miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Fútbol y sus aledaños (139) - Vanitas - El cartílago dolorido del madridismo

Las costillas de Casillas
Jose María E. B. (@JoseMaria_EB)
http://www.puntopelotaforo.com/ - 20/09/2013

No pensaba escribir sobre esto, en beneficio de la armonía. Pero es tanto lo que se está hablando y se hablará sobre el asunto, que es difícil sustraerse a la tentación de expresar al menos la opinión propia, sobre lo que uno intuye que ha ocurrido. En definitiva es por lo visto de vital importancia para la prensa, empeñada unos en favorecer a su protegido y otros en atizar al innombrable portugués, y empeñados en su tarea, no se dan cuenta de que flaco favor hacen al yernísimo de España. Porque nadie debe dudar de que se atribuirá indefectiblemente a Mourinho la "lesión" de Casillas de una u otra manera, que el entrenador del Chelsea seguirá pagando el "irreparable daño causado" durante muchos, muchos años.

Y es que algo que en otras circunstancias apenas habría tenido repercusión y como mucho habría generado simplemente buenos deseos de recuperación para el portero, por las vueltas que le dan y la conmmiseración que pretenden despertar, el amiguismo de que hacen gala, lo transforman en objeto de atención y análisis. Y surgen dudas que de otro modo no habrían surgido. Flaco favor le hacen éstas "amistades" de dudosa objetividad de criterio.

¿Se borró Casillas del partido ante el Galatasaray? En mi opinión, no del todo. Un no pero si, sí, pero no. Y hay razones para ello que dan argumentos a defensores y detractores.

Primero, porque Casillas siempre ha sido un mimado por la afición, propia y ajena. Empezó a ser importante todavía niño, y se ganó la ternura y el cariño de muchos por su cara de buen chico y por su aspecto tímido y humilde.

Segundo porque su trayectoria profesional le cataloga como uno de los jugadores españoles más brillantes de la historia, si no el que más, el que atesora los títulos más importantes del mundo y no por una sola vez.

Tercero, porque eso le ha llevado a ser admirado, respetado y cuidadosamente mimado por la prensa, como si de un jarrón de porcelana se tratase.

Cuarto porque ha cultivado amistades entre personas muy influyentes de todo tipo de rangos y profesiones.

Quinto, porque su pareja, que es otra mimada en los entresijos de los medios de comunicación, le equivoca y se ha juntado el hambre con las ganas de comer.

Pero claro, toda moneda tiene dos caras. Todas estas circunstancias y diría que especialmente la última, le han hecho envanecerse hasta cotas poco imaginables antaño. Y no soporta ni que le impongan disciplina, ni que le coloquen en segundo plano, ni que le hagan trabajar, ni que alguien tenga la osadía de considerar que otro compañero esté en mejor forma o desarrolle su profesión mejor que él en un momento determinado. Ni lo soporta ni lo admite. Y si ocurre lo que está ocurriendo, se descoloca emocionalmente, se disparata, se hunde.

Se culpaba de su suplencia a cuentas personales pendientes entre el anterior entrenador y el cancerbero. Lo peor que le podía pasar es comprobar, que a pesar del cambio de responsable, la visión de las cosas no ha variado, sigue siendo suplente pese a la tremenda presión a que la prensa está sometiendo a Ancelotti y por ende al club blanco y eso le hace rebelarse de una y mil formas y convierte su cabeza en un torbellino de ideas negativas entre las que revolotean desde irse del Real Madrid, hasta organizar el motín del Caine. Lo único que consigue es la división del madridismo, tener cada vez más detractores y poner en evidencia una prensa sucia y partidista, que ya ha empezado a pagar las consecuencias. Y al hilo, comentar que Florentino no debería limitarse al diario AS, y sí hacerlo extensivo a otros muchos que han participado en la campaña de desprestigio que ha desembocado en un claro perjuicio para el club que preside. Claro está que no todos han intentado encontrar un sustituto para su sillón presidencial y eso se cotiza más caro. Las manos de la prensa fuera del Real Madrid, presidente, no tan sólo la que le ataca a usted directamente.

Por otra parte, Iker sabe que hay una buena parte de la afición que le está esperando, que no perdona ni olvida su traición, su pulso al anterior entrenador, su reafirmación caudillista en el vestuario, sus preferencias por la Selección y sus devaneos con jugadores del máximo rival, que no dudan en disparar dardos envenenados en forma de comentarios denigrantes contra sus compañeros de equipo, a los que no sale a defender jamás, en definitiva, que es muy consciente de su incapacidad e ineficacia para llevar el brazalete del mejor club del mundo y de la historia.

