domingo, 19 de junio de 2011

La verdad

La verdad

Alguien que conozco en Matrix me dijo el otro día que soy demasiado sincero al escribir. No, no trataba de halagarme. Tampoco lo entiendo como una crítica. Tan solo era un comentario, una llamada de atención acerca del excesivo riesgo que corría al ofrecer datos innecesariamente exactos sobre mi persona. No datos de ubicación o identidad, sino sobre mi forma de ser, pensar o sentir. Características vitales más que pesos y medidas. Datos cualitativos más que cuantitativos. Nunca lo juzgué peligroso. A fin de cuentas, ¿quien sabe que es sincero y que impostura en lo que se lee? Eso valdría también para mis escritos. Incluso si fuera lo primero, igual que nuestra propia voz llega a nuestros oídos deformada y no la reconocemos cuando la escuchamos en una grabación, seguramente lo que creemos que somos es solo un conjetura llena de subjetividad y buenos deseos. Esas semblanzas que hacen de nosotros siempre parecen haber frenado demasiado pronto en su trayectoria de aproximación anímica o estar demasiado cargadas de simpatía. Así que duden de todo lo que diga sobre mi si antes no lo han contrastado. Ya, para eso haría falta conocerse en la vida real aparte de la virtual, y va a ser que no.

Por otro lado, ¿realmente nos lee alguien?¿A alguien le importa lo que tengamos que decir? Allí fuera no nos escuchamos con atención porque lo urgente se acumula en un presente demasiado breve. En Matrix a medida que expandes las cuentas que posees y entras en contacto con más gente disminuye el tiempo disponible para atenderlos a todos. Tantos blog que quería al menos ojear por estar creados por gente que considero interesante y que ni siquiera he visitado. Tantas personas con las que disfrutaba hablando y con las que ahora apenas intercambio algunas palabras de tanto en tanto, a bocajarro, cuando coincidimos entre el gentío de la estación central de Twitter y en algún otro lugar tan concurrido. Mis lectores son casi todos anónimos y en muchos casos creo que gente que llega a este blog de forma fortuita. Durante la serie de terremotos tuve entradas todos los días de alguien del Japón. Quien sabe por qué llego aquí y cual fue la razón de que cesaran sus visitas justo cuando la crisis de aquel país comenzó a remitir.

Aquí y allá dejo pistas de lo que soy. Desordenadas para que quien pretenda saber al menos tenga que esforzarse. Aunque no es algo deliberado. Divago mucho más de lo que planeo, si es que lo segundo lo he hecho alguna vez. Algunos textos tienen destinatario concreto, a menudo con la completa ignorancia del interesado. Es una forma de hablar, porque el interés de algunos de esos destinatarios por mí cesó hace mucho tiempo si es que prendió alguna vez.

Escribir sobre lo que somos. Supongo que esa es la magia de los blogs, el convertir a uno mismo en género literario, en material de ficción o tema de ensayo. No es que vivamos en la era del individualismo, que también, sino que hemos alcanzado la época del hombre que vive aislado, que se explica al mundo desde su pequeña isla recóndita, cuya única vía de comunicación suele ser el teclado de un PC. ¿Para que mentir entonces?  Supongo que para parecer más interesantes a los ojos de los demás, para fingir misterios interesantes por desvelar. Pero, ¿quién podrá venir a rescatarnos de nuestro aislamiento si las coordenadas que facilitamos son erróneas o inventadas? La principal ventaja de Matrix es que todo complejo que construyamos dentro de él llevará incorporado su dispositivo de autodestrucción. Basta borrar una cuenta para eliminar todas sus implicaciones incómodas. Muchas personas con las que había conectado tomaron esta drástica solución y ahora son solo un recuerdo que se diluye rápidamente en el olvido. Sin componente sensorial, sin que nos hayan visto, tocado o escuchado, somos demasiado fáciles de hacer desaparecer de la memoria.

De vez en cuando me seduce la idea de huir borrando todas mis huellas tras de mi. Tierra quemada. Ayer mismo lo sopese. Si, es verdad, en vez de hacerlo redacto ahora una nueva entrada en el blog. Que ni siquiera tiene un tema concreto. Por lo que evidencia más unas intensas ganas de escribir, de perpetuarme en la escritura, de prorrogar mi estancia aquí que el que tenga algo interesante o novedoso que decir. La verdad es solo afán de ser reales a los ojos de los demás. Mentir es convertir nuestra existencia en Matrix en doblemente virtual. Por que deseo fervientemente que ella no dude jamás de que existo más allá de su imaginación o la mía, de sus sueños o los míos, de su soledad o de mi aislamiento. Ojalá no hubiera duplicidad y fueran en los tres casos lo mismo. Ojalá la verdad me acerque lo suficiente a ella como para que puedan solaparse nuestras mentiras inconscientes.

1 comentario:

  1. Me encanta como escribes...y entiendo muy bien como te sientes en gran parte de lo que dices en esta entrada...mi temor es que las relaciones se queden aquí, encerradas en un pantalla...y que todo lo que conectas con alguien, nunca se llegue a convertir en roce directo piel con piel...

    Las mentiras siempre se terminan derrumbando...es ridículo contruirlas...

    Bss!!!

    ResponderEliminar