sábado, 26 de marzo de 2011

Reglas de protocolo en Twitter (2) - Te sigo si tu me sigues

Te sigo si tu me sigues

Que te siga alguien más desde luego produce una gran alegría, es algo que no cansa nunca, de lo que uno no se sacia. Acaricia tu ego al tiempo que te da la oportunidad de conocer a gente nueva. Además, los comienzos son duros. Tu TL parece una parcela con valla dentro del inmenso territorio Twitter. "¿Y esa gente -te preguntas cuando investigas los followers de tus seguidores-, dónde se mete?". A medida que la cifra aumenta lo que al inicio de la andadura virtual parecía una angosta estancia, se convierte primero en una enorme casa y después en ancha es Castilla. Quizá llega un momento, que creo estar experimentando precisamente ahora, en que la TL vuelve a parecer de nuevo estrecha por tanto twit editado que abarrota la pantalla del PC, a veces a un ritmo que supera tu capacidad de lectura cuando ocurre algo que excita al colectivo, por ejemplo, un corte de pelo de Justin Bierber o la expulsión de la más pendona de la edición en curso de Gran Hermano.

Pero, ¿tan importante es que aumente la cifra de aquellos que te siguen? Pienso que hay básicamente 2 estrategias para recolectar seguidores. Una es caminar despacio haciendo follow a gente muy escogida, recomendada o descubierta en las encamisadas que se realizan de forma encubierta. Vale, lo explico. En tiempos de Los Tercios, los soldados españoles realizaban salidas nocturnas a los campamentos de sus enemigos para cobrar víctimas amparados por la oscuridad y la confusión de la noche. Para distinguirse entre ellos y evitar el espadazo amigo portaban la camisa por encima de la coraza. No se los demás, pero yo a veces entro en las TLs del prójimo y hago saqueo apropiándome de alguno de sus seguidores. Si se suma poco a poco a gente y se aceptan las propuestas de quienes te suman a su pantalla, el crecimiento será lento pero seguro, sin grandes retrocesos.

La otra estrategia es hacer follows masivos con la esperanza de que un porcentaje aunque rácano de reciprocidad te devuelva una cantidad nutrida de nuevos seguidores en cada oleada. Gente que te llega en tromba. Si ya es difícil atender a todos cuando te llegan de uno en uno y te roban tiempo a los que ya seguias, mucho más debe serlo cuando irrumpen por docenas, cuando experimentas una granizada de follows. No me convence este procedimiento, aunque he de reconocer que a menudo compruebo como algunos logran en unos pocos días un séquito de seguidores que a mi me ha costado meses conseguir. Si lo importante es la cifra la discusión es en balde. Si la calidad preocupa ya tenemos debate.

Luego está ese asunto de las cuentas temáticas y de la gente que se expresa con otras lenguas. Si me suma un finlandés, pensemos que por error en un follow masivo, ¿tiene sentido que haga follow-back si nos vamos a  comprender el uno al otro? En este mismo orden de cosas, ¿que interés puedo tener en seguir una cuenta que me proporciona información sobre propuestas de trabajo en Jakarta, o sobre las oportunidades de inversión en la Bolsa de Milano? Claro, habrá a quien si le venga al pelo, pero a mi desde luego que no. Si la idea es tratar de consolidar a ese seguidor correspondiéndole en su seguimiento, en un acuerdo tácito de "yo te sigo si tu me sigues, aunque maldito el interés que tengo en leer lo que tengas que decirme", lo comprendo. El prestigio se mide sobre todo en número de seguidores. Se afina el análisis midiendo la discrepancia entre seguidores y gente a la que se sigue. Cuanto mayor es la diferencia a favor del primer parámetro mayor parece ser el prestigio. Otra forma de formularlo cuanto mayor es la espectación que causo entre los demás y el desdén que ellos provocan en mí más interesante parezco. ¿A que mola? Se premia el ser antipático a cambio del cariño recibido. Vale, tampoco es eso. Aunque a veces sí, aunque de eso ya hablaré otro día.

El hambre de progresar es a veces tanta que no es raro ver twitteros con cientos de seguidores antes de haber editado su primer tweet. Aparecen en este rincón de Matrix y, antes siquiera de salir del cascarón, de enseñar la faz de la cara o del alma en el avatar, follow masivo que te crió, que en mayor o menor porcentaje es correspondido, logrando pingues beneficios. Tengo por norma no sumar a nadie que no haya escrito algo, preferentemente en Castellano. El límite de lo exótico en este terreno lo comprobé hace poco cuando pude ver que alguien había hecho FF a un twittero aun por estrenarse. Échale guindas al pavo, que yo le echaré a la pava, azúcar, canela y clavo. Aún tirito al recordarlo. Ese twittero apareció entre mis seguidores y a los pocos días desapareció, sin dejar ningún rastro de palabras. Eso sí, dejó tras de sí la estela de una estrella fugaz, habiéndome duplicado en número de seguidores antes de desvanecerse en la nada. Tengo por seguro que si no me atuviese a estas sencillas normas tendría muchísimos más followers. Me asusta pensar cuantos.

Luego están esos otros que van a nunciando la cuenta atrás hacia las cifras redondas. "Me quedan tantos seguidores para alcanzar tal cifra. Ayudadme". Hace poco me anime a dar tal ayuda. Era una chica y soy incapaz de decirles que no cuando parecen merecerlo y, ya sabeis, siempre lo merecen, uno quiere pensarlo. Pedía ayuda para alcanzar los 90 followers. La sumé a mi TL. Hasta me presente y tuvimos un cruce de tweets chispeante y lleno de jajas. A los 10 días o así, después de comprobar que esa ayuda que le había dado parecía pensar que yo no la necesitaba le hice unfollow. Se lo expliqué: "Me pediste ayuda para alcanzar los 90 y ya estás en los 100 seguidores. Ya no me necesitas. Así que me retiro después de haber cumplido la misión". Se conoce que le daba igual lo que hiciera o dijese, solo me quería para hacer bulto. Creo que obre mal porque parecía una persona lo suficientemente interesante y accesible para merecer mi atención, pero si la actitud de recolectar gente sea como sea ya me chirría, saber que solo importas como número me parece el remate.

Entiendo a aquellos que conciben Twitter solo como un lugar donde expresarse, donde poder canalizar su discurso, desdeñando la oportunidad que ofrece para relacionarse o, simplemente, dejandolo en un segundo plano. Cada follow-back que realicen serán muy meditado. Pero a aquellos que piden, suplican, imploran tu follow y luego pasan de tí me parecen una panda de descarados. Hace un tiempo dos twitteros, parece ser que novios virtuales, organizaron una carrera para llegar a los 500. Andaban cerca. Para incentivar a los potenciales followers prometieron hacer follow back. Le pregunté a ella que qué pasaba con los que estabamos antes. No hubo respuesta. Lo que hubo es unfollow por mi parte. Adiós muy buenas. Ojalá lo hubiera hecho antes. Es lo malo que tienen algunos avatar excesivamente explícitos, que todo lo interesante de la cuenta se centra únicamente en ellos. Cierto, la estupidez masculina que no tiene límites ni enmienda.

jueves, 24 de marzo de 2011

Cine y TV (25) - Contestación al comentario de ainhop sobre Solaris

Sólo vi esta película una vez, hace un montón de años. Y sin embargo, voy a buscar su ficha y dice que sólo es de 2002. La recuerdo con especial cariño porque fue una de las primeras que vi en inglés cuando me preparaba ya para irme de Erasmus. No me disgustó, pero fue una película extraña. Por aquel entonces las cosas tenían que tener una trama, un principio y un final. Y esta película no lo tiene, o al menos yo no se lo encontraba. Me acuerdo perfectamente de la sensación que me dejó cuando terminó. Pensaba "¿y ya está? ¿y esto cómo se responde?" hasta que, pensando y pensando, me di cuenta de eso que mencionas: que algunas películas no están para resolver la vida y las dudas de la gente, sino que son puro entretenimiento y quizá hasta 130 minutos de algo que no tiene que tener un sentido, una razón, una excusa (otra similar, aunque la temática no tenga nada que ver, es 'El protegido', que llegué incluso a repeler con los años. Y seguro que no era para tanto) Esta película es muy compleja, pero no hace más que reflejar cómo somos las personas y las ramificaciones de acciones, encuentros y desencuentros, cómo se enfrenta uno a su dolor... Casi todo el tiempo llegué a pensar que no estaban en Solaris (me preguntas hoy y no sabría decírtelo) y estaba convencida de que toda la gente con la que se encontraba a lo largo de la cinta no eran más que proyecciones de su personalidad, puntos de vista que él tenía y que podía ver desde fuera por el simple hecho de ser una persona que se gana la vida escuchando las cosas de los demás. No me creí la historia del amigo, porque me gustó más pensar que era un caso de 'solo ante la adversidad' o de 'yo contra el mundo que no entiendo' demostrando, al estilo Soderbergh que o te lo haces tú o nadie viene a echarte un cable (Michael Clayton, quizá también?) Soderbergh es un director que me gusta, he visto muchas de sus películas. Pero los Coen, por ejemplo, y como ya te dije, no me gustan nada y he visto las mismas o incluso más. Creo que en cuestión de directores no lo tengo tan claro. Quizá yo me fijo más en los guiones, por aquello de la deformación profesional. Si una historia es buena, da igual que te la cuente Ben Affleck. Si está bien escrita, da igual que tengas que soportar a Justin Timberlake en cada escena. George Clooney es un tipo que me cae bien. Me parece que su mejor papel es el de Syriana, otra que tampoco entendí tan a la primera como debería. No creo que sea ni buen actor ni malo, solo que a mi me convence y eso ya me sirve. En esta película me gustó, porque llegaba de otros papeles bastante opuestos y aquí se pudo ver que tenía algo más que una cara bonita. Esta pregunta "¿Hasta que punto las personas que amamos devienen de nuestros anhelos o tienen una vida real más allá de nuestra mente?" me intriga. Si algún día sabes la respuesta, dedícale un post. Lo merecería, y además serviría de doctrina para muchos. Tengo más curiosidades: ¿qué películas tienes previsto pormenorizar ahora? ¿por qué no haces esto con algunas series? Me gustaría saber qué opinión tienes de Rubicon y Sons of Anarchy. Dos que creo que, visto lo visto, te van un montón (no sé si me dejará comentar esta vez... cada vez que quiero decir algo es un lío!!!!)

