Gorrión
Ahora entiendo por qué he sido siempre un hombre gris y taciturno. Porque la vida me mantenía separado de ti. No soportaba la lejanía de tu piel. Conocía ese temblor que percibo en ti cuando estoy en tu presencia. Es la misma vibración en las palmas de mis manos cuando tengo entre ellas un gorrión. Quererte es como jugara atrapar un pájaro, un pasatiempo infantil, una victoria que si se llega puede colmar de gozo y emoción el alma de un niño. Tu tacto es el del plumón, cálido porque un corazón celérico late debajo de él. Conocía la sensación antes mucho antes. Por eso trato de recordar cuál de ellos eran tú, en que nido capturé tu cuerpo por primera vez.
Amanece mientras de miro. Estás dormida junto a mí y nuestra cama es un gran patio de recreo, un jardín donde jugara ser naturalista, donde descubrir lo que quiero ser de mayor cuando al fin despiertes. Ser el manantial donde abreves el agua fresca y reboces alborazada en luz líquida tus plumas entre trinos y batir de alas. Las sábanas son cielos en los que has de volar para mantenerte libre y hermosa. Acerco los labios para besar tu frente y luego abro las manos. El día comienza cuando abres los ojos.
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