sábado, 18 de diciembre de 2010

El fútbol y sus aledaños (14) - Picando piedra

Picando piedra

Reconozco que el otro día, en la previa del partido ante el Auxerre, saltaron todas mis alarmas. Días después leo en un artículo de periódico esta frase tan rotunda: «Exhibición de los tres “balones de oro” de La Masia. Messi es el mejor jugador del mundo. Y de la historia. Xavi es la representación perfecta del ADN del Barça. Iniesta es el genio de los goles imposibles».

Creo sinceramente que están empezando a comernos la moral. Además por los pies. Y ya van por el cuello, apunto de llegar a la cabeza y sorbernos el seso. Y tampoco hay tanto motivo. Eso es lo que quiero explicar en estas líneas. Veamos, al margen de que en la frase de marras, escrita por un tal Lluís Mascaró, por que choca bastante que de los tres canteranos solo a Xavi se le conceda auténtico ADN del Barça, creo que estamos en un escenario bélico más, ante otro frente de batalla de la guerra dialéctica planteada desde Barcelona y que trata de explicar la situación del fútbol actual desde un punto de vista maniqueo, diferenciando entre buenos y malos, entre los que hacen lo correcto y los que no, tiñendo la tesis con Rojo Congo para que resalten las fibras esclerosadas de la falsa ética.

No hace mucho, el tertuliano de Punto Pelota Frederick Hermel reaccionaba con enfado ante el intento de Quim, uno de sus compañeros de programa, de afear el modo en que los jugadores madridistas celebran los goles. El periodista catalán trataba de extraer de uno de los pequeños show de CR7 una lectura que le permitiese generalizar y calificar al madridismo en su conjunto. «¿Ahora también va a ser el Barcelona quien dicte como se han de celebrar los goles?», exclamo el periodista francés. Me hizo gracia la forma vehemente en que lo dijo, evidenciando un cierto hartazgo e impaciencia, pero también las palabras en sí. Entre otras cosas por que estaba manifestando en voz alta lo que justamente pasaba por mi cabeza en ese momento. Parece ser que los modos del Barcelona son los únicos válidos, éticos y efectivos. Un equipo y un club sin mácula que tiene en el Madrid su antítesis, que le permite adquirir más brillo aun por contraste. Lo cierto es que algunas partes de la teoría del bien y el mal se vienen resquebrajando un tanto en los últimos tiempos. Ese puro vivir en el éxito ha acercado los micrófonos a algunos de sus jugadores más emblemáticos, y alguno que ya se había llegado a creer la teoría, por que lo deseaba y por que los medios de comunicación la empezaban a vender como algo evidente, han sufrido hasta lipotimias al comprobar la prepotencia con la que se conducen algunos integrantes de la plantilla de su equipo. Precisamente los que tienen auténtico ADN del Barça. Mejor no ahondemos en que quiere significar eso, por que nos podemos meter en vericuetos quizás intransitables y seguro que desagradables.

Ha habido que recular. Pero la maniobra es en realidad efectiva. Dejando al margen las cuestiones éticas, se han posicionado en lo sustancial, en lo futbolístico: el estilo de juego, la cantera como fuente principal de los jugadores del primer equipo. Es sin duda un debate más racional. Aunque no exento tampoco de equívocos, de falsas verdades indiscutibles.

Pero, ¿qué fue lo que me alarmó en la previa del partido último partido de la primera fase de la Champions League? Es verdad, aun no lo he aclarado. Lo diré al fin: un deseo casi furibundo de los aficionados del Madrid, mi gente para entendernos, por que jugara algún canterano, a expensas incluso de la racionalidad en la alineación y las necesidades del equipo. El que fuera, cualquier jugador, en cualquier puesto casi se diría, el suyo habitual o en otro en el que se estrenara. La lesión de Dudek fue recibida al mismo tiempo con pena, por ser un jugador entrañable, que con alegría algo culpable, por que daba la oportunidad de debutar en competición oficial a Adán. Un jugador al que recuerdo de cuando participó en el Torneo de Brunete, y no era más que un chavalín gracioso y algo bravucón, y que la noche de la final acaparaba todo el protagonismo en el programa radiofónico El Larguero de José Ramón de la Morena. Los minutos de Sarabia también, a mi juicio sin excesiva calidad, aunque si con mucho atrevimiento, fueron celebrados como un triunfo entre los aficionados merengues. Y en el partido siguiente, esta vez de Liga, los escasamente 3 minutos de Morata, fueron casi más ovacionados que los goles al Zaragoza. Hay verdadera hambre por lucir canteranos en las alineaciones, por que aparezcan en ellas y por que su participación en el juego no sea meramente testimonial. Por eso un intento de desborde Sarabia se aplaudía a rabiar, y los disparos errados contra la portería de Adán se coreaban como paradas ante disparos a bocajarro.