El golpe recibido de Sergio Ramos, una caricia comparado con el moral que va a sufrir en cuanto se haga acreedor al reproche. Y lo sabe. No afirmo con esto que no fuera doloroso o que no pudiera pensar que estaba lesionado de mayor importancia, algo que afortunadamente no ha ocurrido. Pero lo que afirmo que sí supo es que podía jugar disminuído por el dolor, desconcentrado y que era más fácil el fallo que el acierto. Y pienso que abandonó. Por dolor y por miedo, más por lo segundo que por lo primero. Miedo al error y miedo a una lesión más grave que le impidiera jugar la continuidad precisa que le permita afrontar el mundial de selecciones desde la titularidad incontestable con la camiseta española.

Son, las secuelas de las costillas de Casillas, las que lleva puestas y la que tiene al lado, que no es precisamente la de Adán.

JoseMaria_EB

Los que no querían a Isco
Manu Mañero (@m_manero)
http://cojones33.blogspot.com.es/ - 25/09/2013

“¡Pero cámbiate ya la foto de perfil, culé de mierda!”, y cosas así, tuvo que leer Isco, a quien se le escapaba la velocidad de adaptación darwiniana en sus perfiles sociales de forma inversamente proporcional a cómo asume y blande esa dotación única que relaja el fútbol y lo dispone al disfrute. “¡Su perro se llama Messi!”, bramaban los amantes de las cosas necesarias, las useful things de Stephen King que sólo revertían en negatividad para sus tenedores y sus necesitadores potenciales. “No le puedo cambiar el nombre, porque no me haría caso”, explicó él luego, en su presentación con el Madrid, marcando lacrimal y sonrisa. Los buitres de la otra acera, entre los que se retroalimentaba una importante facción de señores de estos que dicen ser de un equipo, pero apoyan a otro y van todos en contra del mismo, se relamían y babeaban al compás del fino bandeo de la sequedad estival. “¡Vuestro ídolo es culé, culé de cuna!”, y firmaban el conjuro con unas risotadas enfermas que tronaban en las redacciones y dibujaban el eco en las paredes de las cuevas. Unos pocos orgullosos madridistas reclamaban su parte también de histrionismo: “Pues será nuestro Iniesta”, en referencia al evidente madridismo del genio culé, que es de Albacete, con las cámaras de entonces grabando todo el testimonio. Y al final, como el líder de las películas malas de sobremesa con monstruos o sombras sembrando el terror, se erigió una voz, potente: “Isco no será el Iniesta de nadie. Sólo será nuestro Isco”. Y ahí quedó la cosa. Isco, una vez superado el trámite, cambió la foto de su perfil en esa otra vida y todas esas cosas tan relevantes y trascendentales, justo antes de aterrizar sin ruido y con una planta de 10 en Montreal en el Bernabéu, empujar a Özil a Londres, hacer mucho fútbol y hasta marcar unos golitos con los que alimentar a la plana más simple del fútbol, que sólo espera goles y a quien el fútbol ha de explicársele como se les explica a los guiris donde queda la farmacia: a voces. Poco o nada queda ya de aquellos disfrazados que no querían a Isco, o que recelaban de él hace tres meses porque un fulano filtró una foto suya con la camiseta de un club rival y porque siempre ha sido aficionado de no sé quién, y esas cosas interesantísimas. Querían los chorriaficionados del montón malo que Isco llegara blanco y radiante, como los demás, para llevarse la morterada, hacerse amigo de sus amigos y quién sabe si compadrear en los restaurantes. Y se han encontrado, coño, con un futbolista, que juega muy bien al fútbol y que les ha cosido la boca, a estos y a los pesados de los acomplejados consortes, cuyas risotadas se van desvaneciendo en el aire, a medida que se les van quedando secas las dignidades entre los dedos. Hasta tal punto, que ahora son bastantes más los outsiders satélite que no quieren a Isco en el Madrid que los propios y reitero, presuntos, madridistas. Su reguero de territorio marcado se extiende allende la frontera y hasta donde no alcanza la vista del que pretende ver únicamente a través del light bright que le ponen delante.



