martes, 18 de enero de 2011

Solo es realmente importante lo que estás dispuesto a dejar atrás

Tal vez unas manos que se abren para dejar escapar lo que retienen. Solo es realmente importante lo que estás dispuesto a dejar atrás.

Son frases que rondan mi cabeza. Como estas tantas otras. La mayoría de las veces sin saber su significado exacto. Tal vez solo el territorio que recorren. La satisfacción, la decepción y su ponzoña, la tristeza diluida en la materia que te compone, la euforia a la escala de tus dimensiones reales, la sensación de fracaso reiterado, el desdén como el polen derramado. Las palabras son la forma en cristalizan los estados de animo, cuando dejan de fluir y se solidifican al contacto con una realidad esbozada entre amasijos de niebla.

Han pasado algo más de tres meses desde que abrí este blog y tengo la sensación de que su vida se agota. En todo caso habrá de experimentar una metamorfosis. Sino en sus temas y fines, si al menos en las sensaciones que lo alimentan, que le sirve de fuente de nergía, de impulso primero. Nada volverá a ser igual desde esta noche. No son los hechos sino las personas. Aunque a menudo parezcan las mismas con distintas caras. Pero esa es solo una de tantas estrategias del corazón que pretende que las cosas sucedan por cauces predecibles, siguiendo trayectorias controladas, minimizando los daños, anticipando los problemas. Ensayando las mismas soluciones que siempre se mostraron ineficaces o insuficientes. El corazón no aprende y por eso vuelve a mar después de cada fracaso, vuelve a confiar después de cada decepción, vuelve a intentar comprender el delirio de tener propósito.

Sinceramente, se me han olvidado las razones por las que empecé a recorrer esta senda. Solo trataba de tener el equipaje listo por si tenía que partir de nuevo, no dejarme atrás parte de mi como ha ocurrido tantas veces. Y ese momento ha llegado. Ya no habrá más escalas en el viaje. Puede que ni siquiera compañía. No me asusta la soledad, salvo aquella que habitan los monstruos que yo mismo he creado. No saber si alguien lee lo que dices procura una sensación agridulce. Sintiendote demasiado expuesto, prefieres pensar que nadie urgará en lo que eres y es evidente en los párrafos que redactas. Pero escribes para conocerte y compartir ese conocimiento. Si nadie lee seguirás siendo una incógnita para ti y para todos. Territorio en penumbra donde la luz elude ser convocada.

Atrás quedan personas que forman parte de las raices de este blog. Un árbol que se descalza y amenaza por ser derribado al primer embite del viento. Sin mecanismos de anclaje al presente tal vez no se mantendrá erguido por mucho tiempo. O echará nuevas raíces. Tampoco se si eso es realmente relevante. No tengo constancia de haber procurado ni un instante de felicidad a quien recorrió este lugar. Una sonrisa o una lágrima. Un instante de enojo o la sorpresa de coincidir en una propuesta. Una reacción siquiera. Todo tiende al olvido. La materia se disgrega. El pensamiento deja de tener anhelos. El sentimiento deja de tender hacia la coherencia. No se trata de desear lo que no es posible, sino de plegarse a las circunstancias como una pajarita de cartulina. Mañana amanecerá y volveré a tener en que ocupar mis horas. Pero siempre es madrugada en Matrix. Ese es el tema. Escribo unas palabras más y me despido de vosotros. Hasta siempre o hasta dentro de un rato

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