Contestación al comentario de sobre Solaris

Ayer me rescató un amigo de nuestro pasado común. Un amigo que llevaba años sin ver y que hace un buen tramo de vida que está fuera de mi cotidianeidad. Lo ví, y una vez asimilado el shock de la transformación que obra el tiempo, 5 ó 10 segundos, fue como si nuestra relación no se hubiera interrumpido nunca. Habíamos quedado en un pub a tomar una copa. Le desilusionó saber que ya no bebo alcohol porque fui su compañero de borracheras épicas. La razón es simple, bebía alcohol sin que me gustase solo para deshinhibirme, para ser capaz de dirigirle la palabra a la gente que me interesaba y ser capaz de mirar a las chicas que me gustaban. Cuando estabamos apurando esa primera ronda, en mi caso una Coca-Cola, sentí una necesidad que llevaba dormida dentro de mí durante mucho tiempo, la de pasear. Llovia pero eso me dió igual y le forcé a caminar bajo un aguacero intermitente con su americana impecable y corbata a juego. Adoro caminar y charlar. Con mi amigo Guillermo recorría La Castellana entera, y cuando se nos acababa la ciudad en la Plaza de Castilla, que entonces era su límite más o menos natural, dábamos medio vuelta y retornábamos a Atocha. Y así todo el día. Adoraba los paseos acompañados, caminar y hablar eligiendo los temas de forma aleatoria. Todos mis romances menos el último, e incluido el primero, el más importante aunque en realidad no fuera romance, yo me entiendo, han sido desde luego andariegos. Pero me volví conductor y dejé de tener amigos. Estoy pensando que si tuviera que hacer un casting para seleccionar nueva compañía en largos paseos tú serías una firme candidata.

Tu comentario me da pie a exponer una idea. Creo que con la llegada de la televisión, en estos tiempos con cine las 24 horas del días y, sobre todo, con emisiones de madrugada, la forma de ver el cine ha cambiado radicalmente. Releer un libro es una tarea ardua que lógicamente exige tiempo. Hay tanto por leer. Mi lista de inaplazables me llevaría varias vidas satisfacerla. Revisitar una lectura supone sacrificar tiempo que es propiedad de libros que nunca has abierto. Pero visionar una película muchas veces es algo relativamente frecuente y sencillo. Creo que cuando ves cine en una sala comercial inconscientemente te vuelves más exigente además de que se establece una lucha entre lo que creías que te iban a dar y lo que realmente te ofrecen. Ver plasmada la idea que traías a menudo provoca una enorme desilusión, y hasta enojo. Traías cuerpo para una de acción en el espacio, para una de caballeros Yedi y reversos tenebrosos en la órbita de un planeta y te dan Solaris. Tal vez hayas leido alguna reseña y tenías una idea muy aproximada de que iba el asunto, pero adquiriste mala postura al sentarte en la butaca y esos silencios arrastrados cargados de miradas entre Kelvin y Snow llega un momento que se vuelven una tortura para tu espalda. Ver cine en casa carece de expectativas. Y las madrugadas son tan propicias para abrir la mente de par el par.

Vi Solaris por primera vez una madrugada, cuando el alma se ralentiza y prefiere que le hablen quedo y despacio. Ni siquiera la vi desde el principio, así que la confusión durante el visionado era total. Pero la soledad absoluta y la quietud de la noche profunda te permiten estar atento a absolutamente todo. Y recuerdo que quedé absolutamente perplejo al comprobar que del interior de aquella trama oscura y tortuosa, que parecía un puzle del que solo me hubieran dado un  tercio de las piezas, emergía una poderosa historia de amor. Que ni siquiera era real. Esa falta de realidad atormenta a sus protagonistas, que se sienten como los personajes de un sueño que de repente son conscientes que son marionetas de un guión que ni han escrito ellos ni está a su alcance leerlo. Ni que decir tiene que no entendí el final. Pensé que había mucho desconsuelo en todo aquello. Algunos somos adictos a la melancolía porque es el sentimiento del que suelen destilarse todos los demás. La felicidad más que plenitud es ausencia de congoja. Y es bien sabido que la felidad construye pero no crea. Si Beethoven no hubiera sido un hombre atormentado anda ya que hubiera compuesto nueve sinfonías, con el esfuerzo que eso supone. Así que guarde esos tramos de película visionados con una mezcla de perplejidad y necesidad de volver a recorrerlos con la yema de los dedos para comprobar que no había rugosidades que había pasado por alto.

Vi la película un par de veces hace unos días antes de escribir su reseña y confieso que lo que me motivó a hacerlo fue la historia de amor, y que no salí defraudado por su falta de calado filosófico. Se puede hacer perfectamente pie en el puñado de ideas metafísicas que se proponen. ¿La vida es sueño o realidad? ¿Sueño o me sueñan? Estas dudas son tan viejas como el Hombre. Y si tenemos compañía inteligente en el Universo incluso más antiguas. Lo que me parece realmente poderoso en la narración es la historia de amor. No anhelamos saber, anhelamos que nos amen para poder olvidar, para que las respuestas no nos importen nada en absoluto. Apretar entre las tuyas la mano de quien te ama lo borra todo en un instante. Amas y olvidas el mundo. El amor fracasa y de repente la burbuja en la que has vivido ajeno a todo tiene una puerta en la que las preguntas aporrean de nuevo anojadas para que las dejes entrar. Vuelve esa necesidad de saber, de comprender. Kelvin es un tipo atormentado al que le dan la posibilidad de volver al interior de la burbuja, y tras las dudas iniciales, dudas homicidas incluso, abraza con desesperación la ignorancia del amor. ¿Es un final feliz? Creo que lo será, pero cuando el protagonista deje de preguntar. En la cara de Rheya en las últimas escenas se lee claramente que ya no hay deseo de conocer, solo de estar con él. Y si te fijas te das cuenta que esa expresión es la misma que tiene en los momentos en que Kelvin la recrea en sus sueños. Bien distinta a la que puede vérsele en los momentos atormentados en que su incertidumbre le hace desear la muerte. Por eso no tengo claro de si la flecha del tiempo en la historia en lineal, si presente y pasado se corresponden con los momentos que inicialmente les asignamos, si se ordenan de la forma habitual.

Propones que los personajes que comparten la historia con Kelvin podrían ser proyecciones de su propia personalidad, y no me parece en absoluto descabellado. A mi esos primeros planos de Solaris me sugieren que tal vez todo suceda en la imaginación del planeta. Incluso ese última secuencia en que lo vemos alejarse podría significar que la narración se acaba simplemente porque nos distanciamos de su atmósfera y dejamos de escuchar sus pensamientos. Quizás no es relevante si lo que te inspira una historia, porque coincido contigo en que una película es un relato, es o no coherente, sino si te provoca emociones. El cine tiene mas armas para inducirnos esas emociones que la escritura: imágenes, música, personas, una puesta en escena. Cuando todo ensambla pefectamente puede ser algo muy poderoso.

A mi Clooney me cae bien, y en Michael Clayton me parece que está magnífico, pero en algunas escenas con Natasha McElhone le he visto un tanto desnudo de talento. No se hasta que punto es necesario que le veamos el culo desde tantos ángulos y en tantas escenas. Pero no voy a quejarme, que no es justo que seamos nosotros los que ganemos siempre. Solo digo que viendo los ojos de ella se me borra cualquier necesidad de ver su trasero. Que, por cierto, no recuerdo si el director le dedica algún plano. Porque si a el se le ve, aunque sea de refilón imagino que a ella también se le debe de ver en algún rincón del metraje. Trataré de estar menos atento a su rostro la próxima vez.

Pues sí, soy Houseólogo titulado y la intención es escribir sobre algunas series actuales. En este mismo blog hay algún análisis de series y de capítulos concretos de House. Y las dos que me mencionas las tengo bajadas y algún día caerán. Ahora mismo estoy con Glee, que empezó pareciéndome gloriosa y quizás ahora me vea atemperado en mi entusiasmo. Tenemos mucho tiempo para pasear por este blog, si es que quieres. Matrix tiene mucho más trecho que recorrer que La Castellana, no siquiera será necesario que recorramos el mismo camino dos veces.

¿Qué si aquellos que amamos están fuera o dentro de nuestra cabeza? Esa es desde luego una de esas preguntas que uno trata de olvidar a través del amor. Hace poco me enamoré de nuevo y descubrí en mí la necesidad de hablar de mis anteriores amores. Gracias a Dios gozo del privilegio de disponer de un psiquiatrá permanenetemente de guardia: la escritura. Así que lo que dije en el divan por ahí y por aquí en el blog quedó por escrito. Y al hablar de mujeres que ya solo existen en mi memoria me asaltó una inquietante pregunta: ¿volvemos a amar para completar lo que dejamos pendiente en el primer amor, para tratar de hacerlo bien la siguiente vez?¿Amamos siempre a la misma persona?¿Es esa persona realmente la que nos sumió en la primera esclavitud del alma o algún arquetipo que yace en el fondo de nosotros mismos? Ya ves, muchas preguntas. Me urge volver a amar. Afortunadamente no importa saber sino sentir. Y en todo caso es tan emocionante compatir sendero con los demás de camino a donde sea que vayamos.

