Alanis Morisseti - "Hand In My Pocket"
Un nuevo hobby
1.- A medida que pasan los años me gusta cada vez menos discutir. Discrepar incluso. La razón es obvia, aparte de la lógica pérdida de fuelle vital.
2.- Cada vez es más frecuente que en mitad de una discrepancia, en especial si no es amistosa del todo, me recuerde a mí mismo en algún momento del pasado sosteniendo la postura contraria.
3.- Cambiar de trinchera es un negocio en el que todos somos operarios altamente cualificados. A veces es un simple cambio de punto de vista, de sensibilidad, una nueva priorización de objetivos, una reevaluación de aliados o adversarios.
4.- Otras un nuevo dato que se ignoraba y que lo cambia todo, como el ácido que cae gota a gota sobre una solución tampón hasta hacerla cambiar de color.
5.- Tendemos a despreciar lo obvio, lo cotidiano, lo que abunda en nuestro entorno. Lo raro, lo escaso, lo inhabitual es el patrón oro de nuestros afectos y nuestras estimas. Y, sin embargo, lo que nos rodea a diario es nuestra verdadera patria. Y mi país está poblado por plátanos.
6.- Pero lo estoy explicando mal. Tengo nuevo hobby, quien sabe si una profesión si se me hubiera ocurrido antes: la arboricultura, el estudio del árbol desde todo punto de vista, en especial de la estabilidad, para evitar que se desplome sobre nuestras cabezas como si fuéramos galos.
7.- No sé porque llegué a la conclusión de que el plátano de sombra era un recién llegado a la ciudad, un advenedizo a una generación vista en el paisaje urbano. En mi barrio no sé plantaba otra cosa cuando empezaron a trazarse calles y aceras allá por los 60s.
8.- Una moda, me dije. Solo el cinamomo, la Melia azedarach, compite con el plátano de sombra en cuanto a número de ejemplares ocupando los alcorques en los aledaños del estadio Bernabéu, que es donde vivo.
9.- Y por ese acostumbrarse mi ojo desde niño a su corteza multicolor y a sus hojas pelosas y palmeadas, como las del arce, decidí relegarlo a un rincón de mi abotargada capacidad de asombro. Que lo creyera forastero vino a empobrecer mi calificación, xenófobo que es uno a veces.
10.- Y, aclarémoslo ya, no podía estar más equivocado. Vaya un dato por delante para abrir boca. Dicen que fue Cimón, el hijo de Milciades, el héroe de Maratón, quien plantara plátanos en el ágora de Atenas para hacer más llevadera la canícula estival a sus conciudadanos.
11.- Ágoras, foros, plazas, el plátano es el árbol urbano por excelencia de las ciudades europeas desde el arranque mismo de la civilización occidental. Un respeto para el plátano, oiga. No, si se lo digo más que a nadie a mi yo del pasado.
12.- Pero sigamos por esta senda, que es la que quería transitar desde un principio: Platón ambienta su diálogo entre Sócrates y Fedro, sobre la inmortalidad del alma nada menos, a la fresca sombra de un plátano.
13.- Y si bien es verdad que hay otros árboles más longevos: el tejo, el ciprés, la misma secuoya, a la hora de perdurar tampoco es manco el plátano. Afirman que a la sombra de uno de ellos Hipócrates, el precursor de la medicina moderna, impartía sus lecciones a sus alumnos.
14.- Un árbol, por cierto, que aun vegeta 25 siglos después y que se alza orgulloso en una plaza de la isla de Cos, en el egeo. Bajo esa misma fronda dicen que San Pablo predicaba las enseñanzas del Maestro en el albor de la era cristiana.
15.- Longevo y sabio, porque más sabe el Diablo por viejo que por Diablo, el plátano ha cobijado y acunado la cultura europea desde que esta empezó a echar sus primeros dientes al resistirse al empuje de Darío I en aquella playa que distaba exactamente 42.195 metros de Atenas.
16.- Cuenta Herodoto que el hijo de Ciro, Jerjes, cuando marchaba hacia Grecia al frente de la tentativa 2.0 del imperio aqueménida de fagocitar Europa, a su paso por Lycia vio un inmenso y majestuoso plátano.
17.- El árbol iluminó su mirada. Ordenó montar su tienda al pie del tronco para poder pasar la noche bajo el manto de sus ramas y engalanar éstas con panes de oro, como si de construir una nueva bóveda celeste llena de brillos nocturnos se tratase.
