a ser capaz de perdonarse, a dejar de esconderse tras su sumisión a la muerte, a la que espera apartado de todo, como un fantasma.

Existen dos caminos únicamente para alcanzar la rectitud. Uno es a través de la bondad, innata o adquirida gracias a las enseñanzas de la vida, especialmente a través de las más amargas. Este es el sendero que recorre Gabriel, en apariencia el más fácil, porque le basta con fiarse de su naturaleza para obrar correctamente. El otro camino, el más penoso, es el de la voluntad y la disciplina. Voluntad para hacer propio un código de valores, y disciplina para llevarlo a la práctica. es el camino más arduo, en el que siempre surgen las tentaciones para darse a uno mismo dispensas, excusas para no obrar esta vez de la forma correcta porque es mucho el esfuerzo moral que se requiere. Este es el camino que trata de emprender Rodrigo una vez abandona su retiro autoimpuesto. Pero tratará de llevar consigo su pasado a cuestas, perpetuar su naturaleza guerrera. En la mejor secuencia de la película le veremos arrastrar penosamente por ríos y cuestas y enorme fardo que contiene su indumentaria y sus armas de soldado. Tratan de disuadirlo para que las deje en el camino pero el siempre se niega tercamente. La segunda noche de ascensión camino de La Misión, uno de los religiosos de grupo, Fielding, personaje encarnado por un entonces casi desconocido Liam Neeson, trata de convencer a Gabriel para que le levante el castigo. Pero de lo que se trata es de una penitencia autoimpuesta. Alza la mirada desde el libro que está leyendo y contesta con calma: "No es suficiente aun porque el lo considera así". rodrigo duerme agotado ajeno a esta discusión sobre su persona.

Al llegar a la plataforma superior del delta del Iguazú Rodrigo caerá de rodillas exhausto. Y cuando los indios lo reconocen uno de ellos se acerca a él por orden del cacique. Lleva un cuchillo en la mano. Fielding, que está junto a Gabriel, hace amago de ir a protegerle. Pero este lo retiene. "Aun no", le dice. Confía en la gente, quiere ver lo que ocurre. Y lo que ocurre es casi un milagro. El indio, encaramado sobre la espalda de Rodrigo, corta las ataduras que le permiten arrastrar el fardo, que arroja al cercano precipicio. El soldado español al verse liberado de su pesada carga, redimido de su culpa por el guaraní que grita enojado junto a su oido, comienza a llorar, transforma toda la pena que lleva guardando durante tanto tiempo en pena. Y al verlo llorar, el fiero esclavista, al que al temido durante años, los indios ríen a carcajadas. Rodrigo acaba de ser aceptado en la comunidad cristiana de La Misión. Habrá quien sea capaz de ver esta larga escena que se va cargando de emotividad poco a poco sin pasión, a mi se me hace siempre un nudo en la garganta.

Tiempo después Rodrigo es ordenado sacerdote. Un día, sentado a la mesa junto a sus nuevos hermanos jesuitas, comiendo lo que el mismo ha cocinado, sin mucho acierto por lo que se ve, pregunta a Gabriel como puede devolver el bien que ha recibido de él. "Agradecédselo a los guaraníes". "¿Cómo?". El religioso duda un momento y tras pensarlo con calma, como hace siempre, coge un libro que tiene cerca de sí y se lo tiende a Rodrigo. "Leed esto". Y lo que el ex-mercenario lee son las enseñanzas de san Pablo acerca de la caridad, que iluminan sobre el sentido de la película, al tiempo que al ser leídas por Robert de Niro en voz en off al tiempo que vemos a Rodrigo realizando las tareas más humildes en el poblado, jugando con los niños, atendiendo a quien lo necesita, logran crear una escena de belleza restallante.

La Misión - Escena - La caridad

Creo que la elección de san Pablo obedece también a la intención de trazar un paralelismo entre éste y el personaje de Rodrigo. Como el padre de la Iglesia, Rodrigo fue antes de religioso un perseguidor implacable de los cristianos. Será un hecho traumático el que le ponga en contacto con Dios y le marqué la senda que ha de seguir. Se trata de un personaje terco, como lo fuera san Pablo, dado más a la acción que a la contemplación o la reflexión, dotado más para conducir hombres que para inspirarlos, un general más que un pensador, por más que se trata de una de las mentes más claras de los que fundaron el Cristianismo. Otra confesión, y van dos en este escrtio: Era uno de mis héroes de infancia. Su biografía me tenía fascinado. En mi primer colegio, de enseñanza en Inglés, solo se podía usar el Castellano en las clases de gimnasia y en las de religión. Y esta asignatura se despachaba con los niños escuchando narraciones de la Biblia leídas por la directora del colegio. Entre las que no faltaba aquella en que Dios le preguntaba a su implacable perseguidor: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?". Es buen sabor de boca de aquellas lecturas aun me acompaña décadas después de escucharlas.

La Misión - Banda sonora - Miserere - Ennio Morricone

Hay una escena en la película en la que se esboza un suceso extraordinario acaecido en 1550. Después de ocurrido los historiadores se refirieron a él como "La controversia de Valladolid".  Tuvo lugar en el Colegio de san Pablo de aquella localidad. Bartolomé de las Casas logró convencer a Carlos V para se abriera un debate acerca de la naturaleza de los indios, para determinar si tenían alma y por tanto podían ser acogidos en el seno de la Iglesia y adquirir los mismos derechos que el resto de sus integrantes. El debate fue en realidad por escrito y es relevante porque es la simiente de una rama del Derecho. El Derecho de los Pueblos, precursor del derecho Internacional. Por primera vez una nación conquistadora se detuvo a reflexionar si aquello que hacía estaba bien, era correcto conforme a sus creencias comunes. Y si las conclusiones es cierto que en parte no se pusieron en práctica hasta sus últimas consecuencias, también es verdad que marcaron un hermoso precedente y pusieron a los pobladores del nuevo mundo bajo la tutela de la Iglesia y de la Corona Española, como contrapunto de los abusos de los conquistadores. En realidad nunca más se volvió a debatir este asunto. Jean Dumont relata el hecho en su libro "El amanecer de los derechos del hombre", y lo comienza con esta cita de Lewis Hanke:

"Fue en 1550, el mismo año en que el español había alcanzado su cénit de gloria. Probablemente nunca, ni antes de después, ordenó como entonces un poderoso emperador la suspensión de sus conquistas para que se decidieran si eran justas".

Los contendientes del debate, el propio Las casa y Ginés de Sepúlveda, uno de esos destellos luminosos a los que se refiere Menendez Pidal en su frase tan repetida de: "España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma". Por entonces el pensamiento, la ciencia y la tecnología progresaban en nuestro país más aprisa que en ningún sitio. Ya se cual es la doctrina actual al respecto, pero esa es la auténtica realidad. ya hubieran querido los indios Sioux haber contado con una protección legal equivalente en los territorios conquistados por los anglosajones. La mitad española de la isla La Hispaniola, la actual república Dominica, se convirtió con el correr de los siglos en un país mestizo, mientra que la parte francesa hubo de ser repoblada con esclavos negros tras ser exterminados sus pobladores originarios. Muchas son las razones que se nos han dado para que nos sintiéramos avergonzados por lo que hizo España cuando fue la principal potencia mundial. Casi todas ellas falsas. Para mí ver lo que se narra en La Misión es motivo de orgullo, saber que tras tanto sufrimiento infligido también hubo motivos para la esperanza, hechos elogiables sin equivalente en ningún otro lugar o momento de la Historia. En la película, 200 años después de los sucedido en Valladolid se nos ofrece un pequeño remedo de aquel debate. Es una anacronismo, por supuesto. Cabeza, el líder de la comunidad española discute con la comunidad de jesuitas ante la atenta mirada del cardenal Altamirano acerca de si los indios guaraníes tienen alma. Eso quedó establecido mucho tiempo antes como hemos dicho. es un fallo a colocar en el debe de Robert Bolt, pero conviene a la progresión dramática del relato.

Al final del mismo, ante la decisión del Papado de no proteger bajo su seno a los indios que viven en las misiones jesuitas, ante la imposición de que las abandonen porque van a cederse aquellos territorios a la Corona de Portugal, beligerante con la Iglesia Católica, Gabriel y Rodrigo vuelven a tomar los caminos divergentes. El primero se quedará con los guaraníes, que han decidido no abandonar la comunidad cristiana que ellos mismos han creado. El segundo volverá a empuñar las armas, aunque esta vez para defender el bando donde está la razón, la decencia. Recuerdo que cuando vi la película tras su estreno en la sala de un cine, cuando las explosiones de la batalla final se van convirtiendo poco a poco en la música de Ennio Morricone en sonido de timbales, había en el patio de butacas un silencio y una tensión máximas. No son tiempos éstos para la emoción. Ojalá pudiera recuperar aquellas sensaciones de antaño cuando el debate moral tenía sentido, cuando las convicciones importaban. Quizás por eso la Misión se ha visto poco a poco relegada, porque lo que nos cuentan en ella parece que ya no nos concierne, que ya no nos alude. Ojalá algún día lo que ocurra en la Tierra vuelva a ser a semejanza de lo que ocurre en el cielo, tal como nos explica la maravillosa partitura del músico italiano en uno de los temas centrales del film.



La Misión - Banda sonora - On Earth as in Heaven- Ennio Morricone

Lectura de San Pablo recitada por RodrigoSi tuviere tanta fe como para mover montañas mas no tuviere caridad, nada soy. Y si repartiere todos mis bienes, y si entregare mi cuerpo para ser abrasado, mas no tuviere caridad, ningún provecho saco. La caridad es sufrida, es benigna, la caridad no tiene celos, la caridad no se pavonea, no se infla.Cuando yo era niño hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como niño. Cuando me he hecho hombre me he despojado de las niñerías. Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad. Las tres. Mas la mayor de ellas es la caridad.






miércoles, 24 de agosto de 2011

Mi padre

Mi padre

Dentro de pocos días se cumplirán 16 años de la muerte de mi padre. Una pena y una ausencia que dentro de no mucho alcanzará la mayoría de edad. Sin embargo reconozco que no suelo pensar mucho en él. Su pérdida no es un peso que note a diario. Tal vez haya quedado en mi la huella de su impacto, pero son raros los momentos en que me recreo en el recuerdo, a pesar de que, es bien cierto, hay gente que me dice que siempre tengo su nombre entre mis palabras, los momentos compartidos con él en lo que digo. Una mañana de agosto, ni siquiera eran las siete, recibí una llamada. Era mi hermana, que me dijo poco más o menos: "Tú verás que haces, si puedes y quieres venir, pero tienes que saber que papá se está muriendo". Llevaban toda una madrugada de tensión aquí en Madrid y recibí la noticia en mi aislamiento en las montañas de Murcia como un mazazo. Unos minutos después de colgar había logrado involucrar a mi compañero de trabajo, el encargado de la radio de la base de helicópteros, para que me llevará a la estación de tren en Calasparra lo antes posible. Convencí a mi jefe en Murcia de que me dejara marchar, al otro técnico para que hiciera solo las guardias, y logré embarcar en el Talgo agarrándolo al vuelo, en marcha, como quien dice.

