Papá piernas largas
Tengo en el blog desde hace más de un mes en formato borrador y a medio cocinar un escrito que iba a titular "Papá piernas largas". Iba a ser un canto lírico al efecto Zidane. En esas estaba. Pero, mire usted por dónde, el susodicho efecto se nos ha disipado tras media docena escasa de partidos de liga, como la neblina mañanera al calor del sol del mediodía. ¡Ay!, se le pasó irremisiblemente el arroz a mi escrito, perdió su oportunidad de nacer a este mundo bloguero. Este que ahora leen ustedes es un torpe intento rescatar las pocas piezas aun válidas del collage, de tratar de imbricarlas, aunque sea de forma forzada y modificando con unas tijeras el perfil de las piezas, con una serie de ideas que me han llegado en aluvión estos días. Es muy posible que de todo esto salga sea un batiburrillo inconexo, un engendro hecho de retales que no casan, un trasunto de monstruo de Frankenstein literario. Y quizá sea mejor así, porque la idea inicial era comparar a Zidane con Fred Astaire, en eso radicaba para mí la gracia del título, y se me estaba empezando a hacer cuesta arriba la evidencia de que media humanidad madridista no iba a saber de qué les hablaba porque jamás ha oido mencionar siquiera el nombre del actor bailarín. Está claro que estoy empezando a quedarme anticuado a la hora de elegir los símiles. Pero es que ver danzar a Zizou con la pelota sobre el césped en un campo de fútbol me provocaba la misma emoción, la misma vibración en el alma, que ver a Fred Astaire danzar en una pantalla de cine junto a la quintaesencia de la femineidad, pongo por caso Cyd Charisse o Rita Hayworth. Esos controles imposibles con partes del cuerpo pensadas para otras cosas, ese usar el cuero como eje de giro para una de sus ruletas, era tan similar a unos pasos de claqué o a un vals respectivamente que el símil se me hacía evidente. "Papa piernas largas" es el título de una película de los años 50s, con un Fred Astaire ya algo madurito para los papeles de galán -había nacido antes de iniciase el siglo-, en la que era emparejado con una casi adolescente Leslie Caron, otra morena memorable, como Cyd Charisse, aunque mucho más terrenal. Si Cyd era una mujer de belleza corporal inabarcable, que ríete tú de la longitud de piernas -en dos metros y medio creo recordar que la cifraba Julia Roberts- que rodeaba a Richard Gere en la escena de la bañera en "Pretty Woman", Leslie bien era como esa vecinita mona del quinto que te alegra las mañanas cuando te cruzas con ella camino de la compra. El film era como una revisitación del musical "Annie". Cito la película y se me cala en mi tristeza madridista el estribillo de la canción más famosa de esta función: "mañana, mañana, ya verás que pase lo que pase sale el sol...". Para soslayar las diferencias de edad Fred Astaire se convertía en el padrino misterioso de la huérfana Leslie Caron. Un tipo que se hacía cargo de la educación de la muchacha desde su más tierna infancia pero sin darse nunca a conocer. Un benefactor en la sombra con el que la chica fantaseaba cuando se convertía en una quinceañera. Luego todo acababa en un improbable romance, en dicha plena, tras gozar el espectador con muchos números de baile. Como ocurría siempre en cualquier partido en los que jugaba Zidane.
