domingo, 4 de diciembre de 2011

El silencio

El silencio

¿A qué silencio me refiero? Al de las palabras supongo. Al de la voz humana. Basta con estar un día sin escucharla para echarla de menos. Las palabras que nos dicen son las que nos conectan al mundo, las que nos dan indicios de que somos advertidos, tenidos en cuenta, quizás apreciados. Nada hiere tanto como el silencio de quien amas. Más que su ausencia incluso. Reducido el mundo a una sola persona, por esa locura que el amor procura, asistir a la mutilación de su palabra es lo más cercano a experimentar el frío absoluto, ese estado en que hasta los átomos dejan de vibrar y la materia se vuelve silencio. Y si el frío es ausencia de calor solo la palabra de quien quieres procura abrigo para combatir la soledad. Pero las palabras trazan círculos, este mismo escrito lo demuestra. Echas a andar con ellas y una y otra vez vuelves a los mismos parajes, a los mismos estados de ánimo. Te quiero. No te tengo. Ojalá seas feliz. Ojala no me escuches. Ojala nada pise la nieve y se rompa el silencio de mi palabra. No existir. No serte necesario. Dejar de vibrar y formar parte de la materia fría. Pero si el silencio es frío, también es un espacio inabarcable, un páramo nevado que se extiende hasta donde la vista alcanza. Todo cabe en el silencio. Cualquier pensamiento, cualquier respuesta al interrogante que plantea. ¿Por qué no me habla? ¿Me escucha? ¿Sabe que existo? Mirar sus labios, como dibuja las letras de tu nombre y no poder soportar a partir de entonces su silencio. El mundo se reduce a su existencia, la tuya al momento en que te habla. No hay más realidad que lo que ella dice y el mundo es solo el eco de su discurso, que lentamente se apaga, hasta que calla y se convierte en un páramo nevado.

1 comentario:

  1. "Y si el frío es ausencia de calor solo la palabra de quien quieres procura abrigo para combatir la soledad." Precioso ;)

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