Se pedían más canteranos en el equipo aquella noche, pero a mi juicio no hubiera sido lógico marginar a los teóricos suplentes en beneficios de los jugadores que habitualmente juegan en el Castilla. Si a gente como Granero, los dos Diarras, Dudek, Pedro León, etc., ni siquiera se les da la oportunidad de jugar este tipo de partidos, ¿cuándo se les dará? Más importante aun, ¿Cómo conseguiremos que estén compenetrados con el grupo cuando de forma eventual deban suplir a los titulares sancionados o lesionados? Yo creo que la ansiedad era producto de la necesidad psicológica de empezar a acortar distancias. La imagen de los tres canteranos del Barcelona candidatos al Balón de Oro se ha marcado en la conciencia de muchos madridistas. Conciencia y no consciencia, por que empieza a calar la idea de que algo se está haciendo mal o, en todo caso, de peor forma que el principal rival. Hay que poblar el campo de canteranos a toda costa, confesar los pecados y hacer propósito de enmienda.

Antes que nada habría que aclarar que se entiende por canterano, que porcentaje de pureza en el ADN se requiere para ser considerado como tal. Tal vez habría que descartar a Pedrito y Negredo como tales. En mi opinión las auténticas canteras hace mucho que dejaron de existir, ya lo he expresado muchas veces. En punto de inflexión se produjo en aquella sorprendente final en que el Ajax ganó su última Copa de Europa, concretamente en 1995, con un elenco de jugadores jóvenes, desconocidos y, sobre todo, de muy diverso pelaje, nunca mejor dicho, en cuanto a las razas y procedencias. Aquellos jugadores se convirtieron en estrellas codiciadas en una sola noche. Nada más ganar el torno se procedió al completo desguace del equipo, que fue vendido en su práctica totalidad a los grandes de Europa, incluido su adversario en aquella final, el Milan. El Barcelona se llevó la parte del león, adquiriendo al entrenador y a unos cuantos jugadores. A pesar de sus limitadas posibilidades presupuestaria el Madrid pudo hacerse con los servicios de un jovencísimo Seedorf. Aquel año se pudo formar un buen equipo gracias a que se pujó antes que nadie, antes de que los precios se dispararan, fichando a Mijatovic y Suker a unos precios que en poco tiempo pasaron de escandalosos a económicos.

El equipo de Amsterdam hizo algo revolucionario entonces, consideró por primera vez como propios, como gente “de los suyos” a niños venidos de muy lejos, de cualquier parte del planeta. Durante algunos años se sucedieron los reportajes en publicaciones y programas deportivos de radio y televisión en los que se nos mostraba las zonas de entrenamiento de la cantera del Ajax, en los que llamaba la atención el poco aspecto holandés de la materia prima. También es cierto que a ello contribuía la propia transformación de la sociedad holandesa, receptora de inmigración en aquellos tiempos. El dato relevante es que por primera vez un club había decidido echar sus redes en todo el mundo y convertir a sus equipos inferiores en potenciales receptores de fichajes y refuerzos. Luego el dinero obró con su capacidad transformadora y discriminatoria y otros clubs con mayor potencial económico empezaron a imitar poco a poco el modelo y sacarle incluso más rendimiento. Así, por ejemplo, hubo una determinada época en que el Madrid casi cobró obsesión por el fichaje de jugadores nigerianos, ninguno de los cuales llegó a acceder a la primera plantilla. Imagino que habría un ojeador por allí muy activo y persuasivo para convencer al cuadro técnico de sus propuestas.