Llegué tarde. Verbalizar la pena es lo más duro. Mi madre cuando me vio 4 horas después, junto al portal de mi casa, donde yo acababa de llegar en un taxi, fue incapaz de traducirlo a palabras. Se lo exigí, casi con enojo. Quería oírlo, porque mientras nadie lo dijera habría un atisbo de esperanza de que aun no hubiera sucedido. Pero las lágrimas fueron lo suficientemente elocuentes y me resigné a escuchar la verdad de labios del silencio.

Alguien hoy me ha recordado a mi padre, alguien a quien sigo en Twitter apenas unos días. Cuando leí su bio me dije que el follow era ineludible. Hago cada vez menos, aunque raro es que no los devuelva. Amo lo exótico en las personas, y una persona que es de padre hindú, madre española, nacida en Londres y con residencia en Barcelona, me parece una piedra preciosa que debo engarzar en mi TL. Explicándole mi fascinación por la gente que desde mi punto de vista es exótica, y mi especial simpatía por el país de sus antepasados, le expliqué que hace mucho estuve en la India, aunque fuera por unos días tan solo. Le he hablado del impacto que me causaron aquellas mujeres de piel muy oscura, aunque de rasgos más bien caucásicos, salvo sus labios oscuros y generosos. De sus cuerpos delgados y estilizados, hombros estrechos y talles de junco. De su porte al andar, elegante y sobrio. Del colorido de sus ropas. El sari es una prenda al tiempo que atractiva, que muestra los encantos de la mujer, también enormemente digna. Vi por primera vez ombligos femeninos en la India. también piercings en la aleta de la nariz. De plata que contrastaba con el moreno de su piel. Y mientras resumía todo esto en un par o tres de tuits, he recordado a mi padre, que nos llevo a mis hermanos y a mi hasta allí.

Mi padre era lo que antaño se denominaba un caballero, un tipo de hombre que ahora solo existe como estrambote o caricatura, denostado por el progreso. Y tal vez con justicia. Es este el mes de mi padre, en el que nació y murió, y hasta se caso y tiene su onomástica. Mi padre era abogado, una profesión que vuelve a las personas útiles para los demás. Sí, se lo que se dice de ellos, pero cuando tienes un problema das gracias a Dios de tener uno a mano. Saben tramitar cualquier gestión, afrontar cualquier embrollo, tratar a todo tipo de personas, exigiendo cuando corresponde o transigiendo cuando es la mejor vía para lograr el objetivo. Y como antes he dicho, también era un caballero. El día que salió por primera vez a la calle sin traje y corbata nos reímos mucho de él. A la gomina y el afeitado antes de poner los pies en la calle no renunció nunca. En mi casa se sentía incómodo, y en la cocina perdido como un náufrago en una isla alejada y diminuta. Si necesitaba un vaso para beber agua del grifo, ya que hacerlo a morro era algo que no iba con sus modos, que estaba fuera de su ideario, o unos cubiertos para picar algo de la nevera, tenía que pedírselo a alguien porque, aunque nadie se lo crea, ignoraba donde encontrarlos. No digamos ya una sartén o un cazo para calentar la leche.

Un día madrugó más que nadie y le sorprendimos en la cocina, su tierra incógnita, tratando de convertir en rodajas pequeñas una barra de pan. Quería hacer migas extremeñas. La muerte cuando se acerca descalza las raíces de las personas, las pone a la vista, las muestra y las orea. Cuando el fin está próximo algo en nuestro interior se siente reclamado por la tierra de la que procedemos. No lo supimos entender. Le gastamos bromas, aunque nos beneficiamos de la mejora en los desayunos. Y es raro, porque el tiempo que mi padre vivió en Extremadura fue bien breve. Abrió los ojos por primera vez en Badajoz, aunque la vez que más abiertos los tuvo fue durante un largo paseo con sus dos hermanos mayores el primer día que estuvo en Madrid, siendo aun un niño. Recorrieron la ciudad de un extremo a otro, mezclándose con el rumor y el polvo de sus calles. Y según me dijo una vez ya nunca tuvo dudas. Tampoco Madrid te reclaba amor u obediencia si eres de fuera. Siquiera intenta seducirte. Sus tesoros están casi todos enterrados en el subsuelo, en la ignorancia generalizada que pesa sobre el carácter y las cualidades de esta ciudad. Así que no siempre el convencimiento llega el primer día. A veces tarda años y casi nunca lleva conflicto alguno, no te obliga a renunciar a tus raíces. Y por eso puede que al descalzarlas la proximidad de la muerte te de por intentar aprender a hacer migas, sin más, sin siquiera sospechar que añoras lo que eras.

Mi padre me enseñó casi todos los prodigios que conozco. El Pórtico de La Gloria, el Patio de los Leones en La Alhambra, los rodales de columnas de la Mezquita de Córdoba, la Sala XII del Museo del Prado, el rectángulo de hierba del Bernabeu a la luz nocturna de los focos, y sus gradas repletas y humeantes por el tabaco, como si ardieran de impaciencia en espera del inicio del encuentro. También me procuro la maravilla de conocer la India, de estar allí aunque solo fuera unos cuantos días. Mi madre no quiso venir, es una adicta a la autoexclusión. Una manía, un proceder disparatado que nadie entiende, y que me temo que he heredado de ella. Así que allí nos fuimos solos los cuatro, mi hermana, mi hermano, mi padre y yo. Los tres hermanos en edad adolescente. Yo con unos 17 que parecían 12 a los ojos de aquella gente que nos veía como algo fascinantemente exótico. Caminar por las calles de Colombo, la capital de Sri lanka, era casi literalmente parar el tráfico, más peatonal que rodado. No había hostilidad en aquellas caras, solo sorpresa y curiosidad. Los tres sabíamos Inglés por haber estudiado en un colegio en que era el único idioma permitido, pero quien se movía como pez en el agua entre aquella gente, quien sabía hacerse entender era él.

Mi padre era un excelente conversador y contador de historias. Sabía adornar los sucedidos y hacerlos pasar por aventuras intrépidas en parajes fascinantes. Aquel viaje dio mucho de sí en los años siguientes en las reuniones familiares con tíos y primos. A pesar de ser un caballero era un pícaro de manual cuando estas artes estaban permitidas por las circunstancias. Hablo de los regateos. Ir con mi padre a las tiendas de anticuarios, las de entonces, era una pura delicia. Aprendí casi todo el abecedario del disimulo en aquellas salidas en descubierta. Por ejemplo, nunca se ha de mostrar interés por lo que realmente capta tu atención entre el género que te muestran. Debe hacerse creer al anticuario que te llevas lo que quieres casi a tu pesar, como alternativa al capricho que tu bolsillo no te puede permitir. Si eres hábil deberás inducir al vendedor a que sea el mismo quien te ofrezca la pieza y trate de convencerte de su compra. Darle a entender por tus vagas instrucciones que no es lo que buscas, y tras tu desilusión, casi rechazo, dejarte convencer.

Aquel viaje dio amplia cancha a esta faceta de mi padre. En una tienda de artículos de lujo de Bangkok asistí a uno de esos momentos jocosos y de extrema lucidez regateadora que tenía mi padre. Nos posicionamos en un corrillo donde un dependiente trataba de vender a una española un anillo de Sirikit, con pequeñas piedras preciosas engarzadas en una cono del mismo metal del anillo, con la forma de la corona de la reina. La mujer estuvo un buen rato forcejeando y consiguió, no sin esfuerzo, una interesante rebajas. Se levantó de la silla satisfecha y al dejarla vacante fue ocupada por mi padre. Aquel señor entendía a medias el Castellano, de forma suficiente al menos para no poder evitar sonreir cuando mi padre le dijo con la sonrisa pícara en los labios: "Vamos a empezar a hablar a partir del precio que acabáis de pactar. Tienes que portarte bien conmigo que ya soy una persona con años". Y así fue, el regateo se inicio donde lo había dejado su predecesora. Se había aprovechado descaradamente de su esfuerzo sin perder el encanto al poner en práctica el ardid. Y era un gran regateador, así que el resultado fue brillante. Cierto que los precios iniciales eran abusivos, a veces disparatados. De camino al autobús que nos llevaba de excursión en alguna zona de Nepal, un vendedor ofrecía granates enormes a 5.000 dolares la piedra. Mi padre compró una de ellas en la escalerilla del vehículo por 5 dolares.

Pero el momento que me ha recordado mi nueva seguidora ocurrió en Ceylan, un país primo hermano de la India. Tan indistinguibles son entre sí para nosotros como lo son para ellos España e Italia. Fue un día aun más caluroso de lo que allí era habitual. Nos paramos ante el escaparate de una joyería y comprobamos que en aquel establecimiento se servía un refresco de color naranja a los clientes. Estábamos secos y solo por beber algo potable, difícil a veces por aquellos lares en aquellos tiempos, entramos en la tienda. Nos sentamos los cuatro delante de un mostrador y nos trajeron nuestros zumos. Pura delicia. Alguno lo bebió con los ojos cerrados y olvidándose de sí y del mundo. Bueno, yo al menos. "¿Y ahora como nos vamos? Sería una grosería". "Como compres algo más sabes que mamá se va a cabrear". "Estamos un rato negociando y nos vamos. Lo mismo nos invitan a otra ronda". Mi padre pidió que le enseñaran zafiros. Esa parecía ser la especialidad de la casa. Era sorprendente lo bien que se hacía entender con señas, miradas, aspavientos y las cuatro palabras en Inglés que le facilitábamos. Empezó el regateo, del que mi padre no quería salir vencedor. Aquello tomaba mal cariz, el vendedor no hacía más que ceder. "Dadme ideas. ¿Qué hago? Este tío va acabar vendiéndome alguna piedra". Pidió algo ofendido que le sacaran mejor género, porque aquel era mediocre. Y así lo hizo el joyero. Fue cuando más acorralado se vió cuando su mente de pícaro encontró la puerta de salida. Pidió una de esas lupas para un solo ojo que usan los joyeros y tallistas para mirar los detalles de las piedras preciosas. Estuvo un rato observando detenidamente los zafiros, no sin antes preguntarnos "¿Como se usa esto, tú?". Y en un momento dado nos dio la siguiente instrucción: "Cuando yo me levante quiero que lo hagáis todos y con cara de cabreo. Al que se ría lo mato". Y en eso que espetó: "¿Pero que tomadura de pelo es esta? Estas piedras tienes fallas, y maclas. Me estás intentando vender piedras defectuosas". Dicho lo cual los cuatro nos levantamos, nos dirigimos a la puerta de la joyería con el ceño fruncido, con el dependiente detrás pidiendo disculpas por su torpeza. Parecíamos el pato Donald y sus tres sobrinitos tras discutir con el Tío Gilito. Una vez fuera suspiramos por no haber podido hacer una compra tan fabulosa y ventajosa.