Rescates de Twitter (3)

La hidrología de los sueños (13-3-2011)

1.- La hidrología de los sueños. Arrastran memoria en el inicio de la pendiente y sedimentan recuerdos falsos cuando el calado es profundo

2.- Los sueños, si son escorrentía del día vuelven a ser oleaje en el delta del alba. Pero si son anhelos son acuíferos que lentamente se acaban.

Día del padre (13-3-2011)

1.-Poco después de morir mi padre comencé a soñar con él. Mi mente aun no se había adaptado a su pérdida, así que en mis sueños estaba vivo.

2.- A veces sabes que sueñas, otras solo intuyes que las reglas que rigen no son las que deberían, que carecen de la rectitud de la lógica.

3.- Raro es que encajes del todo en la arquitectura emocional que te impone tu subconsciente, que todas sus palabras lleguen a ser inteligibles.

4.- Pero te avienes a experimentarlo sin cuestionarlo. Sueñas, y aquello que te sucede cuando lo haces es irrefutable mientras dure la impostura.

5.- En todos esos sueños había una constante, la mala salud de mi padre. A menudo no era el tema principal del sueño, solo parte del decorado.

6.- La angustía crecía a medida que se acercaba el momento de despertar. La vida de mi padre se convertía en algo frágil entre mis manos torpes.

7.- Recuerdo el gozo de saberme durmiendo. Ese instante en que se me revelaba que acababa de volver de un escenario sin peso alguno en lo cierto.

8.- Era como descargar todo el peso del mundo sobre los hombros de otro, como dejar de gravitar tras transitar junto a un agujero negro.

9.- Y en ese momento saber que en dolor del sueño era un refugio, que la realidad quema más aun que repetir el pasado.

La escritura (24-3-2011)

1.- Buenos días. Llueve, y por una vez el clima y mi estado de ánimo van desacompasados.

2.- Cicatriza la herida del tiempo. La primera mañana sin fiebre de pasado. Te olvido porque por primera vez te recuerdo sin necesidad de futuro

3.- "Un tiempo de adiós" de J. Luis Nieto Aranda, editorial Vitruvio es el primer libro publicado de la Felpudo & Flex Limitada. Pronto serán 2.

4.- Así que la felicidad era esto, el repiqueteo de la lluvia en la ventana, la espuma de la luz sobre la curva del cielo, un pasado por escrito.

5.- Sabes que el tiempo ha cicatrizado cuando puedes leerlo en tus propias palabras, cuando es narración sin lectores, trama urdida de olvido.

6.- Las palabras son puentes hacia la otra orilla, y cuando esa otra ribera somos nosotros mismos la escritura se convierte en oficio sagrado.

7.- Cicatriza el tiempo y sobre su piel queda un relieve de palabras que recorro con la yema de los dedos para comprender por primera como eras.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Soneto Veintitrés

Soneto Veintitrés
Prohibido es indagar, prohibido es conocer
(Primer legado de la noche)

Solo el tiempo sabe que horas son las reales,
que causas deciden los hechos fecundos,
que soles habitan tus ojos profundos,
que fuegos derivan de besos casuales.

Solo el sabe que pasos serán cruciales,
que dardos agreden igual que segundos,
que líneas recorren tus seos rotundos,
que negros predican tus ojos mortales.

Tal que una oración que la vida negase,
prohibido está desear, prohibido está poseer,
el estigma de luz que adorna tu frente.

Una fuerza que a la ignorancia abocase,
prohibido es indagar, prohibido es conocer,
la ley ciega que gobierna la corriente,

12 y 21 de abril de 1985.
20 de junio de 1985.

Reglas de protocolo en Twitter (1) – Cuando una diva te dirige la palabra

Cuando una diva te dirige la palabra

Sigo siendo relativamente nuevo en Twitter, así que ignoro las reglas de protocolo en según que casos. En especial en lo relativo a las chicas. Tal vez alguien que me lea pueda sacarme de dudas. Supongamos que un día estás especialmente contento, alegre y con ganas de twittear de forma frívola, si se quiere, aunque tu lo describirías como practicar la esgrima verbal. Un poco de funky es lo que te apetece, dejar la vida con soniquete a canción de Sabina para otro rato. Hablas con un@s y con otr@s, y de repente encuentras un resquicio en la coraza de desdén de una de esas divas de la red social a través de la cual poder acercarte a ella. Ya sabeis, se trata de una de esas a las que sigue medio planeta Twitter sin ser seguidos a su vez por ella. Todos desean hablarla. Como preámbulos a otras ambiciones, no se si me explico. Y ella elige cuidadosamente a quien hace caso cuando lee los twitts teledirigidos.

De repente te ves en pleno asalto con ella. Le hablas y te contesta. Le replicas y ella sigue enganchada a la conversación. Es un púgil ligero. Te das cuenta que su intención no es dañar sino disfrutar del momento, sin que ello suponga que el gozo haya que extraerse de la humillación del contrario. Después de un escarceo, tal vez breve, pero lo suficientemente extenso para considerarlo una conexión sináptica en el cerebro social de la red, dejas que sea ella quien diga la última palabra. Quedaría feo de otro modo. Te das por satisfecho con lo obtenido, que no es poco, luz solar por una vez en vez de sombras chinescas.

Y en esto que dos horas después caes en la cuenta de que tienes dos MD suyos. Es que la versión nueva de Twitter no avisa de que tienes correo pendiente. Lees un tantico emocionado y te sorprendes al darte cuenta de que ella está intentando aclarar posibles malos entendidos, dejar constancia de que en la contienda verbal no ha habido ánimo de ofender. Ay, te dices, una mujer fatal que se muere de ganas de ser enfermera en el frente, que linda. Que ya sabes que en Matrix nadie es real, que un avatar no es el reflejo en un espejo, que quienes somos aquí dentro solo es una tergiversación interesada, una versión alternativa de lo que somos ahí fuera. Pero te ha gustado mucho el detalle. Sobre todo tener la sensación de que a ella tu opinión le importa. Un mensaje privado, además de otras cosas, es un intento de relacionarse detrás del escenario, sin la presencia de terceros. No necesariamente de una forma más sincera, pero sin matizar por la presencia de ojos indiscretos.

Ella intenta dejar claro que no ha querido ofender con sus palabras. Es procaz sin dejar de ser elegante. Alude, hace acopio en sus escritos de una buena cantidad de eufemismos, de sobreentendidos, de palabras cifradas, de acertijos de solución instantánea. Su actitud rezuma sexo, digámoslo ya. Sexo que no nace del instinto primario sino de nuestra capacidad de raciocinio. Sexo pensado y no solo devorado. Sexo que no solo involucra a las terminaciones nerviosas sino a la totalidad del sistema nervioso, incluido el cerebro. Y te mueres de ganas de decirla que además de tener una personalidad atractiva y atrevida, es divertida y simpática, considerada y amable. Su rol es el de jugar a ser una mujer fatal, fuera del alcance de todos. Eso creías. Ni siquiera contabas con que fuera a responderte al primer twitt que le dirigiste. Le quieres agradecer ese gesto, que siendo una diosa del Twitter se trate con mortales. Y algo así le escribes, un texto que trata de ser cortés y sincero. Y cuando le das a enviar no pasa nada, Matrix te advierte de un fallo en el envío y te aconseja de que vuelvas a intentarlo más tarde. Ay, recórcholis, va a pensar que el de las ínfulas soy yo, que no contesto a MDs por que me creo muy importante. O, peor, que si que me he molestado en la trifulca de juguete, cuando no he parado de sonreir ni un momento. Durante una hora o más vuelves a redactar el mensaje de forma periódica y a tratar de enviarlo. Sin resultado. A las tantas de la madrugada caes en la cuenta de que el problema radica en que ella no te sigue. Como a tantos otros desdichados que suspiran por sus huesos. Y por sus carnes virtuales.

Y aquí llega el dilema. ¿Te ha escrito sabiendo que no podrá ser respondida? Hay algo, un poquitito de interrogación en sus mensajes que parece exigir una respuesta por tu parte. Puedes contestarla en abierto, a la luz del día. Pero si se ha dirigido a ti en MDs es por que quería eliminar la presencia de testigos. Así que lo descartas. Pero ella parece hacer especial hincapié en que le gusta ser audaz, transgresora y incisiva, y que lo sean quienes se relacionan con ella. Optar a su compañía exige valentía. Hay que merecerla. Es ese tipo de mujeres que incluyen esta cláusula como primer requisito. Aunque no te convence sopesas la idea de que tal vez valorase el que irrumpieses en su TL agradeciéndole los MDs. Anda que no quedaría bien que los demás supiesen que te hablas con divas. El prestigio, me dijo mi mentor en Twitter, todo se basa en eso, ya sea falso o real, que los demás les interese lo que digas o que piensen que aunque eres un cretino han de estar al tanto de lo que dices porque tus opiniones cuentan, son tenidas en cuenta por los otros. Pero tu estrategia ha sido otra desde el principio, navegar por Twitter tratando de ser más verdad que artificio, tratando a todos por igual y esquivando los supuestos círculos de poder, tener gente que te aprecie más que compromisos sociales. Así te va, claro.

Y en estas estoy, que no se que hacer. Has descubierto una mina de oro y te ves sin pico y pala. Y prometo que no estaba haciendo sugerencias atrevidas en esta última frase. Si alguien sabe que es lo correcto en estos casos, por favor, que me lo diga. Aquí me quedo pendiente de una posible respuesta.

martes, 22 de marzo de 2011

Cine y TV (24) / Solaris - Steven Soderbergh

Solaris - Steven Soderbergh - 2002

Es desde luego Steven Soderbergh un director camaleónico, capaz de variar de estilo, de imprimirle distintas facturas a sus películas. Un caso parecido al de Danny Boyle, quien en cada propuesta parece cambiar de modo de filmar, objetivos y estilo visual. En ambos directores cada película pertenece a un género radicalmente diferente a la de la anterior.