Ese tipo de amor es el que ha profesado el madridismo durante este mes a Zizou. Amor de amante pero también de ahijado, de niña desvalida que ha perdido a sus padres y se siente huérfana de ternura. Vivimos una época en total ausencia de Florentino, en ansiosa búsqueda de un papá piernas largas que nos devuelva la emoción del baile sobre el terreno de juego. Esa iba a ser en síntesis el escrito, y estaba pensado rematarlo y editarlo tras alguna victoria memorable del Madrid en lo poco que queda de temporada. Pero todo lo que ha venido últimamente es perfectamente olvidable, incluyendo las dos victorias in extremis que nos han dado más vergüenza que pena. La melancolía agudiza mi paranoia, afila mis malos pensamientos hasta sacarles filo. A vueltas en la cabeza con las declaraciones de Arbeloa en las que declaraba sus preferencias por el PSV Eindhoven en su duelo con el Atlético de Madrid, una afirmación que le ha valido muchas palmadas en la espalda de esa gente que no reflexiona sino que opina apuntando al bulto, no podía entender que hace aun en la plantilla un tipo como éste. Y mi mente paranoica me contestaba que exactamente lo que parece: ganarse el sueldo en los selfies y creando opinión en las redes sociales, dando lustre a los sencillos mensajes, casi todos engañosos, cuando no decididamente tramposos, que propagan los pastores que Florentino Pérez ha tenido a bien disponer en Twitter para la grey madridista. A mi no se me quita de la cabeza que a Arbeloa le están preparando para ser alguien en el organigrama madridista del futuro. Su trayectoria personal estos últimos años se asemeja a la de un personaje de un thriller político de Hollywood, que se yo, por ejemplo a la del personaje que interpreta Ryan Gosling en la peli de George Clooney "Los idus de marzo". En Arbeloa todo es fachada, un rostro atractivo que esconde un reverso tenebroso. Todo lo que hace esconde una intención. Mayormente potenciar su imagen pública como si fuese el candidato a algo, todo ello medido desde una calculada modestia. Arbeloa no necesita ser virulento en sus ataques, puede ser elegante. Para los golpes al hígado, para que llamen cáncer a Casillas o bocachancla a Piqué, ya tiene a sus amigos distribuidos por la prensa y por el éter de las radios y los internetes.
Esto empieza a ser como una segunda entrega del serial sobre "Los Pistoleros solitarios", lo reconozco, pura divagación sin más, creyéndome solo a medias lo que yo mismo digo, aunque en todo caso con mucha más convición que las verdades como puños que leo a diario en Twitter sobre el Real Madrid en boca, enn lson dedos más bien, de los gurús madridistas, la mayoría de ellos con egos amamantados descaradamente desde el club. Hace dos días escuchaba un podcast de la gente de @TodoAlBlanco, en el que se planteaba la misma pregunta que he oído formular muchas veces a gente bien distinta: ¿Sabe Florentino Pérez lo que hace la gente que le rodea? Muchos ex-florentinistas, entre los que me cuento, ante los palos de ciego que ven arrear al señor presidente sobre los lomos del club, hasta haberle provocado una preocupante ciática al equipo de fútbol, quieren refugiarse en la idea de un posible desconocimiento del mandatario blanco acerca de lo que ocurre en su entorno. Los errores serían decisiones solo nominalmente dictadas a instancias suyas, pero en realidad diseñadas y perpetradas por otros. Esa sería la idea, el atajo para que Florentino alcanzara la casilla de salida en el Monopoly y pudiese cobrar el peaje con el que seguir fichando cromos. No falta gente viscosa en el club para explicar tanto desaguisado como está ocurriendo. Pero a estas alturas dudo mucho que sea creíble ese atenuante que mucha gente esgrime sobre la existencia de un desconocimiento presidencial. Al florentinismo ya solo le caben dos estrategias para poder defender a su ídolo:
1) Negar que las cosas estén mal -los hay incluso que huelen en el aire el aroma de la Undécima, que ya es tener olfato-, lo que sería un eximente total de las posibles culpas, ya que no habría errores que disculpar;
2) Atribuir los errores a otros y alegar desconocimiento del presidente, lo que sería solo un atenuante, ya que Florentino Pérez es el máximo responsable de todo lo que ocurre en el club. Por ejemplo, ¿sabrá Florentino Pérez a quienes ha puesto a dirigir la grada de animación, quienes son Ochaíta y Matamoros? El primero forma parte casi de la mitología, de la leyenda negra del club, como para no conocerlo, aunque la mayoría de los madridistas no sepamos ponerle cara. Al segundo me consta que le conoce al detalle.
