miércoles, 11 de agosto de 2010

Otro mensaje en una botella

Otro mensaje en una botella

La Guerra Fría habrá de acabarse en algún momento, una de dos, con una paz justa o un total desentendimiento entre las partes. Pero este larguísimo deshielo no parece dar paso nunca a una primavera que merezca ese nombre, que permita soñar con la renovación de todo, con un nuevo comienzo o con el retorno a las mismas cosas pero con objetivos distintos. Solo silencio, un olímpico desdén y el juego de a quien le importa menos lo que ocurra. Diré que a mi poco, por si acaso, no vaya a entenderse este mensaje como una jugada más de la partida, un movimiento sobre el tablero que indica voluntad de algo.

No, claro, es evidente que miento, que lo digo en broma. Me importa lo que pase, aunque ya no me duela ni me angustie lo que vaya a ser, si es que hubiera algo. Cada vez lo dudo más. Creí entenderle al viento que habría un ajuste de cuentas, un saldar asuntos pendientes. Pero pudiera ser que ni siquiera entrase en esa categoría, la de problemas a resolver, la de los cabos sueltos a cortar para evitar tropezar con ellos en el futuro. Caminar lejos de mi y en una trayectoria que evita intersectar mi presencia. Nada más conveniente quizás, pero también nada más desilusionante. Pero no me voy a quejar, apenas lo hice entonces, cuando dolían las cosas, y mucho.

A veces soy pesimista. Otras, las más, ni siquiera lo tengo en mente. Pero si algo hay claro es que no habrá retorno. Ni lo quieren ellos ni lo quiero yo, por más que se me diga lo contrario donde hay más gente escuchando. Si de lo sucedido hay versiones está claro que la mía está por exponer. Las reacciones de algunos llevan a pensar que la otra ha sido contada donde ha querido escucharse. Cierta persona a la que conocí hace año y medio en un foro, y lo fue tratando de ayudarle en el acoso que sufría, me ha dejado de seguir en Twitter hace pocas semanas para poder participar libremente ahora, ya que era una herramienta que apenas utilizaba. Antes de sentarse ante el PC ha limpiado el asiento. Ni siquiera una despedida. Aunque si un hola muy significativo. No a mi, claro.

Te veo feliz últimamente y lo celebro. Tu misma lo has confesado. Aunque no es necesario, lo llevas escrito en la cara. Bueno, en tu actitud, en lo que escribes. Espero que de aquí a poco vuelvas a participar plenamente en los sitios y círculos donde solías, porque necesitas a la gente, su cariño, y ahí tendrás mucho. Privarte de eso sería cruel. Ellos me importan poco o nada, pero tu sí. Aunque si te prevengo para que intentes caminar sola, que hay mucho ingeniero de caminos en ese bunker, mucho ingeniero de "lo que yo te diga es lo que te conviene". Te dije una vez que no creyeras nunca las cosas que dijeran sobre mí. No hay necesidad por otra parte, yo mismo te las digo con mucho gusto.

Así que, seguiré paciente contemplando como el blanco de la nieve deja paso al verde de la hierba. La primavera habrá de llegar, en donde estás tú, en donde estoy yo. Tal vez no donde estuvimos ambos una vez. Dejo este mensaje en una botella y lo lanzo al mar virtual, para que la lleve consigo la marea de electrones en su impulso digital. Ni siquiera se si lees este blog, lo más probable es que no. Si sabrías que son para ti estas línea, si te importaría si lo supieras. Incluso si las entenderías. Basta que te quedes con esto: te quiero mucho y eso no va a cambiar nunca. A tí o a tu recuerdo, que poco a poco parecen dejar de ser una misma cosa.

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