ACS logra el contrato de limpieza del Palacio Real y del resto de Reales Sitios por 6,7 millones
eleconomista.es
8 de febrero de 2015
ACS, a través de su filial Clece, se ha adjudicado el contrato de prestación de servicios de limpieza de todos los edificios dependientes de Patrimonio Nacional por un periodo de dos años y un importe de 6,72 millones.
El grupo que preside Florentino Pérez se encargará así de realizar los trabajos de limpieza del Palacio Real de Madrid, de El Pardo, de El Escorial y del Valle de los Caídos, según datos oficiales.
El contrato contempla asimismo mantener limpios el Palacio Real de Aranjuez, los ubicados en La Granja y Riofrío, en Segovia, el Palacio de la Almudáina de Palma de Mallorca, el Real Monasterio de Yuste, los Reales Alcázares de Sevilla y la residencia Real de la Mareta, en Lanzarote.
La filial de ACS deberá acometer así la limpieza de edificios y dependencias que suman una superficie total de casi 442.000 metros cuadrados.
68.000 trabajadores
Además de los palacios y edificios principales, Clece se encargará asimismo de los locales, dependencias y patios y jardines que tiene aparejados. Así, la compañía asume la limpieza del Jardín de Príncipe de Aranjuez o de todos los edificios que albergan los servicios y oficinas de El Escorial.
El contrato establece asimismo los trabajos específicos de limpieza que resulten necesarios en virtud de los alrededor de medio centenar de actos oficiales y protocolarios que se programen en estos edificios.
Con este contrato, la filial de multiservicios de ACS refuerza su cartera de contratos, tras asegurarse en los últimos años parte del de la limpieza de los trenes de Renfe y el de gestión de edificios públicos de varios distritos de Madrid.
Con una plantilla de unos 68.000 trabajadores, Clece cerró el ejercicio 2013 con una facturación de 1.219 millones de euros, un 7% más que un año antes. La prestación de servicios de limpieza e interiores y los servicios sociales constituyen precisamente las dos principales fuentes de ingresos de la compañía, dado que aportan el 77% del total de ingresos.
Limpieza en palacio
Reconozco que cuando ví colgado este artículo en Twitter, el que precede a mi escrito, colgado por su correspondiente link, que cuando tiré de la soga, es decir, cuando cliqueé en el enlace y le eché el primer vistazo, por un momento pensé que había un mensaje cifrado incrustado entre sus líneas. 8 de febrero, el día después a la debacle en el Calderón, la jornada siguiente a la única que se recuerda de liga en la que las dos principales aficiones de Madrid, las dos tribus siempre enfrentadas, se hermanaron durante un encuentro, aunque solo fuese para mofarse de Casillas. Tenía que haber alguna intención en el hecho de editar este artículo tal día como ayer, una intención evidente, o tal vez dos o tres.
Hay suciedad en palacio y alguien tiene que limpiarla, esa sería la primera lectura cifrada, en existente en la capa más exterior del palimpsesto, al alcance de los ojos de cualquiera, sin necesidad de tener el cerebro diseñado para resolver acertijos, como Alan Turing. El Real Madrid tiene algo de Escorial, y su sala de trofeos algo de panteón de Reyes. Esa imagen de las 10 copas de Europa alineadas se asemeja a la del conjunto escultórico de Pompeo y León Leoni. La luz arranca los mismos brillos a las efigies labradas en oro por los escultores milaneses en la semisombra de la basílica que a las orejonas en el museo madridista bajo los focos. La misma disposición en fila india, la misma quietud de los hechos gloriosos que ya son inamovibles, que ya son historia. Ver rezar a Felipe II junto a la necrópolis es como ver a Sanchís, que también era hijo de emperador, alzar la Séptima en París. El monasterio, la aldea de la que heredó el nombre, debe su toponímico a los depósitos de escoria de la industria ferretera que entonces era la principal seña de identidad de la zona. Virutas de metal como las virutas de sueños que se acumulan en las salas del museo del real Madrid. Esa magnificencia, esa quietud que solo procuran los siglos, la tiene el equipo blanco, su sede en La Castellana, que se alza imponente para recordarnos desde hace ya media centuria que tenemos no solo un futuro esperanzador, como el de muy pocos, sino también un pasado cargado de logros y grandeza, como el de casi ninguno. Pero los palacios también se ensucian, requieren una limpieza doméstica para que luzcan en los reportajes del "¡Hola!" o en los montajes de Los Manolos Limpiar esas explanadas de losas de granito frente al Real Sitio, los mismos muros del monasterio, sus suelos y sus techos, son la tarea interminable de un ejército de limpiadores, ha de serlo para que la escoria no crezca y no acabe por invadir y anegar hasta el mismo nombre del palacio. En otros tiempos, en cierto modo los mismso que ahora, la denominación de "Madrid de los galácticos" estuvo a a punto de apropiarse con la identidad de nuestro equipo. Una denominación inventada por Jesús Gil mientras se bañaba en una inmensa piscina de juguete rodeado de señoras en biquini frente a las cámaras, con Imperioso detrás para dar profundidad de campo a la imagen, pastando sobre un céped como de jardín de chalet de la sierra.