Hoy me he acordado de mi padre después de mucho tiempo, de esa anécdota en concreto que guardo en mi memoria como oro en paño, de lo que me reí con él y de él a lo largo de su vida, tan proclive a bromear a pesar de su seriedad como capaz de aguantar las burlas. De lo que le hice reir yo también. De las veces que le disguste. También de lo mucho que le decepcioné. Tal vez algún día pueda volver a verle y rememorar con él  las veces que le acompañaba a las tiendas de los anticuarios. Me cuesta recordar momentos en que me haya divertido más en mi vida que en aquellas rapiñas por el Madrid viejo en busca de jarras de reflejos y alguna ganga inadvertida por su dueño.

Contestación al comentario de Diosa Maracaná (3 de Noviembre de 2012)

Tal vez se conozcan. Imagínalo por un momento. En donde sea que recalen las almas que ya no están cerca de nosotros tal vez todos se conozcan a todos. O tal vez, en ausencia del factor tiempo, sin diferencias entre el ahora, el antes y el después, ambos sepan que íbamos a coincidir en otro lugar donde las personas no tienen sustancia y siempre es madrugada. Gracias por ser partidaria de las emociones. Eso sin duda lo has heredado de tu beta americana. Aquí en España o se es frío o se trata de aparentarlo. Para mi lo que no retumba dentro de nosotros no tiene importancia. Gracias por emocionarte y por tener el coraje de decírmelo. Escribo desde el silencio y para el silencio, pero amo el eco por encima de todas las cosas.

Contestación al comentario de Diosa Maracaná (4 de Noviembre de 2012)

Ay. Haces ese tipo de preguntas sobre cuyas respuestas hace tiempo que no indago. Y no por otra cosa sino porque intuyo, más aun, estoy seguro de que si he de saberlas algún día será precisamente tras la muerte, nunca antes. No se puede entender un todo cuando se forma parte de ese todo y carecemos de un punto de vista privilegiado. Además, nada suena más infantil que una persona hablando de lo que sospecha acerca de las grandes preguntas. Te hace parecer un niño, te retrotrae a ese periodo en que todo es aprendizaje y aun no sabes siquiera lo más elemental, a distinguir formas y colores. Porque ¿qué hay más básico que saber donde estás y cual es el motivo de que estés ahí? Sin embargo, te diré algunas cosas que no considero del todo descabelladas, o que te servirán para que me sonrías con dulzura como si estuvieras en presencia de un ingenuo párvulo.

Yo creo que el Universo en un algo que evoluciona, que lo lleva haciendo desde que fue creado o surgió de forma espontánea desde la nada, según dice la teoría del Big Bang. En esa evolución se vuelve cada vez más complejo. Es un proceso que me resisto a creer que ocurra de forma ciega y sin un propósito. Creo que en el fin de los tiempos el Universo tendrá conciencia de sí mismo y capacidad para decidir su destino. Según las teorías actuales el Universo fenecerá de dos posibles maneras: O congelado en una incontrolada expansión sin fin. O abrasado en un Big Crunch que sería simétrico, pero su reverso, del primer instante del tiempo. Solo una improbable carambola procuraría un Universo estable e inmortal, expandiéndose a velocidad constante, o tal vez detenido y en equilibrio, como una bailarina sobre las puntas de sus zapatillas de ballet sobre el escenario de un teatro. Creo que somos porciones infinitesimales de ese todo que tienen el don de la consciencia, pero una nula posibilidad de influir sobre el resto del todo y una visión tan pobre del mundo que les hace sentirse ciegos a la mayor parte de lo que sucede. Somos como ensayos previos de una consciencia común. Sus primeras gotas. Quien muere vuelve al todo y tal vez de alguna forma conserve ecos de lo que fue cuando estuvo separado del resto. Quizás la agonía ocurra en vida por la añoranza del abrazo total del Cosmos cuando éramos indistinguibles y solo éramos una posibilidad de la materia. Tal vez amamos porque buscamos fundirnos de nuevo con lo que nos rodea, porque nuestro pensamiento nos abruma por demasiado pequeño, demasiado único, demasiado torpe. Y la amargura llegue porque esa fusión cuando se logra nunca es perfecta, como cuando formábamos parte del río indivisible de la vida. Dos consciencias separadas jamas dejarán de serlo del todo.

Posiblemente tu madre y mi padre nos hablen. Porque el Universo es claro que nos dice cosas. Formamos parte de su sueño previo a ese despertar que será el principio de algo diferente. Hubo un tiempo en que mi padre me dejaba monedas tiradas en la calle para hacerme saber que estaba conmigo en los momentos en que me cuestionaba cosas importantes de mi vida. Un puñado de monedas sobre una acera me hizo saber que estaba de acuerdo con haber elegido a cierta persona. Pero eso es una locura, lo sabemos todos. Y si no lo fuera, tal vez equivoqué el contenido de su mensaje. Tú lo sabes: Por encima o por debajo de la lógica a veces sabemos cosas de forma intuitiva. Cosas que no podríamos averiguar salvo que nos fueran susurradas al oído. Premoniciones, certezas irracionales, comunicación no verbal con quienes amamos, empatías. No todo puede ser explicado desde nuestra unicidad o desde la suma de todas nuestras unicidades. Hay destellos constantes del todo que nos dan luz en zonas que antes estaban en sombra. Tú madre y mi padre podrían ser lo mismo. O no ser nada. Y aun así su recuerdo sería un eco suficiente para romper el silencio de su inexistencia. El Universo recuerda. No solo eso, tiene obsesión por construir su memoria. Todo lo que ocurre deja huella. Un rastro que parece difuminarse pero que, por esa misma razón, impele al Cosmos a seguir construyendo materia. Fósiles, ADN, las trazas de elementos distintos al Hidrógeno en el gas incandescente de una estrella. Las estrellas ya no son puras y tienen betas de impureza porque hubo generaciones anteriores que nacieron y murieron para que el Universo evolucionase. El hierro de nuestra sangre solo puede fabricarse durante el proceso de supernova. El Universo quiere recordar, igual que nosotros, que buscamos fósiles y secuenciamos genomas para reconstruir el pasado, como si él también intuye su muerte y tratase de saltar ese foso conservando su identidad al otro lado del abismo.

Si mi padre estuviese en alguna parte me lo imagino escribiendo, con su caligrafía lenta y perfecta, con letras llenas de volutas y ligeramente inclinadas hacia el sentido de avance de la mano. Me lo imagino escribiendo poemas a escondidas. Tal vez sonetos. Como los que yo escribiera en su día sin saber de los suyos, cuando aun creía que las plegarias eran atendidas. Versos con rima, que obligan a buscar alternativas a la primera idea, a reconstruir el sentido del poema cuando se llega a un callejón sin salida, a volver constantemente atrás al descubrir nuevas posibilidades, a abarcar el máximo ancho en la intención del mensaje en definitiva. Mi padre escribía versos. Fue un shock descubrir el primero olvidado en un cajón de su escritorio, escrito en una cuartilla cuadriculada y con la tinta azul cielo de su pluma estilográfica. Apuesto a que era lo que más le gustaba, lo que ponía orden en su cabeza, lo que la vaciaba de angustias y perplejidades. Lo que le devolvía al abrazo con todo. Porque cuando se escribe no se crea, se redescubre aquello que siempre estuvo allí en la consciencia del universo.

Sobre las emociones. Mostrarlas es como enseñar tus cartas en una mano de póker. Supongo que se trata de eso. Mostrar lo que sientes te vuelve vulnerable, muestra tus puntos débiles. Ocultarlos te permite acechar a tus oponentes desde la espesura al borde del camino. Hay otra forma de jugar el juego: ser sincero, pero esta estrategia, aunque pueda desconcertar a quien se te enfrente, a la larga te hará perder todo tu patrimonio disponible para realizar apuestas. Hay un viejo adagio que dice que en un amor pierde aquel que dice primero te quiero. Pero posiblemente solo sea cuestión de carácter. A nada teme más el español que a hacer el ridículo, por muy seguro o extrovertido que parezca. Y no hay ridículo más grande que un sentimiento no compartido por aquellos que te rodean o por aquella persona que es su fuente y su sumidero.

martes, 23 de agosto de 2011

Cine y TV (37) / Sospechosos habituales - The Usual Suspects - Bryan Singer - 1995

The Usual Suspects - Main Theme - John Ottman

Sospechosos habituales - The Usual Suspects - Bryan Singer - 1995

Empecemos por el final, que reconozco que es lo que más me preocupa y no me acaba de encajar. Y es una lástima, porque la la película es una obra de precisión donde todas las piezas encajan en su lugar, casi se diría que una maqueta a escala, y un elemento suelto es un quebradero de cabeza a poco que uno sea una pizquina obsesivo-compulsivo en lo que respecta a argumentos. Digamos que toda la narración es un cuento. Más bien una mentira. No llega a la categoría de estafa porque contraviene una de las reglas que establecía Henry «Shaw» Gondorff (Paul Newman) en la genial película "El Golpe": El estafado no debe ser consciente nunca de que ha sido víctima de un engaño, por la sencilla razón de que podría tomar represalias. Y, claro, los engaños que más satisfacciones dan a los tahures, los que más elevan su autoestima profesional, son los que realizan a hombre poderosos, que son además generalmente los que poseen cosas que pueden codiciarse. Cosas que pueden tasarse y convertirse fácilmente en dinero. Hombres temibles cuyas represalias se han de evitar, en el momento de efectuarse la estafa y en el futuro.