Suponiendo que sepamos a que género pertenece Solaris, cuyo contexto y decorado de Ciencia Ficción, parecen más bien un recurso para poder plantear preguntas difíciles de ensamblar en los argumentos de otros géneros, más proclives a lo prosaico. Como la identidad del individuo, sus fronteras cuando nos aproximamos demasiado a los demás. La naturaleza de la realidad y su origen esquivo, la fuente inoquivoca de aquello que podemos considerar como cierto más allá de nosotros, de nuestros anhelos que distorsionan nuestra capacidad de percibir, analizar y razonar. Incluso cuando el film se adentra en el territorio de lo tecnológico, donde podría justicar la adscripción a la Ciencia Ficción, el guión no tiene ningún problema en mostrar su falta de pericia en asuntos tecnológicos, el desprecio o la pereza por asumir las convenciones del género, el desinteres por la credibilidad científica de lo que se narra. La explicación acerca del origen de los seres misteriosos que visitan la nave que orbita Solaris, la posible forma de combatirlos, de devolverlos a la nada de la que surgen, no puede ser más esquemática y desganada. Se invoca a los bosones de Higgs para constrir muy vagas explicaciones, apenas sin esqueleto verbal, no digamos ya teórico, y asunto resuelto.

Pero el foco de atención no está ahí sino lo que pasa en las cabezas de los personajes, tanto en los supuestamente reales como aquellos que existen más que sospechas de que pudieran ser imaginarios, producto de un apsicosis colectiva en la tripulación de la nave. De hecho el enfrentamiento de esos personajes a su propia naturaleza virtual, inconsistente, es uno de los aspectos más interesantes del relato.

Goorge Clooney es Chris Kelvin, un psiquiatra todo lo traumatizado que cabe esperar en un película psicológica que se precie. Se nos presenta al principio de la película en un estado de ensimismamiento que solo de forma muy esporádica abandonará a lo largo de la narración. A lo largo del relato iremos encajando las piezas del puzzle de su estado de ánimo para descubrir que su estolidez a ratos y falta de pulso casi siempre, se deben al cuicidio de su mujer, del que se siente directamente culpable, casi brazo ejecutor. Se conocieron en una fiesta de un amigo común y hubo un deslumbramiento mutuo, a medio camino entre el juego y la revelación, perfectamente narrado en las expresiones de Natascha McElhone, uno de los mayores atractivos del film, sino el mayor. Su forma de mirar, de eludir la mirada del otro cuando el sentimiento abruma o la respuesta es elusiva, sus ojos enormes que no necesitan modificar su expresión para inducirnos todo un deslumbrante abanico de emociones en nuestro interior, para explicarnos las que experimenta de su personaje. Mujer de rostro caleidoscópico, capaz de hipnotizarnos, como la imagen del planeta Solaris. No se si era un objetico de Soderbergh, pero en los rasgos de la actriz se adivina casi un parentesco con los de su progenitor Solaris. Ese fluir de la luz en forma de hachones, de cordones blancos que lentamente zigzaguean por la faz del planeta.

Natasha McElhone en Solaris

Kelvin es conminado a viajar hasta la estación en órbita geoestacionaria en torno a Solaris, planeta del que una innominada corporación  intenta averiguar si tiene algún uso científico o económico. Los tripulantes de la nave han sufrido algún tipo de percance que amenaza la misión. Alguno de índole mental, suponemos, ya que se acude a la ayuda de un psiquiatra. Es curiosa la escena en que se le plantea la misión, en la que no vemos las caras de los interlocutores de Kelvin, cortadas y fuera del encuadre en que él aparece de espaldas. Cuando vemos su rostro comprobamos su falta de pulso emocional. Ningún atisbo de reacción a la propuesta de ser enviado a otro rincón de la Galaxia. Lejano sin duda del nuestro, ya que se alude de pasada a que deberá viajar en estado de hibernación. La pieza de convicción es el supuesto apuro en el que se haya un amigo suyo, destinado en la nave.

Cuando llega a la estación espacial la situación con la que se encuentra es difícil de describir. Han ocurrido cosas truculentas, pero no sabemos cuales, quienes han sido sus víctimas, porque motivos han acontecido, siquiera tenemos claro del todo cuales han sido sus consecuencias. Rastros de sangre que pueden verse en muchos rincones de la nave delatan varios episodios de violencia. Muy lentamente vamos conociendo al resto de personajes. El amigo que fuera la razón para viajar hasta allí ha muerto. El primer tripulante con el que contacta es Snow, personaje magníficamente interpretado por el actor Jeremy Davis. Su modo de comportarse semeja un agitador para cóctel. Si la trama ya es oscura y carente de asideros, la forma de hablar y gesticular de Snow no hará otra cosa que agitar la mezcla para que se convierta en un misterio homogéneo, igual de insondable desde cualquier punto de vista.

La elección de Jeremy Davis para este papel es otro acierto más del casting. Su tartamudez, más producto de su incapacidad para expresar la confusión de emociones que siente que por un problema de dicción, esa forma tan curiosa de recomponer las frases a la mitad de ser formuladas, des reiniciarlas desde el principio de otro modo, de dejarlas sin concluir, parece ser marca de la casa, ya que era una característica, aunque no tan acusada, del personaje que interpretaba en "Salvar al soldado Ryan", un soldado refugiado toda la contienda en una oficina que de repente se ve inmerso en una situación de combate que le supera y exacerba su ya de por sí insegura personalidad. En Solaris, ese hablar dubitativo se adereza con un gesticular torpe, a veces desacompasado con el habla, otras traducción literal de los parlamentos que no se entienden por que nada dicen en realidad. Todo el tormento interior del personaje tiene su causa, y que conoceremos hacia el final del metraje. Kelvin le pedirá a Snow en su primera conversación una explicación de lo que está sucediendo en la estación orbital, a lo que éste contestará: "Le diría que está pasando pero... no se si eso le aclararía lo que está pasando". La reacción de Clooney es exhibir una cara de palo casi cómica.

Ante la falta de datos, Kelvin decide ir en busca de la versión del otro tripulante de la nave, la doctora Gordon (Viola Davis). Ella le aclara enseguida, de forma enérgica, que no hay versiones que valgan. En el quicio de la puerta, que está casi cerrada, mientras se escuchan sonidos en el interior de la cabina, que solo pueden explicarse por la presencia de alguien dentro, le espeta que no tiene sentido hablar de lo ocurrido hasta que no le suceda a Kelvin también. Gordon es la antítesis de Snow. Si este muestra una indecisión que casi le paraliza en sus acciones, y hasta en sus razonamientos, aquella es pura determinación, aunque muestre el mismo desamparo ante lo que ocurre que mueve a la misericordia. Esconde en su habitáculo privado algo o alguien que no quiere que sea descubierto por el resto. Nosotros, los espectadores, tampoco llegaremos a  saber que es. Pero se trata de presencia que atormenta a la mujer, un horror ante el que se siente respondable, pero que trata de eliminar desde el primer momento.

La primera noche en la nave Kelvin sueña con su mujer. Es un flashback elegante que se mezcla con tomas de Solaris. Se nos sugiere así que el planeta civiente accede a la mente de los astronautas mientras duermen. Al despertar Kelvin descubre aterrado que junto a él, en la cama, yace su mujer somnolienta. Está confusa y su mente parece tener problemas para enfocar recuerdos y pensamientos, capacidades recien adquiridas. es un despertar a la jornada y a la vida al mismo tiempo. Porque no cabe duda de que no asistimos a una alucinación del personaje. Se trata de alguien real, cuyo físico, modo de comportarse y memoria coinciden con los de Rheya, la mujer de Kelvin, al menos con el recuerda que de ella guarda el psiquiatra. La reacción de éste al verla es violenta, impropia de alguien que se gana la vida tratando de sanar mentes alucinadas y enfermas. Decide matar a ese ser que no puede ser su mujer, pero que es imposible que no lo sea al mismo tiempo. Que interactúa con él y se comporta de forma coherente. Mientras la lanza al espacio en un bote de salvamento, al que le hace acceder mediante un ardid, aprovechándose del estado de candidez del ser recién nacido, el terror dibujado en el rostro de ella, su desamparo y soledad, la sorpresa de verse traicionada, se convierten en una herida en el alma de Kelvin, y que explicarán en buena medida su comportamiento posterior.

Así, tras volver a aparecer tras la segunda noche, Kelvin decidirá experimentar ese amor que quedó inconcluso allá en la Tierra, se aferrará a la idea de que ese ser o bien es su mujer o alguien que podría ser su perfecto sustituto. Se negará tajante a destruirlo cuando Gordon averigue un modo de hacer desaparecer a esos fantasmas corpóreos. La doctora lo tiene fácil, lo que convive con ella es solo una fuente de tormento. El niño de corta edad que deambula por la nave y que fue el visitante de Dr. Gibarian (Ulrich Tukur), el amigo de Kelvin, antes de su misteriosa desaparición, es un ser que no interactúa con la tripulación, una pérdida más que razonable. Snow, por su parte, no tiene visitante propio, lo cual es inquietante por momentos y hace que lentamente vaya germinando la sospecha en el espectador. Solo Kelvin se enfrenta a un verdadero dilema. Una realidad en la que esté presente un ser casi homólogo a Rheya es claramente preferible a una realidad carente de ella. El ser parece reaccionar ante sus sentimientos, corresponderlos. Es su mujer aunque no lo sea. La duda no solo escuece en el corazón de él. También en el de ella, que se sabe una aberración, algo que no debería existir. Que se sabe un ser imposible. Porque su mente es humana aunque haya sido moldeada por la voluntad de Solaris. Y si bien él es capaz de soportar ese tormento, porque lo que recibe a cambio es suficiente compensación, no es así para ella, que ama a su marido y no soporta la verdad de saber que no es Rheya, solo una sombra dibujada en la realidad por la memoria de Kelvin apovechando el foco de luz creador de Solaris. Es un espectro no un ser de carne y hueso.