Lo cierto es que la verdadera política de cantera la realizaba por aquel entonces el Madrid, que seguía basando su modelo en lo local. El Barcelona poco a poco fue cobrando ventaja al invertir más dinero en el fichaje de niños. Así, destaca que entre las estrellas de pasado mañana del Barcelona escasee la gente de la tierra, gente sin ADN Barça puro. El Madrid, por su parte, ha bajado en los últimos años dos escalones en este apartado, y si hace relativamente poco solía fichar jugadores más o menos consagrados, en la era de Calderón decidió optar por jugadores muy jóvenes, con los que asumía muchos riesgos, y ya más recientemente se ha inmerso del todo en la vorágine de pujar fuerte por los niños con talento. El concepto de cantera ha variado sustancialmente desde que el Ajax mostró el camino del futuro. Todos los clubs han ampliado su radio de acción, en la medida de sus posibilidades. Ni siquiera el Athletic de Bilbao se contenta con la que era su área natural hace un par de décadas. Que se lo digan sino a La Real Sociedad, que ve marchar algunos de sus jóvenes talentos camino de Lezama.

Lo cierto es que aquella estrategia de “Zidanes y Pavones” que proponía Florentino Pérez al inicio de su primer mandato hace tiempo que estaba inventada, y el Barcelona ya la había puesto en práctica con éxito. Se entiende que en la propuesta subyacía la idea de que no era razonable invertir grandes cantidades de dinero donde el talento no es imprescindible, es decir, en la defensa. Puestos a ahorrar mejor en esa zona. Lo cierto es que nada garantiza el éxito, pero rara vez equipos que no tienen talento en todas sus líneas lo logran. Digámoslo de una vez, la cantera nunca ha sido para el Madrid una filosofía sino un recurso. Como para la mayoría de los clubs por otra parte. Hasta hace bien poco era más barato formar jugadores que ficharlos en el mercado futbolístico. Insisto, hasta hace bien poco. Por que ahora también hay que fichar para tener una buena cantera. El Barcelona nos lleva varios años de ventaja en este apartado. Florentino Pérez se avino a pasar definitivamente por el aro el año pasado y ahora también acude a las principales lonjas donde se ofertan niños con talento, como la de Brunete, y puja tan fuerte como el que más. Bueno, todo hay que decirlo, unas mejores condiciones de vida para los chavales en Barcelona que en Madrid ha sido un factor decisivo para convencer a muchos padres de donde estaba el futuro de sus hijos cuando el talento no procedía del propio entorno. Este es otro handicap que el Madrid ha tratado de solventar con las nuevas instalaciones de Valdebebas.

Es muy factible que dentro de unos años también tengamos una cantera con la que “fardar”, en la que sospechosamente abunden los jugadores ligados al club desde los 12 años. Cifra talismán, como la de 40 es en la Biblia. Acabaremos profesionalizando también el fútbol de alevines, si es que no lo está ya, fichando en el periodo de invierno si en lo que va de campeonato no se van cumpliendo expectativas y destituyendo entrenadores como revulsivo.

El Madrid de los años 70 dominó el fútbol español con el equipo de los Garcías, en el que Stielike parecía uno García más, siendo su principal talento, quizá de no mucho relumbrón, el saberse engarzar en el equipo y hacerlo funcionar, más por capacidad de contagiar su desesperación por ganar, su entrega y capacidad de lucha, que por sus dotes de organizador, que también. Ese es el estilo del Madrid en el que yo me formé como aficionado. La cantera dio jugadores, pero no había obsesión por hacer distingos, por analizar porcentajes de pureza en los ADNs, por incluirlos en las alineaciones solo para lucir palmito de club formador. Del Bosque formaba parte de aquel equipo, formó parte de la alineación de lo que supuso el colofón a aquella época, la final de la Copa de Europa del año 1981 perdida ante el Liverpool. ¿Era don Vicente un canterano? Pues no tengo ni idea. Podría consultarlo en Wikipedia o en alguna otra página web. Pero creo que el dato es irrelevante.