Keyser Söze lo que codicia es recuperar su anonimato, su aura de personaje mítico, irreal. La mayoría considera su existencia un mero rumor inventado, una fábula para embaucar a incautos. Pocos son los que le conocen en persona, quienes podrían identificarlo, confirmar que lo que dicen que hizo, que lo que dicen que es capaz de hacer, su osadía y crueldad legendarias, no son exageraciones interesadas. Keyser Söze codicia volver a la niebla, adentrarse en la duda de quienes habitan su mundo: delincuentes y policias. Alguien amenaza su deseo, alguien fuera de su alcance al estar protegido por antiguos enemigos. Alguien que está dispuesto a señalarlo, a disipar la niebla o mostrarlo a plena luz del día, confirmando su existencia, sus delitos y delatando su identidad, señalarlo con el dedo. Por eso urde un plan, astuto y alambicado, digno del Diablo, como así mismo se considera: "El mayor logro del Diablo es hacernos creer que no existe". Lo dice en un diálogo como si fuera un fugitivo del Maligno, alguien cobarde e insignificante que lo teme y lo esquiva, cuando en realidad es el mismísimo Lucifer en persona.

Un rumor respecto a un robo, que seguramente su propia gente ha propalado, ya hemos dicho que los rumores son su especialidad, los que sustancian y desmienten su propia existencia, consigue que la policía realice una redada y reúna en los calabozos de una comisaría de Nueva York a cuatro delincuentes muy peligrosos, uno de ellos ex-agente de la Ley y supuestamente reformado, además de un quinto personaje, aparentemente marginal, pero que se apodera de la película, aunque se trate de una obra coral y sin una actuación que desentone. Todo el relato es simplemente la confesión de este personaje, del tullido de Nueva York, como le nombran en repetidas ocasiones, de las fechorías cometidas por la banda formada por esas 5 personas que la policía ha juntado contra su voluntad, pero que envueltos en una misma situación de amenaza, las acusaciones e insinuaciones que han de escuchar en las dependencias de la Policía, ha logrado forjar una alianza entre ellos. Cuando el tullido Roger Kint, apodado con gran acierto como «Verbal», acabe su relato, del que básicamente se nutre la película para alcanzar su metraje definitivo, saldrá de la comisaría haciendo creer al policía que le ha interrogado, un tipo duro como el acero y que se las sabe todas, que si alguna vez existió alguien llamado Kaiser Xosé ahora está muerto sin ningún atisbo de dudas. Y lo logrará de la forma más convincente, haciendo creer al agente Dave Kujan (Chazz Palmintieri) que ha sido el quien ha llegado a esa conclusión, a pesar de la oposición del hombre al que interroga, que no lo quiere creer. Quien haya practicado el engaño alguna vez a alguien a quien teme sabe que no se le ha de convencer, que lo que debe hacerse es tratar de disuadirlo de la que la mentira con la que quieres traficar la ha comprado por propia voluntad aunque tu no querías vendérsela.

Todo ha salido perfecto. Verbal sale de la comisaría liberado de todo cargo y con la posibilidad de volver a adentrarse en la niebla en su identidad como Kaiser Xosé. Sin embargo, un chispazo de luz permite a Kujan descubrir que todo lo que le han contado es mentira. Todos los nombres, lugares, situaciones que Verbal ha ido desgranando en su interminable relato los ha improvisado leyendo en los tablones de notas, recortes de periódicos, fichas y documentos esparcidos por las mesas y paredes del despacho donde ha sido interrogado. Verbal es un narrador, no es una hazaña complicada para él. Entonces surge la duda. Kujan le conoce ahora, sabe quien es y puede identificarlo. La estafa no ha sido completa porque el estafado sabe que ha sido engañado. Es un importante cabo suelto. Me digo para tranquilizarme: "La historia es un continuo corte se cabos sueltos. Uno más no será excesivo problema para solventarlo". Kujan tendría por tanto los días contados. Pero es que Verbal ha participado en una rueda de reconocimiento, ha sido fichado. Se supone que se le ha fotografiado y tomado las huellas dactilares. Así que, ¿para qué ha servido todo?

Pues para que nos entretengamos por espacio de 105 minutos con una obra cinematográfica que tiene mucho de obra teatral, porque lo primordial es el trabajo de los actores, porque se desarrolla sobre todo en ámbitos cerrados durante escenas largas. Salvo en el tiroteo final, hay escasez de exteriores. Casi toda la trama se desarrolla entre cuatro paredes, con los personajes rozándose entre sí, en sentido literal y figurado. Hay dos categorías claramente diferenciadas: delincuentes y agentes de la Ley, algún lobo con piel de cordero, como el abogado Kobayashi (Pete Postlethwaite) y algún elemento a medio camino entre ambas categorías, como Dean Keaton (Gabriel Byrne), ex-policia, caído en desgracia, del que reniegan los suyos y que encuentra cierta camaradería en sus antiguos contrarios. La división en realidad viene impuesta más por la Ley, por quienes la imparten y hace que se cumpla, que por la justicia, porque los métodos abusivos y la corrupción policial, incluso a gran escala, están a la orden del día en la historia que nos cuentan. Kujan no es ni por asomo un personaje positivo. Trata de arrancar información a Verbal haciendo uso de todos los modos que no están en los manuales de buena conducta: el cambalache, el amedrentamiento, la amenaza, la intimidación física a quien se supone que es un tullido y carece de fuerza de carácter.

Todos son personajes moldeados con maza y cincel, porque el material del que están hechos es pura roca. Cuando Todd Hockney (Kevin Pollak) es arrestado al principio de la película, al ver la gran cantidad de policías que han venido a prenderle comenta en tomo irónico y despectivo: "¿Habéis venido suficientes?". Cuando la puerta de la casa de Michael McManus (Stephen Baldwin) cae derribada y los policías irrumpen en su casa, sorprendiéndolo a oscuras, tumbado sobre su colchón, se diría que su primera reacción es tratar de seguir durmiendo, como si no le importase lo que vienen a hacer a su casa. Reacciones y frases de este tipo son frecuentes en la película. Se trata de gente con la que no conviene tener problemas, tanto delincuentes como policías. En realidad son gente con la que no conviene tener tratos de ningún tipo, que habría que evitar incluso cruzársela por la calle. Hay un agente del FBI al que vemos en una secuencia tratar de arrancar información a un paciente de hospital, que agoniza por culpa de las quemaduras graves que ha sufrido. Y mientras habla por teléfono, no sabemos con quien, tratando de transmitir la información que ha sonsacado al balbuciente enfermo, le espeta de forma grosera que se calle porque apenas puede oir a quien con él habla a causa de sus gritos de dolor. No, la línea que separa el bien y el mal no es la misma que separa policías de delincuentes. Ésta última es una mera figura geométrica sin más valor que el de otorgar poder a unos sobre otros. No en balde el primer atraco que perpetra el grupo de sospechosos habituales es contra la propia Policía, a un servicio de "taxis" para traficantes, protección armada con coches patrulla, organizado por agentes de la NYPD. Y eligen ese objetivo por la importancia del botín, ya que se trata de esmeraldas que serán utilizadas para comprar droga, y para vengarse de quienes tienen potestad para sacarlos de la cama en plena madrugada por simple capricho, para cubrir el expediente ante un caso en el que no tienen pistas y para desfogar su frustración torturando a un grupo de pobres diablos.

La escena de la rueda de reconocimiento es realmente fantástica. Cuando a Fred Fenster le toca adelantarse para que sea visto por el testigo al otro lado del espejo tintado, y para leer un breve texto, su interpretación alocada provocará las risas del resto de sospechosos. La risa es un extraño elemento de unión en todos ellos. En un enfrentamiento personal que tiene lugar tras el atraco al coche patrulla, mientras deciden que hacer con el botín, el cruce de palabras entre Fred Fenster y Todd Hockney, encarados el uno al otro, con las caras muy juntas, parece tomar mal cariz. El segundo, que es mucho más bajo y tiene que estirarse para que su mirada quede en una posición no demasiado desventajosa, sin amedrentarse comenta: "¿Quieres bailar?", a lo que todos responden con risas que acaban siendo carcajadas. Cierta camaradería se irá formando entre todos ellos a medida que avanza la película. Trato deferencial entre colegas que no vemos que suceda entre los propios policías y entre éstos y los agentes del FBI. Es difícil que nuestras simpatías no acaben en el bando de los sospechosos habituales.

En este grupo de personajes se inserta Verbal, cuya interpretación le valió el Oscar como actor secundario a Kevin Spacey. Su actuación no solo es difícil al tener que ofrecer otra calidad de personaje distinta a la del resto, con una forma de expresarse y unas entonaciones a veces afectadas. También lo es porque ha de interpretar a un tullido, a alguien que camina con dificulta y tiene problemas en el manejo de su mano izquierda, con todas las secuelas psicológicas que ello previsiblemente supone. Spacey confiere a su personaje una vulnerabilidad y fragilidad totalmente creíbles. En otras películas le hemos visto crecerse físicamente, pero en esta el actor se encoge aun más en su corta estatura y parece empequeñecerse ante los demás. Es el Diablo disfrazado de víctima propiciatoria. El plano final en el que le vemos caminar por la calle, en el que la cámara se centra en el caminar de sus pies, y como estos pasan de avanzar de forma dubitativa, arrastrando el izquierdo de forma notoria, a un proceder seguro, con pasos elásticos y firmes, casi seductores, es uno de los más logrados del film.

He disfrutado mucho viendo la película, en especial de la interpretación y los diálogos. Si tuviera que centrarme en algún personaje lo haría en el de Gabriel Byrne, que es el único que tiene dilemas, que trata de escaparse a la maldad que los envuelve a todos ellos. Tiene más luces y sobras, más matices que el resto. Le vemos pensar y casi osimos sus pensamientos, cargados de remordimientos, anhelos de una vida distinta y dudas. También querría destacar el personaje de Chazz palmintieri, un doberman que protege de los lobos al rebaño de corderos que somos todos nosotros. No quiero mentir, algunos de los golpes de timón del guión me parecen previsibles, como en casi todas las películas de intriga, pero no es ahí donde radica para mi el interés de la película. Prefiero el modo en que me cuentan la historia a la narración en sí, que ya he dicho que tiene para mi puntos oscuros sobre los que no se si arrojarán luz nuevos visionados del film.

