viernes, 1 de marzo de 2013

El Fútbol y sus aledaños (111) - Insurrección


El Ultimo de la Fila - Insurrección

Insurrección
(Artículo dedicado a @soyvikinga, su primera lectora, la chica que lleva impreso el Madrid en las pupilas)

Fue como venir de la noche, como acurrucarse en el frío de la madrugada, mientras la esperanza se hacía añicos en el malecón de las horas cada vez que trataba de ganar la playa. La noche es un páramo de tiempo en que todos los instantes se parecen y nos hurtan la sensación de progreso. Un 2-6 en el Bernabéu es plena oscuridad, las doce en punto de una guardia nocturna que apenas comienza. Higuaín marcó el primero, es todo lo que recuerdo con claridad. La euforia de comunicar a mi hermano las noticias de la radio. También la exultante soberbia de Xavi Hernández cuando acabó todo. Estos prados verdes son ahora campos yermos, decía, mientras los perros de la guerra no dejaban de ladrar al sentir aun presencias vivas más allá de sus sueños cumplidos. Aquello ocurrió y debió borrarse sepultado por los años. Pero la memoria no se extingue, es sustituida en todo caso por el presente que amarga menos en la boca.

Fue como esperar a que amaneciera a la sombra de las estrellas. Las constelaciones son un endeble entramado, un techo que solo da cobijo a los soñadores. Sobrevivir para escuchar como desgranaba un locutor uno a uno los 5 goles de la desesperanza. Decoración urbana, llamó alguien a ese tipo de juego, lento donde los demás eran rápidos para atajar los miedos, y rápido donde los demás eran lentos por falta de cualidades. Era un campo de judías, escribí entonces, para explicarme a mí mismo porque ni siquiera pisamos el campo de juego. Venimos del temor y la fobia, de esa opacidad del alma que es saberse inferior al adversario. Cosecha de oscuridad, racimos ácidos recolectados mientras el mundo se reconstruía a pasos demasiado cortos. Tan pocos éramos que apenas oíamos nuestros propios lamentos. La soledad del ganador en la derrota es la peor de todas, es una lección que aprendí leyendo en los ojos de Zidane durante su última temporada. Hacia las colinas fue hacia donde huimos para anticipar el alba, y mientras esperábamos tiempos mejores, batallamos contra aquel ejército que nos quería imponer sus doctrinas. Cada uno en su trinchera y ningún dios en la de todos. Adjurar de la fe era la última bala.

Haciendo volar trenes, como Lawrence de Arabia, de eso vivimos un tiempo. Exiguo botín el de rapiñar algunas mentiras transportadas en convoys custodiados a través del desierto. La propia prensa, la mayor parte de las veces, es la destinataria última de sus palabras. Toman y ceden ideas de ese acervo común de obviedades consensuadas que han logrado crear con los años. Fue una guerra de guerrillas, un reunirse en el punto de ataque y luego disolverse la tropa tras dar el golpe. Si resistimos fue porque no teníamos a donde ir, terreno que ceder al enemigo. La verdad no es una piedra que acelere la fuerza de la gravedad, no tiene peso cuando impacta en una cabeza que no la quiere aceptar. Y pronto aprendimos que lo que animaba sobre todo al contrario era el negocio corporativo y no la doctrina, aunque también. Cota cero la final de Copa de hace dos años, y sin embargo a 3 metros sobre el nivel del suelo, el testarazo de Cristiano para alcanzar una victoria inesperada. Resistir en el puesto hasta el momento del contraataque, la misma táctica para el equipo que en La Yihad dispersa por las colinas. La vida es un juego de espejos enfrentados en el que se pierde la referencia de cuál es el reflejo y cuál el modelo.