18.- Uno de los inmortales de su guardia personal quedó a cargo de la vigilancia de tan espectacular ejemplar. Hubiera venido bien para los de hoy día a los que cualquier aprendiz de jardinero prescribe una poda.
19.- Por muy persuasivos que sean Frank Miller y Zack Snyder en su 300, ya lo decía Gore Vidal en su novela "Creación", esa historia que tuvo su capítulo final en Platea, se ha contado casi siempre mal, de forma interesada al menos.
20.- Donde está la barbarie o la excelencia, lo inusual o lo tedioso, es una cuestión de puntos de vista, y estos cambian, eso ya lo sabemos quiénes recorremos el sendero ya en el trecho de regreso.
21.- Hace 20 años, que no son nada, afirma el tango, un hemíptero, una chinche, para entendernos, la Corythucha ciliata, tan bella como mortal, amenazaba con extinguir los plátanos del viejo continente. Ese era el miedo que había entonces.
22.- El insecto pica con su trompa con forma de jeringuilla las hojas del plátano, y, al hacerlo inocula un hongo en el torrente sanguíneo de la planta, la Apiognomonia veneta, causante de la enfermedad de la antracnosis.
23.- La antracnosis provoca derrames en los vasos de las hojas, que dejan de ser funcionales. En los 90s aquello parecía un jaque mate en toda regla, como lo iba a ser la grafiosis para el olmo. Y dos décadas después la vida vegetal, ha coronado sus peones en las aceras de Madrid.
24.- Cambiar de opinión no debería avergonzarnos, tampoco descubrir lo poco que sabemos sobre aquello de lo que opinamos. Bueno, esto último sí. Pero el que tiene boca se equivoca y provoca la estéril discusión.
25.- No hace mucho hice saber a uno de mis profesores en el curso de arboricultura mis objeciones al plátano: Vulgaridad en la repetición de su presencia, liviandad por la fragilidad de su salud, tedio por conocerlo desde siempre.
26.- Yo pensé que caminaba entre simples mortales y descubro que lo hago entre gigantes. Cuenten que viví en los tiempos de Cimón y de Julio César, que dejara crecer uno de ellos en su villa de Córdoba, al que regaba con vino durante sus orgias.
27.- Los romanos copiaron de los griegos su gusto por los plátanos, nosotros de los primeros. Si hay plátanos en Madrid es porque siempre ha sido así, en sentido estricto y figurado, y porque es lo acertado.
28.- Pocos árboles viven con menos y aguantan mejor la continua agresión que supone un entorno urbano. El árbol es convecino nuestro.
29.- Un plátano es capaz de mantenerse erguido aun con su tronco podrido y casi hueco por el ataque de los hongos xilófagos que se comen sus entrañas.
30.- Como el de los toros en La Ventas, su máxima es morir de pie vomitando el corazón por la boca y hacer brotar el chorro en la dirección que marca la espada.
31.- Plinio el Viejo asegura en su Historia natural que el cónsul romano en Lycia, un tal Lucinio Muciano, pudo dar un banquete para dieciocho comensales en el interior de un tronco de plátano.
32.- Y que no hubo estrecheces de espacio lo sabemos por ese mismo cronista. Y ya sabemos que a los romanos les gustaba permanecer recostados durante los ágapes.
33.- Tres juegos menos de cubiertos tan solo tuvo el festín que organizara Calígula en La Veletra en el interior de otro plátano, y empiezo a pensar que por donde se precipitara el conejo de Alicia fue por una de estas cavernas vegetales.
34.- Ahora que vuelvo a ser pobre paseo bajo el dosel de copas de los árboles de las aceras tratando de identificar especies por la corteza de los troncos. ¡Qué vulgaridad usar las hojas, flores o frutos como elementos de diagnóstico!
35.- Placeres gratuitos que ofrece la ciudad. Y ninguna tan arbolada como la de Madrid, a la que sólo supera Tokio en su obsesión por poblar el horizonte de arbolado.
36.- Paseo con una mano en el bolsillo y la otra presta a dar cinco por lo alto a quienquiera que se cruce conmigo, y son los plátanos quienes más fácil me lo ponen con su corteza que parece diseñada por Roy Liechenstein o Andy Warhol.
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