Vanitas- El cartílago dolorido del madridismo

¿Que si estoy preocupado por la decadencia de occidente? Pues claro, ¿cómo no? Me ocupa mucho tiempo de reflexión la pujanza de los mercados emergentes y también los de Asia, que nos coman terreno. También la pujanza militar de las repúblicas islámicas y los alborotadores incontrolados, enigmáticos adoradores del número once, más bravata que músculo, eso es cierto, pero amenaza seria al fin y al cabo, aislada aquí, en nuestra propia casa, y bien seria allí, en Israel, nuestra adelantada de Europa en Oriente Medio. Occidente ya no ejerce su liderazgo sobre el orbe, perdió hace tiempo su ascendente sobre los países fuera de la tradición grecorromana y judeo-cristiana. Solo la voz de nuestra sucursal en "Los Yuesei" aun es conciencia o admonición suficiente para frenar a algunos descarriados. Y tampoco demasiado, no nos entusiasmemos por el Sherriff del poblado. Ya ni siquiera desenfunda rápido en esta administración Obama. Siria se fue de rositas, y hasta nos alivió no tener que enfrentarnos al "malo" de la película en la calle principal. Todos al saloon a olvidar el mal rato viendo bailar a la nati, quiero decir, a la NATO, y a pedir un güisqui aquellos a los que aun su médico no les haya prohibido el alcohol..

Me preocupa seriamente la decadencia de Occidente, por supuesto, pero más aun la de las matas de pelo que antes me crecían en la zona de los occipitales, y sobre todo en la regiones frontal y  temporales. Todo el cabello que veía caer cortado mientras me pelaba el peluquero hace un rato era color gris, con esa tonalidad casi albina que adopta la ceniza de un cigarrillo cuando se aspira hondo el humo y el tabaco y el papel que lo envuelve alcanzan el rojo inandescnte. Verlo caer ante mis ojos, liviano, flotando casi en el aire como las pavesas de un incendio, me ha abstraído y procurado la posibilidad de una reflexión profunda, mientras el hilo musical del establecimiento ayudaba con música de Vangelis muy oportuna, melodías de textura sonoras pausadas y melancólicas. La decandencia por el paso del tiempo, el tempus fugit, como suele decirse. "Aeterne pungit vulnerat, cito volat et occidit" puede leerse en la filactaria que despliega el ángel en la vanitas de Pereda. Eternamente hiere, vuela veloz y luego mata. Es el tiempo que con su cadencia, que al principio parece lenta y luego progresivamente se acelera, primero nos tortura, nos agrede con malicia y con saña, y posteriormente nos remata, tal vez con la intención misericordiosa de ahorrarnos la humillación que viene después de los triunfos, si es que los hubo. Sueña el caballero con la gloria, quien sabe si la futura, o la ya cosechada, que se esparce sobre la mesa ante él en desorden. Los logros, la sabiduría adquirida, la riqueza, los títulos, los hechos de armas que probaron la hombría, los lances amorosos y otros sentimientos prestados, todo es nada, un sueño que se desvanece dentro de otro sueño, o lo que acontece fuera de ellos mientras somos ajenos a lo que pasa, devorados por la ausencia de la conciencia. Pasa el tiempo sin que podamos sujetarlo, se acumulan los objetos que describen lo que ha sido nuestra vida, la que queremos que sea, que miden nuestra importancia con la misma relatividad con que los relojes miden el tiempo. Una calavera sujetando las hojas de un libro nos advierte que todo está convocado a ser polvo y olvido si es que alguna vez fue algo. Alguien me dijo hace unos días en twitter que yo no era importante porque no me conocía. Yo era ese árbol que no existe porque cae derribado con estruendo sin que nadie lo escuche. Y so a pesar de que portaba l hacha en la mano mientras conversábamos a la sombra de un pelea que no era la más, aunque quizás por eso mismo era más la mía que ninguna otra. ¿Cómo se mide nuestra importancia? Adán denunciaba hace una semana que un periodista le había enviado un curriculum de Casillas para remarcar su irrelevancia, la falta de respeto que supuso que lo mandara al banquillo al eterno capitán -que ahora apenas vuela vuela, pero si agrede, sobre todo a la paz interior del madridismo- y se apropiara de su puesto el día que jugamos contra el Málaga. Capitán Adán, Paralelo 90º de latitud Sur.