"¿Dónde estabas entonces cuando tanto te necesité?". Sin cómplices, sin ayudas, sin siquiera palabras de aliento. Contra todos y contra todo. El darnos a conocer fue seguido inmediatamente del primer ataque. "Nadie es mejor que nadie, pero tu creíste vencer". Lo que entonces era refrendo de los argumentado, el resultado de un partido, ha ido dejando dejó de ser válido a medida que fueron cambiando las tornes. El 2-6 era un argumento en sí mismo, hipótesis de partida, prueba de lo propuesto y consecuencia inevitable, como llegaron a creer en la Cruzada tras el 5-0. Pero la igualdad que fue propiciando el rearme moral del equipo que propicio Mourinho, desplazó el debate desde el ámbito de la ciencia y los números, al de la teología. Se ganaba al ser mejores. O, lo que es equivalente, perdíamos porque habíamos caído en desgracia, como el ángel de las tinieblas. Tanta oscuridad nos había convertido en criaturas de la noche. Los estilos futbolísticos pasaron a ser modelos éticos de comportamiento. "Si lloré ante tu puerta de nada sirvió". Sin compasión, la de la prensa fue una labor de exterminio. Que si empezó con el entrenador y sus allegados, se extendió  hasta los propios aficionados que discrepaban de lo que los obispos predicaban desde sus púlpitos en cuanto descubrieron que Twitter nos daba tanta voz como a ellos.

"Barras de bar, vertederos de amor", esta estrofa le encantaría cantarla a Santiago Segurola, que sostiene que Twitter es el punto de reunión predilecto de los borrachos iracundos, que apenas pueden articular con palabras los turbios argumentos que construyen sus cabezas alcoholizadas. "Os enseñé mi trocito peor". El ciertamente lo ha hecho co-dirigiendo Marca y opinan en la radio filial sobre nuestro equipo, quienes lo componen y quienes lo animamos. Un vasco que realmente tuviera miedo a salir a pasear por la calles de Madrid no nos diría esas cosas. Porque si Twitter es como una sucia tasca, las tertulias deportivas son como esos clubs de carretera, que parecen lujosos por fuera, de noche, cuando se encienden los reclamos de neón con la gatita de dibujos animados que hace streep-tease. Pero que solo son prostitución intelectual donde la ciudad y su ley no alcanza, donde no tiene jurisdicción el imperio de la lógica. Pero, que no se apure, ni Bielsa ni Guardiola han visto esa parte de él que tanto le apura, sólo ha escuchado sus elogios de amante. De amante ocasional, pero que en realidad gasta las horas y el salario con otra en casa, a la que humilla y maltrata porque no sabe como zafarse de un amor que ya no le ilusiona. "Retales de mi vida. Fotos a contraluz". Ascendió en la profesión glosando sobre las gestas de la Quinta del Buitre, y ahora es como el pollo del pájaro cuco, que se ha adueñado del nido y precipita al vacío cada huevo viable y cada esperanza fundada. La imagen de los jugadores del Real Madrid celebrando el tercer gol en torno al líder, al ninguneado, al que estorba en los triunfos y es reclamado para testificar en las derrotas, será difícil que se nos borre. Fue como mirar el sol un día de verano y abrasarse la retina, queda la silueta de los que estaban. Foto a contraluz, una imagen cosechada desde la grada, no desde el campo, desde el punto de vista del derrotado, que ahora es otro.

"Me he vuelto a perder una y otra vez... Me quiero defender. Dame mi alma y déjame en paz. Quiero intentar no volver a caer". El problema de la identidad. ¿Qué es ser madridista? A esta pregunta quisieron responder por nosotros los mercenarios de la opinión. El madridismo no es concepto sino un sentimiento. Pero no fue en balde el debate innecesario, nos obligaron a reflexionar sobre lo que somos, a aguzar el oído para escuchar lo que el corazón dice cuando es exigido. Son de los nuestros quienes sienten como nosotros no quienes cumplen algún decálogo difícilmente consensuado. El señorío, el juego preciosista, jugar para la gloria y no el resultado, el estilo de juego invariable, cantera y no cartera, aceptar la supremacía del otro. "Pequeñas tretas para continuar en la brecha".

Pero no, todo ha cambiado. Nuestra supervivencia está asegurada. Hasta la banda sonora de la vida mientras escribo ha cambiado. No hay lamento sino celebración, no es noche sino la testuz del alba golpeando la línea del horizonte con su casco vikingo. Se acabaron las vísperas sombrías maceradas de miedo. Se acabó el luchar en el terreno elegido por el enemigo. El Fútbol no es una propuesta de cómo debe ser el mundo sino de cómo hay que sentirlo. Atrás empiezan a quedar más victorias que derrotas, como siempre fue, más luz que tiniebla. Y mientras la luz de la mañana se extiende por la llanura bajamos de las colinas para recuperar lo que es nuestro, para añadir al collar de la diosa la perla de otro siglo de supremacía. Tras la nieve vino la primera, probando la predilección del mundo por el blanco. Jump.

Van Halen - Jump



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