lunes, 9 de julio de 2018

El Fútbol y sus aledaños (201) - El McGuffin


El McGuffin

Soy propenso a la torpeza, pero hay momentos en que me supero con creces. Por ejemplo, ayer por la tarde. Hay días en que parezco un miriápodo sobre una hoja de morera atacada por la larva de un gusano de seda. Cierto, una metáfora especialmente larga y de formulación demasiado prolija. Una de esas que te ves obligado a explicar nada más la utilizas. Un miriápodo, como su nombre casi indica, es un mil pies, y una hoja de morera atacada por la oruga de esa mariposa es una superficie profusamente bacheada. Dice el adagio que cuántas más explicaciones has de dar por aquello que dices más desafortunado has estado al decirlo, ya sea por contenido, contexto o destinatario. Esta ley es quizá más válida en Twitter que en ninguna otra parte, un mundo hecho sólo de palabras y en donde tuve ayer que dar muchas más explicaciones de las que juzgaría convenientes.

La culpa la tuvo Coldplay que me hace entrar en comunión con la vida. Otros se dopan con sustancias químicas o derivados de los alcaloides, yo lo hago con música pop. Si al menos lo hiciera con música clásica que procura equilibrio a quien la escucha. El caso es que cuando tengo la autoestima por las nubes me vuelvo locuaz y me persuado a mí mismo de que soy ocurrente. Una combinación potencialmente peligrosa, como fumar en la Santa Bárbara del barco cuando la singladura no está teniendo novedades, como merendar un pepito de ternera en el zoo dentro del coso de los tigres. ¿Para qué arriesgar cuando estamos disfrutando? ¿Verdad? Pero si no existiera el error, si no hubiera grumos en el entramado de fondo, no habríamos evolucionado, nada interesante habría derivado del Big-Bang. Lo decían Charles Darwin y Fred Hoyle.

Doy ejemplos, que lo mismo no se me entiende y en ese caso, ¿para qué mi esfuerzo y el del que me lee? Una chica -Por si no lo habían adivinado ya, esto va de mujeres, aunque la idea es que en algún momento del futuro acabe hablando de CR7 y de Hitchcock y es probable que lo consiga. Vamos a ver, ¿a quién puñetas le importa meter la pata con ellos?- colgó una foto con un diseño de Agatha Ruiz de la Prada. Como pie de foto hizo un comentario jocoso que ahora no recuerdo. ¿Por qué será que nos cuesta tanto recordar los aciertos de los demás y tenemos memoria fotográfica para los nuestros errores? La modelo de la imagen llevaba un vestido confeccionada con una tela con estampado a cuadros, como el de los manteles de los restaurantes especializados en menús baratos. Los bolsillos tenían forma y colores que les habían parecer huevos fritos, perfectamente emplatados como le gusta al cascarrabias de Master Cheff. Y por sombrero llevaba un tocado que aspiraba a ser algo que evocara en el espectador una pistola. No la que podría querer un suicida, que tampoco soy tan crítico con la diseñadora, bastante purgatorio pasó ya aguantando a Pedrojota como para azuzarla con el tridente por puro capricho, sino las que venden en las panaderías. Ante esto esta fue mi réplica: “Luego le dices a una chica que está para mojar pan y te ahorcan por machista”. La tuitera trató de calmarme recordándome que en los tiempos que corren es aún más improbable que te ahorquen por machista que el que te retengan mucho tiempo en la cárcel siendo violador o asesino. Debí hacer caso a las señales y no saltarme el semáforo en rojo, pero ya digo que iba borracho de “Lovers en Japan” y “Viva la vida”. Así que en vez de frenar pisé el acelerador, y lo mismo no lo hice por error. La euforia tiene estas cosas. Le dije que echaba a faltar el embutido, aunque al final por una vez las explicaciones sirvieron para algo. Le expliqué lo que es el farinato, un embutido salmantino cuya gracia es que está hecho para mojar en la yema. Si el pan se convierte en innecesario no hay cabida para el chascarrillo -que para mí que va implícito en las intenciones de Agatha Ruiz de la Prada. Vamos, no me jodas. Luego los malos somos nosotros que no tenemos ni voz ni voto en el asunto del largo de las minifaldas-. En definitiva, que muerto el perro se acabó la gracia en el machista. Pero ahora que lo pienso, no sé si esto del perro es metáfora válida para lo que trataba de decir en mis explicaciones de disculpa o lo es más para un ahorcamiento en la plaza pública. A veces soy tan rebuscado que ni yo mismo me encuentro sentido. Cierta tuitera cuyo Nick no recuerdo ahora me llamaba Rokkokó. Mentira, con ninguna otra he metido más la pata.

