martes, 9 de diciembre de 2014

El Fútbol y sus aledaños (170) - Paisaje después de la batalla (7) - Langley

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Paisaje después de la batalla (7) - Langley

Langley, en el Condado de Fairfax, en Virginia, es la sede central de la CIA. Lo que allí ocurre posiblemente sea una de las cosas de las que más información recibimos, casi a diario, por los más diversos canales, generalmente de ficción y  entretenimiento. Sin embargo, o quizás por ello, porque el exceso de información, que a veces se duplica y contradice, puede ser tan pernicioso para entender las cosas como la falta de ella, nuestra ignorancia al respecto es cuasi infinita, no disminuye nunca. Todo está velado por la cortina del secreto estricto, todo transcurre en forma de decisiones tomadas por círculos de poder muy reducidos y en conversaciones mantenidas en ámbitos muy reservados, bajo el pacto tácito de considerar siempre lo hablado como asunto estrictamente confidencial. Hubo un tiempo en que me sentía como si estuviera en algún despacho de Langley cada vez que charlaba o debatía con alguien sobre Primavera Blanca. Los contactos en Internet propician el clima de reserva. Hablas con gente habitualmente sin rostro, a menudo incluso sin nombre, con doble discurso en el mejor de los casos, cuando no triple. Anónimos irreconocibles que se construyen un personaje para vestirse con él, no sea que la verdad desnuda muestre sus vergüenzas. Como en un juego de espías, donde es fácil confundir bazas con amistades, usando la terminología que propone la película "Spy Games", de Tony Scott, cuesta separar amistad de conveniencia. Al personaje que interpreta Brad Pitt en el film le cuesta medio metraje entender que los lazos humanos son secundarios frente a los objetivos, ya sean estos explícitos o no explícitos, que lo que ata realmente es la conveniencia y que aparentar es sinónimo de existir. Y cuando lo averigua porque se lo muestra con claridad meridiana su mentor continúa en sus trece y sigue dándole prioridad a los afectos.

Debió de ser por marzo. Le pedí a alguien que conocía de Twitter que quedáramos para charlar cara a cara. Necesitaba hablar de asunto primaveral con seres humanos confirmados. Estaba harto de hacerlo en la oscuridad y angostura de los MDs, los Messengers, los Skypes. Empezaba a sentir claustrofobia. Empezaba a sentir que me volvía loco, que derrapaba y desbarraba aunque no hubiera curvas y el pavimento estuviera seco. Necesitaba compartir aquella inquietud con alguien, aunque ese alguien discrepara conmigo. Tal vez incluso era eso lo que deseaba, que me disuadieran de mis propósitos, que me quitarán de la cabeza la idea de seguir plantado a las puertas de Troya sin que Héctor diera nunca acuse de recibo, que me convenciesen de que estaba equivocado o que exageraba mi verdad hasta hacerla inservible para una buena causa. Tal vez pudiese dar carpetazo al asunto y quedarme tranquilo, olvidarme de una vez por todas de Primavera Blanca. Mejor aun, que la asociación se olvidara de mí. Desgraciadamente tras esa conversación los motivos para recelar de ellos se multiplicaron por cien, cambiaron holgadamente de escala. Tras el caudal de nueva información, solo usando una escala logarítmica podía representar el incremento de mis objeciones a Primavera Blanca sin que se convirtiese en una curva asintótica tendende al infinito. Fue la primera vez que oí hablar de @RichardDees en términos no estrictamente elogiosos, y fue algo que me chocó sobremanera. La mancha se extendía amenazando con abarcarlo todo, hasta lo más sacrosanto del yihadismo tuitero,

La reunión tuvo lugar una mañana en los aledaños del Bernabéu y la pregunta clave la hice yo: "¿Crees que debo cesar en mis ataques a Primavera Blanca, que debo evitar escribir sobre ellos?". Torrijos -lo llamaremos así para mantener el anonimato- dio en el clavo: "Yo no te puedo aconsejar que te conviene o que es lo correcto, solo puedo decirte que aquella decisión que adoptes procura tomarla tú y no que la tomen por tí. Si quieres escribir, escribe, no tienen derecho a callarte. Si decides guardar silencio nadie podrá reprochártelo". Más menos eso fue lo que me dijo.

