Último acto
¿Y que más se puede añadir a lo ya dicho sobre la serie de clásicos en los que nos hayamos inmersos? Desgraciadamente mucho. El que estamos viendo es más fútbol hablado que jugado, con prólogo y epílogo en las salas de prensa, con ríos de tinta vertidos en los periódicos, con el Twitter colgado por falta de capacidad en algunos momentos, con las radios acaparadas por los imanes de lo políticamente correcto, es decir, del Barcelonismo por activa o por pasiva, por anti-madridismo y antomourinhismo.
Por fin en el tercer partido Guardiola se avino a plantear un partido de fútbol. En el primer clásico el Barcelona decidió tomarse el encuentro en serio solo después de empezar a escapársele la victoria entre los dedos. Hasta el empate todo iba rodado y le dio pereza hacer caso a su rival. En el segundo partido, cuando el balón empezó a circular por fin con rapidez, ebrio de poder, el Barcelona se dejó guiar por los cantos de sirena del público, y malgastó sus fuerzas en florituras que no estaban en el guión.
En las vísperas del tercer acto la situación anímica había sufrido un vuelco espectacular. Era ahora el Barcelona quien se sentía con el ánimo mermado. Xavi siguió repitiendo su cantinela acerca de la beatificación de su juego que sigue pendiente. No está el vaticano para gastar en fastos todos los días. Pero si que se vio a Guardiola con otro talante. En rueda de prensa se quejó, aunque ahora nos quieran vender la burra de que era una alabanza al buen hacer del equipo arbitral, del excesivo celo del juez de línea a la hora se señalar fuera de juego a Pedro en el gol anulado. Pocos o muchos centímetros, la posición del cuerpo del último defensa y del atacante daban a entender visualmente que existía infracción. En vivo pareció fuera de juego, al margen de que lo fuera o no realmente, que ya se ha visto que sí, por lo que no ha lugar la protesta de que por ser dudoso no debió pitarse. Las dudas no las ocasionan la geometría sino el aspecto visual de las cosas.
En esa misma rueda de prensa ironizó sobre la satisfacción que debía sentir Mourinho con la designación de un árbitro portugués para el partido de ida de la Champions. Noto mucha animadversión por españolitos y portuguesitos en los jugadores y cuerpo ténico del Barcelona. También en el público culé, por supuesto. Creo que deberían hacérsolo mirar, porque el asunto empieza a lindar con la xenofobia. Hubos dos reacciones a las palabras de Pep. En lo que se refiere al árbitro la UEFA tomó nota del disgusto de su disgusto e inmediatamente cambió su decisión para designar uno que fuera inequivocamente de su agrado. Por ejemplo, uno que hubiera expulsado a un rival por el motivo más ridículo de la historia de la Champions, allanándole el camino hacia las semifinales. Sobre el fuera de juego señalado a Pedro quien habló fue Mourinho. Se ve que Guardiola jamás ha debatido de fútbol, acostumbrado como está a dogmatizar y bendecir, como gran Pope del fútbol que es, porque lo del portugués fue una ironía típica de los foros de debate, de esas con las que se segmenta la yugular del contrincante dialéctico. Lógicamente a los madridistas nos hizo gracia y a los barcelonistas no. La reacción de la prensa es menos comprensible. Pero hay verdadero interés en que el Madrid no gane. Ya sentó muy mal la victoria en la Final de la Copa. Porque lo que está ocurriendo está desmontando el chiringuito que se lleva tres años edificando al borde de la playa con cuatro ideas peregrinas y cuatro palos de sombrajo. A pleno sol es como está quedando alguno, achicharrado por la luz de los hechos.
Es curioso. Estuvimos tres años oyendo hablar de la importancia de la humildad, como valor en si mismo y como herramienta eficaz para alcanzar la metas materiales y humanas. Sí, los periódicos se parecen cada vez más a las hojas parroquiales. Pues he aquí, tócate las narices, que ha sido cuando Mou ha decido aceptar la inferioridad futbolística de su equipo tras el descalabro del partido del Nou Camp de la primera vuelta, cuando ha decidio optar por el rearme basado en el corazón, exigiéndo a sus jugadores un esfuerzo adicional cuando ya no les restasen energías, signifcativa la carantoña a Khedira cuando fue sustituido en el partido de Copa, cuando decidió plantear los encuentros claramente al contraataque, ha sido entonces, digo, cuando los profetas de la humildad han montado en colera. Vaya por Dios que CR7 ya apenas tiene gestos que se puedan criticar agriamente, que vamos a vernos obligados a hacerlo con lo que dibuje Mou en la pizarra del vestuario. Por más que busquets aun la lleva puesta, la mayoria de los ideólogos del movimiento de los humildes han tirado su careta al suelo para que la atropelle un autobús, siguiendo el ejemplo de Ramos. Preferentemente uno de esos que llevan en los laterales a los jugadores del barça exhibiendo sonrientes las manitas.