Pongo otro ejemplo para ayudar a fijar conceptos. Otra tuitera colgó también una foto con comentario jocoso adjunto. La imagen era la de una pared en la que había un graffiti. Alguien, suponemos que una fémina, pero tal vez eso sea pensar de forma sexista, decía estar harto de tanto mundial y serle más urgente para su felicidad encontrar un “nobio”. En la probable falta ortográfica es donde residía la herida por la que se iba a inocular el veneno de la broma. La tuitera aducía que más perentorio aún para la graffitera que encontrar pareja era que alguien le regalase un libro. Aquí no me movió el afán de hacer gracia o, al menos, no fue el único móvil para mi salida de pata de banco. Detesto los comentarios hirientes hechos a costa de la quién sabe menos o lo expresa peor por un déficit de cultura. ¿Qué sabemos acaso de lo que pueda haber detrás de una falta ortográfica? Yo tuve una novia colombiana que apenas sabía escribir, a pesar de que me juraba con un enorme desparpajo que había sido universitaria. No distinguía entre la “c” y la “s”, no sabía cuándo correspondía usar una u otra en ciertas palabras para ella de ortografía ambigua porque a falta de suficientes dictados siendo niña escribía según hablaba. Y sin embargo nunca he escuchado un castellano más hermoso que el que ella ceceaba. Normal, nunca he conocido a mujer más hermosa por dentro y por fuera, en lo que hacía y lo que decía. Su casa familiar allá en su Antioquía natal era en un palafito en un pueblo de pescadores donde las ratas confundías los dedos de los pies descalzos de la gente con golosinas. Mira, algo así le pasó a Lukaku en su infancia. Sería mezquino mirar a ver si firma con cas o con cus. Reírse de la falta de preparación de los demás me parece la forma más pedante y odiosa de prepotencia. En fin, que le dije a la tuitera que yo más que una falta de ortografía veía un intento en la solicitante de acotar en las caracteríticas de su pedido, que muy probablemente había querido escribir “nubio” y el spray le había jugado una mala pasada embadurnando en exceso la pared y cerrando la “u” la pintura derramada sin querer. Vale, aquí la grosería está mejor camuflada. Por si alguien no ha caído aún haré el spoiler, nubio suele utilizarse como eufemismo. Nubia era mi ex y en lo físico estaba extraordinariamente dotada, aunque a ella le encantaba que la llamasen negra. Pero el problema no residía en qué había dicho sino a quien. Por un lapsus al cliquear no contesté a la autora del tuit sino a otra persona. Que para mayor fatalidad también estaba hablando de novios -Serendipia llaman a eso si acabas descubriendo la penicilina en una de las placas Petrie en las que has distribuido el desaguisado-, está vez con la intención clara y con su uve pertinente. Del suyo concretamente y de quería tener cierta parte de él dentro la boca. No, no me lo invento. Ella es así de alegórica. Y la cosa es aún más grave de lo que ya parece: por esta chica he suspirado no poco a través de las eras de media docena de noviazgos suyos. Suspiros que por virtuales que hayan sido no me han dolido menos a este lado de la frontera con Matrix. Cuando me hizo fav de la ocurrencia, básicamente que quería un novio nubio para tener esa parte lo más adentro posible y para sentirse completamente colmada, quise que me tragase la tierra y me escupiese al infierno. Vamos, que la realidad hiciese garganta profunda conmigo. Mal arreglo ha tenido este embrollo, ya lo confieso. Gracias a Dios no lo había entendido del todo y la notificación era mero trámite por aquello de las antiguas amistades. He borrado, pero el mal ya estaba hecho. Tampoco era cosa de darle tiempo para que se pusiera a darle vueltas al asunto.

