Soneto Ventinueve
Como una tormenta indomable y sumisa
Por más que me hiere siempre me sabe a poca
tu boca insegura que llega y no avisa,
como una tormenta indomable y sumisa
que el orden precario y habido trastoca.
Aunque no lo quiera a tu cénit me aboca
tu mirada flor, atrevida y remisa,
como un lucero que lo eterno improvisa
y que una llama sin causa en mi alma provoca.
Enredado en mi boca siento tu labio,
su contacto temerario y resoluto,
su arpón ancla mercenario y diminuto,
y en su roce ni hay tormento ni hay agravio,
solo el dulce demorarse de un segundo,
solo el lento replegarse de este mundo.
11 y 12 de octubre de 1985
4 de noviembre de 1985
9 y 10 de agosto de 1985
19 y 20 de septiembre de 1985.
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