Soy de la opinión de que Florentino Pérez utiliza una táctica que empleaba Julio César en la guerra: ofrecer al enemigo unirse a su causa. En el caso del general romano era un ofrecimiento que llegaba tras la victoria aplastante en el campo de batalla. En el caso de Florentino Pérez creo que hay además de estrategia también algo de pereza: prefiere "comprar" al enemigo antes que tener que combatirlo. Entrecomillo lo de comprar no me vaya a llover una amenaza de demanda judicial. No, no es que a Julio César le faltase crueldad, no era reacio a derramar sangre cuando lo creía inevitable. Su victoria en Alesia sobre los galos de Vencirgétorix, lo sabemos bien todos los que hemos sido lectores de los cuentos de Astérix, fue una auténtica carnicería. Pero en su lucha durante al guerra civil italiana contra Pompeyo prefirió siempre sumar enemigos a su causa mediante la persuasión que tener que combatirlos y restar partidarios con las bajas de la batalla. Alguien me decía hace un par de años que no entendía el fichaje de Hierro como segundo entrenador siendo como era un supuesto enemigo de Florentino Pérez, además de amigo de Casillas, entonces en guerra con el club. Tantas historias, supongo que la mayoría inventadas -que si Hierro le levantó la mano a Florentino en mitad de una acalorada discusión, que si éste de puso en su sitio a aquel utilizando solo palabras y luego le largó del equipo-, que se nos venían abajo con aquella sorprendente incorporación al staff técnico. Yo contesté a esta persona improvisando, porque es una idea que tenía a medio cocinar, que Florentino es propenso a eliminar la competencia, real o ideológica, metiéndola en nómina. Con la llegada de Primavera Blanca a la grada de animación no cabe otra explicación. A Ultrasur, esto es, a sus antiguos dirigentes, los mismos que hay ahora en la grada de animación, los tuvieron domados durante décadas dejándolos simplemente que se entretuvieran con sus negocios.
Hace cuatro años tres amigos veíamos alarmados la progresión de Primavera Blanca en las redes sociales y si inminente salto al club. Manolo Matamoros era un habitual en la tertulia de RMTV y a sus acólitos era frecuente verles pulular por los programas del canal. A veces simplemente a través de los mensajes de Twitter. La chica encargada de seleccionar los tuits a mostrar en pantalla tenía una curiosa propensión a elegir gente de la cuerda de Coronado. Esas tres personas, en un primer momento cuatro, decidimos escribir un informe sobre Matamoros y sus secuaces para tratar de hacérselo llegar a Florentino Pérez. Parecía una tarea imposible y de utilidad bien discutible pero a ello nos pusimos. Unas semanas después estaba concluido el texto. Tras mucho cavilar y hacer cábalas de cómo lograr el objetivo se lograron diseñar tres rutas de acceso a Florentino. La primera fue a través de alguien que decía tener contactos en la T4. Nunca nos dijo la identidad de sus contactos. Cabía la posibilidad de que la persona elegida para hacer llegar el escrito al presidente fuera alguien afín a Primavera Blanca y no llevara a cabo su cometido. Nunca sabremos probablemente que fue de aquella copia del escrito. La segunda vía fue el periodista Ferreras. Un día le abordamos dos de nosotros en un descanso de un partido y de forma un tanto atropellada tratamos de explicarle nuestras intenciones y porque juzgábamos importante que Florentino leyera el informe. ¿Es posible que Ferreras nos catalogara como lo que parecíamos: un par de chalados de esos que no te queda más remedio que aguantar cuando eres famosete? Apuesto doble contra sencillo contra mi mismo a que la segunda copia se perdió en el limbo.
Al final la tercera vía fue la fetén, como decimos en los madriles. Alguien, otra persona también con contactos nos facilitó una entrevista en persona con alguien muy cercano a Florentino Pérez. Tan cercana que se quema como en el juego del veo veo. También en este caso nuestra exposición fue tirando a torpe, aunque hubo más tiempo para tratar de insistir en lo sustancial. El caso es que esta persona se fue del lugar de la reunión con la tercera copia bajo el brazo. Pocos días después se nos hizo saber que el boss en persona había leído con atención el informe. Una sombra de excepticismo se posó sobre todos nosotros, pero lo cierto es que Matamoros desapareció de forma fulminante de la tertulia de RMTV y el inminente desembarco de Primavera Blanco en la cadena se vio abruptamente abortado. El extraño corolario a todo esto fue la concesión poco después de la dirección de la grada de animación a la asociación. ¿Por qué Florentino Pérez le daba cuerda a un colectivo que empezaba a desintegrarse y que estaba dirigido por personas que le constaba que convertían el insulto a su persona y la mofa a su política en un deporte de contacto en Twitter? Para mí, y es mera conjetura, la explicación es la msima que daba antes para el caso Arbeloa: Florentino prefiere reclutar al enemigo antes que tener que combatirlo. Primavera Blanca pasó en el transcurso de cuatro años de ser la primera oposición seria -es un decir- al florentinismo en las redes sociales a convertirse en su más desaforado defensor. A Florentino la jugada le salió barata: solo tuvo que comprar la dignidad de los primaveros, que se vendía a muy bajo precio entonces, y sustituir al ultrasur medio -que no a sus dirigentes, esos se quedaron donde estaban ocupando lso mismos asientos en la grada-, gente con personalidad y más bien díscola, por corderitos del redil de Primavera Blanca.