Los temas centrales de la película se nos sugieren, se nos plantean y se dejan sin resolver. Lo cual no lo considero una carencia. Una película no es un tratado sino un artefacto para el entretenimiento. ¿Hasta que punto las personas que amamos devienen de nuestros anhelos o tienen una vida real más allá de nuestra mente? ¿En que cimiento se apoya la realidad? ¿Nuestros sueños son marionetas de nuestro subsconsciente o, por el contrario, somos nostros mismos marionetas de una realidad a la que jamás podremos acceder? Durante una de las noches el doctor Gibarian se persona en los sueños de Kelvin y siembra en su mente la semilla de la duda. ¿Quienes son los seres reales en la nave? ¿Hasta que punto tiene certeza de no ser una invención de Solaris? Las marionetas anhelan ser ellas las que manejen los hilos, en especial los que permiten sus movimientos. es fácil confundir deseo con realidad cuando la ansiedad lo desborda todo. Hay quien reprocha a Soderbergh el haberse centrado solo en la historia de amor entre Kelvin y Rheya, desdeñando otras líneas argumentales de la novela de Stanislav Lem y su primera versión fílmica de Andrei Tarkovsky, más sesudas o filosóficas ambas, más fría y angulosa la película. Y sin embargo me parece un acierto, ya que se nos describe un amor de arquitectura exótica. Un amor insólito, emocionante por momentos, pleno de desesperación y sacrificio. Sea cual sea su naturaleza, su razón de ser, su fuente primera, es un amor real, mensurable, predestinado porque tiene su molde en los recuerdos robustecidos por el mito de uno de ellos. Es sin embargo un amor incompleto, zurdo y no ambidiestro, porque se basa solo en un punto de vista. La desesperación de Rheya tiene su raíz en saber que lo que es no procede del alma de la persona a la que vuelve a encarnar, sino que es un mero reflejo en un espejo, los ojos de Kelvin que traspasan la realidad con la intención de recuperar lo perdido.

Hacia el final de la película decubrimos que Snow no es tampoco humano. Recién alumbrado a la realidad tuvo que enfrentarse a la visión inquietante de su doble, el Snow real, que aterrado ante su visión lo atacó con intención de destruirlo. Que matara a su progenitor, al ser a partir del cual fuera clonado, no fue solo una situación aterradora en sí, sino que se vió agravada por el hecho de que fue lo que le ocurrió durante su primer minuto de vida. Se entiende su hablar erratico, su comportamiento dubitativo y su pensamiento sin trayectoria definida. La narración abandonará a este personaje casi como a un juguete roto.

Solaris Theme por Cliff Martínez

La música de Cliff Martínez es portentosa, atmosférica. No en balde adquiere todo su significado y exhibe toda su belleza en las escenas en que vemos el planeta, con esos cordones de energía zig-zageando y culebreando por su troposfera, como si fueran las sinápsis de un inmenso cerebro que abarcase todo lo que es Solaris. La presencia constante del planeta en todo el desarrollo argumental nos lleva a plantearnos una hipótesis no tan descadellada. ¿Y si la influencia de Solaris fuera anterior a la llegada de la nave a su entorno? La estación espacial es absorbida por su atmósfera y entonces la historia se reformatea, dejamos de saber que es realidad y que no, si hay algo que lo ha sido en la trama desde que se inicio. En el último momento, ya de vuelta a la Tierra, que entendemos recreada en la mente de Solaris, Kelvin pregunta a Rheya si está vivo o muerto. Ella responde que la pregunta ha dejado de tener sentido. Solo importa que están juntos. Quizás para siempre y desde siempre. El amor perfecto que, claro está, solo puede ser imaginario, una mera ilusión y refugio de la realidad que arrecia fuera de la mente del dios loco que tuvo la osadía y la valentía de crearnos tal como somos, capaces de plantearnos preguntas, aunque sepamos que las respuestas solo podrán hacernos infelices.

Con solo mirarte

Con solo mirarte

I

Con solo mirarte,
tal vez lo imposible,
latir en tu sangre
que mana del nunca,
deseo culpable.

Con solo miratte,
arder a tus ojos,
la mente cautiva
de un sueño de duda,
cenizas cobardes.

Con solo mirarte.

II

Y al verte,
como agua vertida,
caer en el antes
que silencio propugna;
en piel de granate.

Y al verte,
no se si diría...,
un tiempo de nadie
que inmóvil transcurra;
promesa inviable.

Con solo mirarte.

III

Quizás solo ignoren
que cielos suscitan,
perfiles exactos
tu cuerpo deduzcan;
sentidos casuales.

Quizás solo ignoren
que soles limitan,
que luces respiran
tus sombras desnudas;
compases finales.

Y al verte,
quebrarse la vida,
tus ojos,
con solo mirarte.

12 y 13 de abril de 1985

viernes, 18 de marzo de 2011

El subsuelo de Madrid (8) - Whitehall

El subsuelo de Madrid

8.- Whitehall

Carlos I murió tal como lo hiciera su abuela, Maria Estuardo, con gran dignidad, serenamente, dando testimonio de temple regio y con majestad hasta el último instante. También como su abuela murió en el patíbulo por el certero tajo del hacha del verdugo. Ocurrió una fría mañana de finales de enero, en el pabellón para fiestas y banquetes (Banqueting House) del Palacio de Whitehall, bajo las pinturas de Rubens que adornan sus techos con motivos que trataan de glosar la gloria de la dinastia de los Estuardo, y que el mismo le encargara al pintor flamenco. Un guiño del destino que seguramente supo apreciar aquel incomensurable amante de la pintura. Oliver Cronwell escribió el libreto, pero él hizo las veces de protagonista de la función y de escenógrafo. La gloria de los Estuardo convertida en sangre derramada sobre un tocón de árbol y su reflejo en el imaginario del pintor flamenco.

Muerto el rey, el Parlamento Inglés, cuyo ejército de puritanos ingleses lo había derrocado, quiso también deshacerse de su aureola de magnificiencia, eliminar de la ecuación sus colecciones de arte, fundirlas como el oro para acuñar moneda. Faltaba dinero y sobraban cuadros en los libros de debes y haberes. Pero no todo pudo ser aprovechado para su venta. Los puritanos más exaltados arrojaron alguna obra irremplazable, alguna del propio Rubens, a las aguas del Támesis antes de que se pudieran organizar un comité para ejecutar las confiscaciones con orden y ciencia.

Carlos I por van Dyck

Aunque el tópico pueda hacer creer lo contrario, el esplendor que alcanzaron las artes plásticas durante el reinado de Carlos I de Inglaterra no tuvo un precedente en la época de Isabel I, la encarnizada pero, al tiempo, íntima enemiga de Felipe II. Si que fue un momento destacado para las letras, con Shakespeare como principal exponente. Aunque mientras el bardo de Stratford-Upon-Avon escribía sus comedias la capital mundial del arte de la Musa Melpómene se situaba en Madrid, con Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderon de la Barca y muchos más repesentando sus obras en las corralas o en el Palacio del Buen Retiro que el Conde Duque edificara en tiempo record para poder tener entretenido al Rey Felipe IV, y así mantenerlo lejos de los aburridos, áridos y enojosos asuntos de estado.

El siglo XVII es el del triunfo de la pintura, el que marca su apogeo. Los mayores coleccionistas de arte pictorico se dieron cita en este tramo de la historia. Y todos ellos tienen un nexo común. Cierto que sí, aunque os cuente creerlo: Madrid. Tres grandes acaparadores se disputaban las mejores piezas: Felipe IV, rey de España, el penúltimo de los Austrias meridionales; Rodolfo II, que detentaba la corona de la otra rama de los Austrias y tenía su capital en Praga; y Carlos I, rey de Inglaterra y los territorios ultramarinos.

El reinado de Rodolfo II arranca antes que el de los otros dos soberanos, se sitúa a caballo entre dos siglos. Ávido coleccionista y de carácter tímido y huidizo, se centró más en adquirir tablas y lienzos que en los asuntos de estado. Sentía pasión por Brueguel, El Viejo, de quien llegó a reunir la mayor colección conocida, luego disgregada, como el resto de lo atesorado, cuando el ejército sueco saqueó la ciudad. Un factor que tal vez explique muchas cosas es que fue criado en El escorial, bajo la tutela de su tío Felipe II, de quien seguramente calcó gustos, modos y temperamento. La pasión por la pintura, las reqliquias y los libros esotéricos. La tendencia a la melancolía, la timidez y la necesidad de recluirse en un lugar apartado para sustraerse de la mirada de los otros, de la buena gente que solo quiere pedir y no dar nada a cambio. En su caso fue el Castillo de Praga, desde donde ejercio el gobierno, o lo que quiera que fuera su comportamiento como regente de aquellos predios.

La toma de la capital de Bohemia por los suecos se produjo al final de la Guerra de los Treinta Años, que enfrentó a Católicos y Protestantes por el dominio territorial y moral de Europa. El saqueo del castillo de Praga procuró un abundante botín para las tropas nórdicas, incluyendo la famosa “Biblia del Diablo”, un voluminoso códice medieval miniado, conocido por el Códice Gigas, cuyas primera referencias conocidas datan de finales del siglo XIII. Obra bibliográfica primorosa, anterior al invento de la imprenta, se convirtió en la joya de las colecciones de la Reina Cristina de Suecia. Los checos han convertido su recuperación en un asunto prioritario en la actualidad. De conseguirlo los cuadros de Durero que atesora el Prado tal vez tuvieran que emigrar hacia algún lugar, porque proceden de la fastuosa donación que efectuó la Reina Cristina cuando decidió abdicar para poder vivir como católica en vez de como la regente de un país protestante. Pero esa es otra historia que quizás algún día tenga tiempo de narrar. Lo que derivó de lo ocurrido en la Colina de Albuch, cuando el tercio de Idiaquez sostuvo la arremetida furiosa y reiterada de las huestes de Mariscal Horn. Si se visita la sala XI del Prado, aquella en la que exhiben los retratos ecuestres de Rubens, el de Felipe II, el de Olivares, junto a ellos podrá verse también el del Cardenal Infante, hermano de su majestad Felipe IV, a caballo ante un paisaje bélico. Lo que sucede bajo la panza del equino, retratado como una miniatura, es el momento culminante de la historia de Los Tercios españoles.