Christopher McQuarrie es el guionista del film. Quizás sea este su mejor trabajo. Especializado últimamente en películas de acción, tiene dos a punto de ser estrenados, una en fase de post-producción (Lobezno 2) y la otra en pre-producción (Misión Imposible 4). No me sorprende descubrir en su curriculum ser autor de algunos guiones para la serie Hill Street Blues, lo que le debió servir sin duda para aprender a situar sus tramas en comisarías de policía. De todo se aprende y no se debe desdeñar ninguna lección personal o laboral que recibamos de la vida, porque puede sernos útil en el futuro.

Al igual que para McQuarrie, esta película es el primer trabajo para el cine del director Bryan Singer, que parece haberse encasillado en la misma área de entretenimiento que el guinista, ya que ha firmado las dos primeras entregas de X-Men y el último Superman. En su curriculum destaca sobre manera, al menos para mi, el haber dirigido varios episodios de House, una de las mejores series de TV en activo, y quizás de todos los tiempos. también es responsable de algunos pasajes del ramake de King Kong. Fue el elegido para sustituir a Peter Jackson cuando el director Neozelandés acabó agotado. Sabemos por tanto que sabe desenvolverse en escenarios amplios y en secuencias de acción pura.

Indicar finalmente que John Ottman firma tanto la partitura como el montaje de la película. Este dato llevó a alguien, a quien leí en alguna página de internet, a realizar este inteligente comentario que reproduzco en su totalidad: "[este dato] convierte a este film en uno de los mejores ejemplos de simbiosis entre la música y el ritmo visual". Y es cierto, el montaje es excelente, orquestado, casi sinfónico. El de la secuencia final, por ejemplo, en la que nos explican como Kujan cae en la cuenta de que ha sido engañado, al tiempo que vemos a Verbal/Keyser Söze alejandose ufano de la comisaría, es un verdadero prodigio. El Diablo abre y cierra el telón, y mientras está entre nosotros nos narra la historia. Y cuando la termina hemos averiguado que además de simpático es un excelente contador de historias.



viernes, 19 de agosto de 2011

Rescates de Twitter (7) - Cuento a los peques madridistas

Cuento a los peques madridistas

1.- Quisiera dedicar unos tuits a los madridistas más peques, que se que alguno estará confuso y sin saber que pensar de todo lo que ha sucedido.

2.- Alguno pensará: Mi mamá, que es culé, me ha dicho que Mou es una persona mala, que nunca se deben meter los dedos en los ojos de los demás.

3.- Que si papá Florentino le hubiera educado bien jamás haría esas cosas. No es cierto que lo educará el tito Floren, más bien un Tito Pito.

4.- Pero vuestra madre tiene razón. Siempre la tiene. No debéis meter los dedos en los ojos de vuestros compañeritos, aunque hayáis discutido.

5.- Pero quiero contaros una historia que pensaréis que me la he inventado leyendo los periódicos de estos últimos días. Sin embargo, es real.

6.- Érase que se era un programa de PuntoPelota en el que llevaron a Hugo Sánchez a hacerle una entrevista, un ex-jugador madridista. El mejor 9.

7.- La chica que se parece al camello de Ali Babá le preguntó si quería pedir perdón a los aficionados culés por un feo gesto que hizo una vez.

8.- Sí, amiguitos, vuestro compañerito Hugo se había sopesado los cataplines mirando a la grada del Nou Camp, alzado de puntillas en gesto torero.

9.- Vuestra mamá os lo prohibirá también, con sensatez. No se deben hacer esas cosas tan feas delante de los demás. Menos si hay chicas.

10.- Hugo no quiso retractarse y durante días en el programa se le criticó de forma dura. Manchaba la imagen del Madrid, club grande y señorial.

11.- Lo repetían mucho las chicas cules de PP, las tres, que les había dolido por que aquello había dañado la imagen del Madrid hasta casi romperla.

12.- Mis amigos culés del foro en el que participa me contaron que lo vieron en directo y había sido un ultraje, que las campanas tocaron a duelo.

13.- Los papás culés dicen a sus hijos: si sois malos vendrá el Ogro Hugo y se tocará los huevos delante vuestro, como un cura canadiense.

14.- Estaba confundido como vosotros. El señorío, el noble y bélico adalid que de repente es un cochinillo en el Nou Camp. Lo que nunca se vió.

15.- Pero pocos días después me enteré de lo que había pasado. Fue en una final de la supercopa. Partido de vuelta que ganó el Madrid.

16.- Tocaba recibir el trofeo. Pero el público dijo que no y comenzó a arrojar objetos al terreno de juego, peligrando la vida de los madridistas.

17.- Preguntad a mamá si eso se debe hacer. Bueno, mejor no, que lo mismo se tuerce vuestra educación. Hacedme caso y no cotejeis: está mal hecho.

18.- El caso es que los madridistas no podían acceder al vestuario porque en la escalera de acceso junto a la banda llovían objetos contundentes.

19.- La lluvia no escampaba. Y harto de esperar a que los culés recuperaran el seny que les caracteriza, Hugo se tocó los huevos en gesto torero.

20.- ¿Y que más pasó? Pues que Hugo fue el malo de la película, que el Nou Camp y los jugadores culés camparon por sus respetos, sin cortapisas.

21.- Nadie del estamento culé acompañó a los madridistas asediados en el césped. Los periodistas se ensañaron de lo lindo. ¿Os suena todo esto?

22.- La moraleja es que ellos hacen lo que les da la gana, ordenan y mandan como si fueran la mamá de la FEF. Y luego las culpas al Madrid.

23.- Gracías por escucharme. Quizás mañana os cuente la historia de como descalabraron dos veces en el Nou Campo al duendecillo veloz llamado RC.

24.- O la historia del día en que se raptaron los córners, con banderín y todo. No es dejéis engañar. Obedeced a mamá, pero no al escuchéis.

lunes, 15 de agosto de 2011

Cine y TV (36) / Contestación a los comentarios de @ainhop y @GirlFLebanon sobre Los amantes del Círculo Polar

Contestación a los comentarios de @ainhop y @GirlFLebanon sobre Los amantes del Círculo Polar

@GirlFLebanon


Ya te lo dije con Gattaca, soy incapaz de desmenuzar así las películas...solo me rijo a la hora de decir si me encantan o no, por las veces que me emociono durante la película, y el sabor de boca que me deja al final...y esta, de largo, es una de las que mas lo consiguen...pero no se porqué...realmente, con los datos que aportas, se ven la cantidad de incongruencias que tiene, pero es igual...de todas formas Medem, visualmente, consigue tenerme alerta toda la película, y eso me gusta...como me pasó con Caotica Ana...te pondría ahora de tarea que la vieras (pero no te lo tomes al pie de la letra, que te veo :P)...me encantaría que hicieras una crítica de esa película, creo que tiene el peor final de la historia...la vi en el cine,me estaba encantando...hasta el final...no la he querido volver a ver...para no volverme a cabrear :))


Solo tengo clara una cosa ahora mismo...que tengo ganas de volver a ver a Otto y a Anna...caerá en breve...


Bss!!! y gracias por la crítica...aunque haya sido negativa ;)

La crítica no es negativa del todo. Quizás no es entusiasta, entregada, como en anteriores películas que fueron decisiones personales, manías propias. Me gusta mucho la propuesta lírica. En algún sitio por ahí he leído que la historia pertenece al ámbito del realismo mágico. No se si por los trucos de guión, pero argumentalmente ni por asomo. Gracias a Dios. También he leído que se enmarca dentro del romanticismo, en sentido estricto. Quizás esto sea más ajustado, aunque no me llene tampoco como propuesta. Porque si es verdad que hay una necesidad de drama, de tragedia, de desencuentro en los amantes en su edad adulta, sobre todo en él. Y hasta diría que tal vez se insinué que no son reales ninguno desde el punto de vista del otro, como ocurría con los héroes románticos, que se enamoraban de sombras y fantasmas. Según esta teoría, cada uno se inventa a su amante, lo hace surgir de su imaginación. Tal vez solo sean hermanastros que se gustan desde niños, y lo que nos cuentan sean sus fantasías.

Me gusta mucho la primera etapa, la de la infancia. La niña me parece extraordinaria y el niño, aunque se le nota a veces que actúa, es sin embargo muy natural, nada impostado, incluso en los recitados. En buena medida la segunda, la de adolescencia, también me gusta. Entra el liza el tema del sexo, y creo que está tratado con mesura y al mismo tiempo con ardor, sin tapujos. Me gusta esa escena en que él se recuesta en la cama, junto al ella, y al levantar la sábana ve que está desnuda y pone cara de asombro, como si aquello fuera un artefacto de manejo desconocido. Puedo entender el juego de ocultación mientras viven bajo la tutela de sus padres, para no tener que dar explicaciones, para no arriesgarse a que se separen. Pero en la edad adulta se pierde toda la magia. No me gustan los actores, sobre todo él. Ella tiene sus momentos, su encanto, y su personaje es más creíble. Pero el de él no lo entiendo. Quiere estar lejos durante años, pero un día decide lanzarse en paracaídas sobre su casa, que no sabemos como averigua cual es ni donde está. De repente odia a su padre porque le cree culpable del sufrimiento de su madre, pero se reconcilia con él no sabemos como, sin ningún entusiasmo por otro lado. Lo va a visitar como quien visita a un familiar con Alzeimer. Ahí puede estar una de las claves: Otto pierde progresivamente el empuje. Anna nunca. Ella se tira a la hoguera del amor para arder en ella sin miedos, y perdona la frase de folletín. Él en cambio va hacia el amor como un buey al matadero, arrastrando los pies y con cara de aburrimiento. Y ese escenario, ese momento de noche ártica, desperdiciado miserablemente con narraciones de carambolas de abuelos. La película es mucho ruido y pocas nueces. Solo tienen fruto las pequeñas. Las demás están hueras. Y, por supuesto, ese final, que de tan abierto lo es por partida doble. En los ojos de ella, desde su perspectiva, se unen, suponemos que para siempre. Y desde los de él ella muere de forma absurda, con elemento fetiche incluiso, como en las películas de Carlos Saura. En este caso un autobús de la EMT. Lo mismo las patas de gallina habría tenido más misterio.

