El amor era eso
El amor era eso, y lo supe demorando mi mirada en el atardecer de tus ojos atrapado en una fotografía. La impaciencia de que no estuvieras, la tierra caliente por el embate del sol, verte caminar descalza sobre la hierba en mis noches, reconocer tu voz entre otras muchas como si fuera un acertijo. Y luego descubrir que saber no te libera, que con cada pregunta que respondes más cortas se vuelven las cadenas y más amplio es el espacio de lo que no conocemos.
El amor era eso, el nudo de tu cuerpo que no sabían desatar mis manos torpes, una primavera preñada de invierno y luego un otoño árido como un verano. El ámbito de tus manos certeras. El susurro de tus dedos sobre la piel del tiempo. Sentirse desnudo ante el tañir de tu palabra. Bronce y perla, metal y forma. Y creerse convocado a la curva de tus labios como quien acude al templo al oír su reclamo.
El amor era eso, tu diminuta respiración en el umbral de mi sueño, propagarse hacia tí como el fuego en la arboleda, reconocerte en mi reflejo en el espejo. Todo eso era el amor y también esta soledad yerma ávida de pecado, este silencio pulcro porque sucede lo que debe ser y es sensato que seas de otro. Mirarte y saberte cada vez más lejos, olvidar el sendero que a ti conduce con una desmemoria programada. Y escribir tan solo un beso sobre tu frente, porque sobran las palabras y los significados, al saberte tan niña como la edad de mi Universo.
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