Hablo del Real Madrid, ¿pero a qué suciedad nos referimos? por mi parte, la tentación es alta de empezar a rajar de los nanines, que vuelven ser tropa nutrida en los aledaños de la T4. Pero me temo que son irrelevantes en la resolución de la ecuación. Su presencia casi nada explica. Menos de lo sucedido el sábado. Más difícil para algunos sería dejar de pensar en el nombre que coreaban las gradas del Vicente Calderón. Casillas es para ellos la fuente de todos los males, el sumidero de todas las inmundicias, incluso los días que juega Keylor Navas o que apenas interviene en los partidos. Empieza a crecer la idea de que lo es también Cristiano Ronaldo, y me malicio que esta convicción está entreverada con la rabia que les ha ocasionado a muchos saber que la marcha de Mourinho se explica más en las exigencias o el descontento del delantero portugués que en las del portero o el central sevillano, los sospechosos habituales hasta hace bien poco. Las fobias y las filias de las diversas tribus madridistas surgen en demasiados casos de la biografía del entrenador de Setúbal, las más de las veces biografía inventada, o que fluctúa entre la nada y la existencia, como el gato de Schrödinger. Me refiero al famoso lance en los vestuarios, a la pelea entre portugueses, cuyos gritos, a decir de los testigos, podían escucharse desde el Palacio de Congresos y Exposiciones, al otro lado del paseo de La Castellana. Aquella refriega fraticida empezó siendo un bulo de la prensa para el sector mourinhista y ha derivado en una deuda pendiente de pago para CR7. Convengamos en que irse de cumpleaños tras encajar un 4-0 es un gesto de cara a la galería, como poco, perfectamente evitable. Se me ocurren infinidad de razones tanto para exculparlo -tras la ruptura con Irina hay que procurar intensificar las alegrías y minimizar las tristezas; el jugador es conocido precisamente por su vida monacal en la que se han extirpado de cuajo los excesos; un cumpleaños no se programa, cae en el calendario en su día correspondiente- como para añadir agravantes al presunto delito -parece una mofa al aficionado; evidencia la existencia de una burbuja dentro de la cual viven los futbolistas de élite; CR7 es gay, afirmaba uno ayer en Twitter y la tristeza por la marcha de Irina es puro postureo-. En fin, no sé, es un debate de gestos y no de hechos o conceptos. Bien es cierto que al sarao solo acudieron jugadores extranjeros y es fácil caer en la tentación de afirmar que son éstos los que menos idea tienen de lo que significa el club que defienden. También que la mayoría eran jugadores actualmente de baja, con procesos de recuperación en curso de su respectivas lesiones o que no cuentan mucho para el club o el club para ellos -léase Khedira.- Seguramente muchos discreparán conmigo, pero no es en el party organizado por CR7 donde se acumula la suciedad, si es que la hay, que supongo que sí. Se trata de un asunto menor, de un problema anecdótico, por más que sea llamativo y susceptible de ser portada de epiódicos y Trending Topic en Twitter.