Tanto "Caótica Ana" como "Una habitación en Roma" están en cartera, pero habrá que tener paciencia. Analizar me cuesta esfuerzo, aunque quizá no lo parezca. Pero para dos personas que rengo que participan desagradecido sería, además de torpe, si no os mimase un poco. Y no insistas en si sabes o no sabes. Solo el saber que me has leído me llena. Si además te ha gustado y quieres aportar algo, pues chocapic.

@Ainhop


Estoy más de acuerdo con tu entrada que con el comentario que hace @GirlFromLebanon (hoola!).


Porque me resultó un coñazo de película, en ningún momento pude conectar ni con la historia ni con los personajes (principalmente porque aborrezco a ambos actores. qué le vamos a hacer, así de visceral soy a veces) y ni me pareció bonito, ni romántico y me tragué esa idea de 'destino' y que todo esté predestinado que nos vende un tío al que, definitivamente, no entiendo cuando hace cine.


La historia me pareció una rayada monumental, y si no la quité a mitad de paranoia fue porque no la vi sola. De la persona que me acompañaba guardo un excelente recuerdo así que no, no tuvo que ver con él que no me guste nada la película.


Lo que no recordaba era que me había levantado tanta animadversión, y ahora repasando la 'historia' me he vuelto a dar cuenta.


Por cierto, ya sé que comentas las pelis que quieres y tú ves, pero estaría bien que nos dejaras proponerte algunas para poder leer tus impresiones. La mayoría de los días pienso en una y me descubro diciendo "se lo tengo que decir, para que nos la analice". Una idea ;)

Empiezo por el final. Esta en concreto la vi por sugerencia de otras personas, una de ellas @GirlFLebanon. Sospechosos habituales será la siguiente. Y se aceptarán propuestas de quienes se impliquen. Que menos. Lo que si voy a ir es despacio, porque hay otros "proyectos", llamémoslos así, que no quiero abandonar. Le tengo muchísimo cariño a la serie "El subsuelo de Madrid", que se que nadie lee. Y lo entiendo. Pero me da igual hasta cierro punto, y es el que más esfuerzo y tiempo requiere.

Me viene bien, por así decir, porque empezaba a sospechar que esta era una de esas clásicas películas para chicas, cuyos encantos en parte se escapan para los hombres. Igual que a muchas mujeres les atraen las películas o series en las que se ridiculiza a los hombres (Sexo en NY), y hasta se les castiga con sadismo (Mujeres Desesperadas), a veces el lirismo exacerbado os subyuga. Vale, también he notado que os suelen gustar las de miedo, con casquería incluida. Son generalizaciones, pero que funcionan en parte bastante bien. A mi el lirismo o, si prefieres, lo cursi, no me molesta en absoluto. Me encantan las películas romanticonas, rayando la ñoñería y vestidas de felpa, como los peluches. Yo también deseo encontrar en mi vida el amor total. Eso me dice el corazón, aunque la cabeza tenga opiniones sombrías sobre el porcentaje de probabilidades. Y como es tan difícil, me jode que me describan una pareja perfecta para que la historia desemboque en final negativo. Ni que decir tiene que Hamlet, en su hilo argumental amoroso, y Romeo y Julieta toda ella, son obras que me cabrean hasta niveles intolerables. Las odio las dos. Si propones el amor en mayúsculas como tema, y presentas a dos ganadores natos, lleva la idea hasta el final, aunque la victoria se venda cara. Aquí pasa un poco eso. Además, el amor va perdiendo gas, como la Coca-cola, y al final no hay quien se lo beba. tampoco me gusta mucho, y acabo de caer en la cuenta, la escena en que él atenta contra su propia vida y la de ella. Eso no es amar, desde luego. Y si se marcha porque le da miedo su propia reacción, que la expliquen mejor. El caso es que acaba de perrito piloto y la casualidad, como en una feria, le pone al alcance de las manos de ella, pero lo malogra todo con su torpeza. O lo que sea. Yo creo que más bien desdén. A quien quería en el fondo es a su madre. A esta pobre chica se la tira todas las noches hasta que se hace un machote y se puede procurar las mujeres fuera de casa.

domingo, 14 de agosto de 2011

El fútbol y sus aledaños (26) - ¿Arde El País? (2)

Poder absoluto
Diego Torres
Madrid - 25/04/2011

José Mourinho recorrió el pasillo del avión de regreso a Madrid hinchando el pecho, con una media sonrisa ladeada de satisfacción. El pasado jueves, de madrugada, el técnico del Madrid acababa de dirigir al equipo hacia la conquista de la Copa, el primer título del club en tres años. En el aeropuerto de Valencia, los jugadores le observaron mientras reafirmaba a grandes voces su proclama.


-¡Esto es fútbol!, decía. ¡Esto es fútbol!


Los ayudantes del técnico iban resumiendo entre los miembros de la expedición la idea que había concebido su líder.


-El Barça es, en buena medida, un invento de la prensa. A la hora de competir, no es un equipo realmente solvente.


Mourinho llevaba una semana bombardeando a la plantilla con eslóganes dirigidos a convencerles de que la posesión del balón no era necesaria. Que evitar la elaboración en el mediocampo era esencial para superar la primera línea de presión azulgrana.


-¡Den un pelotazo!, repetía.


Para Mourinho, ese pase largo al punta, más o menos apresurado, era la solución final. El instrumento definitivo para desnudar las carencias del adversario y terminar con su hegemonía. Así, antes de la final de Mestalla, a lo largo de sus numerosas charlas tácticas colectivas e individuales, repitió el vocablo con ese tono místico que emplea en las alocuciones: "¡Pelotazo!".


Mourinho sabía que estaba trasladando un mensaje contracultural. Sabía que su plan de acción encontraría resistencias entre gran parte de sus futbolistas, gente orgullosa, educada en campeonatos en los que predomina la vieja creencia de que los grandes jugadores deben aspirar a tomar la iniciativa mediante el uso de la pelota porque la posesión es la clave del éxito. Por eso, tras levantar la Copa, se esforzó por recordar a todos que él tenía razón. Que hay otras maneras de jugar. Y que quien se limite a despejar balones merece ser considerado un honorable jugador de fútbol.


Los jugadores insisten en que, tácticamente, Mourinho no les enseñó nada nuevo. Ni es un sacchi ni es un guardiola, apuntan, porque para hacer funcionar a un equipo con la pelota hace falta tiempo y él promete resultados inmediatos. Aseguran que es extremadamente detallista en la confección del esquema defensivo, pero que, una vez recuperado el balón, sus consignas resultan limitadas contra equipos que se cierran atrás. Si por algo valoran los futbolistas al entrenador portugués es, primero, por su método avanzado de preparación física, siempre con el balón, con adaptaciones a las circunstancias naturales del juego. Segundo, por su intuición para detectar los puntos flacos del adversario y proponer soluciones sencillas para hurgar en ellos. Tercero, por su capacidad para convencer a la gente de que se implique en la empresa a cambio de protección. En este aspecto Mourinho deposita gran parte de su energía mental. Es la vertiente propagandística de su obra. Para completarla necesita ejercer de director de comunicación de facto y de mánager. Salvo Casillas, ningún futbolista del Madrid habla en público sin su permiso.


Sabedor de que los futbolistas son receptivos cuando saben que quien les habla controla sus carreras, el técnico acumuló poder. Desde que llegó al Madrid, Mourinho avanzó sobre prerrogativas que, hasta entonces, habían correspondido exclusivamente a los presidentes. Comenzó por pedir la renovación de Pepe. No fue escuchado. Reclamó el fichaje de Hugo Almeida. Lo ignoraron. Tras el 5-0 en el Camp Nou, empezó a dar muestras de ansiedad. El 19 de diciembre, el día de la visita del Sevilla, provocó una crisis. Antes de denunciar ante la prensa una conspiración arbitral hoja en mano, y aprovechando la presencia de un dirigente en el vestuario, escenificó una pérdida de control nervioso ante los jugadores.


-¡Vosotros decís que este es un club señor y esto es una puta mierda de club! ¡Me cago en el señorío! ¡Y ahora vais y se lo decís al presidente! ¡Ahora me voy de vacaciones y, si me queréis echar, por mí no vuelvo!


Abrumado, el presidente, Florentino Pérez, se planteó la posibilidad de destituirle. Al día siguiente, durante la comida de Navidad, cogió el micrófono y le lanzó una andanada encriptada.


-Aquí hay gente que se cree capacitada para cualquier empresa y no se da cuenta de que el Madrid es la empresa más grande. No todos están capacitados. La presión que se sufre aquí no es para todo el mundo. Algunos se vuelven locos.


Lejos de amilanarse, en la primera reunión privada que mantuvieron, Mourinho le hizo sentir la presión a su interlocutor.


-Ni yo soy el entrenador que usted esperaba ni usted es el presidente que yo creía, le dijo.


Intimidado ante la posibilidad de completar otra temporada sin títulos y persuadido por las encuestas de la fuerza de Mourinho entre los hinchas, que lo consideran un ídolo, el presidente acabó por ceder y fichó a Adebayor. Antes del derbi, Mourinho reunió a la plantilla y anunció su estrategia.


-No soy hipócrita. Al final de temporada, o se va Valdano o me voy yo. No lo puedo ni ver. Si me quedo, salvo el márketing y el baloncesto, seré el principal responsable de la gestión deportiva. Los que tenéis la llave de todo sois vosotros. Si ganáis un título, yo me quedo y a Valdano lo echan. Si vosotros perdéis, él se queda y yo me voy. De ahora en adelante, observaré quién está con el equipo y quién no.


Los líderes del vestuario se vieron en un aprieto. Uno de ellos, en una reunión, hizo la siguiente reflexión en voz alta.


-Juega con nuestra voluntad. Nos hace sus cómplices. Si corremos y ganamos títulos, le dirá al presidente que estamos con él y contra Valdano. Si tenemos un mal día, nos convertiremos en sus enemigos.


Después de años sin ganar títulos, persuadidos de la necesidad de salvar sus contratos y su prestigio, los jugadores, temerosos, se limitaron a cumplir.


La Copa lograda en Mestalla fue el primer trofeo en el historial de Florentino Pérez desde 2003. Significó la instauración del entrenador en todos los niveles. El poder absoluto para José Mourinho.