Siento mucho decirlo, por que a lo mejor algún madridista aun no lo sabe, pero los tres últimos estandartes de la cantera triunfaron, aparte de por sus dotes innatas, por las circunstancias las fueron favorables en sus comienzos. Tras la marcha de Cañizares, Iker Casillas se convirtió en el segundo portero del equipo, siendo el titular Bizarri. El derrumbe psicológico de este último, que dio muestras evidentes con fallos clamorosos de no poder hacerse cargo del puesto, convirtió de la noche a la mañana al mostoleño en la única opción viable a corto plazo. No hubo más remedió que darle una oportunidad. Urgía una solución por que Bizarri se había convertido en un serio problema. ¿Que supo aprovechar la oportunidad que le brindó el destino?, sin duda. Arropado además por un público que siempre es especialmente cariñoso con la gente muy joven, y más si es de casa

Años antes, Butragueño hizo una rutilante aparición en un partido en que se perdía contra el Cádiz. Fue un debut estelar que se hizo esperar. El no fue el primer integrante de la celebérrima Quinta del Buitre en debutar. Ese honor le cabe a Manolo Sanchis, que curiosamente también fue el que más tardó en decirnos adiós como jugador en activo del Real Madrid. El Madrid iba perdiendo 2-0 al descanso, con gran escándalo de todos por que un año más, e iban tres, se le escapaba La Liga, cuando Alfredo Di Stéfano, entonces entrenador, sustituyó a Santillana por el jovencísimo jugador. Lo demás es historia, olvidado bien es cierto. Marcó dos goles que sirvieron para empatar y luego dio la asistencia para el de la victoria.

Butragüeño fue un recurso en un momento de máxima necesidad, en que había que probar todas las soluciones factibles. Algo parecido le ocurrió a Raúl, su sucesor, que llamó la atención con tan solo 17 años en un amistoso, siendo el desencadenante de que Valdano se decidiera a apostar por él ante el problema cada vez más acuciante y agobiante de un Buitre en horas bajas al que se le apagaba la estrella que le alumbrara en sus comienzos. Es famosa la anécdota, contada infinidad de veces por el propio Valdano, de que fue a verle en el autobús que les llevaba a Zaragoza, el día que iba a ser el de su debut en la primera plantilla en partido oficial, para tratar de calmarle y darle ánimos, y se lo encontró arrebujado en el asiento y dormido. Después de un debut fulgurante en el campo del Zaragoza, aunque sin el premio del gol, aunque lo estuviera rondando durante todo el partido, encadenó varios partidos a gran nivel, hasta consagrarse en el derby madrileño por excelencia, ante el "Atleti", con un gol imposible en el que poco menos que se metió con el balón en la portería.

La cantera del Madrid siempre ha sido un recurso no una filosofía. Cierto es que es hermoso contar con jugadores nacidos en el seno del club, pero entre aquellos en quienes se basa la historia del Madrid abundan los jugadores foráneos. Esto deberían entenderlo al menos los madridistas que además son madrileños. Ese quizás sea el auténtico ADN madridista, el que la procedencia no sea un handicap. Además, la medición de la pureza ya no garantiza nada. Para corroborarlo tenemos los casos de Mata y de Mixta, los dos seducidos por un Valencia que, mire usted por donde, justifica su animadversión hacia el Madrid en la pérdida de jugadores por cuestiones económicas. Léase Mijatovic y el gatillazo de Mendieta. ¿Qué es más feo, tantear a las estrellas de los clubes, que se suponen profesionales, o a sus canteranos, que aun no han alcanzado la mayoría de edad para que el cambio de aires sea menos complicado desde el punto de vista legal?.

Reconozco, y es muy posible que moleste a algunos al leerlo, que sentí cierta zozobra al ver a mis compañeros de afición tan desesperados por ver jugadores de la cantera en la alineación contra el Auxerre. Pesa mucho las proezas de la cantera del máximo rival. Tratemos de emular lo bueno, que es mucho, pero no caigamos en la trampa de obsesionarnos. La lucha comienza mucho antes de que de inicio la batalla con el choque de voluntades. Confianza en uno mismo y capacidad de lucha. Ni lo uno ni lo otro, a pesar de haber abundado a lo largo de esta temporada, se vio en el partido del Camp Nou. Si los aficionados comenzamos a flaquear también esto puede convertirse en un solar. No tergiversemos la historia ni nos obsesionemos con ser lo que no somos. No hay nada malo en nosotros, aunque nos quieran hacer creer lo contrario y parezca que empiezan a lograrlo. El palmarés nos avala, ya lo creo que sí.

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