Aunque todo el era yesca, es en su viaje a Madrid, que realiza con el objetivo de que le sea otorgada la mano de la hermana de Felipe IV, hecho que habría supuesto tal vez el fin de medio siglo de guerras, cuando prende la llama de la pasión de Carlos I por la pintura. Nada había entonces, y casi se diria que hoy en día, equoparable a la magnificencia de lo que podía verse colgado de los fríos muros del viejo Alcázar Real y de los más acogedores del Palacio del Buen Retiro. Miles de obras de autores renacentistas. Nordicos y meridionales. El Bosco y Tizziano. Van der Weyden y También ejemplos del incipiente arte barroco, que aun le quedaba siglo y medio para desarrollar sus capacidades. La inacabable colección del monarca español deslumbró al joven rey y despertó su codicia de coleccionista. Hizo dos peticiones en el momento de su partida que su anfitrión se vió obligado a satisfacer por cortesía: La Venus del Pardo y el retrato del Emperador Carlos V, dos Tizzianos de entre la vasta colección de este autor veneciano que poseía el rey castellano, aunque el retrato de su bisabuelo posando junto a sus perros de caza hoy sabemos copia de un Seisenegger. Nulo botín político obtuvo de su visita a Madrid, pero si una lección vital y una primera piedra, un primer tranco, para la que luego sería su fastuosa colección.

La Venus del Pardo era el cuadro favorito de Felipe II de los que disponía en su pabellón de caza de El Pardo. La Venus que yace en mitad de la pintura es una de tantas mujeres recredas por el pintor veneciano que alentaron las fantasías y la líbido siempre a punto del Demonio del Mediodía. El retrato del ancestro de ambos Felipes, fue el único que los avatares de la historia nos devolvió y ahora luce en El Prado junto al retrato ecuestre del mismo personaje. Ojalá hubiera sido al revés, desde luego. Hay que hacer notar la generosidad del monarca español, que acepto el capricho de su invitado, cuando luego, poco después, en Francia le serían denegados otros, como poder hacerse con la propiedad de la Gioconda de Leonardo da Vinci.

La Venus del Pardo de Tizziano

Y si copió afición también imitó usos y modos de satisfacerla. Van Dyck pasó a ser pintor de cámara del rey Carlos I, tal como Velázquez lo era de Felipe IV o Arcimboldo de Rodolfo II. Las colecciones de los tres reyes crecieron desmesuradamente a lo largo de los años. Se convirtieron en factoría por los encargos directos a los artistas, y también en foco de atracción con las compras y pesquisas en el propio reino y el extranjero. Y las tres hunden sus raíces, sus propósitos de partida, en Madrid, en el eje de giro de la Historia de la Pintura.

Meses después de morir ajusticiado Carlos I, Felipe IV encomendo a Luis de Haro presentarse en Londres en la que durante décadas se consideró la almoneda del siglo. Sobrino del Conde Duque de Olivares, a la caída en desgracia de su tío heredó el poder, aunque muy mermado respecto del que aquel ostentara. Felipe IV, atormentado por la monja que desde Almazán le escribía cartas llenas de reproches por su torpeza y dejadez en las labores de gobierno, había decidido asumir el reto de personarse en los consejos de estado para tomar parte en las deliberaciones para la elección de soluciones de los problemas. Poco después del desastre de Rocroi Haro tuvo que hacerse cargo de la ingrata labor de dirigir el bando español que tomó parte en las deliberaciones para el Tratado de los Pirineos, por el que Francia tomó las riendas de Europa. Riendas que una vez cogidas no soltará ya después Luis XIV durante todo su reinado. También hubo de hacerse cargo de la logística del encuentro que tuvo lugar en la Isla de los Faisanes, donde se escenificó ese cambio de guardia, de gendarmería, y en el que un avejentado Felipe IV otorgó la mano de su hija al mozalbete engreido y narcisista que entonces era el futuro rey Sol. Si las anteriores no parecen todavía suficientes humillaciones, añadiré que don Luis fue quien dirigió las tropas españolas en la derrota de Elvas, que le valieron a Portugal su independencia.

Pero el destino le tenía reservado al Tercer Conde de Olivares una revancha, un resarcimiento. Poco conocida ha sido su labor en la almoneda del siglo. La subasta en si misma es un acontecimiento histórico prácticamente ausente de los libros de Historia. Un dato para tratar de ofrecer desde ya una imagen de la magnitud de aquel evento: Hasta 1.570 cuadros de grandes maestros se ofrecieron a los que pujaban. Y que lo mejor de lo más selecto acabará en el erario de la Corona Española se debe en buena medida al buen hacer de don Luis.

La lista de lo que vino a Madrid desde Londres para formar parte de las colecciones reales, que son el embrión del Prado, abruma al leerla. Siempre tuve curiosidad por saber el motivo de que una de las sagradas familias de Rafael que luce la Sala 45 del museo se apodara La Perla. Existe una Sagrada Familia y una Sagrada Familia del Roble, y en ambos casos la razón de la denominación reside en que el elementos aludido está integrado en la imagen. No existe ninguna perla en el cuadro que Luis de Haro adquiriera para el rey. Si reside ese nombre es por que Felipe IV, gran conocedor de pintura, consideraba aquella obra como la mejor de su colección, la perla de su pinacoteca.

La Perla - Rafael

Pero hay mucho más. El Tránsito de la Virgen, el único Mantegna del Prado y de España. Los dos dulces Corregios, que en parte nos consuelan de la pérdida a lo largo de los años de las poesías que a este autor encargará Felipe II. Tal vez sea el Noli me Tangare, una de estas dos obras, la que me acabará de enganchar a la pintura en general y al Prado en particular, una vez asimilado el shock del cuadro de Antonello de Messina. La escena que se nos narra es sabida. Cristo se presenta poco después de su resurrección a Maria Magdalena, y los sentimientos de la mujer, plenos de amor espiritual y carnal de desbocan. Cristo le dice: aquí estoy ante ti, pero no puedes tocarme, y en el cuadro de Corregio se lo dice a una mujer postrada a sus pies, mientras camino con pasos que asemejan los de un funambulista en el alambre. Pasos cortos y vacilantes. Los brazos abiertos. Un pie detrás de otro, en paralelo a la dirección de avance. Difícil lograr el equilibrio. Cristo camina sobre la cuerda floja. Es un ser carnal aunque divino soportando su última tentación antes de volver a los Cielos.

Noli me Tangere de Corregio

Las pesquisas a encargo de Felipe IV continuaron. Velázquez peinó Italia en busca de obras que pudieran satisfacer a su señor. A la muerte de Rubens ordenó comprar el mayor número de obras posible del pintor. De las batallas no quedan restos tangibles, solo las explicaciones de las causas y las consecuencias en los libros, y aun estas cambian según cambian las modas en la forma de razonar y explicar lo que ocurrio. El poder cambió decenas de veces después de lo ocurrido en Fuenterrabía, si bien es verdad que en esa alternancia nunca volvió a estar España. Pero de lo ocurrido en el verano de 1648 en Londres en la almoneda del siglo quedan multiples ejemplos en el Museo del Prado. Que un hecho se constituya en no ya capital, sino siquiera visible en la biografía de este museo es poco habitual. Lo que consiguió don Luis de Haro es como una veta de belleza claramente visible en una montaña de maravillas.

sábado, 12 de marzo de 2011

Rescates de Twitter (2)

La Liga de los Hombres Extraordinarios (12 - 3 - 2011)

1.- Tras el susto del Arsenal, Mister Hyde vuelve a ser el doctor Guardiola. Ya no necesita desfogarse ridiculizando a nadie en rueda de prensa.

2.- Si le unimos a Dorian Gray, Alves, el marrullero que siempre le parece hermoso a la prensa, tenemos media Liga de los Hombres Extraordinarios.

3.- Lo malo es que el Capitán Nemo está en el equipo rival. Como se rieron este verano fardando de que estaba comprado y no lo quiso Doctor Pep.

4.- Me ahorro pues tener que buscar un hombre. Demasiado ego. Aunque es claro que Tom Saywer es Iniesta y la vampiresa alguna novieta de Laporta.

5.- Aunque podría ser una pena porque Mou es un Allan Quatermain de manual. Cobro pieza en todo cazadero que frecuentó. Ahora amenaza la dehesa.

6.- Cazador blanco, ¿corazón negro? Más quisieran los que codician las minas del Rey Pérez. Mou las encontrará con la ayuda del príncipe negro.

7.- Doctor Pep y Mister Hyde es un clásico mil veces versionado. Hay incluso variante incluso de Bugs Bunny. La de Julia Roberts es mi preferida.

8.- La tensión ante los grandes retos es el detonante del cambio. Aunque un pisotón a Leo puede obrar milagros y transmutar la colonia en orina.

9.- Habló Dorian Gray para decir que en el vestuario del Barça se rien de Mou. Lógico, el personaje bebe en el espíritu burlón de Oscar Wilde.

10.- Algún día tendrá que enfrentarse a su propia imagen como jugador. No me gustaría estar en su pellejo. No habrá perdón para el alma condenada.

11.- El martes hizo pacto con el árbitro para no ser sancionado en la entrada criminal a Wilshare y las deudas con satán a la postre se pagan.

12.- La novela lleva su nombre porque es mejor candidato para el Balón de Oro. Hay tendencia a narrar el fútbol solo desde su punto de vista.

13.- Pero todos sabemos, hemos visto la peli muchas veces, que quien saca las castañas del fuego cuando la cosa arde es siempre Huckleberry Messi.