El baño de Red Bull
Diego Torres
El País - 14-8-2011


Las noches del 17 y el 27 de abril, fechas del clásico de la Liga y la ida de las semifinales de la Champions, los vestuarios del Bernabéu, con sus pasillos y sus zonas de paso, fueron el escenario de algunos de los momentos más tensos de la historia reciente del fútbol español. Hoy el Barça regresa al lugar en el que comenzó a abrirse la brecha que afecta a la selección española en un clima de zozobra que condicionó particularmente a José Mourinho, el entrenador madridista. Como cuando descubrió, a las 17.00 horas de la tarde del día del partido de Liga que en una cadena de televisión se anunciaba el secreto que había exigido mantener a sus jugadores a toda costa: la alineación de Pepe como medio centro, junto a Alonso y Khedira.


El partido acabó 1-1. El público abandonó las gradas, en general, con una mezcla de resignación y alivio a pesar de que el resultado sellaba el campeonato a favor del Barça. La complacencia de la muchedumbre contrastó con lo que se encontraron los jugadores al entrar al vestuario. Ahí estaba Mourinho convocando una reunión con ademanes nerviosos. "¡Sois unos traidores!", gritaba. "¡Os pedí que no filtraseis la alineación y me habéis traicionado! ¡Se nota que no estáis conmigo!".


Los jugadores nunca le habían visto tan angustiados. Según dicen los testigos, no paraba de insultarlos. Repasó uno por uno a los que tenía a su alrededor. Cuando se encontró con la cara de Granero, que se desvive por halagarlo, le señaló. Según un empleado del club, dijo algo así: "El único amigo que tengo en este vestuario es Granero. ¡Pero ya ni me puedo fiar de él! ¡Me habéis dejado solo! ¡Sois la plantilla más traidora que he tenido en mi vida!".


Presa de una emoción intensísima, Mourinho cogió una lata de Red Bull y la arrojó contra la pared. Al estrellarse, el recipiente se partió y liberó el líquido gaseoso con un efecto de lluvia. Bañados con esta bebida energética con sabor a frutos del bosque, azúcar y cafeína, algunos jugadores se quedaron perplejos. Otros lo observaron con indiferencia. Casillas se fue a las duchas junto con otros españoles. Abatido como parecía, el entrenador se inclinó y clavó una rodilla en el suelo y emitió un llanto desconsolado. Luego, se levantó, se enjuagó los ojos y les aseguró a todos, entre sollozos, que hablaría con el presidente, Florentino Pérez, y con el director general ejecutivo, José Ángel Sánchez, que tenía medios para descubrir al culpable y que, una vez descubierto, emprendería represalias.


En palabras de uno de los asistentes, Mourinho hizo una analogía entre la guerra y el fútbol: "Si yo estoy en Vietnam y veo que se ríen de un compañero, con mis propias manos cojo una pistola y mato al culpable. Ahora sois vosotros los que tenéis que buscar al que ha filtrado la alineación".


A lo largo de toda la semana siguiente, final de Copa incluida, Mourinho reunió a sus jugadores para advertirles de que los árbitros favorecerían al Barça en la Champions. No fue una charla. Fueron muchas y continuaron un discurso contra la UEFA que se remontaba a la primera ronda del torneo. La expulsión de Pepe con tarjeta roja directa por el árbitro alemán Stark, en la ida de las semifinales, el 27 de abril, proporcionó a Mourinho un instrumento para apoyar su teoría de la conspiración. Al terminar el partido (0-2), la mano derecha del técnico portugués, Rui Faria, esperó a los jugadores del Barça detrás de la valla de separación del túnel de vestuarios: "¡Ahora lo que tenéis que hacer es ir a cambiaros en el mismo vestuario que los árbitros! ¡Lo ganáis todo por los árbitros!". Pinto, Puyol y Piqué le invitaron a pasar al otro lado de la valla. Cuando llegaron, los jugadores del Madrid comenzaron a increpar a los del Barcelona acusándoles de comprar árbitros. Los que se mantuvieron al margen fueron una minoría.


La plantilla azulgrana se reunió en el túnel y comenzó a cantar: "¡Así, así, así se juega al fútbol...!". El estribillo enfureció a los madridistas. Rui Faria los alentó a asaltar el vestuario de los rivales. "¡Vosotros creéis que jugáis al fútbol, pero lo que hacéis es robar con los árbitros!", gritaba.


La entrada al vestuario fue la parte más suave de una serie de episodios violentos que implicaron a todos los internacionales esa noche. Los jugadores del Barça, que a lo largo de la temporada habían escuchado acusaciones veladas de soborno, simulación, e incluso dopaje, comprobaron que sus compañeros de selección madridistas eran más leales a Mourinho de lo que el propio Mourinho pensaba.


¿Arde El País? - Cantinfladas periodísticas (2)

Desde abril, en que Diego Torres se descolgó con algunos artículos antológicos, entiéndase, antología de disparate, a los que tenía pensado contestar, este escrito duerme el sueño de los justos en este blog como borrador. Iba a ser el segundo con el título de "¿Arde El País?" , en alusión a la extraña deriva anti-madrista y anti-mourinhista, que en los tiempos que corren es casi lo mismo. A mi me parece, y es una mera conjetura, que este cambio de rumbo, o acentuación de una tendencia que pudiera ya existir anteriormente, reside en el interés de los responsables del diario en captar la atención de nuevos tipos de lectores. Alguno de estos tipos quizá compuesto por personas que tal vez les ofendiera ver en la portada a Rafael Nadal envuelto en la Bandera Española, o que no comprendieran que los redactores y columnistas de la sección de deportes no intenten de forma contumaz, tozuda, día tras día, poner al madridismo y a sus líderes actuales en el sitio que le corresponde. Sitio que no es otro que en el punto de mira del libelo, la insidia y, que le vamos a hacer, la cantinflada. Porque eso viene a ser lo que practica el señor Diego Torres, la cantinflada periodística. Cuesta creer que alguien que redacta de forma tan pésima, que no cuenta más que chismes, es decir, que habla por boca de otros, nunca de lo que ha visto por sus propios ojos, y de forma tan chabacana y bobalicona, pueda ser columnista de un periódico del prestigio de El País. Urge que el señor Torres se matricule en un taller de escritura para que deje de martirizarnos. Su prosa de ficción mejoraría seguramente, y en ausencia de credibilidad al menos tendría la capacidad de entretenimiento de su parte.

No se si entiende el señor Torres que presentando a Mourinho ante sus lectores como un Hitler de pacotilla, al estilo del que encarnaba Charlot en el "Gran dictador", hace que merme la credibilidad de su retrato. Recorría el pasillo del avión que devolvía al Madrid triunfante tras el partido de Mestalla, nos explica en el primero de los artículos, "[...] hinchando el pecho, con una media sonrisa ladeada de satisfacción". En el editado hoy la descripción alcanza la categoría de retrato bufo, con un Mourinho que clava rodillas en el suelo, emite sollozos, grita como una prima donna y estampa latas de Red Bull, sabor frutos del bosque. ¿Son guiños acaso a los nuevos lectores de El País? ¿Necesita el periódico de Prisa a un nuevo personaje para poner en funcionamiento la picadora de carne? Florentino Pérez ya se vió que tenía los huesos muy duros de roer cuando se intentó aquella encerrona con Los Manolos en La Cuatro. Pero Mou ya se asume que tiene enemigos, detractores, gente que no lo soporta ni en fotografía, y parece presa más propicia para satisfacer el gusto del nuevo tipo de lector al que se aspira captar.

¿Y por qué ese sabor tan inusual? Quizás sea un mensaje en clave. ¿Su confidente acaso lamió el contenido derramado de la lata para poder averiguar el dato? ¿Cuales son los frutos de Del Bosque? ¿Sus criadillas? A veces se diría que no tiene con esa cachaza y esa pachorra que se gasta, con sus ganas de quedar bien con todos, hasta exclamar que, además de madridista, también es del Barça a muerte. Me gustaría encargar a Grisson un experimento en el CSI para comprobar si se puede partir una lata de refresco estampándola contra una pared. Bueno, tal vez un energúmeno como Mourinho, es lo que nos quiere hacer pensar el señor Torres, pero la empresa es bastante difícil. Entre otras cosas porque las latas son de material deformable y no rígido. ¿Y qué decir del "efecto lluvia"? Tal vez el señor Torres le ha cogido gusto a que Mourinho le humille en las ruedas de prensa y esté pensando en aumentar el morbo, en practicar la lluvia dorada. Guardiola mea colonia y Mourinho Red Bull con sabor a frutos del bosque. Cuidadito con las pepitas de las frambuesas que tienen muy mala leche cuando atraviesan en gaznate.

Lo cierto es que el cuerpo te pide tomarte a broma las líneas escritas por el señor Torres tanto al final de la pasada temporada como en las vísperas de ésta, pero debajo de la mugre, la mala redacción y los chascarrillos desafortunados, que casi dan vergüenza ajena por lo chuscos, hay un intento artero, rozando la manía persecutoria, de desacreditar por completo a José Mourinho, como persona y como profesional. Este patético periodista, que a menudo "emite" sollozos en Twitter exigiéndole a quienes le mencionan que no le insulten, lanza en los dos artículos aquí reproducidos una andanada completa. En el primero nos quiere hacer comulgar con un Mou dictador, que amedrenta y chantajea a quienes le rodean, ávido de poder. "El mundo es mío", exclama Charlot travestido de Hitler mientras danza con un globo terráqueo en su despacho como si fuera una pelota de gimnasia rítmica. El Mou que nos interpreta el señor Torres usa latas de refresco como granadas de mano, parece un villano salido de una de las películas de Batman dirigidas por Tim Burton.

En lo profesional es además un picapedrero del fútbol, con una o dos ideas que machaca en las cabezas de sus jugadores para que se incrusten en sus cerebros, que lo que sabe es por intuición animal. Ve los fallos del contrario como el lobo los de sus presas, e hinca sus fauces en ellos para cobrar la pieza. Es además blasfemo contra el verdadero fútbol, ya se sabe, el de jugar al ataque eternizando la elaboración del juego en el medio campo. No, Mou quiere pelotazos. Es su única consigna. Como en aquel capítulo del Príncipe de Bel Air en que el entrenador de baloncesto del instituto da como única instrucción a sus jugadores que le pasen el balón a Will para que éste enceste. En este caso es al contrario, hay que dar el balón a la zaga rival para disputárselo más cerca de su portería. Patadón y tentetieso y Guardiola elevado a los altares, que ya es hora de que baje del campanario, que es peligroso y se va a resfriar.

