jueves, 7 de enero de 2016

El Fútbol y sus aledaños (185) - Debates tridentinos

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Enzo, estímulo de Zidane
Diego Torres
El País - 7 de enero de 2016

En 1990 Enzo Francescoli inspiró a Zidane a ser futbolista. En 1995 Zidane bautizó a su primogénito como el ídolo uruguayo. En 2013 decidió sacarse el carné de entrenador para ayudar a su hijo a convertirse en futbolista profesional. Si el mítico artífice de la Novena ocupa hoy el banquillo del primer equipo es gracias al estímulo que para él supone Enzo Alan Zidane Fernández, actual diez del Castilla. El entusiasmo paternofilial es tan notable que en el vestuario mayor de Valdebebas jugadores y empleados comentan que esperan ver a Enzo cambiándose junto a Cristiano tarde o temprano.

Zidane se retiró con 34 años, después de la final del Mundial de 2006 que estuvo a punto de ganar. Pasó de la cúspide de la popularidad al vacío de una existencia tan banal como la de cualquier jubilado. Se instaló en Madrid y alternó los compromisos publicitarios con las tareas propias del paterfamilia. Básicamente, conducir a sus hijos, Enzo, Luca, Theo y Elyaz, del Liceo Francés a los entrenamientos de Valdebebas, y de Valdebebas al Liceo Francés.

Enzo destacó pronto. Era un mediapunta elegante, un futbolista de gestos majestuosos, un niño rico que engañaba con fintas propias de un pícaro de los puertos de Sudamérica. Es decir: era una réplica de su progenitor. Un tributo al padre. Zidane se sintió inmediatamente fascinado ante la idea de ayudarle a cumplir el sueño de continuar la saga. Enzo se convirtió en el motor de su nueva vida.

José Mourinho, que llevaba meses pidiéndole que se uniera a su cuerpo técnico en el Madrid, le sedujo a fuerza de elogiar a Enzo. Finalmente, en 2011, Zidane se incorporó a la escolta del portugués en calidad de ayudante. En septiembre, Mourinho subió a Enzo del juvenil al primer equipo, para que se entrenara con las figuras. Durante un tiempo, Zidane encontró la experiencia reconfortante. Hasta que comenzó a sospechar que Mourinho le quería utilizar para sus campañas de propaganda. En la noche del 21 de marzo de 2012, después de que el equipo empatara (1-1) ante el Villarreal, el francés se negó a denunciar una conspiración de los árbitros, tal y como Mourinho le sugirió que hiciera. De un día para otro, Zidane desapareció del organigrama para regresar a su existencia doméstica en el barrio de Conde de Orgaz. “Yo no quería ser entrenador”, les dijo a sus amigos. Si alguna vez aspiró a dirigir futbolistas, Mourinho le disuadió.

Cambió de idea en 2013. Coincidiendo con una época que algunos técnicos y jugadores de la cantera juzgan como la más complicada en el proceso formativo de Enzo. Normalmente, los talentos que alcanzarán el profesionalismo se reconocen por su condición de prematuros. Los elegidos suelen saltarse categorías y jugar con mayores. No era el caso de Enzo, que progresaba con los de su edad, a veces con dificultad. Con 17 años comenzó a frecuentar el banquillo.

José Aurelio Gay, que lo entrenó en el Madrid C, recuerda sus virtudes. “Domina los apoyos para quitarse defensores de encima por habilidad, amagando, más que por fuerza o por velocidad”, dice el ex centrocampista del Zaragoza; “es eminentemente ofensivo, tiene visión de juego, da buenos pases, y posee cierta llegada”.

“Cada vez que contactaba con la pelota”, objeta Gay, “no sé si es por el hecho de querer parecerse a su padre, Enzo quería hacer una obra de arte. Quería irse de muchos en una jugada y perdía el balón. En los próximos años seguramente mejore en eficacia. Ser el hijo de un ídolo te puede aplastar. Mentalmente puede ser duro. Pero yo creo que a él no le afectaba para mal”.

