Comando ejecutivo 5
Ariadna 13 dejó de brillar hace 93 años. Pero no porque cesara de convertir átomos de hidrógeno en carbono en el interior de su núcleo, como hace cualquier estrella, sino porque los ingenieros de la Corporación crearon una cáscara metálica para envolverla completamente, como una mortaja, y así poder recolectar hasta el último fotón procedente de su caldera nuclear. Llegar hasta ella sin ser invitado se convirtió en algo complicado, casi imposible, porque desapareció de los registros y los mapas estelares. Y sin un hálito de luz que de un indicio, una pista de su presencia, solo aquellos que saben donde está pueden a partir de entonces acceder a su órbita. La estrella y su cáscara forman un fruto maduro para fabricación de secretos.7 gélidos planetas, todos ellos de dimensiones razonables, orbitaban alrededor de Ariadna 13. Según me contaron esto es raro, porque lo habitual es que los sistemas estelares sean dobles, es decir, estén formados por dos estrellas. Que nacen juntas y comparten sus vidas hasta que una de las dos, la más grande siempre, fenece víctima de su voraz apetito. Y cuando no se trata de un sistema binario siempre hay al menos un planeta gigante con un aspecto y unas mañas muy parecidas a las de Júpiter.
Los ingenieros de la Corporación eligieron Ariadna 13 para uno de sus proyectos más ambiciosos: un acelerador de partículas de dimensiones estelares. Necesitaban un sistema estelar lo menos complicado posible para que el cálculo de las fuerzas gravitatorias implicadas no se convirtiera en un jeroglífico irresoluble. Dos de los 7 planetas abastecieron de material necesario para la construcción del ingenio, con lo que, además de ahorrarse gastos de transporte, lograron simplificar aun más el funcionamiento del sistema planetario. Crearon un anillo de 50 unidades astronómicas de radio, que consiguieron que interceptara uno de los 5 planetas supervivientes, como quien enhebra un hilo en el ojo de una aguja. Y convirtieron el subsuelo de ese planeta en un inmenso laboratorio, de proporciones casi infinitas, en el que llevan trabajando 3 generaciones de físicos nucleares y físicos teóricos a las canicas, a impactar entre sí partículas subatómicas.
En una de las masivas colisiones de partículas llevadas a cabo en el inmenso acelerador, una de las realizadas en los primeros años, los científicos descubrieron algo insólito. Bueno, eso me dijeron. El calificativo no lo pongo yo, porque apenas entiendo nada de todos estos temas. Digamos que en el enjambre de partículas diminutas surgidas del choque encontraron unas cuantas que vulneraban una ley básica de la ciencia. Las leyes no tienen excepciones, sino dejan de serlo, así que supieron inmediatamente que habían descubierto algo trascendente, que podía cambiarlo todo, hacer que viéramos el mundo de otra manera. Yo conozco esa nueva panorámica, esa nueva perspectiva, así que puedo asegurarte que no se equivocaban.
El principio vulnerado era el de Exclusión de Pauli, un postulado de la Mecánica Cuántica que establece, grosso modo, que dos partículas no pueden compartir el mismo estado y trayectoria. Dos partículas no pueden ser la misma, sería la forma existencialista de formularlo. Pero en esos enjambres de fragmentos coexistían grupos de partículas, por más efímero que fuera su tiempo de existencia, que eran idénticas entre sí, en todos los sentidos. Alguien explicó el fenómeno argumentando que durante los instantes en que las partículas gemelas existían en el campo de observación de los científicos, lo que estos en realidad contemplaban era un grupo de universos paralelos fundiéndose en un solo, cada uno con su correspondiente partícula única. La misma en todos ellos.
Averiguaron que a medida que se aumentaba la virulencia de las colisiones mayor era el número de clones creados, y algo mayor sus expectativas de vida. Más universos vibrando al unísono, coincidiendo en un mismo punto, mayor el tiempo que permanecía abierta la puerta. El padre de Tévez fue quien dió forma definitiva a la propuesta. No eran varios universos vibrando en paralelo ante los instrumentos de observación del laboratorio, sino una misma partícula coexistiendo en todos ellos. Este descubrimiento dio lugar a la creación de una división completa dentro de la Corporación, que es en la que estoy enrolado actualmente, en cuyas dependencias tu existes en la forma que sea que existas. Tevez afirma que eres un remanente de mis viajes, que cuando se cerró la ventana, lo hizo de una forma incorrecta y regresé con más de un estado cuántico en mi, en mi cuerpo, en mi mente o en mi alma. A mi me parece cháchara de locos. Pero son tantas las cosas absurdas que he vivido, tan extraño también verte ahí, quieta ante mí, sin decir nada, cuando tengo plena certeza de haberte matado con mis propias manos, que estoy dispuesto a aceptar la locura de este o cualquier otro universo que se me plantee. Compartimos existencia, pero no somos la misma persona. Aunque emanes de mi cerebro. Y es extraño que aunque sean mis propias neuronas las que te conciben, las que te dan forma, no pueda acceder a lo que piensas, cuando tan fácil es para mi hurgar en la consciencia de los demás.
Has cambiado de expresión. Y no se por qué razón, qué de lo que acabas de escuchar ha alterado tu ánimo. Lo sé, tal vez no me escuches. Tal vez sea incluso absurdo plantearse que puedas hacer tal cosa. Quizá sea yo quien empiece a sentir de forma diferente a medida que te narro mi historia. Ojalá pudiera entenderte, saber que piensas, escuchar lo que me tienes que decir, oír de tus labios que me perdonas. Estoy agotado. Necesito olvidarte durante unas horas. Escapar a tu vigilancia. Déjame que duerma unas horas. No se ni que hora es. Me pesan los párpados. Sospecho que cuando lo hago con los míos tu también cierras los ojos. Sería un alivio, porque no quiero que veles mis sueños, que compartas mis pesadillas.
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