Y éstos solo son dos ejemplos de los muchos posibles. Mi capacidad para tropezar solo es equiparable al ya mentado artrópodo en la ya mentada hoja asolada por la ya mentada plaga. Ayer para mí Twitter fue como una inmensa morera completamente agusanada. Al final del día hacía promesa de voto de castidad y de silencio para el día siguiente, o sea, hoy. Mi amigo @soymadridista, la única celebritie de Twitter -me refiero a ese selecto club de cuentas con la escarapela azul junto al Nick que garantiza su autenticidad y descartan el fake- que aún me dirige la palabra, me hacía saber que no estaba dispuesto a tener que soportar mi silencio. Ruiz Quintano y Jorge Bustos se aburrieron de mí hace tiempo y me hicieron unfolow, y Sara Sálamo me dirigió la palabra una vez y no ha querido repetir experiencia. Adivinen por qué. No a ver, que la chica es ecologista y no se me ocurrió otra cosa que defender la tauromaquia en una respuesta que se convirtió en hilo. Lo hice por hacer debate serio, para que viera que para mí es mucho más que una cara bonita. Claro, todo es siempre susceptible de haber discurrido de una forma aun peor a como fue o con más funestas consecuencias. Que se yo, pude haber confundido a Isco con Makelele, que es un traspiés más en mi línea, por lo que parece. Lo mismo un día que vaya hasta las trancas de Kool & The Gang o Earth, Wind & Fire. En fin, que si escribo esto es en agradecimiento a don Miguel, que además me proporcionó mi único momento de lucidez ayer en Twitter. Tuiteo algo muy interesante sobre CR7 que me hizo pensar. A saber que un compañero de la selección portuguesa, Bruno Alves había dado su opinión sobre El McGuffin de la temporada que viene madridista:
«Bruno Alves, compañero de selección de Cristiano durante 12 años, en un acto ayer en Póvoa de Varzim: “A Ronaldo le gusta motivarse y para él era importante un nuevo desafío: Claro que va a tener éxito en la Juventus"».
Lo que le repliqué supone el único tuit que salvaría de la quema por lo que respecta a ayer:
«A nosotros también nos puede motivar el tenerlo en frente. Pasó con Mourinho. Este cuento podría tener un desenlace inesperado. No necesariamente bueno para nosotros».
Y es que por una vez estoy muy de acuerdo con lo que dije. Estuve a punto de haber añadido que para mi CR7 se va a convertir en el McGuffin del relato de la próxima temporada. No habrá otro tema ni habrá más motor de avance en la narrativa del curso que se avecina. Un McGuffin es un concepto que le gustaba mucho utilizar a Hitchcock. Podemos definirlo como ese elemento de la historia que nunca llega a definirse del todo pero que sirve para que ésta se precipite hacía su desenlace, tome velocidad de crucero, para que los personajes interactúen y emprendan acciones, para que en los diálogos haya un asunto del que poder debatir cuando los más habituales (te quiero, te necesito, no te soporto, batámonos en duelo, tomémonos unos güisquis en la cantina, etc.) se han agotado o están en stand by por que la trama atraviesa un tramo sin flujo de corriente. Un McGuffin es la cartera que los mercenarios contratados por el IRA tienen que robar a los rusos en la película “Ronin” (John Frankenheimer, 1998). Cada vez que alguien abre el dichoso maletín, siempre lo hace con la tapa superior ocultando el interior a la cámara. Nunca vemos que es lo que contiene ni se nos ofrece ninguna pista acerca de su naturaleza. Solo que brilla e ilumina el rostro a quien lo contempla, pero bien podría ser una licencia poética del guionista. En realidad es lo de menos. Lo importante es que la disputa por la posesión del McGuffin entre Natasha McElhone, Jean Reno, Robert de Niro y Stellan Skarsgard es lo que permite que el relato tenga un planteamiento un nudo y un desenlace, que los personajes se disparen entre ellos, que formen alianzas, que las traicionen, que surjan odios y amistades. Otro McGuffin muy parecido es el maletín que John Travolta y Samuel L. Jackson han de recuperar para el mafioso para el que trabajan y que está en posesión de la banda de camellos adolescentes en la película “Pulp Fiction” (Quentin Tarantino, 1995). Aquí también brilla el contenido y tampoco sabemos que es. Da igual, es lo de menos.

CR7 va a ser el McGuffin en los próximos capítulos del devenir del Real Madrid. Su ausencia, su recuerdo, la rabia por su deserción o la solidaridad porque creer que se le ha tratado injustamente, será lo que muchas veces motive a afición y la plantilla, lo que nos dará motivos para discutir o para alcanzar consensos y objetivos comunes, lo que nos dará una unidad de medida para evaluar el desempeño de los jugadores y los logros alcanzados. Algunos dirán que su eventual sustituto no está a su altura o que ha hecho que lo olvidemos, que el equipo sin él ha perdido su identidad o su pujanza, o que se ha liberado pro fin de lastres y ataduras. Qué se yo, no sé qué puede pasar porque aún no he visto esa película, no se estrena hasta finales de agosto, pero sí sé que habrá continuos flashbacks que nos traerán escenas por él protagonizadas o trailers de filmaciones en su nueva franquicia cinematográfica. Tampoco sé si a la postre todos esto será positivo o negativo. Cabe la posibilidad que el rendimiento del colectivo, en el campo y en la grada, merme sin su presencia, pero también que constituya un acicate que haga que mejoremos las expectativas. Ya ocurrió con Mourinho, como decía en mi tuit. Recuerdo la alegría de los disidentes cuando se ganó aquel bolo de verano al Chelsea, la rechifla de los mourinhistas, no exenta de cierta base, por la euforia con que Marcelo celebró la victoria y cada uno de los goles. Parecía exagerado, algo incluso impostado, pero lo cierto es que aquel McGuffin seguía siendo motor de avance en la final de la Supercopa de Europa el año pasado, ahora con otro rival, el Manchester, pero con el mismo contenido brillante en el interior del maletín.