Por si aquello no fuera poco, poco después, a primeros de abril todo lo más, un nuevo caudal de información empezó a regar con generosidad mis ya saturadas meninges. Alguien reclamó mi atención en Internet e hice caso a su llamada. Alguien que identificaré con el pseudónimo Ébola a partir de ahora, porque su puesta en escena fue harto melodramática, oscura, casi diría que infecciosa. Nada más abrirle el canal de comunicación esto fue lo que me dijo:

"Me alegra saber que al final ha querido ponerse en contacto conmigo, Rokko. Le aseguro que no se sentirá defraudado. Solo soy un mensajero, pero el mensaje y la información que le traigo es muy importante. Serán de su agrado, no me cabe duda. He tenido la ocasión de leer uno de sus últimos escritos en su bitácora. Una entrada titulada "El Madridismo Wonderground". También he podido saber que dicho escrito no ha sentado muy bien en un sector al que usted alude de forma indirecta. Creo que ya puede intuir a quien me refiero... Al igual que creo que usted sospecha de ese entramado el cual se hace llamar Primavera Blanca ¿Y si le pudiera dar pruebas tangibles sobre la verdadera cara de Primavera Blanca? He visto sus entrañas. Como actúan, como piensan... He visto la verdad. Primavera Blanca persigue ser un lobby de poder a través de la grada del Bernabeu. Y usará todos los medios a su alcance".
Lo transcribo tal cual, sin alterar una coma. Han transcurrido cerca de dos años de aquello y agradezco el seguir en una total ignorancia de su auténtica identidad. No se puede revelar aquello que no se sabe y yo tiendo a decirlo todo. Es algo que me han reprochado mucho en todo este tiempo, primaveros y enemigos de los primaveros, creyentes en la fe de los matamoriles y apóstatas de la estación de las flores. Estos últimos como si yo tuviera la culpa de que sus dioses madridistas hayan resultados ser falsos ídolos, becerros de oro. Además, las posibilidades de que sea alguien que conozca, con otro nombre, con otras señas, en otros ámbitos y circunstancias, no son desdeñables, y no deja de haber algo reprochable en comunicarse con quien conoces protegido detrás de una máscara. Si es alguien que conozco, más aun si es alguien que aprecio, prefiero no saberlo nunca. Hubo un tiempo en que indagué y le di vueltas al acertijo, pero al poco tiempo caí en la cuenta que era preferible no resolverlo nunca.

Un día Ébola me dijo: "Ha hecho un excelente trabajo". Se refería a mi artículo "El horizonte de sucesos", recién editado en el blog. "A las 17:30 le daré un poco de publicidad a su escrito. Esté atento". Al día siguiente, a la hora señalada, puntual como un reloj suizo, ocurrió lo impensable: Una de las cuentas oficiales de Primavera Blanca hizo RT de un tuit mío que incluía un link de enlace al artículo. El diálogo que sostuvimos sobre el para mí acadabrante suceso fue el siguiente:

"- Golpe de efecto el que se ha producido a las 17:30, que no entiendo. Sí, lo he visto. Es extraño verlo desde fuera.
- No me de las gracias a mi. Déselas a @pb_socios, que es quien le ha hecho RT.
- Pues eso es lo que no entiendo. Jajajaja
- Será nuestro pequeño secreto ;) PB empieza a estar demasiado preocupada por usted. Tenga cuidado. Le aconsejo que deje pasar unos días para volver a escribir de "temas incómodos". No conviene navegar con las aguas revuelta".
Ni que decir tiene que aplique el consejo que me daban y no volví a editar nada sobre Primavera Blanca en el blog en mucho tiempo. En realidad hasta diciembre de aquel año, e incluso entonces puede decirse sin mentir demasiado que las palabras las redactaron ellos. Sobre el golpe de efecto de Ébola, @McNulty diría en la carpeta del foro en la que se debatía sobre mí: "No sé quién acaba de RT la entrada desde la cuenta PB_socios, pero genialidad táctica". Le puedo hasta poner fecha y hora a su intervención: Una y pico de la tarde del viernes 12 de abril de 2013. Ya quisiera atribuirme el golpe de efecto, pero como otras muchas esta es una medalla que tampoco me corresponde colgarme en la pechera. ¿Era Ébola alguien relevante de Primavera Blanca? Siempre me lo negó. Incluso estar dado siquiera de alta en la asociación. En todo caso, no me cupo la menor duda de que era alguien con recursos y bastante bien informado. Hubo un tiempo incluso en que jugueteé con la propuesta de que detrás de la máscara estuviera mi amiga @DiosaMaracaná jugando el arriesgado papel de agente doble al servicio de mis propósitos. Pero, en todo caso, ¿de qué lado se suponía estaba yo? ¿De parte de la CIA, del Mossad, del MI6? Me gustaría pensar que del CNI, con los mío, con mi país, pero con el Pequeño Manolín trabajando como Charlie para los servicios secretos madridistas -hoy nos hemos desayunado con la noticia de que es confidente también de Paco González- mucho me temo que me voy a quedar con las ganas. Lo que hubiera dado por poder desplegar los Navy Seals desde algún portaaviones de la flota del Índico en una operación "Cenar fuera", para así rescatar a Francis de las mazmorras chinas. Pero ella estaba muy a gusto en ellas. Lo sigue estando. Empezaba a tener incluso galones entre los reclusos de la mentira. Lo iba a averiguar enseguida.

1 comentario:

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