miércoles, 3 de diciembre de 2014

El Fútbol y sus aledaños (167) - Paisaje después de la batalla (4) - Vanitas


http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/51/Antonio_de_Pereda_-_El_sue%C3%B1o_del_caballero_-_Google_Art_Project.jpg 
"El sueño del caballero" de Antonio de Pereda
(Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid)

Vanitas

Hagamos un  receso en el relato. ¿Y si tuviera razón Manuel Matamoros y existiese una avería en mi inteligencia social? Me resisto a descartar de plano esta hipótesis. Es más, me seduce. O, para ser más precisos, me convence hasta cierto punto. Lo digo sin ironías. ¿Qué necesidad tenía de situarme en el epicentro de una zona catastrófica, portando además GPS para que se detectase y ubicase perfectamente mi presencia? Plantarme en la TL de @primavera_rm para retar a la asociación tuvo un algo de esa escena de la película Troya en que Aquiles se planta ante las murallas de Ilión para retar al hijo del rey Príamo en singular combate. Aquello fue un alarde de lo más innecesario, con más motivo si tenemos en cuento de que, al contrario que el guerrero mirmidón, soy una persona harto vulnerable. Sí, está claro: ese gesto ofrece más que indicios de la existencia de alguna avería en mi inteligencia. Además, el líder de los aqueos tenía a a quien vengar: a su amante Patroclo. Pero ¿cuál era mi cuita? ¿Cuál era esa guerra que al parecer yo me proponía librar en aquellos tiempos de aparente paz para casi todos, de hermanamiento madridista en las redes sociales, de causa común contra la prensa, de yihad? No necesitaba una Casandra que me vaticinase que todo aquello acabaría en desastre.

Ojalá hubiera sido vulnerable únicamente mi talón. Tenía todas las de perder en mi reto. Ni siquiera hacía falta un Héctor para enfrentarme. Antes de aquella estupidez yo era un tuitero con bastante más éxito del que podía manejar y desear. Mis escritos eran leídos por un número apreciable de personas y retuiteados de forma incesante los links de enlace a las tres webs que los editaban. Redactaba, con la inestimable ayuda de @Diosmaracaná, a un ritmo frenético de 3 ó 4 artículos por semana. Contaba con un reducido grupo de incondicionales y con todo el aparato publicitario de @SoyMadridista, @elminuto7 y @MadridismoSubversivo cada vez que editaban algo mío. ¿Estaría mal que dijese que era el tuitero del momento? Supongo que sí aunque, en todo caso, la frase no es mía. A un admirador del arte barroco como yo no se le podía escapar el carácter de vanitas que tenía todo aquello, en su doble acepción. De vacuidad en la importancia de los logros. De vanidad en festejarlos como triunfos personales. ¿Que hubo de autosabotaje en mi decisión? Lo he pensado mucho y creo que lo suficiente como para concluir que fue un daño que mi infringí a mi mismo porque me pesaba tanta celebridad virtual.

Pero de verdad era tanta. Veo que algunos en Twitter manejan con mucha soltura mucha más de la que yo tuve en su momento. Entonces ni siquiera era capaz de agradecer a Ignacio Ruiz Quintano que incluyese algunos de mis escritos en su maravilloso blog "Salmonetes ya no nos quedan". Nunca llegué a hablar con él sobre el asunto. Me costaba verbalizarlo. Me causaba un pudor infinito intentar siquiera una conversación con él sobre el asunto. Imagino que interpretó mi silencio como desagradecimiento. O quien sabe si también con una avería de mi inteligencia. Tampoco le culparía. ¿Qué hacía yo siendo promocionado por uno de los mejores columnistas de la prensa española? Aquello tenía bastante de despropósito. Un día dejó de ocurrir. Incluso don Ignacio me hizo unfollow en Twitter, no sé si extrañado de mi mutismo, y sentí que se resolvía una anomalía, una discontinuidad en el tejido del espacio-tiempo. Que cada cosa había vuelto a su ser.