Que CR7 busque nuevos retos en la Juve, como dice Alves, es un punto de vista que me cuadra bastante. Es algo que ya hizo al saltar del Sporting de Lisboa al Manchester y, luego, cuando pasó del United al Real Madrid. No solo me cuadra sino que creo que ayuda a clarificar el ambiente, a descargar la atmósfera. Alguien argumentaba hoy en Twitter, creo que con buen criterio que la Juve es una magnífica última etapa. Podría ser bajar un escalón respecto a jugar en el Bernabéu, aunque será mejor que no prejuzguemos, pero sin duda asegura una base sólida sobre la que poder construir algo grande. La hegemonía de la Juve en el Scudetto parece indiscutible, con más razón debería serlo con CR7 en sus filas, así que los logros para alguien tan hambriento de ellos parecen en principio asegurados. Además, la Juve ya ha rondado la consecución de la Champions varias veces en el último lustro. CR7 bien podría ser la gota que haga que se desborde el vaso de la alegría en la Vecchia Signora. El viaje de Zidane en sentido contrario ya ayudó a llenar un vaso que no se colmaba desde hacía más de 30 años. Si vemos el asunto desde esta óptica en vez de ponernos a discutir sobre quien puso más o fue menos querido por el otro, como si se tratase de la letra de una canción de Pimpinela vamos a necesitar terapia de pareja incluso después del divorcio. A mí, por de pronto, la noticia de que CR7 piensa despedirse con un frío comunicado me tiene más colérico y despechado que la protagonista sufridora de un culebrón colombiano. ¿Cómo se atreve el licenciado Cristiano Ronaldo Frabricio de Jesús y de todos los Santos? No me lo creó, doña. Que pudiera llegar a ser tan verraco y malparido.

Al final reconozco que silencio no ha habido, aunque hoy he preferido dejar la parte del león de mi monólogo para la cuenta de Blogger. No sé siquiera si he llegado a planteármelo en algún momento o ha habido un magnífico postureo. Aunque ayer tenía mil esguinces de tobillo tras tanto traspié verbal desafortunado. También soy rokkokó en mi forma de administrar mis sentimientos y me surgen las dudas de cómo habría reaccionado si @soymadridista no hubiera salido en mi rescate. Solo sé que se me quiere, y que la certeza no surge tras alcanzarse una determinada cantidad de pesetas. Este blog siempre ha sido sin ánimo de lucro, incluso cuando surtía a varias páginas webs madridistas. Cuando meto el cuezo es por mero amor al arte, en plan amateur, en todos los sentidos de la expresión. No obstante, habrá que interactuar menos que hay bochornos para los que ya no tengo capacidad digestiva. En todo caso mi McGuffin, mi motor de cambio y de avance, lo que brilla en mi Time-Line sin que sepa la naturaleza de lo que estoy mirando porque la cámara no quiere mostrármelo, son siempre mujeres. Estaría bien que aprendiese a gestionar este asunto sin tener que acabar siempre pidiendo socorro a algún señor Lobo de guardia. Gracias a Dios @soymadridista es un tío y los derrapes con él van a ser menos probables. Al menos lo era la última vez que lo vi. Por cierto, cierta vez, hace mucho tiempo, intimé con una transex. Ahora las llaman transgénero como si fueran artefactos cibernéticos manufacturados en una factoría de Sony o Mitsubishi. Cuando la vi desnuda me quedé petrificado. Era como la Venus de Milo pero con el acabado que le dio Miguel Ángel a su David de mármol de Carrera. A lo mejor el David de Danatello se acerca más a lo que trato de expresar por su actitud más andrógina, pero al ser de bronce, con mayor capacidad para fluir en función del calor, en vez de material pétreo, mucho más indiferentes al cambio de temperaturas, me asaltan las dudas. Le dije: "Eres como un ser mitológico. Qué sé yo, como un unicornio o una esfinge", Trataba de ser un halago, hecho desde la admiración más absoluta. Jamás me había enfrentado a algo así en toda mi vida. Ni siquiera tenía noticia de que fuera posible. Y me parecía algo cargado de misterio y de belleza imposible. El alarde de una imaginación más fecunda que la mía. Era hermosa hasta alcanzar la escala de lo emotivo y estoy casi seguro de que no lo sabía. Tenía ganas de servirle de faro en el descubrimiento de esa costa tan alejada quizá de sus expectativas, pero maldita la gracia que le hizo mi comentario. Mohín de reproche y a vestirse de nuevo todo el mundo. Me vuelvo inmiscible en lo femenino en cualquiera de sus facetas en cuanto abro la boca..



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