¿Sabe Florentino Pérez que gente tiene a su alrededor y que desmanes comete? Perfectamente. Para quienes aun albergamos rescoldos de nuestro pretérito florentinismo nos queda la excusa de pensar que para ciertos cometidos es ineludible el concurso de sinvergüenzas. Para ciertas tareas oscuras solo es posible delegar en gente opaca. El mundo de la obra pública, del que proviene Florentino, no es precisamente el más transparente. No se trata de que la gente coja atajos para lograr sus objetivos, es que sencillamente la corrupción generalizada es parte de las reglas del juego y para ser empresario en la obra pública tienes que transigir con ello o dedicarte a otra cosa. Tampoco digo que sea un martirio. Es aceptar lo que hay y empezar a ponerte las botas. Ejemplos de esto que digo los vemos todos los días. Lleva siendo así hace décadas, a lo mejor siglos. Cuentan al anécdota que cuando Francia acometió la construcción del Canal de Suez envió como embajador a aquellos lares a un tipo inmensamente rico, además de persona con acreditada fama de honradez, que se suponía totalmente inmune a los sobornos. Meses después de comenzar las obras esta persona escribió a Paris solicitando su relevo. Su lastimera explicación fue que estaban empezando a aproximarse peligrosamente a su precio. El mundo es como es y es posible que quienes triunfan deban mancharse las manos. Lo cierto es que si el Real Madrid estuviera en ciernes de ganar la liga y con opciones serias, no solo olfativas, de ganar la Champions a ninguno nos importaría una higa la catadura moral de al gente que ocupa las gradas de animación o que rodean a Florentino en la T4. La directiva y el vestuario del Barça son un auténtico lodazal repletos de gente imputada ante los tribunales, de evasores fiscales, estafadores, payasetes de Twitter y hasta de imitadores de Hannibal Lecter y, mira, no hacen más que ganar títulos. Hay una amarga enseñanza en todo esto.
Tengo que ser sincero, yo en su día fui más arbeolista que nadie. La memez esa de que es el capitán real aunque no nominal del vestuario me la oí a mi mismo antes que a nadie. A veces tengo la mala conciencia de ser uno de los precursores de tamaña chorrada. No viene al caso explicar porque lo creía entonces y porque ahora lo juzgo una mentira. El caso es que a la cuarta o quinta persona a la que le conté este entonces mi firme parecer, me contestó de una forma que me pareció sorprendente. Me hizo saber que Arbeloa pertenecía a una familia digamos que, para abreviar, con grandes recursos de todo tipo y que su imagen pública era el resultado de una excelente campaña publicitaria, en la que hasta los tuits eran elaborados por personal profesional. Ni que decir tiene que entonces como hoy yo era un simple borrego y fui totalmente impermeable a los datos que se me aportaban. Necesite meter los dedos en la llaga, como Santo Tomás, para empezar a creer. O más bien a descreer. Cualquier intento de debate sobre este señor choca con un muro de intransigencia, cuando no de violencia verbal, como bien pude comprobar ayer en Twitter, así que ni me esfuerzo en desarrollar mis argumentos. Quedan si a alguien le interesan para una conversación sosegada en el mundo real no en el virtual de la redes sociales y los blogs. Arbeloa me parece un mero producto de marketing que tiene muchos compradores. nada que objetar. Tan solo me escama su supervivencia en la plantilla. Mi mente paranoica se huele que Florentino Pérez ve mucho potencial político en él y prefiere reclutarle ahora antes que tener que combatirle mañana, cuando quizás se convierta en un verso libre como algunos ex-jugadores. Tenerle cerca es fácil: una ficha tan solo entre veintitantas. El "japiverdeituyú" se lo canta gratis la escolanía que ha instaldo en el fondo sur. Y para glosar sus gestas, más verbales que futbolísticas, más fotográficas que deportivas, no en vano es el rey del selfie, no le faltan al señor presidente juanmas rodrigues, bengoechas y pedreroles de los que echar mano y que afortunadamente ya están en nómina. Decidme un cosa, ¿solo a mi le escama que a Morientes y Guti se le ofreciese dirigir sendos equipos de la cantera tras asentarse respectivamente como comentaristas de La Copa y El Chiringuito? ¿Es que se verdad soy un mal pensado y un paranoico? Sanchís es quizá irrecuperable. Por eso suele ser uno de los blancos preferidos de las mofas y las maledicencias de la tropa florentiniana.