14.- Pero Huck vive junto al río y no le sientan bien los canzoncillos. Becky de cabellos de oro tiene un novio más convincente en el manchego.

15.- Ni siquiera la incipiente calvicie desluce su aura. Le ponemos un sombrero de paja y ya tenemos la versión japonesa en dibujos animados.

16.- Ella, Sara Carbonero, Ayesha, no se sabe si quiere la perdición o el respeto de Mou Quatermain, pero el deseo no avanza en ambas direcciones.

17.- Una Liga de los Hombres Extraordinarios en Guerra Civil. Doctor Pep incluso consigo mismo. Hoy muerdo y mañana despacho en la perfumería.


Robert Bolt (13 - 3 - 2011)

1.- Tercera de ABC: "... Y al prójimo como a ti mismo". Emotivo artículo de garcía de Cortázar como todos los suyos http://bit.ly/eZ0qEe

2.- Trata sobre los monjes del Atlas que durante la revuelta de Argelia deciden quedarse a pesar de que saben que esta decisión significa morir.

3.- Una reciente película está basada en este hecho: "De dioses y hombres". Y lo trata con respeto a la Iglesia, cosa rara en estos tiempos.

4.- Menciona en el artículo un texto de Robert Bolt dos veces llevado al cine: "Un hombre para la eternidad". La pasión de san Tomás Moro.

5.- Sin desmerecer la otra, la versión de Fred Zinemann es una obra maestra. La elección entre la fidelidad a lo que uno cree y la vida.

6.- Enrique VIII quería divorciarse y para conseguirlo dio a elegir a sus súbditos entre renegar del catolicismo o morir en el patíbulo.

7.- Contra todo pronóstico su primer ministro optó por lo segundo. que cosas. El propio Bolt tiene un texto emparentado y prodigioso: La Misión.

8.- Robert Bolt fue un genio. Pruebas: Doctor Zhivago, Lawrence de Arabia, Un hombre para la eternidad, La hija de Ryan, La Misión. Todo magro.

9.- Si, los de las 2 primeras películas son guiones adaptados. Pero el de Doctor Zhivago probablemente sea el mejor junto al de Guerra y Paz.

10.- Que bien quedan los textos rusos cuando se les cortan las melenas. Algo de eso debe de haber porque siempre quedan genial cuando se resumen.

11.- Y me perdonais la divagación cinematográfica, que hasta san Mou, cazador de dragones, hizo ayer en su rueda de prensa un guiño al 7º arte.

12.- La mujer de Tomás Moro no entiende que su marido prefiera permanecer en la Torre de Londres recluido en vez de volver a su casa con ella.

13.- Y todos participamos de ese dilema durante la película. basta con una firma para obtener la libertad. Basta con apostatar. Con traicionarse.

14.- Se nos llena la boca con la palabra Democracia. ¿Moriríamos por ella? Donde escasea tal vez. Aquella persona ante los tanques de Tienanmen.

15.- Pero de los padres de la patria solo 3 personas permanecieron erguidas cuando la tropa de Tejero comenzó a disparar. Y eso que había quorum.

16.- Dios no quiera que averiguemos nuestra verdadera opinión del tema. Es fácil tener un código de valores. Incluso acertado. No tanto aplicarlo.

17.- Cada uno de los monjes de La Misión escoje para luchar el modo que conoce, uno celebrando la misa, el otro con la espada en la mano.

18.- Podrá parecer excesivo, pero es que éramos una nación de hombres excesivos, y como ya no podemos exagerar con hechos lo hacemos de palabra.

19.- El exceso es la única herramienta posible ante un dilema excesivo. Los versos de Quevedo que agreden como puñales o afirman como plegarias.

20.- Todas las historias de Bolt son excesivas y por eso percuten en el corazón. Zhivago duda entre el amor y el caríño y la vida decide por él.

21.- Moro aguarda en su celda a que la realidad entre en razones. Las palabras de la conciencia nunca deberían ser el texto para nuestro epitafio.

22.- Pero quizás el momento más sublime en su cine sea ese en que el marido engañado comparte el escarnio público de su mujer, la hija de Ryan.

23.- Acusada por una traición mayor, la irlandesa, debe abandonar el pueblo donde nació ante el odio y la burla de quienes la vieron crecer.

24.- Y mientras arrastra por la calle mayor de la aldea su vergüenza, junto a ella camina su marido, que agrega a la vergüenza de ella la propia.

25.- Se caso con una niña atolondrada que solo soñaba con amores galantes y caballeros andantes, que se enamoró del apuesto oficial inglés.

26.- Es ese momento cuando le demuestra cual es el mterial que amalgama la aleación del amor: la renuncia a todo para que el otro alcance el todo.

Gracias a García de Cortázar para darme un punto de partida para mis divagaciones. Claro está que no todo lo he editado en Twitter, que no quiero ser abandonado por todos mi followers. Quien diga que renuncia a la vanidad de ver crecer su número constantemente probablemente mienta. Como suelo hacer con estas series improvisadas el remate lo hago en el blog, si es que decido salvar los tweets de la quema del olvido. En este caso un poco pronto, a partir del texto 17.

viernes, 11 de marzo de 2011

Tus ojos (III)

Escribí las dos primeras estrofas de este poema en el reverso de las tapa frontal de un ejemplar de las obras completas de Miguel Hernández. Que sacrilegio y que inconsciencia. Allí quedaron como un juego de palabras, como un acertijo para quien pudiera leer el libro, hasta que un año después decidí rematarlo, con 3 estrofas más que solo torpemente completan la faena.

Ya no me acuerdo bien, pero diría que esos primeros versos se inspiraron en aquellos ojos verdes que me tuvieron soñando el primer trimestre de mi primer curso de carrera. Mujer calmada, hermosa, de cabellos negros, siempre segura de sí. La tristeza de la que hablo en los versos está claro que la aporte yo, porque nada había en aquella mirada que no fuera calmo y puro, que no resonara como el cristal, como reflejara la luz y la mejorara. Dejé de perseguirla después de darme a conocer ante ella de la forma más ridícula posible. Por algún lugar del blog se lo explico alguien. Mi primera declaración de amor a la que las palabras le dieron plantón y llegaron tarde a la cita. Mudo me quedé ante ella. Tiempo después escribí los versos como un segundo turno de palabra. Aunque sin público.

El tiempo borra las sensaciones, pero la huella queda, su relieve en la memoria, el hueco de los anhelos que hubo, de los deseos que alabearon el corazón por dentro y le dieron su forma definitiva. Pandean las columnas del pasado, pero jamás colapsan, y lo que fuimos se sostiene aunque sea en precario sobre sus cimientos. Y un día, ojeando una libreta azul de espiral, tamaño folio, encuentras, como la rama seca de un herbario dentro de un pliego de papel estraza, un poema desecado y que permanecerá para siempre.

Tus ojos (III)

Tus ojos,
triste aluvión de colores,
llamas traídas
de hogueras caídas
en tibias estrella menores.

Tus ojos,
pálidas lunas gemelas,
luz sumergida
en agua encendida
de soles que nunca desvelas.

Tus ojos,
aurora que luce en retorno,
tiempos trazados
en mundos soñados
que habitan en todo mi entorno.

Tus ojos, nocturnos que el cielo derrama,
se abren medrosos
sellando fogosos,
pasados que mi alma reclama.

Será, ¡lejos verdad!,
un largo reguero extendido
en un destello de azules y rojos
siempre prendido a tus ojos
como un mar de mirar contenido.

Octubre de 1983 - Febrero de 1984

Microrrelatos

Mi participación en el II Concurso de Microrrelatos convocado por la Editorial SM ha resultado ser un rotundo fracaso. Cuatro cuentos de los que ninguno superó los 3 votos y uno de ellos se quedó en blanco. Los rescato no obstante por que no me disgustan del todo, en especial el primero y el último. Ambos son en cierto modo autobiográficos. Noche y día está inspirado en mi negrita, Patricia, alguien que ha sido y es aun muy importante en mi vida. El silencio también se debe al recuerdo de alguien seguramente.

Noche y día: Hace tiempo encontré... un amor. tenía la noche tatuada en la piel y el atardecer en la mirada. Yo era su sombra blanca y su negativo. El día pasó a ser nuestro desde el amanecer al ocaso.

Relojes detenidos:  Hace tiempo encontré... un reloj sin cuerda marcando las horas varadas. No se entonces como pude llegar hasta este momento en el futuro. Tal vez los sueños caminen al margen del tiempo.

La orilla: Hace tiempo encontré... un sendero entre los brezos y las genistas. Caminé despacio para no ahuyentar al río. Y bajé el talud hasta alcanzar su orilla para saciar mi sed de vida.

El silencio: Hace tiempo encontré... el silencio que exigías para estar conmigo. Callar mi sentimiento, no resonar en tu vida. Y después olvidarme por un instante sonoto que abarcó toda tu memoria.

Cine y TV (23) - Contestación al comentario de ainhop sobre Lost in Traslation

Esta película me gustó mucho, y es la única de Sofía Coppola que he podido soportar sin parar el dvd y marcharme con mi vida a otra parte. Sé que ha hecho cosas muy buenas y sé que Las Vírgenes Suicidas es casi una obra de arte, pero a mi sólo me convence aquí. ¿Sabes por qué? Quizá ni siquiera ahora, que ha pasado tanto tiempo desde la última vez que vi la peli, pueda explicarlo con claridad. Pero se debe al cariño instantáneo que te obliga a sentir por Bill Murray (que a mi nunca me ha convencido demasiado). Scarlett me encanta, y me suele gustar esté bien, mal o regular. No soy objetiva al respecto. En esta película me sorprendieron ambos muchísimo. Recuerdo sentir mucha pena y a la vez mucha preocupación: tenía claro que uno de los dos iba a morirse frente al otro, lejos de todos y sólo cerca de extraños que, al final, quizá era quien mejor conocía al otro. Me gusta el párrafo que le dedicas a "la lucha ante la resignación". Es algo que odio, y me gusta la actitud de ambos ante las cosas que se supone te da la vida y tienes que tragar. La película me da mucha pena, no sólo el final sino todas y cada una de las escenas que tienen juntos. Recuerdo verla y preocuparme de qué iba a pasarles y cómo. Me parecen, a mi también, muy buenos personajes y una gran elección. Aparentemente son gente que no 'pega' y transmiten un 'algo' que si no te hace sentirte identificado (a mi sí, dependía de mi estado emocional en aquel entonces. como bien resumes en "No se trata de amor sino de una necesidad aun más primaria"), al menos te mete en la película. Otra que me encantó de él fue 'Broken Flowers'. Me parece una película buenísima, y también muy dura. De esas que golpean una y otra vez, incluso después de terminada.