Pero, al margen de su es cierto o no lo que nos cuenta de forma tan chapucera, ¿qué es lo que motiva a este periodista a mantener un contencioso personal con el entrenador del Real Madrid? ¿Sigue consignas de la empresa, o le han dado carta blanca para exhibir sus fobias porque conviene a la línea editorial de la parcela de deportes? Por otro lado, ¿por qué este artículo ahora? Llega el primer partido grande de la temporada, por lo que puede mostrar, refrendar o no sensaciones que se tuvieron en los enfrentamientos de abril, por lo que se dirime, el primer título del año futbolístico, y Diego Torres nos obsequia con un furibundo ataque a Mourinho. Nada de tácticas, estrategias o estados de forma. Claro, nada tenía que contarnos que fuera reciente que tenga relación con su guerra personal. Apenas ha habido fútbol hasta ahora, todo lo más grandes partidos del Madrid y mediocres del Barcelona, lo que es contraproducente para la causa: lograr desenmascarar al picapedrero. Con el agravante además de que la única nota sobresaliente en el Barcelona es la irrupción de Thiago, quien le va a disputar el puesto a Cesc, si las fobias de Guardiola lo permiten. Tampoco se podía hablar de lo dicho por Mourinho estos últimos meses, que ha sido bien escaso y siempre cabal, y quizás nos hemos quedado sin topo para que nos de carnaza. Así que ha hecho falta abrir el baúl de los recuerdos, hablar de lo que supuestamente ocurrió en primavera. Y las preguntas se siguen agolpando: ¿Por qué no nos lo contó entonces, cuando era pertinente? Para enmascarar este fallo se añade otra insidia al cóctel: Mou sería el causante último, la fuente primera, de las desavenencias entre jugadores de la Selección Española. A lo mejor por eso se nos dice que el sabor del revitalizante es frutos del bosque, porque serían los del seleccionador los estaría partiendo contra la pared la ira del portugués.

Y no se que más decir, salvo que qué habremos hecho para merecernos el periodismo que se practica hoy en día, lleno de mediocres endiosados que quieren ser protagonistas, que mantienen rencillas con los auténticos, que ni siquiera saben escribir cuando redactan columnas de opinión, expresarse cuando les toca hablar en público por la televisión y la radio, que desconocen los temas de los que hablan, a veces incluso los que entran de lleno en el ámbito futbolístico o deportivo. Que quizá habrá que realizar una colecta para que el señor Torres pueda costearse la matrícula en un taller de escritura, que falta le hace.

Rescates de Twitter sobre los artículos de Torres de la temporada pasada

1.- El artículo de Diego Torres se nota que está escrito desde el odio a Mourinho y el desprecio hacia el resto de personas que nombra.

2.- Cabría esperar esto del Sport, que necesita estos sentimientos casi tanto como el cariño hacia su propio club, pero en El País extraña.

3.- No se a que responde la campaña del periódico. Parece que ante una posible consolidación de Florentino Pérez están dispuestos a quemar naves.

4.- Puesto que se queda ya que no ha sido un desastre, y como es hostil porque nosotros éramos calderonistas, pues a degüello con él.

5.- Aunque lo que contase Torres fuese cierto, los temas grotescos que toca y como los expone convierte el artículo en un escrito repugnante.

6.- Torres usa para el artículo el nombre de un film de Eastwood. El título es el enunciado de la tesis que trata de demostrarse en el texto.

7.- El Madrid ha dado poder absoluto a un ser maléfico. Infame y ridículo. ¿Tendrá un redactor jefe que le advierta del ridículo que hace?

8.- También es curioso que las pocas veces que en estos tres años el Barça ha sufrido un revés haya iniciado campañas contra los arbitrajes.

9.- Ocurrió tras la eliminación en la eliminatoria de los aspersores, ahora tras renunciar por indigno de su categoría al título menor. Curioso.

10.- También es curioso que las pocas veces que en estos tres años el Barça ha sufrido un revés haya iniciado campañas contra los arbitrajes.

11.- Ocurrió tras la eliminación en la eliminatoria de los aspersores, ahora tras renunciar por indigno de su categoría al título menor. Curioso.

12.- Y a todo esto, Piqué dandose el lote con su novia ajeno de que el cambio de situación lo ha propiciado en buena parte él.

13.- Cuando tienes al rival vencido por la vía de los hechos y además tratas de humillarlo moralmente para alargar tu hegemonía pasan estas cosas.

14.- En el Nou Campo hubo menú de dos platos, baño futbolístico e intento de ridiculización con los chuleos de Pep Guardiola y Piqué.

15.- Como el Santiago Bernabeu nos quedamos sin el primero se intento en el túnel de vestuarios suplir con doble ración de segundo.

16.- Y los que llevaban dos años esclavizados por las evidencias se convirtieron en 11 Espartacos. Se le fue la mano a Piqué y pasó lo que pasó.

17.- Y en la final de Copa cuando parecía que estaba todo el pescado vendido los olés del público hicieron que el Barcelona extraviara el rumbo.

18.- ¿Qué nos queda ahora? Apelar a las estrategias de los simples mortales: que si el césped, que si el árbitro. Bienvenidos al Planeta Tierra.

19.- Y como esto siga así habrá que llamar a un exhorcista. Porque muchos son los signos que la prensa advierte sobre la llegada del Apocalipsis.

20.- El advenimiento del anti-fútbol, los céspedes envenenados, la plaga de lesiones en zagueros. No se por que trompeta vamos. Perdí la cuenta.

21.- Reconozco que esto me divierte, aunque a veces se me lleven los demonios. Mira, un signo va. ¿Sabe alguien el teléfono del padre Merrin?

22.- @alexcibernetica @diegotorresro Pregunta que me sugieres. ¿Si Mourinho es el (doctor) Maligno, quien es su mini-yo?¿Tal vez Guardiola?

23.- @alexcibernetica @diegotorresro Lo que si tengo claro es que Austin Powers es Piqué y Shakira la espía que le achuchó en el último episodio.

24.- A los que elogiais a Ramos: Otro de los resucitados de los 2 primeros clásicos es él. A este paso acabamos la temporada con Di Stefano de 9.

25.- La película que veremos el miércoles es: "El día de los trífidos". Y es que será la vegetación la que le dispute la posesión al Barcelona.

26.- Lo que ha aprenido Mou en 1 año. A inicios de temporada confesó no saber jardinería. Ahora conoce el largo de hierba para ganar la Champions.

27.- Por cierto, espléndidas declaraciones de Busquets: "El Madrid es el peor rival que nos podía tocar en Champions". También hay gente sensata.

28.- El Barça es el número uno aun de Europa. El Madrid desde este año disputa el segundo lugar a Manchester, Copenague y Shakhtar Donets.


Rescates de Twitter sobre el artículo de Torres de hoy

1.- Al margen de otras consideraciones, como lo ridículas e infantiles que son algunas cosas que narra, qué mal redacta @diegotorresto.

2.- ¿"Dijo algo así" es una expresión que permiten que se imprima en los periódicos los redactores jefes?

3.- El artículo de @diegotorresro es insidioso, tendencioso, ridículo por momentos, está basado en habladurías y, lo peor, está mal redactado.

4.- ¿Se puede partir una lata de refresco lanzándola a una pared? ¿A qué huelen las nubes? Yo creo que éste ha esnifado una @SaraTG_84.

@SaraTG_84: @Rokko69_RM debería dejar de esnifar y volver a la facultad a sacarse el título de verdad... Es el consejo del día :P

5.- @SaraTG_84 A lo mejor por eso evocaría al Teniente Coronel Kilgore de Apocalypse Now. Pero no: "... ha esnifado una [nube]".

6.- Si El País fuera una aldea, que camino de ello va a este paso, y no la global precísamente, @diegotorresro sería el tonto del pueblo.

7.- El País es un periódico feo, anticatólico y, con la aportación de @diegotorresro, ahora también sentimental. Querrá un marquesado.

@lalibreta: El Pais airea hoy los presuntos trapos sucios de un vestuario. ¿Alguien adivina de cuál?

8.- @lalibreta Lo peor no es ya la intención sino lo ridículo y mal redactado que está el artículo. Los periodistas deberían saber escribir.

9.- @lalibreta Por la misma razón que, junto9 a la prensa catalana y Público, censuraron la bandera española en la foto de Roland Garrós.

@lalibreta: Ah, y por segunda vez en siete días se insiste en que Mou ha resquebrajado a la Selección. Sembrando para la Eurocopa por si...

10.- @lalibreta ¿No fastidies que esa es la tesis? La conspiración contra Mou necesita ya alguien que use el cerebro no solo como pisapapeles

11.- "@diegotorresro: Glu, glu, glu. Red Bull te da alas...". A la imaginación. Venga, macho, aterriza de una vez, que ya está bien de alucinar.

12.- Lo del efecto lluvia no se si es porque a algunos les pone que los humillen en las ruedas de prensa y ahora quieren probar la lluvia dorada.

13.- @diegotorresro Tu quehacer profesional podría ser incluido en el diccionario como acepción del término "cantinflada". Que penita das.

14.- Tal vez @diegotorresro quiera obtener un puesto de colaborador en Sálvame de Luxe. El chisme escandaloso y mal contado es lo suyo.

15.- Tal vez @diegotorresro solo quisiera una misión periodística, y por sus pecados le dieran una en la redacción de deportes de El País.

16.- Me encanta el olor a tinta de imprenta por las mañanas, huele a día de partido. Lástima que a veces se malgaste en según que cantinfladas.

17.- En el fondo se lo agradezco. Me ha renovado las ganas de tuitear y de escribir sobre fútbol. Bueno, lo que @diegotorresro entiende por tal.

18.- Osea, ¿que decís que Granero no estaba? @diegotorresro es como esos pescadores que tiran el anzuelo y se lo clavan en la espalda. Vaya memo.

19.- Como molan los días de fútbol. Con su enfado para dar picante. Hoy con @diegotorresro haciendo de guindilla. Quería ser perejil, pero vaya.

20.- Nerea_Zusberro: Hacer que Torres rinda al máximo nivel es una meta que debe marcarse Villas-Boas. Tiene que ser un pilar , un referente del "nuevo" Chelsea.

21.- @Nerea_Zusberro Jajajaja. Por un momento creí que te referías al otro Torres. Para ser como Mou, Villas-Boas deberá concitar todo su enojo.