Soneto Quince
El sueño imposible que me encadena
Te entrego por entero mi soledad,
el sueño imposible que me encadena,
el deseo indomable que me condena,
un instante robado a la eternidad.
Te entrego tan solo mi necesidad,
de querer todo cuanto tu alma llena,
el bosquejo inconcluso de una pena
que pervive solemne en mi oscuridad.
Por único patrimonio tu ausencia,
por única riqueza tu desamor
y un estado de amor en abstinencia.
Porque nada hay donde nada es nada,
y el dolor jamás podrá ser redentor,
razón de una razón inanimada.
12, 13, 16 y 20 de noviembre de 1984
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