Empecé a escribir sobre fútbol en mi blog para afrontar un desengaño amoroso -es la verdad. Así lo expliqué en la entrevista que me realizó @algun_hechicero para @elminuto7-, y todo había degenerado en algo confuso, a menudo engorroso, en un continuo festival de elogios y felicitaciones, que son lo que peor llevo. No digo que me disgusten del todo. De hecho cuando era muy joven podían provocarme ataques de ira en el sorprendido adulador. Hoy día he aprendido a tolerarlos. Tampoco me llegan tantos, no soy ninguna prenda. En fin, en eso consiste sobre todo mi "avería" intelectual, la hendidura en mi carácter social que solo el paso de los años está logrando obturar milímetro a milímetro. De todo aquel esplendor virtual existente antes de retar a los ilotas a las puertas de Troya no quedaba apenas nada al cabo de unas pocas semanas. Muy poco en todo caso, que se fue difuminando en la nada como la niebla cuando el sol se levanta, hasta devolverme al casi anonimato previo a cuando empecé a redactar mis escritos futbolísticos. He de aclarar que renuncié voluntariamente a seguir apareciendo en las webs madridistas. De forma unilateral porque en los tres casos hubieran preferido mi continuidad. No entendían mi despedida. Con la perspectiva que da el tiempo creo que está claro que fue una decisión acertada. Con ella pudieron evitar enojosos conflictos. Al menos a corto y medio plazo, porque los conflictos son casi inevitables tenerlos con Primavera Blanca para todos aquellos que tienen tratos con la asociación. El conflicto actual con la mayoría de webs madridistas es un buen ejemplo. Donde en un tiempo hubo solo elogios, una necesidad de hacer partícipes de su andadura -era rara la semana en que no había una intervención de @RichardDees o @Chamartin4ever en algún podcast- ha degenerado en el actual desprecio que muestra Primavera Blanca por la actividad madridista en Twitter, sobre todo la que generan las webs. Con muchas de ellas existió una auténtica luna de miel en el pasado, entre ellas dos de las que me editaban. Con @SoyMadridista no iba a poder haber arreglo con o sin mi presencia, pero las otras dos se convirtieron en altavoz eficaz de la asociación. No puedo reprochárselo. Enfrentarse a Primavera Blanca era arriesgarse al ostracismo. Yo soy buena prueba de ello. No obstante lo anterior, las tres webs fueron invitadas a participar en el único podcast grabado por Primavera Blanca hasta la fecha. @SoyMadridista declinó cortesmente la invitación. Algo que yo debería haber hecho, pero me falta capacidad diplomática: ser cortés a la hora de escurrir el bulto. Es otro de los defectos que se amontonan en el hueco de mi avería intelectual.

Pero, pensemos un momento. ¿Cómo fue posible ese silencio tan repentino? Donde todo era ruido de repente imperó el mutismo. Casi de un día para otro. ¿Es posible lograr tal control de los mecanismos de Twitter? En su día lo fue. Creo que ya no tanto. La gente sigue la corriente. Todos lo hacemos. Prestamos atención a aquello a lo que la mayoría atiende. Nos gusta exhibir nuestra singularidad cuando creemos haberla encontrado en algún rasgo, en algún gusto particular, pero somos como gotas de agua en una misma corriente. O como peces del mismo cardumen. Había un tuit que tenía mucho éxito antaño, aunque hace tiempo que no lo leo: "Sólo los peces muertos siguen la corriente del río". Cada vez que alguien tuiteaba alguna variante de este refrán los retuits y favs estaban asegurados en grandes cantidades. A pesar de que todos creíamos ser la excepción al dicho, las modas imperaban sobre todos nosotros. Quizás con un poquito más de inteligencia social me hubiera dejado empujar sin oposición por la corriente. ¿Quien era yo para cuestionar a la sacrosanta Primavera Blanca? Los unfollows empezaron a gotear como en una tortura malaya. Los silencios se hicieron espesos. No solo en lo relativo a mis escritos. Yo mismo me convertí en un cañón orográfico en donde reverberaba el eco de mis propias palabras. No poca gente se marchó de mi vera de puro hastío por mi cerril postura. Les estaba arruinando el sueño. Peor aun, yo era la única pesadilla, corta pero intensa, en su larga noche de la ignorancia. Yo era la única nota discrepante en una melodía armoniosa y pegadiza. Una tonadilla primaveral cuajada de flores blancas. Un ramillete sonoro. Tacharme era la solución lógica.

Pero no carguemos todo el peso de la culpa sobre el individuo, sobre el "homo tuiteriensis". En la carpeta que se abrió en el foro de debate de Primavera Blanca para discutir sobre mí podía leerse lo siguiente:

"Un amigo de Twitter me ha pedido que lea la reciente entrada de Rokko en su blog y que me manifieste [...] Les pido, encarecidamente a todos, QUE NO ENTREN en su juego, que ni le hablen por Twitter o por ninguna vía. Cierto es que, a título personal, cada quien puede hacer lo que bien le venga en gana, pero esas actitudes "independientes" están cada vez más salpicando a PB, de manera general, y a algunos de nosotros, de manera particular.
Quien así se expresa, quien dice que mi existencia le mancha, le salpica, quien pide que nadie me hable, siquiera para darme los buenos días, es ¿mi amiga? @Diosamaracaná. Al margen de la bofetada emocional que me supuso leer esto en su día, lo relevante aquí es el hincapié que se hace en lo pernicioso que resultan para Primavera Blanca las actitudes independientes. La discrepancia, el ir por libre, el ser un pez vivo inmerso en la corriente del río, es algo mal visto por estos amantes del totalitarismo ideológico. Es irónico que últimamente estén utilizando el término "nazi" como descalificativo para insultar a quienes no comparten sus ideas o sus modos. La coartada es el supuesto apoyo que quienes se les oponen estarían dando al Grupo Ultra Sur. Minar a Primavera blanca sería fortalecer a Ultra Sur.  Esto es evidentemente falso: Ultra Sur no es el único colectivo que discrepa con Primavera Blanca. Asímismo, discrepar con Primera Blanca no implica coincidir con los modos o las ideas de Ultra Sur. Un argumento tan hipócrita y cargado de demagogia solo se les podía ocurrir a los ideólogos del conciliábulo. Han asumido como suya una lucha que solo han heredado, en la que son meros mercenarios Además, después de cometer una traición de proporciones bíblicas. Pero me estoy adelantando en el relato cronológico. A veces me cuesta explicarme de forma ordenada. Ya volveremos sobre esto en otro momento.

El conciábulo secreto que debatía la política a seguir por Primavera Blanca se nutrió de una serie de personajes acostumbrados a campar a sus anchas en Twitter, a dictar sentencia, a ordenar acosos verbales, primero a periodistas molestos, luego a aficionados con otras sensibilidades, finalmente a todo aquel que se interpusiera en el camino de la asociación hacia la consecución de su fines no explícitos. Tenían de su parte a Twitter. Podían movilizar a decenas de personas contra quienes ellos dijeran. Algunos gurús de Twitter comprendieron enseguida que yo era tóxico, que no convenía estar de acuerdo conmigo, mucho menos coincidir con mis opiniones o elogiar mis escritos. Y si el gurú empezó a darme de lado -a fin de cuentas yo era un "pocosfollowers"- el tuitero de a pie empezó a serme esquivo. Muchos abandonaron un barco que hacía aguas de forma evidente y que muy poco antes les parecía un crucero de recreo. Últimamente están regresando algunos fugitivos. Y hay hasta quien me pide perdón. Y se libran de mi ira, porque reconozco que soy muy rencoroso, pero que ando también muy corto de memoria.

El agravio personal es una de las especialidades de Manuel Matamoros. La lista de agraviados por él es larga. A muchos les desilusionará esto que digo. "Ah, ¿entonces se trata sólo de algo personal?", dirán algunos. No, no es solo eso, aunque lo personal sea lo que me haya movilizado, mi motor de arranque en esta andadura que ya va para dos años. Aunque creo a pies juntillas en el carácter pernicioso de primavera Blanca. Muchos de los agredido por la asociación, y o aseguro que son muchos, creen que es una estrategia errónea exhibir esos agravios. Y tienen razón. Interesan los aspectos no emocionales a la hora de decidir la bondad de Primavera Blanca, el posible beneficio o perjuicio de su actividad para el Real Madrid. Hechos, argumentos, eso es lo relevante. Todo lo demás sobra. Sí, pero es que yo no pretendo que este sea un debate racional. Me falta inteligencia social para lograrlo. Incluso para desearlo. Yo solo soy capaz de escribir apelando a lo emocional que hay en mí. Tengo una avería en mi inteligencia social pero mi inteligencia emocional es capaz de actuar a pleno rendimiento, con la precisión y la energía psíquica de un jugador de ajedrez. Es en este apartado donde Manuel Matamoos muestra su avería. ¿A quien es capaz de querer este señor? ¿Cuantos de los que han estrechado su mano creyéndole un amigo se han visto traicionados por él? ¿Logrará el tiempo obturar la brecha en la zona mellada de su inteligencia, como lo hace con la mía? No sé, a medida que pasa el tiempo le veo peor persona.

Sueña el caballero en el cuadro de Pereda con los triunfos militares, con los logros y las riquezas, vive como dormido su vida, ajeno a lo que importa, a lo que le da contenido y no es mera vacuidad, mera vanitas. El ángel andrógino situado tras de él nos dice con palabras mudas, escritas en la filacteria que despliega entre sus manos: "Aeternea pungit, quito volat et occidit". Eternamente agrede, vuela veloz y mata. Se refiere al tiempo, que es un simple fugitivo que solo nos concede una única certeza: la muerte al final del camino. Ay, me estoy poniendo trascendente, pero es que no podía estar menos advertido en ese entonces que estoy narrando de la veracidad de su sentencia.

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