El Madrid, en vista de los réditos conseguidos en los dos primeros encuentros planteo un partido ultradefensivo en el tercero, demasiado atrás. Las contras fueron muy escasas e infructuosas por la precipitación. Pero tampoco el Barcelona estubo por la labor de jugar un partido de fútbol. Como suyo era el balón decidió secuestrarlo. No lo critico. Al contrario. Creo que por primera vez se tomó en serio a su adversario, dejó de despreciarlo. No le interesaba arriesgar porque el partido de vuelta es hoy en su campo. Es bastante probable que la idea de Mou fuera aprovechar los últimos minutos, en los que sorprendéntemente se mostró superior en los dos primeros lances. El Madrid no está para soñar con grandes diferencias ante el actual Barcelona. CR7 anda peleado con el gol en los últimos tramos de la temporada. Adebayor está aun en fase de aclimatación. Higuain acaba de salir de una lesión muy prolongada y Benzemá sufrió una menos importante, pero cuando había logrado alcanzar su mejor estado de forma desde que está en el Madrid. Interesaba un marcador positivo aunque el marcador fuera corto. La estrategia a mi me parece correcta. Es posible que sea la única manera en la actualidad de ganarle al Barça, ahora que su futbol además se ha relentizado en extremo, que muestra carencias en la preparación física. Entiendo que a nuestros adversarios les irrite que el Madrid use las pocas armas que tiene. No lo entiendo en absoluto con una parte del madridismo. Ellos sabran si es mejor ganar o vivir deprisa, morir joven y hacer un bonito cadáver.
En esta situación de absoluto equilibrio fue donde hizo acto de presencia la voluntad del árbitro. Sinceramente, creo que desde el punto de vista desde el que tuvo que juzgar parecía que había patada. Se lo corroboró Alves con su puesta en escena. No se siquiera si para amarilla. Las imágenes a cámara lenta han demostrado que no hubo contacto. Si solo hubiera quedado en sospecha la actitud de algunos compañeros de Alves, como Villa, Pedro y Busquets, tendrían que habernos hecho sospechar a todos. Llevamos tres años de Tiqui-taca y pantomima, que no tendrían mayor importancia si no se nos quisieran vender como la culminación de la Historia del Fútbol. Lo terrible es que si el árbitro hubiese querido elegir el jugador a expulsar en función del daño inferido al Madrid no podría haber tenido más suerte, o criterio más acertado. Pepe estaba siendo, ya no lo podrá ser más, la revelación y la clave en los clásicos. También van Persie era importante para el Arsenal, en especial tras la decisión de Cesc de ausentarse del encuentro contra el Barcelona. No sabría decir hasta que punto lo era Thiago para el Inter. Que respondan a esto los expertos en fútbol. Pero desde luego algo huele a podrido en Dinamarca. O en Noruegam, que se yo. Que con la lista de penaltis omitidos también tendríamos materia para hablar largo y tendido.
Expulsado Pepe se acabó el partido. Y tan a pedir de boca quedó la situación para el Barcelona que Messi en vez de dedicarse a dar balonazos con rabia al público se concentró en meter dos soberbios goles. Sobre todo el segundo, que recordó a los que marcó Ronaldinho el día que fue aplaudido en el Bernabeu. Leo ya no podrá gozar de este privilegio, dilapidó su crédito con el feo que hizo a la grada. Tambiém animó a los jugadores del barcelona a reanudar su guerra psicológica, sus desprecios a los jugadores del Madrid. Lamentable por repugnante el incidente de Busquets, tapándose la cara y con una expresión de regocijo llamándole mono a "Marcelo". Importante no perder de visto este detalle porque hay quien ha querido disculparlo aduciendo al socorrido ardor de la batalla. Los 3 años de superioridad moral que se nos vienen argumentando desde ciertos sectores del fútbol quedaron en evidencia como falsos, si no lo estaban ya, desnudos ante la cámara y mostrando sus vergüenzas. No hizo falta la aparición del espontáneo en la serie de clásicos, ya se encargó el Barcelona de hacer su particular striking sobre el césped.
Pocas ganas de añadir más me quedan. Esta noche será seguramente el cuarto y último acto de la serie. También probablemente el último partido en el que el Madrid se juegue algo esta temporada. Solo espero que tras lo visto no tengamos que sufrir por más tiempo la matraca de la superioridad ética, del enfrentamiento entre el bien y el mal. Lo que es yo ya estaba hasta las narices hace un año, así que ahora no se si quiera si existe escala que pueda medir mi disgusto por este tema. Espero que a algunos se les hayan quitado las ganas. Ya se que a la prensa le va mucho en esto, que por eso ha escurrido el bulto para no tener que opinar de los incidentes que involucran a Piqué, Busquets y al elenco de actores, pero espero que les quede algo de decencia y no insistan en querernos dibujar diablos y beatos al margen de los partidos como si el fútbol fuera un códice miniado. Hoy el Madrid va al Nou Camp para ser sacrificado, sin Pepe ni Ramos, con un resultado en contra, en el campo en que todo se prepara cada año para que pierda sea como sea. Mantengamos la calma si es posible. Tengamos un poco de respeto por el que ha de caer necesariamente derrotado para satisfacción de todos. Se lo pido sobre todo a los que aun se sientan españolitos entre la prensa.
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