Entonces, ¿dónde se acumula? Mi opinión, y es una entre muchas, tan burdamente deducida y pobremente argumentada como la mayoría, es que la suciedad está en la desunión del madridismo. Para empezar, ¿qué significó realmente la derrota del sábado? Para empezar, que se confirma que el Real Madrid transita un bache, una zona de valle en la gráfica de su rendimiento. Lo hacen todos los equipos. El Real Madrid burreó al Barça en su enfrentamiento del Bernabéu. El equipo culé al atlético en el Nou Camp. Los colchoneros en ambos derbis a los merengues. El caprichoso azar nos ha dado las peores fechas para los enfrentamientos directos con nuestro vecino. La explicación es tan fácil que entiendo que no satisfaga. El Madrid ha tenido un arranque muy pobre de temporada y un mes de enero para olvidar, si es que se puede. En ambos periodos de vacas flacas han coincidido todos los derbis. También pudiera ser que las derrotas ante el Atlético fuesen la causa y no la consecuencia de estos periodos grises, es decir, un síntoma de que a lo mejor nuestro equipo no es tan bueno como nos habían hecho creer el record de victorias consecutivas, de goles y demás zarandajas. La explicación y las conclusiones pueden ser tan catastróficas o inocuas, tan alarmistas o complacientes como se quiera. Lo que habría que intentar es que en el proceso de pensamiento intervinieran lo menos posible las filias y las fobias. CR7 cumplió este domingo 30 años. Quizás sea el momento de sopesar la idea de su venta, pero basando la decisión en criterios futbolísticos, o todo lo más financieros, no en querencias o en supuestas deudas éticas contraídas en una temporada que es mejor ir olvidando de una vez por todas por todas las partes en conflicto. Mourinho dice ser feliz donde está, pues bendito sea, y aquí paz y después gloria. ¿Si vendemos a CR7 será Bale nuestro buque insignia?¿Tiene suficiente categoría para serlo?¿Está en ese deseo de recambio la defensa a ultranza del galés ante las críticas de algunos? Aquí es muy fácil volverse paranoico. Yo al menos no soy inmune. Cada vez que vienen mal dadas, y eso ocurre pocas veces, pero siempre sucede al menos una o dos veces a lo largo del año, unos y otros aprovechamos los decalabros para proponer limpieza de quienes no nos gustan, por su calidad futbolística o por cuestiones más dignas de debatir en un Sálvame que de una tertulia deportiva. Hace falta limpieza en palacio, pero que la tenga que hacer ACS suena curioso.
Porque ese sería el mensaje cifrado en la segunda capa del palimpesto: ACS, es decir, Florentino Pérez. ¿Es Floper la escoria a eliminar o a aprovechar para renombrar el palacio? Decíamos años atrás, en este blog y en otros muchos, que el presidente del Real Madrid era en realidad la pieza de caza mayor codiciada por los periodistas, pero que el miedo a enfrentarse con la fiera herida, a un jabalí tan peligroso como el de Erimanto, cuya derrota estuvo solo al alcance de Heracles, y por eso su captura constituyó el cuatro de su doce trabajos, hizo que los periodistas dispararan sobre todo sobre Mourinho. Salvo Relaño y algunos pocos más, que tal ve se sentían como hijos del Zeus del Olimpo mediático, el señor Polanco, o hijastros d la Artemisa Cebrián. Las críticas estos dos últimos días se han centrado en CR7 y Casillas, y en Florentino Pérez por haberles consentido, o directamente sobre su persona, sin intermediarios, como han hecho, por ejemplo, los damnificados por la reestructuración del Fondo Sur. ¿Es este modelo para el Real Madrid que maneja Floper tan palaciego el adecuado par el club? Por supuesto que me asaltan las dudas. Si yo era Florentinista en los tiempos del 2-6, más lo debo ser ahora, justo tras ganar la Décima, la segunda en la trayectoria de este presidente, para mi el mejor que hemos tenido tras Bernabéu, equiparable a don Santiago en muchos aspectos. La construcción de un macro estadio para ver el fútbol de pie, fue una idea revolucionaria que explica las seis copas de Europa y que el Real Madrid pasase de ser un equipo del montón, siempre a punto de dar el salto a la élite, a ser el mejor club del siglo XX, aunque la primera mitad de la centuria fuera más bien un comparsa. y en el último tramo a menudo le comieran al tostada sus rivales. Este Real Madrid tan mediático, gigantesco, desproporcionado muchas veces, también es una revolución. La pantagruélica voracidad del club y de sus aficionados a menudo es enojosa. Para los rivales mayormente cuando llegan las victorias. Para nosotros cuando lo hacen las derrotas. Con Florentino Pérez pasamos de ser el Escorial de los Austrias, un club con pasado solemne, o un Palacio del Pardo, sede de una monarquía parlamentaria con responsabilidades en el presente y en el futuro. Comprendo que el símil no guste a los republicanos que me leen, pero les pido que hagan un esfuerzo de imaginación y de generosidad para comprenderlo.