Pero un curriculum no es más que un conjunto de objetos esparcidos sobre esa mesa con mantel blanco que supone una cuartilla. A casillas también le ha llegado el tiempo de despertar de su sueño y escuchar al ángel. Lo que fue podemos verlo sobre la mesa, pero el tiempo pasara también para él, como para todos, un tiempo que blanquea mis cabellos, los de Mourinho, quizá por las mismas razones que a mí, y agrede las costillas para quitarnos la respiración. Iker es como el paroxismo del fuego amigo. Principal damnificado de sus propios coleguillas de la prensa, dentro del campo ha sido agresor involuntario o víctima de sus compañero de equipos. Lesionó a Pepe en una salida a tontas y a locas y fue lesionado por Arbeloa en una alocada melée dentro de su propia área. Ahora Ramos ahonda en la herida para dañar aun más el dolorido cartílago del madridismo. Días hay que dan ganas de abandonar el césped, desfilar hacia los vestuarios, dar la razón a los otros y ausentarse de la lucha, del debate permanente en que se ha convertido el madridismo, del que son buen ejemplo los dos artículos que reproduzco íntegros antes de mi propio texto en esta entrada del blog.

Que me perdonen quienes les ofenda o se sientan agredidos por mi opinión, pero el encontronazo con Ramos me parece pobre excusa para abandonar un  terreno de juego, insuficiente a todas luces. Hay quien ha vendido el desenlace como un rasgo de profesionalidad del guardameta, como un signo del alto grado de compromiso con el equipo y de su sentido de la responsabilidad. Pero el central apenas le toca con los dedos, plasma sus huellas dactilares sobre las costillas de Iker, como quien ayuda a rellenar al policía su propia ficha al ser ingresado en prisión. Bromeaba sobre esto mismo en Twitter. En la foto adjunta al tuit podía verse a ambos compinches bromeando, a Sergio sosteniendo un dialogo mudo con la cámara y a Iker simulando que se venga de quien le descabalgo de su tan esperado debut esta temporada. Y le decía a mi amigo @arrastrao, poco después de colgar Ramos la foto en Internet, que el gesto del portero forzaba y tensaba precísamente los músculos de la zona del cuerpo supuestamente dolorida. Basta con imitarlo, con alzar el puño ante nosotros a la altura del hombro y cerrarlo par comprobarlo. Hubo quien me afeó la opinión, y tal vez proceda su reproche, pero más bien soy de la opinión de que Casillas traía el cartílago ya dolorida de casa. Que su menta enturbiada por tantos acontecimientos adversos estos últimos meses fue lo que le llevó a abandonar el campo. Ni ejercicio de responsabilidad ni ataque de miedo, únicamente un dolor que arrastra desde hace tiempo y que mantiene su umbral de tolerancia al mismo casi a ras de suelo. Los doloridos imaginarios son los que más nos socavan.



Despegamos para casa al lado de ...ejem...jejejeje. Alguno me quiere matar hoy.!! No será nada y volverá muy pronto.

Dos días después, el reconocimiento de los servicios médicos del Real Madrid  demostró que no tenía nada. No fue una sorpresa para nadie. Si te duelen las costillas de veras, tanto como para notar que te falta el aire, tanto como para querer abandonar un partido en el que eres el principal reclamo, que es el primer peldaño de la empinada escalera para recuperar tu crédito, ante el entrenador -quien es quien decide quien juega, le pese a quien pese-, y ante la afición, que también dicta sentencia, como empieza a descubrir Casillas con alarma, otro tema era que le pitaran a Mou o a sus dos sustitutos, Adán y Diego López-, no te abrazas en la banda con el portero suplente. Las imágenes son claras y bien elocuentes. El tiempo pasa para todos y también para Casillas, su mesa está repleta de objetos. El ángel de la guarda que antes le cuidara durante los partidos ahora vela sus sueños, despliega la advertencia a la que no hace ningún caso, por lo que parece, absordido por sus ensoñaciones de reconquistar un puesto en el once titular, aspiración en la que parece que es él mismo quien menos cree. El tiempo se escapa veloz y todos los objetos, trofeos colectivos y galardones individuales, esparcidos sobre la mesa de su curriculum ahora parecen nada, pura baratija, el sueño de un caballero que espera recibir en breve el dardo postrero. En todo esto pienso mientras mi propio pelo cae mansamente sobre mi pecho y mis rodillas, sobre el babi que me ha colocado el peluquero. Ahora, mientras tecleo me envuelve un olor a colonia de peluquría que por un momento me devuelve a la infancia.

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