Superpoblación

Si hay un puesto con competencia en la cantera es el de mediapunta. Como en el primer equipo, en Valdebebas hay una superpoblación de interiores habilidosos. Enzo debió competir con algunos excelentes. En ocasiones fue postergado en favor de Medrán, Borja Sánchez, Lazo, Javi Muñoz, Aleix Febas, Fran Pérez, Llorente y Odegaard. Tres expertos muy vinculados a la cantera coinciden en que Enzo no destacó por encima de este pelotón, al menos entre 2012 y 2014.

Zidane se apresuró tanto a dirigir el Castilla que cuando se sentó en el banquillo en 2014 todavía no tenía el título de entrenador. Enzo no era fijo en el Madrid C cuando su padre le comenzó a subir al filial. Poco a poco le hizo un hueco entre los titulares, a veces a costa de la suplencia de Odegaard, el cadete más cotizado de la historia del fútbol europeo. Dice un testigo que un día reunió a los chicos y les anunció en voz baja algo que sorprendió a todos: “He tomado la decisión de que el capitán sea Enzo... y no cuento con Fran Pérez”.

Hoy, Enzo es una de los jugadores más regulares y valiosos del Castilla. Está jugando mejor que nunca. En Valdebebas se rumorea que su padre se impacienta por subirle al primer equipo.




El Fútbol y sus aledaños () - Debates tridentinos

La  portada de hoy del diario AS me ha recordado la cita más célebre y repetida de don Marcelino Menendez Pelayo: "España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de san Ignacio... ; esa es nuestra grandeza y nuestra unidad [...]". Es tan redonda, tan rotunda y tan sonora que cuesta cerrar comillas, que apetece alargarla hasta donde acaba el párrafo. Normalmente se citan las tres primeros segmentos de la frase sotenidos entre comas. Su significado no es difícil, aun en un autor tan exigente para el lector como lo era don Marcelino. De los tres lugares en el mundo en los que el Islam retrocedió: Los balcanes, Al-Andalus y Las Filipinas, en dos de ellos lo hizo por culpa del empuje de las armas españolas y, además, en el tercer diente de ese tridente el retroceso no fue definitivo, dejó importantes relictos de población en retaguardia. Con esa capacidad guerrera del brazo armado español no es extraño que la Península se conviertiera en la Espada de Roma en Malta, Túnez o Lepanto y en muchos más lugares a lo largo del siglo XVI y el XVII. En cuanto a la mención de Trento, en ese concilio quedó claro, y así lo resalta don Marcelino en sus textos, la muy superior preparación de los doctores de las universidades españolas sobre los del resto de docentes de Europa. Los teólogos hispanos ganaron por goleada a todos sus contrincantes reformistas.

Los adjetivos siempre de tres en tres. Es la fórmula más elegante cuando se redacta. Los delanteros de tres en tres, cuando se dibuja la distribución de los jugadores sobre el campo. Es la forma más elegante de jugar al fútbol. De tridentes debería tratar esta mañana soleada el debate futbolístico pero, sin que a nadie le extrañe, está versando sobre con quien se lleva mal el recién aterrizado Zizou. Ya se sabe, que un nuevo entrenador pose su nave sobre Valdebebas es más difícil que aterrizar un Tomcat sobre la plataforma de un portaviones en mitad del Oceáno Índico con la mar embrabecida, una tarea solo apta para Tom Cruises de la vida. Y cuidadín con hacer una pasada muy cerca de la torre de control en la sala de prensa y provocar que se le caiga el café encima al oficial de guardia en cubierta, que entonces toca bronca del comandante Relaño en el despacho de oficiales del Grupo PRISA o reto chulesco de un despechugado Diego Torres en su columna con olor a sudorina de vestuario.