Estar del mismo lado que los primaveros en todo esto no deja de ser curioso. Quizás si me preguntasen que hay que limpiar en palacio diría que a ellos. Bueno, sin el quizás. Mi florentinismo, más matizado ahora que cuando el 2-6, es un acto de convicción, en su caso parte de una estrategia no explícita, en la que ahora conviene guardarse los pañuelos en el bolsillo, pro más que estamos en invierno y los resfriados acechen. Me gusta mucho este presidente pero, por supuesto, es susceptible de que se le pase el cepillo por el traje. También se le acumula escoria en la ropa a CR7 y a Casillas, como a todos. También a Mourinho y a sus carpeteros. A ellos sobre todo en la boca. Un cepillo de dientes sería más apropiado en su caso. Si mi modesta opinión vale para algo, y tiendo a pensar que no pero estamos en mi blog y es la que procede, Tenemos al mejor presidente posible, al mejor entrenador tras la locura que se vivió hace dos años y a CR7 le queda aún trecho en la historia blanca. Lo que no puede ser es que hace un mes nos apreciera el Balón de Oro indiscutible, que nos ofendiera que se plantearan alternativas, que lo hicieran Blatter y Platini, y ahora queramos tirarlo al cubo de la basura. Un poquito de coherencia y, ya de paso, de por favor. Ya veréis como mañana de nuevo luce el sol, como decía el estribillo de la canción de Annie, el musical que en la última versión protagonizan negros para disimular que tiene es una alegoría del madridismo. Lo creo así porque debo ser uno de esos happy monguers que denuncia el mourinhismo. La ventaja del Real Madrid es que tras cada traspiés importante llega otra Copa de Europa. No siempre enseguida porque sino no habría suspense. Aunque, mire usted por dónde, mientras estuvo Mourinho no vino ninguna. Leía por Twitter estos días que la Décima es un remanente de su periodo, una herencia política para Ancelotti que únicamente se habría dejado llevar por la inercia del legado, que si no llegó antes es por culpa de los jugadores, que con él de ahora sí les dio la gana y con el de antes no. Y, si eso es así, más razón para querer que se queden todos, porque tendremos jugadores capaces de ganarla y un entrenador con el que querrán lograrlo.
Y, al final de todo esto, de los varios párrafos que llevo tecleados esta mañana, ¿a qué conclusión llegamos? Me temo que a ninguna. Mi artículo ha sido hablar por hablar, pura palabrería. Un discurso para poder escuchar mi propia voz y poder calmar así la frustración por el desenlace del partido. Tras la debacle seguimos siendo líderes y si de eso se derivará que ganaremos la liga solo el tiempo lo dirá. "Che será, será?, What ever will be, will be". Ni idea de lo que ha de venir, pero soy de los que prefiere ser integrado antes que apocalíptico. Y ya es curioso, solo soy optimista en mi vida en lo que al Real Madrid concierne Mirando el grupo escultórico labrado por los Leoni del madridismo: Bernabéu, Sanz y Pérez, me refiero a la sala de trofeos, pienso que quizás tenga lógica mi confianza en el futuro. La Undécima está al caer, lo sabe todo el mundo, aunque tardé en llegar 32 años. Lo que no sé si en la espera nos comeremos unos a otros. Mientras tanto conviene limpiar los reales sitios, desde luego. Pero limpiar significa eso que indica el diccionario, eliminar la suciedad, no esparcirla por el terreno como quien volea semilla para siembra. No se si para germine más mourinhismo o para poder sacar los pañuelos. O simplemente porque tenemos un complejo de Diógenes que no se lo salta un gitano, ganas de acumularlo todo, trofeos y derrotas sonrojantes en indescifrable mezcolanza.
Conjunto escultórico de León y Pompeo Leoni en el Panteón de Reyes de El Escorial
No hay comentarios:
Publicar un comentario