What do you
like to do on rainy days?
Que tiempos aquellos en que jugabamos al fútbol en el colegio a todas horas,
todos los días, incluso cuando llovia. Volvía a casa con barro por toda la ropa.
Ver llover es fascinante. No tanto en pleno monte si además caen rayos. Pero ver
llover sobre una arboleda refrenda la intuición que uno tiene de que en algunos
lugares el mundo aun sigue siendo limpio, inocente, carente de odio. La lluvia
es bien hermosa cuando uno está a resguardo. Desactiva alguna función de la
psique, una enorme interrogante y lo vuelve todo calmo, estirpa las ansiedades.
Como si en la lluvia cupiesen todos los silencios, todas las respuestas a esas
preguntas que ya no nos hacemos. El lenguaje de las gotas de lluvia que
palabrean mientras se deslizan por los cristales de las ventanas, sobre tus
cabellos oscuros. La lluvia fría de invierno. La que cae como tormentas de
verano, cuyo esplendor uno puede contemplar con las ventanas abiertas. La lluvia
sobre la propia cabeza, la que se adivina en el horizonte, sobre otro lugar,
como una cortina que se pandea por la fuerza del viento o el peso de la
distancia. Todo es susceptible de ser clasificado, como las nubes, los
minerales, los modos en que me miras. También las lluvias. En días lluviosos me
gusta no hacer nada y hacerlo contigo, mirar como pasan las horas de puntillas,
líquidas, como diminutas gotas que se van juntando poco a poco hasta formar
charcos en el reloj al final de la tarde.
curl up and read you
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