Lo que al madridista le importa esta mañana es saber si Zidane sabrá debetir sobre tridentes con sus homólogos culé y colchonero. Ahí ha estado acertada la portada del ASque habla sobre empates. Al césar lo que es del césar. Aunque el espejismo de que se fuera a producir un auténtico debate futbolístico se ha desvanecido tal como el rocío en el amanecer del día para quien haya leído la columna de Diego Torres o alguna otra de las que pululan por la prensa. Según el argentino, Zizou no es más que otro padre de futbolista de los que visitan cada mañana los campos de entrenamiento de la cantera en Valdebebas. Ese es el motor de sus días, vociferar desde la grada si no ponen a su hijo sobre el césped. Aviado va Ramis como no loo alinée. En el panteón particular de folclóricas de Diego Torres estarían la mamá de la Pantoja y el papá de Enzo. Y si a su vástago lo bautizó con ese nombre en honor a Francescoli, imagino que la mamá de la Panto lo haría co0mo Isabel en honor a la reina católica. O yo que sé. Que en la imaginación de Diego Torres cabe todo. Hasta tres o cuatro novelas de ficción sobre vestaurios de fútbol puestas a lo ancho y con holgura, sin necesidad de rozarse siquiera en sus argumentos. A imaginación no le gana nadie.

La existencia banal de Zidane a los 34 años, tras marcar tres de los goles más hermosos y trascendentes de la historia del fútbol, todos ellos en finales, es lógico que solo pudiera ser rellenada de significado, argumenta Diego Torres, convirtiéndose el papá del artista., para ayudarle en el camerino a vestirse la bata de cola, esto es, a calzarse los borceguíes. Pero no nos sulfuremos con el periodista. No hay mala baba en su relato, solo una narración que nos hace sonreir como el argumento de un episodio de Barrio Sésamo, que el argentino ubica en la zona del Conde de Orgaz dentro de la geografía madrileña. Nunca faltan los sospechosos habituales en sus guiopnes. Si en el programa de marionetas parlantes lo es el Monstruo de las Galletas, en el artículo de El País lo es don Xosé Mourinho. Tambien suave y azul, como el peluche, ya que el Chelsea es el club de su amores. Y que no nos falte nunca el portugués, como la mostaza en el bistec, que sino la columna de Diego Torres carece completamente de sabor. Acabáramos: Mourinho mató los pocos deseos de Zizou de convertirse en entrenador de fútbol, que solo renacieron cual ave Fénix de sus cenizas tras su breve trato con el ogro de Setúbal, con la espectativa de poder colocar a su retoño en un equipo profesional y así poder llegar sin contratiempos a fin de mes. Ahora cuadra todo, ¿no es cierto?

Si estuviera por girar el ventilador para que la mierda se esparciera también por donde suele el club de los amores del peiodista, traería a colación al hijo de Cruyff, al que bautizó como Jordi para camuflarlo como catalán, que ya se sabe que en el país de los campanarios el charnego no está bien mirado, o incluso a su yerno, que llegó a defenser en alguna ocasión la portería del Barça. Bueno, lo de defender es un eufemismo. Pero no, solo me interesan los debates de fútbol. Como a cualquier madridista de bien, y con esto no es que trate de repartir carnets, para eso ya están los asalariados de la T4 qu pululan por Twitter. No, estoy cansado de los debates ideológicos, de los chismorreos de alcoba, esto es, de vestuario, de las toperías varias, ya las divulguen las huestes pedrerólicas o los sisones de estepa. Háblenme de Trento, señores periodistas, de si a la virgen ha de representársela pisando un dragón con su pie derecho o con túnica azulada, y no me mancillen el virginal recuerdo de los auténticamente grandes, como Zidane, que hizo descender de los mismísimos cielos un balón en tierra escocesas para tranfigurarlo en el gol del siglo. Si su columna de hoy, en pleno día D del desdembarco en la Playa de Omaha es una muestra de lo que nos espera, ya le digo que arrieritos somos y nos encontremos en el camino, que la yihad madridista es también martillo de herejes, luz de Trento, espada de Valdebebas.

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