El de los musicales de Hollywood de la primera mitad del siglo XX era un universo armonioso pleno de coherencia, ritmo interno y alegría. Difícil no caer en el engaño al ver el empalme de Zidane en Glasgow para la consecución de la Novena de creer que asistimos a un número de baile de Fred Astaire. Esa precisión imposible al alojarse el balón en la escuadra, esa elegancia corporal de bailarín entrenado, esa despreocupada trascendencia en sus actos. Al igual que los pasos de claqué de Astaire parecían transmitirnos un mensaje con palabras sonoras que nos indicaban una receta para alcanzar la felicidad, el movimiento en el aire de Zizou para hacer factible el centro involuntario que le lanzó Roberto Carlos fue como una frase visual muda que nos transportó al Nirvana en un instante. Para una generación entera de madridistas, la que tuvo que atravesar aquel desierto temporal de 32 años, en aquel momento todo alcanzó de repente un significado, un por qué: La final perdida por el Madrid de los García, la dantesca noche en Eindhoven, la humillación ante el Milan de Sacchi, incluso la explosión de alegría ante el gol de Mijatovic en Amsterdam y la volea de McManaman en París. El gol de Zizou fue como el colofón a un musical de Hollywood pleno de momentos trágicos pero también de comedia y euforia. Zizou fue Astaire bailando sobre el cielo raso del Hampden Park Estadium de Glasgow gracias a un truco de cámara, fue papá piernas largas paliando nuestra orfandad de belleza. Ahora vuelve para sacarnos del orfanato y todo apunta a que acabará en tórrido romance con la afición. O apuntaba. La vida desgraciadamente no es una película de cine y, en todo caso, parece que el Madrid está más en el Festival de Sundance que sobre la alfombra roja en la ceremonia de la entrega de los Oscars. El retorno al encanto en las cosas que parecía traernos el francés parece disiparse con la tozuda realidad. Una realidad con capitanes honorarios que reconocen temer un enfrentamiento con el Atlético de Madrid, una realidad en la que los indios ya saben que el Real Madrid ya no manda en la capital, una realidad con los responsables del área social imputados por la justicia por presuntos tejemanejes en su cometido en el club, una realidad en que la grada de animación la siguen dirigiendo los mismos violentos de siempre aunque disfrazados de pastorcillos de belén navideño, una realidad sin pujanza en el equipo y en la afición, con la directiva dando constantes bandazos en el rumbo como si la nave la dirigiese un timonel borracho, una realidad donde solo parece funcionar la cuenta de resultados económicos y hasta por eso rezamos para que no deje de ser cierto como el resto de mentiras que nos contaron. Esto ya digo que parece más un thiller político que un musical, con Florentino desmontando cualquier oposición al modo en que lo hacía Julio César. El problema, para él, es que al final los seguidores que compró el dictador de Roma se acabaron revolviendo contra él y acabó ensangrentado a los pies de la estatua de Pompeyo a las puertas del senado. Algo así, aunque con mucha menos literatura y florilegios, quisimos advertirle a Florentino Pérez en aquel informe. Y si nos hizo caso, que supongo que no, debió pensar que a los enemigos es mejor tenerlos lo más cerquita posible, trabajando para uno. Qué gran drama teatral habría escrito Shekesperare sobre todo esto. Seguro que Plutarco tiene escrito algún argumento parecido en algunas de sus vidas paralelas. Florentino Pérez versus Lorenzo Sanz. Por ahora van empatados a copas de Europa... Por un momento he querido ser malo y contraponerlo a Ramón Calderón. Debió de haber aproximadamente la misma cantidad de Nanines pululando por la presidencia de éste último que los que hay ahora pisando alfombra en la T4.
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