Contestación al comentario de sobre Lost in Traslation

No soy fan de Sofía Coppola. de hecho creo, salvo error u omisión, creo que es la única película suya que he visto. Y su labor en ésta en concreto me parece al menos discutible. Como ya he dicho, más que una pelicula completa me parece un esbozo. Se beneficia de algunas felices coincidencias o, si se quiere, de decisiones muy acertadas. Felices. Como la elección de actores, algunas imágenes, más fotografía que cine, que han devenido en iconos visuales de la película. Me refiero, por ejemplo, a esa imagen de Murray en bata sobre la cama, como una ballena varada en una playa sin intención ni capacidad para moverse. La noche, la extrañeza que le causa la ciudad, el jet lag, la soledad impuesta e soledad interior que trae de su hogar, todo confabula para su estado de perplejidad que no es capaz de combatir con nada. También me refiero a la mirada de Johansson a través de la ventana. Al margen de la belleza de la composición, que da pie a poster bien aparentes, parece una metáfora visual al tiempo del deseo de morir mediante un suicidio, y del deseo de vivir, de ser parte integrante de la ciudad que está a sus pies. Ella no se siente en comunicación con nadie, le cuesta integrarse en los grupos. Sobre todo en los que le propone su marido. Tal vez la simplicidad de las propuestas de la película sea la razón de que sean tan sugerentes, tan propicias para las multiples lecturas. Supongo que eso debe ponerse en el haber de la directora.

Se que me adentraré en el territorio de lo sospechoso, pero de Scarlet me enamoré en "El hombre que susurraba a los caballos". Su interpretación de la amazona accidentada es prodigiosa. Desde entonces se ha dejado llevar por el valor seguro que constituye su propia belleza, del aura de tranquilidad y ternura que la envuelve, y que hace casi innecesario lo demás, que se esfuerce en la interpretación para que nos guste verla en una pantalla. Esa belleza alcanzaba su punto culminante en la película que constituyó su debut. Lo se, es muy poco conveniente decirlo, por su edad entonces, pero es cierto. Conserva de entonces su dulzura, habiendose producido una mejora en su cuerpo que es evidente. Pero la estructura de su cara se ha alterado para mal. Las facciones son las mismas, igual de hormosas, pero su rostro se ha alargado y el conjunto ha sufrido una merma en belleza desde ese momento de rubia perfección. Scarlet tiene mucho de mujer-ninfa que conviene a la historia que se nos narra, la de alguien que busca cobijo en una figura al tiempo que paternal necesitada asimismo de cobijo.

Y Bill Murray es el paradigma del hombre agotado en lo personal. A veces creo que encuentra en la chica que conoce en el hotel el interés para sus teatritos que su mujer ya no le concede. Tengo la impresión de que el actor pierde con el doblaje, que ese componente tan cargante que tienen sus actuaciones lo acentúa quien le pone voz en España. Hay un toque lastimero en la voz de Murray en algunas escenas que he visto en versión original que no encuentro en su versión doblada, y que incrementan esa simpatía hacia el personaje, la de un náufrago sobre una tabla en medio de un océano, no se sabe si en calma absoluta o azotado por la tempestad. Pero una pizquita de patetismo que explica la doble atracción que siente la chica por él, al verlo como un figura paterna al tiempo que necesitada de su componente maternal. Cuando uno flaquea el otro se convierte en su santuario. Puede parecer un modo de amar imperfecto, pero autosuficiente, por ser el otro al tiempo fuente y receptáculo de sentimientos.

Yo también estaba preocupado por ellos durante la película, pero por saber que el tiempo de estar juntos iba a expirar en pocos días. Más por ella que por él, que sin duda volverá a vivir aventuras extramatrimoniales en otros destinos. Al principio por dentro les instaba a conocerse, por que intuyes desde el primer momento cual va a ser el tema del film, y sabemos que hay poco tiempo para que se nos narre. Una vez que las miradas cómplices son evidentes el tiempo empieza a ser un factor en contra. El pospone su marcha, para seguir con ella, es evidente. Hasta entonces había sido como una ballena varada en la playa, aburrida y dando manotazos con las aletas al aire. Tras trabar amistad con ella se convierte en un delfín que juega mar adentro, un acróbata ocurrente y divertido. Pero la prórroga es solo de un par de días.

La escena en que se lía con alguien del bar no se que sentido tiene salvo el de acelerar la maduración de su relación, que requiere por el tiempo disponible que acelere su proceso. Ella evidencia unos celos que dan pie a que ambos se den por aludidos en cuanto que allí se cocina algo más que una bonita amistad. Esa necesidad primaria, si se quiere, de algo que se vuelve imprescindible cuando se obtiene, irrenunciable. Algún tipo de nexo entre personas, que cuando se trata de hombre y mujer rara vez se mueve por el territorio de lo claramente definido.

martes, 8 de marzo de 2011

Libélula azul

A veces la secuencia de acontecimientos es la correcta y la cosas suceden en el orden apropiado para que de un deseo se derive una conclusión que lo satisfaga. También puede ocurrir que el azar mute en un propósito, como la crisálida de un insecto se transforma en un ser acorde a las espectativas que todos tenemos de la belleza. No ocurre a menudo, pero en ocasiones conectas con alguien en el corredor del vacío, y cuando el encuentro fugaz ha acabado sabes instintivamente que coincidistes en un lugar y en un momento porque la lógica de las cosas es juntar a los equivalentes, a los que son imágenes especulares los unos de los otros, a quienes desconocen las mismas cosas pero indagan en los mismos paisajes para averiguarlas.

No, no es lo mismo una libélula que una mariposa. Pudiera parecerlo por que la sensación que provocan se describe con idénticas palabras. La aparente fragilidad de la belleza. Mariposas y libélulas son la fase sexual de insectos que antes de mutar tuvieron prohibidos los cielos. La fase larvaria de la mariposa es la oruga, un ser que solo vive para saciar su hambre de pasiones inermes, para alimentarse de la planta que le da cobijo y es todo su ámbito. La larva de la libélula es un cazador despiadado que nada en las aguas estancadas de arroyos y charcas. Nada hay de inocente en una libélula, ni de pasión por la luz. La versión pobre de la mariposa, la polilla, busca la llama para poder consumirse en su luz, para juntarse con el fuego y propagarlo. La propia mariposa busca también la llama, aunque al volar de día la llama que la atrae, la del sol, está lo suficientemente lejos como para no abrasarla.

Las libélulas son la versión torpe de los caballitos del diablo, los acrobatas del aire, que esparcen los colores de su cuerpo por el cielo con la misma elegancia que los colibrís. Es dudoso que las libélulas quieran ser mariposas, aunque haya quienes las confundan. Menos aun los caballitos del diablo, que deben su nombre a su pericia en el vuelo, a su capacidad para cabalgar el viento sin ser desmontados. Libélulas y caballitos del diablo traen de su etapa acuática, gris porque el agua adormece los contrastes y las cromas, la necesidad del colorido en lo que son y en lo que hacen. Colorido translucido en sus alas reticuladas. Las mariposas cubren sus élitros con escamas irisadas porque también les hubiera gustado parecerse a los peces.

Hace tiempo, en las afueras de Santiago de Compostela, logré fotografiar varias libélulas azules que se posaban sin miedo sobre las hierbas de un prado surcado por un arroyo. Si la belleza se posa ante tí y se serena sería pecado no detenerse a admirarla. Las mariposas rara vez aceptan la compañía de quienes las contemplan. Hice varias fotos y alguna de ellas no desmiente lo que vieron mis ojos, un movimiento azul detenido sobre una hoja verde que agita la brisa.

Esta tarde conocí la existencia de alguien en Twitter mientras deambulaba por sus corredores. Lo que escribía era hermoso, más sensación y estado de animo que esquema de colores. Su sobrenombre es libélula azul y su lema que las libélulas no son mariposas ni quieren serlo. No hacia falta que me lo dijera porque cuando me detuve a leerla no alzo el vuelo ni trato de ocultarse. Le hablé aunque sin esperar respuesta, le dije que me gusta el resumen que había redactado de si misma, lo que dice ser y lo que no es aunque los demás quieran o crean verlo en ella. También le dije que no estaba seguro de si sabía que libélulas y caballitos del diablo son seres con muy cercano parentesco, subordenes del mismo orden de insectos. Seres muy parecidos que provoquen sensaciones diametralmente opuestas. ¿Quien no ha sentido miedo de niño ante el vuelo agresvio de un caballito del diablo, que parece querer atarcarnos con su errático ir y venir en torno nuestro?

Su respuesta pareció darme indicios de que tal vez sea posible una coincidencia de tiempo y lugar entre nosotros. Podremos quizá compartir un instante y llenarlo de escritos. De niño cazaba mariposas en las faldas de la Sierra de Guadarrama, entre los berrocales de granito y los campos de encinas, retamas y jaras. Pero se distinguirlas de las libélulas, que a veces se posan unos momentos para que podamos admirarlas. Si este que ahora comienza es lo suficientemente largo lo aprovecharé para leer todos sus colores y mirar a través de las retículas de sus alas.