Soneto Cinco
Siempre tras una insalvable lejanía
No sabría que definir lo que sentía
combatiendo con al noche en la espesura,
avanzando por tu cuerpo sin premura
siempre tras una insalvable lejanía.
Un estruendo de color me retenía
en el linde del temor y la amargura,
fascinado por la luz de tu figura
que entre negro y resplandor se debatía.
Se escuchaba el chorrear de la distancia
y un sonido entre mudo y desespero
adherido al decir grave de la Luna,
un sonido solo audible en la ignorancia
y un perfil de manos de rozar certero
deslizándose a ras de agua en piel ninguna.
11, 13, 15 y 16 de septiembre de 1984
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